sábado, abril 30, 2022

Dariusz Tomasz Lebioda / La tumba de los soldados alemanes descubierta en la ciudad de Bromberg




aquí llegaron al final de su tiempo
aquí se apagaban en sus pensamientos
los abetos de schwarzwald
los labios de lillia marlene y la voz de hitler
aquí en la arena seca del río vístula
cincuenta años en silenciosa
sepultura
sin nombres ni medallas de identificación
sin ojos y sin pulso de la sangre
sólo sus huesos
huesos al lado de huesos
cráneos al lado de agujereados
cascos militares
sin ataúd y sin palabras piadosas de
de un pastor
y sin música
de wagner
cada guerra es un
matadero de la belleza
cada muerte de esta
guerra una
derrota

La Bailarina de la Reina Hatshepsut. Poemas selectos 1980-2005, Guatemala-Madrid, 2008

Dariusz Tomasz Lebioda (Bydgoszcz, Polonia, 1958), Feria Internacional del Libro de Buenos Aires/ Festival de Poesía
Traducido del polaco por Danuta Mucha y Renato Vásquez-Velásquez


viernes, abril 29, 2022

Sona Van / Mi tío lisiado de guerra




… Cada seis pasos
ostentosamente
hacía girar el bastón en el aire
tres veces
y luego continuaba otros seis pasos
había convertido en rito su pérdida
para no perder el encanto del paso
del victorioso coronel
en el noroeste… bajo el río
p.d.: él podía mostrar sobre el mapa
el lugar exacto de su pierna izquierda

Libreto para el desierto [2015]

Traducción de Vartán Matiossián


jueves, abril 28, 2022

Claudia Caisso / De "Cuaderno del asombro"



Tus pantuflas raídas Wystan Hugh Auden

Vienen de las anchas
avenidas del hielo, de tierras
de sideral blancura
de barrancas con visionarios interiores
que te llevaron a atesorar
la capacidad maldita
de amar hasta animarte 
a enfrentar a la especie humana
sin que lo merecieras.

La intensidad de los surcos
de tu rostro también ejecutó
la música profética
porque repitió la partitura
en otro lugar, 
como cuando gritaste 
solemnemente tu poesía
contra todas 
y cada una de las convenciones.
Mientras tu calzado gastado
le recordaba a Inglaterra
en un programa de la B.B.C.
que sería necesario cantar
un blues en tu funeral
y atar “una cinta negra en cada paloma” …

La tibieza que late
en la ternura terrible de tu mirada 
ha sido la prueba fehaciente
de tu desacuerdo
con el mundo, Wystan Auden:
tu camino infatigable
hacia las fuerzas arcaicas 
que están en los nombres
de inmemorial energía
con la que contrarrestar 
el torrente de crímenes
y acciones verbales
con que la vida es insistentemente herida.

La hímnica libertad
que aparecía por instantes
y se empecinaba 
en hacerte escapar
hacia la canción de amor
por Alfred Prufrock de Thomas Eliot
hasta que fueras
una escalera breve
de madera sobre el fieltro raído
de tu calzado con cuadrados negros y blancos
como los del tablero de ajedrez.

Porque tus pies rozaron el pasto
para modular amorosamente 
la materia después,
cuando te sustrajeras a las miradas
de quienes no escribirían
ninguna plegaria encendida:
tu coloquio empuñado 
con esquirlas de tierra humillada
donde acariciarías
el dolor de la voz
a contracorriente de la violencia
que locamente se acuna
en los mares empastados por la brea
que arrojan las máquinas
de una multitud de barcos
portadores del desperdicio sobre la espuma
el ruido brutal y la guerra,
portadores de la codicia
que hay en las aguas impuras

de la fe….

Disípanos
en el aliento preciso 
de tus imágenes
Wystan Auden.

Baja para nosotros
de nuevo los ojos
hacia los lados
solitario y perplejo;
llora por nosotros
compadécete de nuevo
como el excelso presbítero 
ateo que supiste ser…

Desnúdate ante las formas
de nuestro coraje escaso 
ahora, cuando apenas sabemos 
pulir el cubo 
en que se transforma
el cielo de belleza
que hay en tus poemas, cada vez…


Carenaje

Todavía perdura el vaivén 
de la pena en la suspensión 
de un par alado de plumas 
con su más allá  
de herrumbre en medio del rugido
de la tempestad y las faenas…

Sobre el encaje de la espuma
una bahía deja ver la vela antigua 
de un barco despojado de hybris
para el rey del río: 
su sed extinta  
entre mástiles que perfilan 
el acantilado que va desde el Paraná
hasta los arrecifes de coral 
en Trinidad donde habrá de nacer 
la música del rocío 
entre garzas blancas
que sobrevuelan la ribera.

Mientras una hilera de árboles
nombra "el fruto oscuro"
y descubre los frotamientos dulces 
del fuego: las cenizas de la voz 
que al cuaderno traen 
el recuerdo de la sintonía 
del ancla con las caracolas.

Solía escucharlos hablar
el idioma de las casuarinas 
a propósito de la cercanía del mar
                                          en las mañanas…

Claudia Caisso (Rosario, Argentina, 1957-2022)

Cuaderno del asombro
,
Barnacle,
Buenos Aires, 2022










miércoles, abril 27, 2022

Mark Strand / La predicción




Esa noche la luna flotaba sobre el estanque,
convirtiendo el agua en leche, y bajo
las ramas de los árboles, los azules árboles,
una mujer joven caminaba, y por un instante
el futuro la alcanzó:
la lluvia caía sobre la tumba de su esposo, la lluvia caía
sobre el jardín de sus hijos, su propia boca
llena de aire frío, extraños que se movían por su casa,
un hombre en su habitación escribiendo un poema en el que la luna flotaba
una mujer paseaba bajo los árboles, pensaba en la muerte,
pensaba en él pensando en ella, y el viento que se levantaba
y se llevaba la luna y dejaba el papel a oscuras.

Mark Strand (Summerside, Canadá, 1934-Nueva York, 2014), Selected Poems, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1990
Traducción: © Jonio González


Foto: Mark Strand en la galería Steven Kasher, Nueva York, 2010 Patrick McMullan/ Shaun Mader/Getty Images

THE PREDICTION

That night the moon drifted over the pond,   
turning the water to milk, and under   
the boughs of the trees, the blue trees,   
a young woman walked, and for an instant 
the future came to her: 
rain falling on her husband’s grave, rain falling   
on the lawns of her children, her own mouth 
filling with cold air, strangers moving into her house,
a man in her room writing a poem, the moon drifting into it,   
a woman strolling under its trees, thinking of death, 
thinking of him thinking of her, and the wind rising 
and taking the moon and leaving the paper dark.

martes, abril 26, 2022

Celia Gourinski / Tres poemas



Vengo

Vengo de un país donde grandes animales del ayer
    anuncian su perpetuidad en un océano de sol
Hago el amor en antiguos agasajos, con alimañas,
    cangrejos, bichos de una historia pasada
Sobre arenas de playas habitadas por aves obesas,
    posaremos en los vientos con la mirada tras la
    mirada del ángel que fuera el horror

Vengo en ti
                    ya no hay más en nunca


En el fondo de mi noche

Astros silvestres caen con la solemnidad de mi gato
    cuando se desespera
Astros hirvientes me poseen oscuros como el sueño
    de un dragón en la medida de un hombre
Museos arrobadores dentro de mis ojos gigantes
    cuando la especie decae en los letargos
Hembras al calor de velas invertidas. Estigmas,
    solamente estigmas en mi pecho condecorado con
    los remansos en este río que se eleva al fondo de mi
    noche, de mi desnuda cabeza


Paisaje íntimo

Tantas ciudades tantos cielos derramados con inso-
    lencia tantos caracoles vacíos que ya no narran
    historias de mar tantos comedores de vagabundos
    hambrientos tantos bichos noctámbulos en la
    mitad del vértigo de madrugada tantos habitantes
    incautos y verdes ojeras y resplandores de hogares
    donde sólo quedan cenizas y todo tanto más, cuando
    se avecinan ceremonias nupciales y cada vez y cada
    amante y tanto en cada melancólica despedida en
    tanto revés de tus señas y tantas irreverencias hasta
    la sombra secreta y en cada movimiento lento y
    sagrado cuánto fuego en la alborada de los niños,
    en los zapatos gastados, en los sombreros que se
    ponen las nubes y cuántos mediodías sin sol y sin
    negrura y tanto desparpajo y tanto recorrido por
    zonas peligrosas y cuánto en tantas constelaciones
    del silencio y del naufragio

[Inocencia feroz, Argonauta, 1999]

Celia Gourinski (Buenos Aires, 1938-2008), Poetas surrealistas argentinos. Recopilación de textos y notas: Javier Cófreces, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022


domingo, abril 24, 2022

Camila do Valle / Dos poemas




Misión diplomática en la China (Pianissimo)
 
¿Dónde posar la palabra? 

Como si el bolígrafo fuera el asa de una taza 

de rara porcelana que yo habría de sostener 

con todo cuidado 

en el aire. 

Del aire al plato podemos, 

o no, 

hacer añicos la dinastía Ming. 

Delicadamente.

 
(Tendida de lado, escucho el ruido de la lágrimas al caer en la palma de mi mano)

Mi casa es la literatura. Y si se estrellan puertas y

ventanas, me visto de blanco

para confundirme con la pintura de las paredes.

Y si hay lluvia y se estropea la pintura, yo también quedo

estropeada.

Pero no dejo de ser literatura.

El límite del dolor no es el límite del texto, ni está en los

límites de la casa.

Mi casa es la literatura. Y si se estrellan puertas y

ventanas, me visto de blanco.

Para confundirme con la lectura de las paredes.

Camila do Valle (Leopoldina, Mina Gerais, Brasil, 1973), "Mis gritos no salen del poema. 9+1 poemas de Camila do Valle", Vallejo & Co., 22 de junio de 2021
Traducciones de Teresa Arijón





MISSÃO DIPLOMÁTICA NA CHINA (PIANÍSSIMO)
 
Onde pousar a palavra? 

Como se a caneta fosse a asa de uma xícara 

de porcelana rara que eu estaria a segurar 

com todo o cuidado 

no ar. 

Do ar ao pires, podemos, 

ou não, 

espatifar a dinastia Ming. 

Delicadamente.
 

(DEITADA DE LADO, ESCUTO O BARULHO DA LÁGRIMA A CAIR NA PALMA DA MINHA MÃO.)
 
A minha casa é a literatura. E se arrebentarem portas e

janelas, me visto de branco

para me confundir com a pintura das paredes.

E se chuva houver e estragar a pintura, também eu ficarei

estragada.

Mas ainda não deixarei de ser literatura.

O limite da dor não é o limite do texto, nem está nos

limites da casa.

A minha casa é a literatura. E se arrebentarem portas e

janelas, me visto de branco.

Para me confundir com a leitura das paredes.

sábado, abril 23, 2022

Jacques Baron / El desconocido



ÉI decía Mis labios son racimos monstruosos
panteras que cantan
más dulces que los pájaros tan dulces de la colina
y los toros sangrantes de las grandes nubes oscuras
El decía
Yo llevo en mi pecho
olas inmensas y ásperas
en medio de las flores tan bellas de los días solemnes
Llamaba María
a una pequeña que llevaba legumbres
Él decía, él decía además
Yo soy una amapola
que despierta por la mañana el azul pálido de las bestias

 L'Allure poétique [1924]

Jacques Baron (París, 1905-1986), Antología de la poesía surrealista de lengua francesa, estudio preliminar, selección notas y traducciones de Aldo Pellegrini, Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1961. Editorial Argonauta, Barcelona, 1981; Buenos Aires, 2006
Envío de Jonio González


Foto: René Crevel, Tristan Tzara, Jacques Baron, por Man Ray, c.1922 Centre Pompidou

Nota del Ad.:
"En realidad, lo que más llama la atención, en comparación con nuestra época estrecha y siniestra, es la importancia que todos estos recién llegados le daban a la poesía. No a la poesía de los 'poemas', por supuesto, sino a la de la experiencia interior del vivir, la celebración o la tragedia. Reivindicación de la libertad en Leiris *: Solo puedo vivir en la antítesis y el cambio. La sensibilidad, en Jacques Baron, ese enfant perdu del surrealismo: Hay algo que une a las personas, una cuestión de carne, de piel (afinidades electivas si se quiere), que va más allá de la ideología." Philippe Sóllers, reseña de Correspondance Michel Leiris-Jacques Baron, ediciones Joseph K. Bibliobs, 7 de junio de 2013


* Michel Leiris  (1901-1990), poeta, crítico de arte, etnólogo, autor, entre otros, de La revolución surrealista (1925), África fantasma (1934) y Las reglas del juego (cuatro ediciones, entre 1948 y 1976)

viernes, abril 22, 2022

Juan Octavio Prenz / De "Poesía casi completa"



Elogio de la infancia

En plena segunda guerra mundial una firma argentina
lanza al mercado fichas con imágenes de generales,
almirantes, buques, aviones, banderas multicolores.

Los chicos nos divertimos haciendo apuestas
que cobramos o pagamos con las fichas.

La cotización varía según la marcha de la guerra.
Los más sabios guardan ciertas imágenes
especulando con un cambio de fortuna:

algunas bombas más,
cincuenta o sesenta mil muertos

y la suerte puede volver a sonreírte.


Diana

Toque de clarín al amanecer para despertar
a la tropa.

Punto céntrico de un blanco de tiro.

Nombre de muchacha argentina.

[Cortar por lo sano, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1987]


La palabra justa

Mi padre venía de Istria, sus antepasados de Baviera
o ¿por qué no? de Cataluña.

En el 28 emigra a la Argentina, donde llama la atención
por su extraña lengua.

Sus palabras reconocen raíces alemanas, eslovenas,
serbocroatas, italianas, pero son otra cosa.

Todo el mundo lo comprende.
No se esfuerza por aprender el español
pero, obstinadas, las palabras se incorporan a él.
Desde entonces es posible reconocerle también
raíces hispánicas.

Dicen que es el único hombre
que jamás ha hablado una lengua.

En 1964 sale a gorjear su asombroso idioma
por las calles de Belgrado.
Como en La Plata o en Curuzú Cuatiá o en Trieste,
camina por los atardeceres, entra en las tabernas,
hace amigos, siempre alegre,
niño y feliz de vivir en un planeta 
donde es tan fácil

comunicarse. 

[Habladurías del Nuevo Mundo, Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 1986]

Juan Octavio Prenz (La Plata, Argentina, 1932-Trieste, Italia, 2019), Poesía casi completa. Publicará Ediciones en Danza


Foto: Juan Octavio Prenz junto al mural realizado en su homenaje, frente a la casa donde pasó su infancia (Ensenada, Argentina, 2013). Los autores del mural son Melina Slobodian y Add Rian, el Centro Cultural “Allegro ma non troppo”, Oscar Flammini y muchachos del barrio Melina Slobodian/Facebook

jueves, abril 21, 2022

Alberto Cisnero / De "Mi recherche"



5-
siempre tuvimos un fantasma en el cerebro.
escribimos para alguien imaginario. ¿hablamos
solos? dicen que sí. recordamos el verano.
el mes de abril. tal vez alguna palabra, un golpe
sordo y breve en la tierra. ahora te recuerdo,
decimos. pero no oímos más que la pluma
royendo el papel. respuesta incorrecta,
decimos; no hay recompensa para esto.


9-
hay ruido dentro de nuestras cabezas.
el vapor fue empañando el vidrio
de la ventana. lo limpiamos con la mano
y sólo vimos un borroso reflejo.
lo mejor de la oscuridad y de la luz.
permanecimos en silencio. es la enfermedad
profesional de los poetas menores
de la antología.


41-

excúsennos la pobre jerga y el feble tranco.
y regresemos al pasado. estuvimos,
desde el principio, reportándonos, alegando
la causa de nuestro pulso. hasta que volvimos a ver
de nuevo las estrellas. hasta que al fin aprendimos
a querernos. y fuimos tan benévolos como cualquiera
y tan ruines como otros. sólo insumió unos cuantos
pliegos, son nada o casi nada. quien los toque,
no tocará a un hombre. sobre cada trazo punteado
debió haberse podido leer el rapto, la prisa encendida,
un noventa y nueve por ciento de recuerdos.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Mi recherche
,
Barnacle, 
Buenos Aires, 2022










miércoles, abril 20, 2022

Daniel Freidemberg / De "En la resaca", edición definitiva



Julio

Rojo el cartel, con letras (“florida”) blancas
y rojo también el asiento y el
cesto, de hierro, para papeles.
Felicidad del rojo intenso sobre el gris,
un rojo como de sangre, y sobre el rojo el blanco.
Igual que pétalos a punto de marchitarse, rostros
que el tiempo arrastra, como me arrastró
hacia este borde o filo de lo real
donde las cosas pasan
una tras otra, a horarios regulares.

Julio (II)

Igual que pétalos que la corriente arrastra, el siglo,
como los ríos que dan a la mar, me aparta
de lo que fui y seré. 
                          Hacia su fin, el tiempo, en
cubículos iluminados, pasa. Rostros también,

igual que pétalos en la corriente, o almas
rumbo a la mar, que es el morir.


Diciembre

Como quien cierra la puerta
del ascensor, como quien abre
la de la calle, cerré
         la puerta del ascensor,
la de la calle abrí, salí,
la llave aún en la mano
(había ahí un tipo con 
una llave en la mano, era yo),
como quien no tiene
cosa que abrir
              como no sea el aire
recalentado, abrí
sitio en el aire
                   para pasar:
“Laser”, “Junín”, “Marlboro”,
“Hair Technique”, “perfumes”.
Como quien sale
                       de la palabra
para entrar al aire
y eso hay: palabras
detrás del aire,
“Maxim First Pijamas”,
“doce fiesta monos”.

Daniel Freidemberg (Resistencia, Argentina, 1945)

En la resaca.
Edición definitiva,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2022










Foto: Gentileza Ediciones en Danza

martes, abril 19, 2022

Eugenio Padorno / Palabras que se hacen de una hora nocturna, ...




…  bajo otra cúpula de silencio ardentísimo 

Dormitaba en el balancín de un sueño,
Asido y desasido
Entre los mundos de ser y no ser,
En un balcón colgante
sobre los arrecifes 

               Inmóviles, arriba
(Y en el fondo del ojo),
Precipitadas desde
El umbral del tiempo,
Vi dispersas las frías,
Mudas brasas de la cohetería
De estrellas que embrujó
a Palinuro. 

               La luz de un mercurial
rayo de luna, como
La aguja de un gramófono,
Recorría los negros
círculos  de la placa
Del mar,
Que contuvo hacia adentro
La voz de bajo
Del solemne oleaje.
Entonces yo también
Era joven y un dios
Acaso pudo sobre mí
Reclinarse con fingida torpeza,
Oh bogadores,
Y adentrarme en la foz
De un incierto lindero,
Sin que sepa ahora
A qué lado se ha hecho mi destino

de Cuaderno de apuntes y esbozos poéticos del destemplado Palinuro Atlántico, 2005 [Fundación César Manrique, Teguise, Lanzarote]

Eugenio Padorno * (Barcelona, España, 1942), "Antología mínima II", Fogal, 19 de enero de 2016

* Padorno vive desde su infancia en Canarias, y se lo considera uno de los poetas canarios más importantes en la actualidad (N. del Ad.)


lunes, abril 18, 2022

James Wright / Deprimido por un libro de mala poesía...




camino hacia un prado salvaje e invito a los insectos a unirse a mí

Más tranquilo, dejo caer el libro detrás de una piedra.
Asciendo por una suave pendiente cubierta de hierba.
No quiero molestar a las hormigas,
que suben en hilera por un poste de la cerca
llevando pequeños pétalos blancos
que proyectan sombras tan leves que puedo ver a través de ellas.
Cierro los ojos por un instante y escucho.
Los viejos saltamontes
están cansados, ahora brincan pesadamente,
con los muslos deshechos.
Quiero oírlos, tienen nítidos sonidos que hacer.
De pronto, precioso, lejano, un grillo comienza
en los arces.

James Wright (Martins Ferry, Estados Unidos, 1927-Nueva York, Estados Unidos, 1980), Above the River: The Complete Poems, edición a cargo de Donald Hall, Farrar, Straus and Giroux, Nueva York, 1992
Versión de Jonio González



DEPRESSED BY A BOOK OF BAD POETRY, I WALK TOWARD AN UNUSED PASTURE AND INVITE THE INSECTS TO JOIN ME

Relieved, I let the book fall behind a stone.
I climb a slight rise of grass.
I do not want to disturb the ants
Who are walking single file up the fence post,
Carrying small white petals,
Casting shadows so frail that I can see through them.
I close my eyes for a moment and listen.
The old grasshoppers
Are tired, they leap heavily now,
Their thighs are burdened.
I want to hear them, they have clear sounds to make.
Then lovely, far off, a dark cricket begins
In the maple trees.

domingo, abril 17, 2022

César Vallejo / De "Trilce"



LVI

Todos los días amanezco a ciegas
a trabajar para vivir; y tomo el desayuno,
sin probar ni gota de él, todas las mañanas.
Sin saber si he logrado, o más nunca,
algo que brinca del sabor
o es sólo corazón y que ya vuelto, lamentará
hasta dónde esto es lo menos.

El niño crecería ahito de felicidad
                         oh albas,
ante el pesar de los padres de no poder dejarnos
de arrancar de sus sueños de amor a este mundo;
ante ellos que, como Dios, de tanto amor
se comprendieron hasta creadores
y nos quisieron hasta hacernos daño.

Flecos de invisible trama,
dientes que huronean desde la neutra emoción,
                       pilares
libres de base y coronación,
en la gran boca que ha perdido el habla.

Fósforo y fósforo en la oscuridad,
lágrima y lágrima en la polvareda.


LVII

Craterizados los puntos más altos, los puntos
del amor, de ser mayúsculo, bebo, ayuno ab-
sorbo heroína para la pena, para el latido
lacio y contra toda corrección.

¿Puedo decir que nos han traicionado? No.
¿Qué todos fueron buenos? Tampoco. Pero
allí está una buena voluntad, sin duda,
y sobre todo, el ser así.

Y qué quien se ame mucho! Yo me busco
en mi propio designio que debió ser obra
mía, en vano: nada alcanzó a ser libre.

Y sin embargo, quién me empuja.
A que no me atrevo a cerrar la quinta ventana.
Y el papel de amarse y persistir, junto a las
horas y a lo indebido.

Y el éste y el aquél.


LIX

La esfera terrestre del amor
que rezagóse abajo, da vuelta
y vuelta sin parar segundo,
y nosotros estamos condenados a sufrir
como un centro su girar.

Pacifico inmóvil, vidrio, preñado
de todos los posibles.
Andes frío, inhumanable, puro.
Acaso. Acaso.

Gira la esfera en el pedernal del tiempo,
y se afila,
y se afila hasta querer perderse;
gira forjando, ante los desertados flancos,
aquel punto tan espantablemente conocido,
porque él ha gestado, vuelta
y vuelta,
el corralito consabido.

Centrífuga que sí, que sí,
que Sí,
que sí, que sí, que sí, que sí: NO!
Y me retiro hasta azular, y retrayéndome
endurezco, hasta apretarme el alma!


LXI

Esta noche desciendo del caballo,
ante la puerta de la casa, donde
me despedí con el cantar del gallo.
Está cerrada y nadie responde.

El poyo en que mamá alumbró
al hermano mayor, para que ensille
lomos que había yo montado en pelo,
por rúas y por cercas, niño aldeano;
el poyo en que dejé que se amarille al sol
mi adolorida infancia... ¿Y este duelo
que enmarca la portada?

Dios en la paz foránea,
estornuda, cual llamando también, el bruto;
husmea, golpeando el empedrado. Luego duda,
relincha,
orejea a viva oreja.

Ha de velar papá rezando, y quizás
pensará se me hizo tarde.
Las hermanas, canturreando sus ilusiones
sencillas, bullosas,
en la labor para la fiesta que se acerca,
y ya no falta casi nada.
Espero, espero, el corazón
un huevo en su momento, que se obstruye.

Numerosa familia que dejamos
no ha mucho, hoy nadie en vela, y ni una cera
puso en el ara para que volviéramos.

Llamo de nuevo, y nada.
Callamos y nos ponemos a sollozar, y el animal
relincha, relincha más todavía.

Todos están durmiendo para siempre,
y tan de lo más bien, que por fin
mi caballo acaba fatigado por cabecear
a su vez, y entre sueños, a cada venia, dice
que está bien, que todo está muy bien.

César Vallejo (Santiago de Chuco, Perú, 1892-París, 1938), "Trilce" [1922], Obra poética completa, Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968

Trilce
Talleres de la Penitenciaría,
Lima, 1922
Diseño de tapa
de César Vallejo,
con retrato a lápiz
del autor, por
Víctor Morey Peña





Foto: Retrato de César Vallejo en su época de estudiante universitario, Trujillo, Perú, entre 1910 y 1915. En Obra poética completa, Francisco Moncloa, Lima, 1968

sábado, abril 16, 2022

Juan Rodolfo Wilcock / De "Poesie inedite", 3



Dos

Conmigo mi mundo desaparecerá, la red
que me tejí como una araña
que se ha parado en el borde de la tela
y a veces come y a veces la remienda;
pero su tela está cada vez más desgarrada
y la araña no siente ganas de arreglarla.
Proseguirán mientras tanto los otros mundos
cada uno con su insecto vigilante en el medio,
tramas brillantes o madejas grises,
esférulas como jaulas delicadas
que no tienen descanso y en el medio la araña
hasta que desaparece y nadie se da cuenta.
Pero tú, ya que quisiste hacer también tuyo
este mundo que fue quizá el más bello,
erizado de alfileres de oro y fibras finas,
estréchate  a mí, envuélvete en la misma
red compleja irrepetible,
hilo a hilo poséela y sostenla
como lo hice hasta ahora estando solo.

Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919 - Lubriano di Bagnoregio, Viterbo, Italia, 1978), "Poesías inéditas", Poemas, prólogo, selección y traducción de Ana María del Re, serie Breves, Fundarte, Caracas, 1985


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Imagen: Fotograma de Un'ora con Rodolfo Wilcock, 1973 Il racconto del Giorno/RAI/YouTube


Due

Con me il mio mondo sparirà, la rete
che mi sono tessuto come un ragno
che sta fermo in un angolo della tela
e a volte mangia e a volte la rammenda;
ma la sua tela è sempre più squarciata
e il ragno non ha voglia di aggiustarla.
Proseguiranno intanto gli altri mondi
ognuno col suo insetto in mezzo vigile,
trame lucide oppure matasse grige,
sferule como gabbie delicate
che non si danno pace e in mezzo il ragno
finché sparisce e nessuno se ne accorge.
Ma tu, già che hai volunto fare anche tuo 
questo mondo che fu forse il più bello.
irto di spilli d'oro e fibre fine,
stringi a me, avvolgiti nella stessa
rete complessa che non si ripete,
filo a filo possiedila e sorreggila
come ho fatto finora ch'ero solo.

Poesie, Adelphi, Milán, 1980 -1993

miércoles, abril 13, 2022

Jordi Doce / Wenzel

           
                
                       
                        a Álvaro Valverde
 

Un nombre,
un oficio:
Wenzel la mensajera.
Entre Weimar y Jena,
de pueblo en pueblo,
es ella quien reparte bultos,
paquetes de alimento y provisiones.
El correo ducal no es de fiar
y las sillas de posta
van muy lentas.
En invierno, la nieve
y las heladas,
cuando no el barro,
vuelven impracticables los caminos.
Entre Schiller y Goethe
es ella quien despacha cartas,
versos,
obsequios imprevistos,
–una piedra de colección, tal vez,
o pliegos de revistas.
Ahora debe esperar
a que el gran consejero
termine su respuesta
y medite el regalo más idóneo
para el poeta amigo.
Sentada en la cocina,
la mensajera Wenzel
bebe un poco de caldo
y deja que las llamas la cortejen
con su olor a comida, a leña seca,
a niñez.
La sangre ha vuelto a sus mejillas
y las manos sostienen el cuenco sin urgencia,
como acunándolo.
Fuera
queda una marcha de seis horas
y el canasto que ha de llevar a hombros
pesa cincuenta kilos.

Jordi Doce (Gijón, España, 1967), Perros en la playa, 30 de marzo de 2022

martes, abril 12, 2022

Beatriz Vallejos / Tres poemas

 

















Mudanza

en un cajón de manzanas
puse libros
en un cajón de abejas
poemas sueltos

tanto empeño
para no partir


Vibraba de abejorros la mañana

y era un sentido
de la vida

a la sombra de las hojas
miraba pasar

qué hermosa flor separaban
un gajo

esta mañana
es demasiado pronto


Entorno

el candado en frío pesa
mi mano

feliz sonido
del coco del yatay al caer
cruza arcos de fragancia

Beatriz Vallejos (Santa Fe, Argentina, 1922-Rosario, Argentina, 2007), de “Pequeñas azucenas en el patio de marzo", 1985, en La Danza del Ratón nº 11, abril de 1994. Vía Jonio González


Foto: Editorial Municipal de Rosario

Carlos Latorre / Tres poemas



La ley del mayor esfuerzo

Soltar los cables de amarre la vela mayor henchida
    por la brisa de las gaviotas encandiladas alrededor
    del fuego fatuo
Soltar las correas de los baúles que guardan los
    paisajes nevados y música de cerveza en fermentación
Soltar el amor para que dance hasta el sacrificio
    como una mujer que cede ante la cualidad
    normal de las necesidades terrestres
Soltar desde el nacimiento de la tentación hasta su
    muerte prematuramente decidida por los cuatro
    palos de la baraja
Soltar los signos vivos de la inteligencia revelados
    por la actitud de toda melancolía
Soltarlo todo
La determinación
Los meandros de la aventura
La bala perdida
La locura de lógico terror especial
Y sobre todo soltar la libertad encadenada a la
    falsa movilidad del movimiento continuo

[El lugar común, 1954]


Misión especial

La imaginación fue descubierta en el mensaje
    cifrado de las relaciones absurdas
O en las primeras nociones de la defensa propia
Gracias a ella era posible entender el Sermón de
    la Montaña
La continuidad entre el pensamiento puro
Y las pistolas de duelo a veinte pasos justos entre
    el terror y el peligro
Desde entonces las grandes palabras conmovían
    como un tiro en la sien
Y muchos fueron los dolorosos sacrificios que tuvieron
    lugar en favor de las vagabundas ballenas polares
Ahora hay que tratar de salvar a las especies
    cuaternarias a punto de extinguirse a causa de
    los poetas furtivos
El gran canto queda a cargo del Ave Fénix y algunas
    orquestas de señoritas

[El lugar común]


El viaje en sí

Hemos sentido transcurrir el tiempo cortando el
    pan de las canciones
Hemos visto pasar los barcos que ofrecen su ardiente
    botella de libertad
Y los trenes con sus ruedas de constantes pensamientos
Toda la casa ha sido recorrida con los dedos como
    un cuerpo
Es ahora cuando el deseo vence al horizonte y deja
    oir su música de pianola corporal

[Los alcances de la realidad, 1955]

Carlos Latorre (Buenos Aires, 1916-1980), Poetas surrealistas argentinos. Recopilación de textos y notas: Javier Cófreces, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2022


Foto: Gentileza de Ediciones en Danza