viernes, septiembre 30, 2011

Ezequiel Alemian / De "Poemas pobres"




20
No hubo agua en todo el día
y eso me mantuvo de un humor
oscuro.

Sucio y sudado
dormí
cada rato que pude.

Fui presa
de los fantasmas.

La presión volvió
cuando el sol caía.

La luna brillaba
entera y hermosa
en el patio
mientras yo me duchaba
con las luces apagadas.


21
Si alguien viviese
en los caños de agua
y sufriera cada vez
que se abren las canillas...

Si alguien gritara
dentro de los caños
cada vez que el agua
empieza a correr
por ellos...

Vengo del Hospital Borda.

Todo vestido de negro,
un hombre muy pálido
lee en el subte
un libro
sobre vampiros.

Ezequiel Alemian (Buenos Aires, 1968), Poemas pobres, Ediciones Vox, Bahía Blanca, 2011


Ilustración: Woman in Bath, 1963, Roy Lichtenstein

jueves, septiembre 29, 2011

XI Chuan / Amor filial





Amor filial

Caminar 5 km, incluso 100 km, no cuenta como viajar a pie.
Es necesario caminar unos mil kilómetros para que el viaje
se transforme en voluntad, para tener un corazón filial.
El hijo filial tira del carrito con su madre arriba.
Le sugiero: "¿No sería más cómodo tomar el tren?"
Dice: "Sólo caminar es verdaderamente filial, y además se ahorra".
Va arrastrando el carrito a través de subidas y bajadas,
cruza la nieve de Shandong, los accidentes de tránsito de Hebei.
Lleva a su madre hacia Pekín a través de las fronteras.
Le digo: "Mejor quedarse en casa y disfrutar del retiro".
Responde: "La voluntad de mi madre es ver a Mao.
Si no puede ver a Mao al menos ver Tiananmen. Si no ve Tiananmen,
cuando se encuentre en la otra vida con un conocido ¿qué va a decirle?"
La madre: "Hijo, ¿con quién estás hablando?"
El hijo: "Estoy discutiendo con el cansancio".
El invierno ya anda por la mitad, el viento del norte
sueña con el viento del sur. Arrastrando el carro con su madre
llega hasta Tiananmen. En la plaza están tocando el himno
para un presidente africano temeroso del frío, impávido
frente al calor. La madre: "Ya lo vi todo. Ahora volvamos".
El carro invierte su dirección. El himno ya terminó.
Les sugiero que se queden unos días más en Pekín.
Él dice que su madre quiere morir en su casa.
Pekín es para que los pekineses jueguen con los extranjeros.
Él no puede tirar su dinero en Pekín. Además debe volver para sembrar.

Xi Chuan (Xuzhou, provincia de Jiangsu, 1963), Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos, selección y traducción de Miguel Angel Petrecca, Gog y Magog Ediciones, Buenos Aires, 2011

Foto: Xi Chuan ljudmila.org

miércoles, septiembre 28, 2011

Juan L. Ortiz / De "La orilla que se abisma", 2




















Canta la calandria...

   Canta la calandria... canta...
Toda criatura canta, no es cierto? canta para "ser" aún en el misterio
   en el extrañamiento de sí...


Canta la calandria, y de repente parece que halló
           la deidad del "silencio"...


Excedió el pajarillo, pues, el hálito
                  de las ocho,
  al no encontrar la respuesta
                       cerca,
y perdérsele en el gris las otras frases del minuto?


   Por qué calló entonces?
   Alguien sufre...


Nada asegura que la melodía
pasó a "ser", allá, allá, donde las perlas se disolverían y de donde, a la vez,
se desprenderían las perlas...


           Pero vuelve...
     y con qué dulzura vuelve... es la melancolía
           que vuelve?


            Oh amor de diciembre,
                     amor:
dale el eco de una rama de ahí, o, si lo prefieres, del confín,
             para que no "sea" en ese "allá"
antes de "ser" su "resonancia", en el intervalo de "aquí",
              aunque el aire deba sufrir, asimismo, porque nadie, nadie,
                      pueda herirlo así...
                      y quede en una suerte de molicie
                      que se ilumina
hasta arder en las cigarras y medir, intermitentemente, con ellas,
                  los espacios, ya, de un arcángel...


Juan L. Ortiz (Puerto Ruíz, 1896-Paraná, 1978), La orilla que se abisma, Editorial Losada, Buenos Aires, 2011 (primera edición: 1970, en En el aura del sauce)
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Ilustración: Landscape with clouds, c.1821-22, John Constable

martes, septiembre 27, 2011

Alejandro Carrizo / De "Tocata y fuga"






1.
johann sebastian me da un empujón (no
encuentro los anteojos. alguien que huye
quiere voltear la puerta (lo invito a la cocina
le ofrezco un vino empezado y le pido que se calme:
el perro del vecino sigue sin alcanzar la luna.
su saco echa humo aún (por favor, los vecinos
parece balbucear el nombre de un amor antiguo
por sus ojos desesperados camina una palabra muda
corro, pero la pierdo en la multitud
otra vez el hígado –pienso– aunque la mesa ya
ha comenzado a tomar su forma natural
debo volver a mis huesos antes de que empiece
a llover en los espejos (marcela, la violonchelista
no da señales de vida y eso puede confundir a
cualquiera. a esta altura bach se ha llevado al
desesperado a buscar un barcito abierto en
la terminal (la ventana sigue fiel y
empecinada
la ciudad es un rinoceronte dormido
que puedo acariciar con toda mi desnudez


9.
y encima el agujero en la cubrecama
como disparo de guerra casi (moretones sobre
esta pelambre de lagarto que. yo también
afilo mis fantasmas y suelo dejarlos en alguna
esquina o en medio del puente que me
cruza a diario (musiquita del solo ¿no?
benditoantonioagri
es grande este hospital y
si se cruza una enfermera en el pasillo
mejor quizá se deje curar de la estupidez
endémica sobre una cama imposible de
jazmines –vos sabés que una palabra puede
tánto (herí
herí con el arco la muerta mudez de lo hecho
sólo la lengua embarrada abre las puertas de lo que viene

Alejandro Carrizo (Ledesma, Jujuy, 1959), Tocata y fuga, Cuadernos del Duende, Jujuy, 2010

Foto: El poeta Alejandro Carrizo

lunes, septiembre 26, 2011

Luis Chaves / Wyoming













Falta el inicio
pero es lo de menos:
huele a gas y una tarde
por la ventana del bus
el rótulo de gaseosa Goliat.

Inquieto en el cielo raso,
el reflejo del reloj.

Las faldas dentro del calzoncillo,
la constelación de hormigas
suspendidas dentro de la botella de miel.

Hasta aquí va todo bien,
ahora la parte difícil
viene la fuerza de gravedad,
el adormecimiento.

Algo es seguro:
sopla un viento helado
en, digamos, Bahía Blanca.
Mudo el manto de escarcha
sobre la tierra plana de Wyoming.

Luis Chaves (Costa Rica, 1969), XIX Festival Internacional de Poesía en Rosario
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Foto: Chaves Esteban Chinchilla/XIX Festival Internacional de Poesía en Rosario

domingo, septiembre 25, 2011

Gianfranco Ciabatti / Dos poemas



















Albañil

Andar por el aire.
Siempre me gustó.
De mis árboles de antaño han serrado
tablones para los andamios de las obras.
Pero están todavía la tierra,
el agua del mar, la sombra
y el sueño.
Me gusta también esto.
La carrera sobre la arena firme
de la rompiente, la zambullida,
la subida que regula el pulso,
el descanso en la hierba.

de Preavvisi al reo, 1985


Siete palabras póstumas de explicación

Porque la distracción te arroja contra la multitud,
porque están extraviados los instrumentos comunes
para los destinatarios de sus beneficios, porque las artes que en  nosotros hilan
el hilo de las vidas
son trasmitidas por aproximación, porque nuestros departamentos
están regados de vestidos y es dudoso
a quién compete su arreglo pero a quién incumbe
está claro,

elegí la poesía por amor de precisión.

de Niente di personale, 1989

Gianfranco Ciabatti (Ponsacco, 1936-Florencia, 1994), "La poesia della contraddizione", nota y selección de Giovanni Commare, Arcipelago Itaca, 1°apparizione
Versiones de Jorge Aulicino

Muratore

Andar per aria.
Mi è sempre piaciuto.
Dai miei alberi di un tempo hanno segato
tavoloni per i ponti dei cantieri.
Ma c’è anche la terra,
l’acqua marina, l’ombra
e il sonno.
Mi piace anche questo.
La corsa sulla sabbia rassodata
della battigia, il tuffo,
la salita che regola il polso,
il riposo nell’erba.


Sette parole postume di spiegazione

Perché la distrazione ti urta con la folla,
perché sono smarriti gli strumenti comuni
dai destinatari dei loro benefici, perché le arti che a noi filano
il filo delle vite
vengono trasmesse per approssimazione, perché i nostri appartamenti
sono disseminati di vestiti il cui riassetto
a chi competa è dubbio ma a chi incombe
è certo,

scelsi la poesia per amore di precisione.

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Foto: Ciabatti Arcipelago Itaca, blog desaparecido

sábado, septiembre 24, 2011

Niels Frank / Retrato con una pizca de verdad




Retrato con una pizca de verdad

Él es un mal poeta: no sabe leerse a sí mismo; está ciegamente enamorado de sus propios poemas. Se siente agradecido ante la menor señal de que también ellos están enamorados de él.

Él es un mal poeta: todos sus poemas confirman hasta el extremo las expectativas que ha puesto en ellos.

Él es un mal poeta: la poesía no ha llegado a serle comprensible, conceptual; no tiene frialdad ni cinismo. Es miope.

Él es un mal poeta: es pedante con las palabras, las acomoda, las peina, para que ninguna se le erice.

Él es un mal poeta: todos sus poemas son solicitudes para alcanzar la inmortalidad instantánea.

Niels Frank (Braedstrup, Dinamarca, 1963), versión de Thomas Boberg y Renato Sandoval, Festival Internacional de Poesía en Rosario

Cristian Aliaga / No hay afuera






No hay afuera

Una caja metálica construye un mundo. El alrededor pende
de una cuerda mental. La lógica de los sonidos late con el motor
que aúlla en el largo desierto humano. No hay afuera mientras se viaja,
una charca de destellos es el futuro y una imagen distorsionada por los
espejos lo que dejamos atrás sin remordernos. Aparte de lo que sucede
en la jaula de vidrios, sólo el camino desconocido posee fuerza de
encanto. La vida del universo tiene a ese viaje como único sostén.

(La Pedrera)

Cristian Aliaga (Tres Cuervos, provincia de Buenos Aires, 1962 - Buenos Aires, 2024), La causa clínica, bilingüe, con traducciones de Ben Bollig,  Manchester Spanish & Portuguese Studies, New Series; Manchester, 2011
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Foto: Aliaga, por Sara F. Warnes Wikipedia 

viernes, septiembre 23, 2011

Guido Cavalcanti / Por los ojos hiere...













XXVIII

Por los ojos hiere un espíritu sutil
que hace en la mente un espíritu soplar,
por el que mueve el espíritu de amar
que a cada espíritu pequeño hace gentil.
Espíritu inferior no puede allí caber:
puede tanta virtud ese espíritu mostrar.
Es espíritu tal que hace temblar.
Espíritu que hace humilde a la mujer.
Y después de ese espíritu se mueve
un otro dulce espíritu süave
al que sigue un duende de mercé:
espíritu que entró, espíritus llueve,
pues de cada espíritu tiene la llave
por virtud de un espíritu que él ve.

Guido Cavalcanti (Florencia,1250-1300), Rimas. Versiones de J. Aulicino. Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2006


XXVIII

Pegli occhi fere un spirito sottile,
che fa ’n la mente spirito destare,
dal qual si move spirito d’amare,
ch’ogn’altro spiritel[lo] fa gentile.

Sentir non pò di lu’ spirito vile,
di cotanta vertù spirito appare:
quest’ è lo spiritel che fa tremare,
lo spiritel che fa la donna umìle.

E poi da questo spirito si move
un altro dolce spirito soave,
che sieg[u]e un spiritello di mercede:

lo quale spiritel spiriti piove,
ché di ciascuno spirit’ ha la chiave,
per forza d’uno spirito che ’l vede.

Ilustración: The Soul of the Forest, 1898, Edgar Maxence (detalle)

jueves, septiembre 22, 2011

Fabián Iriarte / the depths are an annihilation




the depths are an annihilation
(mutsuo takahashi)

vuelvo de lejos / llego de ningún lugar / parto
con el alba y quedo con la tarde
toda razón de partir es tan loca como la de quedarse
el viaje termina
cuando comienza / me he alojado a menudo
en la fugacidad de las tempestades / en la profundidad
que te aniquila / con el arma letal de sus paradojas
así me ha quedado la memoria / ¿has visto cómo yerro?
o me alejo de mí / o me voy quedando
para volver

Fabián Iriarte (Laprida, 1963), XIX Festival Internacional de Poesía en Rosario

Carlos Pardo / Antropología




Antropología

Cambian los mitos pero ésta
sigue siendo la tierra
donde florece el limonero,
a pesar de que nadie lo encuentre significativo

porque también florece el cardo
sin vigilancia
excepto del pincel que lo reduce a un plano.

Pero ésta es aún
la morada del mito.

O cielo abierto tóxico
y no morada.

Una orilla del mundo conocido
donde florecen indiferenciados
el cardo, el limonero.

Carlos Pardo (Madrid, 1975), XIX Festival Internacional de Poesía en Rosario

miércoles, septiembre 21, 2011

Juana Bignozzi / De "Si alguien tiene que ser después", 2




De 2 a 5 de la mañana no duermo

cuando por desgracia estoy en mi cama a esa hora
no duermo
excelente momento
en el corazón de la noche
para escucharla
y escuchar sobre todo a los que se fueron
a los que no vuelven
a los que combato
nunca pienso en los amigos
jamás pensé en las cosas seguras
no escucho las maravillas del maestro rubén
no hay carruajes a veces hay un ascensor
pero recuerdo tanto
escenifico respuestas desprecios que ejerceré
pienso cómo luchar
espero el ruido del avión de las cinco y media de la mañana
me duermo como si fuera en los aviones que amé
y ya se han acabado
pienso que en ese silencio
alguien estará escribiendo la gran poesía de mi ciudad
escribiendo a solas como yo escribía en Saavedra
imagen oculta de esa muchacha que fui
ahora visita de la madrugada
pienso en esa persona desconocida
luchando por salir de un universo de horizonte cerrado
y escribiendo escribiendo y con sus palabras
letra a letra ganando para siempre una guerra


Piazza San Marco, Florencia

yo conozco esos lugares
eso es el viaje
quiero quedarme aqui el resto de mi vida
él es un señor y me dice por supuesto
nos quedaremos hasta la hora de comer
quiero decirte no me saques de aquí

dejame aquí sentada hasta el final
y entonces estaré en el lugar
donde miraré por última vez lo único que quise ver


Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937-2015), Si alguien tiene que ser después, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2010

Ilustración: La cabalgata de medianoche de Paul Revere, 1931, Grant Wood

martes, septiembre 20, 2011

Yang Jian / 3 viejas creyentes










3 viejas creyentes

Caminan por el terraplén entre los campos
protegiéndose del viento con el paraguas.
Las tres del mismo clan,
las tres de la misma aldea.
Una se llama Wang Caiyun,
una se llama Wang Caixiang,
una se llama Wang Caiqin.
Sus ropas se ven muy gastadas,
mientras se dirigen a la iglesia.
Ayer a la noche llovió
y el camino está resbaladizo,
Las tres son muy ancianas:
una es un poco renga,
otra un poco ciega,
y la otra parece no tener nada,
pero algún problema tendrá.
Con los paraguas se guardan del viento,
los pies se hunden en el barro.
Cuanto más fuerte el viento contra el paraguas,
más clara la imagen de dios en su cabeza.
El paraguas ya no aguanta más.
Por entre los campos avanzan cada vez más lento.

Yang Jian (Maanshan, 1967), Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos, selección y traducción de Miguel Angel Petrecca, Gog y Magog Ediciones, Buenos Aires, 2011


Ilustración: Viento de otoño, siglo XIV, Ni Tsan

lunes, septiembre 19, 2011

José Zorrilla / Oriental




Oriental

 Corriendo van por la vega
A las puertas de Granada
Hasta cuarenta gomeles
Y el capitán que los manda.
    Al entrar en la ciudad,
Parando su yegua blanca,
Le dijo éste a una mujer
Que entre sus brazos lloraba:
    -Enjuga el llanto, cristiana,
No me atormentes así,
Que tengo yo, mi sultana,
Un nuevo Edén para ti.
    Tengo un palacio en Granada,
Tengo jardines y flores,
Tengo una fuente dorada
Con más de cien surtidores.
    Y en la vega del Genil
Tengo parda fortaleza,
Que será reina entre mil
Cuando encierre tu belleza.
    Y sobre toda una orilla
Extiendo mi señorío;
Ni en Córdoba ni en Sevilla
Hay un parque como el mío.
    Allí la altiva palmera
Y el encendido granado,
Junto a la frondosa higuera
Cubren el valle y collado.
    Allí el robusto nogal,
Allí el nópalo amarillo;
Allí el sombrío moral
Crecen al pie del castillo.
    Y olmos tengo en mi alameda
Que hasta el cielo se levantan,
Y en redes de plata y seda
Tengo pájaros que cantan.
    Y tú mi sultana eres;
Que desiertos mis salones,
Está mi harén sin mujeres,
Mis oídos sin canciones.
    Yo te daré terciopelos
Y perfumes orientales,
De Grecia te traeré velos,
Y de Cachemira chales.
    Y te daré blancas plumas
Para que adornes tu frente,
Más blancas que las espumas
De nuestros mares de Oriente;
    Y perlas para el cabello,
Y baños para el calor,
Y collares para el cuello;
Para los labios... ¡amor!
    -¿Qué me valen tus riquezas,
Respondióle la cristiana,
Si me quitas a mi padre,
Mis amigos y mis damas?
    Vuélveme, vuélveme, moro,
A mi padre y a mi patria,
Que mis torres de León
Valen más que tu Granada.
    Escuchóla en paz el moro,
Y manoseando su barba,
Dijo, como quien medita,
En la mejilla una lágrima:
    -Si tus castillos mejores
Que nuestros jardines son,
Y son más bellas tus flores,
Por ser tuyas, en León,
    Y tú diste tus amores
A alguno de tus guerreros,
Hurí del Edén, no llores,
Vete con tus caballeros.
    Y dándola su caballo
Y la mitad de su guardia,
El capitán de los moros
Volvió en silencio la espalda.

José Zorrilla (Valladolid, 1817-Madrid, 1893), Manuel Altolaguirre, Antología de la poesía romántica española, Colección Austral, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1954

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Ilustración: Retrato de José Zorrilla por Antonio María Esquivel, Biblioteca Cervantes Virtual

domingo, septiembre 18, 2011

Geoffrey Hill / Dos poemas



Ovidio en el Tercer Reich

Non peccat, quaecumque potest peccasse negare,
solaque famosam culpa professa facit.
                           Amores, III, xiv

Amo mi creación y a mis hijos. Dios
es arcano y difícil. Suceden cosas.
Próximos están los antiguos abrevaderos de sangre;
la inocencia no es un arma terrenal.

Pero he aprendido algo. A no mirar
a los condenados. Ellos, en su esfera,
armonizan misteriosamente con el amor
de la divinidad. Yo, en la mía, celebro esa unión.


El humanista

Ese retrato veneciano:
un extraño erudito medita
y arroja su palabra
en la mesa de las musas.

La virtud es virtú. Esos
labios debaten y elogian
algún ingenioso aforismo,
carne blanca y delicada.

Esas manos vulgares que alguna vez
se tiñeron con la sangre de Platón
(rancia, sosa) ahora yacen
áridamente bajo la toga.

Geoffrey Hill (Bromsgrove, Reino Unido, 1932 - Cambridge, Reino Unido, 2016), Covers, 36 poetas en lengua inglesa, traducción de Armando Roa, Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2010


Ovid in the Third Reich
Non peccat, quaecumque potest peccasse negare, / solaque famosam culpa professa facit. / Amores, III, xiv
  I love my work and my children. God / Is distant, difficult. Things happen. / Too near the ancient troughs of blood / Innocence is no earthly weapon. // I have learned one thing: not to look down / So much upon the damned. They, in they sphere, / Harmonize strangely with the divine / Love. I, in mine, celebrate the love-choir.

The humanist
The Venice portrait: he / Broods, the achieved guest / Tired and wordperfect / At the Muses' table. // Virtue is virtú. These / Lips debate and praise / Some rich aphorism, / A delicate white meat. // The commonplace hands once / Thick with Plato's blood / (Tasteless! tasteless!) are laid / Dryly against the robes.
---
Imagen: Clara Olden/Paris Review

Act. 2023

Adúriz y el posclásico


El poeta argentino Javier Aduriz y el posclásico
LUIS BENÍTEZ (*)
Miércoles 04.abr.2007 Corrientes al Día, Corrientes, Argentina.

Desde hace un tiempo, los medios literarios argentinos comenzaron a hablar respecto de una nueva visión de la poesía, definida como el posclásico. Entrevistamos en Buenos Aires a la cabeza visible de esta nueva interpretación de la materia poética, el poeta Javier Adúriz, para que nos brindara precisiones y detalles de esta novedad.




-¿PUEDE DEFINIR EL POSCLÁSICO PARA NUESTROS LECTORES?
-La noción de posclásico, me parece, es metafórica, una nominación ambulatoria de cierta poética que acaso no necesite demostración. Lo que veo es la probabilidad de una categoría que permaneció ausente, y que podría haberse escapado desde los años mismos del primer vanguardismo. Por algún motivo, que vinculo antes que nada a una necesidad de salvación personal, después de la ruptura inicial y de la abjuración del pasado, poetas como Borges, Molinari, Marechal, entre otros -todos vanguardistas argentinos de primera hora- necesitaron realizar un cambio dentro del cambio. Igual, se me ocurre, al giro mental que imprimieron Eliot, Pound, Cernuda, Lorca, Ungaretti y tantos otros: un impulso de darle otra rienda al lenguaje, otra vivacidad por ese estado de condicionamiento en que los había colocado el propio estatuto o programa generacional. A mi modo de ver, todos ellos, a través de una entrega libre al lenguaje recapturaron la dimensión del pasado, en función exclusiva de hacer el presente, al par que mantuvieron una virulencia imaginativa admirable. En estos términos, el posclásico sería precisamente eso, una aleación, una vanguardia mestiza, que aprovecha de lo clásico un peculiar sentido del lenguaje, que va a derivar en una suerte de foco productivo; y de la vanguardia, el ADN de la libertad, esto es, cuando se concibe la escritura con una cabeza volada como núcleo fundante. La consecuencia, a mi gusto, es el ismo de lo clásico, lo posclásico. Desde luego no estoy hablando de percibir el fenómeno desde el lado exterior, desde el lado de la silueta textual, como pasión por las formas, sino de una suerte de instinto particular que afina en cierta dirección la pulsión general de escritura, a la que cualquier escritor está sometido. Un instinto o pulso que maniobra por debajo, en la entraña, y motoriza cada poema hacia la confección de un equilibrio dinámico, ajeno a simetrías. Este es el origen del posclásico, cuando el desaparecido orden clásico ya es imposible y dicho sea de paso, un sitio al que nadie quiere volver, pero que sin embargo, insiste bajo la piel de una combustión precisa, conforme a una variante entre variantes, semejante a una acotada y relativa dirección del espíritu.

-¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DEL MOMENTO ACTUAL DE LA POESÍA ARGENTINA?
- Con la llegada de la democracia en el 83, la poesía argentina no sólo se volvió plural y diversa, sino que además se enfrentó casi como por primera vez a la utopía de la libertad. En este sentido se pusieron en circulación nuevas maneras de tirar los dados. Creo que los neorrománticos y los neobarrocos, por ejemplo, son los que tomaron la posta del surrealismo tardío de los 60, retomando dos sesgos que estaban presentes entre los surrealistas. Mediante un yo que tiende a la producción de imágenes en serie, o bien, con la ilusión del poema como lugar absoluto de goce. Ambas líneas, con dosis diferentes de éxito, buscaron otro fondo del lenguaje donde parece percibirse el sonido material del ser. Por otro lado, el coloquialismo, tan sesentista, armado desde un yo fuerte que bajaba línea, se limó en el objetivismo actual, cuya novedad consiste en diluir la voz del sujeto, intuido como peligro de hipnosis para el lector, mientras se entrega al temblor extraño de los objetos. Por último, durante los noventa, se produce el arribo de una generación nacida durante la dictadura, a la que el fracaso de una democracia formal defrauda, y expone, en consecuencia, reactivamente, una actitud de revuelta iconoclasta, defenestrando cualquier tipo de vinculación con el pasado. En este panorama, de lo que podría llamarse poesía-argentina-en-tiempos-de-la-posmodernidad, la segunda o tercera generación de posclásicos buscó hacer lo suyo, afanándose como cualquiera de las otras variantes por un encuentro genuino con los lectores.

-¿CÓMO SE INSERTA EL POSCLÁSICO EN EL MOMENTO ACTUAL DE LA POESÍA ARGENTINA?
-Si lo posclásico existe, se inserta con naturalidad en el momento actual de la poesía argentina. A diferencia de la estética clásica de otros siglos, no se afinca en temas o motivos, empaques o rasgos de estilo, ni manifiesta una pretensión de registro de clase o emblema de distinción alguno. Tampoco, por supuesto, ambiciona regeneraciones de tipo político, moral o estético. Los hechos parecen ser que los poetas tatuados por ese instinto escriben sobre incertidumbre, sobre complejidad e incertidumbre. Casi con la ferocidad de un sino -agregaría-, cuyo estigma recauda memoria para el aquí y ahora tangible, durante estos tiempos de radiación y aceleración síquica.

-¿QUÉ REPERCUSIONES TUVO, HASTA EL MOMENTO, EL POSCLÁSICO?
-Cierta repercusión. Esta misma entrevista es un indicio de ello. De algún modo intuyo que lo que empezó como ejercicio imaginativo, empieza a tomar la temperatura de lo verosímil. Lo curioso es que la noción comienza, además, a otorgar cierto amparo a una serie de poetas notables de los días que corren, quienes aparentemente tenían muy poco que ver entre sí, no menos que produce un desacomodamiento del tablero de lo que se venía hablando, como si fuera la gramática de un contradecir. Sí, creo que tiene alguna repercusión, dado que la imaginación en cualquier momento puede hacerse verdadera.

-¿QUÉ AUTORES CONSIDERA USTED COMO POSCLÁSICOS Y POR QUÉ?
Más allá de los que mencioné anteriormente, considero posclásicos argentinos actuales a Enrique Butti, Ricardo Herrera, Santiago Sylvester, lo mismo que a Luis Tedesco, para señalar algunos. O entre los jóvenes, a Enrique Solinas; amén de los veteranos Juan José Hernández, Horacio Castillo, Rodolfo Godino y Joaquín Giannuzzi, el gran poeta recientemente fallecido. De cualquier manera, como la realidad es amplia y abierta, hay escritores que exhiben fugazmente sus pasajes de posclásico. Jorge Aulicino, por caso. En lo que se refiere a qué rasgos sitúan a un poeta en esa tensión diría, en primer lugar, que es la invención de un foco de habla, porque construyen un sujeto experimental, un yo perfectamente imaginario, labrado en alejamiento de la subjetividad, como grado extremo de la impersonalidad. Artificio que recuerda "la capacidad negativa" reelaborada por Keats, esa opción que cualquier escritor tiene a la mano de desaparecer personalmente de su texto, en una suerte de transubstanciación. En segundo lugar, una entrega al lenguaje sin condicionamientos, donde encuentran el lugar o foco desde donde se habla. De modo que aquel yo vicario o relator indispensable empieza a constituirse en el sujeto de cierto funcionamiento del idioma en que se vive, empujado a dimensión estética. Es un lugar donde el poeta dialoga o discute con la alusividad colectiva que cualquier lenguaje conlleva, ese implícito de civilización y cultura anudado ahí. Y por último, la búsqueda de eso-que-decir, que ocurre en el mismo acto de la escritura. Como un ir hacia el espesor significante de las palabras en busca de significados, ahí donde la imaginación reconoce la presa y se vuelve, durante un instante, verdadera. De modo que el umbral de la experiencia es lo inteligible. En suma, lo posclásico es poner vida en el lenguaje, la utopía del poema como un espacio común de diálogo, algo así como la apoteosis de lo decible. Es lo de Brodsky, porque si el lenguaje significa en puridad historia personal y general, un abismo temporal de significados, articularlo implicaría que el pasado está en la etimología de las palabras. Vale decir, que no hay uso original del idioma, sino aluvión anímico y cultural compartido en el proceso de la voz.

-¿QUÉ PERSPECTIVAS ADVIERTE USTED PARA EL POSCLÁSICO, EN CUANTO A REPERCUSIÓN Y DIFUSIÓN, EN EL FUTURO MEDIATO?
-No sé si hay futuro para nadie, de modo que mal me puede interesar el futuro del posclásico. Creo, además, que está en el núcleo central de este instinto una experiencia análoga a la de cualquier hombre que, con pasos inciertos, se aboca a la construcción de una obra para encontrar un eje existencial, en el regusto de una salvaguarda exclusivamente personal y desentendida hasta donde se sepa, de su suerte futura. Lo posclásico no consiste en labrar un porvenir. Se trata apenas, aunque ni más ni menos, de agotar el día que se está viviendo, hasta escribir cada línea con vivacidad. Y esa, tal vez, sea otra obsesión primigenia de un posclásico, encarnar una voz en la opacidad habitual de las palabras.

-¿SE ENFRENTAN LOS POSTULADOS DEL POSCLÁSICO CON OTRAS CORRIENTES DE LA POESÍA ARGENTINA RECIENTE/ACTUAL Y SI ES ASÍ, CÓMO Y POR QUÉ?
-Todas las corrientes de poesía son utópicas y cada una desenvuelve su deseo de convocar al lector. Por eso, sí, las diferencias con sus compañeros de ruta son notorias. Desde la perspectiva de un posclásico, el neobarroco adolece de dos cuestiones: por un lado, recorta el fluido hacia el extrañamiento, operando exclusivamente el texto como último reino de la libertad y el goce y por tanto, tornándose un fundamentalismo del principio del deseo. Algo tangente, también, con el proceso de los neorrománticos. Un cierto imperialismo que pierde lectores, porque evade el principio de realidad, ese lugar que considera la presencia del otro. Es el costado siempre amenazante en la pulsión creativa que lleva al narcisismo o al autismo. Y por otro lado, como su estética se maquilla con agrados visibles, enmascara eso-que-decir, para diluirse en el orbe de las sensaciones. También el posclásico considera al objetivismo como insuficiente, precisamente por esa operación de dilución del sujeto. Se comprende su matiz político, pero lo cierto es que su texto acaba impávido, sin la vitalidad necesaria. El punto central aquí es que la construcción de un sujeto permite abrir la posibilidad amplia de lectores. Dicho de otra manera, sin confección de sujeto se malogra la furia conviviente del lenguaje. En cuanto a los pibes del noventa, me resultan todavía una mera gestualidad reaccionaria, aunque por otro lado, los conozco imperfectamente.

-¿CÓMO SE INSERTA SU PROPIA OBRA EN EL POSCLÁSICO?
-No me corresponde a mí contestar eso. Puedo decir sí, que me siento muy afín a esa perspectiva, y que leo los libros de los poetas ya mencionados con una atención apasionada. Actualmente, por ejemplo, estoy escribiendo una serie de poemas cuya intención es poner en pantalla diálogos. Algunos, en que las voces profieren en primer plano y otros, en que una sola voz se dirige a otro personaje que reacciona en silencio. Este trabajo me interesa más allá de los resultados, por la posibilidad de investigar ese yo artificial al que me refería, aparte de que permite un vaivén dialéctico en el que las razones o la razón, simplemente, está siempre puesta en entredicho.

-¿ESTIMA QUE LOS POSTULADOS DEL POSCLÁSICO PUEDEN SER APLICABLES A LA POESÍA DE OTROS PAÍSES LATINOAMERICANOS; Y SI ES ASÍ, POR QUÉ?
-Estimo que sí. Es más, estoy creyendo que sí, porque lo posclásico parece ser más un modo que una moda, el destino de empeñarse en el lenguaje como si fuera un doble de la realidad, algo superior al individuo. Un campo, donde la fricción entre instinto privado y arquetipo se resuelve. A veces, cuando el respeto al legado es excesivo, con un habla academicista o inútil, de conservatorio; pero otras, cuando se alcanza la impulsión vibrátil del idioma, en energía creada desde adentro, y no hay línea de horizonte.

* Especial para Corrientes al Día

sábado, septiembre 17, 2011

Delia Pasini / Sobre las creencias de un verano



No sé mucho de dioses. Pero veo dedos
exprimiendo talismanes para obligarlos
a conceder. No, no sé nada de dioses
aunque mis preguntas los aludan.
¿Cómo eligen o rechazan a quienes
salvar del sufrimiento?

La roca -digo- no puede romperse.
Ésa es la verdad. Se eleva desde la
tierra y el mar y los domina. Se trata
-digo- de la roca visible, audible, esa
brillante misericordia del reposo.
Alguien vive en la cúpula:
un ojo mira a través de la claraboya.
La mole corta la visión, impide
todo afán de prolongarse.

Aquí, sólo huecos cavados en la pared,
aberturas disimuladas entre los techos y las azoteas.
Las plantas, hilachas bajo el hollín, se
estiran en el aire. Sofocadas, soportan el bochorno.

El chasquido de un sobre por debajo de la puerta
interrumpe la lectura, borrando ese escenario
donde el propósito se sirve de la imaginación.
La realidad se impone, barre la catedral de piedra
vigilante del mar. Tanta desolación abruma.

Delia Pasini (Buenos Aires, 1945-2018), Parábola de ciegos, Paradiso Ediciones, Buenos Aires, 2005


Foto: Delia Pasini, c.2010 Qué Estás Leyendo/YouTube

Act. 2022

viernes, septiembre 16, 2011

Sharon Olds / Aceite de pescado



Una medianoche, llegué a casa después del trabajo
y el departamento apestaba a pescado cocido
en aceite. Todas las ventanas estaban cerradas,
y todas las puertas, abiertas ─ de
la sartén y la espátula se desprendía un espeso
remolino de bacalao y oliva. Mi esposo
dormía. Abrí las ventanas y cerré
las puertas y puse los platos en la pileta
y unté Palmolive por todas partes. Al día
siguiente le fui con el chisme a una amiga, y ella dijo,
algunos podrían vivir con eso, y hasta
llegar a deleitarse con el olor a frito. Y esa noche,
miré a mi amor, y quien él es
me tocó el fondo del corazón. Busqué
una botella de extra- extra virgen,
y una receta de filete de mar en
aceite de oliva, llené los cuartos con
volutas de perfume de aleta, el contorno
en la arena que dibujaron los primeros cristianos,
el lazo que significaba seguridad, que significaba yo también,
recordé el ceño fruncido de mis padres frente a cualquier
dejo de olor fuera de la cocina,
el escalofrío Calvinista, en esa casa, frente a la dulce
grasa de la vida. Yo había venido a mi compañero
horrorizada, curiosa, un poco de sal
en su canasto de pesca, chica en aceite,
su plato. No había sabido que uno
pudiera aprobar a otro completamente ─ que uno pudiera
despertarse al día acre, que uno pudiera despertarse
del sueño del enjuiciamiento.

Sharon Olds (San Francisco, 1942), The Unswept Room, editorial Alfred A. Knopf, NY 2002
Versión: Inés Garland, Ignacio Di Tullio


Fish oil 

One midnight, I got home from work
and the apartment reeked of fish boiled
in oil. All the windows were shut,
And all the doors were open –up
from the pan and spatula rose a thick
helix of cod and olive. My husband
slept. I opened the windows and shut
the doors and put the plates in the sink
and oodled Palmolive all over. The next
day I fishwifed to a friend, and she said,
Someone might live with that, and come to
savor the smell of a fry. And that evening,
I looked at my love, and who he is
touched me in the core of my heart . I sought
a bottle of extra-extra virgin,
and a recipe of sea filet in
olive-branch juice, I filled the rooms with
swirls of finny perfume, the outlines
in the sand the early Christians drew,
the loop meaning safety, meaning me too,
I remembered my parents´frowns at any
Whiff of savor outside the kitchen,
the Calvinist shudder, in that house, at the sweet
grease of life. I had come to my mate
a shocked being, agog, a salt
dab in his creel, girl in oil,
his dish. I had not known that one
could approve of someone entirely --one could
wake to the pungent day, one could awake
from the dream of judgement.
---
Ilustración: Los cuatro elementos. Agua (detalle), 1569, Joachim Beuckelaer

jueves, septiembre 15, 2011

Jorge Fondebrider / Dos poemas





Elecciones

Mi familia, mis libros y mis discos, de un lado.
La bruma del día y el destino que nos toca,
su épica de pacotilla, del otro lado de la puerta,
La calle melancólica me exige la fe que yo no tengo.


Una hora perfecta 

Un hombre le canta a su ciudad porque tiene sus motivos.
Los hago míos por un rato, finjo
mientras Ana lee en el sillón
y Alejandro hace los deberes en la mesa.
E incluso la polilla que sale de los libros
parece pertinente.    

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956), inéditos


Ilustración: Naturaleza muerta II. La lámpara de carburo, 1922/23, Joan Miró

miércoles, septiembre 14, 2011

Juan L. Ortiz / De "La orilla que se abisma"


El jacarandá

Ah, él pregunta, me pregunta...
y quiere como adelantar tímidamente,
una suerte de manecillas
hacia un secreto mío, o nuestro, que él desearía, al parecer,
               poner en pie
             y unirlo al suyo...

Por qué si no ese misterio de "helechos"
abriendo siempre su brisa
  contra el cristal, ay,
o tendiéndola en el vacío, enseguida, ya más íntimamente,
            pero apenas, oh, muy apenas...
            en el vacío
de una melancolía sin visillos?

-Si -me objetaríais-
el jacarandá se fuese arriba, más arriba, es cierto, de los pisos,
en busca de su cielo entre los paraísos,
y éstos, naturalmente, le asignaran a su respiración,
el lado de tu ventana:
qué mucho que sus "plumas" den en los vidrios, así,
y ensayen aún tu aire?

-Eso es una "verdad" -os susurraría-,
mas me permitiríais insistir en lo que invita hacia mi sueño?:
                  el jacarandá, de ese modo,
al nivel de otra transparencia que aspiraría a tocar,
tiende hacia ella, tal un ciego, unos escalofríos de ramillas,
                  para despertarla, acaso en su raíz:
el mismo anhelo, pues, sobre los azares del espacio,
                  de respirar el azul y los rocíos de la "celistia",
                       desde la memoria de los grillos?

Y qué haría, entonces, -os pediría me lo dijeseis-
                            qué haría esa nada
                         o esa ausencia que no sabe de sí,
y para la cual, él, alista continuamente sus palpillos
                             y una como fe...
qué haría esa nada al lado de él,
                        que así, de hojas,
                       sube y sube curvándola,
la fuente de la identidad
         en el surtidor de la música...
y vuelve verde, para danzar, todo de alas en la luz,
               al "hijo de la noche"
que es nuestro hermano, igualmente, de sombra,
               entre las napas del ser,
con su mismo sentimiento hacia las flautas?

Y qué haría la tristeza, o qué? luego,
llevando en su olvido, hasta cuándo? unos dedillos de jacarandá
   que lo llamarían a la melodía
o a las perlas de ese silencio que baja, melodiosamente también,
de las pestañas sin tiempo...?

Qué haría, sobre todo, ella, aparte
   -habrá de mirar, ay, pronto, de otra palidez-
o qué haría en los hilos ya, de las hierbas y los hálitos?

    O es que lo imposible de las voces
  -oiríais, desde aquí, el crecimiento de las margaritas?-
  se buscarían sufriendo, sufriendo todavía,
 en fuga de la soledad,
hasta la chispa y la enajenación, allá, para unos pétalos,
           sobre las líneas de los abismos?

Juan L. Ortiz (Puerto Ruíz, 1896-Paraná, 1978), La orilla que se abisma, Editorial Losada, Buenos Aires, 2011 (primera edición: 1970)
---
Ilustración: Pescador en un lago invernal, 1195, Ma Yuan

martes, septiembre 13, 2011

Joan Salvat-Papasseit / Dos poemas




Toda la añoranza de mañana

Ahora que estoy en cama
enfermo,
estoy muy contento.
-Mañana me levantaré             tal vez,
y he aquí lo que me espera:

Unas plazas radiantes de calor,
y unos setos con flores
                                     bajo el sol,
                                     bajo la luna al anochecer;
y la muchacha que trae la leche
que tiene la cabeza llena de pájaros
y lleva un delantalcito
                                   con los bordes hechos de encaje de bolillos
                                   y una risa fresca.

Y también aquel muchacho que voceará el diario
y que sube a los tranvías
                                        y baja de ellos
                                        corriendo.

Y el cartero
que si pasa y no me deja una carta me angustia,
porque no sé el secreto
                                     de las otras que lleva.

Y también el aeroplano
que me hace levantar la cabeza
igual que si una voz me llamase desde una terraza.

Y las mujeres del barrio
                                       madrugadoras
que cruzan deprisa en dirección al mercado
cada una con su cesta amarilla,
y regresan
                 rebosantes de coles,
y a veces de carne,
y otras de cerezas rojas.

Y después el abacero,
que saca la tostadora de café
                                               y comienza a hacer girar la manivela,
y llama a las muchachas
y les dice: -¿Ya tienes todo?
Y las muchachas sonríen
                                         con una sonrisa clara,
que es el aroma que surge de la esfera que gira.

Y toda la chiquillada del vecindario
que armará tanto ruido porque será jueves
y no irá a la escuela.

Y los caballos cautos
                                   y los carreteros dormidos
bajo el toldo en punta
que baila en el surco de las roderas.
Y el vino que llevo tantos días sin beber.

Y el pan,
               puesto en la mesa.
Y la sopa rubia,
                         humeante.

Y vosotros             amigos,
porque vendréis a verme
y nos miraremos felices.

Todo esto me espera,
                                   si me levanto
                                   mañana.
Si no puedo levantarme
                                      nunca más,
he aquí lo que me espera:

-Vosotros quedaréis,
para ver lo bueno que es todo:
y la Vida
y la Muerte.


Desde lo más alto del cielo

Desde lo más alto del cielo
los pueblecitos en la noche semejan braseros encendidos
Y porque entra la vigilia brillan más las estrellas

se acercan a la tierra y se calientan las manos
y el cuerpo
                  y los pies
y le ofrendan la Osa como un cesto de flores:

En medio el rocío
por la mañana las recogen los pastores


Joan Salvat-Papasseit (Barcelona, 1894-1924)
Versiones de Jonio González


Tot l'enyor de demà


Ara que estic al llit
malalt,
estic força content.
-Demà m'aixecaré potser,
i heus aquí el que m'espera:
Unes places lluentes de claror,
i unes tanques amb flors
sota el sol,
sota la lluna al vespre;
i la noia que porta la llet
que té un capet lleuger
i duu un davantalet
amb unes vores fetes de puntes de coixí,
i una rialla fresca.
I encara aquell vailet que cridarà el diari,
i qui puja als tramvies
i els baixa
tot corrent.
I el carter
que si passa i no em deixa cap lletra m'angoixa
perquè no sé el secret
de les altres que porta.
I també l'aeroplà
que em fa aixecar el cap
el mateix que em cridés una veu d'un terrat.
I les dones del barri
matineres
qui travessen de pressa en direcció al mercat
amb sengles cistells grocs,
i retornen
que sobreïxen les cols,
i a vegades la carn,
i d'un altre cireres vermelles.
I després l'adroguer,
que treu la torradora del cafè
i comença a rodar la maneta,
i qui crida les noies
i els hi diu: -Ja ho té tot?
I les noies somriuen
amb un somriure clar,
que és el baume que surt de l'esfera que ell volta.
I tota la quitxalla del veïnat
qui mourà tanta fressa perquè serà dijous
i no anirá a l'escola.
I els cavalls assenyats
i els carreters dormits
sota la vela en punxa
que dansa en el seguit de les roderes.
I el vi que de tants dies no he begut.
I el pa,
posat a taula.
I l'escudella rossa,
fumejant.
I vosaltres
perquè em vindreu a veure
i ens mirarem feliços.
Tot això bé m'espera
si m'aixeco
demà.
Si no em puc aixecar
mai més,
heus aquí el que m'espera:
-Vosaltres restareu,
per veure el bo que és tot:
i la Vida
i la Mort.


De dalt de toto del cel


De dalt de tot del cel 
els poblets en la nit semblen brasers encesos 
I perquè entra la vetlla brillen més els estels 


s'acosten a la terra i s'escalfen les mans 
i el cos 
         i els peus 
I li ofrenen la Óssa com un penell de flors: 


Entremig la rosada 
els dematins les cullen els pastors 


Foto: Joan Salvat-Papasseit  lletra. literatura catalana en línea

lunes, septiembre 12, 2011

Franco Fortini / Tres momentos



Para tres momentos

1

Estas hojas de los arces y esta luz
me recuerdan que una vez he visitado
un santuario, viajando por China.
Era el mes de setiembre, y una luz como esta.
Así eran las hojas en el vallecito aireado.

Concilio con los patios perfectos, con las carpas
que en los estanques, si se aplaude, suben. Pienso
que almas ofendidas o vencidas buscaron siempre persuardirse
de este modo. ¿Por qué en secreto las denuncia

las hierba que hasta la noche asiente al viento?

2

Pero la hierba que hasta la noche asiente al viento,
y devota parece consentir a muerte,
ah, no sabe nada de las almas heridas,
de su cauto afán de quietud. Y sin mente,
una planta que soporta, no muy distinta
del insecto y del reptil. Soy yo
el que vuelca su forma
en aquella definida forma, e ingenuo creo
realidad la metáfora.

Niega la eterna lírica piedad,
me digo, la fantástica separación
del sentido de verdad de la verdad,
de la pregunta sobre el mundo del mundo. Dispersa
la deliciosa nube del llanto
y sin el primer error, al menos, continúa.
Aun si no es tiempo todavía de reposo,
si no es lugar para la sabiduría,
tú tendrás al fin una sonrisa desilusionada,
que los otros verán temblando por sí mismos.

3

Esto aprendo en los claustros claros, en los santuarios,
en la perfecta cavidad dejada por los años jóvenes.
Esto con su símbolo me ordena
la hierba que el viento realmente desgasta.

Franco Fortini (Florencia, 1917–Milán, 1994), "Questo muro", Versi scelti, 1939-1989, Einaudi Editore, Turín, 1990
Versión de J. Aulicino


Per tre momenti
1
Queste foglie d’aceri e questa luce
mi rammentano che una volta sono stato
visitatore d’un santuario, viaggiando la Cina.
Era il mese di settembre, c’era una luce così.
Così le foglie nella valletta ventilata.

Indulgo ai cortili perfetti, indulgo alle carpe
che nelle vasche, se applaudi, salgono. Penso
che anime offese o vinte sempre così cercarono
di persuadersi. Perché in segreto le accusa

l’erba che fino a sera annuisce al vento?

2
Ma l’erba che fino a sera annuisce al vento
e devota sembra a morte consentire
ah non sa nulla delle anime ferite,
di quel loro cauto bramare quiete. E’ senza
mente, una pianta che pazienta, poco
diversa dall’insetto o dal rettile. Sono io
che la mia forma effondo
in quella definita forma e ingenuo credo
realtà la metafora.

Nega l’eterna lirica pietà,
mi dico, la fantastica separazione
del senso del vero dal vero
delle domande sul mondo dal mondo. Disperdi
la deliziosa nuvola del pianto
e fuor del primo errore procedi almeno.
Anche se non è tempo ancora di riposo,
se non è luogo ancora per la saggezza
e tu starai alla fine con un sorriso deluso
che gli altri bene vedranno tremando per sé.

3
Questo conosco nei chiostri chiari, nei santuari,
nelle perfette cavità lasciate dagli anni giovani.
Questo nel suo simbolo mi comanda
l’erba che il vento realmente consuma.
---
Ilustración: Paessagio invernale, 1930, Gianni Penagini

domingo, septiembre 11, 2011

Franco Fortini / La ciudad enemiga



La ciudad enemiga

Cuando remonto las calles
Que me vieron confidente,
Calles y muros de la ciudad enemiga

Y el sol se destruye
A lo largo de las torres de la ciudad enemiga
Hacia la noche de ansia

Cuando en los rostros viles de la ciudad enemiga
Leo la muerte segunda
Y todo, hasta recordar, es en vano

Y "¿Tú quién eres?", me digo, "Todo es inútil siempre",
Todas las piedras de la ciudad enemiga,
Las piedras y el pueblo de la ciudad enemiga

Mejor sería estar dentro del arca de piedra
De una iglesia tuya, en silencio,
Y no soportar esta dura luz

Donde camino con una daga en el corazón.

Franco Fortini (Florencia, 1917–Milán, 1994), "Foglio di via", Versi scelti, 1939-1989, Einaudi Editore, Turín, 1990
Versión de J. Aulicino


La città nemica

Quando ripeto le strade
Che mi videro confidente,
Strade e mure della città nemica

E il sole si distrugge
Lungo le torri della città nemica
Verso la notte d'ansia

Quando nei volti vili della città nemica
Leggo la morte seconda
E tutto, anche ricordare, è invano

E "Tu chi sei?", mi dico, "Tutto è inutile sempre",
Tutte le pietre della città nemica, 
Le pietre, e il popolo della città nemica

Fossi allora cosí dentro l'arca di sasso
D'una tua chiesa, in silenzio,
E non sofrire questa luce dura

Dove cammino con un pugnale nel cuore.
---
Ilustración: Roma, 1954, Enzo Brunori

sábado, septiembre 10, 2011

Jude Nutter / Epitafio en la Interestatal 80












Epitafio en la Interestatal 80, Nevada

Un milagro, sólo mira alrededor: la tierra insoslayable —Wislawa Szymborska

El mundo es una tumba. Con todas sus salidas cerradas. La única
estación al alcance es Radio Peregrino, cuyos predicadores hablan sobre tu necesidad
de penitencia y salvación y tratan de convencerte de que el cuerpo
nunca es digno. A pesar de que sepas que la soledad
que sientes en el paisaje es solo un eco de la tumba del cuerpo
y una tristeza particular, escuchas: luz conectándose a la mugre

con un suspiro, como la hoja de una guillotina; los muertos disolviéndose en la mugre.
Campos del tamaño de países pequeños. Ganado muerto. El resto de la manada sólo
pastoreando feliz, retocando los huecos y las tumbas
de sus cuerpos. Incluso –te dicen los predicadores-  si sucumbes a la necesidad
y encuentras a alguien lo suficientemente bello como para tentarte a salir de la soledad
hacia el deseo, aun así todavía puedes darle la espalda a los placeres del cuerpo

y encontrar tu camino de regreso al sufrimiento del cuerpo
encendiendo un fósforo y deslizando tus dedos en las llamas. La mugre
del mundo deambula por las cavidades del corazón. ¿Qué otra soledad
esperas? El mundo es una tumba, es el único espejo
de la mente. Los muertos están contigo, parte del viaje: ultrajes de hambre y necesidad
en el asfalto; ampollas de carne en la llanta del neumático. Pequeñas tumbas abiertas.

Y esos predicadores que creen que la carne no es más que una tumba,
que arden, literalmente, por lujuria y belleza; hombres para los que el cuerpo
es un ataúd en el que viaja y bombea el corazón,
día tras día, cavidad por cavidad, el abono y desechos y mugre
de sus propios deseos; hombres para los que el alma es una moneda nueva, la única
que no se acuña para ser gastada (con ese ahorro, seguramente, no se compra otra
/cosa que soledad)

me pregunto qué harían con tu soledad
si supieran cómo te tiene de rodillas, ahora, como al lado de una tumba,
cerca de una cierva en el pasto junto al camino; cómo es solo
en la muerte que su lengua colgando de la boca forma un puente entre el cuerpo
/y la mugre;
cómo ya no necesitas esas llaves que cargaste una vez —plegarias y súplicas—.

Cuando al fin te levantas hay las dos marcas de tus rodillas
en el pasto y descubres entonces el verdadero estandarte de la soledad,
la piel desollada del lomo de una cierva arrastrando su carne contra la mugre;
el destello repentino de un letrero como algo que jamás imaginaste de una tumba,
pero como el forro de un saco que una mujer puede tirarse encima, como al descuido,
cuando se pasea en un strapless con su amante, el único

hombre que jamás necesitará, aun después de que la hayan hundido, finalmente,
/en su tumba.
Sea como fuere el modo en que lo mires, la soledad del mundo comienza en el cuerpo.
Y el cuerpo gana su mugre, y todo su placer, sólo en este mundo.


Jude Nutter (North Yorkshire, Inglaterra, residente en los Estados Unidos desde 1980),  The Curator of Silence, University of Notre Dame Press, 2006
Versión de Silvia Camerotto

Epitaph on Interstate 80, Nevada
A miracle, just take a look around: /the inescapable earth. Wislawa Szymborska //The world is a grave. With all its exits barred. The only /station available is Pilgrim Radio, whose preachers tell you of your need /for penance and salvation and attempt to convince that the body /is never worth it. Even though you know the loneliness /you feel in the landscape is only an echo of the body’s grave /an specific sadness, you listen: light connecting to the dirt //with a  sigh, like the blade of a guillotine; the dead dissolving into dirt. /Fields the size of small countries. Dead cattle. The rest of the herd only /grazing happily, brushing up against the pockets and the graves /of their bodies. Even if, the preachers tell you, you succumb to need /and find someone lovely enough to tempt you out of loneliness /into longing, you can still turn away from the pleasures of the body //and find your way back into the sufferings of the body /by striking a match and slipping your fingers into the flame. The dirt  /of the world drifts through the rooms of the heart. What other loneliness /do you need: the world is a grave, it is the mind’s only /mirror. The dead are with you, part of the journey: smears of hunger and need /on the tarmac; blisters of flesh in the tread of a tire. Small, open graves. //And those preachers who regard the flesh as nothing but a grave, /who burn, literally, because of lust and beauty; men for whom the body /is a coffin inside which the heart travels and kneads, /day after day, chamber by chamber, the compost and flotsam and dirt /of its own desires; men for whom the soul is a new coin, the only /one not minted for spending (such thrift, surely, buys nothing but loneliness), //what would they make, I wonder, of your loneliness /if they knew how it had your kneeling now, as if beside a grave, /next to a doe in the grass by the side of the road; how it’s only /in death that her tongue swooning from her mouth makes a bridge between her body and the dirt; /how, for the keys you carried once —prayers and pleading— you have no need. //When you finally rise there are two slight depressions kneed /into the grass and you discover here the real pennant of loneliness— /the flensed skin of a doe’s back trailing its sash against the dirt; /the sudden flare of fascia like nothing you’d imagined about the grave, /but like the lining of a jacket a woman might throw, casually, about her body /when stepping out in strapless ball gown with her lover, the only //man she’ll ever need, even after they have sunk her, finally, into her grave. /However you look at it, the loneliness of the world begins in the body. /And the body earns its dirt, and all its delight, in this world only. 


Ilustración: The Lone Tenement, 1909, George Wesley Bellows

viernes, septiembre 09, 2011

Ezequiel Zaidenwerg / De "La lírica está muerta"





I. La lírica está muerta:

se quedó
varada en un remanso hipnótico del sueño,
mientras que más allá del coágulo final de la conciencia,
en torno al lecho con dosel de plata,
junto a la cama pobre de madera y espina,
se reunían los deudos,
aguardando el instante de iniciar
la sucesión.
Con todos los sentidos humanos agotados,
la cápsula de viento que tenía su espíritu
se alzó rumbo a las auras, desleída en una racha
centrífuga de luz, igual que Elías en la tempestad, arrebatado
sobre un carro de fuego.
Y aunque murió la vida,
no dejó harto consuelo su memoria: nadie partió las aguas,
ni surgió un Eliseo como sucesor.
Ajenos al prodigio,
en contubernio, se llevaron el cadáver
y vino un impostor para dictar un testamento espurio,
que se arropó con sus cobijas, tibias
todavía.
La lírica
está muerta. “De muerte natural”,
según manifestaron a través de un portavoz,
“tras batallar durante largos años
contra una cruel enfermedad”.
(Fin del comunicado).
“Con profundo
pesar, sus hijos y sus hijas,
sus nietos y sus nietas y su abnegado esposo
participan de su fallecimiento
y ruegan una oración en su memoria”.
Está muerta,
la lírica. Hace ya siglo y medio,
y aunque sus herederos todavía parecen ser los mismos
–aún no peinan canas y caminan erectos, sin ayuda de nadie–,
recién ahora el expediente
(LÍRICA S/SUCESIÓN AB INTESTATO),
tras mil y una ofensivas judiciales,
tiene sentencia firme, y es posible dar curso
a la liquidación definitiva del acervo hereditario:
PROPIEDADES OFRECIDAS:
Gran oportunidad. Se vende torre. Únicamente en block.
Importantes detalles en marfil sobre fachada.
Destino: comercial o dependencias estatales.
A reciclar. Sin baños ni aberturas.

Ezequiel Zaidenwerg (Buenos Aires, 1981), La lírica está muerta, Editorial Vox, Bahía Blanca / Buenos Aires, 2011

Foto: Zaidenwerg Facebook

jueves, septiembre 08, 2011

Alfred Tennyson / Oscura casa

























[In Memoriam VII, Oscura casa.
In Memoriam VII, Dark House.]

Oscura casa: otra vez regreso a a tu lado,
a esta larga calle inhóspita,
puertas donde mi corazón se habituó
a temblar esperando una mano,

Una mano que ya no podré estrechar.
Obsérvame, pues como un insomne,
como un condenado me arrastro
muy temprano hacia la puerta.

Él no está aquí; pero en la distancia
comienza el murmullo de la vida,
y como un fantasma entre la lluvia
rompe el nuevo día sobre las calles desiertas.

Lord Alfred Tennyson (Somersby, 1809-Aldworth, 1892),  In memorian A.H.H., 1849

VII
Dark house, by which once more I stand
Here in the long unlovely street,
Doors, where my heart was used to beat
So quickly, waiting for a hand,

A hand that can be clasp'd no more—
Behold me, for I cannot sleep,
And like a guilty thing I creep
At earliest morning to the door.

He is not here; but far away
The noise of life begins again,
And ghastly thro' the drizzling rain
On the bald street breaks the blank day.


miércoles, septiembre 07, 2011

Enrique Campos / De "Uno y todos los posibles"




Fingiendo Horror

VIII

Otra vez en el desierto. Otrra vez las copas de los árboles fuera de su alcance, detrás de ojos confundidos por el calor de un otoño que no llega.

Una creencia en la santidad de sus actos despertó a aquellos que dormían desde que conocieron el sueño.

Son ellos los que ahora le ofrecen la oscuridad; ellos los que lo empujan a los callejones; los que desempolvan la capa negra que supo usar en sus aventuras de duende.

Aquel que exploraba los confines de una tierra plana acompañado por gárgolas y efigies, parece haberse vuelto necesario una vez más en un hogar que no acepta su propia derrota.


Enrique Campos (Buenos Aires, 1982), Uno y todos los posibles, Paradiso Ediciones, Buenos Aires, 2011


Ilustración: La ciudad elegida, 1927, Paul Klee

martes, septiembre 06, 2011

Mathieu Bénézet / Llegó el mal tiempo





Llegó el mal tiempo

Crucé toda una vida Y
me siento desierto Sin alegría
Me detengo como un amor
terminado Sin comprender
Mi corazón está recluído Yo
no sentí nada Basta
de música Mi mano llama
a todos los vuelos Recuerda
apenas los libros amados
las flores cortadas en el cuarto
Oh mentira de los recuerdos
En tí descansa una oscuridad
semejante en los vidros donde
se quiebra un alma Toda la noche
leí Ningún hombre se
reflejaba en las palabras
Oh mentira que te enceguece
Expío
los perfumes no hace mucho respirados
Llegó el mal tiempo
Y las luces se extinguen

1992

Mathieu Bénézet (Perpignan, 1946), L'Océan jusqu'à toi, 1994
Traducción de Jorge Fondebrider
                                             

Le mauvais temps est venu


J'ai traversé toute une vie Et/ me sens désert Sans joie/ Je m'arrête comme un amour/ fini Sans comprendre/ Mon cœur est reclus Je/ n'ai rien senti Plus/ de musique Ma main appelle/ tous les vols/ Elle se souvient/ à peine de livres aimés/ de fleurs coupées dans la chambre/ Ô mensonge des souvenirs/ En toi repose une obscurité/ semblable dans les vitres où/ se brise une âme Toute la nuit/ j'ai lu Nul homme ne se reflétait dans les mots/ Ô mensonge qui t'aveugle/ J'expie/ les parfums naguère respirés/ Le mauvais temps est venu/ Et les lumières s'éteignent                                   
1992

Foto: Bénézet note à mot

lunes, septiembre 05, 2011

Giorgio Caproni / Sin signos de exclamación





[de Il muro della terra]


Sin signos de exclamación

   Ach, wo ist Juli
   und das Sommerland

Qué alto es el dolor.
El amor, qué bestia.
Vacío de las palabras
que cavan en el vacío vacíos
monumentos de vacío. Vacío
el grano que ya alcanzó
(en el sol) la altura del corazón.

Giorgio Caproni (Livorno, 1912-Roma, 1990), Dopo la lirica, poeti italiani 1960-2000. A cura di Enrico Testa, Giulio Einaudi Editore, Turín, 2005
Versión de Jorge Aulicino


[da Il muro della terra]

Senza esclamativi

   Ach, wo ist Juli
   und das Sommerland

Com'è alto il dolore.
L'amore, com'è bestia.
Vuoto della parole
che scavano nel vuoto vuoti
monumenti di vuoto. Vuoto
del grano che già raggiunse
(nel sole) l'altezza del cuore.

Foto: RAI

domingo, septiembre 04, 2011

Pablo Anadón / La galería







La galería

MIRA, detrás de la baranda
Enceguece la luz sobre los techos
De zinc, a cada ráfaga de viento
Oscila la palmera y zigzaguea
La golondrina negra en el espacio azul.

De la baranda hacia la galería
La migraña compone una rayuela
De humo, palabras y mosaicos rojos.

Mensajera extraviada de la luz,
Desde allí hacia aquí
Ha llegado en su vuelo vacilante
La cría de paloma: se ha estrellado
Contra la propia imagen en el vidrio.

No quiero hacer ahora ninguna analogía
Entre el destino, el nuestro,
Y ese manojo frágil
De plumas sobre el piso.

Vos y yo hemos sabido
También del aire abierto en la mañana
En un sueño de sol y de sosiego.

Pablo Anadón (Villa Dolores, Córdoba, 1963), Estudios de la luz, Editorial Pre-Textos, impreso en España, 2010

Foto: Pablo Anadón Facebook