martes, abril 30, 2019

Noelia Torres / De "Las versiones de la fe"


[Fragmento]

Creo que mi abuela nunca quiso a su marido
Creo en las luces artificiales y rotundas de la Panamericana
Creo en volver a casa y cruzar el portón y saludar a la perra
Creo que la soledad no es un castigo
 y el fracaso es un niño caprichoso
 al que nunca le cumplirán todos los gustos
Creo en miserere mei miserere mei
Creo que la fuerza es un mal peligroso
Creo que las mejores películas tienen historia de amor
Creo que todos los cuentos son la historia del amor
Creo que Beatriz amó a Jorge
Creo en los adjetivos los afectos y los infinitos determinados
Creo que es mejor siempre sentir un poco de frío
Creo en los trasplantes de corazón abierto
Creo que la canción de amor de Eliot es superior a todo el cristianismo
Creo que el hinduismo exageró con tantas vidas
no es necesario vivir tanto tantas veces y morir mil más
Creo que la corrección hace mejores formas
Creo que los protestantes acertaron con su nombre
Creo que las jaulas también arden por dentro
Creo en la fe
Creo en la plegarias
Creo en exagerar en todos los verbos y el verano inútil
Creo en el movimiento pendular del oficioso horóscopo
Creo en la venganza y cualquier desborde
Creo en la mesa de nuestra cocina

Noelia Torres (Buenos Aires, 1983), Las versiones de la fe, inédito

Foto: FB

lunes, abril 29, 2019

Gabriela Clara Pignataro / Drácula en el tercer mundo














Cuando estás frente a la ventana
los hombros se alinean
con el filo de las chimeneas apagadas
todo el caserío se desprende de vos
y un puma se te escapa
en el gesto de tirar las cenizas
mirar las publicidades despintadas
a lo lejos,
entonces existe una suspensión
en los océanos del tiempo
(Cuánto más para cruzarlos
en cuál furia, con qué huesos)
todos los accidentes ocurren
congelados:
puedo ver los cristales goteando
en finos colmillos
la tarde pierde su lógica y espanto
de ser el hacha en la perla
de cualquier promesa.

No es acaso el amor
un movimiento fatal
como detenerse para respirar,
y después seguir
y seguir
y seguir
con la hermosa farsa
de llevar el mentón al pecho
hacer envejecer los archivos
cambiar los zapatos de lugar
empujar las hamacas del verano
doblar la ropa
acomodarla en estantes vacíos
no es acaso una fe infiel,
sin templos
toda intemperie
una sala de máquinas destruida
brillante por las esquirlas,
un refucilo
tajeando la negrura.

Así,
como escribir.

Gabriela Clara Pignataro (Buenos Aires, 1985)

Tundra,
Añosluz Editora,
Buenos Aires, 2018









Ref.:
Añosluz Editora
La Bienal
Op. Cit.
El Poeta Ocasional
La Primera Piedra
Escrituras Indie
Poesía en la Escuela

Foto: El Poeta Ocasional

domingo, abril 28, 2019

Alejo Carbonell / Regando la calle















la patria es un polvo
apático y ligero
que flota en el aire

tras el paso de los colectivos
iguala a la estanciera
con el escort azul y el galgo

afgano
que espera
rasgando el tapizado
del asiento trasero

los colores de la manguera
viven
en las gotas que la salpican
hasta que la tierra
las mimetice

usa musculosas sin corpiño
la mujer del programador porteño
y es amable
cuando saluda a la chilena
esposa del chileno que vende
hornos chilenos
y se chupa y es un león golpeando
el hule floreado de la mesa
bajo el foco de sesenta

deja las herramientas
en la caja del rastrojero
y la mujer las baja de noche
para que no se las roben

“no sé si meterme, eduardo”
“ellos son así, no digas nada”

pero el polvo viene
de más lejos
el viento es un puntero convencido
y lo trae
liviano y temeroso
como ganado bobo

ella dice “que tal”
mueve la cabeza en diagonal
las tetas y el mentón adelante
“que tal, como te va”
“buenos días” dice la chilena
conoce de memoria las baldosas
que separan las dos puertas

la presión de agua es la misma

las mangueras son iguales:
la camiseta de central
en la década del ochenta

salen a la tarde
los carteles del frente
nombran los trabajos de sus hombres

el del chileno, además
indica lugar de nacimiento

pasa una camioneta de la petrolera
las mujeres bajan sus mangueras
como bandera de largada
pero ya sólo quedan
dos huellas de tierra seca
y cardos
(estelas del desierto)
que ruedan
en la misma dirección.

 De Pescados [2007]

Alejo Carbonell (Concepción del Uruguay, Argentina, 1972), Antología Federal de Poesía. Región Centro, Consejo Federal de Inversiones, Buenos Aires, 2018, Op. Cit

Caballo Negro - EDUVIM - Radio Cut - La Nación - Alpialdelapalabra - Op. Cit.

Foto: FB

sábado, abril 27, 2019

Linda Pastan / Un nombre





















David significa amado.
Pedro es una roca. A mí me llamaron
Linda, que en español, lengua
que nunca he aprendido,
significa bonita.
Aun desnudos
llevamos puestos nuestros nombres.
Al final los dejamos atrás,
grabados en escritorios
y lápidas, inscritos
en las guardas de las biblias,
en otra de cuyas páginas
Dios enumera las generaciones
de Shem, Ham y Jafet.

Homero hechizó con nombres
al entregarnos la lista
de los guerreros y sus barcos,
sobre los que les leo a mis hijos para que se duerman.
Hay tantos nombres en el suelo
como hojas en octubre;
arden brevemente en la lengua
y su humo podría oscurecer
el cielo matinal hasta volverlo crepuscular.
¿Recordar al niño de siete años
que atravesó solo el Holocausto
y no perdió la vida
sino su nombre? ¿O al príncipe cuyo nombre
fue robado con su reino?

Cuando adopté el apellido de mi esposo
y lo até al mío
cambié
como un niño
cuando el cura lo salpica
con agua y cuyo nombre
le reserva un lugar en el cielo.
Mi abuelo me dio un nombre
en hebreo que nunca oí,
porque murió con él.
Si me hubiese quedado con ese nombre,
¿quién sería yo?
y si él me llama ahora
¿cómo sabré responder?

Linda Pastan (Nueva York, Estados Unidos, 1932), Carnival Evening: New and Selected Poems, 1968-1998, W. W. Norton, Nueva York, 1998
Versión de Jonio González

Ref.:
PoemHunter
Bucknell University
Dodge Poetry Festival/YouTube
Library of Congress/YouTube
El Poeta Ocasional
De Sibilas y Pitias
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: Charles Ericksson/Dodge Poetry Festival, 2008

A NAME

David  means beloved.
Peter is a rock.  They named me
Linda which means beautiful
in Spanish – a language
I never learned .
Even naked
we wear our names.
In the end we leave them behind
carved into desktops
and gravestones, inscribed
on the flyleaf of Bibles
where on another page
God names the generations 
Of Shem, Ham, and Japheth.
Homer cast a spell with names
giving us the list
of warriors and their ships
I read my children to sleep by.
There are as many names underfoot
as leaves in October;
they burn as briefly on the tongue,
and their smoke could darken
the morning sky to dusk.
Remember the boy of seven
who wandered the Holocaust alone
and lost not his life
but his name?  Or of the prince whose name
was stolen with his kingdom?
When I took my husband’s name
and fastened it to mine
I was changed 
as a child
when the priest sprinkles it
with water and the name
that saves it a place in heaven.
My grandfather gave me a name
in Hebrew I never heard,
but it died with him.
If I had taken that name
who would I be,
and if he calls me now
how will I know to answer?

viernes, abril 26, 2019

Denise Levertov / La respiración














Absoluta
paciencia:
los árboles erguidos,
sus rodillas hundidas en la
niebla. La niebla
lentamente
sube por la colina.
Pálidas
telarañas, el pasto
que ralea allí donde los ciervos
anduvieron en busca de manzanas.
En el bosque,
desde el arroyo hasta la cumbre
que se alza por encima
de la niebla, no se ve
un solo pájaro.
Tan absoluta es,
que no podría ser
más que la dicha, una respiración
que de tan sosegada no se escucha.

Denise Levertov (Ilford, Reino Unido, 1923-Seattle, EE.UU., 1997)
Traducción de Ezequiel Zaidenwerg

Cada verano el último verano,
Zindo & Gafuri,
Buenos Aires, 2018









Ver también Denise Levertov en Castellano - UNAM

jueves, abril 25, 2019

Ivan Blatny / Tres poemas





















Invierno

Abre la ventana, mira, el paisaje es ondulado
Pero negro y desnudo, la muerte todavía está en los árboles
La muerte todavía está en los árboles, y nosotros esperamos, esperamos
A alguien que venga y nos saque de esto

*

Debería venir un amigo, un sacerdote para unirnos en la plegaria
Por algo cálido y dulce, por la resurrección de la primavera
Por algo cálido y dulce, por algo brillante y alegre
Por música, canción y baile y por un anillo de boda

*

De pronto aparecen ellos, allí donde el camino traza una curva,
De pronto aparecen ellos, mi esperanza nunca termina,
Habrá flores, abejas y colmenas rebosantes.

*

Habrá hermanos, regalos y se agradecerá el aire y el agua,
Habrá estrofas y versos, habrá padre y madre,
Escucharemos y escribiremos agradeciendo el estar vivos.


Fuera y dentro

El conjunto de construcciones de una fábrica puede llamarse planta
Dios el lingüista nos enseña a respirar

En el agujero de un árbol
hay un carro
vive la becada
está la corona
está la extravagante madame Lupescu.


Un bizcocho

Estoy leyendo el Corriere della Sera para complacer al papa
Dame todos los globos de Lufthansa
los primeros viajes en globo a Nassau
La blancura de un monje dominico

Ivan Blatny (Brno, República Checa,1919-Colchester, Inglaterra 1990), Arthur Redding, "God the Linguist Teaches Us to Breathe: Ivan Blatny's Poems in Englis", Brno Sudies in English, nº 23, 1997, Facultad de Filosofía de la Universidad de Brno
Traducción de Jonio González

Blatny, considerado uno de los principales poetas de su país, fue un autor multilingüe que no sólo escribió en checo sino en francés, alemán y, sobre todo, inglés, en ocasiones mezclándolos. Los poemas que aquí se presentan fueron escritos en inglés. (N. del T.)

Radio Praga - The London Dead - All Poetry - El País

Foto:Ivan Blatny, 1981 Wilfried Bauer/Revista Stern/Martin Reiner

miércoles, abril 24, 2019

R. F. Langley / La pieza nocturna













Las jaulas están cerradas. Alguien
cacarea en la de los gansos
por el accionar de los monstruos.
En la cocina blanca pego un
salto y me friego las manos.
Ni una sola huella allí
afuera en la nieve iluminada por la luna.
Luego miro oblicuamente. Luego sé.
Miles de pequeños manifiestos
donde sea que vayan los ratones azules.

Limpio el piso y corto el pasto. Alguien se suena la
nariz frente a los gansos de guardia.
Cruzo el agua hasta la próxima entrega
tenebrosa, silbando
entre los dientes, buscando en la paja
y en la estrategia y en todo ese
interminable esto y aquello. Acto seguido
las réplicas corren enérgicamente
por las vigas. Apago
mi linterna y observo los ojos que brillan.

Debo hacer una entrada en caso de que haya
un mensaje. La hago dos veces.
La gansa espera, estricta
en su odio, en el establo. Alza
su pico y los ratones
muestran dos incisivos cada uno.
Ciertas verdades estorban el rincón
del alféizar, pero Júpiter
se refleja en el vidrio. O una
lámpara que vaga por el camino.

Prueba con el grifo de afuera, pero
no mantengas la respiración.
El aire grueso se volvió fino.
Escúchame. Poco
es seguro. Un ratón dispara
una trampera. Masajeo piel lisa mientras
salen los granos.
Cuanto más angosto el espacio
entre cortinas, más
vívida la punta del alfiler.

Cronos le cuelga hierro
al cuello del viejo olmo. El árbol más oscuro
se coloca estrellas alrededor de su cabeza.
La gansa es el único romano
que queda. Desfila de una punta a la otra
concentrada en la punta de su pico.
¿Por qué debe un guardia
estar tan desposeído? Si yo dijera
"¡Bo!" cada pulgada muerta del
patio chillaría.

Exactamente. El pestillo se cierra. Ahora
el viajero podría pasar, pero le
place apoyarse sobre su cetro.
El metal se abraza a la madera extenuada.
El oporto acarrea el sabor de la vasija.
La valija huele a queso. La gansa
se frena, congelada, al final de
su sombra. Ponte de pie y hazlo.
Los ratones entran en delirio mientras
luchan en el pasto ensordecedor.

Robert Francis Langley (Rugby, Inglaterra, 1938-Suffolk, Inglaterra, 2011). La isla tuerta. 49 poetas británicos (1946-2006), Lumen, Barcelona, 2009
Selección, traducción, prólogo y notas de Matías Serra Bradford

Ref.:
The Guardian
London Review of Books
Poetry Foundation

Foto: Tony Frazer/The Guardian

martes, abril 23, 2019

Guido Mazzoni / Stevens














Te gusta estar bajo los árboles en otoño. Todo está medio muerto.
El viento mutilado pasa entre las hojas,
repite palabras sin sentido.

Del mismo modo eras feliz en primavera
entre los medios colores de las medias cosas,
el cielo un poco más luminoso, las nubes que se deshacen,
el pájaro solo, la luna oscura

que iluminaba un mundo oscuro
de cosas que nunca serían del todo expresas,
donde vos mismo no eras nunca vos mismo por entero,
no querías y no debías

deseando la euforia de los cambios,
el motivo por la metáfora, escapando al peso
del mediodía primario, el ABC del ser,

el humor bermejo, el martillo del rojo y del azul, el sonido duro,
acero contra alusiones, el relámpago agudo,
la vital, arrogante, fatal, dominante X.

Guido Mazzoni (Florencia, Italia, 1967), La pura superficie, Donzelli, Roma, 2017. Vía Poesia del Nostro Tempo
Traducción de Jorge Aulicino

Ref.:
Donzelli Editore
Luigia Sorrentino, RAI News
Letteratura e Noi
Interno Poesia
Vallejo & Co.

Foto: Dino Ignani/Poesia del Nostro Tempo

6. Stevens

Ti piace sotto gli alberi in autunno. Tutto è mezzo morto.
Il vento mutilato passa tra le foglie,
ripete parole senza senso.

Allo stesso modo eri felice in primavera
tra i mezzi colori delle mezze cose,
il cielo un po’più luminoso, le nuvole che si sciolgono,
l’uccello solo, la luna oscura

che illuminava un mondo oscuro
di cose che non sarebbero mai state espresse abbastanza,
dove tu stesso non eri mai te stesso per intero,
non volevi e non dovevi

desiderando l’euforia dei cambiamenti,
il motivo per la metafora, fuggendo il peso
del mezzogiorno primario, l’ABC dell’essere,

l’umore vermiglio, il martello del rosso e del blu, il suono duro,
acciaio contro accenni, il lampo acuto,
la vitale, arrogante, fatale, dominante X.

lunes, abril 22, 2019

Emily Dickinson / Mi Vida ha mantenido - un Arma Cargada
















(764)

Mi Vida ha mantenido - un Arma Cargada -
En las Esquinas - hasta que un Día
El Dueño pasó - identificado -
Y Me arrastró -

Y ahora Nosotros vagamos en Bosques Soberanos -
Y ahora Nosotros cazamos la Cierva -
Y cada vez que hablo por Él
Las Montañas responden directo -

Y sí yo sonrío, un luz tan cordial
Sobre el resplandor del Valle -
Es como si una cara Vesubiana
Hubiera dejado pasar su placer -

Y cuando a la Noche - Nuestro buen Día hecho -
Guardo la Cabeza de Mi Maestro -
Es mejor que una Almohada Profunda
de Pato Eider - haber compartido -

A sus enemigos - Yo soy enemigo mortal -
Ninguno revuelve la segunda vez -
Sobre quien pongo un Ojo Amarillo -
O un Pulgar Enfático -

Aunque yo más que Él -  quizás viva
Él más  - que yo debe  -
Porque solo tengo el poder de matar
Sin - el poder de morir -

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Estados Unidos, 1830 - 1886), The Poems of Emily Dickinson, Ed. Ralph W. Franklin, Harvard University Press, 1998
Traducción de Noelia Torres

Emily Dickinson Museum - Poetry Foundation - Amherst College - UNAM - Eterna Cadencia - Otra Iglesia Es Imposible

Ilustración: Estampilla en homenaje a Emily Dickinson, emitida en los Estados Unidos c.1971. Esta serie, ofrecida el 21 de abril de 2019 en Stamp Auction Network, tiene la rareza de que el tercer sello fue impreso con insuficiente tinta, de modo que las manos de Dickinson parecen incoloras. No se encontró noticia del autor de la imagen. Se basa en un daguerrotipo de Dickinson de 1846 o 47 (Getty Images)


My Life had stood - a Loaded Gun (764)

My Life had stood - a Loaded Gun -
In Corners - till a Day
The Owner passed - identified -
And carried Me away -

And now We roam in Sovreign Woods -
And now We hunt the Doe -
And every time I speak for Him
The Mountains straight reply -

And do I smile, such cordial light
Opon the Valley glow -
It is as a Vesuvian face
Had let it’s pleasure through -

And when at Night - Our good Day done -
I guard My Master’s Head -
’Tis better than the Eider Duck’s
Deep Pillow - to have shared -

To foe of His - I’m deadly foe -
None stir the second time -
On whom I lay a Yellow Eye -
Or an emphatic Thumb -

Though I than He - may longer live
He longer must - than I -
For I have but the power to kill,
Without - the power to die -

-- Poetry Foundation
Source: The Poems of Emily Dickinson: Reading Edition ed by Ralph W. Franklin (Harvard University Press, 1999)

domingo, abril 21, 2019

William Blake / Vala o Los Cuatro Zoas

























Del Segundo Lamento de Enion

¿Cuál es el precio de la Experiencia? ¿La compran los hombres a cambio de una canción?
¿O compran la sabiduría a cambio de un baile callejero? No. Se compra por el precio
de todo lo que un hombre posee: su casa, su mujer, sus hijos.
La sabiduría se vende en el desolado mercado donde nadie viene a comprar,
y en el agostado campo en que ara el agricultor en vano para obtener su pan.

Es cosa fácil triunfar bajo el sol del verano
y en la cosecha, y cantar en el carro cargado con maíz.
Es cosa fácil hablar de paciencia a los oprimidos,
hablar de las leyes de la prudencia a los vagabundos sin techo,
oyendo el grito de hambre del cuervo durante el inverno
cuya roja sangre se llena con vino y con el seso de los corderos.

Es fácil reírse de los encolerizados elementos,
oír el aullido del perro en la puerta invernal, el gemido del buey en el matadero;
ver un dios en cada viento y una bendición en cada explosión;
oír los sonidos del amor en la tormenta de truenos que destruye la casa de nuestros enemigos;
regocijarse por la plaga que cubre su campo, y la enfermedad que mata a sus hijos,
mientras que nuestro olivo y nuestra vid cantan y ríen a nuestra puerta, y nuestros hijos traen frutas y flores.

Entonces el gemido y el dolor son olvidados; y el esclavo moliendo en el molino,
y el cautivo encadenado, y el pobre en la cárcel, y el soldado en el campo
cuyo despedazado hueso lo ha postrado gimiendo entre los felices muertos.

Es cosa fácil regocijarse bajo el amparo de la prosperidad:
Así podría yo cantar y regocijarme, pero eso no me sucede.

De Los labradores de Urizen

Obliga a los pobres a vivir de una corteza de pan, con dúctiles y maleables artes.
Sonríe cuando fruncen el ceño, frunce el ceño cuando sonríen, y cuando un hombre empalidece
por el trabajo y la abstinencia, di que se ve saludable y feliz;
y cuando sus hijos enferman, déjalos morir; ya han nacido suficientes,
incluso demasiados, y nuestra tierra será rebasada
sin estas artes. Si deseas lograr que los pobres vivan con humor,
entrega pomposamente cada trozo de pan que das, con gentil astucia
magnifica las pequeñas dádivas; reduce al hombre al deseo de una dádiva y, a continuación, entrégala pomposamente.
Si oyes que suspira di que sonríe. Si está pálido, di que está sonrosado.
Predica la templanza: di que está lleno y que ahoga su genio
en bebidas fuertes, aunque sepas que el pan y el agua son todo
lo que puede permitirse. Halaga a su mujer, compadece a sus hijos, hasta que podamos
someterlos a nuestra voluntad, con el mismo arte con que son entrenados los perros.

Últimos versos del poema

El sol ha abandonado su oscuridad y ha encontrado una mañana más fresca,
y la suave luna se regocija en la noche clara y despejada,
y el Hombre avanza en medio de las llamas: el mal es consumido.
Sus ojos contemplan las angelicales esferas que nacen día y noche;
las estrellas consumidas como una lámpara que se extingue, y en su lugar, he aquí ¡Observa los dilatados ojos del Hombre! ¡Observa las profundidades de mundos maravillosos!

Una Tierra, debajo un mar; ni los errantes globos vagan, pero las estrellas
de fuego se levantan del océano cada noche, y un sol
cada mañana, como un hombre nuevo, y se expande con canciones y alegría
llamando al Labrador a su trabajo y al Pastor a su rebaño.
Camina hacia las Montañas Eternas, elevando su voz celestial,
conversando con los animales sobre la sabiduría día y noche,
que, resucitados de los mares de fuego, renuevan el camino sobre la Tierra;
porque Tharmas trajo sus rebaños a las montañas, y en los valles
alrededor del resplandeciente y eterno albergue del hombre, los niños juegan
entre los lanudos rebaños. El martillo de Urthona suena
en las profundidades de las cuevas; renovando sus extremidades, sus leones rugen
alrededor de las calderas y el ejercicio nocturno en las llanuras.
Levantan sus caras de la tierra, conversando con el hombre:

¿Cómo es que hemos atravesado las llamas y, sin embargo, no nos consumimos?
¿Cómo es posible que todas las cosas hayan cambiado, lo mismo que en tiempos pasados?

William Blake (Londres 1757-1827), Selected Poems, The Penguin Poetry Library, London, 1988
Versión © Silvia Camerotto

The William Blake Archive - Poetry Foundation - El Viejo Topo - Universidad de Chile

Ilustración: W. Blake por John Lindell, 1861. Basada en un trabajo de 1821 - National Portrait Gallery

Vala or The Four Zoas

From Enion’s Second Lament

What is the price of Experience: do men buy it for a song
Or wisdom for a dance in the street? No, it is bought with the price
Of all that a man hath, his house, his wife, his children.
Wisdom is sold in the desolate market where none come to buy,
& in the wither'd field where the farmer plows for bread in vain.

It is an easy thing to triumph in the summer's sun
& in the vintage & to sing on the wagon loaded with corn.
It is an easy thing to talk of patience to the afflicted,
To speak the laws of prudence to the houseless wearer,
To listen to the hungry raven's cry in wintry season
When the red blood is fill'd with wine & with the marrow of lambs.

It is an easy thing to laugh at wrathful elements,
To hear the dog howl at the wintry door, the ox in the slaughter house moan:
To see a god on every wind & a blessing on every blast;
To hear sounds of love in the thunder storm that destroys our enemies' house;
To rejoice in the blight that covers his field, & the sickness that cuts off his children,
While our olive & vine sing & laugh round our door, & our children bring fruits & flowers.

Then the groan & the dolor are quite forgotten, & the slave grinding at the mill,
& the captive in chains, & the poor in the prison, & the soldier in the field
When the shatter'd bone hath laid him groaning among the happier dead.

It is an easy thing to rejoice in the tents of prosperity:
Thus could I sing & thus rejoice: but it is not so with me.

From Urizen's Labourers 

Compel the poor to live upon a crust of bread, by soft mild arts.
Smile when they frown, frown when they smile; & when a man looks pale
With labour & abstinence, say he looks healthy & happy;
& when his children sicken, let them die; there are enough
Born, even too many, & our earth will be overrun
Without these arts. If you would make the poor live with temper,
With pomp give every crust of bread you give; with gracious cunning
Magnify small gifts; reduce the man to want a gift, & then give with pomp.
Say he smiles if you hear him sigh. If pale, say he is ruddy.
Preach temperance: say he is overgorg'd & drowns his wit
In strong drink, though you know that bread & water are all
He can afford. Flatter his wife, pity his children, till we can
Reduce all to our will, as spaniels are taught with art.

Last words of the poem

The sun has left his blackness & has found a fresher morning,
& the mild moon rejoices in the clear & cloudless night,
& Man walks forth from midst of the fires: the evil is all consum'd.
His eyes behold the Angelic spheres arising night & day;
The stars consum'd like a lamp blown out, & in their stead, behold
The exposing eyes of Man behold the depths of wondrous worlds!
One Earth, one sea beneath; nor erring globes wander, but stars
Of fire rise up nightly from the ocean; & one sun
Each morning, like a new born man, issues with songs & joy
Calling the Plowman to his labour & the Shepherd to his rest.
He walks upon the Eternal Mountains, raising his heavenly voice,
Conversing with the animal forms of wisdom night & day,
That, risen from the sea of fire, renew'd walk o'er the Earth;
For Tharmas brought his flocks upon the hills, & in the vales
Around the Eternal Man's bright tent, the little children play
Among the woolly flocks. The hammer of Urthona sounds
In the deep caves beneath; his limbs renew'd, his Lions roar
Around the Furnaces & in evening sport upon the plains.
They raise their faces from the earth, conversing with the Man:

How is it we have walk'd through fires & yet are not consum'd?
How is it that all things are chang'd, even as in ancient times?

sábado, abril 20, 2019

Alejandro Schmidt / Las hadas roban lo que traje






















es mejor callarse
entonces lo apagado
escucha con nosotros

mejor no ceder nada
así
somos menos dueños de todo

no pidas más
porque hay
más

el profundo temor de reconocerme en otros
yo
piedra pisada por lo santo

con la edad se avergüenza uno
de vivir
haber vivido

si eludís la sombra
te acompaño

la señora del invierno trajo un don
estaba mal envuelto
y cayó tan alto
que nadie me cree

la gloria es un fenómeno óptico
la soledad también

lo único bueno de vivir en el infierno
es la sonrisa del fuego.

Alejandro Schmidt (Villa María, Argentina, 1955-Córdoba, Argentina, 2021),  La dificultad y otros libros (Antología inédita 2004-2015), Editorial Recovecos, Córdoba, 2015
Romanticismo y verdad, 3 de octubre de 2018

Otra Iglesia Es Imposible - EDUVIM - Op. Cit. - Buenos Aires Poetry - De Sibilas y Pitias - Tuerto Rey - Caleta Olivia - Círculo de Poesía - Cuestionario Schmidt - Razón y Persistencia

Foto: A. Schmidt por Hugo Suárez

actualizado en febrero 2021

viernes, abril 19, 2019

Heinrich Heine / Pon en mi pecho...















Pon en mi pecho, niña, pon tu mano.
¿No sientes dentro lúgubre inquietud?
Es que en el alma llevo un artesano
que se pasa clavando mi ataúd.

Trabaja sin descanso todo el día;
y en la noche trabaja sin cesar;
que acabes pronto, maestro, mi alma ansía,
y me dejes en calma descansar.

[Heinrich Heine en la literatura chilena, José Zamudio, Ed. Andrés Bello, 1958]

Heinrich Heine (Düsserldorf, Alemania, 1797-París, 1856), Poesía universal traducida por poetas chilenos, selección de Jorge Teillier, Editorial Universitaria, Universidad de Chile, 1996
Traducción de Vicente Huidobro

Hypérbole - El Poder de la Palabra - El Viejo Topo - A Media Voz

Ilustración: H.Heine por Moritz Daniel Oppenheim, 1831 (detalle) Wikimedia Commons

jueves, abril 18, 2019

Giacomo Leopardi / La retama, o flor del desierto

 

         Καὶ ἠγάπησαν οἱ ἄνθρωποι µᾶλλον τὸ σκότος ἢ τὸ φῶς
         Y los hombres quisieron más las tinieblas que la luz.
                                                                           Juan, III, 19

Aquí, sobre la árida espalda
del formidable monte,
exterminador Vesubio,
no alegrada por ningún árbol ni flor,
tus matas solitarias alrededor esparces,
fragante retama,
alegría de los desiertos. También te vi
con tus estelas embellecer las baldías regiones
que ciñen la ciudad,
señora de los mortales hace tiempo:
del perdido imperio
parecen, con su grave y taciturno aspecto,
dar fe y recuerdo al forastero.
Vuelvo a verte en este suelo, de tristes
lugares y, del mundo abandonado, amante,
y de afligidas fortunas siempre compañera.
Estos campos sembrados
de cenizas infecundas y recubiertos
de lava petrificada,
que bajo los pasos del peregrino suena;
donde anida y se retuerce al sol
la serpiente, y donde al conocido,
cavernoso cubil regresa el conejo,
fueron dichosas villas y cultivos,
y rubio movimiento de espigas, y aquí sonaron
los mugidos de rebaños.
Fueron jardines y palacios:
grato hospedaje para el ocio
de los poderosos; y fueron ciudad famosa
que con torrentes el altivo monte
de su ígnea boca aplastó
junto con los habitantes. Ahora a todo eso
una ruina lo rodea,
donde te asientas, flor gentil, y casi
de los daños apiadándote, mandas
al cielo el dulcísimo olor de tu perfume
que al desierto consuela. A estas playas
venga aquel que exaltar con loas
nuestro estado suele, y vea cuánto
a nuestro género tiene en cuidado
la amante naturaleza. Y el poder
aquí en justa medida
podrá estimar de la humana simiente
a la que su nodriza, cuando menos la teme,
con leve movimiento en un momento anula
en gran parte, y puede aún, con movimiento
poco menos leve, súbitamente
aniquilar del todo.
Pintadas en estas laderas
están de la gente humana
las magníficas y progresivas suertes.

Mira aquí, en este espejo,
siglo soberbio y necio,
que la calle entonces
del resurgido pensamiento antiguo
abandonaste. Y vuelve atrás los pasos
y volver sea tu jactancia.
Y a continuar te llames.
A tu parlotear los ingenios todos,
de los que mala suerte padre te hizo,
adulando continúan,
pero ludibrio tal vez
hacen para adentro. No seré yo
quien con tal vergüenza descienda a la tierra,
sino que el desprecio que mi pecho guarda
mostraré tanto cuanto pueda,
aunque sepa que el olvido
oprime a quien mucho a su propia edad increpa.
De este mal, que contigo
llevo, hoy me río cuanto puedo.
Soñando la libertad y siervo al mismo tiempo
quieres el pensamiento
por el que surgimos
desde la barbarie, y por el que solo
se crece en civilidad, única que al bien
guía los hechos públicos.
Te disgusta la verdad
de la áspera suerte y del bajo lugar
que la naturaleza te dio. Por eso la espalda
cobardemente volviste a la luz
que el pensar hizo evidente y, fugitivo, llamas
a quienes la siguen. Magnánimo
sólo es quien, escarneciendo
a sí mismo o a los otros, sabio o loco,
hasta los astros eleva el mortal grado.

Hombre de pobre estado y cuerpo enfermo,
que de alma sea generoso y alto,
no se llama ni se estima
rico de oro ni gallardo.
y de espléndida vida o de
valiente persona entre la gente
no hace risible demostración.
Pero si de fuerza y riqueza es mendigo
se deja ver sin vergüenza, y habla
abiertamente, y de sus cosas
hace estima en esa forma.
Magnánimo animal
no creo ya, sino necio,
al que nacido para morir, nutrido en penas,
dice: Para gozar soy hecho.
Y con fétido orgullo
llena los papeles de excelsos hechos y nueva
felicidad, que el cielo entero desconoce.
No ya orbe, hace promesas en tierra
a pueblos que la onda
de mar conturbado, el soplo
de aire maligno, el subterráneo derrumbe
destruyen de tal modo que resta
apenas de ellos el recuerdo.
Noble naturaleza es la que
a elevar se dispone
los ojos mortales hacia
el hado común, y con franca lengua
nada a la vista distrayendo,
profesa el mal que nos tocó en suerte
y nuestro bajo y frágil estado.
La que grande y fuerte
se muestra en el dolor, y ni los odios ni las iras
fraternas, aun más graves
que cualquier otro daño, alimenta
en sus miserias, culpando al hombre
de su dolor, sino a la culpable
verdadera, que de los mortales
es madre en el parto y del querer madrastra.
La llama enemiga pero pariente
de su ser la piensa,
tal como es en verdad, y ordenada al principio
como humana compañía.
A todos los seres cree confederados
y a todos los abraza
con amor verdadero, ofreciendo
y esperando valerosa y pronta ayuda
en los peligros y en las angustias
de la guerra común; y a la ofensas
del hombre armar la diestra, y tender lazos
al vecino y ponerle obstáculos,
es necia creencia, como si en el campo
ceñido de contrarios, en el más vivo
acoso del asalto,
olvidando los enemigos, acerba lucha
emprendiera con los amigos,
y dispersara en fuga y fulminara con la espada
a sus guerreros.
Así tales pensamientos
cuando sean, como fueron, entregados al vulgo,
y aquel horror que antes
frente a la despiadada naturaleza
ató a los hombres en social cadena,
sea reconducido por el veraz saber,
el honesto y justo
conversar ciudadano, la
justicia y la piedad, otra raíz
tendrán, no soberbia fábula,
en que se fundará la probidad del vulgo,
tan firme como suele estar parado
aquel que tiene en el error su base.

A menudo en estas orillas
que, desoladas, de oscuro
viste el flujo endurecido y ondeante,
paso la noche; y sobre esta misma tierra
en purísimo azul
veo a la noche flamear las estrellas,
a las que lejos les hace espejo
el mar, y todo cintila alrededor,
en el vacío sereno del mundo.
Y si los ojos dirijo a esas luces
que parecen un punto,
pero son inmensas, de modo
que un punto son en su pecho tierra y mar,
realmente; y en donde
no solo hombre, sino ese
globo donde el hombre es nada,
son ignorados; cuando miro
todo esto sin un final y aun más remotos
nudos de estrellas
que se nos aparecen como niebla, no ya
el hombre y la tierra solos, sino todo en uno
el número de cuerpos y soles infinitos,
y con el áureo sol juntas, las estrellas
son ignotas, o parecen como
todas a la tierra, un punto
de luz nebulosa: en mi pensamiento,
¿qué pareces tú, prole del hombre?
Mirando
tu estar aquí abajo, del que da señal
el suelo que piso; y de otra parte,
esa señoría y fin que tú
crees otorgados por el Todo, tú, al que tantas veces
le agrada fantasear en este oscuro
grano de arena que llamamos tierra
que por ti los autores del universo
bajaron a conversarte con agrado,
y que deseos y sueños
renovaron, al sabio insulta
hasta la edad presente, que en conocimiento
y en civiles modos
parece adelantar a todas; ¿qué razón,
mortal prole infeliz, o qué pensamiento
de ti finalmente me toma el corazón?
No sé si la risa o la piedad se impone.

Como del árbol cae una pequeña manzana
cuando en el tardo otoño
la madurez sin otra fuerza la derriba,
y de un pueblo de hormigas el dulce albergue,
cavado en blanda tierra
con gran trabajo, y las obras
y la riqueza reunida en larga
fatiga por la asidua cuadrilla
próvidamente en el tiempo de verano
aplasta, devasta y cubre en un punto,
cayendo así desde lo alto,
desde el útero tonante
lanzada al cielo profundo
de cenizas, de pómez y de rocas
noche y ruina, infusa
de borboteantes arroyos,
o bien montada en la ladera,
furiosa entre la hierba,
de licuadas masas
y de metales y de encendida arena
descendiendo llena,
las ciudades que el mar allá en la extrema
playa baña, confunde
y quiebra y recubre
en pocos instantes: allá donde ahora pasta
la cabra, y las nuevas ciudades
surgen y las sepultadas
les hacen de asientos, y los caídos muros
el arduo monte pisotea.
No la naturaleza a la semilla
del hombre estima o cuida
más que a la hormiga:
y si en él es menor el estrago,
tal vez sea porque menos fecunda es su prosapia.

Mil ochocientos
años hace que desaparecieron, oprimidos
por la ígnea fuerza, los sitios humanos,
y el aldeano atento
a los viñedos, que miserablemente
nutre la muerta tierra cenicienta,
todavía eleva la mirada
recelosa a la cumbre
fatal, que nunca apacible,
aún tremenda, lo amenaza
con estragar sus pobres haberes y sus hijos.
Y a menudo
el pobre en su lecho
del rústico hospedaje, hasta la vaga
aurora, yaciendo insomne
y sobresaltado, explora el curso
del temido hervor, que se vuelca
desde el incansable seno
al arenoso dorso, y que ilumina
la costa de Capri
y de Nápoles el puerto y Mergellina.
Y si lo ve apurarse, o si en el fondo
del pozo doméstico oye el agua
hirviendo gorgotear, despierta a sus hijitos,
despierta a la mujer, y con cuanto
de sus cosas agarrar pudieron, huyendo,
mira a lo lejos el usado
nido en el pequeño campo,
que le fue del hambre único resguardo,
presa del flujo incandescente
que crepitando llega, e implacable
para siempre sobre el campo se despliega.
Torna al celeste rayo
desde el antiguo olvido la extinta
Pompeya, como sepulto
esqueleto, que de la tierra
avaricia o piedad devuelve a lo abierto;
y del desierto agujero,
derecho entre las filas
de truncadas columnas, el peregrino
lejos contempla el bipartido monte
y la cresta humeante,
que a la esparcida ruina aún amenaza.
Y en el horror de la secreta noche
por los vacíos anfiteatros, por los templos
deformes y por las rotas
casas, donde el murciélago se esconde,
como siniestra faz
que por desiertos palacios lóbrega pasea,
corre el resplandor de la fúnebre lava,
que a lo lejos las sombras
enrojece y todo alrededor lo tiñe.
Del hombre ignorante y de las edades
que él llama antiguas, y de la herencia que hacen
luego los abuelos y los nietos,
está Natura siempre verde, y avanza
por tan largo camino
que parece durar siempre. Caen reinos en tanto,
pasan gentes e idiomas: ella no ve:
y el hombre, de eternidad se arroga el mérito.

Y tú, lenta retama,
que de selvas fragantes
adornas estos campos despojados,
también al cruel poder del subterráneo
fuego sucumbirás,
porque regresando al sitio
conocido, extenderá su avaro filo
sobre estas tiernas forestas. Y doblarás
bajo el haz mortal, nunca reacia,
tu cabeza inocente:
pero no la inclinarás hasta entonces en vano
cobardemente suplicando ante
el futuro opresor; tampoco la yergues
con desatinado orgullo para ver las estrellas
sobre el desierto, donde
la casa y el nacimiento
no por voluntad sino por fortuna tuviste;
sino que más sabia y menos
enferma que el hombre, tus frágiles
estirpes no creíste,
por el hado o por los hechos, inmortales.

[1836]

Giacomo Leopardi (Recanati, Italia, 1798-Nápoles, Italia, 1837), Canti, Asociación Dante Alighieri, Buenos Aires, 1987
Traducción de Jorge Aulicino

El verso final de la primera estrofa cita un texto de Terencio Mamiani, primo de Leopardi. En sus propias notas a este canto, Leopardi da fe de la sarcástica cita: "Palabras de un moderno al que se le debe toda su elegancia". (N. del T.)

Otra Iglesia Es Imposible - Casa Leopardi - Studenti - RAI Storia - El País - UNAM

Ilkusración: Retrato de Giacomo Leopardi por Domenico Morelli (detalle) Marche Beni Culturali


XXXIV - LA GINESTRA, O FIORE DEL DESERTO

          Καὶ ἠγάπησαν οἱ ἄνθρωποι µᾶλλον τὸ σκότος ἢ τὸ φῶς
          E gli uomini vollero piuttosto le tenebre che la luce
                                                                    (Giovanni, III, 19)

Qui su l’arida schiena
del formidabil monte
sterminator Vesevo,
la qual null’altro allegra arbor né fiore,
tuoi cespi solitari intorno spargi,
odorata ginestra,
contenta dei deserti. Anco ti vidi
de’ tuoi steli abbellir l’erme contrade
che cingon la cittade
la qual fu donna de’ mortali un tempo,
e del perduto impero
par che col grave e taciturno aspetto
faccian fede e ricordo al passeggero.
Or ti riveggo in questo suol, di tristi
lochi e dal mondo abbandonati amante
e d’afflitte fortune ognor compagna.
Questi campi cosparsi
di ceneri infeconde, e ricoperti
dell’impietrata lava,
che sotto i passi al peregrin risona;
dove s’annida e si contorce al sole
la serpe, e dove al noto
cavernoso covil torna il coniglio;
fûr liete ville e cólti,
e biondeggiâr di spiche, e risonâro
di muggito d’armenti;
fûr giardini e palagi,
agli ozi de’ potenti
gradito ospizio; e fûr cittá famose,
che coi torrenti suoi l’altèro monte
dall’ignea bocca fulminando oppresse
con gli abitanti insieme. Or tutto intorno
una ruina involve,
ove tu siedi, o fior gentile, e quasi
i danni altrui commiserando, al cielo
di dolcissimo odor mandi un profumo,
che il deserto consola. A queste piagge
venga colui che d’esaltar con lode
il nostro stato ha in uso, e vegga quanto
è il gener nostro in cura
all’amante natura. E la possanza
qui con giusta misura
anco estimar potrá dell’uman seme,
cui la dura nutrice, ov’ei men teme,
con lieve moto in un momento annulla
in parte, e può con moti
poco men lievi ancor subitamente
annichilare in tutto.
Dipinte in queste rive
son dell’umana gente
le magnifiche sorti e progressive.

 Qui mira e qui ti specchia,
secol superbo e sciocco,
che il calle insino allora
dal risorto pensier segnato innanti
abbandonasti, e vòlti addietro i passi,
del ritornar ti vanti,
e procedere il chiami.
Al tuo pargoleggiar gl’ingegni tutti,
di cui lor sorte rea padre ti fece,
vanno adulando, ancora
ch’a ludibrio talora
t’abbian fra sé. Non io
con tal vergogna scenderò sotterra;
ma il disprezzo piuttosto che si serra
di te nel petto mio,
mostrato avrò quanto si possa aperto;
bench’io sappia che obblio
preme chi troppo all’etá propria increbbe.
Di questo mal, che teco
mi fia comune, assai finor mi rido.
Libertá vai sognando, e servo a un tempo
vuoi di novo il pensiero,
sol per cui risorgemmo
della barbarie in parte, e per cui solo
si cresce in civiltá, che sola in meglio
guida i pubblici fati.
Cosí ti spiacque il vero
dell’aspra sorte e del depresso loco
che natura ci die’. Per queste il tergo
vigliaccamente rivolgesti al lume
che il fe’ palese; e, fuggitivo, appelli
vil chi lui segue, e solo
magnanimo colui
che sé schernendo o gli altri, astuto o folle,
fin sopra gli astri il mortal grado estolle.

     Uom di povero stato e membra inferme
che sia dell’alma generoso ed alto,
non chiama sé né stima
ricco d’òr né gagliardo,
e di splendida vita o di valente
persona infra la gente
non fa risibil mostra;
ma sé di forza e di tesor mendíco
lascia parer senza vergogna, e noma
parlando, apertamente, e di sue cose
fa stima al vero uguale.
Magnanimo animale
non credo io giá, ma stolto,
quel che nato a perir, nutrito in pene,
dice: — A goder son fatto, — 
e di fetido orgoglio
empie le carte, eccelsi fati e nòve
felicitá, quali il ciel tutto ignora,
non pur quest’orbe, promettendo in terra
a popoli che un’onda
di mar commosso, un fiato
d’aura maligna, un sotterraneo crollo
distrugge sí, ch'avanza
a gran pena di lor la rimembranza.
Nobil natura è quella
ch’a sollevar s’ardisce
gli occhi mortali incontra
al comun fato, e che con franca lingua,
nulla al ver detraendo,
confessa il mal che ci fu dato in sorte,
e il basso stato e frale;
quella che grande e forte
mostra sé nel soffrir, né gli odii e l’ire
fraterne, ancor piú gravi
d’ogni altro danno, accresce
alle miserie sue, l’uomo incolpando
del suo dolor, ma dá la colpa a quella
che veramente è rea, che de’ mortali
madre è di parto e di voler matrigna.
Costei chiama inimica; e incontro a questa
congiunta esser pensando,
siccom’è il vero, ed ordinata in pria
l’umana compagnia,
tutti fra sé confederati estima
gli uomini, e tutti abbraccia
con vero amor, porgendo
valida e pronta ed aspettando aita
negli alterni perigli e nelle angosce
della guerra comune. Ed alle offese
dell’uomo armar la destra, e laccio porre
al vicino ed inciampo,
stolto crede cosí, qual fôra in campo
cinto d’oste contraria, in sul piú vivo
incalzar degli assalti,
gl’inimici obbliando, acerbe gare
imprender con gli amici,
e sparger fuga e fulminar col brando
infra i propri guerrieri.
Cosí fatti pensieri
quando fien, come fûr, palesi al volgo;
e quell’orror che primo
contra l’empia natura
strinse i mortali in social catena,
fia ricondotto in parte
da verace saper; l’onesto e il retto
conversar cittadino,
e giustizia e pietade altra radice
avranno allor che non superbe fole,ove fondata probitá del volgo
cosí star suole in piede
quale star può quel c’ha in error la sede

     Sovente in queste rive,
che, desolate, a bruno
veste il flutto indurato, e par che ondeggi,
seggo la notte; e su la mesta landa,
in purissimo azzurro
veggo dall’alto fiammeggiar le stelle,
cui di lontan fa specchio
il mare, e tutto di scintille in giro
per lo vòto seren brillare il mondo.
E poi che gli occhi a quelle luci appunto,
ch’a lor sembrano un punto,
e sono immense, in guisa
che un punto a petto a lor son terra e mare
veracemente; a cui
l’uomo non pur, ma questo
globo, ove l’uomo è nulla,
sconosciuto è del tutto; e quando miro
quegli ancor piú senz’alcun fin remoti
nodi quasi di stelle,
ch’a noi paion qual nebbia, a cui non l’uomo
e non la terra sol, ma tutte in uno,
del numero infinite e della mole,
con l’aureo sole insiem, le nostre stelle
o sono ignote, o cosí paion come
essi alla terra, un punto
di luce nebulosa; al pensier mio
che sembri allora, o prole
dell’uomo? E rimembrando
il tuo stato quaggiú, di cui fa segno
il suol ch’io premo; e poi dall’altra parte,
che te signora e fine
credi tu data al Tutto; e quante volte
favoleggiar ti piacque, in questo oscuro
granel di sabbia, il qual di terra ha nome,
per tua cagion, dell’universe cose
scender gli autori, e conversar sovente
co’ tuoi piacevolmente; e che, i derisi
sogni rinnovellando, ai saggi insulta
fin la presente etá, che in conoscenza
ed in civil costume
sembra tutte avanzar; qual moto allora,
mortal prole infelice, o qual pensiero
verso te finalmente il cor m’assale?
Non so se il riso o la pietá prevale.

     Come d’arbor cadendo un picciol pomo,
cui lá nel tardo autunno
maturitá senz’altra forza atterra,
d’un popol di formiche i dolci alberghi
cavati in molle gleba
con gran lavoro, e l’opre,
e le ricchezze ch’adunate a prova
con lungo affaticar l’assidua gente
avea provvidamente al tempo estivo,
schiaccia, diserta e copre
in un punto; cosí d’alto piombando,
dall’utero tonante
scagliata al ciel profondo,
di ceneri e di pomici e di sassi
notte e ruina, infusa
di bollenti ruscelli,
o pel montano fianco
furiosa tra l’erba
di liquefatti massi
e di metalli e d’infocata arena
scendendo immensa piena,
le cittadi che il mar lá su l’estremo
lido aspergea, confuse
e infranse e ricoperse
in pochi istanti: onde su quelle or pasce
la capra, e cittá nove
sorgon dall’altra banda, a cui sgabello
son le sepolte, e le prostrate mura
l’arduo monte al suo piè quasi calpesta.
Non ha natura al seme
dell’uom piú stima o cura
ch’alla formica: e se piú rara in quello
che nell’altra è la strage,
non avvien ciò d’altronde
fuor che l’uom sue prosapie ha men feconde.

     Ben mille ed ottocento
anni varcâr poi che sparîro, oppressi
dall’ignea forza, i popolati seggi,
e il villanello intento
ai vigneti, che a stento in questi campi
nutre la morta zolla e incenerita,
ancor leva lo sguardo
sospettoso alla vetta
fatal, che nulla mai fatta piú mite
ancor siede tremenda, ancor minaccia
a lui strage ed ai figli ed agli averi
lor poverelli. E spesso
il meschino in sul tetto
dell’ostel villereccio, alla vagante
aura giacendo tutta notte insonne,
e balzando piú volte, esplora il corso
del temuto bollor, che si riversa
dall’inesausto grembo
sull’arenoso dorso, a cui riluce
di Capri la marina
e di Napoli il porto e Mergellina.
E se appressar lo vede, o se nel cupo
del domestico pozzo ode mai l’acqua
fervendo gorgogliar, desta i figliuoli,
desta la moglie in fretta, e via, con quanto
di lor cose rapir posson, fuggendo,
vede lontan l’usato
suo nido, e il picciol campo,
che gli fu dalla fame unico schermo,
preda al flutto rovente,
che crepitando giunge, e inesorato
durabilmente sovra quei si spiega.
Torna al celeste raggio
dopo l’antica obblivion, l’estinta
Pompei, come sepolto
scheletro, cui di terra
avarizia o pietá rende all’aperto;
e dal deserto fòro
diritto infra le file
de’ mozzi colonnati il peregrino
lunge contempla il bipartito giogo
e la cresta fumante,
ch’alla sparsa ruina ancor minaccia.
E nell’orror della secreta notte
per li vacui teatri,
per li templi deformi e per le rotte
case, ove i parti il pipistrello asconde,
come sinistra face
che per vòti palagi atra s’aggiri,
corre il baglior della funerea lava,
che di lontan per l’ombre
rosseggia e i lochi intorno intorno tinge.
Cosí, dell’uomo ignara e dell’etadi
ch’ei chiama antiche, e del seguir che fanno
dopo gli avi i nepoti,
sta natura ognor verde, anzi procede
per sí lungo cammino
che sembra star. Caggiono i regni intanto,
passan genti e linguaggi: ella nol vede:
e l’uom d’eternitá s’arroga il vanto.

     E tu, lenta ginestra,
che di selve odorate
queste campagne dispogliate adorni,
anche tu presto alla crudel possanza
soccomberai del sotterraneo foco,
che ritornando al loco
giá noto, stenderá l’avaro lembo
su tue molli foreste. E piegherai
sotto il fascio mortal non renitente
il tuo capo innocente:
ma non piegato insino allora indarno
codardamente supplicando innanzi
al futuro oppressor; ma non eretto
con forsennato orgoglio inver’ le stelle,
né sul deserto, dove
e la sede e i natali
non per voler ma per fortuna avesti;
ma piú saggia, ma tanto
meno inferma dell’uom, quanto le frali
tue stirpi non credesti
o dal fato o da te fatte immortali.

miércoles, abril 17, 2019

Julian Przyboś / Notre Dame












¡Y el espacio brotó
de un millón de dedos unidos para rezar!

Pero el terror puntiagudo me hundió
en su Entraña.
Escarnecido y despreciado por las quimeras
con su boca abierta por la lluvia
me pregunto: ¿Quién soy yo vivo
al pie de los pilares?
Estos muros desprendidos de la roca
se levantan del sarcófago, sus quijadas
se alzan por encima de mí.

¿Quién estremeció las tinieblas?
¿Quién las plegó? ¿Quién las abrazó?

Ya sé. Las cruces sujetadas
a sus Cristos
hay que convertirlas en andamios
verticales con sus peldaños,
igualar la voluntad con el azul
más hondo del cielo,
y a la propia muerte
hay que clavarla con el rayo
del gótico—

—arriba en la piedra angular
palpita el vuelo atrapado de las flechas—

Perduro bajo el trueno de las piedras
que suben siempre, implacablemente,
hasta que de repente el vértigo
las haga precipitarse en el fondo
de dos torres — dos honduras detenidas.
¿Quién concibió ese abismo?
¿Quién lo expulsó hacia arriba?

Julian Przyboś (Gwoznica, Polonia, 1901-Varsovia, 1970), Poesía polaca contemporánea, Selección, traducciones y notas de Krystyna Rodowska, Material de Lectura n° 31, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 2008

Ref.:
Material de Lectura de la UNAM

Foto: s/d

martes, abril 16, 2019

Heather Dohollau / Hölderlin en la torre














Pájaros esporádicos
Los campos todavía están ahí delante
Las palabras que se fueron regresan
Lo tocan, él tiende la mano
Y dulcemente las pone
Las unas junto a las otras
Dicen cosas muy sencillas
Como la música
El agua está en calma
La sombra del pájaro sorprende
Los días son largos
Como al comienzo de la vida.

A partir de un instante de una
Extrema sencillez ya no hace falta esperar.

Heather Dohollau (Treherbert, Gales,1925-Saint Brieuc, Francia, 2013), Seule enfance, Editions Solaire, Issirac, 1978
Traducción de Eduardo Conde

Ref.:
Vallejo & Co.
Víctor Bermúdez
The Independent
Crew

Foto: Crew

HÓLDERLIN À LA TOUR

Les oiseaux intermittents 
Les champs toujours là en face 
Les mots voltigent, reviennent 
Le touchent, il tend la main 
Et les pose doucement 
Les uns à côté des autres 
Ils disent les choses très simples 
Comme la musique 
L'eau est calme 
L'ombre de l'oiseau surprend 
Les jours sont longs 
Comme au début de la vie

A partir d'un moment d'une 
extrême simplicité il ne faut plus espérer

lunes, abril 15, 2019

Sebastián Salazar Bondy / Desde el corazón















Me sitúo en el centro de mi corazón,
pongo los ojos en el fondo de ese pozo
como dos lámparas frías que encienden el amor,
¿y qué veo?

           Dios mío, si veo
el claro espejo familiar que hay en mi sueño,
el pan que sale del horno de la vida a cada rato.

Vuelve a ti, viajero, vuelve
al Hotel de Bâle, ya que París es una pieza mortecina,
un lavabo, una mesa, un lecho para el vino de esta noche,
y sabrás nuevamente que eres un círculo de dudas
un remolino incesante que gira en torno de la ausencia.

Me sitúo en el centro de mi corazón, repito,
y me digo:
           “Estoy aquí, pero en Lima
despertará mi madre cuando el perro
gima a su puerta, le dé los buenos días, la bendiga,
porque su mano es como un fruto que no cesa”.

Sebastián Salazar Bondy (Lima, 1924-1965), Confidencia en alta voz, Ediciones Vida y Palabra, Lima, 1960

Ref.:
Vallejo & Co.
Ser Peruano
Revista de la Universidad de México
Centro Cultural Trilce
Poemas del Alma

Foto: Vallejo & Co.

domingo, abril 14, 2019

Robert Creeley / Mar



















Siempre
para dormir,
agua que regresas.

*

La roca permanece recta,
pensando.

*

Niño y perro
bordeando
la orilla.

*

Vuelve, primera
ola que vi.

*

Anciano
junto al agua, pantalones
marrones remangados,
blancas las piernas, y el pelo.

*

Tenues borrosas
nubes empiezan
a cubrir
el sol, im-
perceptiblemente.

*

Palo clavado
en la arena, zapatos,
suéters, cigarrillos.

*

Ningún hogar más
al que ir.

*

Pero esa línea,
de cielo y de mar,
algo más.

*

Adiós, agua-
hasta otro día.

Robert Creeley (Arlington, Estados Unidos, 1926-Odessa, Texas, Estados Unidos, 2005), Later, New Directions, Nueva York, 1979
Versión de Jonio González.

Foto: Robert Creeley en julio de 1984 fotografiado por Allen Ginsberg. La leyenda manuscrita con la firma de Ginsberg dice: "I wanted to focus on a sharp clear eye - Robert Creeley's friendship, July 1984, Boulder" Allen Ginsberg Project


SEA

Ever
to sleep,
returning water.
*
Rock’s upright,
thinking.
*
Boy and dog
following
the edge.
*
Come back, first
wave I saw.
*
Old man at
water’s edge, brown
pants rolled up,
white legs, and hair.
*
Thin faint
clouds begin
to drift over
sun, im-
perceptibly.
*
Stick stuck
in sand, shoes,
sweater, cigarettes.
*
No home more
to go to.
*
But that line,
sky and sea’s,
something else.
*
Adios, water —
for another day.

sábado, abril 13, 2019

Alberto Cisnero / De "Forma parte de mi guerra"


23-

no confío en nadie que rechace el frasco
y la pipa, chocar e incendiarse. en efecto,
por debajo del lustre está el instinto, chicos
azorados de corazón clemente. antes
de las drogas, el terrorismo, el sexo con niños
y el sexo con óbitos. esa es nuestra quince rue
vivienne, la serena ventaja de marcar la página
y cerrar el libro. no hay víctimas aquí (a lo sumo
voluntarios que apelan a su orfandad en pos
de conseguir un domicilio particular). me dedico
al negocio de envejecer, planeo nombrar todas
las estrellas sobre una rama en un poema.
fuera de la aldea y lejos de la manada, uno sólo
puede ansiar que ese tipo de hechos continúen
para siempre. confrontar la realidad sin dejar
demasiada sangre en el jardín, conservar ese
mágico momento y repetirlo a voluntad.
ya lo escribí muchas veces. escribir, eso es algo
que no está en ninguna parte. ni aquí ni allá
está cerca su camino.

28-

¿ya aceptaste lo que odiás, o todavía
desconocés lo peor acerca de cualquier cosa,
es decir, escribís para lograr la calma, el equilibrio,
la libertad personal en tu cubil?¿captaste
un tiempo idílico en el cual los pájaros cesaron
de repente en sus trinos y una constelación
se hundió hasta extinguirse en la cera
con que los empleados de limpieza adecentan
el jol de los salones?¿tachás y mirás
directamente detrás del folio
sin localizar un rayo de luz o de sonido, algún
impulso eléctrico que te oriente?¿ya lo habías
encontrado una vez y luego lo habías perdido?
¿atestiguaste que era un camino más largo
que llevaba a la misma meta o que llevaba más
allá de donde se puede regresar?¿desgraciada
la perdiz que se enreda en el alambre?¿vas
a declararte responsable de algún otro extraño
y arcaico rito?¿tomás notas de todo lo que se
ausenta en tu cuerpo, creyendo al mismo
tiempo dos cosas que se contradicen?

41-

en la apacibilidad de un gesto, los negros,
los obreros, los ancianos, las mujeres
y los niños somos más felices. no llegué
a esta playa ningún diecinueve de septiembre.
y nunca divisé un faro protector. leía al tiempo
que mercaba la fuerza de mis músculos dando
vuelta un pastón, levantando o revocando
una pared. con mi dinero pago el traje
que me cubre, la olla que paro y cada libro
que me atribuyo. no para proporcionarme
una fe nueva, sino para cuando no esté ahí,
ni en ningún lado y ya nadie recuerde
que siempre estuvimos
a un tris de lograrlo, de convertirnos
en duros y silentes como una piedra,
comprimidos y silentes detrás
de unas pocas palabras. y que bastaba enero
en los cánticos de los grillos y la silueta
en declive de los chañares meciéndose
en el agua para descubrir que de pronto
necesitábamos compañía.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Forma parte de mi guerra,
Barnacle,
Buenos Aires, 2019










Colofón
Literatura Viva
El Poeta Ocasional

viernes, abril 12, 2019

Odile Kennel / pensar salvia

























pienso salvia cuando miro
salvia, pienso verde grisáceo, hojas de terciopelo
por parejas opuestas, labiadas
amargas y aromáticas o no pienso nada
ni salvia ni plantas tampoco aroma
porque por puro pensamiento la salvia
prende bien en la ventana, sin embargo
se echa a perder en la cabeza, entonces para mí
la salvia no existe, aun así existe
para sí y no sabe cómo se llama
y no sabe nada de su existencia
es posible que no sepa absolutamente nada.

Pienso vos cuando no
pienso salvia, no pienso que
los vencejos dormitan
en las esferas más altas del aire
mientras estamos despiertas al lado de la ventana
pienso vos mientras el aroma amargo
y a especia en tu existencia
y en la mía viene de donde el aroma mismo no sabe
y así surge un desequilibrio
existencial en la luz de la tarde
porque sabemos, sabemos con precisión
que el tiempo es nada más que una taza
que se tira hacia el cielo o aceite etéreo o
un dispositivo de aislamiento, es posible

Odile Kennel (Bühl, Alemania, 1967), Oder wie heißt diese interplanetare Luft, Deutscher Taschenbuch Verlag, Múnich, 2013
Versión de Silvana Franzetti

Odile Kennel - Festival de Poesía de Medellín - Poetas Siglo XXI

Foto: Odile Kennel por Jo Frank

salbei denken

ich denke Salbei, wenn ich Salbei
sehe, denke grungraue, samtene Blatter
paarweise gegenstandig, Lippenblutler
bitter und wurzig, oder ich denke nichts
nicht Salbei, nicht Pflanze, nicht Duft
weil vor lauter Denken der Salbei
wohl vorkommt am Fenster, doch
verkommt im Kopf, er also fur mich
nicht existiert, er aber fur sich
existiert und nicht weis, wie er heist
und nichts weis von seiner Existenz
vermutlich gar nichts weis.
Ich denke du, wenn ich nicht
Salbei denke, nicht denke
dass die Mauersegler dosen
in den hoheren Schichten der Luft
wahrend wir wach liegen am Fenster
ich denke du, wahrend der bittere
und wurzige Duft in deine und meine
Existenz dringt, von der er nichts weis
und so entsteht ein existenzielles
Ungleichgewicht im Nachmittagslicht
denn wir wissen, wir wissen sehr genau
dass alle Zeit nur eine himmelwarts sturzende
Tasse ist oder atherisches Ol, oder
eine Apparatur der Einsamkeit, vermutlich