jueves, enero 31, 2019

Lawrence Ferlinghetti / De "La poesía como un arte insurgente", 2





















Ah vos recolector
  de la fina ceniza de la poesía
   ceniza de la excesiva flama blanca
            de la poesía
Considerá a aquellos que se han quemado antes que vos
            en ese blanquísimo fuego
Crisol de Keats y Campana
    Bruno y Safo
Rimbaud y Poe y Corso
   y de Shelley ardiendo en las llamas
      sobre la playa
        en Viareggio

Y ahora en la noche
  en la conflagración general
  la blanca luz
    todavía nos consume
  a nosotros
   pequeños payasos
   que sostenemos delgadísimos cirios
    al calor de su flama.

Lawrence Felinghetti (Yonkers, Estados Unidos, 1919-Sn Francisco, Estados Unidos, 2021), La poesía como un arte insurgente, Alción Editora, 2018 Buenos Aires Poetry abril 18, 2018
Traducción de Estaban Moore


Foto: Lawrence Ferlinghetti, North Beach, San Francisco, noviembre 22, 1996 Allen Ginsberg/Document Journal

Oh you gatherer
  of the fine ash of poetry
    ash of the too-white flame
            of poetry
Consider those who have burned before you
            in the so white fire
Crucible of Keats and Campana
    Bruno and Sappho
Rimbaud and Poe and Corso
    And Shelley burning
      on the beach
        at Viareggio

And now in the night
  in the general conflagration
  the white light
    still consuming us
    small clowns
  with our little tapers
    held to the flame!



act. 2021

miércoles, enero 30, 2019

Cesare Pavese / La mujer del barquero

























Alguna vez, en el tibio sueño del alba,
sola en el sueño, le sucede que ha desposado una mujer.

Se despega del cuerpo materno una mujer
magra y blanca que baja la pequeña cabeza
en el cuarto. En el frío resplandor la mujer
no espera la mañana, trabaja. Se mueve
silenciosa: entre mujeres no hacen falta palabras.

Mientras duerme, la mujer sabe de la barca sobre el río
y la lluvia que humea sobre la espalda del hombre.
Pero la pequeña esposa, rápida, cierra la puerta
y se apoya y pone la mirada en sus ojos.
La ventana tintinea por la lluvia que arrecia
y la mujer acostada, que mastica despacio,
tiende un plato. La pequeña esposa lo vuelve a llenar
y se sienta sobre la cama y comienza a comer.

Come de prisa la pequeña esposa furtiva,
bajo los ojos maternos, como si fuese una niña,
y resiste la mano que le busca la nuca.
Corre en un instante a la puerta y la abre: las barcas
están todas atracadas en el madero. Regresa
con pies descalzos a la cama y se abrazan ágiles.

Son gélidos y delgados los labios que arrima,
pero difunde por el cuerpo un profundo calor
tormentoso. La pequeña esposa ahora duerme,
tendida al lado de su cuerpo materno. Es sutilmente
áspera, como un muchacho, pero duerme como mujer.
No sabría llevar una barca en la lluvia.

Afuera arrecia la lluvia en la luz indecisa
de la puerta entreabierta. Entra un poco de viento
en la habitación desierta. Si se abriese la puerta,
entraría también el hombre, que ha visto algo.
No diría palabra: sacudiría la cabeza,
con mirada burlona a la mujer frustrada.    

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino

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Foto: Cesare Pavese c.1945, probablemente en las Langas, Piamonte Fondazione Cesare Pavese

martes, enero 29, 2019

Robert Duncan / "El séptimo sello" de Ingmar Bergman















He aquí cómo es. Vemos
tres edades en una: el niño Jesús
inocente de Jerusalén y Roma
-mágicamente a su gusto en la alegría-;
este es el año del cual
nuestra sustancia interior extrae su fuerza.

La segunda, que Bergman nos muestra,
lleva imágenes tras imágenes
de angustia, del Cristo crucificado
y emana de las llagas abiertas de la peste
(mostradas como heridas en su cadáver)
de laceraciones en la ruta del amor
(la corona de cuyo reino desgarra la carne)

¡... Hay tanto sufrimiento!
¿Qué puede protegernos
del vacío, el llanto desamparado,
la total dependencia, el vértigo?
¿Por qué llegan tantos a los márgenes del amor
sólo para quedar varados allí?

El segundo rostro de Cristo, su
mal, su Otro extenuado, dolor y pecado.
¡Cristo, qué contagio!
¡Qué hedor difunde en torno

de nuestra edad! ¡Es nuestra edad!
Y la furia de la tormenta está afuera.
La perversa estupidez de los hombres de estado reina.
Los viejos caballeros corren a través de los bosques
     gritando: ¡el viento! ¡el viento!
Ahora el negro horror vuelve nuevamente.

Y yo me arrojaré por tierra
como el payaso del Séptimo Sello de Bergman,
encogido como si durmiera con la mujer y el hijo,
oculto en el carro bajo la tempestad.

Deja pasar al Angel de la Cólera.
Deja que llegue el fin.
Guerra, estupidez y miedo son poderosos.
Somos solamente niños. ¡A la cama! ¡A la cama!
     ¡A jugar al reparo!

A arrojarnos por tierra
indefensos, en la felicidad,
         en una edad nuestra, en
         nuestros propios días.

Allí donde la Peste ruge,
donde van los vacíos caballeros del horror.

Robert Duncan (Oakland, Estados Unidos, 1919-San Francisco, Estados Unidos, 1988), Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos. Segunda serie, Editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969

Ref.:
Poetry Foundation
Poets Org
Los Angeles Times Review of Books
Alpialdelapalabra
Ginebra Magnolia

Foto: Robert Duncan © Allen Ginsberg vía CORBIS/Poetry Foundation

lunes, enero 28, 2019

Francisco de Quevedo / A un amigo que retirado de la corte pasó su edad













Dichoso tú, que alegre en tu cabaña,
mozo y viejo espiraste la aura pura,
y te sirven de cuna y sepultura,
de paja el techo, el suelo de espadaña.

En esa soledad que libre baña
callado Sol con lumbre más segura,
la vida al día más espacio dura,
y la hora sin voz te desengaña.

No cuentas por los Cónsules los años;
hacen tu calendario tus cosechas;
pisas todo tu mundo sin engaños.

De todo lo que ignoras te aprovechas;
ni anhelas premios ni padeces daños,
y te dilatas cuanto más te estrechas.

Francisco de Quevedo (Madrid, 1580-Torre de San Juan Abad, Villanueva de los Infantes, España, 1645), Poesías escogidas de don Francisco de Quevedo Villegas, tomo IV, Imprenta de Villalpando, Madrid, 1798
Envío de Jonio González

Imagen: Retrato de Quevedo, siglo XVII © Biblioteca Nacional de España España es Cultura

domingo, enero 27, 2019

Gustavo Valle / Dos poemas















La vigilia soñada

Duerme el árbol cuando
los pájaros duermen

Duermen las ciudades
cuando los hombres duermen

El mar duerme
cuando descansan
los peces que sostiene

Pero cuando los pájaros,
los hombres y los peces despiertan

el mundo parece ignorarlos.


Itinerario

La realidad se consume
se pierde entre resquicios
penetra cada grieta
va en busca del alma
que ha perdido
para encontrarse con ella
al borde de un labio
sobre una palabra no dicha.

Gustavo Valle (Caracas, 1967), Ciudad imaginaria, Monte Ávila, Caracas, 2006

Ref.:
Gustavo Valle
Letralia
Télam
El Día
Clarín

Foto: FB

sábado, enero 26, 2019

Marcelo Rizzi / De "Los saberes esenciales"













Líneas huecas dejadas en la arcilla por varios dedos a la vez, o marcas que esos mismos dedos ahora con pigmentos dejan sobre la roca. Si en un futuro esos trazos adoptasen la forma de una figura, o simplemente tomasen la ruta que más conviene para atravesar la rústica llanura, nada de esto retrasaría la repetición de un acto original: aprovechar las superficies accidentales o los relieves naturales para leer allí la epopeya inacabada del cazador, la carrera del cérvido en el destello de su riqueza en fuga, el estrépito en la ausencia repentina de todas las cosas bajo una piel inquieta y prodigiosa.

*

El que calla ya no otorga, como antes se creía. Ahora, ante la sorpresa del esmalte, corrobora: de lo indefinido extraer la partícula más elemental, del libro perdido los saberes esenciales, de la gravedad propia del membrillo su vanidad incolora, su tiempo abolido, su hora irreal.

*

Su alegría se afirmaba en los colores, en esa extraña conjunción del ojo con químicas salobres expuestas a la limación espuria de los tiempos: a mayor o menor absorción de la luz sobre llanas superficies, su celebración de todo entorno, un torbellino de pájaros precoces. Entonces la construcción de sí obedeciese acaso por momentos a una preceptiva de raíz barroca: a la irracional monotonía del azul sin mezcla, a lo rugoso del ocre entre las gasas que se abandonan en la siesta, a la incesante actualidad de los violetas en la crispación efímera del roble.

*

Se está de acuerdo en que para que los héroes existieran antes debieron desaparecer los dioses. Se decía que los hombres estaban ciegos a lo suprasensible y escasamente capa citados para escuchar el canto radiofónico del pájaro de cada mañana. Hoy tememos a veces algo peor o lo imposible: que el mismo sea el que colma la prosa áurea de los  hospitales, pintadas sus plumas de colores infinitos, y de su pico goteando sobre sábanas esterilizadas resinas amargas de su luna.

Marcelo Rizzi (Rosario, Argentina, 1961)

Los saberes esenciales,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2019










Romina Carrara - Op. Cit. - Buenos Aires Poetry - Editorial Municipal de Rosario - La Voz

Foto: Marcelo Rizzi por Héctor Río Poetas Argentinos/La Voz

viernes, enero 25, 2019

Billy Collins / Japón














Hoy me paso el día leyendo
uno de mis haikus favoritos:
pronunciando las pocas palabras continuamente.

Es como comer
la misma pequeña, perfecta uva
una y otra vez.

Camino por la casa pronunciándolo
y dejo sus letras caer
en el aire de cada habitación.

Me detengo delante del gran silencio del piano y lo pronuncio.
Lo pronuncio delante de una pintura que representa el mar.
Marco su ritmo sobre un estante vacío.

Me oigo pronunciándolo.
Después lo pronuncio sin oírme.
Después lo oigo sin pronunciarlo.

Y cuando el perro levanta la mirada hacia mí,
me arrodillo en el suelo
y lo susurro junto a cada una de sus largas y blancas orejas.

Es ese acerca de la campana de una tonelada del templo
sobre cuya superficie duerme una polilla.

y cada vez que lo pronuncio siento la insoportable
presión de la polilla
en la superficie de la campana de hierro.

Cuando lo pronuncio junto a la ventana,
la campana es el mundo
y yo soy la polilla que descansa allí.

Cuando lo pronuncio ante el espejo,
soy la pesada campana
y la polilla es la vida con sus alas como de papel.

Y más tarde, cuando te lo digo a ti en la oscuridad,
tú eres la campana
y yo soy la espiga que te hace sonar,

y la polilla ha volado
de su verso
y se mueve como una bisagra sobre nuestra cama.

Billy Collins (Nueva York, Estados Unidos, 1941), Sunken Garden, Brad Davis, ed., Wesleyan University Press, Middletown, 2012
Traducción de Jonio González.

Poetry Foundation - The Washington Post - The Poetry Archive - Viceversa - Círculo de Poesía - Proyecto Billy Collins

Foto: Jill Toyoshiba/Chicago Tribune/Daily Beast


Japan 

Today I pass the time reading
a favorite haiku,
saying the few words over and over. 

It feels like eating
the same small, perfect grape
again and again.

I walk through the house reciting it
and leave its letters falling
through the air of every room.

I stand by the big silence of the piano and say it.
I say it in front of a painting of the sea.
I tap out its rhythm on an empty shelf.

I listen to myself saying it,
then I say it without listening,
then I hear it without saying it.

And when the dog looks up at me,
I kneel down on the floor
and whisper it into each of his long white ears.

It's the one about the one-ton temple bell
with the moth sleeping on its surface,

and every time I say it, I feel the excruciating
pressure of the moth
on the surface of the iron bell.

When I say it at the window,
the bell is the world
and I am the moth resting there.

When I say it at the mirror,
I am the heavy bell
and the moth is life with its papery wings.

And later, when I say it to you in the dark,
you are the bell,
and I am the tongue of the bell, ringing you,

and the moth has flown
from its line
and moves like a hinge in the air above our bed.

jueves, enero 24, 2019

Cleofé Campuzano / El origen de las cosas














El origen de las cosas
nunca ha sido origen; sí, artilugio
que disgrega, aporía que muere,
necesariamente muere.

Primero hubo bosque: aire nuevo
-sin enfermedad-

¿Es su origen entonces
solo distancia ortográfica?

Como un vacío discreto; absurdo
buscarlo, nombrarlo, absurdo
el derrame de su magma,
su inflexión, el núcleo de su carne:
las palabras del mundo, el completo
sueño, las cosas, su olvido…

Cleofé Campuzano (Murcia, España, 1986), Paz primaria (inédito) Low-fi Ardentía, enero 15, 2019

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Foto: Oculta Lit

miércoles, enero 23, 2019

Roberto Echavarren / De "El monte nativo"



La órbita elíptica
estira lo que se ve, distorsiona
hacia el lejano oblicuo
el cerca de un Apolo alejandrino,
gana lo lejano,
esa extrañeza salvaje
que también está aquí,
una hebra de pinocha
resquebraja el hielo,
una luz ciega al mediodía
ensancha las orlas,
circunferencias crecientes
que aparecen al serrar el tronco,
el águila vuela en oblongos,
la voluta, el motivo,
un torbellino nos acerca y nos aparta,
ondea el feeling suave,
el juego manso de un ampo,
o nos devora el maelstrom.
La forma se deforma,
estira, encorva,
una elipse apaisada
chorrea tangente
una lluvia de átomos.
Un termómetro
en el remolino, eso somos,
caras que el viento rompe.


Los remolinos de la barra,
las volutas, los recorridos
de los flujos, la casa ladeada
del navegante en aguas crecidas,
las crestas de arena,
el paisaje lunar
es en conjunto un arenario.
El viento deposita
oleadas de arena
sobre los macizos donde crecen plantas
que aguantan la sudestada,
se afirman contra el soplo
que quema lo que toca,
el castigo del mar
contra un diente pelado
erecto sobre el promontorio.


Las plantas reflexionaron
absorbiendo los cambios.
La garúa empapaba
gratebus, caracoles,
desprolijas barbas de liquen
inocentes de la duración
rebarbativas absorbían
el espectro de la continuidad.
La duración se enrula de repente
en un parpadeo, una devoración,
un robo insospechado,
el tránsito de la distracción al terror,
del sueño a la vigilia,
del dormir a la muerte,
vine a saber eso
al despertar al otro día.


El tiempo es la interrupción del reposo.
Todo forma parte de un caudal perpetuo.
Somos una máscara de escayola fresca
deformada por un chorro de agua.
Un rayo atraviesa en su trayecto
la densa conjunción de las cosas agregadas,
las líneas oblicuas de la lluvia.


Pero la mala fe no debe tolerarse.
Eso endurece el corazón del hombre.
El enojo debe salir
por la ventana abierta,
no hay que tragarlo,
porque hace mal al hígado.
Descabeza pejerreyes transparentes
disuelto en el aire del verano.

Roberto Echavarren (Montevideo, 1944), El monte nativo, Juana Ramírez Editora, Buenos Aires, 2015

Juana Ramírez Editora/Facebook - Periódico de Poesía - El Poeta Ocasional

Foto: Biblioteca Nacional del Uruguay/Facebook

martes, enero 22, 2019

Patrick Kavanagh / Paz














Y a veces estoy triste cuando el pasto
crece en silenciosos huecos sobre las piedras
y el pasto ovillo se inclina a través del bacheado camino de carretas
por no ser la voz de mis compatriotas
quienes ahora se paran sobre un promontorio a hablar
sobre los nabos, papas, o el incipiente maíz
de territorios de laderas rayadas por la victoria.
Aquí la paz está aún ofertando
sus peines coloridos y bufandas y cuentas de asta.

Sobre un promontorio junto a un seto de boj
una liebre se sienta y vislumbra un surco rastrillado
hay un viejo arado dado vuelta sobre un promontorio lleno de malezas
y alguien está cargando al hombro una pequeña grada a casa.
De aquel país de la niñez ¿qué tontos suben
para pelear con los tiranos Amor y Vida y Tiempo?

Patrick Kavanagh (Inniskeen, Monaghan, Irlanda, 1904-Dublín, 1967) Collected Poems, Norton Publisher Writers and Poets, 1974
Versión de Marina Kohon en Ogham

Ref.:
Patrick Kavanagh
The Irish News
Poetry Ireland
Poetry Foundation
Caína Bella
Fruela Fernández
Pre-Textos

Foto: Poetry Ireland

Peace

And sometimes I am sorry when the grass
Is growing over the stones in quiet hollows
And the cocksfoot leans across the rutted cart-pass
That I am not the voice of country fellows
Who now are standing by some headland talking
Of turnips and potatoes or young corn
Of turf banks stripped for victory.
Here Peace is still hawking
His coloured combs and scarves and beads of horn.

Upon a headland by a whinny hedge
A hare sits looking down a leaf-lapped furrow
There's an old plough upside-down on a weedy ridge
And someone is shouldering home a saddle-harrow.
Out of that childhood country what fools climb
To fight with tyrants Love and Life and Time?

lunes, enero 21, 2019

Joaquín Giannuzzi / De "Violín Obligado", 5





















Girando sobre el primero de enero

Este gemido de mis piernas girando
sobre sus goznes como el año irracional
es mi último argumento personal. Ya es tarde
para darle forma, convertirlo
en prosa rimada en medio del vasto deshonor.
Bajo un poco de luz privada,
escamoteando al mundo
la responsabilidad de mi rostro
cuento un resto de dinero solitario. Hasta aquí ha llegado
la única solución. Cada uno
ha rendido a la época su bocanada de sangre.
Desde allá afuera, alguna bala tardía
sigue buscando
una cabeza mal dormida en la oscuridad
para concluir la obra y borrar las ruinas
de un desastre ideológico.

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Campo Quijano, Salta, Argentina, 2004)


"Violín obligado" (1984),
Obra completa,
Ediciones del Dock,
Buenos Aires, 2014







Otra Iglesia Es Imposible - La Nación - Clarín - El Litoral - El Intra - Aromito - Eterna Cadencia - De Sibilas y Pitias - Portal de Salta 

domingo, enero 20, 2019

Mercedes Alvarez / De "Del deterioro"
















Llegaste a un cuerpo pidiendo asilo
sin saber un oficio y no teniendo
nada para vender.
Te sentías orgullosa
de ser autodidacta
la cara altiva
las piernas bajo control.
Habías pensado en desperdiciar
emprender un viaje
ver la guerra. Luchar
por los derechos humanos.
Te ocupaste
del patio trasero de la casa
tenías grandes planes
-plantar árboles
colgar hamacas-
pero no hacías nada
dabas cada día
a la palabra vida
una significación distinta.
A veces pensabas en ser abatida
por el asta de un toro
un final de circo romano
como si las decisiones fueran
territorio de la muerte.

Mercedes Alvarez (Tandil, Argentina, 1979)

Del deterioro,
Del Dock,
Buenos Aires, 2019









Ref.:
Buenos Aires Poetry
La Balandra
Festival de Poesía de Buenos Aires
Frontera D
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: FB

sábado, enero 19, 2019

Amos Oz / Mosquito













(Fragmento)

Dita se acostó con Guigui,
el amigo de Rico.
Se puso nerviosa cuando él se refirió al sexo
usando la palabra fornicación.
Le causó franca repugnancia su pregunta
—una vez terminado el asunto—
acerca de cuánto placer obtuvo
en una escala del cero al cien.

No había tema sobre el cual
él no pudiera emitir alguna opinión.
Comenzó a perorar acerca
del orgasmo femenino, afirmando
que es más espiritual que físico.

Descubrió luego un suculento mosquito
parado sobre el hombro de ella.
Lo aplastó. Lo limpió
con un crujido del periódico
y se quedó dormido boca arriba.
Los brazos en cruz, a lo ancho,
no dejaban lugar en la cama.

También su miembro se encogió,
desvanecido, y un mosquito se posó encima.

La venganza sangrienta.

Amos Oz (Jerusalén, Israel, 1939-Tel Aviv, 2019), Otó HaYam, Keter Books, Jerusalén, 1988
Traducción: Gerardo Lewin De_canta_sión

---
Foto: EPA/Y Net News

viernes, enero 18, 2019

Gerardo Lewin / No me gusta el proceso...
















No me gusta el proceso
ni mucho tampoco el resultado.

Esta desazón demorada
de las primeras palabras
que se abren paso a golpes.
Uf... Prefiero evitarlo.

Sí, cómo no: también a mí me surgen
grandes frases mientras camino,
bellas ideas antes de babear la almohada,
primeros premios,
invitación a festivales.

Lean en mis cuadernos,
en la memoria irrecuperable del celular,
en la servilletita de papel
que fue a parar al lavarropas:
todo lo legaré para mejor provecho
de las generaciones por venir, más diligentes.

Y esto de sentarse a consumir
al menos un café,
en attendant...

Viene. No viene.

Agoreros visionarios profetizan
inteligencias sorprendentes y capaces
de componer sofisticados versos.
Desgarradores, místicos.
Ya no veo la hora de que salgan al mercado
para acabar de una vez con tanto incordio.

Amigos, compatriotas, camaradas...

[inédito]

Gerardo Lewin (Buenos Aires, 1955)

Otra Iglesia Es Imposible - De_canta_sión - Radio Sefarad - El Orate y la Musa - Biblioteca Ignoria - El Placard

jueves, enero 17, 2019

Fernando Rendón / Dos poemas















*

Ya habíamos recorrido una enorme parte del camino
Estábamos cerca del Techo del Mundo
El Techo del Mundo era una alta proa y el destino
El mascarón de proa era la Sierra Nevada
Y se agitaba con la furia del océano
Solo un ser sobrehumano podría asirse a la proa
Sin caer lanzado hacia el abismo
¿Y quién cabalgaría el fin del mundo?
Estábamos en la cima donde confluyen los soles
Asomados al equilibrio de los planetas
Desde el fin del mundo podíamos ver
las estribaciones de la historia
la geografía de los siglos ganados y perdidos
La Tierra dulce en su extensión embriagadora
tu amor real como los rostros de los dioses que vigilan


Convergencia

Tirados como leños, la roja corteza arrugada, somos búfalos que se pudren derritiéndose sobre la pradera verde.

Pero también debido a algo inigualado, inexplicable acto de azar, tirados como setas en la hierba exploramos todos los milenios, huimos de bestias prehistóricas, peleamos todas las guerras, somos millones estirándonos bajo el arco de la eternidad, mientras combaten dragón y anhelo en las nubes.

El sol nos llama y titubear es morir. Vuela, vuela bello cisne del deseo, todo se puede lograr.

Caminando sobre el blanco rocío, descálzate: la edad del hombre es la de su mirada sobre el bosque legendario.

Fernando Rendón (Medellín, Colombia, 1951), Secreta botánica (y otros poemas), Buenos Aires Poetry, agosto 10, 2017

Ref.:
Festival de Poesía de Medellín
Poemas del Alma
Semana

Foto: FB

miércoles, enero 16, 2019

Sergio Badilla / El francotirador con su arma














Entre las cercas un emboscado
dirigirá su carabina apuntando a mi mollera
y así he de recordar eternamente
con incomprensible indiferencia
el frenesí de una mañana
           con el alma envilecida.
Nada debe huir más allá de la duda
aunque el olvido hormiguee e irrumpa en plena niebla
y la realidad porfíe como magma cerebral en la extrañeza.
Un vendaval manosea los cimientos de mi mente
cuando bajo las cortinas en la noche nívea
y aparece el emboscado con su arma apuntando a mi mollera
entonces la pesadilla se tropieza con sus lascivo absurdo
y me celebro de no haber perdido la razón y la cabeza.

Sergio Badilla (Valparaíso, Chile, 1947), revista La Guacha, n° 49, Buenos Aires, noviembre de 2018

Ref.:
La Convención
Letras
Círculo de Poesía
Poemas del Alma
Casa de América/YouTube

Foto: La Convención

martes, enero 15, 2019

Lisel Mueller / Desnudo de Edward Hopper





















La luz
me vacía de aquello que podría ser,
el sueño de calor y suavidad
de un hombre;
o el de un pintor:
los pechos palomas acogedoras,
los brazos ligeramente doblados
por un mediodía templado.

Soy
venas azules, una cicatriz,
una mancha de células color lavanda,
muslos y hombros usados;
mis pantorrillas
son tan magras como mis mejillas,
mis caderas no serán rechonchas
pequeñas, relucientes almohadas:

pero este cuerpo
es un hogar, mi infancia
está enterrada aquí, mi sueño
nace y se instala dentro de él,
el deseo
alcanzó la cima y se consumió hasta desvanecerse
entre estos huesos:
vivo aquí.

Lisel Mueller (Hamburgo, Alemania, 1924), The Private Life, Louisiana State University Press, Baton Rouge, 1981
Poetry, 1967
Versión de Jonio González

Ref.:
El Placard
Poetry Foundation
Poeticus

Foto: s/d

A NUDE BY EDWARD HOPPER

The light
drains me of what I might be,
a man’s dream
of heat and softness;
or a painter’s
—breasts cozy pigeons,
arms gently curved
by a temperate noon.

I am
blue veins, a scar,
a patch of lavender cells,
used thighs and shoulders;
my calves
are as scant as my cheeks,
my hips won’t plump
small, shimmering pillows:

but this body
is home, my childhood
is buried here, my sleep
rises and sets inside,
desire
crested and wore itself then
between these bones—
I live here.

lunes, enero 14, 2019

Roberto Malatesta / De "Por encima de los techos"














Visitas

Las aguas del Salado visitaron mi barrio,
fue una lengua enorme, sedimentosa, oscura,
no se parecía al río manso de mi infancia,
más bien era el mismo demonio
que estiraba la lengua sobre nosotros.
Todos los vecinos subieron a los techos,
y yo juro, y mi perro jura,
vimos a Dante y a Virgilio
pasar en bote por mi calle
rumbo al Purgatorio.


Dinastías bajo el agua

Tengo junto al horno
a los poetas de la dinastía T'ang.
Secan sus páginas junto al calor mientras
numerosas son las dinastías
que esperan su turno,
y vastas también
aquellas que han perdido totalmente su esperanza
bajo el agua enlodada.
Li Po, se decía de él, escribía poemas
que con tinta fresca aún
arrojaba al río.
Alguien, ¿tal vez LiPo desde la luna?
arrojó un río sobre mi casa,
sobre mis libros y papeles,
para enseñarme tal vez
el valor perecedero
de todo papel.
Y todavía se ríe.

Roberto Malatesta (Santa Fe, Argentina, 1961), "Por encima de los techos" (2003), El silencio iluminado, Leviatán, Buenos Aires, 2011

---
Foto: El Corazón de las Cosas

domingo, enero 13, 2019

Jorge Fondebrider / Monarcas
















No veo cuántas cosas podrían interesarme menos
que el viaje migratorio de las mariposas
monarca y, sin embargo, fui,
crucé Ciudad de México
en busca de un santuario en Michoacán.
Y así subí una tarde tres mil setecientos escalones.
Cambié unas frases triviales con gente en el camino,
jadeando me detuve muchas veces, perdí el aire,
pero por fin llegué.
No veo cuántas cosas podrían interesarme menos que llegar, pero llegué.
Parece que es así
cuando uno llega,
siempre.

[inédito]

Jorger Fondebrider (Buenos Aires, 1956)

Adriana Hidalgo Editora - Wales Literature Exchange - LOM - Eterna Cadencia - El Orate y la Musa

sábado, enero 12, 2019

Jason Shinder / Jacksonville, Vermont


Porque no me he casado tengo la piel como una naranja

cuya vida ha transcurrido en la oscuridad. Dentro de la naranja
estoy ciego. No puedo decir cuándo una mano la alcanza

y rompe los átomos de la sangre. Algunos días

un mirlo traerá el viento hasta mi cabello.
O las nubes amarillas que caen sobre el frío suelo son animales

que luchan unos con otros por la pena acumulada.

Todas las mujeres a  las que he conocido han sido

destruidas por la niebla y el ciervo que cruza el campo por la noche

Jason Shinder (Nueva York, Estados Unidos, 1955-2008), Stupid Hope, Greywolf Press, Minneapolis, 2009
Traducción de Jonio González.

Ref.:
Poetry Foundation
Poets Org
New York Times

Foto: Silliman's Blog

JACKSONVILLE, VERMONT

Because I am not married, I have the skin of an orange

that has spent its life in the dark. Inside the orange I am blind.
I cannot tell when a hand reaches in and breaks

the atoms of the blood. Sometimes a blackbird will bring the wind

into my hair. Or the yellow clouds falling on the cold floor
are animals fighting each other

out of their drifting misery. All the women I have known

have been ruined by fog and the deer crossing the field at night.

viernes, enero 11, 2019

Ricardo Molinari / De "El tabernáculo"














V

Sí, qué tejado, qué sombra de madera sobre
    el último día.
Cantaba el mar en playas de níquel, el mar
    Lleno de sudor,
Siempre el mar.

Yo estaba desesperado como si ya no quedara
    otra vida,
como si el mundo fuera plano
y mi sueño estuviera colgado de una pared
llagada.

Sí; el amor, la carne, el triste sueño. Yo no
    quería morir,
no quise llevar una flor transparente sobre el
    hombro pasajero;
dejar de ser un pobre árbol sin jacintos.

(Mañana, cuando esté sereno, todo se me ha
    de volver tonto; ya estoy sordo
de llevar mis ríos a un corredor;
de dirigirme a una frase viviente entre montañas,
a un vaso de café, a una canción, a toda una
    noche sin dormir).

Pero el amor es el amor,
Y yo tolero lo que me ayuda a ser diferente:
silencio entre dos hojas, espacio entre los
    hombres.

Ricardo Molinari (Buenos Aires, 1898-1996), El tabernáculo [1934], Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2001

Ref.:
Clarín/Otra Iglesia Es Imposible
La Nación
Biblioteca Digital Ciudad Seva
Poemas del Alma
Poesía en Español

Foto: Zenda s/d

jueves, enero 10, 2019

Sonja Åkesson / Una carta















¡Hasse!
¡Hans Evert!
¿Te acuerdas de mí?
No fui tu primera chica
claro
pero tu fuiste mi primer chico.
Ibas constantemente en la bici, una Rambler,
y llevabas la gorra en la nuca
y yo iba en la barra con mi abrigo rojo
y a veces en la parrilla.
Una tarde nos caímos en la cuneta.
Qué canciones cantabas.
Ya entonces eran viejas:
“A casa de mi chica
tarde o temprano
me lleva el camino
a casa de mi chica
que escribe
que me quiere”
aún oigo tu voz con precisión:
azafrán y canela y unos granos de mostaza
y tú desafinabas un poquito en todos los tonos.
Tu hermana estaba gorda y se llamaba Jenny
Cuando empezamos tú tenías 17 años y yo —
no, no me atrevo a decirlo.
Podrías acabar en la cárcel.
Tú estabas siempre bronceado por el sol.
Luego llegó la movilización.
¿Recuerdas aquella cabaña de la orilla del lago azul
con el gallo y el gato y los abedules?
Imagínate que viviésemos allí ahora.
Yo hubiese tenido un montón de críos
que se lavarían en una palangana en la cómoda
antes de ir a la catequesis dominical.
Tu hermana, la gorda Jenny,
hubiese sido mi cuñada.
Pero no hubiese tenido suegra.
Tu padre la había matado de un tiro
y luego se había cortado el cuello
con una navaja de afeitar.
Una vez me enseñaste una foto de ellos.
A veces te emborrachabas un poco.
Entonces ponías en el manillar
ramilletes de jazmín
o ramitas de peral en flor.
Una vez te lo hiciste
con otra chica.
Cuando enloqueció tu padre te escondiste en un armario.
Él también había pensado matar a tiros a los hijos.
Yo mentía todas las noches.
Nunca había mentido antes.
Cuando mentía hacía como
si yo no fuese yo.
Simulaba que era un sueño.
Pretendía que ni siquiera era yo la que soñaba.
Mi madre tenía un olor ligeramente acídulo.
Se le había caído el pelo.
Ella lloraba
y yo también lloraba convulsivamente
aunque sólo era un sueño,
y aunque tampoco era yo la que soñaba.
Todos los días eran un solo sueño.
Una noche mi madre se sentó con abrigo y sombrero.
Imagínate que lo hubiesen hecho,
quiero decir si me hubiesen echado de casa.
Imagínate, yo que lloraba reclamando a mi madre desesperadamente
cuando sólo llevaba una semana en casa de la prima Ruth.
Tú eras bueno con los niños.
Y no quiero decir nada irónico.
Yo no era un niño.
Tú eras muy bueno con los hijos del campesino.
Tú eras también bueno con la vieja señora de la limpieza.
La gente decía que eras bueno con los hijos del campesino
y con la vieja señora.
“Un saludo con el viento quiero yo enviar
a mi padre y a mi madre y la chica de mi lugar”
Cuando cantabas te subía y bajaba la nuez.
Tú padre llevaba mucho tiempo sin levantarse, paralítico,
creo que a raíz de un accidente.
Tu madre estaba muy guapa en la foto.
Luego estalló la guerra
y durante varios años
no fui la chica de nadie en particular.
Durante algunos años no mentí nunca.
Más adelante te hiciste de los de Pentecostés
y te casaste, bastante rico
con una chica, con finca, también de Pentecostés.
Te encontré una vez.
Le habías pedido perdón a Dios, dijiste.
Me sonó bastante estúpido.
Sabía que me deseabas.
¿Cuántos años puedes tener ahora?
¿45?
¿Sigues en la congregación redimido?
¿Crees que tu padre estará en el infierno?
¿Hueles todavía un poco a caballo?
Aunque seguramente tendréis tractor.

Sonja Åkesson (Buttle, Suecia, 1926-Estocolmo, 1977) Vivo en Suecia. Antología Poética, Vaso Roto, Madrid, 2015
Traducción de Francisco J. Uriz
Envío de Jonio González

Ref.:
Sonja Åkesson 
Vallejo & Co.
Atlántica XXII

Foto: Atlántica XXII

miércoles, enero 09, 2019

John Cage / De "Indeterminación 2"















133

Madre     e      hijo       visitaron     el
Museo     de Arte        de Seattle.
Varias     salas   estaban    dedicadas
a
la      obra     de     Morris      Graves.


Cuando     llegaron     a     una
en       la       cual
todas       las        pinturas      eran
negras,


la              madre,
colocando   una    mano    sobre   los   ojos
del hijo,

dijo,
“Vamos,  mi    amor,
mamá           no         quiere
que           veas             estas     cosas”.

John Cage (Los Ángeles, Estados Unidos, 1912-Nueva York, Estados Unidos, 1992)
Traducción de Patricio Grinberg

Indeterminación 2,
Zindo & Gafuri,
Buenos Aires, 2018










Ref.:
Sitio Oficial
Poetry Foundation
Poetry Soup
Vallejo & Co.
Buenos Aires Poetry

Foto: John Cage en 1988 Rob Bogaerts/Anefo/Nationaal Archief Nederland

martes, enero 08, 2019

Mario Montalbetti / De "Apolo cupinisque"





















Poema en homenaje al V Congreso Nacional de Filosofía 
del Lenguaje, Huampaní 26-28 de junio de 2010

¿cuál es la diferencia entre una vaca y el lenguaje?

una vaca
¿qué es una vaca?

una vaca pace al lado del camino

el camino da un rodeo
y lleva hasta el granero

la vaca cruza el camino
sin rodeos

el lenguaje no puede hacer eso


Rilke en el Amazonas

Rosada mariposa a mitad del río
puro mensaje puro

ángel para ninguno

lenguaje para el camino
marrón que fluye

in-tolerablemente-visible

entre los dos.

Rosada mariposa de casi
cuatro horas: pura caducidad

sólo lo indispensable fluye.

Yo, en cambio, boa de casi
cuatro metros aguardo inmóvil

lo constante, lo que se repite
sin variación, la idea

utópica que me da de comer.

Mario Montalbetti (Lima, 1953)

Apolo cupinisque,
Años Luz / Paracaídas,
Buenos Aires, 2018










Eterna Cadencia - Ojo en Tinta - La Poesía Alcanza para Todos - La Gaceta Salta - Poemas del Alma

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Foto: Poesía Sub25

lunes, enero 07, 2019

Gertrude Stein / Dos poemas

















Stanza II

Pienso muy bien de Susan, pero no sé su nombre
Pienso muy bien de Ellen, pero no es lo mismo
Pienso muy bien de Paul le dije no lo hagas
Pienso muy bien de Francis Charles pero lo hago
Pienso muy bien de Thomas pero no no lo hago
Pienso muy bien de no muy bien de William
Pienso muy bien de cualquier muy bien de él
Pienso muy bien de él.
Es notable lo rápido que aprenden
Pero si aprenden y es muy notable lo rápido que aprenden
Supongo no sólo sino por y por
Y no sólo pueden no estar aquí
Sino no ahí
Que al fin y al cabo es lo mismo
Que al fin y al cabo es lo mismo es lo mismo
Añado añadido a eso.
Preferiría estar preferiría estar aquí.

Stanza XXXVIII

Lo que quiero decir es esto
No hay principio ni fin
Pero hay un principio y un final
Para un principio.
Por qué sí por supuesto-
Cualquiera puede aprender que el norte por supuesto
No es solamente norte sino norte como norte.
Por qué estaban preocupados.
Lo que quiero decir es esto.
Sí, por supuesto.

Gertrude Stein (Allegheny, Estados Unidos, 1874-Neuilly sur Seine, Francia, 1946), Stanzas in Meditation, Sun and Moon Press, Los Ángeles, 1994
Traducción de Eduardo Conde

Ref.:
Vice
Muy Historia
Poetry Foundation

Foto: Gertrude Stein s/d muyhistoria.es

STANZA II

I think very well of Susan but I do not know her name
I think very well of Ellen but which is not the same
I think very well of Paul I tell him not to do so
I think very well of Francis Charles but do I do so
I think very well of Thomas but I do not not do so
I think very well of not very well of William
I think very well of any very well of him
I think very well of him.
It is remarkable how quickly they learn
But if they learn and it is very remarkable how quickly they learn
It makes not only but by and by
And they can not only be not here
But not there
Which after all makes no difference
After all this does not make any does not make any difference
I add added it to it.
I could rather be rather be here.

STANZA XXXVIII

Which I wish to say is this
There is no beginning to an end
But there is a beginning and an end
To beginning.
Why yes of course.
Any one can learn that north of course
Is not only north but north as north
Why were they worried.
What I wish to say is this.
Yes of course.

domingo, enero 06, 2019

Gerado Deniz / De "Amor y Oxidente"















8. Thani

El entierro de Jorge Spero.
En motocicleta lentísima, el policía al frente, sueco él.
Enseguida la banda entre humos del escape,
con crespones luctuosos en los sarrusófonos,
hace sonar con gravedad La leyenda del beso.
Detrás de la caja de tablas brutas destemplada
en hombros de seis portadores
(sobre la tapadera, el sombrero del juvenil savant),
rumbo al sepulcro blanqueado.
Cerraban el cortejo los niños de la escuela vestidos de gala,
chupando pirulines, exhibiendo escrófulas.

Y al ir a dar la vuelta,
los seis se detienen, tiemblan frenéticos, mugen,
sus rodillas se entrechocan y los dientes; pisan atrás y delante
     y a los lados,
cada quien por su cuenta y riesgo;
parece a punto de caer el ataúd.
Suben aún las trompetas, cada uno zapatea en su lugar
jadeando en atroz trance. Retumba sordo el cuerpo de Jorge
sacudido en el interior: orujo y hollejo, rampojo y raspajo.
(Según los etnólogos, en estos casos es que el muerto lo piensa mejor
     y se resiste al sepelio.
Es común entre los Antandroy.)
(Según los etnólogos, quede entendido.)
Los abanican con periódicos plegados en dos y medio,
los asperjan con agua mineral,
los empujan con cierto horror -hasta que poco a poco
vuelven en sí: ¡triunfó en ellos la Vida! (¿Por qué?
-pues porque siempre tiene que ser así;
la muerte nunca gana
                   en un acto simbólico, queremos decir.)
La marcha se reanuda. Arriban al camposanto.
Desde el balcón rústico de palos labrados a navaja como proa vikinga,
     casa Marm,
Yclea, resfriada y muy maltrecha, lo presenció todo, arropada
     en un sarape. Todo. ¡Besadla en la frente,
antes de que se estilice! Pues ahora que contempla la calle vacía
y el sombrero hongo del amado caído en el arroyo,
un síncope la alcanza, suficiente.
-Abusó de sus fuerzas -opinó el boticario
(chocolate ferruginoso, jarabe de pulmón de ternera)
soplándose la caspa del hombro
y se alejó levantando el bastón cada tres pasos y medio
hasta ponerlo horizontal.

Gerardo Deniz (Madrid, 1934, Ciudad de México, 2014), "Amor y Oxidente", 1991, Erdera, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2005

UNAM - Luvina - El País - Persée -  Otra Iglesia Es Imposible

Foto: La Jornada

sábado, enero 05, 2019

Dora Battiston / Convivencia
















De extraño modo
Katherine Mansfield
hemos vivido estos meses
en un lugar que nunca
pudiste imaginar
en trayectos lluviosos o soleados
en colectivos de línea
que cruzan avenidas
de grandes casas
después barrios oscuros
sórdidos
desde donde se arrojan
piedras gritos insultos
los perros corren desesperados
tras las ruedas
los yuyos y las zanjas
atormentan las calles
y las toscas levantan la tierra
y las ramas golpean las ventanillas
con estruendo

sin embargo
convivimos tu diario
el triste paraíso de tu diario
donde se permitió vivir tu casi vida
entre piedades y odios
cuartos cambiantes
naranjas en la mesa
y esas luces del cielo que nadie
pudo escribir así
el amor incierto
la enfermedad
rondando y habitando
y yo que te copiaba
el paisaje mental en una lágrima
mientras el colectivo atravesaba
esa clase de mundo
que acaso no pudiste imaginar.

Dora Battiston (Realicó, La Pampa, Argentina), Relativa sombra, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2018

Ref.:
Ediciones en Danza
El Lobo Estepario
Radio Don
Soy de Toay

Foto: FB

viernes, enero 04, 2019

Jonio González / Pablo

















puesto que el sonido sólo se expande
a través de la materia
¿cómo oír hablar a un muerto
al cabo de años de su muerte?
¿cómo oír sus respuestas
sus enseñanzas
aun el eco de la morada del deseo?

aquel fariseo cree
que sólo en alma y cuerpo
se resucita:
he ahí la ocasión
de convertir las palabras en leyes
las especulaciones en certidumbre
los imposiciones de dios
en un plan divino según el cual
morir por amor
no sea morir

me adelantaré a las profecías
y con materia o sin ella
haré de su obstinación
la luz en un desierto de silencios

[inédito]

Jonio González (Buenos Aires, 1954)

Ref.:
EuromundoGlobal
Héctor Castilla
Tuerto Rey
De Sibilas y Pitias
El Poeta Ocasional

Foto: Jonio González por Jorge Aulicino, París, 2013

jueves, enero 03, 2019

Georges Schehadé / Poemas




En principio detrás de las rosas no hay monos
Hay un niño que tiene ojos atormentados

*

Cuando tiemble el otoño sobre la montaña
Ponle a tu cuello el ojo de los cisnes
Bellas hay en el viento y la hora es negra
Yo te amo me lo han dicho

*

La lluvia más dulce que rebaños ocres
El agua más blanca sobre sus hombros que la desgracia
Yo no sé si es un signo o una tortura
Esa voz en mi infancia como una manzana
Hay una gran miseria en las aldeas

*

Que yo esté allí y todo habrá concluido
Aunque me extravíe
El mal a sus pies es un río muy largo
Ella vela mi pecho dulce
Los ojos salvajes los ojos del cielo
Y el agua eterna está sobre las mesas

Georges Schehadé (Alejandría, Egipto, 1905-París, 1989), La Jornada Semanal, nº 674, México, 3.2.2008
Traducciones de Rodolfo Alonso
Envío de Jonio González

Nota del Ad.: A partir de 1938, Schehadé publicó sus poemas con el título de Les Poésies y Poésies 

miércoles, enero 02, 2019

Katherine Mansfield / Dos poemas




















La abuela

Bajo los cerezos
la abuela con vestido estampado lila
llevaba a Hermano Pequeño en brazos.
Un viento, tan joven como Hermano Pequeño
sacudió las ramas de los cerezos
y los capullos nevaron sobre el pelo de ella
y sobre su desteñido vestido lila.
Dije: '¿Puedo verlo?'
Ella se agachó y alzó una punta de la mantilla.
Él estaba profundamente dormido.
Pero su boca se movía como si estuviera besando.
'Hermoso', dijo la abuela, asintiendo y sonriendo.
Pero mis labios temblaban.
Y mirando la cara amable de la abuela
deseé estar en el lugar de Hermano Pequeño
para rodearle el cuello con mis brazos
y besar dos lágrimas que brillaban en sus ojos.


El hombre de la pata de palo.

Había un hombre vivía bastante cerca
tenía una pata de palo y un jilguero en una jaula verde
se llamaba Farkey Anderson
y se había conseguido en una guerra la pata de palo.
Nos daba mucha pena
porque tenía una sonrisa hermosa
y era muy grandote para vivir en una casa tan pequeña.
Cuando caminaba por la calle su pata de palo no importaba mucho
pero cuando caminaba por su pequeña casa
hacía un ruido horrible.
Hermano Pequeño decía que su jilguero cantaba más fuerte que otros pájaros
para que el hombre no oyera el ruido de su triste pata de palo
y no se apenara demasiado.

Katherine Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 1888-Fontainebleau, Francia, 1923), Té de manzanilla & otros poemas, selección, traducción y prólogo de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2012

Otra Iglesia Es Imposible - Katherine Mansfield Society - Eterna Cadencia - Cartografías Desplegadas - Escribientes

Foto: Katherine Mansfield, Rottinggdean, junio de 1910 Victoria Univesity


The Grandmother

Underneath the cherry trees
The Grandmother in her lilac printed gown
Carried Little Brother in her arms.
A wind, no older than Little Brother
Shook the branches of the cherry trees
So that the blossom snowed on her hair
And on her faded lilac gown.
I said: ‘May I see?’
She bent down and lifted a corner of his shawl.
He was fast asleep.
But his mouth moved as if he were kissing.
‘Beautiful,’ said Grandmother, nodding and smiling.
But my lips quivered.
And looking at her kind face
I wanted to be in the place of Little Brother
To put my arms round her neck
And kiss the two tears that shone in her eyes.


The Man with the Wooden Leg 

There was a man lived quite near us
He had a wooden leg and a goldfinch in a green cage
His name was Farkey Anderson,
And he'd been in a war to get his leg.
We were very sad about him
Because he had such a beautiful smile
And was such a big man to live in a very small house.
When he walked on the road his leg did not matter so much
But when he walked in his little house
It made an ugly noise.
Little Brother said his goldfinch sang the loudest of all birds,
So that he should not hear his poor leg
And feel too sorry about it.

[1916]