Marqués de VillamedianaDejó un cuadro, un puñal y un sonetoManuel Machado
Pronto partió dejando poco escrito.
(No fue, exactamente, Oliveretto).
Pero hubo amor intriga duelo muerte
y un soneto.
"Silencio en tu sepulcro deposito".
PushkinNadie recuerda al General de entonces
ni al ministro ni al zar a cuya estatua
únicamente acuden las palomas.
Mas hoy se dice: "El tiempo de Pushkin",
"La Rusia de Tolstoi"... Mucha nieve
cayó sobre las isbas y los años
sin cubrir su memoria.
BécquerTodo habrá terminado, señores, un buen día,
en nuestra andante y derramada tierra.
La veleta, los pinos, la baraja, el oporto,
la Secretaría de Cultura, el crepúsculo.
Callarán las cigarras de todos los veranos
y el grillo del hogar de todos los inviernos
y él va a sobrevivir a los helados mundos
porque siempre, "siempre habrá poesía".
Tristán CorbièreAl fin él fue a parar como el grumete
de su honda "Lettre du Mexique"
al Jardín de Aclimatación.
¡Qué lindo!
Vengan a ver cómo Van Gogh
lo ha pintado todo de amarillo.
Hilario AscasubiEste criollo tan fino
-pudo ser amigo de don Segundo Sombra-
plantó un sauce en la tumba de Musset.
¡Una manera de ser argentino!
Rubén DaríoDel que innovó, de aquel que trajo
otra instrumentación, un nuevo acento
y el alejandrino francés y escribió nobles versos
atravesados por vientos civiles,
don Antonio Machado, que hoy reposa en Colliure
-él, que no compartía el nuevo
gay cantar-
dijo en el día amargo:
-"Nadie esta lira taña si no es el mismo Apolo,
Nadie esta flauta toque si no es el mismo Pan."
Jack LondonIgual que el precursor Bret Harte
-polvo de diligencias y arenales ardientes-
y el encantador Oscar Henry
-pícaros y pianolas del drama y la comedia-
creó y amó a las gentes y a las cosas
y a él lo amó la aventura.
Quedan libros nevados, soleados, habitados
por lobos y por ángeles. Y el querido recuerdo
de un Gran Muchacho Americano.
Lo mismo que John Reed.
Katherine Mansfield...Y que el aire perfume su cabellera clara.
Allí donde discurren las memorias perdidas,
las voces olvidadas y los paseos errantes.
La muerte, distraída, que resucita rosas.
El Gran Meaulnes la hubiera amado.
Antón Chejov, padre de la nostalgia y la dulce ironía,
a través de lejanos anteojos de bruma
la contempla en el tiempo de un otoño evadido.
Su vida fue un poema lánguido y penetrante.
Y, como todos los poetas muertos,
cada vez que alguien sueña ella retorna.
Y vuelve a irse cuando muere un sueño.
Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "Sólo unos cuantos nombres de la larga memoria",
Demanda contra el olvido, Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires (1963), tercera edición, 2006
Ilustracion:
Dolmen en la nieve, siglo XIX, Caspar David Friedrich