jueves, agosto 30, 2007

William Shakespeare / Soneto 130





Los ojos de mi amada no parecen dos soles,
y el coral es más rojo que el rojo de sus labios.
Siendo blanca la nieve, sus senos son oscuros,
y si el cabello es negro en ella es hierro negro.

He visto rosas rojas, blancas y adamascadas,
mas nunca en sus mejillas encuentro tales cosas.
Y en algunos perfumes existe más deleite,
que en ese dulce aliento que emana de mi amada.

Amo escuchar su voz y sin embargo entiendo,
que la música tiene un sonido más grato.
No he visto caminar por la tierra a una diosa,
pero al andar mi amada va pisando la tierra.

Mas juro y considero a mi amada tan única,
que no existe en el mundo ilusión que la iguale.

William Shakespeare (Stratford-up -Avon, Inglaterra, 1564-1616)

Versión de Ramón García González

Vía Una temporada en el infierno

Sobre la traducción: Trasladar estos endecasílabos en inglés a español supone un verdadero ejercicio de interpretación que nunca satisface, dadas las diferencias entre las dos sintaxis. Por lo tanto, había que buscar una forma de medida poética que con la musicalidad necesaria nos permitiera la traducción, sin pérdida de los contenidos. Esto me llevó como medio más factible a elegir el alejandrino español, medida poética que por su mayor extensión en cada verso me permitiera mayores logros. Alejandrinos blancos, con los que tanto gustaba trabajar a Pablo Neruda, de quien tomando ejemplo para estos mimbres fui desarrollando mi trabajo. (R. G. G.)

154 sonetos de Shakespeare

Sonnet 130
My Mistress' eyes are nothing like the Sun,/Coral is far more red, than her lips' red,/If snow be white, why then her breasts are dun:/If hairs be wires, black wires grow on her head://I have seen roses damask'd red and white,/But no such roses see I in her cheeks,/And in some perfumes is there more deligh,/Than in the breath that from my Mistress reeks.//I love to hear her speak, yet well I know,/That Music hath a far more pleasing sound:/I grant I never saw a goddess go,/My Mistress when she walks treads on the ground.//And yet by heaven I think my love as rare,/As any she beli'd with false compare.

Ilustración: William Shakespeare en un imaginativo grabado de fines del siglo XIX Getty Images

miércoles, agosto 29, 2007

El acto más notorio de prolongación oral del acto de escribir creo que lo personificaba Lezama Lima, en el área del Caribe; notorio, pues Lezama era el sujeto de una hiperescritura más complicada que una oreja. La única vez que él cruzó una palabra conmigo, lo que duró nuestra mutua presentación en el vestíbulo de la Unión de Escritores de Cuba, me expulsó del diálogo con una partida demasiado ingeniosa.
El escritor busca el diálogo para monologar, para ser leído en vivo. Los ejemplos sobreabundan. Una de las pocas veces que escuché latamente a Neruda -en casa de Nicanor Parra, día del primer matrimonio de su hija Catalina- estaba copuchando [chusmeando] sobre Gabriela Mistral para un círculo de lectores naturalmente mudos, que recibían esos borradores de Confieso que he vivido con la aborregada admiración de la que siempre se le hizo objeto, religiosamente, salvo imprevisible excepción o colérico error.
Me he sustraído hasta donde la excepción no confirmara reiteradamente la regla al monopolio, por parte del otro, de la palabra, a menos que fuera la escrita; pero yo mismo soy, en ciertas condiciones, una amenaza para los demás y para mí mismo.

Enrique Lihn, "Escribir hablando", El circo en llamas, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 1996

domingo, agosto 26, 2007

Un día, Pompeyo, que volvía de hacer alguna cosa imperial por Siria, fue a verlo. Posidonio [de Apamea] estaba en la cama con un ataque agudo de gota. A pesar de ello, recibió a su visitante y le desarrolló con firme entereza el tema de que nada es bueno salvo el bien.
El dolor, quizá interesado en la lección, también aguzaba el oído y se hacía más y más vivo. Sin duda quería saber si, al menos, su ausencia también sería un bien, es decir, si él mismo era un mal. Posidonio, con los recursos de un auténtico maestro estoico de la vieja escuela, hacía apartes teatrales y clamaba, de modo que se le oía en toda la barriada: "¡No tienes nada que hacer, oh dolor! ¡Nada! ¡Ah! Por penoso que seas, jamás reconoceré que eres un mal!". Luego, seguía disertando. Pompeyo y el dolor estaban encantados.

Eduardo Gil Bera, Pensamiento estoico, Edhasa, Barcelona, 2002
Filóstrato, Vidas de los sofistas 1,10.- Protágoras de Abdera fue sofista y discípulo de Demócrito en su país; tuvo además relación con los magos persas durante la expedición de Jerjes contra la Hélade [480 a.C.]. Efectivamente, su padre era Meandrio, que acumuló más riquezas que mucha gente de Tracia, y por el hecho de haber acogido a Jerjes en su casa, con obsequios consiguió de éste el trato de los magos con su hijo, pues los magos persas no enseñan a los no persas sin el permiso del rey. En cuanto a la afirmación de perplejidad de si los dioses existen o no existen [sobre los dioses decía Protágoras: "No puedo afirmar que existen y no puedo afirmar que no existen"], yo creo qe Protágoras comete esta violación a la ley debido a la educación persa, pues los magos dan culto a los dioses en ceremonias secretas, pero eliminan las creencias públicas sobre la divinidad, pues no quieren que parezca que su autoridad deriva de ella. Por esta causa fue arrojado de todas partes de la tierra por los atenienses, según algunos después de ser juzgado, según otros le fue entregado un decreto sin ser procesado. Mientras dejaba el continente por las islas a fin de esquivar las trirremes diseminadas por todos los mares, se hundió la pequeña barca en la que navegaba [circa 420 a.C.]. Fue el inventor de dar lecciones con honorarios y el primero en extenderlo entre los griegos -cosa no menospreciable, pues damos más importancia a las cosas que nos cuestan que a las gratuitas-. Platón, sabiendo que Protágoras poseía un estilo solemne, que se complacía en esa solemnidad y que alguna vez se alargaba más de lo normal, imitó su estilo en un largo mito.

Diógenes Laercio, 9,50 ss.- Fue el primero [Protágoras] que puso en circulación la forma socrática de los discursos. Y el argumento de Antístenes que pretende demostrar la imposibilidad de la contradicción.

Séneca, Cartas a Lucillo 88,43.- Protágoras dice que acerca de cualquier cuestión se puede discutir desde dos puntos de vista y con la misma fuerza, incluso sobre la cuestión misma de si cualquier cosa puede ser discutida desde dos puntos de vista.

Esteban de Bizancio, Diccionario Geográfico, s.v. "Abdera".- Euxodo narra que Protágoras había inventado el razonamiento más débil y el razonamiento más fuerte y que había enseñado a sus dicípulos a vituperar y a alabar a la misma persona.

Gromologio Vaticano 743, n° 468 (ed. Sternbach). Protágoras a un poeta que le insultaba porque no aprobaba sus poemas, replicó: "Amigo mío, prefiero escuchar tus injurias antes que tus poemas" [o tal vez: "son mejores tus injurias que tus poemas"].

Sofistas, Bruguera, Barcelona, 1985

sábado, agosto 25, 2007

Notan a poco andar los viajeros que el mayoral y los postillones escrudiñan con señalada insistencia el lado del sur, y como la curiosidad es de rápido contagio, todas las miradas se clavan en el horizonte, a través de un campo abierto, inmenso, triste, solitario.
Son las doce del día. Arde un sol de estío que rarifica el aire y puebla de lagos y de paisajes isleños el desierto.
La atmósfera tibia parece inmóvil; no siente un soplo consolador, y la calma y el solemne silencio imponen una sensación extraña a los espíritus, preocupados por la contemplación del sur.
Nada ven los pasajeros. ¡Todo lo ven, sin embargo, el mayoral y los postillones!
-El campo está en movimiento -ha dicho aquél, con voz sombría, y a la vez saca de abajo de su poncho un enorme y amarillo naranjero, con el morral de balas y de pólvora.
De cuando en cuando cruzan en desesperada carrera bandadas de avestruces y tropillas de gamas, como si un enemigo terrible amenazara la libertad grandiosa con que viven en los campos. Vuelan aves del sur hacia las comarcas del oriente y aparecen en los caminos las copetudas martinetas que huyen del lejano pajonal.
Tal es el "movimiento del campo" en la lengua singular y viril de los desiertos meridionales de la República Argentina; y este movimiento se produce siempre por la presencia tumultuosa del hombre: las invasiones de los indios y las boleadas de avestruces.
(...)
Diez minutos más y la zozobra es completa: una gruesa columna de polvo se levanta a la izquierda, hacia el sudoeste. El mayoral sube a la tolda y examina de pie. La galera rueda vertiginosamente. Los postillones clavan la espuela en sus caballos por instinto y precipitan el aire de marcha. El vigía desciende y clama con aire grave:
-¡Castiguen, muchachos! Están como a dos leguas... y podemos ganar la Cabeza del Tigre... Carguen las armas, señores...

Estanislao S. Zeballos, Callvucurá, Painé, Relmu. Ediciones El Elefante Blanco, Buenos Aires, 2007

viernes, agosto 24, 2007

Joseph Brodsky / Fin de una época


Fin de una época maravillosa

Así como la poesía exige palabras,
yo -sordo y pelado, taciturno mensajero de una potencia de segunda
categoría- sin querer esforzar mi cerebro,
me pongo el abrigo
y bajo al kiosco por un periódico.


El viento moviliza las hojas.
En estos tristes lugares
el opaco calor de viejas ampolletas
produce -con la ayuda de algunos charcos-
efectos de abundancia.
Hasta los ladrones cuando roban una mandarina
se encuentran con una envoltura luminosa.[1]

En realidad, ya se me olvido hasta el sentimiento con que me contemplo a mí mismo.
En estos tristes parajes todo está planificado para el invierno:
sueños, paredes de cárceles, abrigos, vestidos de novia, bebidas y
minuteros del reloj.
Los gorriones y el barro parecen oxidados, costumbres puritanas. Ropa interior. Y en las manos de los violinistas guateros de madera.


Este lugar es inmóvil.
Al imaginar la producción quinquenal de
hierro y plomo, uno queda con la mente abobada,
y añora el antiguo poder cosaco de bayonetas y látigos.
Las águilas imperiales, sin embargo, son atraídas como un imán por el fierro.
Hasta las sillas trenzadas están hechas con pernos y tuercas.
Solo los peces en el mar conocen el precio de la libertad,
pero su silencio nos obliga a construir nuevas categorías
y el espacio se despliega como una lista de precios.

El tiempo está construido por la muerte.
Cuando requiere cuerpos y objetos busca verduras frescas.
El gallo imita al carillón;
para quien tiene un carácter sublime
resulta lamentablemente difícil
vivir en una época de proezas.

Al levantarle el vestido a una mujer bonita encuentras lo que buscas y no un prodigio.
Y no ocurre así por seguir los pasos de Lobachevsky[2],
sucede porque el mundo abierto tiene que angostarse en alguna parte,
y es aquí
dónde yace el fin de la perspectiva.

Tal vez el mapa de Europa fue robado por los agentes del poder,
quizás los otros continentes están demasiado lejos
o tal vez una hada bondadosa me esta hechizando,
y no puedo arrancarme de aquí.
Para no llamar a la sirviente me sirvo vino, acaricio el gato.

A lo mejor sería preferible una bala en la sien,
así como se apunta con el dedo al error.
Tal vez huir de acá a través del mar, como un nuevo Cristo.
Borracho y atontado por el frío, no es extraño confundir un tren con un barco,
no hay motivo para sonrojarse o para sentir vergüenza:
el tren - como una canoa en el agua- no deja huellas en los rieles.

¿Qué dicen los periódicos en la sección de tribunales?
Fue ejecutada la sentencia, al imaginar eso el ciudadano percibe -a través de lentes con marcos de estaño- a un hombre acostado cara abajo al lado de un muro de ladrillo.
Pero no está dormido, ya que los sueños tienen derecho a despreciar las cúpulas baleadas.
Perspicacia de esta época
que con sus raíces entrelaza los tiempos,
incapaces -en su ceguera común- de distinguir
entre los caídos de la cuna y las cunas caídas.

Ese prodigio de ojos claros
no quiere ver más allá de la muerte,
que pena, hay muchos naipes
pero no hay con quien interpelarlos
para ver el futuro.

El punto de vista de estos tiempos,
es la perspicacia hacia los objetos de una vía sin salida;
todavía no ha llegado el momento
de derramar la inteligencia,
solo un escupo en la pared.
Y no despertar al príncipe, sino al dinosaurio.

Para el último párrafo ¡Ay! no arrancaría la pluma a un pájaro.
A la cabeza inocente
no le queda mas que esperar el hacha y el laurel.

Joseph Brodsky (San Petersburgo, 1940-Nueva York, 1996)
Versión de Tatiana Zentsova y Bernardo Subercaseaux

Vía Cyber Humanitatis

Notas de los traductores a este poema:
[1] En Rusia las mandarinas son escasas y caras, se venden por unidad envueltas en celofán.
[2] Ni. Lobachevsky (1792-1856) matemático ruso que construyo una geometría no euclidiana.

Nota de los traductores sobre la traducción:
Las traducciones de la obra de Brodsky, realizadas en España, se han esmerado en conservar la rima de sus versos, lo que a menudo ha derivado en un léxico forzado y en ocasiones altamente críptico. En el caso nuestro hemos privilegiado las imágenes, la intelegibilidad semántica y el clima emocional de su lenguaje, sacrificando la sonoridad y la rima. Una traducción, en suma, dentro de lo posible.

jueves, agosto 23, 2007

-Este poeta -dijo el lector de magazines literarios- está seriamente enojado porque un crítico ha censurado dos de sus versos.
-Siente, no sé si legítimamente, que ese crítico ha manoseado su mundo privado -repuso Garbeld. -El crítico sólo le ha indicado dos versos malogrados -apuntó el lector de magazines literarios.-Eso es suficiente, pues hay una arraigada convicción en los poetas, al menos en muchos, de que todo cuanto escriben refiere a un mundo instransferible casi. Por ende, sagrado. En modo alguno pueden ver sus obras como mejores o peores. Ignoran el avance de las manufacturas. No conciben el poema o cualquier otro artefacto artístico como un producto, que a los fines prácticos puede resultar mejor o peor. La era artesanal les pasó por el costado. La pericia no es para ellos blasón.
Gustav Who, Disgustos de Garbeld, El Cairo, 1957

martes, agosto 21, 2007

"Cuando escucho que nuestra civilización carga el peso de siglos de educación judeo-cristiana me pregunto por qué se adiciona al concepto la idea de tiempo",dijo Garbeld. "Dos mil años años o dos generaciones son lo mismo en cuanto a educación y en términos absolutos, pues una cadena puede cortarse en cualquier eslabón, ¿verdad? A menos que el tiempo confiera prestigio a todo y el prestigio obre en la fijación de un concepto."
Gustav Who, Aprontes verbales de Garbeld, Manchester, 1999
El pesimismo del persa es considerado por Lugones "vital" y, por lo tanto, alejado de un mero concepto destructivo. Este vitalismo nihilista es la enseñanza mayor que hacia el siglo XI el Oriente puede entregarle al Occidente. Lugones juzga no sin razón que el Occidente cristiano de la misma época estaba sumido en la más pura barbarie monoteísta y había expurgado de la sociedad todo resabio de placer hedonista y de entrega a la belleza contemplativa. Concluye que el poema absoluto de Khayyam es la expresión de una sociedad "civilizada", por cierto más avanzada que el propio Occidente.
Axel Gasquet. Oriente al Sur. El orientalismo literario argentino de Esteban Echeverría a Roberto Arlt. Eudeba, Buenos Aires, 2007

domingo, agosto 19, 2007

César Vallejo / Dos poemas


























XXIII

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente
mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

¡Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor!,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tanto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

Trilce, 1922


Setiembre

Aquella noche de setiembre, fuiste
tan buena para mí... hasta dolerme!
Yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás... y para eso,
yo no sé por qué fui triste... tan triste...!

Solo esa noche de setiembre dulce,
tuve a tus ojos de Magdala, toda
la distancia de Dios... y te fui dulce!

Y también fue una tarde de setiembre
cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
los charcos de esta noche de diciembre.

Los heraldos negros, 1918

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892-París, 1938), Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968

Foto: César Vallejo, Puerta de Brandemburgo, Berlín, 1929 Wikimedia Commons

Notas sobre Vallejo

Tiendo a pensar que el vallejismo, cuya clave parecía ser la de utilizar el material corriente y el más arcaico léxico español ("Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos") para hablar de la condición humana (otra cuestión sin sentido hoy) sucumbió con los poetas entre los sesenta y los noventa, que miraron a la vez realidad y tradición y creyeron en una poesía cuya verdad era lo escrito.

Jorge Aulicino, "¿Quién le teme a César Vallejo?", revista Ñ, 18 de agosto de 2007

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De una entrevista girada por Rodolfo Alonso al administrador de este blog, "para que veas que no todos olvidamos a nuestro padre Vallejo":

"Hay experiencias que acaso no puedan nunca verbalizarse del todo. Y quizás sea ésa, precisamente, una de las fuentes de la poesía. El descubrimiento personal, hondo e íntimo, de César Vallejo, fue para mí un acontecimiento extraordinario."


"...intuí que esa revelación conmocionante se debía a un fulmíneo contacto con la evidencia --en el sentido de Husserl: 'vivencia de la verdad'-- en que su uso de la palabra convertía a un poema."


"Vallejo me transmitió, me contagió, me hizo percibir de repente y a fondo lo que era la palabra entrañable, la poesía lograda, viva. Mucho tiempo después vine a saber que sus dos abuelos también eran gallegos, dos curas que se ayuntaron con sendas indias chimú. Y él, tan profundamente mestizo, nació en una Compostela indoamericana, Santiago de Chuco. Entonces, supongo, esa melancolía humanísima que se siente a través suyo no sería sólo la del indio sometido, sino quizás también la del gallego trasplantado."

Rodolfo Alonso (Buenos Aires, 1934). Poeta. Premio Nacional de Poesía. Editó dos libros de César Vallejo: Cartas a Pablo Abril (1971) y Enunciados de la guerra española (1976). Dedicó al poeta peruano un capítulo de La voz sin amo (Alción, Córdoba, 2006)

sábado, agosto 18, 2007

David Rosemann-Taub / Ataraxia


Ataraxia

De rodillas el Arbol.
Caigo sobre mis ojos: me acompaño:
sólo tengo caminos.
La luz clama: "¡Estoy ciega!"
Cunde frescos sentidos
el ansia, polvorienta, disoluta.
Los pies del cielo con mis pies tropiezan.
Vetusto claroscuro:
caminos y ninguna
huella. Jamás el mundo.

David Rosemann-Taub (Santiago de Chile, 1927), Los despojos del sol, LOM, Santiago de Chile, 2006

Poesía, voz, cronología, artículos, bibliografía

viernes, agosto 17, 2007

Perú, 2007


Foto AP



Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938), Los heraldos negros, 1918
Sigue gritando y di lo que quieras de mí, pero no me vuelvas a escribir. Tus cartas me impiden trabajar.
Miguel Angel Buonarroti, carta a su padre. Buonarroti, Obras escogidas, M. E. Editores, Madrid, 1997
Arlt piensa que Las mil y una noches, a pesar de la constelación de personajes y situaciones que describe, es "un libro estático, quieto", producto de la civilización oriental que "gira siempre en torno de un diván" como si se tratase de una noria. (...) Los relatos tienden a la resolución mágica (...) sin jamás lograr construir verdaderos héroes literarios (propios de la cultura occidental, en la más pura tradición greco-latina). (...) Su viaje por Marruecos le permite reinterpretar Las mil y una noches: "Analizando seriamente y sobre el terreno (...) descubrimos que lo que caracteriza la imaginación oriental es precisamente su falta de horizonte y de imaginación".

Axel Gasquet, Oriente al Sur. El orientalismo literario argentino de Esteban Echeverría a Roberto Arlt. Eudeba, Buenos Aires, 2007

martes, agosto 14, 2007

Sin instrucciones


Si la materia no contuviera

sus propias leyes de autodestrucción
es probable que un demiurgo previsor
dejase precisas instrucciones
para la destrucción de lo rosado
blanquecino, beige, azul y oro,
lo rojizo, verdusco o incoloro,
en fin... de todo lo creado.
Pero las "Instrucciones para sostenerle
la vela a una anciana" son más bien imprecisas.
En ellas no figura cuánto tiempo
hay que sostener la vela,
si hasta el fin de nuestros días
o hasta que las pupilas se nos vuelvan cuadradas.
Y lo más preocupante, inquisidor de la conciencia,
si en todo caso cuando la vela se consuma
quien la sostiene estará muerto
y la anciana vivirá para contarlo.

Eduardo Ainbinder, Con gusano, Interzona, Buenos Aires, 2007

domingo, agosto 12, 2007

Jorge Leonidas Escudero / Mi actor gratuito



Es un hombre que inmensamente
espera en una silla,
dentro del restaurant mira hacia la puerta,
no se le mueve un gesto
sigue inmóvil.

Es hora de gente a comer
y él no hace más que estar mano sobre mano
en espera de vaya a saber qué.

Me dije este hombre debe haber muerto
porque no pestañea,
tiene la cara congelada. Y ¿Eh?
se levantó,
caminó hacia la puerta y se hizo humo.

Es una alucinación mía, pensé.
¿Ustedes creen que no?
Siempre veo alguno así,
hombre como si esperara lo que no llega.

Como sea
siempre algún individuo
se me presenta así y hace lo que puede,
luego se retira fantasmagóricamente
para ocupar una silla en otro sitio
y ahí esperarme.
Debe ser un actor excelente que representa
mi ansiedad ante lo inhallable.

Jorge Leonidas Escudero (San Juan, 1920), Caza nocturna, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007
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Foto: s/d

jueves, agosto 09, 2007

Devoción

El corazón no puede creer en devoción
Mayor que la de ser playa del océano,
Manteniendo la curva de una posición,
Contando una infinita repetición.

Robert Frost (San Francisco, 1874-Boston, 1963). Trad. Enrique L. Revol.

martes, agosto 07, 2007

Juan L. Ortiz / De qué matiz...




















¿De qué matiz
abisal ya
la dulzura quieta, quieta
del crepúsculo?

Una dulce y extraña
alma submarina
flotante, o en las cosas como su íntima luz soñada...

Era dulce también estar en ella, ser parte de ella, ser ella...

La inseguridad oscura, los ranchos, el regreso.
La niña en el camino, triste, tras la vaca melancólica.

La vida que se agazapa, dura, e indiferente, sin culpas.
La vida cruel, la crueldad que debe imponerse en la lucha dura.
La crueldad, los gestos duros y sangrientos.

El alma del cielo se azulaba ahora
nocturnamente.

La crueldad. ¿Pero nos volveremos del lado del cielo
y deberemos perdernos en él por siempre
para no saber más de la crueldad?

Oh, no. No es del amor eso, y esperemos
sonrientes, por encima de todo, sonrientes
y prontos a la obra paciente, a la humilde obra paciente.
Seremos en la participación, en la "terrible participación".
Entre las desgarraduras y las llagas y la sangre inocente y las súplicas angustiosas,
traspasados pero atentos, con la honda fe libre aunque algunas veces ella nos duela.

Juan L. Ortiz (Puerto Ruíz, 1896-Paraná, 1978), "La mano infinita", 1951, En el aura del sauce, Editorial Biblioteca, Rosario, 1970
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Foto: s/d

domingo, agosto 05, 2007

La vid

De quién nosotros y todos ellos somos,
todos ustedes ahora lo saben. Pero tú sabes,
después de que ellos empezaron a descubrirnos, nosotros crecimos.
Antes ellos habían muerto creyéndonos las causas

de sus actos. Ahora nosotros no sabemos
la verdad de algunos todavía al piano, aunque
ellos a menudo nos citan, causando
estos cambios que nosotros pensamos que somos. A nosotros no nos importa

sin embargo, tan alto ahi arriba
en joven aire. Pero las cosas se tornan más oscuras mientras nos movemos
para preguntarles: ¿A quién debemos alcanzar para saber,
para morir, así ustedes viven y nosotros sabemos?

John Ashbery (Rochester, Nueva York, 1927)
Versión de Mariana Aulicino


The grapevine
Of who we and all they are /You all now know. But you know /After they began to find us out we grew /Before they died thinking us the causes //Of their acts. Now we'll not know /The truth of some still at the piano, though /They often date from us, causing /These changes we think we are. We don't care //Though, so tall up there /In young air. But things get darker as we move /To ask them: Whom must we get to know/To die, so you live and we know?

viernes, agosto 03, 2007

Pedro Serrano (Montreal, 1957) dirá --y desarrollará-- que si algo distingue a un poema contemporáneo es su ductilidad, su falta de pertenencia. Su capacidad poética no radica en su pertenencia sino en su pertinencia.

Susana Cabuchi (Córdoba, 1948) dirá y desarrollará que el poema contemporáneo barre la concepción tradicional, que asignaba temas, escenografías y lenguajes a cada una de las distintas especies de la poesía.

Víctor Manuel Mendiola (México DF, 1954) dirá y desarrollará que el poema contemporáneo es o puede ser la crítica del vacimiento de la poesía del siglo XX y la creación de un nuevo significado y un nuevo sentido de la realidad.

Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949) dirá y desarrollará que el factor de contemporaneidad de la poesía está dado por la conquista de la impersonalidad y la recuperación de la función primordial del canto, que es el extrañamiento.


Del 27 al 31 de agosto 2007, a las 19 hs
CCEBA Paraná 1159
Qué hace contemporáneo a un poema

Seminario de poesía coordinado por Jorge Fondebrider.
Participan: Jorge Aulicino, Susana Cabuchi
Víctor Manuel Mendiola y Pedro Serrano.

Del 27 al 31 de agosto 2007, a las 19 hs
CCEBA Paraná 1159 (+54 11 4312 32 14)

jueves, agosto 02, 2007

La madera lo llama


Sueño con carpintero

La madera lo llama.
Su infantil aroma de pupitre
lo convence
de que el amor es posible.
Tornea en su mente
paisajes ajenos;
el resto son sus manos
a la obra, la luz
que es tanta y sin sentido.
El carpintero hace música de sierra,
pinta la falta
que le hacen los sillones.

Nada en su memoria está quieto.
Pero nada lo turba.
Las imágenes pasan
por orden a sus planos
como muñecos de cucú.
Hoy es el trabajo más amado:
la escultura del aire,
el hielo de la boca,
el apretado corazón de las tenazas.

Eduardo Mileo (Buenos Aires, 1953), Poemas del sin trabajo, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007