lunes, mayo 31, 2021

María Teresa Andruetto / de "Pavese"

 

              











Instante

                No se recuerdan los días, se
                recuerdan los instantes.
                         C.P. 28 de julio de 1940
                                                     Diario

Una turbulencia balancea
las barcazas. La luz pinta el aire
de amarillos y están cerradas
las viejas puertas. Nadie
en la pescara, ni las góndolas
lúgubres. En el puente de Cannaregio
ni las de lujo ni el vaporetto,
sólo pequeñas barcazas
han pasado la noche entre los palos.
Allá al fondo, un hombre barre
la fondamenta de Cà laria. El resto,
nada.

Pavese, 1998

María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, Argentina, 1954), Poesía argentina contemporánea, Tomo I, Parte Vigesimoprimera, Fundación Argentina para la Poesía y Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 2014


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domingo, mayo 30, 2021

Irene Gruss / Bitácora

















Los pajaritos cantan también en New York, las ardillas
corren sobre cables de acero
así como bajan de los árboles del parque,
hay algo que no cuaja en el paisaje,
la ardilla cruza la Quinta Avenida,
gira su cabeza, mira con asombro lo que pasa,
esa aparente salpicadura de tonos,
ketchup más grasa más altura
inconcebible lo que ve si cruza
la anciana sobriedad de Brooklyn
la inconcebible ardilla
en hora pico, esa aparente salpicadura Pollock,
sobre Manhattan la ardilla se yergue,
pequeña como es, y huele la fritanga;
no es cosmopolita el olor a quemado
¿se huele el hidrógeno el napalm los inconcebibles
golpes de estado, la lluvia, los cerezos en flor?
Llueve en New York, los pajaritos
cantan después de la lluvia, y la ardilla va y viene,
trepa hasta la inconcebible terraza
y baja, no sé cómo, hasta un hueco
salpicado
de sangre, azules y cristal, no para hasta morder
la nuez o la avellana.

Irene Gruss (Buenos Aires, 1950-2018), De piedad vine a sentir, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2019


Foto: Irene Gruss, Nueva York, 2016. Gentileza de Silvina López Medin

sábado, mayo 29, 2021

Silvana Franzetti / De "Saltos de agua"


















La brisa mece el sentido del sueño, el vaivén de la persiana deja que la frescura se filtre; unos segundos después un helicóptero pasa tan cerca que hace vibrar el piso; irrumpe, cae sobre los sentidos y así, como efecto inmediato, el cuerpo también podría haber caído muerto de susto sobre el piso.

***

En medio de esta niebla, hacia qué punto seguro podría guiarme ese dedo índice ante mi pregunta sobre la ubicación de la casa. Sigo la dirección del dedo, tiendo una línea un poco más distante y no está, no hay casa, edificio u obra en construcción. Pero si esa nada imponente llegara a arrebatarle algo de densidad al aire saturado de vapor de agua, qué casa mostraría. 

***

El agua, que ya había fertilizado esa parte de tierra, quedó ahora suspendida en el cielo hasta que caiga el sol y las espigadoras terminen su recolección de palabras descartadas. Las palmas de las manos en las que se concentra el cuerpo reúnen eso que ya no es desecho. Miro la imagen del cuadro en una página de un libro, no cuelga de ninguna pared de este estudio; por las ventanas abiertas entra la voz de una cartonera que pasa caminando por la calle.

Silvana Franzetti (Buenos Aires, 1965), Saltos de agua, inédito


Foto: Silvana Franzetti, febrero de 2019 (detalle) Dirk Skiba/Facebook

viernes, mayo 28, 2021

Joaquín Giannuzzi / De "Principios de incertidumbre", 3




Unidad lluviosa

Entre dos filas de álamos
la lluvia sobre la carretera gris
es una desolación personal en este valle
y la ley invencible que la aplasta
hacia los cerros boscosos
define mi secreta unidad con el paisaje.
El espacio lluvioso reúne lo distinto,
se adhiere a mí
y prueba la consistencia de su verde mojado
en mi ambulante presencia terrestre.
Ahora silba un zorzal entre las hojas:
confirma que la vida es una complicidad 
que también incluye la devastación
y porque estoy de pie
canta para integrar a todo lo que respira
este jadeo disociador al borde de la carretera.


El galgo

Vi la carrera de un galgo filmada en cámara lenta.
Era como soñarlo. El mecanismo del movimiento
diseñaba una coreografía
de ondulantes miembros articulados
para mínimos puntos de apoyo. Blanca
la estirada estructura moteada, sobre finas columnas
que extendían tensiones dilatadas
hasta límites regidos
por una pulsación aérea de velocidad.
Un foco de energía estallando hacia la gracia
de un orden sano bajo el sol,
mientras hacia atrás corrían
confusamente, nubes, árboles y vientos.
Y yo sentado
aplastado al planeta con excesiva grasa
y mi torpe universo dislocado.
Equivocado y discontinuo,
una distorsión oscura
que jadeaba ante el galgo, su decisiva claridad.

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Campo Quijano, Salta, Argentina, 2004), "Principios de incertidumbre", 1980, Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014

jueves, mayo 27, 2021

Pablo Thiago Rocca / De "La Bicicleta Etrusca"

















I

Los monstruos alados
y los leones
y los hombres con orejas
como asas de tazas de té

compartieron una vez
el mismo friso
treparon
los mismos árboles
tuvieron igual miedo a las estrellas

todo guardado en una caja de papel
escrito con palabras

pendiente al cabo
de un hilo de cobre
y el sueño repujado en horizonte
marino

Pablo Thiago Rocca (Montevideo, 1965), La bicicleta etrusca, Pozo de Agua Ediciones, Montevideo 2014 Op. Cit., abril 12, 2021


miércoles, mayo 26, 2021

Horacio Castillo / Los gatos de la Acrópolis
















Cómo tiembla la rama de laurel, cómo tiembla toda la morada. 
Pero al pie de la columna, a la sombra del mármol,
ellos vigilan. ¿Duermen o sueñan? ¿Están vivos o muertos?
Lejos todo lo miserable: el gran Roedor,
el poder que desgasta la materia del mundo,
lejos lo que quita el sueño, la peste de lo que es.
Cómo tiembla la rama de laurel, cómo tiembla toda la morada.
Pero estáticos, perpendiculares al día,
ellos vigilan. ¿Son momias o espectros? ¿Dioses o demonios?
Y eras tú, Matador de Ratas, siempre bello y siempre joven,
tú que sólo te muestras al que es bueno.
Y eras tú, Matador de Ratas, pero no te veíamos,
tú que sólo te muestras al que es puro.
Lejos todo lo miserable, lejos
la alimaña del corazón, la degradación de la belleza,
lejos el diente de la nada, el embrión de lo que no es.
Tiembla nuevamente la rama de laurel, se estremece toda la morada.
Pero ellos vigilan. Y se detiene el proceso de corrupción.
Te veremos, Matador de Ratas, te veremos y no seremos despreciados.

Horacio Castillo (La Plata, Argentina, 1934 - 2010)

"Los gatos de la Acrópolis", 1998,
Obra reunida
La Comuna Ediciones, 
La Plata, 2020










Foto: Horacio Castillo, Mar del Plata, 1967 Archivo familiar/La Comuna

martes, mayo 25, 2021

Leonardo Sciascia / En memoria



















El largo invierno de pronto se extingue
en el mayo del siroco: una helada
nítida fábula que te lleva, en su fin,
a la muerte -así como las amapolas
encienden ahora una floración de sangre.
Y las primeras rosas en tus manos exangües,
las primeras rosas abiertas en este valle
de azufre y de olivos, a lo largo de las vías muertas,
junto a las aguas amarillas de barro
que los griegos dijeron de oro. Y nosotros de oro
decimos tu vida, la nuestra
que permanece -mientras las golondrinas
traman con sus vuelos la tarde,
esta triste tarde mía, que es la tuya.

Leonardo Sciascia (Racalmuto, Italia, 1921-Palermo, Italia, 1989), La Sicilia, il suo cuore, Bardi Editore, Roma, 1952
Versión de Eduardo Mileo




In memoria

L’inverno lungo improvviso si estenua
nel maggio sciroccoso: una gelida
nitida favola che ti porta, al suo finire,
la morte - così come i papaveri
accendono ora una fiorita di sangue.
E le prime rose son presso le tue mani esangui,
le prime rose sbocciate in questa valle
di zolfo e d’ulivi, lungo i morti binari,
vicino ad acque gialle di fango
che i greci dissero d’oro. E noi d’oro
diciamo la tua vita, la nostra
che ci rimane - mentre le rondini
tramano coi loro voli la sera,
questa mia triste sera che è tua.

lunes, mayo 24, 2021

Cesare Pavese / Agonía



Andaré por las calles hasta que caiga muerta de cansancio,
sabré vivir sola y mirar a los ojos
las caras que pasan y ser siempre la misma.
Este fresco que sube a buscarme las venas
es un despertar que nunca había probado tan verdadero
en la mañana: sólo me siento más fuerte
que mi cuerpo, y un temblor frío viene con la mañana.

Quedaron lejos las mañanas en que tenía veinte años.
Y mañana, veintiuno: mañana saldré por las calles,
de las que recuerdo cada piedra y las estrías del cielo.
Desde mañana la gente volverá a mirarme
y estaré firme de pie y podré detenerme
y verme reflejada en las vidrieras. Las mañanas de antes
era joven y no lo sabía, y ni siquiera sabía
que era yo la que pasaba -una mujer, dueña
de sí misma. La flaca chica que fui
se ha despertado de un llanto de años:
ahora es como si aquel llanto no hubiese existido.

Y deseo solo colores. Los colores no lloran,
son como un despertar: mañana los colores
volverán. Cada una saldrá por la calle,
cada cuerpo un color -hasta los chicos.
Este cuerpo, vestido de rojo ligero
después de tanta palidez, tendrá de nuevo su vida.
Sentiré a mi alrededor deslizarse las miradas
y sabré ser yo: echando una ojeada
me veré entre la gente. Cada nueva mañana,
saldré por las calles buscando los colores.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908-Turín, Italia, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino


Foto: Il Giornale s/d

Agonia

Girerò per le strade finché non sarò stanca morta
saprò vivere sola e fissare negli occhi
ogni volto che passa e restare la stessa.
Questo fresco che sale a cercarmi le vene
è un risveglio che mai nel mattino ho provato
così vero: soltanto, mi sento più forte
che il mio corpo, e un tremore più freddo accompagna il mattino.

Son lontani i mattini che avevo vent'anni.
E domani, ventuno: domani uscirò per le strade,
ne ricordo ogni sasso e le striscie dil cielo.
Da domani la gente riprende a vedermi
e sarò ritta in piedi e potrò soffermarmi
e specchiarmi in vitrine. I mattini di un tempo,
ero giovane e non lo sapevo, e nemmeno sapevo
di esser io che passavo -una donna, padrona
di se stessa. La magra bambina che fui
si è svegliata da un pianto durato per anni:
ora è come quel pianto non fosse mai stato.

E desidero solo colori. I colori non piangono,
sono come un risveglio: domani i colori
torneranno. Ciascuna uscirà per la strada,
ogni corpo un colore - perfino i bambini.
Questo corpo vestito di rosso leggero
dopo tanto pallore riavrà la sua vita.
Sentirò in torno a me scivolare gli sguardi
e saprò d'esser io: gettando un'occhiata,
mi vedrò tra la gente. Ogni nuovo mattino,
uscirò per le strade cercando i colori.

Poesie, Mondadori, 1969

domingo, mayo 23, 2021

Louis MacNeice / Reflejos



















El espejo de encima de mi hogar refleja el cuarto
reflejado en mi ventana; miro a la noche el espejo
y veo dos cuartos, en el primero la izquierda es la derecha
y el segundo, más allá de la ventana reflejada, corregido,
pero ahí estoy espalda contra espalda. La lámpara de pie
está tres veces en mi espejo y dos en mi ventana,
el fuego en el espejo está dos cuartos más allá de la ventana,
el fuego en la ventana está a un cuarto de distancia de otras casas,
mi cuarto real va intercalado entre las capas
de noche y de luces y de vidrio y en ambas direcciones
puedo ver más allá y en casa los reflejos de faroles
exteriores donde mis cuartos interiores encallaron,
donde tal vez un taxi cruce los estantes
cuyos libros no son para leer y más allá del fuego
que no calienta se detenga junto al escritorio
donde no puedo escribir por no ser zurdo.

Louis MacNeice (Belfast, Reino Unido, 1907-Londres, 1963), Collected Poems, Faber & Faber, 1979.
Traducción de Jorge Fondebrider

 

Reflections
The mirror above my fireplace reflects the reflected/ Room in my window; I look in the mirror at night/ And see two rooms, the first where left is right/ And the second, beyond the reflected window, corrected/ But there I am standing back to my back. The standard/ Lamp comes thrice in my mirror, twice in my window,/ The fire in the mirror lies two rooms away through the window,/ The fire in the window lies one room away down the terrace,/ My actual room stands sandwiched between confections/ Of night and lights and glass and in both directions/ I can see beyond and through the reflections the street lamps/ At home outdoors where my indoors rooms lie stranded,/ Where a taxi perhaps will drive in through the bookcase/ Whose books are not for reading and past the fire/ Which gives no warmth and pull up by my desk/ At which I cannot write since I am not lefthanded.

sábado, mayo 22, 2021

Lucina Alvarez / Postal

















Azul montevideano casas bajas de postal de puerto
el cuero y la verdura y unas tuercas irrisorias
empecinada en sus cositas un día de domingo,
la feria de la calle larga:
en Tristán Narvaja está Latinoamérica.

Eran de ver aquellas caras
complicándose con un silencio de asfalto
como si así nomás de sencillito.

Eran de ver aquellas caras
(la vianda al mediodía y la casa para todos)
el cigarrillo Nevada
el zapato gastado sin planear el nuevo
la risa abierta al costado
de unas pocas monedas uruguayas,
la maceta y la vecina y el plato que había que lavar
la flor dorada que tenía que crecer
(tal vez el sitio que había que cubrir)
Nada que darles
sospechando apenas
ese camafeo sin gesto a las espaldas.
¿Hablar de cantegriles? ¿Del contrabando amargo?
¿De sueldos de migaja
mientras el manquito de la motocicleta
se traga la noche con su luna de almendra?

Algún nombre extraño extrañamente bello
paseaba sus rincones me decía nosotros
(y yo ya lo sabía lo sabría
cuando un día, hoy me dijeran
me dirían que lo atrapó la sombra).

Llegando a Carrasco
la espalda del aire era más dura,
un infinito color de tiempo amargo
disfrazado de chico oscuro “tire dié”
merodeaba valijas
puchos a medio consumir:
Los pobres no tienen nacionalidad
toda la tierra es de ellos y no se la devuelven.

De este lado del río
inevitablemente vuelvo a aquella flor dorada
y estoy segura de que creció
a pesar de la caída y de la sombra
que creció creció
como un hermoso animal para este lado.

Yo me jugué un truco con un innombrable
el innombrable anda jugándose la vida
más allá del silencio que los nombra
más acá de su luna muy adentro
y su fusil de la tierra para arriba.

Lucina Alvarez (Bembibre, León, España, 1945-Desaparecida en Buenos Aires, 1976), El Juguete Rabioso nº 3, Buenos Aires, septiembre de 1972


Foto: Lucina Alvarez con Oscar Barros, desaparecido en 1976 El 1 Digital/Universidad Nacional de La Matanza

viernes, mayo 21, 2021

Susana Thénon / Si te odiara


















Si te odiara,
el mundo no se inmutaría;
nunca el mundo se ensaña
con los que odian.
En cambio te amo
y todo es catástrofe alrededor:
las voces, las manos, los rostros,
todos quieren apedrearnos.

20-II-58

Susana Thénon (Buenos Aires, 1935-1991), La morada imposible, tomo II, Corregidor, Buenos Aires, 2019
Envío de Eduardo Ainbinder


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Foto: Escritores s/d

jueves, mayo 20, 2021

Carlos Drummond de Andrade / Caza nocturna
















En lo oscuro
el alto zumbido del escarabajo
carcome los cristales del sueño.
¿Qué avión es ese, que lleva hacia Teherán
una amistad un amor un muro de ochenta indiferencias
que no acaba de pasar y rodea
la casa perdida en la floresta
inmueble?

Va el oído filtrando
en la trama del rumor sus nervaduras.
Insecto múltiple reunido
para formar el sordo zumbido,
circular opresivo
zunzin de mil zonzons zumbando en medio
de la masa de calor
de la noche en blanco.

Son las electrobombas en servicio.
La música de la sequía.
Pickup que no para de girar.
Gato que no cansa de ronronear.
¡Ah, cómo los conozco!
Hacen parte de la vida esos poderosos
motores de emboscada
en la cacería lunar de agua, liebre esquiva
atraída
por un canal de desesperación e insomnio.

¿Qué gemido ligero, apenas zi,
tímido, se incorpora al zon compacto?
¿Qué vocecilla medrosa suspira,
que no zumba en el cóncavo nocturno?
El motorcillo del poeta,
pobre galgo de casa,
1/4 de HP, cazando en vano.

Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Brasil, 1902-Río de Janeiro, Brasil, 1987), Material de Lectura nº 45, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2009
Traducción de Maricela Terán


miércoles, mayo 19, 2021

Xi Chuan / Un hombre envejece


















Un hombre envejece, entre miradas y conversaciones,
entre pepinos y hojas de té,
como humo subiendo, como agua bajando. La oscuridad se
       acerca.
En la oscuridad, el pelo se pone blanco, los dientes caen.
Como una anécdota de los viejos tiempos,
como un papel de reparto en una ópera, un hombre
      envejece.
 
El telón del otoño cae pesadamente.
El rocío está frío. La música obstinada continúa.
Vio un ganso rezagado de su grupo, un fuego extinguirse;
hombres mediocres, mecanismos detenidos, un retrato
      incompleto.
Cuando los amantes jóvenes toman distancia,
un hombre envejece, los pájaros desvían la mirada.
 
Tiene experiencia como para distinguir el bien y el mal,
pero las chances se escurren como arena
y las puertas se cierran.
Un hombre joven vive en su interior.
Cuando habla, alguien habla a través de él.
Los extraños son balsas a las que aferrarse.
 
Algunos construyen casas, otros bordan, otros apuestan.
El gran viento de la vida barre el espíritu del mundo,
sólo los viejos pueden ver la devastación en esto.
 
Un hombre envejece, deambula sin pausa
por la avenida de otros tiempos, de golpe se detiene,
caen hojas de un árbol, pronto van a cubrirlo.
 
Aún más sonidos se meten a presión en su oído,
así como su cuerpo entrará en una caja.
Es el final de una serie de juegos:
disimular el triunfo, disimular la derrota.
En el techo de una casa, en el agujero de un árbol
ya escondió mensajes de amor y de pena.
 
Si quiere cosechar, ya es demasiado tarde,
si quiere escapar, ya es demasiado tarde.
 
Un hombre envejece, vuelve a la infancia,
después igual que un animal se muere. Su esqueleto
ya es bastante duro, puede soportar la historia,
dejemos que otros graben en su tumba
palabras que no le pertenecen.
 
                                                                                 Abril 1991
 
Xi Chuan (Xuzhou, provincia de Jiangsu, China, 1963), Murciélagos al atardecer, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2017 
Traducción de Miguel Ángel Petrecca


martes, mayo 18, 2021

Patrick Kavanagh / Dos poemas
















Shancoduff 

Mis colinas negras nunca han visto salir el sol,
eternamente miran al norte, hacia Armagh.
La mujer de Lot no sería sal si no hubiese
sido curiosa como mis colinas negras, que son felices
cuando el amanecer blanquea la capilla Glassdrummond.
 
Mis colinas atesoran los brillantes chelines de marzo
mientras el sol busca en cada bolsillo.
Son mis Alpes y he escalado el Matterhorn
con una gavilla de heno para tres terneros moribundos
en el campo bajo el Big Forth de Rocksavage. 

El aguanieve de los vientos acaricia las barbas espinosas de Shancoduff
mientras los arrieros que se refugian en Featherna Bush
miran hacia arriba y dicen: “¿De quién son esas colinas hambrientas
que la polla de agua y la agachadiza deben haber abandonado?
¿De un poeta? Entonces, caramba, debe ser pobre”.
Oigo y, ¿acaso mi corazón no está gravemente conmovido?


Atardecer húmedo de abril 

Los pájaros cantaron en los árboles mojados
y los escuché, fue dentro de cien años
y yo estaba muerto y alguien más los estaba escuchando.
Pero me alegré de haber registrado para él
la melancolía.
 
Patrick Kavanagh (Inniskeen, Monaghan, Irlanda, 1904-Dublín, 1967), Collected Poems, Penguin Classics, Londres, 2005
Traducción de Jorge Fondebrider


Foto: Patrick Kavanagh, Dublin, 1966 (detalle) Evelyn Hofer/Getty Images

Shancoduff 

My black hills have never seen the sun rising,/ Eternally they look north towards Armagh./ Lot's wife would not be salt if she had been/ Incurious as my black hills that are happy/ When dawn whitens Glassdrummond chapel.// My hills hoard the bright shillings of March/ While the sun searches in every pocket./ They are my Alps and I have climbed the Matterhorn/ With a sheaf of hay for three perishing calves/ In the field under the Big Forth of Rocksavage./ The sleety winds fondle the rushy beards of Shancoduff/ While the cattle-drovers sheltering in the Featherna Bush/ Look up and say: "Who owns them hungry hills/ That the water-hen and snipe must have forsaken?/ A poet? Then by heavens he must be poor."/ I hear and is my heart not badly shaken?

Wet Evening in April 

The birds sang in the wet trees/ And I listened to them it was a hundred years from now/ And I was dead and someone else was listening to them. /But I was glad I had recorded for him/ The melancholy.

lunes, mayo 17, 2021

Luciana Mellado / De "El coloquio de las plantas"
















Lavanda

2.

Abandono el deseo
de abandonarlo todo.

Armo un ramo de lavanda
y recojo las sobras de cada espiga
toda molida como la fe.

Me gustan las flores apenas cortadas,
cuando su vida existe
lejos del cuidado
y las expectativas de futuro.

Miniaturas violetas,
sus despojos fragantes
se desarman adentro de mi mano.

Las huelo y florece en mí
un recuerdo que se vierte
en cada gota de agua.

La presión del riego es fuerte
como la orina de un potrillo.

Una luz modesta tiembla
entre los árboles.

La lluvia de la manguera golpea
la fragilidad de las flores pequeña


Abrojo

1.

El abrojo tiene un fruto con espinas
que se pega a la ropa y al pelo
de la gente y de los animales.

Cuando los tallos son rastreros
las púas se clavan en las piernas o las patas.

Cuando lo notamos, nos urge sacarlos,
eliminar la intrusión.

¿Qué fue la primera cosa que robaste?
¿Qué color tenía, qué textura, qué brillo?

A vos te encantaban las latas de paté,
la redondez dorada de esas monedas
llenas de hígado invisible.

A vos te gustaban las latas, no el paté.

La forma no es igual que el contenido.

¿Las plantas son una forma o un contenido?

¿Y tus ideas y tu insomnio qué cosas son?

Luciana Mellado (Buenos Aires, 1975), De lo que no Aparece en las Encuestas, 24 de abril de 2021

El coloquio de las plantas
La Ballesta Magnífica, 
Delta de San Fernando, 2021










Foto: Letralia

domingo, mayo 16, 2021

Louis MacNeice / La Sala de Lectura del Museo Británico



Debajo de la cúpula en forma de colmena, los encorvados lectores poseídos
suben y bajan por los callejones, tocan las celdas del conocimiento -
cera y miel, la acumulación de años…
Algunos por encargo, algunos por amor al estudio,
algunos porque no tienen nada mejor que hacer
o porque esperan que estas paredes de libros mitiguen
el tambor del demonio en sus oídos. 

Eruditos cascarrabias, escribidores, asolados por la pobreza,
con quevedos, sombreros de época o barbas románticas
y valorando su hobby o su condena,
algunos están muy animados y algunos dormidos
colgando como murciélagos en un mundo de valores invertidos,
plegados en sí mismos en un mundo seguro y silencioso:
esta es la Sala de Lectura del Museo Británico. 

Afuera, en los escalones, al sol, las palomas se cortejan,
hinchando sus buches y arrastrando las colas o tomando
un baño de sol a sus anchas
y bajo los tótems -el antiguo terror-
entre las enormes columnas jónicas acanaladas
se filtra de la mandíbula fuerte o del perfil aquilino de rostros extranjeros  
la tristeza gutural de los refugiados.

1939

Louis MacNeice (Belfast, Reino Unido, 1907-Londres, 1963), Collected Poems, Faber & Faber, 1979
Traducción de Jorge Fondebrider 

 


The British Museum Reading Room 
Under the hive-like dome the stooping haunted readers/ Go up and down the alleys, tap the cells of knowledge –/ Honey and wax, the accumulation of years …/ Some on commission, some for the love of learning,/ Some because they have nothing better to do/ Or because they hope these walls of books will deaden/ The drumming of the demon in their ears.// Cranks, hacks, poverty-stricken scholars,/ In pince-nez, period hats or romantic beards /And cherishing their hobby or their doom,/ Some are too much alive and some are asleep/ Hanging like bats in a world of inverted values,/ Folded up in themselves in a world which is safe and silent:/ This is the British Museum Reading Room. // Out on the steps in the sun the pigeons are courting,/ Puffing their ruffs and sweeping their tails or taking/ A sun-bath at their ease/ And under the totem poles – the ancient terror –/ Between the enormous fluted ionic columns/ There seeps from heavily jowled or hawk-like foreign faces/ The guttural sorrow of the refugees.   1939

sábado, mayo 15, 2021

Odile Kennel / Algo deshilachado
















algo deshilachado
sorprender el momento (ser sorprendido
por el momento), de noche
cuando se mira por la ventana
y no se ve más luz en la ciudad.

Tomar esto como prueba de
que debemos nuestras vidas
a las coincidencias: líneas que se cruzan
ángulos imprevisibles que juntos no
producen trescientos sesenta grados, ninguna
superficie, ningún cuerpo con volumen
geométrico definible.

Algo deshilachado, nuestra vida, cuando nos arriesgamos
a mirar, de noche, la ciudad
y no hay ningún rayo de luz a la vista, surgen
dibujos que recuerdan a otro
dibujo, solo que se nos escapó cuál era

pero por un momento, y solo
porque lo queremos, nos sentimos
igual a partículas del universo, un poco como
estrellas
calles
polvo
o incluso algo menos
soportable, por eso entramos
a nuestras cocinas, encendemos la luz
y tomamos nota de esto

mientras en otra
ventana en otro departamento
alguien justo sorprendió el momento
(fue sorprendido por el momento)
en el que no se veía ninguna luz y tomó
esto como prueba de que debemos nuestras
vidas a las coincidencias, en el momento
en que discurríamos en una ciudad
que por casualidad se parece a otra.

Odile Kennel (Bühl, Alemania, 1967), Oder wie heißt diese interplanetare Luft, Deutscher Taschenbuch Verlag, Múnich, 2013 Op. Cit. abril 12, 2021
Versión de Silvana Franzetti




ausgefranstes Etwas

den Moment überraschen (überrascht
werden von dem Moment), in dem nachts
beim Blick aus dem Fenster kein
Licht mehr zu sehen ist in der Stadt.

Dies als Beweis dafür nehmen
dass wir unser Leben Koinzidenzen
verdanken: sich kreuzende Linien
unvorhersehbare Winkel, die zusammen nicht
dreihundertsechzig Grad ergeben, keine
Fläche, keinen Körper mit geometrisch
bestimmbarem Volumen.

Ausgefranstes Etwas, unser Leben, wagt
man den Blick, nachts, auf die Stadt
und kein Lichtschimmer in Sicht, treten Muster
hervor, die an ein anderes Muster
erinnern, nur welches, ist uns entfallen

doch für einen Moment, und nur
weil wir es wollen, fühlen wir uns
als Partikel des Alls, etwas wie
Sterne
Straße
Staub
oder noch weniger
Aushaltbares, weshalb wir unsere
Küche betreten, Licht anknipsen
und dies niederschreiben

während an einem anderen
Fenster in einer anderen Wohnung
jemand gerade noch den Moment überraschte
(vom Moment überrascht wurde)
in dem kein Licht zu sehen war, und dies
als Beweis dafür nahm, dass wir unser Leben
Koinzidenzen verdanken, einen Gedankengang
lang in einer Stadt, die zufällig
einer anderen gleicht

viernes, mayo 14, 2021

Akiko Baba / Dos poemas





















puesto que no conozco a mi madre
no quiero ser una madre.
frente al sol
nos sonreímos la una a la otra
yo y una niña sin rostro

*

en otoño, cuando las palabras suenan
como el eco de un hacha de piedra,
un demonio dentro de mí
quiere ponerse en pie y alejarse.

Akiko Baba (Tokio, 1928), Modern Japanese Poets and the Nature of Literature, edición y traducción de Makoto Ueda, Stanford University Press, Redwood, 1983. Heavenly Maiden Tanka, edición y traducción de Hatsue Kawamura y Jane Reichhold, AHA Books, Gualala, 1999
Versiones de Jonio González


Foto: Xwhos?



Since I don't know my mother,
I won't be a mother.
Facing the sun
we smile at each other,
myself and a faceless child.

*

In the autumn when words sound
like the echo of a stone ax,
some demon in me
wants to rise up and walk away.

jueves, mayo 13, 2021

Gottfried Benn / De "Morgue y otros poemas"

















Ciclo

El solitario molar de una puta
que falleció en completo anonimato tenía una incrustación de oro.
Como por arte de magia
los otros se habían caído todos.
A ese, el cuidador de cadáveres lo extirpó lo empeñó y se fue a bailar.
Porque, dijo
sólo el polvo ha de volver al polvo.


Café Nocturno

8.24: La vida y el amor de las mujeres.
El cello apura un trago. La flauta
eructa profunda en tres tiempos: su sabrosa cena. El tambor termina de leer una novela policial.

Dientes verdes, espinillas en la cara hace señas a párpado inflamado.

Cabello grasiento
habla a boca abierta con amígdala hinchada fe, amor, esperanza cuelgan del cuello.

Bocio joven es amoroso con nariz aguileña. Compra tres cervezas para ella.

Eczema barbudo compra claveles para conmover a papada.

Bemol-menor: la Sonata Nº35. Dos ojos brillan amenazantes:
¡No salpiquen la sangre de Chopin en esta sala para que estos canallas la pisoteen!
¡Hasta aquí, Gigi! ¡Basta! -

La puerta se abre: una mujer. Desierto reseco. Marrón cananeo.

Casta. Llena de huecos. La acompaña un aroma.
Es sólo una dulce burbuja de aire que azota mi cerebro.

Tras ella, la obesidad camina con paso lento.

[1912]

Gottfried Benn (Westprignitz, Brandenburg,  Alemania,1886-Berlín, 1956)
Traducciones de Verónica Zondek

Morgue y otros poemas
,
Ediciones de la Universidad Austral de Chile,
Valdivia, Chile, 2021











Foto: Gottfried Benn, Berlín, 1955 Imagno/Hulton Archives/Getty Images/The New Republic


Kreislauf

Der einsame Backzahn einer Dirne, die unbekannt verstorben war,
trug eine Goldplombe.
Die übrigen waren wie auf stille Verabredung ausgegangen.
Den schlug der Leichendiener sich heraus, versetzte ihn und ging für tanzen.
Denn, sagte er,
nur Erde solle zur Erde werden.


Nachtcafé

8.24: Der Frauen Liebe und Leben.
Das Cello trinkt rasch mal. Die Flöte
rülpst tief drei Takte lang: das schöne Abendbrot. Die Trommel liest den Kriminalroman zu Ende.

Grüne Zähne, Pickel im Gesicht winkt einer Lidrandentzündung.

Fett im Haar
spricht zu offenem Mund mit Rachenmandel Glaube Liebe Hoffnung um den Hals.

Junger Kropf ist Sattelnase gut. Er bezahlt für sie drei Biere.

Bartflechte kauft Nelken. Doppelkinn zu erweichen.

B-moll: die 35. Sonate. Zwei Augen brüllen auf:
Spritzt nicht das Blut von Chopin in den Saal, damit das Pack drauf rumlatscht!
Schluß! He, Gigi!-

Die Tür fließt hin: Ein Weib.
Wüste ausgedörrt. Kanaanitisch braun.

Keusch. Höhlenreich. Ein Duft kommt mit. Kaum Duft. Es ist nur eine süße Vorwölbung der Luft
Gegen mein Gehirn.

Eine Fettleibigkeit trippelt hinterher.