sábado, febrero 28, 2009

Tres poemas de Braulio Arenas




La sien transportable

Figurad paredes absortas
Tal a vosotras mujeres en corpiños
Salidas recién de vuestros sueños
Creáis el alba con una sola orden.

La muerte había pasado el agua estaba bella
Recién yo atinaba a observar la isla.
La isla en que regentas millares de albas sucias
Y que de lejos parecen noches resplandecientes.

de La mujer Mnemotécnica, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1941


Estrella útil

Bajo el peso del amor
Los rostros caen.

La luz del caos los dientes del pillaje
Sale de un pudridero de pianos betarragas
A dónde vas agua perdida por la muerte de paso
A una estatua de solos pelirroja a una estatua inmune.

En este reposo de la sangre invisible
El amor desaparece por la estrella útil
Alguien pregunta en la noche del porqué
Alguien sueña al oír crepitar un vampiro.

Todavía en 1941 te recuerdo.

Hemos dormido en la igualdad de un gran poder.

Como base invitación simulacro
Yo me entretengo en copiar las palabras aisladas que escucho
A mi alrededor
Corresponden en realidad
A
Esté poema yo no lo sé.

de La mujer Mnemotécnica, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1941


San Juan de la Cruz

Pájaro sin color determinado
de tanto unirte al cielo a toda hora,
baja hasta el mundo tu fascinadora
canción, y canta en todo fascinado.

Opera con la gracia y el pecado,
con la sombra del mundo en esta hora,
opera con el alma encantadora
y con el cuerpo del mortal anclado.

Es la hora ésta, pues, que ya levante
el alma la canción como su vuelo,
rumbo al oriente de su paraíso.

Ayúdala, por fin, que no la espante
dejar esta miseria de su suelo,
¡oh San Juan de la Cruz, uno y diviso!

de La casa fantasma, Luis Rivano Editor, Santiago, Chile, 1962

Braulio Arenas (La Serena, Chile, 1913 - Santiago de Chile, 1988)

Más textos de Braulio Arenas en Mandrágora, Universidad de Chile

Foto: Arenas, Archivo Surrealista

Tres poemas de Jorge Teillier


Luces de linternas rotas

Luces de linternas rotas
pueden brillar sobre olvidados rostros,
hacer moverse como antorchas al viento
la sombra de potrillos muertos,
guiar la ciega marcha de las nuevas raíces.

Una débil columna de humo a mediodía
puede durar más que las noches de mil años,
la luz de una linterna rota
ha brillado más que el sol en el oeste.

Una mano sobre las aguas
encuentra las mañanas que perdimos.
En las pupilas de un niño
de nuevo se reflejarán los pescadores
devorados por las viejas mareas.

Alguien escuchará nuestros pasos
cuando nuestros pies sean terrones deformes,
alguien soñará con nosotros
cuando seamos menos que un sueño,
y en el agua en la cual pusimos nuestras manos
siempre habrá una mano
descubriendo la mañana que perdimos.

De El cielo cae con las hojas, 1958


Adiós al Führer

Adiós al Führer, adiós a todo Führer 
habido o por haber.
Adiós a todo Führer verdadero o falso, 
buenas noches, le digo, buenas noches 
con una íntima tristeza reaccionaria.

Adiós al Führer que engullía tortas de selva negra 
mientras sus tanques se alimentaban de caminos de Europa. 
Adiós a todo Führer que ame a Wagner o la Giovinezza 
ya sea lampiño, barbudo o bigotudo.

Adiós al Führer que en submarino huyó a Buenos Aires 
tras matar a Eva y a Blondi, su fiel perro.
Desde los hielos lo oye llamar Miguel Serrano 
mas ni por mar ni por tierra podrán encontrarlo. 
Adiós a todo Führer que nos ordene sepultarnos con él 
tras contemplar cómo arden las ruinas de su Imperio, 
y entretanto no deja a nadie dormir tranquilo 
aunque no hayamos violado, ni robado, ni asesinado.

Adiós a todo Führer que obligue a los poetas 
a censurar sus manuscritos o mantenerlos secretos 
bajo pena de mandarlos a su Isla o Archipiélago 
o a cortar caña bajo el sol de la Utopía.

Adiós al Führer de la Antipoesía
aunque a veces predique mejor que el Cristo de Elqui.
Es mejor no enseñar dogma alguno, aunque sea ecológico, 
cuando ya no se puede partir a Chillán en bicicleta.

Adiós al Chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo 
donde escribió El Lobo Estepario antes que Hermann Hesse, 
aunque N.S. Jesucristo murió por él según lo dice Anguita, 
y adiós por quienes desean que demos el sí cuando amamos el no.

Adiós a todo Führer a quien no le importa 
perder cuarenta o cuarenta mil hombres 
con tal de invadir islas pobladas por ovejas, 
y tras la derrota se acoge a general jubilación 
a oír Silencio en la noche ya todo está en calma.

Adiós a quien un tiempo fuera nuestro secreto Führer 
y nos recomendaba abstinencia botella de whiski en mano, 
y con desprecio abandonó su Bunker frente al cerro 
para conquistar Venezuela como sus antepasados.

Adiós al pícaro que pretendía ser Martín Bormann: 
Enrique Lafourcade, conde de la Fourchette. 
Lo verán pasear un ridículo perrito 
sin poder alcanzar ni al Parque Forestal.

Lo verán alimentarse, fantasma rubicundo, 
de pálidas y frágiles palomitas nocturnas. 
Lo verán recorrer los más perdidos pueblos 
buscando firmar autógrafos a Alcaldes y parvularias.

Lo verán sollozar pensando en sus Días sin Dieta 
con patitas de chancho en Los Buenos Muchachos. 
Lo verán derramar una furtiva y valetudinaria lágrima 
mientras canta Yo soy el Rey creyéndose Pedro Vargas.

Y ya no habrá nadie de la Generación del 50 
para entonar a coro Yo tenía un camarada. 
Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo 
y también con una soga 
creyendo que como él somos apenas sensitivos. 
Y buenas noches, amigos, buenas noches, 
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos.

de Cartas para reinas de otras primaveras, 1985


Días de ocio en la Ciudad que Fue

Nadie me entiende sino el Gato Pedro
Le daré una botas para que llegue a la Ciudad que Fue
y deje de dormir frente a la chimenea 
que en el Molino encienden en pleno verano
En el Sur Profundo tendá que cazar ratones
Y vivir con colores propios
Mientras yo voy al cementerio
Del brazo de la hija del capitán del Puerto
Donde hace cuarenta años que no pasa ninguna nave
El tontito del pueblo me pregunta si yo soy poeta
Y yo le recito "Asteroides" de Pedro Antonio González
Todos creen que yo lo escribí
Y firmo autógrafos para los hijos de los parroquianos
Ya no hay barcos
Ya no hay trenes
Los diarios de la Capital llegan al día siguiente de su aparición
Le regalé al Cura Párroco
"La Mente Drogada. Cómo Librarse de las Dependencias"
De los doctores Hudgson y Miller
Mientras un niño echa anilina a la pila del agua bendita
Que Nuestro Señor me libre del trabajo
Sólo quiero que se abran para mí las puertas de marfil del ocio
Y yo quiero que esto no sea un poema
Sino una página en blanco.

De En el mudo corazón del bosque, 1997

Jorge Teillier (Lautaro,1935 - Viña del Mar,1996)

Foto: Teillier, Navidad de 1995 letras s5

Teillier en este blog:



viernes, febrero 27, 2009

La frescura del bambú



Insomnio

La frescura del bambú invade el cuarto;
la luna baña de luz cada rincón del patio.
Las estrellas dispersas aparecen y desaparecen.
El rocío se condensa y cae, gota tras gota.
La luciérnaga traza un hilván de luz en la oscuridad.
Las aves del agua en su descanso se llaman una a la otra.
Todo yace bajo la sombra de la espada.
Impotente, sufro, mientras la clara noche pasa.

Tu Fu (712-770)
Versión de J.A. sobre versión al inglés

Restless Night

Cool of bamboo invades my room,
moonlight from the fields fills the corners of the court;
dew gathers till it falls in drops;
a scattering of stars, now there, now gone.
A firefly threading the darkness makes its own light;
birds at rest on the water call to one another;
all these lie within the shadow of the sword—
powerless I grieve as the clear night passes.

Burton Watson, The Selected Poems of Du Fu, Columbia University Press, 2002


Ilustración: La rebelión AnShi, 755, dinastía Tang Cultural China

De Tu Fu en este blog: "Noche de primavera en el palacio de la cancillería imperial" y "Pensamiento sobre Li Po en el fin del mundo"

jueves, febrero 26, 2009

Renato Leduc / Yo soy el libro que no dice nada



Yo soy el libro

Yo soy el libro que no dice nada;
yo soy tinta y papel y nada más;
no llevaré a tu mente fatigada
ningún nuevo motivo de pensar.

¿Academias? ¿Gramática? ¿Sintaxis?
Son gendarmes de tráfico, lector.

Yo soy como el automóvil que pasa por las calles,
a gran velocidad
sonando el claxon y aplastando gente
y sin otra mayor finalidad.

Yo soy turiferario en los altares
de la Santísima Trivialidad.

1935 y agosto de 1944

Renato Leduc (Ciudad de México, 1895-1986), Obra Literaria. FCE, 2000
Envío gentileza del Sr Ainbinder

Salvador Novo / Biblioteca


Estos hombres ¿pusieron lo mejor de sí mismos en el papel?
Envueltos en silencio; alejados del mundo,
incapaces de hacerlo con azada ni espada,
empuñaron la pluma.
Era su forma resignada
de llenar el minuto vacío de sus vidas;
de sangrar las palabras atadas en su lengua;
de mirarse sin asco en el espejo
que su tinta opacaba;
desesperado intento de perdurar, clavados
cadáveres de insectos;
de no sentirse inútiles ni solos
una tarde, una noche, una hora como ésta;
de aguardar, de entregarse, de florecer su fruto;
de confiar el fracaso de su muerte
al azar de otra vida
que en soledad, tendiera ¡alguna vez! las manos y los ojos
a sorber su veneno y a entregarles el suyo.

                                                           16 de septiembre de 1967

Salvador Novo (Ciudad de México, 1904-1974), Antología personal. Poesía 1915-1974, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1991
Envío gentileza Sr Ainbinder

Foto: Novo, Museos de México

miércoles, febrero 25, 2009

Richard Wilbur / Cavando hacia China




"Bien abajo está China", dijo alguien.
"Cava lo suficientemente hondo y podrás ver el cielo
tan claro como en el fondo de un pozo.
Salvo que será real -un cielo diferente.
Entonces, ¡puedes cavar hasta que llegues a China!
Oh, nada es como en Nueva Jersey.
Hay gente, árboles, y casas, y todo eso,
pero es muy, muy diferente. Nada parece lo mismo."

Fui al galpón y saqué una palita
y sudé como un coolie toda esa mañana,
cavando un agujero junto al arbusto de lilas,
agachado sobre mis manos y rodillas. En una especie
de plegaria, sospecho. Miraba mi mano
cavar profundo y oscuro, y probé y probé soñar
con un sitio donde nada era igual.
La palita no lograba penetrar las defensas del azul.

Antes de que el sueño se cansara de sí mismo,
mis ojos estaban cansados de mirar en la oscuridad,
mi cabeza, abrasada de colgar sobre el agujero.
Me levanté en un lugar que había olvidado,
parpadeando y tambaleándome mientras la tierra giraba
y me mostraba graneros de plata, los campos dormitando
en nubes de resplandor, discos de oro creciendo y desapareciendo
en mareas de hojas, y el cielo entero azul China.
Hasta que recuperé de nuevo el equilibrio,
todo lo que vi era China, China, China.

Richard Wilbur (Nueva York, Estados Unidos, 1921 - Belmont, Estado Unidos, 2017))
Versión: J. Aulicino con Andrés Hax


Digging for China

"Far enough down is China," somebody said./"Dig deep enough and you might see the sky/As clear as at the bottom of a well./Except it would be real--a different sky./Then you could burrow down until you came/To China! Oh, it's nothing like New Jersey./There's people, trees, and houses, and all that,/But much, much different. Nothing looks the same."// I went and got the trowel out of the shed/And sweated like a coolie all that morning,/Digging a hole beside the lilac-bush,/Down on my hands and knees. It was a sort/Of praying, I suspect. I watched my hand/Dig deep and darker, and I tried and tried/To dream a place where nothing was the same./The trowel never did break through to blue.//Before the dream could weary of itself/My eyes were tired of looking into darkness,/My sunbaked head of hanging down a hole./I stood up in a place I had forgotten,/Blinking and staggering while the earth went round/And showed me silver barns, the fields dozing/In palls of brightness, patens growing and gone/In the tides of leaves, and the whole sky china blue./Until I got my balance back again/All that I saw was China, China, China.

The Writer's Almanac

Foto: Wilbur en su escritorio en Cummington,  Massachusetts,  2006. Nancy Palmieri, AP daylife

-- Act. el 19 de octubre de 2019

martes, febrero 24, 2009

Si la "compresión..."


A un caracol


Si "la compresión es la principal gracia del estilo",
tú la tienes. La contractilidad es una virtud
así como la modestia es una virtud.
No es la adquisición de alguna cosa
que pueda adornar,
o la incidental calidad que ocurre
como un concomitante de algo bien dicho,
lo que valoramos en el estilo,
sino el principio escondido:
a falta de pies, "un método de conclusiones";
"un conocimiento de los principios",
en el curioso fenómeno de tu cuerno occipital.

Marianne Moore (Kirkwood, Missouri, 1887-Nueva York, 1972), "Collected Poems (1935)", Complete poems, Penguin Books, Nueva York, 1994
Versión: J. Aulicino


To a snail

If  “compression is the first grace of style,” /you have it. Contractility is a virtue/ as modesty is a virtue. /It is not the acquisition of any one thing/ that is able to adorn, /or the incidental quality that occurs /as a concomitant of something well said,/that we value in style,/but the principle that is hid:/in the absence of feet, “a method of conclusions”;/ “a knowledge of principles,”/in the curious phenomenon of your occipital horn.


Foto: Marianne Moore, en el estadio de los Yankees, de Nueva York, 1968. Bettmann/CORBIS Corbis

La mujer en la llanura


Sola, la mujer espera a su amor en la llanura;
un halcón se posa en la copa de un árbol alto:
Eliges, libre como yo, un árbol en todo el bosque.
Otras bellas me lo desean entre tantos. No deseo
el que ellas hubiesen elegido. No deseo otro árbol.


Dietmar von Eist, siglo XII,  J.A. after Pound


Ez stuont ein vrouwe alleine
und warte über heide
unde warte ir liebes,
sô gesách si valken vliegen.
'sô wol dir, valke, daz du bist!
du vliugest, swar dir liep ist,
du erkíusest dir in dem walde
einen bóum, der dir gevalle.
alsô hân ouch ich getân:
ich erkôs mir selbe einen man,
den erwélten mîniu ougen.
daz nîdent schoene vrouwen.
owê, wan lânt si mir mîn liep?
joch engérte ich ir dekeines trûtes niet!'
Proyecto Gutenberg

Estaba una mujer sola
y esperaba en la llanura,
esperaba a su amado.
Entonces vio volar al halcón:
Halcón, ¡qué afortunado eres!
Vuelas por donde quieres
y eliges en el bosque
el árbol que te gusta.
Así he hecho yo también:
en el que mis ojos se habían posado.
Ahora lo envidian mujeres bellas,
¡ay! ¿por qué no me dejan a mi amor?
Yo no desearía el amante de ninguna.

María Eugenia Góngora, Antología de poesía medieval

Ilustración: Von Eist, Codex Manesse Universidad de Heidelberg

Traducción e interpretación



Queja de la escalera de joyas

Los enjoyados escalones están ya  blancos de rocío.
Es tan tarde que el rocío empapa mis medias de gasa.
Y yo bajo la cortina de cristal.
Y miro la luna en medio del claro otoño.

de Rihaku

Nota: Escalones enjoyados, por lo tanto, un palacio. Queja, por lo tanto, aquí hay algo de que quejarse. Medias de gasa, por lo tanto, una dama de la corte, no una servidora la que se queja. Claro otoño, por lo tanto él no tiene la excusa del tiempo. Además ella llegó temprano, porque el rocío no sólo blanqueó los escalones sino que también ha empapado sus medias. El poema es especialmente preciado porque ella no pronuncia un reproche directo.
Ezra Pound (Hailey, 1885- Venecia, 1972), "Cathay", Poems & Translations, Library of América, Nueva York, 2003
Versión: J.A.


The Jewel Stairs' Grievance

The jewelled steps are already quite white with dew,
It is so late that the dew soaks my gauze stockings,
And I let down the crystal curtain
And watch the moon through the clear autumn.

By Rihaku

NOTE: Jewel stairs, therefore a palace. Grievance, therefore there is something to complain of. Gauze stockings, therefore a court lady, not a servant who complains. Clear autumn, therefore he has no excuse on account of the weather. Also she has come early, for the dew has not merely whitened the stairs, but has soaked her stockings. The poem is especially prized because she utters no direct reproach.


Ilustración: Antiguo dibujo que representa a Li Po (Rihaku) caminando y cantando sus poemas. Museo de Tokio

lunes, febrero 23, 2009

Giuseppe Ungaretti / Dos poemas



Todo he perdido de la infancia
Y no podré nunca más
Olvidarme en un grito.

La infancia he soterrado
En el fondo de las noches,
Y ahora, espada invisible,
Me separa de todo.

Del recuerdo recuperado que exultaba amándote,
Y heme perdido
En infinito de las noches.

Desesperación que incesante aumenta.
La vida no es para mí,
Sofrenada en el fondo de la garganta,
Más que una roca de gritos.

De Il dolore, 1947

La Piedad
Fragmento

Soy un hombre herido

Y querría irme
Y finalmente llegar
Piedad, adonde se escucha
El hombre que está solo consigo.

No tengo más que soberbia y bondad.

Y me siento exiliado entre los hombres.

Pero por ellos estoy en pena.
¿No seré digno de volver en mí?

He poblado de nombres el silencio.

¿Hice pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?

Giuseppe Ungaretti (Alejandría, 1888-Milán, 1970)
Versiones de J. Aulicino

Tutto ho perduto dell'infanzia/ E non potrò mai più/ Smemorarmi in un grido. //L'infanzia ho sotterrato/ Nel fondo delle notti/ E ora, spada invisibile,/ Mi separa da tutto. // Di me rammento che esultavo amandoti,/ Ed eccomi perduto/ In infinito delle notti. // Disperazione che incessante aumenta/ La vita non mi è più,/ Arrestata in fondo alla gola,/ Che una roccia di gridi.

La pietà 
Sono un uomo ferito. // E me ne vorrei andare / E finalmente giungere, /Pietà, dove si ascolta / L'uomo che è solo con sé.// Non ho che superbia e bontà.// E mi sento esiliato in mezzo agli uomini.// Ma per essi sto in pena./Non sarei degno di tornare in me? // Ho popolato di nomi il silenzio. //Ho fatto a pezzi cuore e mente /Per cadere in servitù di parole? (...)



Foto: Ungaretti saluda a manifestantes contra la Bienal de Venecia c.1968. Gianni Barengo Gardin giorgiamada

A menudo en turbias noches


Vieja ciudad

A menudo en turbias noches salgo de mi casa,
a gozar mi vieja Trieste,
donde parpadea la luz en las ventanas
y la calle es más estrecha y populosa.
Entre la gente que va y viene
de la cantina al lupanar o a la casa,
donde mercancías y hombres son desechos
de un gran puerto de mar,
vuelvo a encontrar, pasando, el infinito
en la humildad.
Aquí prostituta y marinero, el viejo
que blasfema y la mujerzuela que disputa,
el guardia sentado en el puesto
de frituras,
la tumultuosa joven enloquecida
de amor,
todos son criaturas de la vida
y del dolor:
se agita en ellos, como en mí, el Señor.
Aquí siento también en rara compañía
mi pensamiento hacerse
más puro donde más sucia es la vida.

Umberto Saba (Trieste, 1883-Gorizia, 1957), Alberto Girri y Carlos Viola Soto, Poesía italiana contemporánea, Editorial Raigal, Buenos Aires, 1956


Città vecchia
Spesso, in torbide sere, esco di casa / per godermi lamia vecchia Trieste/ dove ammiccano i lumi alle finestre/ e più afollata e angusta è la strada./ Di tra la gente che viene che va/dall'osteria alla casa o al lupanare,/dove son merci ed uomini il detrito/ di un gran porto di mare,/io ritrovo, passando, l'infinito/nell'umiltà./Qui prostituta e marinaio, il vecchio/ che bestemmia, la femmina che bega,/il dragone che siede alla bottega/del friggitore,/la tumultuante giovane impazzita/d'amore,/sono tutte creature della vita/ e del dolore;/s'agita in esse, come in me, il Signore./Qui sento in strana compagnia/ il mio pensiero farsi/ più puro dove più turpe è la vita.

domingo, febrero 22, 2009

John Donne / Los buenos días


¿Qué hicimos en verdad tú y yo
Hasta que nos amamos? ¿Recién entonces nos destestaron?
¿Sorbimos como niños en los placeres del campo?
¿O roncamos en la cueva de los siete durmientes?
Así fue; pero estos goces eran fantasías.
Si alguna vez he visto una belleza,
Que he deseado, y obtenido, sólo fue en un sueño de ti.

Y ahora buenos días a nuestras despiertas almas,
Que se vigilan entre sí con miedo;
Porque el amor domina todo amor por otras cosas vistas,
Y hace del pequeño cuarto un todo.
Deja que los descubridores vayan hacia nuevos mundos,
Deja que los mapas muestren a otros, mundos tras mundos,
Deja que poseamos un mundo, cada cual tiene el suyo y es un mundo.

Mi rostro está en tu ojo, y en mi ojo tu rostro,
Y corazones simples y fieles descansan en los rostros,
¿Dónde podríamos encontrar dos hemisferios mejores,
Sin el agudo norte, sin el declinante oeste?
Todo lo que muere no estaba igualmente mezclado;
Si nuestros dos amores son uno solo, o tú y yo nos amamos
De manera tan semejante que no flaqueamos, ninguno puede morir.

John Donne (Londres, c.1572-1631), Poemas de John Donne. Versiones de William Shand y Alberto Girri, Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires, 1953


The good-morrow

I wonder by my troth, what thou and I
Did, till we lov'd ? were we not wean'd till then ?
But suck'd on countrey pleasures, childishly ?
Or snorted we in the seaven sleepers den ?
T'was so ; but this, all pleasures fancies be ;
If ever any beauty I did see,
Which I desir'd, and got, t'was but a dreame of thee.

And now good-morrow to our waking soules,
Which watch not one another out of feare ;
For love, all love of other sights controules,
And makes one little roome an every where.
Let sea-discoverers to new worlds have gone ;
Let Maps to other, worlds on worlds have showne ;
Let us possesse one world ; each hath one, and is one.

My face in thine eye, thine in mine appeares,
And true plain hearts do in the faces rest ;
Where can we finde two better hemispheares
Without sharp North, without declining West ?
What ever dyes, was not mixt equally ;
If our two loves be one, or thou and I
Love so alike that none can slacken, none can die.

---
Ilustración: Donne, según un pintor desconocido, c.1595 National Portrait Gallery, Londres

Mi oficio





Hábitos

Mi oficio
regentar el vacío
Sólo tengo un pequeño estudio en arriendo
en Mérida
Mis tres hijas hacen y caminan sus sendas
ausentes de mí en eso de sabernos
con hábitos de familia.
Mi hijo muerto yace bajo una lápida
bajo prohibición de que grabe en ella
los epitafios que para él soñé.
Mis libros forman un pobre y curvo lomo
de estantería
que algunas veces entre emoción y tragos
salen del escondrijo.
Leo perturbado poemas de muerte
amor paisajes y melancolía.
Regento un vacío insoportable
doloroso
esperando que mi mujer se acueste
a mi lado
recién bañada
o
diga
Vamos a bailar que salieron las vacas
y las
estrellas.

[Elegías y olvidos, 2006]

José Barroeta (Pampanito, Trujillo, 1942-Mérida, Venezuela, 2006), Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006), Editorial Candaya, Barcelona, 2006

Ilustración: Barroeta, foto de tapa de Cumplida mi hazaña, Poesía Latinoamericana y del Caribe

Paolo y Francesca


Nota a la polémica ¿Fraude o Traducción?

El Canto V de "Infierno" en la Divina Comedia de Dante Alighieri contiene la historia de Francesca da Polenta, de Ravena, y Paolo Malatesta, de Rimini, amantes adúlteros casi por imprevisión: Paolo ha de gestionar el casamiento de Francesca con su hermano, un contrahecho. Los jóvenes se ven y se enamoran; son muertos por el esposo, tiempo después, y no ha habido entre ellos más que un beso (o ni siquiera: en la historia real, tal vez sólo un acercamiento intolerable para el marido). Dante no incluye los pormenores, conocidos en su tiempo. El adulterio está sobreentendido. Los amantes son condenados a estar juntos en un torbellino que los arrastra sin cesar de un lado a otro. El de Francesca es el único relato romántico de los muchos que se profieren en el Infierno y ha hecho correr tinta. Particularmente difícil para la traducción es su comienzo. Aquí van cinco versiones al castellano. La primera -célebre- línea de este fragmento dice en el toscano original: "Amor, ch'a nullo amato amar perdona", lo que ya es complicado. Se entiende hoy con valor literario el término nullo como nessuno, ninguno (las acepciones corrientes son, como en castellano, no válido, sin vigencia); de modo que "amor a ningún amante amar perdona". Mitre interpreta: "Amor que á amar obliga al que es amado", en la tradicional intra-traducción de los editores italianos ("amore que non permette di non amar ad alcuno che sia amato", anota la Sociedad Dantesca Italiana) que también sigue Battistessa: "Amor, que no consiente que no amemos". Prefieren la literalidad, Crespo, y Soto y Calvo: "Amor, que a nadie amado amar perdona". Juan de la Pezuela omite el verso y va directo a "Amor, en fin, nos deparó igual suerte".


1- Mitre

"Amor que á amar obliga al que es amado.
Me ató a sus brazos con amor tan fuerte,
Que como ves, ni aquí se ha desatado.

«Amor llevónos a la misma muerte.
-En su antro Caín al matador espera.»
Las dos sombras me hablaron de esta suerte.

Al escuchar su voz tan lastimera,
Doblé la frente, y el poeta amado*,
-«¿Qué piensas?», preguntó con voz entera

Y respondíle todo atribulado:
«¡Qué deseos, qué dulce pensamiento,
Les trajeron un fin tan malhadado!»

Y volviéndome á ellos al momento,
Díjeles: -«¡Oh, Francisca! tu martirio
Me hace llorar con pío sentimiento!

«Mas díme, ¿cómo en el delirio
El dulce amor avasalló tu acuerdo,
Y deshojó de tu virtud el lirio?»

Y ella: «¡Nada más triste que el recuerdo
De la ventura en medio á la desgracia!
¡Muy bien lo sabe tu maestro cuerdo **!

Bartolomé Mitre, 1889

* Virgilio
** ibid.

2- Crespo

Amor, que a nadie amado amar perdona,
por él infundió en mí placer tan fuerte
que, como ves, ya nunca me abandona.

Amor nos procuró la misma muerte:
Caín al matador está esperando.»
Ambos me respondieron de esta suerte.

Al oír sus agravios, fui inclinando
el rostro; y el poeta, al verme así,
por fin me preguntó: «¿Qué estás pensando?»

Al responderle comencé: «¡Ay de mí,
cuánto deseo y dulce pensamiento
a estas dolientes almas trajo aquí!»

A ellas después encaminé mi acento
y comencé: «Francesca, tus torturas
me hacen llorar con triste sentimiento.

Mas di: en el tiempo aquel de las venturas
¿cómo y por qué te concedió el amor
conocer las pasiones aún oscuras?»

Y ella me dijo: «No hay dolor mayor
que recordar el tiempo de la dicha
en desgracia; y lo sabe tu doctor.

Angel Crespo, 1973-1977

3- Battistessa

Amor, que no consiente que no amemos,
me ciñó a éste con placer tan fuerte
que, como ves, aún no me abandona.

Amor nos trajo hasta una misma muerte;
Caín espera a quien quitó las vidas!»
Estas palabras de ellos nos vinieron.

Cuando oí a estas almas ofendidas,
incliné el rostro, y bajo lo mantuve
hasta que el vate dijo al fin: «¿Qué piensas?»

Al responder, yo comencé: «¡Oh pena,
cuánto grato pensar, cuánto deseo
los empujó al doloroso trance!»

Luego me volví a ellos para hablarles,
y comencé: «Francesca, tus martirios
me entristecen y apiadan hasta el llanto.

Dime: ¿en el tiempo del dulce suspiro,
en qué y cómo os concedió el amor
que conocieseis los deseos dudosos?»

Y ella a mí: «Ningún dolor más grande
que el recordar el tiempo venturoso
en la desdicha: tu doctor lo sabe.

Angel J. Battistessa, Ed. Carlos Lohle s/f

4- Soto y Calvo

Amor que a nadie amado amar perdona,
ese supo inspirarme de tal suerte
que cual lo veis, aun no me abandona.

Amor prodújonos la misma muerte...
¡Caín contempla el fin de su trabajo!»
Este dolor, que dijo con voz fuerte.

Me hizo inclinar el rostro y como bajo
me lo viera el Poeta. -«¿Y tú qué piensas
del gran placer que tal amor les trajo?».

Y yo exclamé: -«¡Oh lágrimas intensas!
Dulcísimo sufrir. Cuántos anhelos
llenáronlas con ansias tan inmensas...¡»

Y volviéndome a ella: -«En mis desvelos
yo, te ofrezco, Francesca, en tus martirios
cómo un relente en lágrimas, mis duelos!

Pero dime. ¿En tus prístinos delirios
cuándo, y aun cómo, concedió tu amor
la dulce posesión de tus empírios?»:

Y ella a mí: -«Ningún más gran dolor
que recordar el tiempo antes feliz
en tal angustia ¡pregunta a tu Doctor!

Francisco Soto y Calvo, 1940


5- De la Pezuela

Amor, en fin, nos deparó igual suerte;
Y el cerco dó Caín gime violento,
Aguardando está á aquél que nos dio muerte.-

No bien calló, doblé yo sin aliento
Mi frente opresa de dolor no escaso;
Y él me dijo: -¿Dó está tu pensamiento-

Y yo exclamaba por respuesta: -¡Ay laso!
¡Cuánta dulzura de zozobras llena
Llevarlos pudo al miserando paso!-

Y a ellos vuelto, empecé: -Tan honda pena,
Rasga el pecho, Francisca, y la faz siente
Correr de pío llanto larga vena.

Mas dime: al tiempo de tu mal creciente,
¿Cuándo y cómo los ímpetus sentiste
De ir hasta el fondo del deseo ardiente?-

Y ella exclamó: -Mayor dolor no existe
Que el feliz tiempo recordar consunto,
Y éste lo sabe, en la miseria triste.

Juan de la Pezuela, Conde de Cheste, 1879

Revista Digital Saltana


-Inferno, Canto V, Divina Commedia, Dante Alighieri
Fragmento

Amor, ch'a nullo amato amar perdona,
mi prese del costui piacer sì forte,
che, come vedi, ancor non m'abbandona.

Amor condusse noi ad una morte:
Caina attende chi a vita ci spense».
Queste parole da lor ci fuor porte.

Quand'io intesi quell'anime offense,
china' il viso e tanto il tenni basso,
fin che 'l poeta mi disse: «Che pense?».

Quando rispuosi, cominciai: «Oh lasso,
quanti dolci pensier, quanto disio
menò costoro al doloroso passo!».

Poi mi rivolsi a loro e parla' io,
e cominciai: «Francesca, i tuoi martìri
a lagrimar mi fanno tristo e pio.

Ma dimmi: al tempo de' dolci sospiri,
a che e come concedette amore
che conosceste i dubbiosi disiri?».

E quella a me: «Nessun maggior dolore
che ricordarsi del tempo felice
ne la miseria; e ciò sa 'l tuo dottore.

Ulrico Hoepli Editor, Milán, 1979


Ilustración: "Paolo and Francesca", por G.F. Watts, 1872-1884 Watts Gallery

sábado, febrero 21, 2009

Mi padre acostumbraba decir


Silencio

Mi padre acostumbraba decir,
"La gente superior jamás hace largas visitas,
hay que mostrarles la tumba de Longfellow
o las flores de vidrio en Harvard.
Autosuficiente como el gato -
toma su presa en la intimidad,
la mustia cola del ratón, colgante como un cordón de su boca-
disfruta a veces de la soledad
y puede ser privada del habla
por la palabra que la ha deleitado.
El sentimiento más profundo se muestra siempre en silencio;
no en silencio, sino contenido."
Tampoco era insincero al decir: "Haga de mi casa su posada".
Posadas no son residencias.

Marianne Moore (Kirkwood, Missouri, 1887-Nueva York, 1972), "Collected Poems (1935)", Complete poems, Penguin Books, Nueva York, 1994
Versión: J. Aulicino


Silence
My father used to say,/ "Superior people never make long visits,/ have to be shown Longfellow's grave / or the glass flowers at Harvard. /Self-reliant like the cat— /that takes its prey to privacy,/ the mouse's limp tail hanging like a shoelace from its mouth— /they sometimes enjoy solitude,/ and can be robbed of speech/ by speech which has delighted them./ The deepest feeling always shows itself in silence;/ not in silence, but restraint." /Nor was he insincere in saying, "Make my house your inn." /Inns are not residences.

Foto: Marianne Moore y el poeta Langston Hughes (1902-1967), 1952 CPCW - Universidad de Pennsylvania

William Shakespeare / Soneto 85




Mi Musa muda

Mi Musa muda por decoro se mantiene callada
mientras el comentario de tus alabanzas guarda,
archivado ricamente, en los trazos de oro de su estilo
y en las preciosas frases dilectas de las musas.

Yo pienso buenos pensamientos, otros escriben buenas
palabras; como un sacristán ignorante siempre exclamo
"amén", a cada himno que aquel espíritu hábil
me ofrece en pulidas formas de pluma refinada.

Al oír que te alaban yo me digo: "así es, es verdad"
y a la mayor alabanza le añado un poco más,
pero eso es solo pensamiento, cuyo amor por ti,
aunque tarden las palabras, las precede siempre.

Respeta a los otros por el aliento de sus palabras,
a mí, por pensamientos mudos que hablan en las obras.

William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, 1564-1616), Treinta sonetos, traducciones y versiones de Javier Adúriz y Agustín Adúriz Bravo, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2000


Sonnet 85 My tongue-tied muse in manners holds her still

My tongue-tied Muse in manners holds her still,
While comments of your praise, richly compiled,
Reserve their character with golden quill
And precious phrase by all the Muses fil'd.

I think good thoughts whilst other write good words,
And like unletter'd clerk still cry 'Amen'
To every hymn that able spirit affords
In polish'd form of well-refined pen.

Hearing you praised, I say ''Tis so, 'tis true,'
And to the most of praise add something more;
But that is in my thought, whose love to you,
Though words come hindmost, holds his rank before.

Then others for the breath of words respect,
Me for my dumb thoughts, speaking in effect.

Ilustración: Shakespeare, por Thomas Woolnoth (1809), basado en Gerard Soest (1600?-1681) National Portrait Gallery, Londres

viernes, febrero 20, 2009

Color de amor y de piedad



Soneto XX

Color de amor y de piedad iguales
no tiene tan admirablemente
rostro de mujer, para ver a menudo
ojos gentiles o dolorosos llantos,
como el vuestro, cuando veis
frente a vos mi faz doliente;
por vos vienen a mi mente cosas tales
que mucho temo que el corazón se rompa.
No puedo tener los ojos destruidos
que no pueda evitar suspiros vuestros
por el deseo de llorar que tienen:
y aumentáis vos tanto ese deseo suyo
que de las ganas se consumen íntegros;
pero delante de vos llorar no saben.

Dante Alighieri (Florencia, 1265-Rávena, 1321), Vita Nuova
Versión: J. Aulicino

Vita Nuova [Sonetto XX]

Color d'amore e di pietà sembianti
non preser mai così mirabilmente
viso di donna, per veder sovente
occhi gentili o dolorosi pianti,

come lo vostro, qualora davanti
vedetevi la mia labbia dolente;
sì che per voi mi ven cosa a la mente,
ch'io temo forte non lo cor si schianti.

Eo non posso tener li occhi distrutti
che non reguardin voi spesse fiate,
per desiderio di pianger ch'elli hanno:

e voi crescete sì lor volontate,
che de la voglia si consuman tutti;
ma lagrimar dinanzi a voi non sanno.

Classici Italiani


Ilustración: Dante. Fresco de Andrea del Castagno, 1440, Uffizi El poder de la palabra

Si tú así lo deseas


La saga

Si tu así lo deseas puedo ser tu hechicera
estar cuando me busques
desaparecer cuando ya no me quieras.

Puedo trocar este cuerpo
hacerlo más largo, más angosto, más ligero
y ponerme un vestido violeta.
Soplar el humo que me rodea
ungirme de lavanda o jazmín
si me prefieres más sensual pachoulí.

Si mis manos te molestan
fabricaré guantes de seda.

Cambiaré estas rotas sandalias
por zapatos abiertos de tacos negros
para que goces el cuidado de los dedos.
Reposaré los pies en agua tibiamente salada
un masaje de menta
convertirá lo tosco en marea
y las uñas en caramelo.

Pero supongo que no eres tan tonto
para creer todo esto.
Ni por tu amor domado
movería yo un pelo.

Adriana Lanza (La Paz, 1978), Las Elecciones Afectivas/Las Afinidades Electivas, Bolivia. Foto: Adriana Lanza. La misma fuente

Sobre nuevas autoras en Bolivia:
Un cuarteto de poetas en tiempos del cambio climático

jueves, febrero 19, 2009

¿Tú sabes el del tipo aquel...?


Chiste nevado

¿Te sabes el del tipo aquel de Heaton Mersey?
La mujer en casa, la amante en Hyde, la querida
en Newton-le-Willows y dos lindas chicas
en Werneth, en tercero de prepa. Bueno,

pues como iba ya tarde y en un muy buen coche
desdeñó las señales de alarma y quiso sortear
las seis millas finales de nevada en los Altos;
y en cosa de minutos, dicen, se había atascado.

Se entretuvo pensando en la vida y en cosas así,
lo que hace el perro al morderse la cola,
y la serpiente que se devora así misma.
Y veía que la nieve ascendía por los vidrios

y se sintió a gusto; y el whisky en la anforita
estaba tibio y suave, y aunque no tiene gracia
el chiste termina más o menos así.
Lo hallaron recostado en el manubrio

con las letras de VOLVO marcadas al revés
en la frente escarchada. Y alrededor de un ponche
discutieron después en el pub
quién de ellos tenía el mérito mayor.

Si el que confundió la antena con una vara seca,
el que reconoció la silueta del coche,
o el que dijo que oyó el quejido de la bocina
como un despertador bajo la almohada.

Simon Armitage (Huddersfield, Gran Bretaña, 1963)
Traducción de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano Poemas en Inglés


Snow joke
Heard the one about the guy from Heaton Mersey?/Wife at home, lover in Hyde, mistress/ in Newton-le-Willows and two pretty girls/in the top grade at Werneth prep. Well,// he was late and he had a good car so he snubbed/the police warning-light and tried to finesse /the last six miles of moorland blizzard,/and the story goes he was stuck within minutes.// So he sat there thinking about life and things;/what the dog does when it catches its tail/and about the snake that ate itself to death./And he watched the windscreen filling up// with snow, and it felt good, and the whisky/from his hip-flask was warm and smooth./And of course, there isn't a punchline/but the ending goes something like this. //They found him slumped against the steering wheel/with VOLVO printed backwards in his frozen brow./And they fought in the pub over hot toddies/as who was to take the most credit.//Him who took the aerial to be a hawthorn twig?/Him who figured out the contour of his car?/Or him who said he heard the horn, moaning/softly like an alarm clock under an eiderdown?

Foto: Simon Armitage John W. MacDonald

Poesía y traducción


A continuación se publica un texto que Jorge Salvetti envío al editor, en respuesta de un comentario en la polémica ¿Fraude o traducción?. Es largo, pero quien tenga la paciencia de leerlo encontrará en él no sólo la opinión de un traductor profesional sobre el problema de la traducción de poesía, sino también una reflexión brillante sobre la poesía, una poética y una mística. 



¿Qué es lo intraducible?

por Jorge Salvetti


Ante todo, me parece importante aclarar que lo que en su momento intenté transmitir con mis torpes y enjundiosas palabras era una experiencia, una ya bastante larga experiencia, que podrá servir a otros o no, pero por la cual (he aquí el verdadero marco en el que se puede o no se puede entender lo que dije en su momento), no sólo fui aprendiendo que traducir es imposible (a esta altura un viejo lugar común que más vale callar, porque en general se lo repite sin entendérselo y así se da argumentos a quienes sin suficientes conocimientos como para juzgar sobre el tema siguen perorando sin percatarse de la meridiana diferencia entre una traducción y un original), sino lo más importante de todo, que el mismo fenómeno de leer es imposible, que lo que la letra intenta decantar en la inmovilidad de la hoja jamás deja de agitarse inquieta en la superficie del silencio… y que sin esta desesperante y fascinante experiencia de lo muertas que están las lenguas vivas y lo vivas que están las lenguas muertas, cualquier discusión va a ser un simple malentendido más, en el que es inútil perder sendos tiempos. (1)

Tomemos, por ejemplo, la palabra “enjundia”, para no salirnos de la materia prima del comentario, y dejemos de lado toda musicalidad, toda imagen, todo malabar poético, toda rima y ritmo de una determinada composición poética, centrándonos simple y monotemáticamente en esta sencilla palabra que bien podría aparecer en un poema cualquiera de nuestra lengua (“nuestra lengua”, ja! otra de las tantas ilusiones que una traducción devela). Es decir, dejando de lado todas las dificultades que representa la traducción de un poema como totalidad estética, centrémonos en una posible palabra que podría aparecer en ella, una y solo una, por ejemplo, esta de enjundia; lo primero que tiene que determinar el traductor, para no hablar del lector, es precisar el valor que tiene esta determinada palabra en ese determinado poema. Para eso no tiene más que escucharla, pero puede suceder que, tras escucharla, y tras seguir escuchándola, esa palabra, que parecía significar en primera instancia algo tan preciso y determinado, aun continúe moviéndose, agitándose para molestia del traductor. Entonces este recurrirá rápidamente a un diccionario (pero ¿a cuál? no todos dicen lo mismo, no todos incluyen las mismas palabras ni las mismas acepciones, ni todas las posibles acepciones de una palabra). No importa, dejando de lado también este obstáculo puramente “material”, el traductor recurrirá, ¡hostias!, por ejemplo, al de la Real Academia Española y leerá:

(Del lat. axungĭa, grasa para el eje).

1. f. Gordura que las aves tienen en la overa; p. ej., la de la gallina, la pava, etc.
2. f. Unto y gordura de cualquier animal.
3. f. Parte más sustanciosa e importante de algo no material.
4. f. Fuerza, vigor, arrestos.
5. f. Constitución o cualidad connatural de una persona.

Y acá empiezan los problemas...

Es decir, recién acá empieza la verdadera lectura, al menos la del traductor, porque la del lector puede empezar y terminar dónde a él más le plazca, el lector siempre entiende, siempre cree entender, y en eso no se engaña, esta es la sancta simplicitas que mantiene el mundo de las letras girando, porque algo siempre se entiende, porque incluso el malentendido no siempre es la peor comprensión. Pero el traductor, por una deformación natural de su oficio, no se conforma con una lectura borrosa e impresionista de conjunto, el traductor (he aquí otro de los secretos), está obligado a ir más allá que el autor mismo, sabiendo incluso que luego tendrá que desechar como inservible esa experiencia que intenta volver consciente lo que muy probablemente no lo haya sido en el momento de su concepción, y que sólo le servirá para, como si dijéramos, medir la tensión entre el entendimiento y la expresión.

Y retomando ahora el ejemplo, puede verse muy claramente que el diccionario despliega muy gráficamente niveles para la acepción de una palabra, niveles que aparecen incluso numerados. Además, por sobre los estratos cifrados de esta estructura, puede verse, enmarcado entre paréntesis, lo que podría denominarse “el cielo” o el ein-sof de la palabra, o sea lo que vulgarmente se denomina en griego la etimología.

Y aquí conviene hacer una importantísima salvedad: uno de los rasgos por los que se reconoce el auténtico genio poético es por el manejo de esta dimensión celestial o infinita de una palabra. No es necesario, ni estoy diciendo que el poeta conozca a conciencia el valor etimológico de un vocablo (si bien grandes poetas han cultivado el uso de su instrumento, la palabra, hasta los sustratos más profundos y primigenios), lo que intento decir es que es muy posible y lógico que, de hecho, así suceda, o sea que el valor etimológico de una palabra se trasluzca en la obra poética por “pura inspiración”; después de todo eso es, en parte, depurar las palabras de la tribu, eso es en parte ser poeta.

Claro que es muy fácil imaginar un texto en el que la palabra enjundia aparezca utilizada concretamente en uno de los posibles niveles señalados por el diccionario (podríamos usar, como ejemplo, el texto anónimo y rápidamente atribuirle la cuarta acepción). Un poco de eso podría tratarse la escritura en prosa, de un texto en donde las palabras, independientemente de la forma exterior del texto, están usadas en su acepción más vulgar y corriente, en aquella que más rápidamente vendrá a la mente del lector sin necesidad de recurrir a un diccionario ni de hurgar en su etimología, pero es difícil creer que un poeta se manejará siempre y exclusivamente en ese nivel de lenguaje. Después de todo algo en el uso particular de la lengua debe convertirlo en poeta. (De saber que bajo la máscara del anonimato se oculta la pluma de un poeta, bien podríamos, por ejemplo, paranoica y hermenéuticamente --la mente mercurial y el paranous tienen muchos puntos de contacto—entrever alguna alusión velada a la constitución lípica de mis líneas o de mi persona.)

Pero además de estos diferentes niveles, en este caso particular 6, están todos aquellos otros niveles posibles determinados por la capacidad que posee cualquiera de estos 6 niveles para metaforizarse; o sea para servir de vehículo a la trasferencia de sentido, o de imagen si se prefiere, porque un hecho importante que el lector común por lo general desconoce, así como el paciente común no sabe a ciencia cierta que ingiere en un determinado medicamento, ni qué implica exactamente la intervención a la que es sometido, ni qué dice expresamente el inciso tal de la ley tanto, es que nuestra escritura, por la constitución misma del lenguaje y por la historia de la escritura, no ha perdido por completo lo que podría denominarse su potencia o capacidad o dimensión jeroglífica (y aunque parezca lo contrario, no estoy diciendo nada nuevo).

Pero acá aparece otro rasgo importante de la composición poética, a saber, que con mucha frecuencia, y permítaseme que esto lo diga de una manera muy pedestre, un poeta entrelaza, en un juego de múltiples voces, distintos niveles de un vocablo, fenómeno casi irrepetible con la misma naturalidad en dos lenguas, por más afines que estas sean. Así si tuviese que traducirse la palabra enjundia al inglés o al francés o al alemán o al italiano, se descubriría rápidamente que esta palabra enjundia, como tal, no existe como tal en esas otras lenguas (pequeño detalle que de por sí debería ya advertir sobre la particular alquimia que representa una traducción). Los respectivos diccionarios nos darán diferente términos, en muchos casos los tan engañosos sinónimos, en este ejemplo, se verán obligados a dividir los niveles concretos de los figurativos, y darán diferentes términos que giraran o bien en torno del campo semántico y concreto de la grasa, o bien, a nivel figurativo, de la fuerza o el vigor, pero jamás, al menos en este caso, como en miles y miles de otros, un término que reúna todas las esferas que condensa esta palabra desde su etimología hasta su acepción más vulgar. Y si bien en un texto puede resultar bastante obvio si corresponde traducir enjundia por fat o grease o por vigour o strength, es muy probable que ese texto no sea un texto poético, o viceversa, que en un texto verdaderamente poético la palabra esté utilizada de tal manera, articulada de tal forma en la trama general del texto, que sus dos valores determinen, por sentido y alusión, la existencia de dos planos semánticos, de dos o más dimensiones, tan esenciales, la una como otra, a la representación general del efecto poético. Demás está decir que si tradujéramos enjundia por vigour, además del hecho de que no son términos equivalentes, quedará luego la pregunta de qué pondremos, si en ese mismo poema, por ejemplo, como sucede con tanta frecuencia, el autor después utiliza la palabra vigor.

Otros pequeños ejemplos para aludir a lo que intento decir y basta. Del día de la fecha. Por la mañana, leyendo junto con Jorge Aulicino un poema de Pound. ¿Como traducir, y que quede bello, claro está, es decir poético, la siguiente frase?: The Hungarian magnates, stringers-up of cats, are setting up houskeeping… sobre todo la última parte… are setting up housekeeping… y entiéndase bien, no digo que sea intraducible, claro que es traducible, todo es traducible, y de más de una manera, ¡pero esta es justamente la cuestión!, porque la poesía es, en sustancia, aquello que sólo puede decirse de una única manera (o ese al menos debería ser su desiderátum) y el hecho mismo de que haya muchas maneras de traducir algo, pero no una única forma, (porque eso es el original, o al menos eso debería representar, algo único e irreproducible en su propia lengua), el hecho de que haya muchas maneras distintas, digo, revela de por sí, para el que sepa interpretar este simplísimo detalle, cuál es la naturaleza de la traducción a diferencia del original.

O esta otra línea: the Paris-Lyon-Mediterranée azure has the flavour of aloes… Y no me refiero al término azure, que ya de por sí es para romperse la cabeza, y no sólo para traducirlo, antes bien para LEERLO, porque de eso se trata el problema de la traducción y eso es de lo que no parece percatarse el anónimo comentador, a esta altura ya entrañable, que traducir es imposible (independientemente del fenómeno musical irrepetible en otra lengua), porque en la traducción queda revelado la imposibilidad de la lectura misma; y este hecho no es en absoluto lamentable, todo lo contrario, es la dimensión más sacra de la poética, su dimensión profética, su dimensión mágica; y permítaseme la grasienta enjundia de estas palabras.

Y no me refiero al término azure, decía, sino a la palabra plural aloes. ¿Qué se traducirá? Su literalidad, los gráficos fonemas de su imagen o el valor figurado de su amargo sabor, la consabida experiencia de sus brebajes purgativos…

Otro también del día de la fecha; Pasolini al traducir estas palabras de Pound: Pull down thy vanity, dice strappa da te la vanità.

¿Cómo entender ante todo pull down? Demoler, derrocar, rebajar, en todo caso pull down thy vanity no significa “arranca de ti la vanidad”, o “arráncate la vanidad”, si bien podría considerarse “una muy buena traducción”, dado que una traducción puede ser muy buena en muchos aspectos, lo que no quiere decir que reproduzca fielmente el original. Porque no sólo hay imágenes cuando las hay de manera expresa, prácticamente todas las palabras comportan imágenes, pull down y strappare se diferencian no sólo en su literalidad, sino también y sobre todo en la esfera visual de sus evocaciones. Aunque para lo que intento decir quizá sea más importante el pequeño detalle del thy que es más difícil de verter, por ejemplo, a nuestro idioma, por el particular desarrollo histórico del pronombre de segunda persona es estas dos lenguas.

Y por último, aunque haya quedado muy lejos del Kailasa que vislumbraba, por supuesto hay muchas cosas traducibles en un poema, no era esa la cuestión, no lo fue al menos para mí, por empezar muchas cosas lo son, porque por la composición misma de la cultura, ya están traducidas al escribirse o incluso antes, es decir que muchas cosas en la escritura son traducciones de otras cosas y así se generan, no hay que olvidar que las culturas, y sus lenguas, se influyen constantemente unas a otras, y en muchos casos las distinciones entre las lenguas son puramente arbitrarias, y sus límites fluctuantes; pero el fenómeno que buscaba señalar, iluminarlo porque me parece importante, porque reina una brumosa ignorancia a este respecto, es su reverso y es ultra-simplísimo, al menos para mí; claro que hay traducciones y que se las puede leer, y que se va a saber más sobre un determinado autor, si se leyó una traducción de él que si no leyó ninguna por no leerlo traducido ni a su vez poderlo leer en el original; pero creer, por eso, como se cree, que contemplar la reproducción de un cuadro es lo mismo que haber contemplado el original (y esto es por lo menos diez más potente, cuando lo que está en juego es un texto original y una traducción, dependiendo claro está de la relación entre las lenguas, de la particularidad de la obra y de la calidad de la traducción), es un lamentable error estético. 

Para cada cosa que pueda en un poema traducirse relativamente bien, habrá al menos otras cinco (y precisamente serán las más importantes, porque la poesía busca aquella universalidad que sólo puede encarnar donde impera le mot juste y le mot juste sólo rige en la singularidad de las individuos y las lenguas), en las que traducir querrá decir algo muy distinto como fenómeno que aquella traducción de lo que se vierte de una manera relativamente simple y automática, y esto hace, entre otras cosas, que la traducción sea la reproducción ecléctica y deforme de un hecho estético relativamente homogéneo y uniforme, si bien la modernidad, caso de Joyce caso de Pound, procuró consustanciar la traducción con la escritura, incorporarla, fagocitándola, por así decirlo, para, al mismo tiempo volverla definitivamente imposible. Pero ellos claro, sabían bien de que se trataba este fenómeno, que por mi parte, muy lejos de denostarlo, como parecería creer el amigo comentador, intentaba defenderlo, aclarando sus límites y sus posibilidades, para que los lectores no le exijan, pobrecito, muchas veces sin saberlo, lo que este noble oficio de traducir no puede ni podrá dar hasta que su atávica ilusión no deje de ser, como tantos otros males, necesaria.
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1 Como una simple comparación práctica, a mi modo de ver, leer Shakespeare o el Qur’an en castellano, por ejemplo, es cómo ver a César o Mahona en una película de Hollywood hablando en un inglés que entiende cualquier hijo de vecino de un barrio de Seattle, o incluso después doblada al castellano.  No se me pasa por alto que estos anacronismos son inherentes al arte, pero una cosa son los anacronismos de una obra  de arte, que uno aceptará o no, y otra es la posibilidad de reproducir una obra de arte una vez creada, cambiando, no sólo al artista, sino también los materiales básicos con que fue creada. La traducción habría que pensarla más en términos de copia o “falsificación” de una talla en madera, una cerámica, etc.   

Ilustración: la letra Aleph,  en una presentación explicativa del alfabeto hebreo Geocities.com

miércoles, febrero 18, 2009

Luna que hace ulular



Luna

Luna que hace ulular a los perros y a los poetas.
Faro de tiza
Astro en camisa.

Disco, casco y guadaña, colgada del hombro de la noche, representación de la muerte.
Impotente
intermitente.

Parásito luminoso del sol, chinchorro giratorio de nuestra barca sideral.
Ronda vejiga
pálida miga.

Surtidora de falsas purezas. Frígido ovillo.
Pulcro botón de calzoncillo.

Nadie te teme; todos te quieren. Inofensivo bollo de harina sin importancia.
Blanca jactancia.

Sudario de azoteas. Velador de noctámbulos.
Orgullo hinchado
de trasnochado.

Luna, muerte, maleficio,
gorda madama del precipicio.

Ojalá se ahogue dentro de un charco
tu ojo zarco.

Angel caído en frialdad, per-in-eternum.
Mundo maldito,
me importa un pito.

Ricardo Güiraldes (Buenos Aires, 1886-París, 1927), Juan Carlos Martini Real, Los mejores poemas de la poesía argentina, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974

Foto: Ricardo Güiraldes. Onmibiography.com

Enrique Larreta / Ni mirlo, ni calandria, ni jilguero



A Fernández Moreno

Ni mirlo, ni calandria, ni jilguero.
Ni ruiseñor, ni alondra. Claro está.
Tu canto suena acá, suena acullá,
junto al mar o debajo del ropero.

Es canto señoril, sin duda; pero
canto rural municipal que da
su poquitín de campo a la ciudá,
poquitín de ciudad al campo entero.

Sueño de yerbas tristes, amarillo,
con silencios de sol y recoletos,
en la noche, rimados pulsos quietos.

Reloj de vida, en fin, el más sencillo
y el más cerca de Dios y sus secretos.
Eres más que el zorzal, eres el grillo.

Enrique Larreta (Buenos Aires,1875-1961), Juan Carlos Martini Real, Los mejores poemas de la poesía argentina, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974

Ilustración: Larreta por Daniel Vázquez Díaz, c.1910-1912. Grafito, lápiz graso, aguada y difumino, en papel. Colección de la Fundación Mapfre

martes, febrero 17, 2009

El primer puente de Constitución



Mateo XXV, 30 *

El primer puente de Constitución y a mis pies
Fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbidos escalaban la noche,
Que de golpe fue el Juicio Universal. Desde el invisible horizonte
Y desde el centro de mi ser, una voz infinita
Dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
Que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
- Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
Naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
Un cuerpo humano para andar por la tierra,
Uñas que crecen en la noche, en la muerte,
Sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
Declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
Fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
Una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
Algebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
Días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
Amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
El sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
Y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
Todo eso te fue dado, y también
El antiguo alimento de los héroes:
La falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
En vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman;
Has gastado los años y te han gastado,
Y todavía no has escrito el poema.

1953


* "Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes", Mateo 25, 30, La Biblia, Ediciones Paulinas, Madrid. (Nota del Administrador)

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1999.Ginebra, 1986), "El otro, el mismo", Obra poética, Emecé, 1969

Texto confrontado con la edición de Obra completa I. Edición crítica, Emecé, Buenos Aires, 1989 [N. del Ad. 2015]

Foto: Borges, c.1965 Populars Persons
Abajo: Vista desde el "primer puente de Constitución" Plaza Constitución