domingo, noviembre 30, 2008

Varón de 53...


Fusión

Para Joaquín Sabina

Varón de 53 años.
Misántropo. Frustrado. De ánimo pendular.
Viene de Silos,
de meditar bajo el ciprés
enhiesto surtidor de sombra y sueño...,
entre monjes con aura de luciérnaga.
Satélite de su obsesión,
huésped de trámites,
deambulaba por los claustros,
archipiélago de islas solitarias,
su soledad de soledades.
De maitines a laudes
vagaba por el huerto, donde crecen las hierbas
que dan espíritu al Benedictine;
en sus esencias encontró, por fin,
el tónico para su voluntad.

Conduce un Fiat Brava,
viene oyendo a Cristóbal de Morales
(Misa “Quaeramus cum pastoribus”)
a más de ciento treinta.
Le llega al paladar el retrogusto
de los copazos de Benedictine
con que se despidió del monasterio;
sus efluvios le llevan en volandas...

Se advierte al conductor del Fiat
que en la tercera estrofa hay un STOP.

* * *

Galán caduco de sesenta.
Conduce un BMW deportivo.
En el cuello contagios de Chanel
y en el lóbulo restos de carmín;
en la mente, la orgía del hostal
se le repite con obstinación.
Acaba de cazar el carpe diem
y eufórico regresa del encuentro;
le bullen por las venas
burbujas de champán Dom Perignon.
Conduce a ciento ochenta y tantos,
mientras escucha y tararea
canciones de Joaquín Sabina.

Se advierte al BMW deportivo
que en la siguiente estrofa hay un STOP.

* * *

En un Citroën Saxo,
con las pupilas dilatadas,
conduce un joven con las botas puestas;
lleva en la sangre lo que aguante el cuerpo.
Priápico y frenético,
con aliento de ron se desgañita;
suena chunda, tachunda, el bacalao.

* * *

Se advierte a los que van en el poema
que tengan precaución con las señales,
si no, terminarán en un soneto.

Cuidado con el cruce, ceda el paso.
En el siguiente verso hay un STOP.

En este mismo verso se la dieron...
el místico, el erótico, el frenético...,
las tres celeridades en un punto,
las tres desdichas en el mismo estrépito...

BMW, Citroën, Fiat Brava...
funden chatarras, marcas y retales
con sus historias en los maizales
que bordean los campos de La Nava.

La culpa es de la física, que acaba
donde empiezan los puntos cardinales,
la culpa es de sus fórmulas letales
y del azar, que las interpretaba.

La química descubre las verdades:
champán, Benedictine, cocaína,
Ron Negrita... Y entre la barahúnda,

Cristóbal de Morales y Sabina
se funden con el chunda, chunda, chunda...
con el ansia, el amor, las soledades...

Manolo Romero (Guareña, 1948), Música de sombras, Visor, Madrid, 2004, vía Batania


Foto: Cosmopoética -Poetas del mundo en Córdoba (España)

sábado, noviembre 29, 2008

Eugenio Montale / Los nuevos iconógrafos


Los nuevos iconógrafos

Se está armando la iconografía
de los máximos escritores y también, en breve,
de los mínimos. Veremos dónde han vivido,
si en palacio o en villas miseria, sus escuelas
y retretes internos o adosados
en el exterior, con tuberías colgantes
sobre establos de cerdos, estudiaremos sus horóscopos
con ascendentes, linajes y descendientes,
las calles frecuentadas, los lupanares si aún
alguno sobrevive a la honorable Merlin *,
palparemos sus vestiduras, las batas de baño, sus enemas
si se las aplicaron y cuándo y cuántas, el menú de los hoteles,
los pagarés firmados, las lociones
o pociones o cocciones, la duración
de sus amores, etéreos o carnívoros
o sólo espistolares, leeremos
historias clínicas, análisis o si buscaban el sueño
leyendo a Baffo** o la Biblia.
Así la historia
omite las epistemes por las hemorroides
mientras enseñas olímpicas flamean sobre los mástiles
y ráfagas de metralla proveen los contornos.

Eugenio Montale (Génova, 1896-Milán, 1981), de Diario del '71 e del '72

Versión deJ. Aulicino

* Lina Merlin, diputada socialista. Logró en 1959 la aprobación de una ley que prohibió el proxenetismo.
** Giorgio Baffo (Venecia, 1694-1768), poeta licencioso, recordado también por su diatriba contra la corrupción.

I nuovi iconografi

Si sta allestendo l'iconografia
dei massimi scrittore e presto anche
dei minimi. Vedremo dove hanno abitato,
se in regge o in bidonvilles, le loro scuole
e latrine se interne o appiccicate
all'esterno con tubi penzolanti
su stabbi di maiali, studieremo gli oroscopi
di ascendenti, propaggini e discendenti,
le strade frequentate, i lupanari se mai
ne sopravivva alcuno all'onorata Merlin,
toccheremo i loro abiti, gli accappatoi, i clisteri
se usati e quando e quanti, il menù deglio alberghi,
i pagherò firmati, le lozioni
o pozioni o decotti, la durata
dei loro amori, eterei o carnivori
o solo epistolari, leggeremo
cartelle cliniche, analisi e se cercasseno il sonno
nel Baffo o nella Biblia.
Così la storia
trascura gli epistemi per le emorroidi
mentre vessilli olimpici sventolano sui pennoni
e seventole di mitraglia forniscono i contorni.


---
Foto: Universidad de Toronto

tomo mi desayuno irlandés


32 Henry Street

tomo mi desayuno irlandés
esta gélida mañana en Galway
trivial como la vida misma
que poco sentido aguarda
cereal tostadas manteca suave y espesa
una montaña nevada mi mente se desliza
bajo la mesa donde me figuro estarían tus piernas
sólidas, son un leño al cual me aferro
en el medio de las olas si se avecina una tormenta
invoco el recuerdo de un sándwich de pepino
en un parque más verde incluso que tus ojos
como si esa hazaña fuera posible
o la ventana que da a la pradera
en esa casa heredada de mano en mano
donde viven mis amigos y todavía habita
el espíritu de la abuela y todos
los que murieron ahí
ese paisaje mínimo que entra en mi puño cerrado
aunque es brevísimo como una celda
luego, otra ventana más y más allá su peral
cuyas ramas arrullan el aire, pájaros
no sé quiénes son pero se me antojan gorriones
negros descienden al pasto para comer
algo que se oculta a mi mirada
ejercitan su equilibrio de trapecio pan y circo
desde los cables del teléfono
que a veces me concede la gracia
de regalarme tu voz del otro lado del mar
más amada por mí que ninguna otra lengua
yo los espío, el reflejo a contraluz no me delata.

Leonor Silvestri (Buenos Aires, 1976)

jueves, noviembre 27, 2008

The Beautiful Toilet


El hermoso baño

Azul, azul es la hierba cerca del río
Y los sauces han desbordado el jardín cerrado.
Y adentro la dueña en la flor de su edad,
Blanca, blanco el rostro, vacila, pasando la puerta.
Esbelta, tiende una esbelta mano,
Y ella fue una cortesana en los antiguos días,
Y casó con un borracho,
Quien ahora sale dando tumbos
Y la deja demasiado sola.

de Mei Sheng, 140 a.C.

Ezra Pound (Hailey, 1885- Venecia, 1972)
Versión de J. Aulicino


The Beautiful Toilet

Blue, blue is the grass about the river
And the willows have overfilled the close garden.
And within, the mistress, in the midmost of her youth,
White, white of face, hesitates, passing the door,
Slender, she puts forth a slender hand,
And she was a courtezan in the old days,
And she has married a sot,
Who now goes drunkenly out
And leaves her too much alone.

By Mei Sheng. B.C. 140.

Ezra Pound, Poems & Translations, "Cathay" (1915), The Library of America, New York, 2003

Ilustración: Pound, por Gaudier-Brzeska, 1913

miércoles, noviembre 26, 2008

La modestia sin nombre


Laca china

Musée Guimet, París

La modestia sin nombre
que se eclipsó, dejando
su octógono acabado,
reverencio.

Me incluye
su reborde de oro en el recinto
de lo excelente:
su color, la mesura
de su elocuencia
clarifican la mente.

En este plato rojo que depura
la atención con un lema:

Afinación,

lo opaco es transparente.


Hugo Padeletti (Alcorta, 1928), Antología poética, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2006

Foto: Padeletti por Daniel Mordzinsky, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, noviembre de 2008


Otros poemas de Padeletti en este blog:

Siempre hay un nimbo - Las borradas junturas imperiales

martes, noviembre 25, 2008

Ezra Pound / Versos gnómicos

Cuando el asado se quemaba en el horno escupiendo negrura,
me sentí desoncertado y no supe qué hacer,
pero cuando estaba sumergido en la contemplación
de los bellos versos de Li Po,
este pensamiento vino sobre mí:
cuando el asado se quema, échale agua.

1915

Ezra Pound (Hailey, 1885- Venecia, 1972), Versión de J. Aulicino


Gnómico, ca.(Del lat. gnomĭcus, y este del gr. γνωμικός, sentencioso).
1. adj. Dicho de un poeta: Que escribe o compone sentencias y reglas de moral en pocos versos. U. t. c. s.
2. adj. Dicho de una poesía: De este género.
(DRAE)


Gnomic Verses

When the roast smoked in the oven, belching out blackness,
I was bewildered and knew not what to do,
But when I was plunged in the contemplation
Of Li Po's beautiful verses,
This thought came upon me,-
When the roast smokes, pour water upon it.

1915

Ezra Pound, Poems & Translations, "Uncollected Poems and Translations", The Library of America, New York, 2003
---
Foto: Erza Pound, 1920 Telegraph. co. uk

Pound en este blog:

Doria
Canto LXXIV
Francesca
Canto LXXXI - Fragmento
Canto XLV - Con usura
La tumba de Akr Caar

lunes, noviembre 24, 2008

Paula Jiménez / De "Ni jota"


Debajo del jardín

Desde adentro, por debajo del jardín, en la trastienda del camino de la hormiga, la catacumba o el alma de la casa, desde allí mismo se gestaba el huracán, una fuerza centrífuga trayendo al comedor los sucesos de los días. El viento se alzaba fuertemente y nos dejaba caer una lluvia de recuerdos. Las nenas no entendíamos ni jota. Empapadas, salíamos a la calle, como después de haber cruzado un río.


La tía Juanita

A veces, en mitad de la noche, rugía el volcán, el ciclón, el huracán debajo del jardín. Escuchábamos el temblor en las paredes y en los techos, unos pasos acompañaban el movimiento sísmico que de vez en cuando colmaba nuestra vida de hechos importantes, que de vez en cuando, y sólo de vez en cuando, derramaba su lava de futuros recuerdos sobre la oscuridad del comedor. Y la lava brillaba y lavaba los muebles y los pisos, la Tía res lavaba y resbalaba en la sal. Hacia el sur iba de cola nuestra Tía, como la novia, como la Osa Mayor.

Paula Jiménez (Buenos Aires, 1969), Ni jota, editorial Abeja Reina, Buenos Aires, 2008

Foto: Paula Jiménez en la Biblioteca Nacional. Buenos Aires, 2007. Revista Vocal

domingo, noviembre 23, 2008

The comfortable noise long reading makes


Escarcha de octubre

El agradable sonido de una larga lectura
desbordando dentro del oído interior,
a medianoche se quebró como por una aguda tos,
como si me hubiesen arrancado una tibia prenda.
Oí la cocina crujir lentamente,
perturbando todo aquel antiguo engranaje,
y vi más allá de la luz de la lámpara acercarse
la lejana oscuridad del cuarto.
La vida era un drenaje, hasta que
el apremio y la costumbre se unieron
y salí en medio de la noche
a la escarcha que brillaba bajo la luna.

Frío en las sienes, frío
erizando el pelo de raíz
era el frío nuevo,
disipando el aire cargado.

A través de las marismas de Flat Bay
la marea se abría camino hacia la luna
y en los bordes crecientes del agua
entre los pastos y los juncos marinos
los interminables susurros y suaves cloqueos
de un millar de patos comiendo
producían un cálido sonido en mis oídos.
En silencio, me deslicé entre las filas
de jóvenes abedules blancos. Pero una rama se quebró
bajo mi pie y un pato lanzó
un sonoro graznido en la noche amable.
Como el estallido de un viento, se elevaron
en un millar de vuelos. Paralizado en el brillante suelo
me llenó una plena helada de sonido.

Richard P. Blackmur (Springfield, Massachusetts, 1904- New Jersey, 1965)
Versión: J. Aulicino

October frost
The comfortable noise long reading makes / brimming whithin the inward ear, / at midnight stopped like a sharp cough / like a warm garment taken off. / I heard the kitchen slowy creak, / unsettling all its ancient gear, / and shaw beyond the lamplight loom / the further darkness of the room. / Life was a draining out, until / need and custom joining will, / I went outside into the night / where in the moon the frost was bright. // Cold in the temples, cold / lifting the rooted hair, / it is the new cold / quickening the richened air. // Across the mudflats of Flat Bay / the tide was moonwards making way, / and on the water's rising edge / among the eelgrass and salt sedge / the endless rustle and soft clucks / of thousand feeding ducks / made a warm noise about my ears. / Quiet, I crept between the tiers / of young white birch. But a stick cracked / under my foot and duck quacked / loudly in the comfortable night. / Like wind breaking, their thousand-fligth/ soared up. Transfixed on the bright ground / I filled with the full frost of sound.


Ilustración: Retrato de R. P. Blackmur, por Waldo Pierce (1937) Library Thing

sábado, noviembre 22, 2008

María Meleck Vivanco / Dos poemas



La culebra

Al dejar entreabierta la sala del insomnio, ya bajan dando tumbos los conejos -matrimonios de fósforo, que estrenan un bagaje de recíprocas culpas- Separación exigua de airados galopantes. Divorcio enamorado. Los parias del placer que desafinan.
La presencia del ocio es cama con mujeres, donde el demonio gusta meterse por las tardes.
Fugada destreza, al corazón solo le quedan las fauces del leopardo y las espinas.
Pero volcó tinta dorada el polizonte sobre una piel de escama y providencia. Pudiendo la sinuosa criatura resignarse.
Y un hueco del cielo, encendido en derroches

mostró su dientito de leche, la marginada santa. La culebra.


Amante provisoria

Balas insoslayables amenazan al rey del fregadero. Ya existe la rapiña en los desiertos. La vorágine en la maraña de sus ídolos.
Al pie de las glicinas, una muchacha boba es fantasma celeste. Vía láctea estremecida. Zumbido que atolondra de forma natural. Y amante provisoria sobrepasando límites.

No obstante, la distancia del mar conspira para poder nadar en círculos.

María Meleck Vivanco (Valle de San Javier, Traslasierra,  Argentina, 1931), del libro inédito Los regalos de la locura, en revista La Guacha, Año 11, N° 29, agosto de 2008

Foto: Meleck Vivanco, por Daniel Grad (2004)

viernes, noviembre 21, 2008

El sueño de la dama Suo



Haru no yo no
Yume bakari naru
Ta makura ni
Kai naku tanamu
Na koso oshikere

La dama Suo (Suo, siglo XI)


Versiones en inglés:

If I lay my head
Upon his arm in the dark
Of a short spring night,
This innocent dream pilow
Will be the death of my good name.

Ogura Hyakunin Isshu 100 poems by 100 poets, 67


This spring evening's dream,
Which began as a mere jest
Of your arm offered
To pillow my head upon,
Threatens my precious good name.

Tom Galt


Primera versión de J. Aulicino:

Apoyé mi cabeza
sobre su brazo en la oscuridad
de una breve noche primaveral,
el inocente sueño en esa almohada
será la muerte de mi buen nombre.


Kenneth Rexroth, versión de Carlos Manzano:

Aquella noche de primavera
Que pasé reclinada en tu brazo
Sólo ocurrió, en realidad,
En un sueño, pero, ¡ay!, no por
Ello dejan de hablar de mí.

Cien poemas japoneses, Gadir, Madrid, 2007


Segunda versión de J. Aulicino:

Apoyé mi cabeza
sobre su brazo en la oscuridad
de una breve noche de primavera.
Aunque fue solo un sueño,
aquella almohada inocente
será la lápida de mi buen nombre.


--

El poema en signos ideográficos fue reproducido de la edición española del libro de Rexroth, fuente asimismo de la transliteración al alfabeto occidental

jueves, noviembre 20, 2008

Odio era: no es. Que ya no existe


II

Odio era: no es. Que ya no existe
esta otra fiebre de la carne viva.
A tanto que me muere no resiste
este otro orgullo de violencia altiva.

Antes era mi ser todo tormenta,
todo contradicción, lucha, mentira;
tendía la mirada turbulenta
el arco de la ira.

Y en divergentes fuerzas me partía,
y hoy soy hogar de sólo una energía
suprema, que alimenta un gesto eterno:

un amor pensativo y doloroso.
Por él soy como un lago silencioso
entre grandes montañas, en invierno...

Enrique Banchs (Buenos Aires, 1888-1968). La urna, Ediciones Proa, Buenos Aires, 1999, con cuatro estudios para un retrato, de Carlos Alonso

Primera edición: Otero & Co. Editores, Buenos Aires, 1911

Nota: Es más conocido el primero de estos dos sonetos dedicados al odio (ver Antologia votada...)

Ilustración: Banchs, por Carlos Alonso, en la portada de la edición de Proa, 1999

Banchs en este blog
Gota de herrumbre y Las risas

miércoles, noviembre 19, 2008

Derek Walcott / Volcán

























Joyce les temía a los relámpagos,
pero los leones rugieron durante su sepelio
desde el zoológico de Zurich.
¿Era Zurich o Trieste?
No importa. Éstas son leyendas, en tanto
sea leyenda la muerte de Joyce,
o el fuerte rumor de que Conrad
ha muerto, y que Victoria es irónica.
Al borde del nocturno horizonte
desde esta casa de playa en el acantilado,
pueden mirarse ahora, hasta el amanecer,
dos resplandores que llegan —millas mar adentro—
desde las plataformas petroleras;
se asemejan al resplandor de un puro
o al resplandor del volcán
al final de Victoria.
Uno podría abandonar la escritura
por las señales lentamente ardiendo
de lo grandioso, y ser, en cambio,
su ideal lector, reflexivo,
voraz, haciendo que el amor por las obras maestras
sea superior al intento
de repetirlas o superarlas,
y convertirse en el mejor lector del mundo.
Por lo menos esto requiere asombro,
algo que se ha perdido en nuestro tiempo;
demasiada gente que lo ha visto todo,
demasiada gente capaz de predecir,
demasiados que se niegan a penetrar el silencio
de la victoria, la indolencia
que consume hasta la médula,
demasiados que no son otra cosa
que ceniza erguida, como el cigarro,
demasiados que dan por sentado el relámpago.
¡Qué tan común es el relámpago,
qué tan perdidos están los leviatanes
que dejamos de buscar!
Había gigantes en aquellos días.
En aquellos días se hacían buenos puros.
Debo leer con más cuidado. 

Derek Walcott (Castries, Santa Lucía, Antillas Menores, 1930-Cap Estate, Santa Lucía, 2017) 
Versión de Óscar Paúl Castro Montes, Punto de Partida n° 151, septiembre-octubre de 2008, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

Volcano 
Joyce was afraid of thunder / but lions roared at his funeral / from the Zurich zoo. / Was it Trieste or Zurich? / No matter. These are legends, as much /as the death of Joyce is a legend, /or the strong rumour that Conrad / is dead, and that Victory is ironic. / On the edge of the night-horizon / from this beach house on the cliffs / there are now, till dawn,/ two glares from the miles-out- / at-sea derricks; they are like / the glow of the cigar /and the glow of the volcano /at Victory's end. /One could abandon writing /for the slow-burning signals /of the great, to be, instead,/their ideal reader, ruminative,/ voracious, making the love of masterpieces /superior to attempting /to repeat or outdo them, /and be the greatest reader in the world. /At least it requires awe, /which has been lost to our time; /so many people have seen everything, /so many people can predict, /so many refuse to enter the silence /of victory, the indolence /that burns at the core, /so many are no more than /erect ash, like the cigar,/ so many take thunder for granted. /How common is the lightning, /how lost the leviathans /we no longer look for! /There were giants in those days./ In those days they made good cigars. /I must read more carefully.

Collected poems 1948-1984, The Noonday Press, Nueva York, 1994 

 Foto: AP /Steven Senne en syracuse.com

---
act. sept. 2020

martes, noviembre 18, 2008

José Villa / De "Camino de vacas"


Artemis

Tiene costumbres rigurosas
Cuando llega después de haber cumplido una actividad
más o menos larga en lo que ella llama le mond
come y viste de entrecasa casi mejor
que si anduviera por la calle:
Rojos intensos turquesas
Vestidos sueltos y batones o pantalones elastizados:

"Probó su arco cuatro veces: sus dos primeros blancos
fueron árboles, el tercero una fiera,
y el cuarto una ciudad de hombres injustos"


Pensamiento del ferretero

Una mujer se define
por la belleza de los ojos

Que no deben sólo ocultar con locura el mal
Pero no sólo deben ser claros
Deben recordar el tipo de agua y fuego
La leña quemada

Los ojos de una mujer son la mujer verdadera

No me gusta el comercio de la simpatía con los ojos

Si no hay soledad en lo ojos no hay ojos

José Villa (Martín Coronado, 1966), Camino de vacas, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2007

Foto: José Villa en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, 2008

lunes, noviembre 17, 2008

Siempre amé a los que amaban la tierra. Por ejemplo


Siempre amé a los que amaban la tierra. Por ejemplo,
a los cazadores de jirafas del desierto de Kalahari, que ven
en las manchas del pelaje las de la luna, y en la carrera atroz
frente a las lanzas la estampida de la propia muerte.
Siempre admiré las raíces de los árboles, pero más
admiré las ramas, y más aún las hojas y la flor perecedera.
Lo que se va y no queda
más que en el ojo de la mente
o en el alma, según la religión.

Teresa Arijón (Buenos Aires, 1960), Poemas y animales sueltos, pato-en-la-cara, Buenos Aires, 2005

Foto: Teresa Arijón, Biblioteca Nacional, Buenos Aires, agosto 2007. Vocal -Revista para escuchar

domingo, noviembre 16, 2008

Crónica / Un testimonio imposible de soslayar

El jueves, al término de la primera jornada de lecturas de poesía en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), el notable fotógrafo Daniel Mordzinsky realizó esta toma aprovechando unas chapas industriales de color azul. Parados, de izquierda a derecha, posan Jorge Fondebrider, Eduardo Mileo, Jorge Aulicino, José Villa, Teresa Arijón y Santiago Sylvester; agachado, Eduardo Ainbinder. La lectura fue mejor que estas poses, aunque un concurrente, más bien airado, expresó de viva voz que los autores habían leído "desganados". Se sugirió que tal vez no estuvieran conformes con la paga y se volvió a intentar: Fondebrider (organizador de las veladas, junto con Aulicino) propuso una segunda vuelta de lectura de poemas. El oyente disconforme no pareció conformarse. Desafortunadamente, no estuvo al día siguiente, viernes, cuando Daniel Durand y Javier Adúriz, en distintos modos y tonos, asumieron la quizá necesaria teatralidad del espectáculo. Los acompañaron, con todas sus ganas, aunque tal vez menos histriónicos, Carolina Esses, Gerardo Gambolini, Martín Prieto y el invitado internacional, el colombiano William Ospina. El sábado se cerró la que los organizadores presentaton como comprimida muestra de poesía argentina, con Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Juan Fernando García, Javier Cófreces e Irene Gruss. Ausente, el poeta y ex canciller Rafael Bielsa.

sábado, noviembre 15, 2008

Francisco Bitar / De "El Olimpo"

(Estoy al revés en la cama, con los pies en la almohada)

Mientras uno se acuesta, la puerta resiste
hace el trabajo del que está parado y aguantando

pasillos donde no se detienen las corrientes de aire
como un callejón sosteniendo un mensaje directo
hasta que al final del túnel una puerta se abre
y se ve una mujer sola recorriendo la casa
donde no se esperaba más que un interior de invierno
a lo sumo una lámpara

Si hubiera un perchero
colgarían de ahí los abrigos negros
junto a la puerta también oscura
como el resto de las cosas que se encendieron
y se quemaron con el día

Quedan las superficies más lisas de la casa

las más sensibles a la luz y al polvo.

Francisco Bitar (Santa Fe, 1981), El Olimpo, Colección Chapita *, Buenos Aires, 2008


* La Colección Chapita es una serie de libros artesanales de poesía, que empezó a editar el poeta Daniel Durand este año

viernes, noviembre 14, 2008

William Ospina / Peter Endless, autor de Ciencia Ficción



Primero fue la historia del niño que cazaba dinosaurios
en el sótano del vecino,
dinosaurios diminutos, como vistos a la distancia,
y los guardaba en una jaula en su propio sótano,
detrás del anaquel de historietas que le había dejado su padre.
La envié al concurso de Andrómeda, pero los jueces la encontraron inverosímil,
ellos, que habían premiado los gusanos de Duna
y los ángeles mecánicos de Pohl,
con alas llenas de células fotoeléctricas!
Mi maestro era el hombre de Illinois, que hacía crecer
en los sótanos hongos extraterrestres
y que no se olvidaba de las brujas por venerar tan sólo artefactos y escombros.
Entendí que la ficción podía olvidar estos actuales éxtasis electrónicos,
sus golems de chatarra,
y soñar otras cosas, la muerte de la razón,
el retorno de las bestias sagradas.
Así escribí aquel libro sobre las religiones del futuro,
y lo envié a los jueces de Nébula,
pero hallaron que aquello no era ciencia ficción
sino fantasías tecnológicas,
no había allí suficiente óxido, ni energía nuclear, ni rayos
desagregadores de la materia, ni venusinas metálicas de ojos violeta.
Recuerdo aquella noche en que encontré a Asimov en en una recepción en Manhattan;
amablemente me dijo que había leído mi novela, y que no era
una obra sobre el futuro sino sobre el paleolítico,
aunque conmovedora y sincera en su vistosa ingenuidad.
Recordaba el momento en que Nara, la heroína,
habla a las mujeres de la aldea
y les advierte que los hombres están conspirando una locura con el tiempo,
un proceso de competenencias y acumulaciones y metamoforsis.
Me dijo que ella ha debido usar el nombre real de ese proceso,
y llamarlo La Historia.
Esa sola palabra remota, añadió, habría bastado,
con su terrible carga de siglos y de guerras,
para situar la novela en un futuro vertiginosamente lejano,
donde lo recordado como un malestar antiquísimo
apareciera como posibilidad y amenaza.
Yo le confesé que en el manuscrito ella pronunciaba esa palabra,
pero comprendí que recordarla situaba demasiado cerca el relato,
en una edad sobre la que todavía gravitaba la furia de estos treinta siglos.
Le dije que toda nuestra ciencia ficción, al hablar del futuro,
permanecía atrapada en los vicios mentales
del tiempo en que fue escrita,
limitada por ellos,
que el improbable porvenir los leería a él y a Pohl y a Lem,
y al terrible K. Dick, y a Ballard y a Heinlein,
como delicados y apasionados narradores de cuadros de costumbres,
embelesados por la actualidad, incapaces de imaginar un futuro
en el que ya no impere nuestro orden mental,
sus esferas toloméicas, su doble mundo platónico,
su teleraña cartesiana, sus hegelianas acumulaciones,
los magnetos de Newton, las cósmicas cavernas de Einstein,
labradas con espejos enfrentados que se desplazan.
Le dije que mi novela estaba llena de Dioses pero que él no podía verlos
porque florecían en los signos de puntuación
y en las terceras y cuartas acepciones de las palabras.
Agregué que temía que los seres para quienes fue escrita no nacerían jamás,
y él se despidió felicitándome por mi humor irónico y por mi fantasía de salón,
más admirable, me dijo, que la que había consignado en las páginas.

Y yo me quedé pensando en los tiempos en los que ya no habrá literatura,
ni grandes autores, ni jueces, ni Nébula,
cuando la poesía brotará de las almas con fluidez, como maldición o plegaria;
en esos tiempos prometidos, cuando las amenazas y las tentaciones de La Historia
no nos aparten más de la contemplación
de los inmejorables jazmines eternos.

William Ospina (Padua, Tolima, Colombia, 1954), Norte y sur de la poesía iberoamericana, Verbum, Madrid, 1997

jueves, noviembre 13, 2008

Eugenio Montale / El Arno en Rovezzano






















Los grandes ríos son la imagen del tiempo,
cruel e impersonal.
Observados desde un puente
declaran su nulidad inexorable.
Sólo la ensenada hesitante de algún pantanoso
juncal, algún espejo
que reluzca entre musgo y tupida maleza
puede revelar que el agua, como nosotros, se piensa
antes de hacerse rapiña y torbellino.
Tanto tiempo ha pasado, nada ha sucedido
desde que te cantaba en el teléfono "Tú
te haces la dormida", con la triple carcajada burlona.
Tu casa era un relámpago visto desde el tren. Curvada
sobre el Arno como el árbol de Judas
que quería protegerla. Quizá esté todavía
o no sea más que una ruina. Toda llena,
me decías, de insectos, inhabitable.
Otro confort hace para nosotros, ahora, otro
desconsuelo.

Eugenio Montale (Génova, 1896 – Milán, 1981), Satura, Mondadori, Milán, 1971
Versión de J. Aulicino

L'Arno a Rovezzano
I grandi fiumi sono l'immagine del tempo, /crudele e impersonale. / Osservati da un ponte / dichiarano la loro nullità inesorabile. /Solo l'ansa esitante di qualche paludoso / giuncheto, qualche specchio /che riluca tra folte sterpaglie e borraccina / può svelare che l'acqua come noi pensa se stessa /prima di farsi vórtice e rapina. / Tanto tempo è passato, nulla è scorso /da quando ti cantavo al telefono "tu /che fai l'addormentata" col triplice cachinno. /La tua casa era un lampo visto dal treno./ Curva sull'Arno come l'albero di Guida /che voleva proteggerla. Forse c'è ancora o / non è che una rovina. Tutta piena /mi dicevi, di insetti, inabitabile. / Altro comfort fa per noi ora, altro /sconforto.


---
Foto: Montale, Milán, 1964. Colección Federico Patellani

Montale en este blog

miércoles, noviembre 12, 2008

Antonio Machado / Castilla y Andalucía





CXXV

En estos campos de la tierra mía,
y extranjero en los campos de mi tierra
-yo tuve patria donde corre el Duero
por entre grises peñas,
y fantasmas de viejos encinares,
allá en Castilla, mística y guerrera,
Castilla la gentil, humilde y brava,
Castilla del desdén y de la fuerza-,
en estos campos de mi Andalucía,
¡oh, tierra en que nací!, cantar quisiera.
Tengo recuerdos de mi infancia, tengo
imágenes de luz y de palmeras,
y en una gloria de oro,
de lueñes campanarios con cigüeñas,
de ciudades con calles sin mujeres
bajo un cielo de añil, plazas desiertas
donde crecen naranjos encendidos
con sus frutas redondas y bermejas;
y en un huerto sombrío, el limonero
de ramas polvorientas
y pálidos limones amarillos,
que el agua clara de la fuente espeja,
un aroma de nardos y claveles
y un fuerte olor de albahaca y hierbabuena;
imágenes de grises olivares
bajo un tórrido sol que aturde y ciega,
y azules y dispersas cerranías
con arreboles de una tarde inmensa;
mas falta el hilo que el recuerdo anuda
al corazón, el ancla en su ribera,
o estas memorias no son alma. Tienen,
en sus abigarradas vestimentas,
señal de ser despojos del recuerdo,
la carga bruta que el recuerdo lleva.
Un día tornarán, con luz del fondo ungidos,
los cuerpos virginales a la orilla vieja.

Lora del Río, 4 de abril de 1913

Antonio Machado (Sevilla, 1875- Collioure, 1939), "Campos de Castilla", en Antología poética, Alianza, Madrid, 1995

Machado en este blog:

---
Foto: Antonio Machado, la periodista Rosario del Olmo y el camarero Braulio, en el café de las Salesas, Madrid, 1933. Alonso/Antiguos Cafés de Madrid

martes, noviembre 11, 2008

Yo soy Antonio González, fiscal


Antonio González

Yo soy Antonio González, fiscal.
Certifico el precio justo de los alimentos
y clausuro una venta de licores o un abasto
cuando van más allá de lo tolerable
en el precio de las cosas.

A los cuarenta años
perdí un oído y el equilibrio.
Estuve cerca del suicidio
porque el silencio de un oído roto
es más insoportable que el de los páramos.
Para dar pasos sin caerme empuñé un bastón
y sin embargo hubo calles que no logré cruzar.
Harto, un jueves por la tarde,
le dije a Ramón García:
"toma mi bastón,
ya no lo necesito".
Y hasta hoy, a mis setenta años,
no he perdido el equilibrio.

Yo soy Antonio González,
me repito,
y no sé muy bien si es cierto
porque ya no soy fiscal
ni oigo el ruido de los páramos.

Rafael Arraiz Lucca (Caracas, 1959), Norte y sur de la poesía iberoamericana, Verbum, Madrid, 1997.
Foto: Alfa Grupo Editorial

Antonio Machado / Dos

La saeta

¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular

¡Oh la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!


Del pasado efímero

Ese hombre del casino provinciano
que vio a Carancha* recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aún luce de corinto** terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés*** color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario
y augura que vendrán los liberales
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondríaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.

Antonio Machado (Sevilla, España, 1875 - Collioure, Francia, 1939), "Campos de Castilla" (1912 y 1917), Antología poética, selección de Arturo Ramoneda, Alianza, Madrid, 1995

Notas del Administrador:

* "Carancha" -originalmente, Cara-Ancha- era el nombre artístico del torero José Sánchez del Campo, nacido en Algeciras (Cádiz) en 1848. Fue rival de Lagartijo y de Frascuelo. El primero de junio de 1881 ejecutó por primera vez, con éxito, la suerte de matar recibiendo, es decir, cuadrándose y conservando esa postura, sin mover los pies al dar la estocada, mientras el toro embiste.
** Color rojo oscuro, casi violáceo.
*** Sombrero cordobés. Es de fieltro, de ala ancha y plana, con copa baja cilíndrica. 

---
Foto: Antonio Machado en el Café de las Salesas, Madrid, 1933. Esta foto se ha publicado e incluso exhibido en muestras de museos oficiales recortada. Se eliminó de ella la imagen de la periodista Rosario del Olmo quien realizó una nota con Machado para el periódico La Libertad. La entrevista apareció en enero de 1934. Fuente: El Tiempo que Nunca Cesa

lunes, noviembre 10, 2008

Allen Tate / El sentido de la vida




El sentido de la vida
Un monólogo

Piénsalo como quieras: está eso que
es comentario, está eso otro que
puede ser llamado la inmaculada
concepción de su esencia en sí misma.
Es necesario sopesar los dos métodos
no sea que el primero ahogue al segundo,
el segundo enmudezca (sin el primero).
Lo he dicho muy resumidamente el otro día,
pero se debe ser tan explícito como sucinto.
Cuando era un chico viví en mi hogar,
unos nueve años, en esa parte del viejo Kentucky
donde las montañas bordean el Blue Grass.
Los viejos se disparaban unos a otros por las dudas;
esto me hizo pensar que yo no era como ellos.
A los doce estaba resuelto a disparar sólo
por honor; a los veinte a no disparar en absoluto;
sé, a los treinta y tres, que tengo que disparar
cada vez que se dé la rara oportunidad -
matar es más que un comentario.
El sentido de la decoración apropiada se altera,
pero una cierta lujuria se alimenta de sí misma
sin hablar, sin que se le hable, subterránea
como un río negro lleno de peces sin ojos,
pesados de huevas; con una pasión por el tiempo
más prolongada que las arterias de una cueva.

Allen Tate (Winchester, 1899-Nashville, 1979)
Versión de Jorge Salvetti y Jorge Aulicino

The meaning of life
A Monologue
Think about it at will: there is that /Which is the commentary; there's that other, / Which may be called the immaculate / Conception of its essence in itself. /It is necessary to distinguish the weights / Of the two methods lest the first smother / The second, the second be speechless (without the first). / I was saying this more briefly the other day / But one must be explicit as well as brief. / When I was a small boy I lived at home / For nine years in that part of old Kentucky / Where the mountains fringe the Blue Grass, / The old men shot at one another for luck; / It made me think I was like none of them. /At twelve I was determined to shoot only / For honor; at twenty not to shoot at all; / I know at thirty-three that one must shoot / As often as one gets the rare chance-- / In killing there is more than commentary. / One's sense of the proper decoration alters /But there's a kind of lust feeds on itself / Unspoken to, unspeaking; subterranean / As a black river full of eyeless fish / Heavy with spawn; with a passion for time / Longer than the arteries of a cave.

Tate en este sitio:
Horatian epode...
The wolves

domingo, noviembre 09, 2008

Allen Tate / Epodo horaciano a la duquesa de Malfi


Duquesa: ¿Quién soy?
Bosola: En un recipiente de simiente de gusanos, a lo sumo una urna de verde momia.


Dentro de poco barrerán los cadáveres del escenario.
No tienes más probabilidades que un infusorio
Alojado en el molar hueco de un eohipo.
Vamos, vamos: nada de charla sobre resurrección con el "Esencialmente ser".

.......................................................................................

Así como (la forma requiere el mito)
Una cierta muchacha griega estaba en el pritaneo
De Carnéades, oyendo discurrir sobre la Probabilidad
Y luego, atenta al amor, se estrelló la cabeza contra un megalito,

También tú, oh Duquesa desconocida que mueres joven,
Vas a encontrar la muerte más bien amorosamente
Y yo me siento embargado de piedad como a la vista de las calaveras.
No hubo orgullo como el tuyo.

Como las consideraciones sobre el Vacío vienen después.
Sin cambiar por el estricto gesto de tu muerte,
Se divide la línea recta del pesimismo
En dos infinitos.

Es discutible que haya divinidades
Cuando termino esta pieza de Webster:
No obstante, los tranvías siguen circulando,
Y la catarsis se marchita en el agua caliente de un bostezo.

Allen Tate (Winchester,1899 -Nashville, 1979 ), E. L Revol, Poetas norteamericanos contemporáneos, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1977

Horatian epode to the duchess of Malfi
Duchess: Who am I?
Bosola: Thou art a box of worn-seed, at best but a salvatory of green mummy.

The stage is about to be swept of corpses. / You have no more chance tan infusorian / Lodged in a hollow molar of an eohippus. / Come, now, no prattle of remergence with the "Essentially being"." ...... /As (the form requires the myth) / A Greek girl stood once in the prytaneum / Of Carneades, hearing mouthings of Probability, / Then mindful of love dashed her brain in a megalith, // So you, O nameless Duchess who died young, / Meet death somewhat lovingly / And I am filled with a pity of beholding skulls. / There was no pride like yours. // New considerations of the Void coming after, / Not changed by the strict gesture of your death, / Split the straight line of pessimism / Into two infinites. // It is moot whether there be divinities / As I finish this play by Webster: / The street cars are still running however /And the khatarsis fades in the warm water of a yawn.

Foto: Corbis / The Wall Street Journal

Tate en este blog: The wolves