Por encargo de Ludovico el Moro
deletreé durante tres años la Última Cena.
No cometí ningún error,
fue mi voluntad que Cristo y sus apóstoles
se fuesen desintegrando con el tiempo.
Estoy seguro de que cuando la cena sea nuevamente servida
otro Ludovico me encargará rehacerla
hasta que el vino vuelva a escasear.
Confío en la eterna sed del hombre.
Daniel Chirom (Buenos Aires, 1955-2008), La diáspora, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1983
Envío de Jonio González
Ref.:
Jewish Latin America
Analecta Literaria
Télam
Página 12
Blog del Amasijo
Poetas Siglo XXI
Foto: El Patagónico
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