lunes, mayo 27, 2019

W. H. Auden / De "Horae Canonicae"















Immolatus Vicerit

1. Prima

Simultánea, tan silenciosa,
espontánea, tan repentinamente
como en la vanagloria del alba los benignos
portales del cuerpo se abren de par en par
a su mundo del más allá, los portales de la mente,
el portal del cuerno y el portal del marfil,
se abren y se cierran, instantáneamente
controlan el desordenado trastorno nocturno
de su rebelde fronda, repulsiva,
malévola y de menor cuantía,
carente de derechos, viuda y huérfana
por causa de un error histórico:
convocado desde las sombras para convertirme en un ser sensible,
desde la ausencia para exhibirme,
sin nombre ni historia me despierto
entre mi cuerpo y el día.

Sagrado este momento, con pleno derecho,
mientras, con completa obediencia
al lacónico clamor de la luz, próximo
como una sábana, cercano como una pared,
exterior como el aporte pétreo de una montaña,
el mundo está presente, en derredor,
y sé que soy, que estoy aquí, no solo
sino con un mundo y me alborozo
sin frustraciones, pues la voluntad aún debe reclamar
este brazo adyacente como el mío,
la memoria aún nombrarme, reanudar
su rutina de elogio y culpa,
y sonriéndome está este instante, mientras
el día todavía sigue intacto, y yo
soy el Adán sin pecar de los comienzos,
el Adán aún previo a todo acto.

Respiro, y eso, por supuesto, es desear,
sin importar qué, es ser sensato,
es ser diferente, morir, y el precio,
sin importar cómo, es el Paraíso,
perdido, por supuesto, y yo que debo una muerte:
el voraz arrecife, el mar calmo,
los planos techos de la aldea pesquera
aún dormida en su barranco,
aunque frescos y soleados ya, no son amigos
sino cosas al alcance de la mano, y esta carne dispuesta
no es igual y honesta, sino mi cómplice ahora,
mi futura asesina, y mi nombre
representa mi parte histórica de responsabilidad
por una mentirosa ciudad que se hizo sola,
temeroso de nuestra tarea en la vida, de la muerte
que el día que llega habrá de reclamar.

                                                                        1949

W. H. Auden (York, Inglaterra, 1907-Viena, 1973), Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta 1939-1973, selección y traducción de Rolando Costa Picazo, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009

Nota del Administrador
El plan de este poema de Auden es claro: sigue el orden de las horas canónicas de oración, fundado a su vez en el horario romano: Prima, seis de la mañana; Tercia, 9 de la mañana; Sexta, mediodía; Nonas las tres de la tarde; Vísperas, las seis; Completas las 9 de la noche y Laudes las tres de la mañana. Si, como se interpreta habitualmente, las siete horas aluden al desarrollo de la Creación, en la primera parte la voz del texto es la de Adán. La interpretación canónica del poema, por así decirlo, incluye también, y básicamente, la idea de las horas previas a la muerte de Cristo. Este motivo está ya presente en el comienzo, no solo porque el pecado originario fue lavado con el Sacrificio, sino porque la voz que suponemos de Adán lo alude. Pero nada impide imaginar que el despertar del personaje del primer poema es el de cualquier ser humano y, por lo tanto, que es Auden el que habla de su despertar al mundo, cada mañana.

Vladivostok
The New York Review of Books
Arbor
Letras Libres
El País
A Media Voz
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: National Post/Cecil Beaton/Condé Nast via Getty Images


PRIME

Simultaneously, as soundlessly,
Spontaneously, suddenly
As, at the vaunt of the dawn, the kind
Gates of the body fly open
To its world beyond, the gates of the mind,
The horn gate and the ivory gate
Swing to, swing shut, instantaneously
Quell the nocturnal rummage
Of its rebellious fronde, ill-favored,
Ill-natured and second-rate,
Disenfranchised, widowed and orphaned
By an historical mistake:
Recalled from the shades to be a seeing being,
From absence to be on display,
Without a name or history I wake
Between my body and the day.


Holy this moment, wholly in the right,
As, in complete obedience
To the light's laconic outcry, next
As a sheet, near as a wall,
Out there as a mountain's poise of stone,
The world is present, about,
And I know that I am, here, not alone
But with a world and rejoice
Unvexed, for the will has still to claim
This adjacent arm as my own,
The memory to name me, resume
Its routine of praise and blame
And smiling to me is this instant while
Still the day is intact, and I
The Adam sinless in our beginning,
Adam still previous to any act.


I draw breath; this is of course to wish
No matter what, to be wise,
To be different, to die and the cost,
No matter how, is Paradise
Lost of course and myself owing a death:
The eager ridge, the steady sea,
The flat roofs of the fishing village
Still asleep in its bunny,
Though as fresh and sunny still are not friends
But things to hand, this ready flesh
No honest equal, but my accomplice now
My assassin to be, and my name
Stands for my historical share of care
For a lying self-made city,
Afraid of our living task, the dying
Which the coming day will ask.

                                                        1949

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