viernes, marzo 24, 2023

Omar Alarcón / Dos poemas




Sin señal

Desde que soy un agujero negro dejé de encriptar mi vida
en los mensajes de texto.
En mis manos el silencio ya no es una llamada perdida
y en los buzones solo recibo gaviotas
que suelto inmediatamente entre los árboles.

Ahora entiendo por qué los recién nacidos
llegan a este mundo sin un nombre.
Solo un desconocido puede:
fundar un desierto,
reescribir una nube,
vaciar la lluvia.

¿Quién teje una red para atrapar el aire?
Tarde o temprano el celular volverá a clasificar
mis pasos en "verdadero" o "falso"
y cada clic revelará mi posición exacta en el tablero,
Volveré a ser un hombre eficiente y ubicable.
Habré olvidado la importancia de lo inútil,
la fortaleza de no servir para nada,
igual que el árbol torcido
del que no se puede sacar ni una tabla recta
y que permanece en la montaña
sin que nadie lo corte.


Antes del cero

Antes de las matemáticas, los pueblos de la Mesopotamia
representaban el infinito con un círculo
   --El círculo -decían- es el origen del tiempo.

Entre los mayas el cero podía ser:
el dibujo de un hombre con la cabeza al revés,
una flor, media flor, o un jagurar devorando la mañana.

Bajo un árbol, Siddharta Gautama supo que el vacío
era el lugar donde nacía la respiración.
El origen de Todo era la Nada.
Y la Nada podía ser un estornudo, la flor de loto, el
silencio, o su mirada.

Siglos más tarde el matemático indio Brahmagupta
dibujó por primera vez el cero como una serpiente infinita
mordiéndose la cola,
Ese dibujo es el que usamos todavía "0".

Los árabes lo trajeron a occidente
después que Al-Khwarizmi descubriera el álgebra
y pasara la humanidad entera por el ojo de una guja.

La invención del cero abrió un espiral entre los
números, una puerta giratoria cada cifra.
Los bits de las computadoras, los algoritmos, los chats,
el código de barras, las URL, los cracks, la mecánica
cuántica: son el bostezo de la serpiente infinita,
un carrusel girando en la nada.

Omar Alarcón (Sucre, Bolivia, 1986)

 
Antología del Festival Internacional 
de Poesía Bolivia 2022
Plural Editores, 
La Paz, 2022









jueves, marzo 23, 2023

Baldomero Fernández Moreno / Tres poemas




Versos a un montón de basuras

Canto a este montoncito de basuras
junto a esta vieja tapia de ladrillos,
avergonzado y triste en la tiña tundente
que ralea la hierba del terreno baldío.
Es un breve montón...
No puede ser muy grande con tan pobres vecinos.
Un trozo de puntilla, unas pajas de escoba,
un bote de sardinas, un mendrugo roído
y una peladura larga de naranja
que se desenrolla como un áureo rizo...

Es un breve montón...
No puede ser muy grande con tan pobres vecinos.

Una lata de restos de una cena opulenta
es más que un mes aquí de desperdicios...
Para tener de todo, hasta tienen miseria,
en mayor cantidad que los pobres, los ricos.


Una lectora

Hasta el tercio inferior del muslo blanco
ávidamente estíranse las medias.
Allí seis broches de metal las muerden,
de ordinario latón... Yo cincelara
seis viperinas cabezuelas de oro.

La cabeza hacia atrás, hínchase el cuello
corrido por las venas yugulares,
asoma la barbilla el borde apenas,
y el rostro no se ve, pues se lo tapa
con sus dos alas de color el libro.

Los levantados y desnudos brazos
dejan al descubierto las axilas,
        negras, rizadas, hondas,
        más que sexos impúdicas.

[1910-1923]


Camarada

Y resultó, camarada,
que no era corta la vida,
que erramos en su medida
a la primera ojeada,
La vida es asoleada,
con pampas de latitud,
y sobraba juventud 
para, a través de los años,
impedirse de rebaños
o de gloria o de virtud.

[1924-1937]

Baldomero Fernández Moreno (Buenos Aires, 1866-1950), Las cien mejores poesías de Fernández Moreno*, selección y prólogo de César Fernández Moreno, Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), Buenos Aires 1961

* César Fernández Moreno divide esta antología de la obra de su padre en tres etapas cronológicas: a la primera, desde 1910 a 1923, llama sencillista; a la segunda, hasta 1937, formal; a la última, hasta la muerte de Baldomero, sustancial. (N. del Ad.)


Imagen: Baldomero Fernández Moreno por Demetrio Urruchúa, dibujo para el mural de la galería comercial San José de Flores, en ese barrio de Buenos Aires (detalle). Reproducido en la obra citada

miércoles, marzo 22, 2023

Alejandro Elissagaray / Poema





                     “Todo fluye
                       Heráclito

Nos abandonan,
Como pájaros subterráneos,
Arrojados en este perpetuo crujir
De alas.
Estallan y sucumben
Con la ternura y la soledad
De las piedras intactas,
Como oráculos roídos
Por las aguas del devenir.
¡Oh anfibio reino!

Todavía brotan esos cuerpos de asfalto
Y sacuden a la tierra con ecos desnudos.
No me agrada este mundo que apenas me contiene,
Esta nube errante que me ilumina y me engendra,
Esta insensata penumbra del hastío.

Temblar y abismar,
Casi lejos del tiempo,
Sobre esta cosmogonía exhumada
En las brumas.
Hay diluvios que anuncian el exilio
Entre las  esfinges.
Pero no hay ningún enigma:
Sólo la orilla del mundo.

Alejandro Elissagaray (Buenos Aires, 1954), Simulacros, Siamaran Editorial, Buenos Aires, 2018




martes, marzo 21, 2023

Emilia Carabajal / De "Dido"




Barce

Oscurece en Cartago
El viento arremete

Llegan de las calles los pasos y las voces
Y dentro del palacio se alza un rumor

Son los nuevos

Aquellos que hoy dejaron sus navíos en la orilla
E irrumpieron en el templo
Aquellos que hablan una lengua ignota

La reina los oyó
Cual si entendiera
Aprobó sus razones
Y ahora ofrece un banquete en honor a su rey

Y por él los esclavos escancian el vino
Y por él los sacerdotes iluminan los altares

Ante él brinda sus frutos esta ciudad nueva

Y él habla
Despliega su oratoria
Que mi ama apenas parece descifrar

Pero hay algo que entiendo
Por más que procure mostrarse imperturbable
Hay visiones que lo asaltan como hachazos
Palabras que lo queman

Y yo me digo que no es bueno albergar en nuestra casa
     [aquello que se agita
No es sensato abrir la puerta a los incendios

Dido observa a su huésped
Por él levanta la copa
Y ella, reina desterrada, llora el destierro de otro rey

Es extraña la suerte. Hay a quien la tierra de otro depara
     [servidumbre
Y hay quien recibe laureles al llegar

Ha de ser que los reyes se distinguen aun en los
     [naufragios
Que su estirpe se conserva en el exilio
Y por ello unos a otros se agasajan

Y ha de ser en ese idioma selecto de los nobles
Que Dido y el extraño se comprenden

O acaso no
Acaso los ligue un dolor oscuro
Una llaga común los asemeje
Y sea ese el idioma en que se hablan

Yo no sé
Solo veo que el cielo se oscurece
Y oigo un crujir de maderas que llega hasta el palacio
Cada vez que el viento golpea las barcas

Emilia Carabajal (San Miguel, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1989)

Nota del Ad.: Dido es la mitológica fundadora de Cartago en la actual Túnez, unos 800 años antes de la era cristiana. La tradición legendaria establecida por Virgilio en la Eneida es que Eneas, que escapaba de la destruida Troya y enfrentaba una especie de odisea con rumbo apenas insinuado por las profecías, naufragó cerca de Cartago. Recibido en la corte, él y Dido se enamoraron. La reina se suicidó cuando Eneas decidió continuar su viaje para allanarse al destino que los dioses le prepararon. Llegó al monte Palatino, donde se estableció y murió. Su descendiente, Rómulo, fundó Roma. El punto de vista en este poema es el de una servidora de la reina, Barce

Dido
Editorial Detodoslosmares, 
Capilla del Monte, Argentina, 2021
Prólogo de Jotaele Andrade










lunes, marzo 20, 2023

Isidoro Blaisten / De "Sucedió en la lluvia"



Recuerdo de la casa de frío

Por un croquis muy turbio,
un impreciso roce de silencio
una uña de tigre,
un ruido de deseo hurgando cerraduras
acontece el recuerdo. 

Es la casa de frío. 

Allí asumí la magia.
El largo amor de los desamparados. 

Ahora no se trata del aroma a pino
ni de la enredadera petrificando el gesto. 

Se trata de la espera colgando en los balcones
como un garfio de prisa abordando el encuentro. 

Se trata del vigía.
Del ojo de la estatua,
de su iris atento.

Se trata del encuentro.
Del zaguán con su alma de ratones
de nuestro arribo loco que la higuera
saludaba con su voz inaccesible,
de la luz y su línea dibujando
el trazo del amor en la escalera. 

Daría la mitad de mi vida
por un momento ínfimo como un violín encerrado
en un guante de mujer
que otra vez me trajera
el color de su piel de arena alucinante
la comba de su vientre de ánfora aterida. 

Daría la mitad de mi vida
por un hilo de angustia que a través de la noche
me trajera otra vez el hollín y los vidrios
el alarido del carpintero loco
con su escafandra llena de locura
como un buzo perdido. 

Daría la mitad de mi vida.
Porque no puedo volver como un cielo de cuervos
o como el mar  
o un hijo. 

Daría la mitad de mi vida
porque su piel limite entre el pasado y ella
y entrar en el pasado como un búfalo. 

Daría la mitad de mi vida
por oír su corazón bajo la lluvia.
De esto se trata.
Es nada más que esto en la casa de frío.
Cosas de amor, de párpados
de inolvidables lluvias. 

Es nada más que esto.
Cosas que el amanecer conoce y que comprende
nada más que con su mano lívida
cuando los gatos sobre los tejados
vigilan su alta fosforescencia.   


Revolución

En una tenue brisa de esqueletos a cuerda
con una impertinencia de marqués fastidiado
llovió toda la noche como un solo zapato.

Erraba una sonata en busca de algún piano
algún muerto soñaba ser barquero en el Volga
y contaba las horas el barco en la botella.

De pronto los porteros,
descendieron el lado de occidente,
un grupo de ascensores encarceló escribanos,
un toro ensangrentado enloqueció abanicos,
un busto de Beethoven le pegó a la Gioconda
y bajo la luz neutral de los faroles,
la jalea real sintió un poco de miedo
y un gallo se olvidó la aristocracia.

Llovió toda la noche. Un viejo jubilado
cruzó por el combate con un umbral al hombro
y libertando un inglés de institutrices
huían señoritas de coches al instante
abrazadas a perros pomerania.

Llovió toda la noche.
En un auto una vaca lloraba al millonario,
la calle se cubría de narices al cielo
las cartas se volvían telegramas
los sauces se aburrían de las rosas
llegó el sol con el alba
un alba en delantal
un sol desmelenado
y hubo paz en la tierra.
 
Isidoro Blaisten (Concordia, Argentina, 1933 - Buenos Aires, 2004), Sucedió en la lluvia, Stilcograf, Buenos Aires, 1965


domingo, marzo 19, 2023

Salvador Novo / El mar




Post natal total inmersión
para la ahijada de Colón
con un tobillo en Patagonia
y un masajista en Nueva York.
(Su apendicitis
abrió el canal de Panamá.)

Caballeriza para el mar continentófago
doncellez del agua playera
frente a la Luna llena.

Cangrejos y tortugas
para los ejemplares moralistas;
langostas para los gastrónomos.
Santa Elena de Poseidón
y garage de las sirenas.

¡Hígado de bacalao
calamares de su tinta!
Ejemplo de Biología
en que los peces grandes
no tienen más que bostezar
y dejar que los chicos vengan a sí.
(Al muy prepotente Guillermo el segundo
en la vieja guerra torpedo alemán.)

¡Oh mar, cuando no había
este lamentable progreso
y eran entre tus dedos los asirios
viruta de carpintería
y la cólera griega
te hacía fustigar con alfileres!
En tu piel la llaga romana
termocauterizó Cartago.
¡Cirugía de Arquímedes!
Baños, baños
por la Física y a los romanos.

Europa, raptada de toros,
buscaba caminos.
Tierra insuficiente
problemas para Galileo,
Newton, los Fisiócratas
y los agraristas.

¿No te estremeces al recuerdo
de las tres carabelas magas
que patinaron mudamente
la arena azul de tu desierto?

Nao de China
cofre de sándalo
hoy tus perfumes
son de Guerlain o de Coty
y el té es Lipton's.
Mar, viejecito, ya no juegas
a los naufragios con Eolo
desde que hay aire líquido
Agua y Aire Gratis.

Las velas
hoy son banderas de colores
y los transatlánticos
planchan tu superficie
y separan a fuerza tus cabellos.

Los buzos
te ponen inyecciones intravenosas
y los submarinos
hurtan el privilegio de Jonás.

Hasta el sol
se ha vuelto capataz de tu trabajo
y todo el día derrite
tu vergüenza y tu agotamiento.
Las gaviotas contrabandistas
son espías o son aeroplanos
y si el buque se hunde
-sin que tú intervengas-
todo el mundo se salva en andaderas...

¡Oh mar, ya que no puedes
hacer un sindicato de océanos
ni usar la huelga general,
arma los batallones de tus peces espadas,
vierte veneno en el salmón
y que tus peces sierras
incomuniquen los cables
y regálale a Nueva York
un tiburón de Troya
lleno de tus incógnitas venganzas!

Haz un diluvio Universal
que sepulte al monte Ararat,
y que tus sardinas futuras
coman cerebros fósiles
y corazones paleontológicos.

Salvador Novo (Ciudad de México, 1904-1974), "XX poemas", 1925, Poesía. XX Poemas, Espejo, Nuevo amor y Poesías no coleccionadas, Fondo de Cultura Económica, México, 1961


Foto: MX City

sábado, marzo 18, 2023

Harry Martinson / Relación




Entre la poesía que vive en tu corazón y la amapola existe un contrato
escrito por el viento y firmado por la destrucción.
Está escrito con una pluma de grulla
mojada en sangre de libélulas.
Para ambos el problema consiste
en saber cómo burlar con astucia a la vida
para que dé su fragancia en las palabras y así éstas
puedan parir sueños sólidos.
Sí, los sueños tienen que construirse más firmes que las ciudades
y diariamente deben ser remendados
y reparados tras los ataques cotidianos y corrosivos del diente de la utilidad
que es peor que el diente del tiempo.

Harry Martinson (Jämshög, Suecia, 1904 - Estocolmo, 1978), Antología poética, Plaza y Janés, Barcelona, 1975, edición y traducción de Francisco J. Uriz. Poesía nórdica, Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, traducción de Francisco J. Uriz con la colaboración de Kirsti Baggethum, Mona Moltke, Pentti Saaritsa y José Antonio Fernández Romero
Envío de Jonio González


viernes, marzo 17, 2023

Daniel Freidemberg / De "Esa materia que se fuga"




He visto a las 
                    últimas grandes manadas
marchar hacia el crepúsculo despacio,
sabiendo, era evidente, la importancia de la escena,

y abrían un gran hueco en el aire, un sitio donde
me senté a mirar
                           el caer de las cosas en el alma,

y era el murmullo de una gran duración,
un brindis, por así decirlo, un silencio entre dos notas,

y era, en el reverso de la hora y el minuto, el estar,
y era el moverse acompasado de los pastos al viento,
y las partículas de la materia, y las galaxias y etcétera.
 
He visto un pentagrama, un mantel a cuadros, un cruce de caminos.


III

He visto libros de historia derogados,
he visto en sueños lo que volvía a empezar,  
he visto en sueños lo que siempre estuvo,

y vi despierto lo que volvía a empezar,
y estar despierto era imposible, y el sueño
ya no era el sueño y empezaba a hacer ruido.

Y oí los ruidos de la ciudad en derrota
y los silencios de los ventiladores rotos

(ruidos, silencios, lo que se rompió, la derrota),

e iban rodando, afuera y adentro, palabras
sabiendo o no la importancia de la escena.

He visto retamas, rajaduras, gurúes de la city.


IV

Me he visto subido al rodar de las palabras,
me he visto subido a las palabras, su speed,
afuera y adentro me he visto, y el alma
otra palabra era, era otra palabra y colgaba
de algo, no sé, como el ruido del tránsito.

Me he visto en el tránsito
(“soy”, me dije, “en el tránsito”).

Me he visto afuera del tránsito y del alma
“¿o no será eso”, me dije, como 
                                  quien se hunde, “el alma?”
Me he visto colgado de esa palabra, “el alma”,
como una música de estar adentro y no.

Y la desidia inmutable del asfalto he visto 
sobre las contradicciones 
                                      de la materia reinar.

Daniel Freidemberg (Resistencia, Argentina, 1945)

Esa materia que se fuga,
Barnacle,
Buenos Aires, 2023








 

jueves, marzo 16, 2023

William Matthews / Una vida de crímenes



Frágiles amigos, ¡los quiero a todos!
Tal vez ese es el problema,
tormenta en el ojo de la tormenta.
Todos queremos demasiado. 
En cambio, aceptamos agradecidos
cierta desesperanza estilizada:

chaquetas colgadas
en sillas plegables, nieve cayendo      
dentro de una cabina telefónica, vacas
recorriendo pastos tristes.
Ya conocés este tipo de paisaje,
todo sensibilidad y ningún árbol.

Nada más que espacio, un poco 
de distancia entre los amigos. 
Como si la soledad nos culpara
y quisiéramos cómplices. 
Mejor beber en casa 
que caerse en los bares. 

O leer toda la noche una novela 
de herederos desaparecidos, 513 páginas 
en letra de diez puntos, y acostarme, 
un gruñido de impulsos 
orbitado por la sangre, 
soñando con otros.

William Matthews (Cincinnati, Estados Unidos, 1942 - Nueva York, Estados Unidos, 1997), Rising and Falling, Little, Brown and Company, Boston 1979, vía All Poetry
Traducción de Roberto Guareschi




A Life Of Crime

Frail friends, I love you all! 
Maybe that's the trouble, 
storm in the eye of a storm. 
Everyone wants too much. 
Instead we gratefully accept 
some stylized despair: 

suitcoats left hanging 
on folding chairs, snow falling 
inside a phonebooth, cows 
scouring some sad pasture. 
You know the sort of landscape, 
all sensibility and no trees. 

Nothing but space, a little 
distance between friends. 
As if loneliness didn't make us 
responsible, and want accomplices. 
Better to drink at home 
than to fall down in bars. 

Or to read all night a novel 
with missing heirs, 513 pages 
in ten-point type, and lay my body 
down, a snarl of urges 
orbited by blood, 
dreaming of others.

miércoles, marzo 15, 2023

Alejandro Cesario / De "Una hilacha en lo real"




Chacabuco

          Todos los días son iguales,
          todos los días son un infierno.

                         Roberto Raschella


Se torna al introito.

En chirona
de oquedad

las palabras diñan.


Tucumano

En campiña galesa,

sobado al sudor,

sumido al vesperal dominio,

manduca el chusco de la desdicha.

Y al encumbrar sus párpados,

plaña la lejanía.


Río abajo

Una toza pocha, mustia
(en cruz),

penetra la tierra
y el cartel que cuelga dice:

-Hijo, siempre estás a mi lado-.*

* Evangelio de San Lucas.


Sólo queda

Cerquita
del enjuto riacho,

sobre un tronquito,

manduca pan de escanda,
pimpla el tintorro.

Lo demás es desamparo.

Alejandro Cesario (Buenos Aires, 1967)

Una hilacha en lo real,
Cartografías,
Río Cuarto, 2022










martes, marzo 14, 2023

Pedro Shimose / Dos poemas


La doliente quimera

Vuelvo el rostro y veo
                      la dimensión del odio.
No he venido a decirte
                      que todo es tarde para mí.
He vuelto a tu crueldad,
a sucumbir junto a la
piedra.

Veo mis ruinas en tus ojos
                          hermosos todavía.
Veo tus manos
             todavía perfectas
y emerjo
       de las brumas violentas
del pasado
          cada vez más
solo.

Vuelvo a contemplarme y todo es triste.
Todo:
     mi soledad:
                mi fuerza:
                         la montaña.
Te miro
en la mentira de mis sueños
          y te arrojo a mis
abismos.

Si me llego a encontrar con aquel
que huye de mí
volveré a tu ternura
          y empezaré a decir
lo que nunca
hubiera dicho.


Maquiavelo y las mujeres

          Si deseáis escribirme algo a propósito de las
          damas, no dejéis de hacerlo. En cuanto a los
          asuntos serios, hablad con aquellos a quienes les
          gustan o comprenden mejor que yo. Nunca me
          causaron más que contrariedades, en tanto que
          aquellas me hacer experimentar sólo dicha y placer.

          Maquiavelo: Carta a Francesco Vettori, 3-8-1514


Le gustaba la pachanga
como a cualquier hijo de vecino.

Los asuntos serios lo aburrían.

Las ñatitas, en cambio,
le dieron la felicidad que nunca
conocerán 
los poderosos.

Pedro Shimose (Riberalta, Bolivia, 1940), Antología de poesía hispanoamericana (1915-1980), Selecciones Austral Espasa-Calpe, Madrid, 1984


lunes, marzo 13, 2023

Charles Simic / Acerca de mis vecinos, los hititas



Grandiosos son los hititas.
Sus orejas tienen ratones y los ratones tienen agujeros.
Sus perros se entierran a sí mismos y dejan los huesos
para vigilar la casa. Un simple hierbajo contiene todas sus tormentas
hasta que las telarañas se esparcen por los cielos.
En sus lagos y ríos hay trozos de paja
que buscan hombres ahogados. Cuando un camello no puede pasar
por el ojo de una de sus agujas,
le atan una casa a la cola. Grandiosos son los hititas.
Sus padres están en cunas, sus bebés hacen la guerra.
Para ellos el plomo flota, una hoja se hunde. Su dios es del tamaño
de un grano de mostaza, así que se lo puede comer rápidamente.

También mean contra el viento,
vierten agua en un balde agujereado,
golpean dos lágrimas para encender fuego
y sus lenguas tienen huesos,
huesos de un lobo roídos por ovejas.

*
También se los llama constructores de túmulos,
se los llama caballos asiáticos
que beberán en el Rhin, se los llama
la predicción de mi abuela, se los llama
no puedes llevarte esto a la tumba.

Es ese zumbido en tu oído izquierdo,
una visión que procede de lo más profundo de ti,
un sueño en el que te sumes para siempre,
la hora en la que te sientas en la cama
como si alguien hubiese gritado tu nombre.
Nadie sabe por qué existen los hititas,
Aun así, cuando dos susurran
uno de ellos está escuchando.

¿Agarraron el cuchillo que caía?
Lo atraparon como una mosca con las bocas cerradas.
¿Hicieron equilibrio con el último huevo?
Golpearon el huevo con un hueso, así que no pudo gritar.
¿Estaban esperando los zapatos del hombre muerto?
Los zapatos entraron por una oreja y salieron por la otra.
¿Quitaron la sangre de las trampas para ratones?
Quemaron la sangre para calentarse.
¿Tienen frío porque no hay bolsillos en sus mortajas?
Si el cielo cae cenarán nubes.

¿Qué tienen para que llenemos
nuestras pipas y fumemos?
Tienen la trenza de una niña hermosa
que arrea un rebaño de vacas
y el grabado de él, que dormía
con perros y una rosa y pulgas
que buscaban su rastro en el cielo.

*
Y por lo tanto ahora cada vez hay menos de ellos.
¿Quién escribió su nombre en un papel
y quemó el papel? ¿Quién metió huesos de serpiente
en sus almohadas? ¿Quién echó trozos de uñas
en su sopa? ¿Quién hizo que pasaran caminando
por debajo de la escalera? ¿Quién clavó alfileres
en sus fotos?

La madre de todas las verrugas y su hermano mal de ojo.
Cansado hasta los huesos y su hermana pata de conejo.
Cruza los dedos y su padre astro más brillante.
Tocar madera y su madre llamas del infierno.

Porque la cola no puede menear a la vaca.
Porque los bosques no pueden volar hacia la paloma.
Porque las piedras no han dicho la última palabra.
Porque los estercoleros crecen y los imperios caen.

*
Están abandonando
todas las cucharas de plata
que cuando nacieron encontraron en sus gargantas,
una mano que mordieron porque les daba de comer,
dos ratas de un barco que todavía se está hundiendo,
una colección de gatos a los que se les busca el tercer pie,
la página que pasaron demasiado tarde.

*
Toda esa sal arrojada por encima del hombro,
toda esa carne sangrienta viajando bajo las monturas de los nómadas...

Aquí viene un bosque vestido de lobo,
la gallina sabia baja la sombrilla.

Cuando la tarde sangrienta se encuentra con la noche sangrienta,
se cuentan una a otra cuentos sangrientos.

La rama desnuda sobre ellas es hechos y no palabras.
La luna está gastada de tanto usarla.

Repito: las desgracias nunca vienen solas,
cada uno en su casa y el sol en la de todos.

La noche es el castillo de cada hombre.
No dejes salir el castillo de la bolsa.

Viento en el valle, viento en las altas montañas,
la práctica hará que este cuerpo se adapte a esta cama.

*
Que todos los caminos
conduzcan fuera de la oreja de la mona vestida de seda
hacia lo que es preferible
a cien pájaros volando.

Charles Simic (Belgrado, 1938 - Dover, Estados Unidos, 2023), Dismantling the Silence, George Braziller, Nueva York, 1971
Versión de Jonio González




CONCERNING MY NEIGHBORS, THE HITTITES

Great are the Hittites.
Their ears have mice and mice have holes.
Their dogs bury themselves and leave the bones
To guard the house. A single weed holds all their storms
Until the spiderwebs spread over the heavens.
There are bits of straw in their lakes and rivers
Looking for drowned men. When a camel won’t pass
Through the eye of one of their needles,
They tie a house to its tail. Great are the Hittites.
Their fathers are in cradles, their newborn make war.
To them lead floats, a leaf sinks. Their god is the size
Of a mustard seed so that he can be quickly eaten.

They also piss against the wind,
Pour water in a leaky bucket.
Strike two tears to make fire,
And have tongues with bones in them,
Bones of a wolf gnawed by lambs.

    *
They are also called mound builders,
They are called Asiatic horses
That will drink on the Rhine, they are called
My grandmother’s fortune-telling, they are called
You can’t take it to the grave with you.

It’s that hum in your left ear,
A sigh coming from deep within you,
A dream in which you keep falling forever,
The hour in which you sit up in bed
As though someone has shouted your name.

No one knows why the Hittites exist,
Still, when two are whispering
One of them is listening.

Did they catch the falling knife?
They caught it like a fly with closed mouths.
Did they balance the last egg?
They struck the egg with a bone so it won’t howl.
Did they wait for dead man’s shoes?
The shoes went in at one ear and out the other.
Did they wipe the blood from their mousetraps?
They burnt the blood to warm themselves.
Are they cold with no pockets in their shrouds?
If the sky falls, they shall have clouds for supper.

What do they have for us
To put in our pipes and smoke?
They have the braid of a beautiful girl
That drew a team of cattle
And the engraving of him who slept
With dogs and rose with fleas
Searching for its trace in the sky.

    *
And so there are fewer and fewer of them now.
Who wrote their name on paper
And burnt the paper? Who put snake bones
In their pillows? Who threw nail parings
In their soup? Who made them walk
Under the ladder? Who stuck pins
In their snapshots?

The wart of warts and his brother evil eye.
Bone-lazy and her sister rabbit’s-foot.
Cross-your-fingers and their father dog star.
Knock-on-wood and his mother hellfire.

Because the tail can’t wag the cow.
Because the woods can’t fly to the dove.
Because the stones haven’t said their last word.
Because dunghills rise and empires fall.

    *
They are leaving behind
All the silver spoons
Found inside their throats at birth,
A hand they bit because it fed them,

Two rats from a ship that is still sinking,
A collection of various split hairs,
The leaf they turned over too late.

    *
All that salt cast over the shoulder,
All that bloody meat traveling under the saddles of nomads ...

Here comes a forest in wolf’s clothing,
The wise hen bows to the umbrella.

When the bloodshot evening meets the bloodshot night,
They tell each other bloodshot tales.

That bare branch over them speaks louder than words.
The moon is worn threadbare.

I repeat: lean days don’t come singly,
It takes all kinds to make the sun rise.

The night is each man’s castle.
Don’t let the castle out of the bag.

Wind in the valley, wind in the high hills,
Practice will make this body fit this bed.

    *
May all roads lead
Out of a sow’s ear
To what’s worth
Two in the bush.

domingo, marzo 12, 2023

José Coronel Urtecho / Oda a Rubén Darío

       

                         



                                     "¿Ella? No la anuncian. No llega aún".
                                                           Rubén Darío. Heraldos

I

(Acompañamiento de papel de lija)

Burlé tu león de cemento al cabo.
Tú sabes que mi llanto fue de lágrimas,
i no de perlas. Te amo.
Soy el asesino de tus retratos.
Por vez primera comimos naranjas.
Il n’y a pas de chocolat -dijo tu ángel de la guarda.

Ahora podías perfectamente
mostrarme tu vida por la ventana
como unos cuadros que nadie ha pintado.
Tu vestido de emperador, que cuelga
de la pared, bordado de palabras,
cuánto más pequeño que ese pajama
con que duermes ahora,
que eres tan sólo un alma.

Yo te besé las manos.
"Stella -tú hablabas contigo mismo-
llegó por fin después de la parada",
i no recuerdo qué dijiste luego.
Sé que reímos de ello.

(Por fin te dije: "Maestro, quisiera ver el fauno".
Mas tú: "Vete a un convento").

Hablamos de Zorrilla. Tu dijiste:
"Mi padre" i hablamos de los amigos.
"Et le reste est literature" de nuevo
tu ángel impertinente.
Tú te exaltaste mucho.
"Literatura todo -el resto es esto".
Entonces comprendimos la tragedia.
Es como el agua cuando
inunda un campo, un pueblo
sin alboroto i se entra
por las puertas i llena los salones
de los palacios -en busca de un cauce,
del mar, nadie sabe.

Tú que dijiste tantas veces "Ecce
Homo" frente al espejo
i no sabías cuál de los dos era
el verdadero, si acaso era alguno.
(¿Te entraban deseos de hacer pedazos
el cristal?) Nada de esto
(mármol bajo el azul) en tus jardines
-donde antes de morir rezaste al cabo-
donde yo me paseo con mi novia
i soy irrespetuoso con los cisnes.

II

(Acompañamiento de tambores)

He tenido una reyerta
con el Ladrón de tus Corbatas
(yo mismo cuando iba a la escuela),
el cual me ha roto tus ritmos
a puñetazos en las orejas…

Libertador, te llamaría,
si esto no fuera una insolencia
contra tus manos provenzales
(i el Cancionero de Baena)
en el "Clavicordio de la Abuela"
-tus manos, que beso de nuevo,
Maestro.

En nuestra casa nos reuníamos
para verte partir en globo
i tú partías en una galera
-después descubrimos que la luna
era una bicicleta-
y regresabas a la gran fiesta
de la apertura de tu maleta.
La Abuela se enfurecía
de tus sinfonías parisienses,
i los chicuelos nos comíamos
tus peras de cera.

(Oh tus sabrosas frutas de cera)

Tú comprendes.
Tú que estuviste en el Louvre,
entre los mármoles de Grecia,
y ejecutaste una marcha
a la Victoria de Samotracia,
tú comprendes por qué te hablo
como una máquina fotográfica
en la plaza de la Independencia
de las Cosmópolis de América,
donde enseñaste a criar Centauros
a los ganaderos de las Pampas.

Porque, buscándome en vano
entre tus cortinajes de ensueño,
he terminado por llamarte
"Maestro, maestro",
donde tu música suntuosa
es la armonía de tu silencio…
(¿Por qué has huido, maestro?)
(Hay unas gotas de sangre
en tus tapices).

Comprendo.
Perdón. Nada ha sido.
Vuelvo a la cuerda de mi contento.
¿Rubén? Sí. Rubén fue un mármol
griego. (¿No es esto?)

"All’s right with the world", nos dijo
con su prosaísmo soberbio
nuestro querido sir Roberto
Browning. Y es cierto.

FINAL

(Con pito)

En fin, Rubén,
paisano inevitable, te saludo
con mi bombín,
que se comieron los ratones en
mil novecientos veinte i cin-
co. Amén.

[1927]

José Coronel Urtecho (Granada, Nicaragua, 1906 – Los Chiles, Costa Rica, 1994),  Oda a Rubén Darío. Poemas selectos, prólogo de Cintio Vitier, selección de Víctor Rodríguez Nuñez, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2005, vía Semanario Universidad


Foto: Altazor

sábado, marzo 11, 2023

Blanca Luz Pulido / Dos poemas




Concierto

Bordaba en el aire un pájaro
una fuga de pétalos sonoros.

Tres trinos, tres notas,
repitiendo siempre
          la primera frase
de su canto,
en un lenguaje claro y transparente
        – y yo sin comprenderlo,
mas atenta.

Después de las tres notas
        (iguales al principio
          pero que después fueron variando 
          de manera sutil y nueva), improvisaba
un arpegio final que en cada
frase era distinto.

¿Tal vez
su disertación sonora
tenía, además de mí,
oyente no prevista,
otro destinatario alado
para mí invisible,
fuente de su algarabía?

Aunque pequeña 
(era un ave de ciudad,
desplegando sus artes de cortejo
en algún lugar de un árbol
de la cuadra),
su extensa elocuencia tenía una meta precisa,
o tal vez no.

Soñolientos todos a esa hora temprana,
nadie se haría la pregunta
sino yo.

Canto obsesivo y circular, 
celebración del aire 
o argumento nómada, como las notas,
      compases y acordes
que nos regala el día,
      cada día que nunca
          nunca
              nunca 
      –aunque a veces parezca el mismo–
se repite exacto.


Olvidos

Pierdo el minuto,
las llaves,
el segundo y el día,
las semanas y los meses.

Hay noches
en que olvido años
en la gaveta
de las intenciones.

Todo vuelve a su desnudez elemental,
colores y formas buscan
una corriente subterránea
más allá
de los olvidos
y las pérdidas.

[inéditos]

Blanca Luz Pulido (Teoloyucan, México, 1956)


Foto: Blanca Luz Pulido por Barry Domínguez

viernes, marzo 10, 2023

Emily Dickinson / "Esperanza" es algo con plumas...



254

"Esperanza" es algo con plumas -
que se posa en el alma -
y canta una melodía sin palabras -
y nunca se detiene - totalmente -

más dulce -en el vendaval - se oye -
y herida tiene que estar la tormenta -
que pudo abatir al pajartio
que reservó tanto calor -

la oí en la tierra más helada -
y en el más extraño mar -
y nunca, ni en casos extremos,
me pidió una migaja - a mí -.

                                             c. 1861

Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 1830- 1886), Poemas, Tusquets, Buenos Aires, 2011
Traducciones de Silvina Ocampo


Foto: Detalle del daguerrotipo de William C. North, 1846 ó 1847

“Hope” is the thing with feathers -
That perches in the soul -
And sings the tune without the words -
And never stops - at all -

And sweetest - in the Gale - is heard -
And sore must be the storm -
That could abash the little Bird
That kept so many warm -

I’ve heard it in the chillest land -
And on the strangest Sea -
Yet - never - in Extremity,
It asked a crumb - of me.

The Complete Poems of Emily Dickinson, edited by Thomas H. Johnson, Harvard University Press, Copyright © 1951, 1955, 1979, 1983 

jueves, marzo 09, 2023

Muriel Rukeyser / Phaneron




Cualquier cosa que vaga en el aire viaja
sobre estos dolores, estas guerras y este bien.
Cualquier cosa que grita y cambia, vive y llega
más allá del umbral de los sentidos; conozco el nombre que traspasa;
en mi silencio, en el frío, avanza el grito del parto.
La sal de estas lágrimas blanquea mis pestañas. 

Cualquier cosa que surca el cuerpo se transforma en comida:
delante de mi rostro, flores, color que es forma.
Gritos surcan el mar y el aire, se convierten en nacimientos
sobre la tierra sembrada de gente, florida de gente.
Un año se vuelve en su crisis. En su sueño. 

Cualquier cosa que surca nuestros sueños es nuestra para darla:
el umbral surge y cambia.
Yo doy, yo percibo:
aquí están los dones del día que por fin se eleva;
sangre del deseo, surgimiento de la fe
más allá de nuestra furia y nuestros silencios.

Muriel Rukeyser (Nueva York, 1913-1980), Alberto Girri, 15 poetas norteamericanos. Segunda serie, Editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969 


Foto: Muriel Rukeyser, festival de poesía en el Royal Court Theatre, Londres, julio de 1963 Tony Evans/Poetry Foundation/Getty Images