jueves, abril 29, 2010

Antonio Machado / Dos poemas




Llanto de las virtudes y coplas
por la muerte de Don Guido


Al fin, una pulmonía
mató a don Guido y están
las campanas todo el día
doblando por él ¡din-dan!
Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.
Dicen que tuvo un serrallo
este señor de Sevilla;
que era diestro
en manejar el caballo
y un maestro
en refrescar manzanilla.
Cuando mermó su riqueza,
era su monomanía
pensar que pensar debía
en asentar la cabeza.
Y asentóla
de una manera española,
que fue a casarse con una
doncella de gran fortuna;
y repintar los blasones,
hablar de las tradiciones
de su casa,
a escándalos y amoríos
poner tasa,
sordina a sus devaríos.
Gran pagano,
se hizo hermano
de una santa cofradía;
el Jueves Santo salía,
llevando un cirio en la mano
-¡aquel trueno!-,
vestido de nazareno.
Hoy nos dice la campana
que han de llevarse mañana
al buen don Guido, muy serio,
camino del cementerio.
Buen don Guido ya eres ido
y para siempre jamás...
Alguien dirá: ¿Qué dejaste?
Yo pregunto: ¿Qué llevaste
al mundo donde hoy estás?
¿Tu amor a los alamares
y a las sedas y a los oros
y a la sangre de los toros
y al humo de los altares?
Buen don Guido y equipaje,
¡buen viaje!...
El acá
y el allá,
caballero,
se ve en tu rostro marchito,
lo infinito:
cero, cero.
¡Oh las enjutas mejillas,
amarillas,
y los párpados de cera,
y la fina calavera
en la almohada del lecho!
¡Oh fin de una aristocracia!
La barba canosa y lacia
sobre el pecho;
vestido en tosco sayal,
las yertas manos en cruz,
¡tan formal!
el caballero andaluz.

de Campos de Castilla, 1907-1917


Doce poetas que pudieron existir

12. Andrés Santallana.- Nació en Madrid en 1899.

El milagro

En Segovia, una tarde, de paseo
por la alameda que el Eresma baña,
para leer mi Biblia
eché mano al estuche de las gafas
en busca de ese andamio de mis ojos,
mi volado balcón de la mirada.
Abrí el estuche, con el gesto firme
y doctoral de quien se dice: Aguarda
y ahora verás si veo...
Abrí el estuche, pero dentro: nada;
point des lunettes... ¿Huyeron? Juraría
que algo brilló cuando la negra tapa
abrí del diminuto
ataúd de bolsillo, y que volaban,
huyendo de su encierro,
cual mariposa de cristal, mis gafas.
El libro bajo el brazo
la orfandad de mis ojos paseaba
pensando: hasta las cosas que dejamos
muertas de risa en casa
tienen su doble donde estar debieran,
o es un acto de fe toda mirada.

de Cancionero apócrifo

Antonio Machado (Sevilla, 1875- Collioure, Francia, 1939), Poesías completas, edición de Manuel Alvar; guía de lectura de María Pilar Celma, Espasa Calpe, Madrid, 2007


Ilustración: Dios se lo pague, 1867, Francisco de Goya

San Juan de la Cruz / La noche oscura


Canciones de el alma que se goza de haber llegado
al alto estado de la perfección que es la unión
con Dios, por el camino de la negación espiritual.
Del mesmo autor.


En una noche obscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

Ascuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
ascuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche, amable más que el alborada!
¡On noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dexéme,
dexando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Juan de Yepes -San Juan de la Cruz- (Fontiveros, Ávila, 1542 - Úbeda, Jaén, 1591), Poesías completas, edición de Cristóbal Cuevas, Hyspamerica, Buenos Aires, 1982

Ilustración: Espinazo de la noche, Angel Orcajo

Puede verse: "Yepes cocktail", de José Hierro

miércoles, abril 28, 2010

Denise Levertov / El sabio
















El sabio

El gato se está comiendo las rosas:
es así como es.
No lo detengas, no detengas
el mundo que da vueltas,
es así como son las cosas.
El tres de mayo
hubo niebla; el cuatro de mayo
quién sabe. Barre
la porción de rosas, arroja los restos
en medio de la lluvia.
Él no come jamás
todas las partes, dice
que los corazones son amargos.
Él es así, conoce
el mundo y el estado del tiempo.

Denise Levertov (Ilford, Reino Unido, 1923-Seattle, EE.UU., 1997), Poetas norteamericanos contemporáneos, estudio preliminar, selección y traducción de E. L. Revol, Ediciones Librería Fausto, Buenos Aires, 1976

Te sage
The cat is eating the roses; / that's the way he is. / Don't stop him, don't stop / the world going round, / that's the way things are. / The third of May / was misty; fourth of May / who knows. Sweep / the rose-meat up, throw the bits / out in the rain. / He never eats / every crumb, says / the hearts are bitter. / That's the way he is, he knows / the world and the weather.
---
Ilustración: Gato y pájaro, 1928, Paul Klee

\ De Levertov en este blog:
Al lector

martes, abril 27, 2010

José Villa / de "Abreviatura"

Abreviatura

(II)

Por un visor en rojo

Marco a la derecha
Un vector en un ángulo
de 70 grados hacia el vestido
con estampados casi orientales
amarillos

Una percha marrón
Hombros anchos hacia delante
El vestido es fino y largo
Y aunque parece breve se prolonga bastante
después de la cintura...

el rectángulo

dentro del marco rojo hace de fondo
al vestido

La proyección de una sombra en cruz
cae sólo en una parte de él

Absorbe una franja de sol


(III)

El cielo, un buen lugar para empezar

En la puerta

Ella desenreda las puntas
de su pelo marrón

Él tiene un paquete bajo el brazo

Una escalinata
con los pies pálidos de la mujer
El muchacho tiene un pulóver
grande
que se camufla
con el resto líquido

Ella respira
Se le nota en los hombros
E inclinándose un poco
suelta unas palabras

El hombre hace señal de comprender
mientras empieza a girar despacio
para irse

Él tiene algo que hacer
Sin la obligación de regresar
O regresar dentro de un tiempo
-O de inmediato

Tiene un camino (mecanismo) en su mente
Ella también

Las paredes están llagadas
Los frentes parecen gárgolas
Biseles aceitosos en el cielo

Con la mirada helicoidal
del mismo centro
hacia direcciones opuestas


(IV)

Algunos adoran la niebla
En aros. En siluetas humanas

Un tanque de agua parece
un hongo o un tanque de agua
que parece un tanque de agua
gigantesco

Una chica de jean
del brazo de su mamá
Gracia humana y perdón
Van para el supermercado

En esto
un fondo de rieles
Gotas de oliva
Que pasan por la Barrera

Paralela a los techos empinados
la figura humana imita esa agonía
Gentío y construcción lo poco que se
distingue

José Villa (Martín Coronado, 1966), Es un campo, Selecciones de Amadeo Mandarino n° 24, Buenos Aires, 2006

Ilustración: A veces las cosas más grandes parecen pequeñasFito Espinosa


De Villa en este blog:
Astillero
Artemis / Pensamiento del ferretero

domingo, abril 25, 2010

Ernesto Mejía Sánchez / Dos poemas




La vida espiritual

La podredumbre de vivir, el sueño,
la alegría del sol en los ojos abiertos,
la nada esperada y satisfecha:
todo esto dado sin pedirlo
ni merecerlo, menos la desilusión,
la desdicha, porque mientras ponías
la pluma en el papel (¿para qué?)
o la copa en el mantel, sentías
que estabas descifrando el universo,
o lo que tú creías que era el universo.


Las manchas del tigre

¿Qué orden prescribe nuestra
congregación? Sin contorno y
sedosa la escurridiza piel
de nuestro monarca, tensa al menor
movimiento, desde adentro esculpida,
existe por nosotras. Y todo es
lanzado a la rápida ferocidad
del tirano que entigrecemos.
No se puede evitar la presencia
de nuestra escritura que dibuja
el rencor para hacerlo visible.
Decoramos lo inútil destructor,
el descenso de la bondad sin motivo.
Vamos a cuestas del resentimiento
delirante. Somos llevadas sin consulta.
No somos más que manchas. Manchas
puras llevadas y traídas por
el sin gobierno de lo sanguinario.
La belleza cargando con la culpa
de su criatura en rebeldía.


Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, 1923-Mérida, México, 1985), Jorge Rodríguez Padrón, Antología de poesía hispanoamericana (1915-1980), Espasa Calpe, Madrid, 1984


Ilustración: Homenaje a La Tour, 1998, Fernando Botero


De Mejía Sánchez en este blog:
La mordedura de las uvas menudas...

Javier Sologuren / Corola parva



La tinta en el papel.
El pensamiento
deja su noche.

*

¡Oh agua quieta,
qué silencioso el mundo
en ti despierta!

*

El alba enciende
yacente realidad
irrealmente.

*

Agua del plenilunio:
sin pensamientos
poseo el mundo.

*

Altos soles pequeños
en el pecho arden:
tu edad, muchacha.

*
frases olas blancas
lineales murmullos horizonte
luz traspuesta secreta
oh las blancas flores

*

Nada dejé en la página
salvo
la sombra
de mi inclinada cabeza

Javier Sologuren (Lima, 1921-2004), Jorge Rodríguez Padrón, Antología de poesía hispanoamericana (1915-1980), Espasa Calpe, Madrid, 1984

Foto: Una mujer frente a un poema del poeta y calígrafo chino Ye Peigui, en una muestra durante los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín. EFE/Michael Reynolds/adn España

De Sologuren en este blog:
El dardo

sábado, abril 24, 2010

José Emilio Pacheco / Dos poemas















"Ô toi que j'eusse aimée..."
Y ahora una digresión Consideremos
esta variante del amor que nunca
puede llamarse amor

Son aislados instantes sin futuro
En la ciudad donde estaré tres días
nos encontramos
Hablamos sin palabras

Pero un brillo en los ojos un silencio
o el roce de las manos que se despiden
prende la luz de la imaginación

Sin motivo ni causa uno supone
que llegó pronto o tarde
y se duele
("no habernos conocido...")
E involuntariamente ocupas tu fiel nicho
en un célibe harén de sombra y humo

Intocable
incorruptible al yugo del amor
viva en lo que llamó De Rougemont
la posesión por pérdida.



H & C
En las casas antiguas de la ciudad las llaves del agua
tienen un orden diferente
Los fontaneros que instalaron los grifos
hechos en Norteamérica
dieron a C de cold el valor de caliente
La H de hot les sugirió agua helada

¿Qué conclusiones extraer de todo esto?
-Nada es lo que parece
-Entre objeto y palabra
cae la sombra
(ya entrevista por Eliot)

Para no hablar de lo más obvio:
Cómo el imperio nos exporta un mundo
que aún no sabemos manejar ni entender
Un progreso bicéfalo (creador
y destructor al mismo tiempo
-y como el mismo tiempo)
al que no es fácil renunciar

Nadie que ya disfrute el privilegio (aquí
tener agua caliente es un privilegio)
se pondrá a cavar pozos a extraer
aguas contaminadas de un arroyo

Y de otro modo cómo
todo acto es traducción:
Sin este código
se escaldará quien busque
bajo la C el agua fría
Los años pasarán sin que se entibie
la que mana de la H

José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939-2014), Antología de poesía hispanoamericana (1915-1980), selección de José Rodríguez Padrón, Espasa Calpe, Madrid, 1984


Foto: Altavoz México

De Pacheco en este blog:
Encuentro

viernes, abril 23, 2010

Peter Sirr / Sin construir


En mi pared un grabado
de la iglesia St Werburgh,
la piedra blanca, la aguja maciza -
demasiado maciza, finalmente,

demasiado cerca del castillo
para dar tranquilidad, y por lo tanto proscripta.
Cerca, una calle soñada
sale a jugar,

una catedral gigante
mete los pies en el río.
Monumentos en cada cajón:
los caballos alados, las espadas,

las manos levantadas, infinitamente
persuasivas. Los tranvías brillan entre los árboles,
sus ansiados refugios de encaje
adornan los muelles

y cerca del puerto,
en cafés en las veredas, la mirada encendida,
los arquitectos se pasan la noche
ostentando ciudades sobre una mesa.

En archivos de sótano, pacientemente
el futuro talla su nombre,
las avenidas perfectas esperan su hora
al mismo tiempo que, a la vuelta de cada esquina,

nuestras mejores vidas se prenden fuego.
De vez en cuando
nos tropezamos con los planos
y nos maravillamos... Mientras tanto, sin embargo,

hay esta suciedad,
este desorden, este encanto,
las calles sinuosas que perduran,
las iglesias recortadas

conservando su paz, una arenosidad
en el aire como el aliento
de lo imaginado, nuestros
corazones sin terminar

todavía en construcción...

Peter Sirr (Waterford, 1960), "Nonetheless", 2004, Peter Street y otros poemas, selección y traducción de Jorge Fondebrider y Gerardo Gambolini, Bajo la Luna Ediciones, Buenos Aires, 2008


Unbuilt
On my wall a print / of St Werburgh's Church, / white stone, solid spire - / too solid, as it happened, // too near the castle / for comfort, and so proscribed. / Nearby a dreamed-of street / comes out to play, // a giant cathedral / dips its toes in the river. / Monuments in every drawer: / the winged horses, the swords, // the upraised hands infinitely / persuading. Trams glitter among the trees, / their lacy, longed-for shelters / adorn the quays // and near the harbour, / in pavement cafés, their eyes shining, / the architects stay up all night / marching cities across a table. // In basement archives, patiently / the future carves its name, / the perfect avenues bide their time / just as, round every corner, // our own better lives catch fire. / Every now and then / we stumble on the plans / and marvel... Meanwhile, though, // there's this / dirt, mess, handsomeness, beauty / the crooked streets persisting, / the sawn-off churches // keeping their pace, a grittiness / in the air like the breath / of the imagined, our / unfinished hearts // still building...

N.del T.: El título alude a edificios de Dublin que sólo existieron en los planos o la imaginación de los arquitectos.
---
Ilustración: Dangling, 2008, Amy Casey

De Sirr en este blog:
Después de un día en la historia de la ciudad

jueves, abril 22, 2010

Fabián Casas / de "Horla City y otros"






El calor

A través de la ventana
una luz blanca, intensa,
se posa sobre la mesa de madera.
Leo a Robert Lowell en inglés
y comparo las versiones de Girri.
De a ratos, levanto la vista
hacia los edificios grises
con ropas colgadas en sus balcones
y ventanas a medio abrir
—como una cigarra en el calor,
el torno de una obra
y la letanía de los martillazos
que se expanden en la inmovilidad
del verano—.
De Lowell, nada quiero decir;
Pero de Girri…¡ah, Caronte,
tardarás en comprender
al pasajero que te llevas!


Música

Mi tía concilia el sueño a los ochenta años
escuchando viejas canciones en su radio portátil.
En su pieza, en lo oscuro,
el éter se ha transformado en algo vital.
Supongo que estas cosas pasan
y me pasarán también a mí.
Sobre el final de la vida
la única música que existe
está fuera de nosotros.

de El salmón, 1990-1996


The Heart of Darkness

Después de cerrar el quiosco
el señor Kurz suele sentarse a comer
en ese rincón que ves allá.
Sí, ahí, bajo el cono de luz,
para degustar una pasta demoledora
acompañado por su litro y cuarto
de vino de la casa.
Anoche, mientras masticaba,
el señor Kurz se quedó hipnotizado
mirando a una vieja pareja de cacatúas,
hembra y macho, que comían en silencio.
Es en esos casos cuando el señor Kurz
—que es uno de los nuestros,
si se me permite la expresión—
se pone melancólico
y vuelve a sentir
en toda su dimensión,
el horror.

de Horla City, 2003-2010

Fabián Casas (Buenos Aires, 1965), Horla City y otros. Toda la poesía 1990-2010, Editorial Emecé, Buenos Aires, 2010

Foto: Ventana cerrada, con imagen de la Virgen de Guadalupe, JSG; Comunidad México-Americana en Tucson

De Casas en este blog:
El Renaciente Bar-Parilla
Desde el aire

martes, abril 20, 2010

Octavio Paz / de "Salamandra"




Homenaje y profanaciones

Aspiración

1

Sombras del día blanco
Contra mis ojos. Yo no veo
nada sino lo blanco
La hora en blanco. El alma
Desatada del ansia y de la hora.

Blancura de aguas muertas,
Hora blanca, ceguera de los ojos abiertos.
Frota tu pedernal, arde memoria,
Contra la hora y su resaca,
Memoria, llama nadadora.

2

Desatado del cuerpo, desatado
Del ansia, vuelvo al ansia, vuelvo
A la memoria de tu cuerpo. Vuelvo.
Y arde tu cuerpo en mi memoria,
Arde en tu cuerpo mi memoria.

Cuerpo de un Dios que fue cuerpo abrasado,
Dios que fue cuerpo y fue cuerpo endiosado
Y es hoy tan sólo la memoria
De un cuerpo desatado de otro cuerpo:
Tu cuerpo es la memoria de mis huesos.

3

Sombra del sol Solombra segadora
Ciega mis manantiales trasojados
En nudo desanuda Siega el ansia
Apaga el ánima desanimada

Mas la memoria desmembrada nada
Desde los nacederos de su nada
Los manantiales de su nacimiento
Nada contra corriente y mandamiento

Nada contra la nada
Ardor del agua
Lengua de fuego fosforece el agua
Pentecostés palabra sin palabras

Sentido sin sentido No pensado
Pensar que transfigura la memoria
El resto es un manojo de centellas


Espiración

1

Cielos de fin de mundo. Son las cinco
Sombras blancas: ¿son voces o son pájaros?
Contra mi sien, latidos de motores.
Tiempo de luz: memoria, torre hendida,
Pausa vacía entre dos claridades.
Todas tus piedras vueltas pensamiento
La ciudad se desprende de sí misma.
Descarnación. El mundo no es visible.
Se lo comió la luz. ¿En tu memoria
Serán mis huesos tiempo incandescente?

2

Vana conversación del esqueleto
Con el fuego insensato y con el agua
Que no tiene memoria y con el viento
Que todo lo confunde y con la tierra
Que se calla y se come sus palabras:

Mi suma es lo que resta, tu escritura:
La huella de los dientes de la vida,
El sello de los ayes y los años,
El trazo negro de la quemadura
Del amor en lo blanco de los huesos.

3

Sol de sombra Solombra cegadora
Mis ojos han de ver lo nunca visto
Lo que miraron sin mirarlo nunca
El revés de lo visto y de la vista

Los laudes del laúdano de loas
Dilapidadas lápidas y laudos
La piedad de la piedra despiadada
Las velas del velorio y del jolgorio
El entierro es barroco todavía
En México
Morir es todavía
Morirse de repente en cualquier parte

Lo nunca visto nunca dicho nunca
Es lo ya dicho el nunca del retruécano
Vivo me ves y muerto no has de verme


Lauda

1

ojos medulas sombras blanco día
ansias afán lisonjas horas cuerpos
memoria todo Dios ardieron todos
polvo de los sentidos sin sentido
ceniza de lo sentido y el sentido

Este cuarto, esta cama, el sol del broche,
Su caída de fruto, los dos ojos,
La llamada al vacío, la fijeza,
Los dos ojos feroces, los dos ojos
Atónitos, los dos ojos vacíos,
La no vista presencia presentida,
La visión sin visiones entrevista,
Los dos ojos cubriéndose de hormigas,
¿Pasan aquí, suceden hoy? Son hoy,
Pasan allá, su aquí es allá, sin fecha.
Itálica famosa madriguera de ratas
Y lugares comunes, muladar de motores,
Víboras de Uxmal anacoretas,
Emporio de centollas o imperio de los pólipos
Sobre los lomos del acorazado,
Dédalos, catedrales, bicicletas,
Dioses descalabrados, invenciones
Del ayer o del decrépito mañana,
Basureros: no tiene edad la vida,
Volvió a ser árbol la columna de Dafne.

2

Entre la vida inmortal de la vida
Y la muerte inmortal de la historia
Hoy es cualquier día
En un cuarto cualquiera
Festín de dos cuerpos a solas
Fiesta de ignorancia saber de presencia
Hoy (conjunción señalada
Y abrazo precario)
Esculpimos un Dios instantáneo
Tallamos el vértigo

Fuera de mi cuerpo
En tu cuerpo fuera de tu cuerpo
En otro cuerpo
Cuerpo a cuerpo creado
Por tu cuerpo y mi cuerpo
Nos buscamos perdidos
Dentro de ese cuerpo instantáneo
Nos perdemos buscando
Todo un Dios todo cuerpo y sentido
Otro cuerpo perdido

Olfato gusto vista oído tacto
El sentido anegado en lo sentido
Los cuerpos abolidos en el cuerpo
Memorias desmemorias de haber sido
Antes después ahora nunca siempre

---
Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo

Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), "Salamandra (1958-1961)", La centena (Poemas 1935-1968), Barral Editores, Barcelona, 1969
---
Foto: Radio Perfil

lunes, abril 19, 2010

Darío Villalba / Mano


La separación

Por más que me estire
no llego
a mi mano derecha
No por una inconstancia en el movimiento
no siquiera hay
una carencia coordinativa
Simplemente
me he salido de ella
Le soy ajeno
y en esta rotura
salimos a la calle
mientras
el sol alarga la sombra
de esta batalla sin sangre.

Darío Villalba (Salta, 1975), Consideraciones, Gobierno de Salta, Salta, 2009

Ilustración: Bastón del dragón, siglo XVIII, Hakuin Ekaku

sábado, abril 17, 2010

Javier Foguet / de "El humor de la luz"




Si, como lo presiento

Si, como lo presiento,
tendré que reconstruir la casa un día
no debo olvidar la ventana de la cocina
apenas sobre el mármol que da al oeste,
a lo religioso de la luz atardecida del oeste,
filtrada por las ropas tendidas
y la verdura de unas cañas,
de donde adquiere volumen el pan,
el acero, la vasija griega
inútilmente retratada
-la luz sobre el azul femenino-
con la Rollei que rescaté
del olvido de mi padre
para olvidarla después con absoluta justicia
porque el humor de la luz,
el humor de la luz buscó mi padre con su cámara
y en acuarelas y aun en los calculados
y atractivos tonos (para el ojo esmaltado
de un pez secreto) que el plumaje de las moscas tomaría
sobrevolando los reflejos del pastizal
y al contacto con el declive del río
que lleva las aguas y a la luz de retorno
hacia la semi-apertura de la ventana.

Javier Foguet (Tucumán, 1977), El humor de la luz, Editorial Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2009


Foto: Foguet, Huesos de Jibia

viernes, abril 16, 2010

Pier Paolo Pasolini / De "Transhumanar y organizar", 3



Transhumanar y organizar

Poco antes de encajarme en las orejas los Boules Quies
en el momento en que ninguna persona seria escribiría poesía.
En el momento en el que la conciencia es más sucia.
Parece imposible que un hombre pueda hacer
experiencias tan simples tan tarde.
Estaba evidentemente cegado por una política no simple.
Estaba en la sala del Instituto Luce
(sin esa seguridad exaltada de escribir poesia).
Extraño que haya visto tan tarde con mis ojos
aquellas cosas, de cualquier tiempo,
que suceden probablemente todos los días.
La multitud se apretaba en torno a una mesa sin micrófonos.
Se hablaba subido a una silla.
Lo repito: era un momento en que no se tiene certeza de la poesía.
Todos estaban inseguros, porque sólo el cansancio produce exaltaciones.
Para un director de cine, aquellas caras eran un vital descubrimiento matutino.
¿A quién hay que dirigirse para afiliarse al PCI?
Y bien, he aquí que me dirijo, sea quién sea.
Parece increíble -le digo- que a las cosas simples
les lleve tanto tiempo revelarse como lo que son.
Los obreros quieren al PCI como en sustancia es.
Ahora, esta voluntad se me presenta en toda su claridad.
Y, como esto es simplemente una carta, aun si la hora
es aquella del rito en el que los poetas no serios escriben poesías,
diré que esa voluntad es la voluntad de las instituciones.
Los obreros a mi lado, y las obreras, quizá por primera vez
en su vida a la par de los hombres, en esta pequeña huelga,
eran presentes encarnaciones de esa voluntad.
Ahora, sucedió esto. Algunos jóvenes asistentes
se delegaron para dar, uno tras otro, su adhesión.
Habla un diputado democratacristiano de provincia.
Recomienda las buenas maneras. En cuanto al resto, sabe
decir todo con otras palabras, esto es, no decir nada.
Habla (y es cierto) de dificultad: modo gentil de decir
que no todo lo que se quiere se podrá obtener.
Modo de decir, incluso, que la buena voluntad ya es mucho.
Por otra parte, ya que se puede provocar aun con provinciana gentileza,
él dice que la presente asamblea no es política.
Y entonces algunos jóvenes, con mostachos de bárbaros,
y frente dura y baja como las de las bestias que pastan.
gritan contra la provocación con el modo de la provocación.
Son, desgraciadamente, lo que parecen. Gritan:
"No democracia sino revolución". Les agarró la histeria.
Nadie podría ya pararlos: el grito extremista
los salva como una medicina que hace callar la realidad.
Pálidos, los pómulos hinchados, las pequeñas frentes duras,
los grandes bigotes retorcidos en ángulo recto, color tabaco.
A ellos se unen otros intelectuales menos jóvenes.
Sólo tienen en común la palidez y la voz alterada.
Como si un espíritu hubiera descendido en aquel salón
y hubiese llenado de sí a pocas personas, dejando vacías a las otras.
Los jóvenes y no tan jóvenes extremistas estaban transfigurados
por aquel grito como por una salvación cotidiana: y no daban
de ningún modo señal de querer razonablemente renunciar a él.
Los obreros tienen paciencia un poco. Luego la pierden.
Y ha sido un milagro que no los echaran a patadas.
El buen sentido prevaleció, resquebrajado antes, digamos, por otro buen sentido.
Bueno, he visto por primera vez, con mis propios ojos,
al obrero arrojarse con sus grandes manos sobre los intelectuales vociferantes.
La escena era observada también por el ojo de un diputado comunista.
Como un chico listo, él lograba controlarse
mientras aquellos energúmenos gritaban: controlarse exactamente como un obrero.
Y cuando, después, algún obrero, por pura y simple impaciencia,
se largó a gritar él también, y a alzar las manos,
él lo contempló con el ojo apenas más opaco,
sobre su cuello rústico.
También yo callaba y contemplaba. Pero por razones distintas:
cuánto me parezco a aquellos imbéciles gritones, yo.
Al menos, tanto como el diputado piamontés se parece a los obreros.
Mis gritos extremistas son más elaborados y menos imbéciles, es cierto.
Pero no, no es un exámen de conciencia lo que ahora quiero hacer,
y todavía menos una enésima confesión de mis culpas.
No quiero decir tampoco que hago simplificaciones rápidas-
y por lo tanto retóricas- que son el espíritu de toda institución:
incluso, de las queridas por la voluntad de los obreros.
Entiendo simplemente esto: que de ahora en adelante
haré callar mis escrúpulos de verdad, haciéndome trampa a mí mismo.
¿Amo o no amo a las instituciones? ¿La verdad más verdadera no es esta?
¿Y entonces por qué luchar por aquella otra verdad,
que estoy obligado a amar, quedando obligado a vivir al margen
de las instituciones como un bandido?
Cometo una enésima bajeza. Entro en el orden.
Si pudiera inscribirme en el PCI, lo haría. Y actuaría en consecuencia,
con una lealtad que puedo alcanzar aun a costa de acallar la conciencia.
No es novedad que un hombre deba elegir
entre dos vidas de compromiso, y se rinda. Además,
yo siempre me opuse al PCI con entrega, esperando
una respuesta a mis objeciones. ¡Para proceder dialécticamente!
Esa respuesta nunca me llegó: una polémica fraternal
fue reemplazada por una polémica blasfema.
¿Pero no es un error tomármela contra una banal injusticia?
Las instituciones son injustas: ¿y entonces?
Sólo por las instituciones hay relación entre estos obreros y yo.
Y no hablo sólo del PCI, sino también de todo aquello que lo precede,
instituido en una historia milenaria que me liga a estos hombres.
Su voluntad es la de tener órdenes de un padre:
han tenido ya un gran coraje al liberarse del viejo padre
y de sustituirlo, alcanzando así su única libertad posible.
Está bien claro: esta pura y simple eventualidad
de inscribirme hoy, a casi mis cuarenta y siete años, en el PCI,
no se realiza sólo porque no soy capaz todavía de hacer voto
de castidad, sino porque el equívoco continúa,
y me sé incorregible en mantener mi manía por la verdad
(no sé si se trata de verdad o de amor por ella: pero que es una manía,
eso es cierto: tal vez autoflagelamiento, tal vez apego a mi suerte
de elegido, destinado a decidir entre vulgaridad e idealismo).
Por pura contradicción, consoladora, debo sin embargo poner bajo examen
aun la hipótesis totalmente contraria: esto es, esta pura y simple
eventualidad de inscribirme, no es explicable sólo por un cálculo hipócrita, *
sino, más bien, por un cálculo debido a mi extraño equilibrio, que me liga
en lo profundo, sin saberlo, con naturalidad a estos obreros.
Traiciono un pacto de lealtad -conmigo mismo, idealista-
porque me parece más justo adaptarme al pacto de lealtad
con los obreros, y con su Partido, que así como es lo quieren.
Leo esa voluntad de ellos (¡oh, sin duda, modestamente humana!)
en el aire ya oscuro, con el día que se apaga en la única ventana.
Los he siempre visto perdidos a cada uno en su celda, en su laboratorio,
en su periódico; cada uno en su suerte salarial, pobre y paciente
sostén de una familia, proveedor alegre del "pedazo de pan".
La misma paz con las cosas humanas, sea en moviolas o almas,
en películas o hechos, que en ellos observaba, absoluta,
en aquellas tardes de trabajo, aquellas sacras mañanas sin historia,
la observo ahora. Mi vista no puede no registrar la enormidad
de estas caras -hormigas o bisontes, dromedarios o mirlos
o todas estas cosas juntas- en líneas maceradas por la cotidaneidad:
por la miseria de una vida tan absorta en su suerte,
que no puede más que ser sin elección, entregada a una única experiencia.
Su saber no corresponde a la realidad, sino a esta realidad.
Es un saber mísero y entero, mezquino y fuerte.
Y no puede sino producir instituciones míseras y mezquinas
que deben buscar entereza y fuerza. Inscribirme en el PCI
significaría colaborar con esta búsqueda, a través de la renuncia
a un saber heroico y privilegiado que busca corresponder a la realidad
y defender sus despiadadas exigencias.
Cosa que podría hacer en otra parte, en otro sitio.
Eh, es natural que debería entonces adaptarme a esta disociación.
Cada cálculo la implica, cada pacto, cada degradación:
estaré dividido: callado y oficial en las acciones, crítico y solo
al escribir poesía. ¿No es esta separación
la que siempre se ha querido -tal vez justamente?
No por casualidad tengo sobre la espalda la mano sacra y untuosa de San Pablo
que me empuja a dar el paso.
¿La contemporaneidad temporal del transhumanar no es el organizar?
Los intelectuales gritones tendrán ciertamente motivos para indignarse
(los asiste la sombra de Zdanov que no saben ni siquiera quién fue)
ante mi método de sacar conclusiones del color del aire que oscurece
sobre estos rostros encendidos en el mundo de la acción
como sobre la otra cara del cielo.
Pero nuestro mundo es esquizoide, queridos amigos, querido funcionario
del PCI, a quien está dirigida esta carta informal.

* Ha habido en Italia, en lugar de una victoria gaullista, una victoria comunista.

Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975), "Transumanar e organizzar", 1971, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2003
Versión de Jorge Aulicino


Transumanar e organizzar
Poco prima di infilarmi nell orecchie le Boules Quies / nell'ora in cui nessuna persona seria scriverebbe poesie. / Nell'ora in cui la coscienza è più sporca. / Sembra impossibile che un uomo possa fare / esperienzie così semplici così tardi. / Ero evidentemente acciecato da una politica non semplice. / Era nella sala dell' Istituto Luce / (senza questa sicurezza esaltata di chi scrive poesie). / Strano che abbia visto così tardi coi miei occhi / delle cose che, da qualche tempo, / succedeno probabilmente tutti i giorni. / La folla era stretta intorno a un tavolo senza microfoni. / Si parlava montando sopra una sedia. / Lo ripeto: era un' ora in cui non si ha certezza della poesia. / Tutti erano incerti, perché solo la stanchezza dà esaltazioni. / Per un regista, quelle faccie erano una vitale scoperta mattutina. / A chi ci si rivolge per iscriversi al PCI? / Ebbene, è costui che mi rivolgo, chiunque esso sia. / Sembra incredibile -gli dico- che le cose semplici / ci mettano tanto tempo a rivelarse per quello che sono. / Gli operai vogliono il PCI così com' esso in sostanza è. / Ora, questa volontà me è apparsa finalmente in tutta la sua chiarezza. / E, poichè questa è semplicemente una lettera, anche se l' ora / è quella di rito in cui i poeti non seri scrivono poesie, / dirò che questa volontà è la volontà delle istituzioni. / Gli operai accanto a me, e le operaie, forse per prima volta / nella loro vita pari agli uomini, in questo piccolo sciopero, / eran presenze carnali di quella volontà. / Ora, è successo questo. Alcuni giovani astanti / delegati a dare, uno dopo l' altro, le loro adesioni. / Parla anche un deputato democristiano di provincia. / Raccomanda le buone maniere. Quanto al resto, ha imparato / a dir tutto con altre parole: cioè a non dir niente. / Parla anche (è vero) di difficoltà: modo gentile per dire / che non tutto ciò che si chiede si potrà ottenere. / Modo gentile per dire anche che la buona volontà è già molto. / Inoltre, poichè si può provocare anche con provinciale gentilezza / egli dice che la presente assemblea non è politica. / Ed acco alcuni giovani, con mustacchi di barbari, / e fronti dure e basse come quelle delle bestie da pascolo, / eccoli urlare alla provocazione coi modi della provocazione. / Sono, purtroppo, ciò che sembrano. Urlano: / "Non democrazia ma rivoluzione!" Li ha presi l' isteria. / Nessuno potrebbe mai trattenerli: il grido estremistico / li salva come una medicina che fa tacere la realtà. / Pallidi, con gli zigomi sprogenti, le piccole fronti dure, / i grandi baffi ritorti ad angolo retto, color tabacco. / A loro si uniscono altri intellettuali meno giovani. / Hanno in comune soltanto il pallore e la voce alterata. / Come si uno spirito fosse disceso dentro quello stanzone / e avesse riempito di sé poche persone, lasciando vuoti gli altri. / I giovani e i non più giovani estremisti erano transfigurati / del loro grido como da una salvezza quotidiana: e non davano / in nessun modo segno di voler ragionevolmente rinunciarvi. / Gli operai pazientano un po'. Poi perdono la pazienza. / Ed è stato un caso che non li abbiano cacciati a calci. / Il buon senso è prevalso, incrinato, prima, del resto, da altro buon senso. / Dunque, ho visto per la prima volta con i miei occhi / l' operaio avventarsi con le sue grosse mani sull' intellettuale vociante. / La scena era guardata anche dall' occhio de un deputato comunista. / Come un ragazzo furbo, egli era risciuto a controllarsi / mentre quei perduti urlavano: a controllarsi, proprio como un operaio. / E quando, poi, qualche operaio, per pura e semplice impazienzia, / si è messo a urlare anche lui, e ad alzare le mani, / egli ha contemplato ancora, con l' occhio appena più opaco, / sul suo collo rozzo./ Anch' io tacevo e contemplavo. Ma per ragioni diverse: / quanto assomiglio a quegli imbecelli urlanti, io. / Almeno quanto il deputato piemontese assomiglia agli operai. / I miei urli estremisti son più elaborati e meno inbecilli, è vero. / Tuttavia, no, non è un esame di coscienza che ora voglio fare, / e ancor meno un' enessima confessione delle mie colpe. / Non voglio ammettere neanche che faccio delle semplificazioni a braccio - / e quindi della retorica - che sono lo spirito di ogni istituzione: / anche di quella voluta dalla volontà degli operai. / Intento semplicemente questo: che da ora in avanti / farò tacere i miei scrupoli di verità, facendo torto a me stesso. / Amo o non amo le instituzioni? La verità più vera non è questa? / E allora perché lottare per quell' altra verità, / che sono costretto ad amare, essendo costretto a vivere al margine / delle istituzioni come un bandito? / Compio un enesimo atto di viltà. Rientro nell' ordine. / Se potessi iscrivermi al PCI, lo farei. E agire di conseguenza, / con una lealtà, che può giungere anche a tacitare la coscienza. / Non è una novità che un uomo debba essere costretto a scegliere / tra due vite di compromesso, e si arrenda. Del resto / io mi sono sempre opposto al PCI con dedizione, aspettandomi / una risposta alle mie obiezioni. Così da procedere dialetticamente! / Questa risposta non è mai venuta: una polemica fraterna / è stata scambiata per una polemica blasfema. / Ma non è stato un errore prendermela per una banale ingiustizia? / Le istituzioni sono ingiuste: e dunque? / Me è solo per le istituzioni che c' è rapporto tra me e questi operai. / E non parlo solo del PCI, ma anche di tutto ciò che è precedente ad esso, / istituito nella storia millenaria, che mi lega a questi uomini. / La loro volontà è quella di aver comandamenti da un padre: / hanno già avuto un grande coraggio a liberarsi dal vecchio padre / e di sostitoirlo, raggiungendo così la sola loro libertà possibile. / Sia ben chiaro: questa pura e semplice eventualità / d' iscrivermi, oggi, a quasi quarantesette anni, al PCI, / non si realizza solo perchè non sono ancora capace di far voto / di castità: ma anche perchè l' equivoco continua, / e mi so incorreggibile nel perseguire la mia mania di verità / (non so se si tratta poi di verità, o de amore per essa, ma che sia una mania / questo è certo: forse autolesionismo, forse attacamento alla mia sorte / di eletto, destinato a scegliere tra volgarità e idealismo). / Per pura contraddizione, consolatrice, devo però prendere in esame / anche l' ipotesi totalmente contraria: cioè: questa pura e semplice / eventualità d' iscrivermi, non è spiegabile solo con un ipocrita calcolo*, / ma, se mai, un calcolo dovuto al mio strano equilibrio che mi lega / nel profondo, a mia insaputa, con naturalezza, a questi operai. / Tradisco un patto di lealtà -quella verso me stesso idealista- / perchè mi sembra più giusto adattarmi al patto di lealtà / con gli operai, e col loro Partito, che è così come esse vogliono. / Leggo questa loro volontà (oh, non c' è dubbio, modestamente umana) / nell' aria già scura, col giorno che si spegne dietro l' unica finestra. / Li ho sempre visti perduti ognuno nella sua cella, nel suo laboratorio, / nel suo magazzino; ognuno nella sua sorte salariale, povero e paziente / sostenitore di una famiglia, procacciatore allegro del "pezzo di pane". / La stessa pace con le cose umane, siano moviole o siano anime, / siano pellicole o siano eventi, che in essi osservaro, assoluta, / in quei meriggi di lavoro, in quelle sacre mattine senza storia, / la osservo adesso. Il mio occhio non può non registrare la enormità / de queste faccie - bisonti o formiche, dromedari o merli, / o tutte queste cose insieme - in lineamenti macinati dalla quotidianità: / dalla miseria di una vita così ingolfata nella sorte, / che non può che essere senza scelte, votata a un' unica esperienza. / Il loro sapere non corrisponde alla realtà, ma a questa realtà. / Ed è un sapere misero e intero, meschino e forte. / Esso non può che produrre istituzioni, misere e meschine / che devono cercare interezza e forza. Iscrivermi al PCI / significherebbe collaborare a questa ricerca, attraverso la rinuncia / a un sapere, eroico e privilegiato, che cerca di corrispondere alla realtà / e difenderne le spietate esigenze. / Cosa che potrei fare altrove, in altra sede. / Eh, è naturale che avrei dovuto poi adattarmi a questa dissociazione. / Ogni calcolo la implica; ogni patto, ogni degradazione: / sarò diviso: tacitato e ufficiale, nell' agire, critico e solo / nello scrivere poesie. Non è questa separazione / che si è sempre voluta - forse giustamente? / Non a caso ho sulla schiena la mano sacra e untuosa di San Paolo / che mi spinge a questo passo. / La contemporaneità temporale del trasumanar non è l' organizzar? / Gli intellectuali urlanti avrano certo di che indignarsi / (assistiti dall' ombra di Zdanov che non sanno nemmeno chi fu) / dal mio trarre conclusioni dal colore dell' aria che si oscura / su questi volti accesi nel mondo dell' azione / come sull' altra faccia del cielo. / Ma il nostro mondo è schizoide, cari amici, caro funzionario / del PCI, a cui è rivolta questa lettera non formale.

* Si è avuta in Italia, invece di una vittoria gaullista, una vittoria comunista.
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Ilustración: San Pablo (detalle), 1742, Pompeo Batoni