domingo, febrero 28, 2021

Óscar Hahn / Elementos de filosofía


















El camino que baja
y el camino que sube
son uno y el mismo
dice Heráclito

Pero el hombre que sube
por esa escalera
y el hombre que baja
con la mirada perdida
no son uno y el mismo

Los caminos de la vida
y los caminos de la metafísica
no siempre conducen
a la misma parte

Óscar Hahn (Iquique, Chile, 1938), "Pena de vida", 2008, Poesía completa, Lom, Santiago de Chile, 2012


Foto: Óscar Hahn en la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile, 2017 Rodrigo Fernández/Wikimedia Commons

sábado, febrero 27, 2021

Christian Kupchik / El cómplice de la ilusión
















Ahora está.
Ahora no está. 
Bien mirado, sacer conejos de la galera
no revela la arbitraria virtud de un arte.
Apenas, sí, el delicado equilibrio
que se esconde entre cálculo y caos.
Es preciso tomar en cuenta también
la obligada complicidad del conejo,
quien jamás confesará cuáles son 
los límites del limbo
donde está cuando no está.

El conejo milagrosamente extraído de la galera
honra con su silencio al labio leporino que lo adorna
que todavía sabe de códigos que respetar.
El mago no importa.
Ahora está.
Ahora no está.

Christian Kupchik (Buenos Aires, 1954), Los colores de la vigilia, Buenos Aires Poetry, 2017

Animales
Ediciones en Danza, 
Buenos Aires, 2020










viernes, febrero 26, 2021

Antonella Anedda / Mujer que escribe


















Es el hambre que le abre la garganta,
una cucharada de consonantes,
una espátula de hueso sobre el paladar.
En esos momentos se transforma
entre el borde de la mesa y el armario
el cuerpo se come a sí mismo en el reflejo.
Alrededor giran los murciélagos
un chillido ciego que se une
a su golpeteo de uñas sobre el teclado.

Se cierran los ojos
la habitación se descompone.
Entonces descubre de dónde viene el terror.
Del clavo en el tronco del árbol de ayer
del hongo reventado de noche
de un enorme marrón.

Antonella Anedda (Roma, 1958), Dal balcone del corpo, Mondadori, Milán, 2007, Vía Emma Gunst
Versión de Jorge Aulicino


Foto: Maledetti Poeti/Facebook, 13 de febrero de 2021

Donna che scrive

È la fame che le apre la gola:
un cucchiaio di consonanti,
una spatola di osso sul palato.
In quelle ore si trasforma
dalla sponda del tavolo all’armadio
il corpo mangia se stesso nel riflesso.
Intorno ruotano i pipistrelli
uno stridere cieco che si unisce
al suo battere di unghie sopra i tasti.

Se chiude gli occhi
la stanza si scompone.
Allora scopre da dove viene il terrore.
Dal chiodo dentro il tronco dell’albero di ieri
dal fungo esploso di notte
di un enorme marrone.

jueves, febrero 25, 2021

M. S. / Colugonio y Mangosio




             











                           Pende sobre nuestras cabezas la espada de Penélope
                                                                                   Carlos Saúl Menem


Hace ya unos 10 años,
un trabajo importante para el BID, en el sector de la siderurgia.
Una de las contrapartes del proyecto aportó dos ingenieros
en Higiene y Seguridad,
          que muchas veces suelen ser algo así como
          los que no pudieron hacer algo en otras ramas
                           /de la ingeniería
(es decir, unos mogólicos).
Anuncian: los señores se llaman Colugonio y Mangosio,
          yo pensé en Gog y Magog,
          y en una novela delirante de Leopoldo Marechal
          que creo se llamaba El Banquete de Severo Arcángelo.
A mí me tocó hacer tándem con Juan (corazón) Ramón
          (me toco el huevo izquierdo)
          Colugonio,
y desde el primer encuentro me pareció un ser despreciable,
          ordinario, miserable, sucio,
Mangosio era todo atildadito, híper pulcro,
con un corte de pelo, lacio y tipo taza,
                             que evocaba a Hitler.
Solíamos hacer trabajos de campo a Siderar, en San Nicolás,
y con el correr del tiempo, de los viajes,
Colugonio me empezó a tomar afección,
          y yo a él,
          lástima que se sumaba al odio.

Una vuelta, tuve la oportunidad de ir a su casa,
          vivía en unos monoblocks en Flores,
          frente a la Medalla Milagrosa
y al entrar daban ganas de pegarle,
un estado de abandono meridiano,
          pedazos de pizza sin sacar de la caja,
          la heladera sólo con agua del grifo.
Incluso llegué a conocer a la hija,
ella miraba a su padre, recuerdo, con piedad,
era especialista en la obra de Kurt Gödel,
Colugonio estaba orgulloso,
me lo dijo,
había escuchado, 
          sin ninguna intención de interiorizarse,
que se trataba de alguien notable.

La primera vez que viajamos fuimos en el auto de él
porque (dijo): tiene gas y nos ahorramos los viáticos,
          y el hijo de mil putas no quería prender al aire
                                   /acondicionado
así ahorrábamos más,
          ya muestra el semblante el muñeco, ¿no?
Me comenta que está separado, que la mujer lo echó
          (yo pensaba: es lo menos que te merecés)
y a continuación
que todo explotó porque un hijo se fue al sur de campamento
y apareció muerto.
          Nunca se pudieron develar las causas
          ni los hechos
         (mi memoria flaquea en este punto,
 o no encontraban el cuerpo o estaba asesinado,
 algo del estilo).
Ahí fue cuando empecé a sentir lástima.
Seguimos con los viajes 
y parábamos en un hotel de San Nicolás que tenía servicio
                                                /de putas,
          yo en esa época lo consumía bastante,
          salía de la acería, iba a cenar con la rata de Colugonio,
         y después me hacía mandar una puta a la habitación.
En uno de esos viajes, regresando, me comenta:
          el de la noche me ofreció el book de un par de putas.
yo le digo: ah, mirá vos…
          (no le dije que yo me servía del book).
Me cuenta: sabes que cuando me separé,
          empecé a ir mucho a los piringundines de Flores
          y conocí a una puta de la cual me enamoré.
Parece que siempre pedía pasar con ella,
hasta que la puta,
          que también tiene sentimientos,
le pasó el celular y comenzó el noviazgo,
pero un tiempo y terminó. Fin de la historia.
Dos datos más:
el neonazi (puto reprimido seguramente) de Mangosio
era su jefe en la UCA y Colugonio se quejaba de la tiranía
a la que lo sometía,
          que Mangosio saca un libro con cosas mías y factura sólo él...
          que Mangosio esto, que Mangosio lo otro.
Y el dato faltante: el tipo no tenía puta idea qué hacer
con los datos que había levantado en el campo.
Le dije:
          mirá yo tengo un par de sociólogos que me van a procesar
          los datos con el SPSS
y ¿qué me responde él?
          Ah...entonces yo también.
¿Pero tus datos son de mediciones de carga térmica etc.
no creo que se puedan tratar?
A lo cual responde: sí, claro que se pueden tratar.
Total que vamos ver a los sociólogos,
          yo les doy todas las encuestas para conformar la base y
                                /hacer los cruces,
Colugonio les tira unos datos y dice: yo quiero lo mismo que él.
Los sociólogos (jovencitos) empezaron a palidecer
         como si les hubiera caído una tormenta encima,
se miraron, preguntaron:
          ¿seguro?
Él respondió: claro.
Cuestión que quedó una porquería inexplotable
al estilo:
la carga térmica es en un 54% parcialmente en desacuerdo.

M. S.*, Cinco puentes coronarios al hilo, Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2021

* Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973)

miércoles, febrero 24, 2021

Lawrence Ferlinghetti / En bosques donde muchos ríos corren...




















En bosques donde muchos ríos corren
                           entre las nunca doblegadas colinas
y campos de nuestra infancia
           donde almiares y arcos iris se mezclan en el recuerdo
aunque nuestros "campos" fueran calles
           veo de nuevo esas miríadas de mañanas alzarse
        cuando toda cosa viva
                        proyecta su sombra en la eternidad
           y todo el día la luz
                         como temprano por la mañana
                  con sus agudas sombras sombreando
                                                   un paraíso
                      con el que apenas soñé
                                      ni del que apenas supe qué pensar
                  de este día sin afeitar
                                   con sus grajos burlones
             que se elevan por encima de los árboles secos
                                     y graznan y gritan
     y preguntan a todas las demás
                        primaveras y cosas

Lawrence Felinghetti (Yonkers, Estados Unidos, 1919-San Francisco, Estados Unidos, 2021), A Coney Island of the Mind, New Directions, Nueva York, 1958
Versión de Jonio González


Foto: Lawrence Ferlinghetti frente a su librería en San Francisco, Estados Unidos Clay Mclachlan/AP/The Guardian


  In woods where many rivers run
                           among the unbent hills
and fields of our childhood
                      where ricks and rainbows mix in memory 
although our ‘fields’ were streets
                      I see again those myriad mornings rise
        when every living thing
                                    casts its shadow in eternity
           and all day long the light
                                       like early morning
                  with its sharp shadows shadowing
                                                      a paradise
                      that I had hardly dreamed of
                                            nor hardly knew to think
                  of this unshaved today
                                       with its derisive rooks
             that rise above dry trees
                                     and caw and cry
     and question every other
                        spring and thing

martes, febrero 23, 2021

Franco Fortini / Dos poemas




Las plantitas …

Las plantitas vienen a mi encuentro y me dicen:
"Tú, lo sabemos, no puedes hacer nada por nosotras.
Pero si quieres entraremos a tu habitación,
las ramas y raíces entre los papeles tendrán salvación ".

Dije que sí a esa demanda
y el rebaño de hojas está ahora aquí mirándome.
Con los bosques descansaré y con las hierbas extenuadas,
vencidos innumerables ejércitos que me defienden.


Estoy en la habitación …

Estoy en el la habitación donde todo está en orden
donde todo es septiembre.
En el alféizar se agitan, advertidas
de los cambios celestes, las hormigas.
Ninguna melodía escondida aquí
una severidad modesta
lo único que no desentona.

¡Asonancias! Tus razones
cuando la noche no se mueve
desde el fondo de la madera las oigo.
El gusano que roía ya no está
pero se pueden imaginar los chirridos.
Ustedes, en los sistemas extraños que las desesperaciones
elevan dentro de la espesura ardua del mundo
y ahora en la habitación tranquila
del antepasado que soy o me convierto,

inmóviles indefensas
arañas delgadas cuelgan. 

Franco Fortini (Florencia, Italia, 1917–Milán, Italia, 1994), Composita solvantur, Einaudi, Turín, 1994
Versiones de Jorge Aulicino




Le piccole piante …

Le piccole piante mi vengono incontro e mi dicono:
"Tu, lo sappiamo, nulla puoi fare pero noi.
Ma se vorrai enteremo nella tua stanza,
rami e radici fra le carte avranno scampo".

Ho detto di sí a quella domanda
e il gregge di foglie ora è qui che mi guarda.
Con le foreste riposerò e le erbe sfinite,
vinte innumerabili armate che mi difendeno.


Sono nella stanza …

Sono nella stanza dove tutto è ordinato
dove tutto è settembre.
Sul davanzale si agitano, avvisate
dei mutamenti celesti, le formiche.
Nessuna melodia nasconda qui
una severità modesta
la sola che non disconviene.

Assonanze! Le vostre ragioni
quando la notte è senza movimento
dal fondo dei legni le odo.
Ma il tarlo che rodeva non c'è piú
ma immaginari i cigolii.
Voi nei sistemi strani che le disperazioni
levano dentro il folto arduo del mondo
e ora nella stanza calma
del'antenato che sono o divengo

immobili indifesi
ragni esili pendete.

lunes, febrero 22, 2021

Dan Fante / 4-16-00
















Cuando abrí L.A. Times Sunday Book Review
hoy
vi
tres
páginas completas
sobre John Fante
mi viejo
padre

un consenso de sabios pronunció ahora una alabanza absoluta sobre el nuevo
tesoro nacional
una biografía sobre un hombre apasionado, loco, borracho y enojado está en venta
un escritor de L.A.
un volcán de hombre

y
en vez de sentirme feliz por mi padre
me senté furioso -las palabras desgarraron mi corazón
y
le grité algunas groserías a mi novia en el pasillo del baño
por su café helado
y pensé en que se vaya a la mierda el puto L.A. Times -cincuenta años es demasiado tarde
ahora esto no puede ayudarlo
él perdió y se rindió
ciego, en una sala de hospital apestosa donde los chicos de mantenimiento de la noche
le robaban la radio
y los Dodgers tuvieron su peor temporada en años
y yo recuerdo
estar sentado con él sosteniendo su mano en mi mejilla y pensando para mis adentros
qué pésima manera de morir
para un hombre que una vez tuvo tanto poder
cuyas palabras celebraron tanta belleza
que el mismo cielo
se incrementó con un billón de estrellas

Dan Fante (Los Angeles, Estados Unidos, 1944-2015), Perfil, 14 de febrero de 2014
Traducción de Juan Arabia




4-16-00 

Opening the L.A Times Sunday Book Review
Today
I saw it
Three
Full pages
About John Fante
My old
Pop 

Consensus wisdom has now pronounced absolute praise for a new
National treasure
A biography is out about a passionate, crazy, drunken, angry
L.A writer
A volcano of man 

And instead of being happy for my dad
I sat furious – the words tore at my heart
And
I yelled something shitty at my girlfriend down the hall in the bathroom
About her cold coffee
And I thought fuck the fucking L.A. Times – They´re fifty years too late
It can´t help him now
He lost and gave up
Blind and in a stinking hospital ward where the night maintenance guys
Kept stealing his radio
And the Dodgers had their worst season in years
And I remember
Sitting with him and holding his hand to my cheek and thinking to myself
What a lousy way to die
For a man who once had such power
Whose words held so much beauty
That the sky itself
Was increased by a billion stars

domingo, febrero 21, 2021

Rafael Felipe Oteriño / Las cosas



Estas estrellas no existen: proyectaron
su luz hace más de mil años
y se extinguieron. Este río no llegará 
al mar: será un hilo de agua
y, después, tierra seca. Este camino
no lleva a ninguna parte: los que tomaron por él
partieron hace mucho tiempo
y ya no regresan. Estas armas no son
para que las uses: hablan de una lucha anterior
que no es la tuya. El escritorio, los papeles, el lápiz,
están entintados por otras manos
y por otros sueños.
                           No sabemos
si eligieron nuestra mesa o si son una invención
de Dios para llevarnos más alto
y más lejos. Si yacen o si derivan
de otro cielo, tardamos años
en ponernos de acuerdo. Nos hablan
de la rotación de la Tierra, pero sólo percibimos
el movimiento de las hojas, en otra rotación
casi amiga, que tampoco entendemos.
                                                           Lo frío,
lo caliente, el punto
justo en que se derrama el agua, ¿quién lo conoce?
¿Y las mareas? Ah, el mar es algo misterioso
y grave, sobre todo momentos antes
de la tormenta.
                    ¿Están ellas adentro
o afuera de esta cabeza? ¿Viven en mí
o en sí? Cierro los ojos, y el mundo permanece
en calma; los abro
y ya no está más la estrella que miraba.
                                                            Nos sobrevivirán.
A grandes zancadas recorren la distancia
entre su obstinación y mi asombro;
sombras de la memoria, no bastan
para calmar la sed.
                            Incorruptibles, solas
-dientes de león o alas de mariposas-,
en su continuo hacerse, en la hermética
sombra, junto a esta lámpara
que se apaga.

Rafael Felipe Oteriño (La Plata, Argentina, 1945), "Lengua madre", 1995, En la mesa desnuda. Poemas 1966-2008, Ediciones al Margen, La Plata, 2008


sábado, febrero 20, 2021

Jack Spicer / Babel 3


















La torre en sí misma daba igual.
Lo que Él odiaba eran nuestras palabras.
Una vez nuestras palabras ascendieron
Hasta la bien dispuesta boca de Dios
Como campanas que cantan en las casas.
Cuando alguien amaba
La palabra decía amor
En el piso 38
En el piso 94
En el piso 1224.
Las palabras eran diferentes entonces. Dios no
Nos dividía en idiomas diferentes
Dividía
Palabras y seres humanos
Seres humanos y palabras
Él llamaba a las palabras ángeles
Nosotros llamábamos a las palabras ángeles
Las cosas eran diferentes entonces.

Jack Spicer (Los Angeles, Estados Unidos, 1925 - San Francisco, Estados Unidos, 1965), Adventures in Poetry, nº 12, verano de 1975, edición digital, Universidad de Wisconsin
Versión de J. G. 


Foto: My Poetic Side s/d


BABEL 3

The tower itself was nothing.
It was our words He hated.
Once our words rose
Into God's willing mouth 
Like bells ring into houses.
When someone loved
The word said love
On thẹ 38th floor
On the 94th floor
On the 1224th floor.
Words were different then. God didn't
Divide us into different languages
He divided
Words and men
Men and words
He called the words angels
We called the words angels
Things were different then.

viernes, febrero 19, 2021

Cecco Angioleri / Tres cosas solamente tengo en grado...



















LXXXVII

Tres cosas solamente tengo en grado,
que no puedo siempre conseguir:
las mujeres, la taberna y los dados.
Las tres me hacen el corazón feliz.
Puedo tenerlas en momentos raros:
con mi bolsa no alcanzo lo que veo;
ardo de rabia cuando lo recuerdo, 
pues pierdo, por monedas, mis deseos.
Y digo: ¡un golpe acabe esta vacancia!
Esto a mi padre que me tiene seco:
no volvería tan pobre de Francia.
Más difícil lograr de él un dinero
en Pascua, cuando afloja la avaricia,
que a una grulla la cace un ratonero.

Cecco Angiolieri (Siena, 1260-circa 1312), Poeti del Duecento, Gianfranco Contini ed., Mondadori, 1995
Versión de Jorge Aulicino

Imagen: Retrato imaginario de Cecco Angiolieri por Giuseppe Bacci, 1921. Recorte sobre fondo de papel usado



LXXXVII

Tre cose solamente m’ènno in grado,
le quali posso non ben ben fornire:
cioè la donna, la taverna e ’l dado;
queste mi fanno ’l cuor lieto sentire.

Ma sì me le convene usar di rado,
ché la mie borsa mi mett’al mentire;
e quando mi sovvien, tutto mi sbrado,
ch’i’ perdo per moneta ’l mie disire.

E dico: – Dato li sia d’una lancia!-
Ciò a mi’ padre, che mi tien sì magro,
che tornare’ senza logro di Francia.

Ché fora a torli un dinaro più agro,
la man di pasqua che si dà la mancia,
che far pigliar la gru ad un bozzagro

jueves, febrero 18, 2021

Jacobo Regen / Dos poemas



Umbroso mundo 

           Hay jardines que no tienen ya países
                                       Georges Schehadé


Umbroso mundo,
seguiremos siempre
poblando de fantasmas verdaderos
tus países ausentes.
Así, lejos de todo,
crecerá en el olvido un árbol verde
a cuya sombra vamos a dormirnos
hasta que alguna vez el sueño nos despierte.


Corrector 

Yo soy, no más, un corrector de pruebas.
No dije nunca nada de mí mismo
porque desconocía los acentos
que caen en mis vértebras profundas.
 
Jacobo Regen (Campo Quijano, Argentina, 1935- Salta, Argentina, 2019), Umbroso mundo, obra completa, Fondo Editorial de la Provincia de Salta, 2014


martes, febrero 16, 2021

Juan José Saer / Elegía Pichón Garay
















Deberes,
y un cielo azul que se hunde
en el ramo de tardes
que atravieso
como quien se levanta, ciego,
desde una cama de ceniza.

Bienaventurados
los que están en la realidad
y no confunden
              sus fronteras.

Juan José Saer (Serodino, Argentina, 1937-París, 2005), El arte de narrar, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1988


lunes, febrero 15, 2021

Tomás Antônio Gonzaga / ¿No ves aquel anciano respetable...?


XXXVIII

¿No ves aquel anciano respetable
    que en muleta apoyado,
apenas se mueve y mal se arrastra?
¡Oh! cuánto estrago no le hizo el tiempo,
    el tiempo arrebatado,
que al mismo bronce gasta!

Se arrugaron las faces y perdieron
    sus ojos la viveza;
tornóse su cabello en blanca nieve;
ya tiembla su cabeza, mano y barba,
    ni tiene una belleza
    de las que antes tuvo.

Así también seré, Marilia mía,
    de aquí a pocos años,
que el tiempo impío para todos corre:
los dientes caerán y mis cabellos.
    ¡Ah! sentiré los daños,
    que evita aquel que muere.

Mas siempre pasaré una vejez
    mucho menos penosa.
No traeré la muleta recargada,
descansaré el ya encorvado cuerpo
    en tu mano piadosa,
    en tu mano nevada.

Las frías tardes, en que negra nube
    los chubascos no lance,
iré contigo al prado floreciente:
aquí me buscarás un sitio ameno,
    de los miembros descanse
    y al blando sol me entibie.

Apenas me siente, entonces, moviendo
    los ojos por aquella
vistosa parte, que quedar frontera,
apuntando diré: -Ahí hablamos,
    ahí, oh bella mía,
    te vi por vez primera.

Han de verter mis ojos dos fuentes,
    nacidas de alegría;
harán tus ojos tiernos otro tanto;
daré entonces, Marilia, fríos besos
    en la mano piadosa
    que me limpiare el llanto.

Así irá, Marilia, dulcemente
    mi cuerpo soportando
del tiempo deshumano dura guerra.
Contento moriré, por ser Marilia
    quien, sentida, llorando,
    mis bajos ojos cierre.

Tomás Antônio Gonzaga  (Miragaia, Portugal, 1744 - Isla de Mozambique, Mozambique, 1810), Marilia de Dirceo, Universidad de San Pablo y Fondo de Cultura Económica, México, 2002
Traducción de Jorge Ruedas de la Serna 

Nota del Ad.: Gonzaga fue hijo de un funcionario (juez y oidor) de la Corona portuguesa y funcionario él mismo. Nacido en Portugal, pero educado en Bahía, Brasil, a sus 38 años fue nombrado oidor en Villa Rica (hoy Ouro Preto), en Mina Gerais, donde se produjeron tres hechos fundamentales de su vida: se unió al grupo de poetas "de la Arcadia", que procuraba una poesía de tono intimista y pastoril neoclásico; se enamoró de una mujer de 17 años y fue encarcelado bajo el cargo de conspiración. Después de seis años lo liberaron y enviaron a Mozambique, como juez de asuntos comerciales. Es considerado poeta brasileño, a lo que se opone que mientras vivió no existía el Brasil como nación independiente. Por sus ideas, que lo llevaron a participar de la llamada Conspiración Minera, contra la Corona, su impulso prerromántico y el reflejo del entorno en su literatura, fue precursor sin embargo de la poesía brasileña


Imagen: Tomás Antônio Gonzaga en la cárcel. Grabado de 1843 siguiendo el óleo de J. M. Mafra (detalle). En la edición de la Universidad de San Pablo y el Fondo de Cultura Económica


XXXVIII

Não vês aquele velho respeitável
    Que à muleta encostado
Apenas mal se move, e mal se arrasta?
Oh! quanto estrago não lhe fez o tempo!
    O tempo arrebatado,
    Que o mesmo bronze gasta.

Enrugaram-se as faces, e perderam
    Seus olhos a viveza;
Voltou-se o seu cabelo em branca neve:
Já lhe treme a cabeça, a mão, o queixo,
    Não tem uma beleza
    Das belezas, que teve.

Assim também serei, minha Marília,
    Daqui a poucos anos;
Que o impio tempo para todos corre.
Os dentes cairão, e os meus cabelos,
    Ah! sentirei os danos,
    Que evita só quem morre.

Mas sempre passarei uma velhice
    Muito menos penosa.
Não trarei a muleta carregada:
Descansarei o já vergado corpo
    Na tua mão piedosa,
    Na tua mão nevada.

Nas frias tardes, em que negra nuvem
    Os chuveiros não lance,
Irei contigo ao prado florescente:
Aqui me buscarás um sítio ameno;
    Onde os membros descanse,
    E o brando sol me aquente.

Apenas me sentar, então movendo
    Os olhos por aquela
Vistosa parte, que ficar fronteira;
Apontando direi: “Ali falamos,
    “Ali, ó minha bela,
    “Te vi a vez primeira.”

Verterão os meus olhos duas fontes,
    Nascidas de alegria:
Farão teus olhos ternos outro tanto:
Então darei, Marília, frios beijos
    Na mão formosa, e pia,
    Que me limpar o pranto.

Assim irá, Marília, docemente
    Meu corpo suportando
Do tempo desumano a dura guerra.
Contente morrerei, por ser Marília
    Quem sentida chorando
    Meus baços olhos cerra.

domingo, febrero 14, 2021

Deryn Rees-Jones / Calcio

















Porque amo la idea misma de tus huesos 
y de algún modo estás arraigada en el mío
te contaré sobre los siete años

que le toma al esqueleto renovarse a sí mismo,
por lo que de vez en cuando,
tenemos la posibilidad de ser una persona que es 

algo distinta a nosotras mismas;
y cómo el cuerpo, si carece de algo,
hará todo por conseguir el calcio que necesita–

para el corazón, el hígado, el bazo –
desde el hueso, que por cierto,
podría agregar, no es la estructura

sólida que quizás
supones, sino un tejido vivo que,
dicen los médicos una mujer de mi edad,

debiese nutrir atentamente con fruta,
ejercicio de pesas y suplementos
para evitar los peligros de una fractura cuando sea vieja;

y porque te amo diré también
cómo el apergaminado hueso despojado de piel 
merece una inscripción, capaz de retener

un registro detallado de una armada o un granero,
y cómo, si al decir de 
los faraones se conserva

envuelto en vendas de hojas de coca, tabaco,
sobrevivirá sobrevivirá hasta después de que todos 
nuestros libros e incluso palabras se tornen ingrávidas;

y quizás porque el peso de tu cabeza,
el modo en que amo el lento, dulce sentido de ti
la facilidad con la cual te calmas,

el cómo las estructuras carnosas que mantienen
tu esqueleto, tu cráneo, son fácilmente interrogadas
me recuerda cómo nuestras manos,

estrechadas por un momento, ahora, equivalen 
a todo lo que tengo;  cómo tu sonrisa incluso
mientras me destruye, mantiene la propiedad del hielo,

las líneas largas de la soledad
como una vida entera arada en la palma de la mano,
la eternidad de la nieve.

Deryn Rees-Jones (Liverpool, Inglaterra, 1968), Poesía galesa contemporánea. Traducción y prólogo de Jorge Fondebrider, Pedro Serrano y Verónica Zondek, con Luciana Cordo Russo y Rhiannon Gwyn, inédito
Versión de Verónica Zondek

Nota del Administrador: Deryn Rees-Jones pasó gran parte de su infancia en la casa familiar de Eglwys-bach en el norte Gales y se define como escritora galesa.


Foto Deryn Rees-Jones, 2014 Alpine Fellowship

CALCIUM


Because I love the very bones of you,
and you are somehow rooted in my bone,
I’ll tell you of the seven years

by which the skeleton renews itself,
so that we have the chance to be
a person, now and then, who’s

something other than ourselves;
and how the body, if deficient,
will bleed the calcium it needs – 

for heart, for liver, spleen – 
from bone, which incidentally,
I might add, is not the thorough

structure that you  might 
suppose, but living tissue which
the doctors say a woman of my age

should nurture mindfully with fruit,
weightbearing exercise, and supplements
to halt the dangers of a fracture when I’m old;

and because I love you I will also tell
how stripped of skin the papery bone
is worthy of inscription, could hold

a detailed record of a navy or a store of grain,
and how, if it’s preserved
according to the pharaohs,

wrapped in bandages of coca leaf, tobacco,
it will survive long after all our books,
and even words are weightless; 

and perhaps because the heaviness of your head,
the way I love the slow, sweet sense of you,
the easiness by which you’re stilled,

how the fleshy structures that your skeleton,
your skull maintain, are easily interrogated,
it reminds me how our hands,

clasped for a moment, now, amount
to everything I have; how even your smile
as it breaks me up, has the quality of ice,

the long lines of loneliness
like a lifetime ploughed across a palm,
the permanence of snow.

sábado, febrero 13, 2021

Gregory Corso / Fragmentos de la decadencia




















Fortunato Giappinelli escupió en la muralla de Servio
    y orinó sobre las cadenas de montañas
    los prados alpinos y los bosques de cipreses y pinares.
Bosco Totobocho vio aquello y no le gustó
    de modo que subió a la Columna Antonina y apuntó con su
    catapulta al patán de Fortunato Giappinelli.
Un trozo de mármol toscano dio en la pierna de Giappinelli.
    Éste cayó, y al caer
    no pudo contenerse y se orinó encima.
A Bosco Totobocho le dio un ataque de risa
    rodó por el Alcántara sobre el Tajo
    agarrándose la enorme barriga a punto de explotar
    rodó derecho hasta chocar contra una basílica
    y allí la furiosa familia Giappinelli
    lo estaba esperando.

Gregory Corso (Nueva York, Estados Unidos, 1930-Robbinsdale, Estados Unidos, 2001), The Vestal Lady on Brattle and Other Poems, City Lights, San Francisco, 1969. Gasoline & The Vestal Lady on Brattle, City Lights, San Francisco, 2001
Versión de Jonio González


Foto: Gregory Corso, Amsterdam, c.1980 Eddie Woods


FRAGMENT FROM THE DECADENCE

Fortunato Giapinelli spat upon the rampart of Servius
and urinated over the mountain ridges
      the Alpine pastures and the cypress and pine forests.
Bosco Totobocho saw this and did not like it
     So he climbed the Antonine Column and aimed his
     onager at the slob Fortunato Giapinelli
A Tuscan marble found its mark in Giapinelli’s leg.
     He fell, and falling,
     helplessly urinated all over himself.
Bosco Totobocho howled with booms of laughter
     he rolled on the Alcantara over the Tagus
     holding his belly booming and booming
     until he rolled right smack into a basilica
     and there the furious Giapinelli family 
     awaited him

viernes, febrero 12, 2021

Pere Quart / Juego



















Navego contra la corriente.
Voy cuando vuelven.

Antes de pensar me lo repienso.
Lloro y sonrío en silencio
y en soledad.

Busco el anillo que he perdido
allí donde hay luz y bonanza.

"Tutto ch'altrui aggrada me disgrada."

Cuando puedo, discrepo.
Por ejemplo:
no digo "higuera de moro"
sino "nopal".

Y para perderme la vida
trabajo cada domingo.

Moribundo festejaré
-si me lo permiten la familia
y el resto de los poderes-
mi nacimiento.

Joan Oliver, Pere Quart (Sabadell, Cataluña, España, 1899-Barcelona, Cataluña, España, 1986), Vacances pagades, Edicions Proa, Barcelona, 1963
Versión de J. G.


jueves, febrero 11, 2021

Joaquín Giannuzzi / Dos poemas
















E = mc²

Einstein abrió la ventana
hacia la noche clara de verano.
El universo era demasiado
aun para un hombre como él.
Qué difícil meterlo en el cerebro;
los delicados muros
del cráneo le rompía, estremeciendo 
los agudos, dramáticos finales
de los restantes huesos.
Extrañamente en ese andar había leyes,
pero la Ley era un escándalo secreto,
una remota lucidez
cuyo sentido estaba huyendo
desde cualquier lugar hacia ninguno.
Se reveló, no obstante,
por gracia de este hombre
que abría su ventana hacia la noche,
una posible síntesis terrestre:
cabía en cuatro cifras tan culpables
que hacían sospechosa la inasible
profundidad del cielo: la muerte
quedaba desde entonces liberada
como esencial finalidad del cosmos.

Contemporáneo del mundo, 1962


Cucaracha en el noveno 

Así que la señora repartió el 
     último whisky de la velada y un
escalofrío que ahogó hasta el sentido del
     humor abarcó el salón del noveno
     piso. Fue cuando apareció eso, la
     negra mancha infamante que recorrió la
alfombra regada por Dalí. El mundo se hizo de
     pronto surrealista o reveló una
fisura y un carcomido dintel y la
     náusea reemplazó al conocimiento.
Y fue visible otro reino cuando el
     negro escándalo vaciló en
mitad del campo humano y hubo una especie de
     reflexión y se detuvo y varió el rumbo y buscó un
destino más elemental y nocturno. Nadie halló el
     chiste adecuado y además Haendel estaba en su
momento más suntuoso. Y la señora resolvió el
     asqueroso enigma, su ascenso a las alturas por
generaciones a partir de un
     huevo original en el piso bajo. Así que llamó al
portero y anunció: hay
     algo sucio en el noveno.

Señales de una causa personal, 1977

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Campo Quijano, Salta, Argentina, 2004), Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014


Foto: La Marea

miércoles, febrero 10, 2021

Héctor A. Murena / Dos poemas


















Himnos a la noche

¿Con qué corazón, con qué ánimo cantarte, noche,
en esta ciudad triste como una gran niña sorda
que no podía desearnos, entre hombres fatigados
por el peor de los males, por la espera, que venían 
a repetir en vano desde todas partes los llamados,
las comidas, las frustradas fiestas, a mancharte
sin saberlo, simulando en tus umbrales el inefable ruido
que es el mundo en los días de la vida verdadera?
Íbamos solos y callados por las calles, por iluminadas avenidas,
nos mirábamos sin paz, como sacerdotes amenazados,
en nuestra piel contábamos el paso del tiempo,
en la vaga angustia de una mujer que nos quería,
mientras sentíamos siempre entre los dientes el gusto
honroso y mortal de un fruto de silencio que ardía.
Y ese fruto era el válido homenaje de nuestras voces
que el alba a veces premiaba con su turbia amnistía.

La vida nueva, 1951


La casa de la melancolía

Tras la puerta
de la enfermedad
un piano toca
una desconocida
melodía de amapolas
y plata.

¡Prole de la soledad!
Significa
lo que quieras
entrañablemente,
el remedio, la daga,
la quimera,
el beso
que logres
hacer brotar:
cuídate de tu silencio,
no lo llenes,
no lo vacíes,
todo es impostura,
sólo vale un gesto,
una espuela
que se prepara
sin bajar.

Mas en un nivel
muerto
palpita la blanca
medusa del tiempo,
mientras la lluvia
como infinito
cae.

El demonio de la armonía, 1964

Héctor A. Murena (Buenos Aires, 1923-1975), La poesía del cincuenta, selección, prologo y notas de Daniel Freidemberg, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1981