miércoles, agosto 31, 2022

Carlos de la Púa / Tres poemas





El vago Amargura

Mandando a bodega su troli de vino
junto con la mugre de un bar mishiadura,
está siempre escabio el vago Amargura,
que en tiempos pasados fue un gran malandrino.

Cuentan los caneros que ha tiempo lo embrocan
que fue de los púas para la avería.
Hizo, prepotente, trabajos de bronca
pa' vivir al margen de la fulería.

Y aunque siempre tuvo minas retrecheras
que hacían las latas con facilidad,
tiró bien la lanza, y en giras burreras
forzó pateadores con felicidad.

Y, siempre al tanteo de lo que cuadraba,
todos los laburos se los repasó:
fue escruche, lancero, furquista de biaba
y por lerdo nunca jamás fracasó.

Hasta que una noche, ¡maldito bailongo!,
acaso en curdela, quizás el destino
con la fariñera le cortó el mondongo
a un gil, rechiflado por culpa del vino.

Entonces la yuta se arregló la cosa
vengando las biabas que d'él recibía
y por esa muerte, minga de alevosa,
pasó veinte años fuera de la vía.

Y volvió de Ushuaia con la conocida
tos envenenada que atrapa el canero,
y olvidando todo se engrupe la vida
mandando a bodega su troli cabrero.


La Payaso

Fue, desde pebeta, siempre cortejada
cuando requintada, cuando retrechera
cayó a aquel bailongo de la deschavada
su pinta debute con pilcha fulera.

Y obtuvo el requiebro de los gavilanes
y el grato floreo de los bailarines,
que le palpitaron ser con los bacanes
pebeta de carpa pa' los berretines.

Y previo unos tangos de cuerpo presente
con púas cancheros en bailes mistongos,
pa' los del asfalto se fue prepotente
y a las más corridas les bailó sin tongo.

Y olvidó, mareada por los copetines,
junto con sus viejos, todo el arrabal,
y entre la camada de turros y afines
bebió hasta las heces la copa del mal.


Citroën

Siempre en cucliyas te miró mi pena
antes de ser lo que sos hoy, bacana,
en la enlozada vieja en que se entrena
el poliglota loro de Ritana.

Después, con más chiqué y con más tacto,
en la aliviada que te dio la guita
te divisé montada al artefacto
que Lola Mora en el balneario imita.

Y ayer, en el Florida matutino
que cantara Rubén en verso fino,
te campanié de nuevo embelesado.

En la higiénica imagen atrevida
y tu blanco Citroën de mantenida
era como un bidet estilizado.

Carlos Muñoz del Solar, Carlos de la Púa (La Plata, Argentina, 1898-Buenos Aires, 1950), La crencha engrasada, [1928], cuaderno sin mención de editor ni pie de de imprenta 


Ilustración: Carlos de la Púa, caricatura basada en una foto de época El Tomi/El Ortiba

martes, agosto 30, 2022

Zhang Kejiu / Dos poemas



El taoísta en la colina del tigre

¿Por qué esta barca amarrada a la vieja ribera? 
¿Adónde se fue el hombre de las azules montañas? 
En su espera, hagamos del poema pintura. 
Gritos de gansos salvajes. Hojas del cañaveral marchito. 
Sombras de una garza blanca. 
Fría flor de enredadera de agua. 
La grulla en su nido. Sobre un pino, la tarde. 


En el camino de Dongting

Salió a buscar fortuna bajo el sol de Chang'an
y sueña con su tierra natal. Lejos. Viajero exhausto.
Hacia el sur, un ganso solitario acompaña sus pensamientos.
Desorden de montañas. Las nubes ocultan el azul.
En un viejo árbol nevado, de pronto, una flor.
Sobre su pobre caballo, en el frío, murmura un poema.

Zhang Kejiu (Qingyuan, provincia de Zhejiang, China, c.1278-1358), Sobre un sauce, la tarde, Hiperión, Madrid, 2000
Traducción de Guillermo Dañino
Envío de Jonio González


Imagen: Retrato de Zhang Kejiu, autor anónimo Baike.com

lunes, agosto 29, 2022

Raúl Gustavo Aguirre / Líbero Líbero




Único y numeroso, con sus ollas de hueso
donde se cuece el sol a la temperatura del alma,
en un lugar que ocultan hasta los más detallados
     planisferios del cosmos,
donde restalla la madera convertida en relámpago,
donde la muerte mira por los ojos de un ángel de muy
     cándido aspecto,
donde por todas partes el sueño a medio desbastar y el
     sueño desbastado te recuerdan tu infancia,
donde una taza de café importa tanto como una visión
     que hace temblar al bronce y finalmente lo perfora
     para que surja un pensamiento,
donde un hacha se hunde en un altar de lava en vivo
que muy bien puede ser el cogote de un dios o el continente
     fabuloso donde prosperan los gusanos,
donde la música del humo es igual a la música del hombre,
donde todos los días comienzan simplemente con un
     desierto y un guijarro,
sin cielos que pintar ni cordilleras que romper ni pobres
     lunas que humillar,
sino el honor de ser las manos que confían e inventan
para que todos los amores se vuelvan infinitos,
para que toda la claridad sea habitable y favorable al
     corazón toda tiniebla,
las manos libres de mi amigo encallecidas de milagros.

Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 1927-Olivos, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1983), La estrella fugaz, Libros de Tierra Firme, 1984

Obra poética
edición de María Malusardi, 
epílogo de Rafael Felipe Oteriño,
Del Dock, Buenos Aires, 2015









Foto: Archivo familiar Comidas con Historia

domingo, agosto 28, 2022

Leónidas Lamborghini / De "Encontrados en la basura"


Quevedo frente al espejo

-Mírate de boludo
en el espejo; bolas tristes, bolas
del que no pudo o pudo
pero no quiso; a solas,
míratelas son, sí, tus tristes bolas.

Te pesa, son pesadas,
con un pensamiento que da muerte
y no vida; allí, colgadas,
como tu mala suerte
que abominas, como abominas verte.

No escupas al espejo
sin embargo; y síguete mirando
en tus bolas, añejo:
ya no recuerdas cuando
un día fueron felices, desovando.

Míralas sin gemidos,
sin pena, sin dolor, con una risa:
tan plenas han sido
alguna vez, desliza
al menos una mueca si agonizan.

Flácidas, agrietadas,
un bulto innecesario que te inclina
a huir hacia la Nada,
esperma que declina
como, sin pausa, tu país en ruinas.

Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927-2009), Encontrados en la basura, Paradiso, 2006

Mirad hacia Doomsar,
seguido de La risa canalla (o la moral del bufón),
Encontrados en la basura,
Paradiso,
Buenos Aires, 2021







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sábado, agosto 27, 2022

Thomas Wolfe / Una piedra, una hoja, una puerta



…Una piedra, una hoja, una puerta inhallable;
De una piedra, una hoja, una puerta.
Y todos los rostros olvidados.
Desnudos y solos llegamos al destierro.
En su oscuro vientre
No conocimos el rostro de nuestra madre;
De la prisión de su carne hemos venido
A la innombrable e inexpresable prisión
De este mundo.
¿Quién de nosotros ha conocido a su hermano?
¿Quién de nosotros ha  indagado el corazón de su padre?
¿Quién de nosotros no permaneció siempre preso?
¿Quién de nosotros no es para siempre un extranjero y un solitario?
Oh derroche de perplejidad en los ardientes laberintos, perdidos,
Entre las brillantes estrellas
En esta tan cansada y opaca ceniza, ¡perdidos!
Recordando estupefactos
Buscamos el gran lenguaje olvidado,
El perdido camino hacia el cielo,
Una piedra, una hoja, una puerta inhallable.

Thomas Wolfe (Asheville, Carolina del Norte, Estados Unidos, 1900-Baltimore, 1938), A Stone, A Leaf, A Door: Poems by Thomas Wolfe, John S. Barnes, ed., Charles Scribner's Sons, Nueva York, 1945
Versión de Jonio González

Foto: Thomas Wolfe en la casa de sus padres, en Carolina del Norte Bettmann/Getty Images


A STONE, A LEAF, A DOOR

…A stone, a leaf, an unfound door;
Of a stone, a leaf, a door.
And of all the forgotten faces.
Naked and alone we came into exile.
In her dark womb
We did not know our mother’s face;
From the prison of her flesh we have come
Into the unspeakable and incommunicable prison
Of this earth.
Which of us has known his brother?
Which of us has looked into his father’s heart?
Which of us has not remained forever prison-pent?
Which of us is not forever a stranger and alone? 
O waste of loss in the hot mazes, lost,
Among the bright stars
On this most weary unbright cinder, lost!
Remembering speechlessly
We seek the great forgotten language,
The lost lane-end into heaven,
A stone, a leaf, an unfound door.

viernes, agosto 26, 2022

Diego Colomba / De "Los sonidos que deambulan en nosotros"



El orden de la naturaleza

Los pájaros dejaron de alborotar en las ramas más altas. Las ranas esperan la medianoche en las cunetas anegadas. Llegan los sonidos atenuados del crepúsculo, como el picor en nuestras piernas. En este intervalo muerto, se abrió una herida de perturbado silencio. Mi curioso oído oye, en el umbral de la noche, la hora que solo a mí me pertenece.


Una forma de vida

Ninguno de nosotros, muertos u olvidadizos, podría describirla. Pero detrás de las paredes del hogar hay indicios de vida clandestina.


Un universo en expansión

Desde el techo de chapa, oculto tras la hojarasca de los naranjos, contempla a los otros. Entregados al frágil mecanismo del día. En silencio. Advierte cómo transitan el tiempo. El modo en que se alejan los unos de los otros.

Diego Colomba (San Nicolás, Argentina, 1972)

Los sonidos que deambulan en nosotros
,
Barnacle, 
Buenos Aires, 2022









jueves, agosto 25, 2022

Raquel Jaduszliwer / De "Los diagramas radiantes"




Hay una hora en que las cosas encuentran su apego por             
   /el aire,
se orientan a lo menos pesado
porque las mueve un deseo más vasto aún que el de volar.
Eso quiere decir
que será suspendida toda afirmación, toda constancia,
y tendrá su vaivén ritual la permanencia. O quién sabe mejor
se tratará de un viaje, un recorrido
bajo el sol más profundo que hace nido en la noche
y aguarda la mañana.

*

Allá te ves, como una barca indemne
fungiendo en la mitad exacta de la noche.
Porque nada ilumina tanto como un conglomerado
de años luz, como un haz de astros reyes,
como la hoz de oro,
como la cola desvanecida de una estrella fugaz.
Te decía
es tan irremediable la transformación de la que hablábamos
que nadie en la ciudad que estás dejando atrás
podría responder a tu pregunta, la de los ojos que se inician.

*


Este es el río por el que navegaba
el gran Quetzalcóatl
y el Camino del Sol en el principio.

Y es el río del sol
y el reflejo del sol en el fulgor nocturno.

Y el faro esclarecido del camino a Santiago,
con una mano mística posada sobre el corazón.

El cayado adelante.
Terrible el báculo cuando vaticina
el paso empecinado,
irreductible de la fe.

Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Argentina, 1946)

Los diagramas radiantes,
Ed. Barnacle, 
Buenos Aires, 2022










Foto: Gentileza de la autora

miércoles, agosto 24, 2022

Fabián Iriarte / De "El método del discurso"



DISCURSO SOBRE LA MUSEOLOGÍA

En los museos, el tiempo se detiene. Literalmente. No es una 
sensación. Los minutos cesan de transcurrir. El tiempo 
discurre afuera, como la sucesión de sonidos en el aire. El arte 
de la preservación abarca el tiempo. Nunca he salido de un 
museo con arrugas de más, con más edad que la que tenía al 
entrar. El hipopótamo William es azul. Un mundo está 
cerrado dentro de un mundo. Donde todo es bello, incluso lo 
horroroso. Lo que provoca llanto. Uno se siente feliz de estar 
tan triste. Alguien, algún día, podrá preservar una lágrima 
como una perla, una pluma o un pétalo en un trozo de ámbar 
o cristal. Sería como llorar por toda la eternidado.


DISCURSO SOBRE LA MUERTE DEL CAMP

                                                         You have to meditate on it
                                                              and feel it intuitively…
                                                            -Christopher Isherwood,
                                               The World in the Evening (1956)

¿Cuánto, de lo que pasa, no hemos visto? Se parecen tanto a 
nosotros en lo que no somos. Se anuncia el fin y la decadencia 
de un modo de sentir.

En la copa de los olmos se posan los pájaros. Mientras pueda 
cometer errores, sabré que estoy vivo.

“I never can understand how critics managed to do without it”. 
Como vivir sin pavos reales, sin seda ni lámparas.

¿Qué pesa más? ¿Qué llena más de sentido el estado de cosas: 
la letra o la periferia? Terriblemente difícil de definir es, en el 
mundo al atardecer violeta.


DISCURSO SOBRE EL PAISAJE LUNAR DE SU ESCRITURA

Una señora, viuda de un famoso profesor de literatura 
hispanoamericana de la Universidad de California, objetó la 
traducción que mi amiga C. C. estaba haciendo de las 
memorias del docente. Decía que “lunar” (que en los escritos 
de su difunto esposo era claramente un adjetivo, en las 
cláusulas: “el paisaje lunar de su escritura”, “la superficie lunar 
de su poesía”) se refería sin dudas a un lunar que “Arturo” 
tenía en el dorso de la mano. Entonces debía corregirse. Debía 
traducirse como “mole”, que significa “lunar” en inglés, pero 
también “topo” y por extensión, “espía secreto”. Los topos son 
ciegos. Algunos escritores son más ciegos. Algunas viudas se 
ciegan. Quizás porque están alunadas. Mi amiga es cubana e 
irlandesa, y ama los gatos. Dicen que los gatos también son 
muy lunares.

Fabián O. Iriarte (Laprida, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1963)

El método del discurso
,
Tren Instantáneo,
Buenos Aires, 2022










Foto: Fabián Iriarte, peatonal San Martín, Mar del Plata, Argentina, 2017 Fabián Iriarte/Facebook

martes, agosto 23, 2022

Carlos Mastronardi / Las huellas del futuro

 



                                               A L. Riedel Ratisbona

Ya entraba por los huertos el contorno de la sombra
y el cielo, hecho de heridas admirables,
sufría unas bandadas quejosas, espectrales.
En el azul mortal, alto y clamante,
Nada más que su triste poderío.
Sin alma esa quietud. Sólo alentaba
en el borroso pueblo la brisa que salía
de los yuyales próximos,
y la queja selvática, inhumana.
La soledad, y encima
la rosa declinante del Oeste.
Personas oscuras y sin voces
venían entonces,
como sueños fugaces, ya gastadas
por la invasora y lenta miseria del ocaso,
vueltas hacia su pálido destino,
hacia ninguno.
El manso anochecer las apagaba
y en aquellos momentos no existían;
fuera del mundo iban sus pies de niebla,
y así caían sin término,
desde el vago futuro despojadas.
El largo anochecer era su dueño,
su taciturno rey y su ¡quién sabe!
Los gestos invariables y parejos
-más vivaces y firmes que las almas-,
bajo el imperio de los negros campos
que entraban con el vaho de la hora fría.

El árbol junto al árbol,
una clara tristeza
en la honda lejanía y en los inciertos hombres,
y el rocío brotando sobre la piedra.
Entonces, una música que empezaba en la plaza
volvía a crear el pueblo y daba todos
los pechos igual rumbo:
allí estaba el espejo inevitable.
Los callejones muertos, la suprema
piedad de las estrellas, el anónimo miedo
con su extrema belleza, y por momentos
la fina llamarada del frío.

Carlos Mastronardi (Gualeguay, Entre Ríos, Argentina, 1901-Buenos Aires, 1976), "Conocimiento de la noche", 1956, Poemas, selección de Jorge Calvetti, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1966
Envío de Pablo Caramelo


Imagen: Facsímil de una nota de El Metrpolitano, Santiago de Chile, 2001 Biblioteca Nacional de Chile

lunes, agosto 22, 2022

Francisca Aguirre / No os confundáis



Y cuando ya no quede nada
tendré siempre el recuerdo
de lo que no se cumplió nunca.
Cuando me miren con áspera piedad
yo siempre tendré
lo que la vida no pudo ofrecerme.
Creedme:
Todo lo que pensáis que fue destrozo y pérdida
no ha sido más que conjetura.
Y cuando ya no quede nada
siempre tendré lo que me fue negado.
No os confundáis: con lo que nunca tuve
puedo llenar el mundo palmo a palmo.
Tanto miedo tenéis que no habéis advertido
la riqueza que se oculta en la pérdida.
Desdichados,
poca ganancia es la vuestra
si nunca habéis perdido nada.
Yo sí he perdido:
Yo tengo, como el náufrago,
toda la tierra esperándome.

Francisca Aguirre (Alicante, España, 1930-Madrid, 2019), Los trescientos escalones, CAP, San Sebastián, 1977; Bartleby, Madrid, 2012
Envío de Jonio González


Foto: Francisca Aguirre en 2010. Archivo familiar, vía Jonio González/Facebook

domingo, agosto 21, 2022

Leónidas Lamborghini / De "Las reescrituras"


Vincent

–en camino: el dibujo del sendero bordeado de espinas.
me he dicho: ¡surgirás!: garabateo. ¿estéril?
la Naturaleza se resiste. espinas del sendero. la
Naturaleza
con tenacidad: hay que reducirla: captarla. una lucha. las
líneas principales. me he dicho: ¡surgirás todavía! ¡parirás!
¡de la miseria parirás! ¿jamás?: me he dicho: de
las energías de la miseria. ¡surgirás! ¿no? ¿lo lograrás?: de
la energía que las espinas. la
Naturaleza: hay que poner un poco del alma humana
allí. la
Naturaleza: se resiste. espinas. una lucha. una
tenacidad. con tenacidad: es necesaria. mano
firme. el lápiz más dócil. un poco. ahora. más de acuerdo.
garabateo. me digo: ¡hay que poder!. el estudio
constante. el estudio cuidadoso. el estudio repetido. el
dibujo: una lucha tenaz. con
el tronco tenaz del esqueleto tenaz: una lucha. con
la cabeza tenaz del esqueleto tenaz: una lucha. con
las piernas. con la pelvis tenaz. una lucha. ahora: poco
a poco. más
de acuerdo. en camino. el
camino es: estrecho. la puerta es: estrecha. la Naturaleza: se
resiste. ¡hay que reducirla! ¡hay que captarla! hay
leyes: ¡aprendo a ver las líneas principales! me he dicho:
¡hay que poder!. me he dicho: ¡no te dejes despistar!: las
líneas. las principales. buscar. buscar. ahora el lápiz más de
acuerdo. más y más. ese sauce. me digo: concéntrate
en ese árbol. me digo: ¡atención! me digo: no
te dejes despistar: ¡es un ser vivo! me digo: ¡hay
que poner un poco del alma humana allí!: esa herida.

Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927-2009), Las reescrituras, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1996; El genio de nuestra raza -las reescrituras, Mansalva Buenos Aires, 2016

Foto: La Marea

sábado, agosto 20, 2022

Calímaco / Dos epigramas



Amor rerum difficilium 

               Mi amor es como el cazador … 

Epícides, acecha el cazador en el monte a la liebre 
y rastrea las huellas del corzo 
en medio de la nieve y de la escarcha. Y si alguien 
le dice "¡aquí, una fiera abatida!", no la toma. 
    Tal es mi amor: persigue lo que huye; 
    lo que yace a su alcance, sobrevuela. 

El epigrama fue traducido por Horacio, Sat. 1 2, 105-108. [N. del T.]


Autorretrato 

Odio el poema cíclico 1, aborrezco el camino 
que arrastra aquí y allá a la muchedumbre; 
abomino del joven que se entrega sin discriminación, 
y de la fuente pública 
no bebo: me repugna todo lo popular. 
      Lisanias, tú eres bello, sí, muy bello. Pero antes de 
         que pueda 
      terminar de decirlo, repite el eco "es ya de 
      otrooo.. ."

Cf. Horacio, C. 111 1, 1: Odi profanum uulgus et arceo … El poema es, en general, un catálogo de los je déteste calimaqueos. [N. del T.]

1 La poesía cíclica de los sucesores de Homero (cf. LV). La alusión a Apolonio de Rodas es evidente. Cf. AP VI1 409 (Antípatro) y XI 130 (Poliano), y la "respuesta" de Apolonio (AP XI 275). [N. del T.]

Calímaco de Cirene (Colonia griega de Cirene, actual Libia, c.300 a.C.-Alejandría, Egipto, c.240 a.C.), Epigramas, Suplementos de 'Estudios Clásicos', n° 6, Madrid, 1974
Traducción de Luis Alberto de Cuenca


Imagen: Papiro con fragmento de las Aitia, de Calímaco, The Egypt Exploration Society, 1915 Wikimedia Commons

viernes, agosto 19, 2022

Andrea Cote Botero / Dos poemas



La Merienda

También acuérdate María
de las cuatro de la tarde
en nuestro puerto calcinado.
Nuestro puerto
que era más bien una hoguera encallada
o un yermo
o un relámpago.

Acuérdate del suelo encendido,
de nosotros rascando el lomo de la tierra
como para desenterrar el verde prado.

El solar en donde repartían la merienda,
nuestro plato rebosante de cebollas
que para nosotros salaba mi madre,
que para nosotros pescaba mi padre.

Pero a pesar de todo,
tu lo sabes,
habríamos querido convidar a Dios
para que presidiera nuestra mesa,
a Dios pero sin verbo
sin prodigio
y sólo para que tú supieras,
María,
que Dios está en todas partes
y también en tu plato de cebollas
aunque te haga llorar.

Pero sobre todo, María,
acuérdate de mí y de la herida,
de antes de que pastaran de mis manos
en el trigal de las cebollas
para hacer de nuestro pan
el hambre de todos nuestros días
y para que ahora,
que tú ya no te acuerdas
y que la mala semilla alimenta el trigal de lo desaparecido
yo te descubra, María,
que no es tu culpa
ni es culpa de tu olvido,
que es este el tiempo
y este su quehacer.


Siembra Triste

No salgas al campo vacío
todo sembrado por debajo
del dolor todo.
No bebas el agua de los ríos
los que
y por debajo
duermen
las ciudades extraviadas.

No mires de frente a los árboles
Porque ellos están humillados,
y ocultan las rojas raíces en los hoyos del aire.

No salgas al campo
y las piedras no te hablarán de su sed
y la selva no será odio
y la aurora no será el horror.

No salgas y no habrá otro espanto
que el de este
redondo fondo sembrado de lo muerto
donde aún ,
ahíto
y diezmado,
te amenaza el amor.

Andrea Cote Botero (Barrancabermeja, Colombia, 1981), Puerto calcinado, Universidad Externado de Colombia, Facultad de Comunicación Social-Periodismo, 2003


jueves, agosto 18, 2022

Alberto Cisnero / Todos somos principiantes



Todos somos principiantes ante 
el hallazgo de las palabras. recordalo 
si un día te dieras a pensar en nosotros 
dos. y que para nadar mojarse había 
que. ahora justo cuando (otra vez) 
se llenó de gorilas y gestores el gobierno 
popular clasemediero blanco argentino; 
les ofrecemos nuestras simpatías: 
con las cenizas de los traidores, 
etcétera. nunca dentramos en los libros, 
en las listas, en dios, en la libertad 
de conciencia, en las instituciones 
libres. pero vivimos más, precedemos 
a las palabras.

Alberto Cisnero (La Matanza, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1975), Román paladino, inédito

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Foto: Alberto Cisnero, Buenos Aires, invierno de 2022

miércoles, agosto 17, 2022

Fátima Vélez Giraldo / Mapaches




Mapaches

un abrigo caliente
si es posible peludo
para anidar el
festivo de otoño
el hueco
en la rutina
a veces
en el abrigo
a veces
en el codo
ese a veces
arbitrario
pacta
con la ciudad
arbitraria
dejo que tomen
lo que quieran
con tal de darme un techo

escurro
sólo quedan dos gotas que no son iguales, porque las gotas nunca son iguales, y aparece una niña antigua que dice en inglés cojo y con acento, My finger is my finger and my finger is my shape, y luego dice Cuidado, que también la ciudad da mujeres que olvidan tener cuerpos y brazos y manos
hueca
te olvidas
que prometiste no
hablar de ti
en segunda persona

y en qué lengua hablar
a la altura de la 77
bajo la estatua de Cristóbal Colón
el día de Cristóbal Colón

13 de octubre de 1614

-13 de octubre de 2014

                             -400

ya decía que soy de menos
otras épocas
descubro
como
alguien
antes descubrió
tierra nueva
que la felicidad
tiene piel de mapache

Fátima Vélez Giraldo (Manizales, Colombia, 1985), Diseño de interiores, 2015 vía Literariedad


martes, agosto 16, 2022

María del Mar Estrella / Bajo el signo de un ala



    

                                A Olga Orozco, y al  don que nos legó, el misterio

A quién interrogar por lo insondable.
Por la gota de sed que precisamos
para anclar un jardín  bajo la escarcha
un signo de inocencia que consuele la pordiosera soledad.
Hay algo de pavor en la belleza
algo que nos expulsa del paraíso más secreto
al purgatorio de la prudente imperfección.
No dormirá del lado de la dicha
la conjurada de los dioses,
la hechicera que urde talismanes
para otorgarle un ala al insaciable comensal del misterio.
A quién interrogar por los escombros si no a ella
emperatriz de la penumbra
profanadora de sepulcros que excavó escalofríos
buscando el esqueleto de Dios, el exquisito cadáver de lo oculto.
Ella ,Olga Orozco, dice a todos que ha muerto
sin descifrar la profecía.
Tal vez su corazón haya emigrado a la morada unánime
y  permanezca recostado sobre la eternidad
posando de odalisca en un museo salvaje que contiene
las sucesivas máscaras bruñidas por el guardián de los eclipses.
Sabemos que hay un día en que la carne se deshoja
y  el espíritu esparce nuestro nombre
sobre la geografía de la nada
para ser el reverso del silencio,
Creemos será  entonces – en el séptimo día –
que seremos preservados por su carta solar
para nacer al otro lado
“y navegar la muerte a la deriva”.
Hacia el revés de la pirámide
donde brilla su mantra.

María del Mar Estrella (Buenos Aires, s/d), Fuegos ceremoniales, Vinciguerra, Buenos Aires, 2007

lunes, agosto 15, 2022

Matsuo Bashō / Cuatro haikus




¿De qué árbol florecido
llega? No lo sé.
¡Pero es su perfume!

*

Mojadas,
inclinadas,
peonías bajo la lluvia.

*

Este camino:
sin nadie en él.
Oscuridad de otoño.

*

Brisa leve:
la sombra de la glicina
tiembla apenas.

Matsuo Bashō (Ueno, Japón, 1644-Osaka, Japón, 1694), Tres maestros del haiku, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1976
Traducción, introducción y notas de Osvaldo Svanascini
Envío de Jonio González
 - 

Imagen: Matsuo Bashō según Katsushika Hokusai (1760–1849), detalle. Wikimedia Commons

domingo, agosto 14, 2022

Roberto Mascaró / Paisaje del Cabo Polonio





La vaca tropezó con una piedra.


Pero esto no tiene ningún significado. 


¡El viento Norte viene soplando mucho! 


Pero no tiene ningún significado. 


Ayer llovió un poco a medianoche. 


Y esto no tiene ningún significado. 


Los caballos pastan. 


La vaca quiere subir la cuesta de pasto y se demora, avanza, gira, puede veniiiiiir, y 

dice  MUUUUUUUUUUUUUUUUUU 


Y entonces viene el viento del cerro y hace FFFFFFFFFFFFFFFFF 


Y viene la lluvia del mar y hace SHHHHHHHHHHHHHHHHH 


Entra un caballero provisto de todos sus detalles. 


¡Que no tiene  ningún significado! 


Y una señorita con todas las de la ley. 


Tampoco encuentra significado. 


Y un hermoso muchacho de cabellos rizados. 


Significado nulo.


Y no tiene ningún significado.
 

Y un niño que juega con un trompo. 


Y el aire tibio de la tarde hace zumbar los árboles del prado. 


Y la madre lo espera con la leche caliente a la mesa. 


Y él trae a la niña vecina que tiene pelo rojo y la abraza.

Ella tiene pelo rojo.

Y su aliento es delicioso.

Y huele sus bragas.

Y el olor de su orina es el mejor de los perfumes de Oriente.

Y la abraza.

Y la abraza.

Y la abraza.
 

El díííííííííííííííía que me quieras.
 

Sin que tenga todo esto ningún significado. 


Y viene el viento de la noche de la costa y hace FFFFFFFFFFFFFFFFFFFF 


Y llega la lluvia de la noche y hace SHHHHHHHHHHHHHHHHH 


Y la vaca duerme en la noche echada silenciosa como vaca en la noche. 


Y navega echada como si el Cabo Polonio fuese una nave. 


¡Qué vaca tan marinera! 


Se parece al vigía de Cristóforo Colombo. 


Se parece a mi niño enamoradizo y caliente. 


Se parece a un timonel parado. 


Y el negro cielo negro de la noche negra la cubre a la vaca negra como si le brindase un manto de Reina.

Un manto de Reina. De Emperatriz. 


Vaca Reina, Reinavaca. 


¿Qué sé yo?
 

Vaquita mía, reposa. 

Porque tú eres 

la única Rosa.
 

Y no tiene ningún significado.

Roberto Mascaró (Montevideo, 1948), Un río de pájaros, EAFIT, Medellín, 2004


Foto: FILI