viernes, abril 30, 2021

Jim Harrison / Una variación sobre Machado
















Me inquieta mucho el sufrimiento
de Machado. Yo sólo tenía un año cuando cruzó
con su madre la frontera entre España y Francia
en medio de una tormenta. Ella murió y él también
pocos días más tarde en una pensión junto a un canal seco.
Para cargar con su Madre abandonó su mochila
llena con sus últimos años de poesía.
He viajado a Collioure varias veces
para buscar la mochila perdida de Machado.
Los franceses le dieron de comer pero no pudieron salvarlo.
No existe camino verdadero hacia una muerte -
descubrimos el camino caminando.
Doblamos la esquina en una calle que no existe
y hay una casa en una verde colina
con mil pájaros multicolores volando en círculo.
¿Los poemas están en el sótano de la casa o en la colina?
Lo descubriremos si recordamos la tierra.

Jim Harrison (Grayling, Estados Unidos, 1937-Patagonia, Arizona, Estados Unidos, 2016), Dead Man´s Float, Copper Canyon Press, Port Townsend, 2016
Versión © Jonio González




A VARIATION ON MACHADO

I worry much about the suffering
of Machado. I was only one when he carried
his mother across the border from Spain to France
in a rainstorm. She died and so did he
a few days later in a rooming house along a dry canal.
To carry Mother he abandoned a satchel
holding his last few years of poetry.
I've traveled to Collioure several times
to search for Machado's lost satchel.
The French fed him but couldn't save him.
There's no true path to a death —
we discover the path by walking.
We turn a corner on no road
and there's a house on a green hill
with a thousand colorful birds sweeping in a circle.
Are the poems in the basement of the house on the hill?
We'll find out if we remember earth at all.

jueves, abril 29, 2021

Giorgio Caproni / De "Res amissa"

















No maten el mar,
la libélula, el viento.
No sofoquen el lamento
(el canto) del manatí.
El gálago, el pino:
de eso también está hecho
el hombre. Y a quien,
por provecho vil,
fulmina un pez, un río,
no lo hagan caballero
de trabajo. El amor
termina donde acaba la hierba
y muere el agua. Donde,
desaparecida la foresta
y el aire verde, quien queda
suspira en el siempre más vasto
país muerto: "¡Cómo
podría volver a ser bella,
extinguido el hombre, la tierra!"

Giorgio Caproni (Livorno, Italia, 1912-Roma, 1990), Res amissa, Garzanti, Roma, 1991 Vía RAI
Versión de Jorge Aulicino


Foto: Pangea


Non uccidete il mare 
la libellula, il vento. 
Non soffocate il lamento 
(il canto!) del lamantino. 
Il galagone, il pino: 
anche di questo è fatto 
l’uomo. E chi per profitto vile 
fulmina un pesce, un fiume, 
non fatelo cavaliere 
del lavoro. L’amore 
finisce dove finisce l’erba 
e l’acqua muore. Dove 
sparendo la foresta 
e l’aria verde, chi resta 
sospira nel sempre più vasto 
paese guasto: "Come 
potrebbe tornare a esser bella, 
scomparso l’uomo, la terra."

miércoles, abril 28, 2021

Fernando Belottini / De "Entre tanto"


















La piedra cónica

Hoy en el Parque San Carlos
encontré una piedra cónica
parece la punta de una flecha en tres dé
picada por gotas de ácido
pero es seguro la parte de algo ancestral
una loca máquina extraterrestre
hecha palos de ñandubay 
atada con tientos
de cuero de guazuncho
así ha de ser
de raro 
y especial
solo porque la encontré 
mientras caminaba con mi hija
a la luz de la primavera
y hablábamos
de lo difícil que es mantener
un cuerpo sano
en una mente insana.


Heladas de madrugada

Un compañero me lleva al trabajo
vamos por una de las avenidas principales

Me cuenta que una mañana lluviosa
cuando venía por esa avenida
pensó que el amor
se detiene y circula
como el tránsito
al ritmo de las luces 
de los semáforos

Con luces rojas y verdes
le envió una fotografía de la calle a su amada

Ella, que ignoraba aquellos sentimientos
porque una fotografía no alcanza,
respondió asombrada por la lluvia

En ese momento
yo pensé en escribir un poema 
un poema que dijera
que el amor
(a veces)
puede ser tan brutal
como una mañana cuando hiela.


Un caballo con patas de ceniza

Entonces me acordé
cuando aquel mediodía
en pleno centro
se nos cruzó un caballo
y la persona que manejaba
dijo
“solo en esta ciudad puede pasar esto”

Era un caballo blanco
con patas de ceniza
y yo me pregunté si lo que puede pasar
es el horror de un tránsito desbocado
o que tengamos animales tan bellos
tan osados 
como para obligarnos al asombro
y al recuerdo.

 
Cuestionario

Vamos en auto
mi hija me pregunta
cómo me gustaría morirme
tardo en responder
porque sé (positivamente)
que no me gustaría morirme
pero por respeto
me veo en la necesidad de responder
Entonces le digo
que quisiera morirme de manera natural
de viejo
de un día para el otro
en una cama cualquiera
Ella no hace ningún gesto
solo pregunta
qué prefiero
si morir en un accidente de autos
o por un disparo
Tardo otra vez en responder
y me pregunto por qué me someto
a determinados cuestionarios

La temperatura en la calle
a esa hora
era de treinta y seis grados centígrados. 
 
Fernando Belottini (San Jorge, Santa Fe, Argentina, 1962), Entre tanto, inédito


martes, abril 27, 2021

Louis MacNeice / Dublín
















Ladrillo sobre ladrillo gris,
enfático bronce
sobre oscuros pedestales
–O’Connell, Grattan, Moore–,
y los remolcadores de la cervecería y los cisnes
en la corriente con barandilla,
y los desnudos huesos de un montante
sobre una puerta hambrienta,
y el aire suave en la mejilla,
y porter fluyendo de las espitas
con espuma de crema amarilla,
y Nelson en su columna
viendo colapsar su mundo. 

Ésta nunca fue mi ciudad,
no nací ni me crié aquí,
ni fui a la escuela, ni me tendrá
vivo o muerto,
pero ella todavía tiene mi mente
con su elegancia de pacotilla,
con sus suaves velos de lluvia
y con todos sus fantasmas que caminan
y con todo lo que se esconde detrás
de sus fachadas georgianas –
la guarangada y el dolor,
el glamour de su miseria,
la bravata de su habla. 

Las luces bailan en el río
con un movimiento de acordeón
y el sol sale a la mañana
como azúcar perlado sobre el agua,
y en las colinas de Wicklow la niebla
está cerca, tan cerca
como el campesinado del terrateniente,
como el irlandés del anglo-irlandés,
como el asesino está cerca en un momento
del hombre al que mata,
o como el momento mismo
está cerca del siguiente momento.
 
No es una ciudad irlandesa,
ni tampoco inglesa,
histórica con armas y plagas,
y el renombre frío
de un fragmento de latín eclesiástico,
de una frase retorica.
Pero oh, los días son suaves,
lo suficientemente suaves para olvidar
la lección más aprendida,
la bala sobre las calles
mojadas, el trato no cumplido,
el acero detrás de la risa,
la quema de los Four Courts.* 

Fuerte del danés,
guarnición del sajón,
augusta capital
de una nación gaélica
que se apropia de todo
lo que trajo el extranjero,
me diste tiempo de pensar
y con un truco de prestidigitador
preparas la hora de la caída:
oh grisura que llegas a flor,
piedra gris, agua gris
y ladrillo sobre ladrillo gris.
 
Louis MacNeice (Belfast, 1907-Londres, 1963), Collected Poems, Faber & Faber, 1979
Traducción de Jorge Fondebrider
 
* Sede del tribunal supremo de Irlanda, del alto tribunal de Irlanda y del tribunal central criminal de Irlanda, que, durante la guerra civil irlandesa fue bombardeado por el gobierno para expulsar a los rebeldes. En su incendio se quemaron todos los documentos y registros que allí había y que se remontaban al siglo XII. (N. del T.) 


Foto: Louis MacNeice en la BBC, c.1948 BBC


Dublin
Grey brick upon brick,/ Declamatory bronze/ On sombre pedestals –/ O’Connell, Grattan, Moore –/ And the brewery tugs and the swans/ On the balustraded stream/ And the bare bones of a fanlight/ Over a hungry door/ And the air soft on the cheek/ And porter running from the taps /With a head of yellow cream/ And Nelson on his pillar/ Watching his world collapse.// This never was my town,/ I was not born or bred// Nor schooled here and she will not/ Have me alive or dead/ But yet she holds my mind/ With her seedy elegance,/ With her gentle veils of rain/ And all her ghosts that walk/ And all that hide behind/ Her Georgian facades –/ The catcalls and the pain,/  The glamour of her squalor,/ The bravado of her talk.// The lights jig in the river/ With a concertina movement / And the sun comes up in the morning/ Like barley-sugar on the water/ And the mist on the Wicklow hills/ Is close, as close/ As the peasantry were to the landlord,/ As the Irish to the Anglo-Irish,/ As the killer is close one moment/ To the man he kills,/ Or as the moment itself/ Is close to the next moment. // She is not an Irish town/ And she is not English,/ Historic with guns and vermin/ And the cold renown/ Of a fragment of Church latin,/ Of an oratorical phrase. / But oh the days are soft,/ Soft enough to forget/ The lesson better learnt,/ The bullet on the wet/ Streets, the crooked deal,/ The steel behind the laugh,/ The Four Courts burnt.//  Fort of the Dane,/ Garrison of the Saxon,/ Augustan capital/ Of a Gaelic nation,/ Appropriating all/ The alien brought,/ You give me time for thought/ And by a juggler’s trick/ You poise the toppling hour –/ O greyness run to flower,/ Grey stone, grey water,/ And brick upon grey brick.

lunes, abril 26, 2021

Elizabeth Bishop / Paisaje marino



Este paisaje marino celestial, con garzas blancas despegando como ángeles, 
volando y ladeándose tan alto y tan lejos como quieren
en distintas hileras de reflejos inmaculados; 
toda la región, desde la garza más alta
hasta la ingrávida isla de los manglares
con hojas brillantes y verdes salpicadas prolijamente con guano 
como una iluminación plateada,
y abajo los arcos góticos y sugerentes de las raíces de los manglares 
y el hermoso pastizal del fondo verde claro
donde eventualmente salta un pez, como una flor silvestre 
en ornamental pulverización;
este dibujo de Rafael para un tapiz para un Papa: 
realmente parece el cielo.
Pero un faro esquelético ahí parado 
en sotana blanca y negra
que vive nervioso, piensa que sabe más.
Piensa que el infierno ruge bajo sus pies de acero, 
y que por eso el agua de la superficie es cálida,
y sabe que el cielo no es como esto.
El cielo no es como volar o como nadar,
pero tiene que ver con algo tenebroso y con una mirada intensa 
y cuando oscurezca va a recordar
una palabra contundente para decir al respecto.

[North & South, 1946]

Elizabeth Bishop (Worcester, Estados Unidos, 1911 - Boston, Estados Unidos, 1979), El iceberg imaginario, selección y versiones de Laura Crespi, Cuadernos de Traducción, Buenos Aires, 2019



Seascape

This celestial seascape, with white herons got up as angels, 
flying high as they want and as far as they want sidewise 
in tiers and tiers of immaculate reflections;
the whole region, from the highest heron 
down to the weightless mangrove island
with bright green leaves edged neatly with bird-droppings 
like illumination in silver,
and down to the suggestively Gothic arches of the mangrove roots 
and the beautiful pea-green back-pasture
where occasionally a fish jumps, like a wildflower 
in an ornamental spray of spray;
this cartoon by Raphael for a tapestry for a Pope: 
it does look like heaven.
But a skeletal lighthouse standing there 
in black and white clerical dress,
who lives on his nerves, thinks he knows better. 
He thinks that hell rages below his iron feet, 
that that is why the shallow water is so warm, 
and he knows that heaven is not like this.
Heaven is not like flying or swimming,
but has something to do with blackness and a strong glare 
and when it gets dark he will remember something 
strongly worded to say on the subject.
---
Foto: Elizabeth Bishop recibe el Premio Neustadt, Oklahoma, 1976 Neustadt Prize

domingo, abril 25, 2021

Alexis Romero / De "La inclinación"


















Palabras del romano

                  A Ricardo Rojas, la bondad

mi certidumbre fue la incertidumbre
fui quien llegó tarde a la ciudad
de las paredes limpias y los resguardos tempranos
por ello la destrucción empezará conmigo

diré a los míos 
que los versos se pudrieron en mí
de tanto luchar por inocencia

despertaré tarde expulsado de la promesa
las plantas se secarán cuando sus frutos brillen
y la alegría acaricie los cristales de los ojos que perdí

mi espada era de cansancio
                  ese metal de las emociones muertas


Registro sumerio

témele a la oración vacía de surgimientos
porque si algo ocurre
ocurre un hombre una mujer
una respiración aún distante del desprecio
 
una sinfonía de la inocencia
o del arrasamiento nunca contado
por los padres de esto
que ya no es piel en mi cuerpo 
pero temblor en la dureza del lecho


Un sabio parsi

sentado los miraba como si volviera a presenciar 
los inicios del mundo en las casas de pisos de rocas

deseaba decirles respondan con calma y hambre
no arrasen lo que brota de la memoria
confíen en los atropellos

oren por la violencia y el vino
sonrían cuando una mujer parta sus labios
cuando un hombre se hinque y mire sus manos
honren la ansiedad
esa nueva ley del nacimiento

Alexis Romero (San Félix, Venezuela, 1966), La inclinación, Fundación La Poeteca, Caracas, 2021


sábado, abril 24, 2021

Víctor Rodríguez Núñez / Dos poemas
















drama de marco polo

                      para Margaret Randall

algo he visto del mundo
las tormentas de polvo de managua
la nieve ya desnuda
en los pinares del camino a smolyan
y cómo discuten las banderas en la torre
de la universidad de puerto rico

algo he visto del mundo
las piedras encantadas de palenque
la bahía de miel
que olvidó el verano en ponta delgada
y aquella plaza roja
pintada por kandinsky

algo he visto del mundo
y eso ahonda mi pena
                           nada me pertenece

Los poemas de nadie y otros poemas, Tecnológico de Antioquia, Medellín, 1992


malecón

el ruso con arpón y la santera
pisan fuerte sobre la savia de flamboyán
no hay sentido común
                  solo hollar la belleza

él ensartará su cubera de oro
coleando en el agua enjabonada
ella se casará con su turista
encantado con la asimetría de los pechos

todo en la misma tarde
en que el sol decidió quedarse fijo
sin embargo la lluvia se apersona

se filtra entre las ruinas
cuando la noche vuelva encontrará
desilusión en sal

despegue, Visor, Madrid, 2016

Víctor Rodríguez Núñez (La Habana, 1955)


viernes, abril 23, 2021

R. S. Thomas / En la granja
















Estaba Dai Puw. No era bueno.
Lo pusieron en el campo para cortar nabos.
Y le sacaban el cuchillo, cuando volvía a casa
tarde a la noche, con una mueca
como el corte de un cuchillo en la cara. 

Estaba Llew Puw, y no era bueno.
Cada noche después de arar
con el gran tractor se sentaba en su silla,
a mirar hacia el enmarañado jardín de fuego,
abriendo los labios lentos como un caracol. 

Estaba Huw Puw, también. ¿Qué diré?
Lo he oído silbar en los setos
continuamente, como si el invierno
nunca volviera a dejar esos campos,
y todos los árboles fueran deformes. 

Y por último estaba la niña:
belleza bajo algún hechizo de la bestia.
Su cara pálida era la linterna
con la que leían en el libro oscuro de la vida
la frase estridente: Dios es amor.

R.S. Thomas (Cardiff, Gales, Reino Unido, 1913-Pentrefein, Gales, Reino Unido, 2000), Collected Poems 1945-1990,  Phoenix, Londres, 2000
Traducción de Jorge Fondebrider 


 

On the farm
There was Dai Puw. He was no good./They put him in the fields to dock Swedes./ And took the knife from him, when he came home/ At late evening with a grin/ Like the slash of a knife on his face.// There was Llew Puw, and he was no good./Every evening after the ploughing/ With the big tractor he would sit in his chair,/ And stare into the tangled fire garden/ Opening his slow lips like a snail.// There was Huw Puw, too. What shall I say?/ I have heard him whistling in the hedges/ On and on, as though winter/ Would never again leave those fields,/ And all the trees were deformed.// And lastly there was the girl:/ Beauty under some spell of the beast./ Her pale face was the lantern/ By which they read in life’s dark book/ The shrill sentence: God is love.

jueves, abril 22, 2021

Leonardo Sciascia / Dos poemas

















Abril 

Les busco camorra a las cosas, sentado
al sol de abril que vuelve en mí
a uno de sus juegos de resentimiento y engaño.
Miro encenderse el juego de los niños,
una risa ligera que se encanta
de luz, busca su corazón de música;
quizá su corazón de pena.
La aldea, no lejos, parece hundirse
en el verde: más allá de este juego
lleno de voces, hay sólo un país de silencio.


Desde el tren, llegando a B***

La casa brilla blanca a la orilla del mar;
y la palma se eleva en el azul,
el verde perforado por los limones de oro,
la sombra fría bajo la trama del ramaje.
Los sonidos chirrían en el cristal del día,
una barca roja se aleja inundada de voces.
La chica que aparece en la playa
ha olvidado los secretos susurrados en la noche;
saluda la mano en alto los clamores de la barca,
el azul del día marino, el alto sol ahora;
luego se inclina armoniosa a desatar las sandalias vivaces.

Leonardo Sciascia (Racalmuto, Italia, 1921-Palermo, Italia, 1989), La Sicilia, il suo cuore, Bardi Editore, Roma, 1952
Versiones de Eduardo Mileo


Foto: Leonardo Sciascia en Racalmuto, 1983 La Repubblica


APRILE 

Sto a far camorra sulle cose, seduto
al sole d’aprile che in me torna
a un suo azzardo di risentimenti e di inganni.
Guardo accendersi il gioco dei ragazzi,
una rissa leggera che s’incanta
di luce, cerca un suo cuore di musica;
forse un suo cuore di pena.
Il paese, non lontano, sembra affondare
nel verde: di là da questo gioco
pieno di voci, è solo un paese di silenzio.


DAL TRENO, GIUNGENDO A B*** 

La casa splende bianca in riva al mare;
e la palma che svetta nell’azzurro,
il verde trapunto dal giallo dei limoni,
la fredda ombra sotto la trama dei rami.
I suoni stridono sul cristallo del giorno,
una barca rossa si allontana piena di voci.
La ragazza che esce sulla spiaggia
ha dimenticato i sussurrati segreti della notte;
saluta con la mano alta i clamori della barca,
l’azzurro giorno marino, il sole già alto;
poi si china armoniosa a slacciare i sandali vivaci.

miércoles, abril 21, 2021

Adam Zagajewski / Dos poemas

















Mirlo

Se sentó un mirlo en la antena de tv,
cantaba una dulce canción de jazz.
¿A quién dices adiós? ¿Qué lloras?
A los que ya no están, contestó el mirlo, 
me despido del día (de sus ojos y párpados),
lloro a una chica que ha vivido en Tracia,
no la pudiste conocer.
Me apena el mimbre que mata la escarcha,
lloro porque todo perece y cambia
y regresa, pero nunca es igual,
En mi pequeña garganta apenas caben
tristeza y desconsuelo, alegría y orgullo,
por esta radical metamorfosis.
Veo avanzar la comitiva fúnebre,
allí, igual cada día, al filo del horizonte.
Van todos, los observo y me despido.
Veo sables, sombreros, pañuelos, pies descalzos, 
cañones, sangre y tinta. Avanzan lentos,
desaparecen en la niebla de la orilla, por la derecha.
De ellos, de ti y de la luz me despido,
y saludo a la noche, porque a la noche sirvo,
a las negras sedas, a las negras fuerzas.


Robespierre ante el espejo

Tengo los labios finos, la nariz afilada.
Mi cara encierra algo de asceta.
Mi mirada puede ser dura
e inflexible.
Sin duda me describirán así
los que historien la gran revolución:
"Despiadado, inflexible, ambicioso."
Ni siquiera yo mismo puedo saber quién soy,
pero ahora, al amanecer, en junio,
en el pueblo, ante el espejo rosado
por la salida del sol,
advierto una sonrisa en mi cara
y una benevolencia
que suele acompañar a la ternura
y a la debilidad.
En la mejilla izquierda llevo una nube negra.

Adam Zagajewski (Lvov, actual Ucrania, 1945-Cracovia, Polonia, 2021), Tierra del fuego, Acantilado, Madrid, 2017 
Traducción de Xavier Farrè

---

martes, abril 20, 2021

George Szirtes / Variaciones sobre Leopold Staff

















I

Construí con humo mi casa
Y la poblé con fuego
Porque debe haber fuego
En el fuego la casa
En la casa el humo
En el humo yo

II

Él no confiaba en ladrillos y argamasa
Pero la chimenea arrojaba humo
Bajo la chimenea ronroneaban palomas
Bajo la chimenea el graznido del cuervo
Ilusión, gritaba la lejana máquina
Ilusión, exclamó él, y despertó

III

Esta carne tan sólida podría convertirse en piedra
Y sobre esa piedra podría levantarse un edificio
El resto es humo y espejos, humo y energía

IV 

Esos son tus cimientos 
Ahí es donde empezaste 
No busques significados 
No busques finales
Empieza aquí. Prepara el fuego

George Szirtes (Budapest, 1948), Modern Poetry in Translation
Traducción de Jonio González

Nota del Traductor
El propio Szirtes explica que este poema está basado en "Cimientos" [Foundations], de Leopold Staff: "Construí sobre la arena / y se vino abajo; / construí sobre una roca / y se vino abajo. / Ahora, cuando construya, empezaré / por el humo de la chimenea". [I built on the sand / And it tumbled down / I built on a rock / And it tumbled down / Now when I build, I shall begin / With the smoke from the chimney], que leyó traducido del polaco por Czeslaw Milosz en Post-War Polish Poetry, Doubleday, Nueva York, 1965.



VARIATIONS ON LEOPOLD STAFF

1

I built my house of smoke
And peopled it with fire
Because there must be fire
Within the fire the house
Within the house the smoke
Within the smoke myself

2

He did not trust in bricks and mortar
But the chimney spouted smoke
Down the chimney pigeons purring
Down the chimney raven’s croak
Illusion, cried the distant engine
Illusion, he exclaimed, and woke

3

This too too solid flesh might turn to stone
And on that stone a building might be raised
The rest is smoke and mirrors, smoke and gone

4

These are your foundations
That is where you begin
Do not look for meanings
Do not look for endings
Begin here. Prepare the fire
---

lunes, abril 19, 2021

Rolando Revagliatti / Dos poemas














[para Otra Iglesia Es Imposible]

Aunados

Los otros personajes me expulsaron
de todas mis películas

Me diluyeron, me exoneraron
me fusilaron o enterraron vivo

Me extirparon los otros personajes
alentados por el director o por el guionista

Según cada propuesta fílmica
por los productores, por los técnicos
y una vez hasta por mi representante

No desisten en colaborar
en la concepción irrefrenablemente mutilada

de mi trayectoria.


Retirados, no del todo

Si nos quiere, llame: seguimos disponibles:

somos los veteranos de guerras afrodisíacas
sobrevivientes —en nuestro segmento laboral—
de incontables catreras de batalla:

cada cual con su sello porno-trapecista
estelares acróbatas ensartadores
en ámbitos privadísimos y artificiales o al aire libre

indoblegables domadores polimorfos
en protagónicos papeles hemos destacado 
inagotabilidad y envergadura

Porno-asistencialistas
algunos otros compañeros aficionados
asomaron en nuestros filmes
ligando sus raciones propias de menguados intervinientes

hasta que a veces juntos nos prendíamos
en orgías exponenciales

reservadas para los exhaustivos finales
de los sucesivos porno-derramadores
de la fuente de la vida
ficcional.

Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945)

---
Foto: Gentileza del autor

domingo, abril 18, 2021

Adam Zagajewski / Dos poemas
















Oda a la suavidad

Los amaneceres son ciegos como gatitos.
Las uñas crecen confiadamente, aún
saben qué tocarán. Suaves
son los sueños y la ternura como niebla
suspendida sobre nosotros, igual que la campana de Segismundo
antes que el frío la abrazase.

Poemas escogidos, Pre-Textos, Valencia, 2005
Traducción de Elzbieta Bortkiewicz


Tierra del Fuego

Tú, que ves nuestras casas por la noche
y las finas paredes de nuestras conciencias,
tú, que oyes el zumbido de las máquinas
de coser de nuestras conversaciones,
sálvame, arráncame de este sueño,
de esta amnesia.

¿Por qué es la infancia, ¡oh, tesoros de aluminio,
oh, susurro de plomo, amenazante y bello,
la única fuente, la única añoranza!?
La vejez, posterior a la edad madura, ¿por qué
es un camino inacabable,
amarillo como si fuera el Sáhara?

Sabes muy bien que algunos días
incluso el deseo se vuelve seco,
y los labios al rezar se endurecen.

A veces la moneda del sol se vuelve mate
y la vida empequeñece hasta tal punto
que podría caber
en los guantes azules de una gitana 
que predice el pasado
de hasta siete generaciones.
 
Y es entonces cuando en un pueblo
del sur un charlatán
decide destruirte, a ti,
y a mí y a sí mismo.

Tú, que ves el blanco de nuestros ojos,
tú, que te escondes igual que un pinzón
en los serbales,
y en las cálidas medias de las nubes
como un halcón,
abre las repletas cajas de cantos,
abre la sangre que late en las aortas
de animales y piedras,
enciende las farolas en los negros jardines.
 
Innombrable, invisible, silencioso,
libérame de la anestesia,
llévame a la Tierra del Fuego,
llévame allí, donde los ríos
fluyen verticalmente, verticalmente fluyen
ríos horizontales.

Tierra del fuego, Acantilado, Madrid, 2017 
Traducción de Xavier Farrè

Adam Zagajewski (Lvov, actual Ucrania, 1945-Cracovia, Polonia, 2021)


Foto: Adam Zagajewski delante de su casa en Cracovia, 2017 Lisbeth Salas/El País

sábado, abril 17, 2021

Diego Brando / De "El reino de los peces"



6

Nadie responderá el teléfono, nadie
tampoco va a llamar. Somos personas
desperdigadas, material que dejó la guerra.
Y sobre nosotros torres de alta tensión,
kilómetros que nos separan de nuestros parientes.
¿Oíste el último estallido? ¿Viste el ganado
desvanecerse entre la niebla?
El agua ya no apacigua,
el dinero vale menos que una pizca,
y la voluntad se pudrió en el último diluvio.
Dios sabe de castigos, y es un energúmeno;
un ser que vive en un cielo más alto de lo que creíamos.
Por eso, hermano, vos que huís de la tierra que habitaste,
retomá tu arado y salí a caminar,
en las rutas te esperan los baches y los bueyes.


13

Recuerdo el miedo,
mi padre en la terraza saludaba
con su mano izquierda
mientras oprimía el futuro con la derecha.
Y hubo que mudar, replantearse,
extranjerizarse hasta el sur de la tierra,
y luego ver el ocaso seguido de la aurora.
Nieve por todas partes
aunque no la hayamos visto nunca,
cenizas de papel en el piso.
Bastaba el aire. Ya no.

Diego Brando (Leones, Córdoba, Argentina, 1987)

El reino de los peces
,
Barnacle,
Buenos Aires, 2021









viernes, abril 16, 2021

Mercedes Araujo / Madre e hijas



















Otoño se imagina niebla
en el jardín de suculentas
un cielo frío y sereno
lluvia tropical
se sueña
la madre exalta ese pequeño
y delicado asunto
de tejer, enlazar
a veces recto y otras curvo
mientras dice: ciertas flores
son preciosas
como tormentas
o ¡qué barato es tejer!
¡qué barato es
hablar de un viento!
así la madre decreta:
nacidas y criadas
en las pausas
del desierto

hinojo para las penas.

Yo quiero mi té de burro
dice una
–y la otra–
qué delicia, voy a llevar dos gajos

¡trinitarias para la ausencia!

Hay plantas mágicas
pero hay otras
que no te dejan mentir
aunque quisieras
y te deforman el pie o el alma
si para no llorar
                estás riendo.

Mercedes Araujo (Mendoza, Argentina, 1972), "Poemas de familia", Op. Cit., 12 de abril de 2021

jueves, abril 15, 2021

Liliana Díaz Mindurry / Mística vacía
















Y cuando la noche se incrusta en las calles, o los vasos se llenan de whisky
mientras los insectos se marean en la luz, y hay sillas tumbadas en los cafetines
de mala muerte, en la plena deshora
y hay viajantes de comercio cortándose las venas en hoteles de lujo
uno sabe, lo sabe cualquiera, vos aunque te des vuelta o te desangres en el baño
de un palacio,
que en el principio del principio era el vacío
lo que se abisma,
el lenguaje que no dice, la voz que se cierra, lo indeterminado del mundo,
llamar dios por decir algo, por nombrar eso que no tiene nombre ni lengua, 
nombrar lo que nunca, lo que jamás, la oscuridad que resplandece
para ser más oscuridad, la voluntad de nada,
la distancia
la pura inexistencia, el brillo vacilante de una cosa 
al morir.
Y podrá ser luego la fiesta de los días, la brisa de un incierto paraíso
las horas como largos candelabros,
los deseos incendiarios de los cuerpos,
eso
que será siempre
una marca, una forma inventada
de la ausencia.

Liliana Díaz Mindurry (Buenos Aires, 1953), Abismarse, inédito

miércoles, abril 14, 2021

María Agustina Pardini / Casi vidente




 












A veces
solo a veces
puedo ver más allá de lo aparente
como si a al mirar los ojos de las personas
pudiese enterarme de cosas
que no siempre quiero saber
pero que flotan
enredadas unas con las otras
con ganas de escapar.
Entonces cuando veo
las verdaderas intenciones
los temores que no dejan dormir
o los secretos que se amontonan
como cuchillos viejos en el segundo cajón
me olvido del hombre o la mujer
que ahora están parados frente a mí
moviendo sus manos de lado a lado
avisándome que falta una parada
para llegar a mi destino.

[inédito]

María Agustina Pardini  (Buenos Aires, 1989)

martes, abril 13, 2021

Nuala Ní Dhomhnaill / El tema del lenguaje




Deposito mi esperanza sobre el agua
en el pequeño bote
del lenguaje, del mismo modo en que pondría
a un niño

en una cuna de hojas de lirios salvajes
entretejidos
su interior frotado
con betún y brea,

luego lo dejo ir  
entre los juncos
y el llanto de la Banshee
a la vera del río

mirándolo y preguntándome
si la corriente lo llevará
como a Moisés, si tal vez,
la hija de algún Faraón vendrá a salvarlo.

Nuala Ní Dhomhnaill (Lancashire, Reino Unido, 1952), Pharaoh's Daughter, Gallery Press, 1992, Ogham, 2 de mayo de 2014
Versión: Marina Kohon




The Language Issue

(Traducción literal del gaélico irlandés)

I put my hope in swimming
in a little boat of the language
just as you would lay an infant

in a cradle
that would be made of
intertwined leaves of the wild iris,
a mixture of bitumen and pitch
rubbed into its underside. 
Then to let it down 
amid the sedge
and wailing of the fairy women
by the edge of the river,
looking and wondering
would the flow take it
looking to see, as happened to Moses,
would Pharaoh's daughter come to save it? 

              Trad. Oona Chantrell

Ceist na Teangan

Cuirim mo dhóchas ar snámh
i mbáidín teangan
faoi mar a leagfá naíonán
i gcliabhán
a bheadh fite fuaite
de dhuilleoga feileastraim
is bitiúman agus pic
bheith cuimilte lena thóin

ansan é a leagadh síos
i measc na ngiolcach
is coigeal na mban sí
le taobh na habhann,
féachaint n’fheadaraís
cá dtabharfaidh an sruth é,
féachaint, dála Mhaoise,
an bhfóirfidh iníon Fhorainn?

Nuala Ni Dhomhnaill

lunes, abril 12, 2021

Cesare Pavese / Palabras del político




Se pasaba temprano por el mercado de pescado
para lavarse la mirada: había de plata,
bermejos, verdes, color del mar.
Comparados con el mar, todo escamado de plata,
ganaban los pescados. Se pensaba en el regreso.

Bellas hasta las mujeres de cántaro sobre la cabeza,
oliváceo, moldeado sobre la forma de las caderas,
suavemente: cada uno pensaba en las mujeres,
cómo hablan, ríen, caminan por la calle.
Reíamos, cada uno. Llovía sobre el mar.

Por las viñas, ocultas en las depresiones de la tierra,
el agua macera hojas y ramitas. El cielo
se colorea de nubes escasas, enrojecidas
de placer y de sol. Sobre la tierra, sabores;
y colores en el cielo. Nadie con nosotros.

Se pensaba en el regreso, como después de una noche
entera de insomnio se piensa en la mañana.
Se gozaba de los colores de los pescados y del humor
de la fruta, vivaces en el tufo del mar.
Borrachos estábamos, en el regreso inminente.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino


Fotos: Serie en el prontuario de confinamiento de Cesare Pavese, 1935 (detalle) Pangea


Parole del politico

Si passava sul presto al mercato dei pesci
a lavarci lo sguardo: ce n’era d’argento,
di vermigli, di verdi, colore del mare.
Al confronto col mare tutto scaglie d’argento,
la vincevano i pesci. Si pensava al ritorno.

Belle fino le donne dall’anfora in capo,
ulivigna, foggiata sulla forma dei fianchi
mollemente: ciascuno pensava alle donne,
come parlano, ridono, camminano in strada.
Ridevano, ciascuno. Pioveva sul mare.

Per le vigne nascoste negli anfratti di terra
l’acqua macera foglie e racimoli. Il cielo
si colora di nuvole scarse, arrossate
di piacere e di sole. Sulla terra sapori
e colori nel cielo. Nessuno con noi.

Si pensava al ritorno, come dopo una notte
tutta quanta di veglia, si pensa al mattino.
Si godeva il colore dei pesci e l’umore
delle frutta, vivaci nel tanfo del mare.
Ubriachi eravamo, nel ritorno imminente.

Poesie, Mondadori, Milán, 1969

domingo, abril 11, 2021

Tua Forsström / Penélope

















1
Soy la esposa, cercada
Los años fluyeron como agua,
Una se acostumbra. Sucedió
Que yo me separé de mi espera
Y miré a mis Pretendientes, negado
Tú. Me olvidé de mí, me olvidé
de las noches bajo Sus manos
Como se olvida un sueño hasta
Que vuelve. Pasaron muchos años
Como instantes. Hay
Una espera tal que uno se separa

2
Lo que llamamos tiempo
Es tal vez entrenarse
En incertidumbres, carencias.
Lo que llamamos tiempo
es quizá finalmente ¡renunciar!
¡Yo olvido! ¡Olvido
Su nombre!
La guerra deforma.
La memoria reduce.
Cercar o ser cercada
A la larga da igual. Pero
¿Serle negado un abrazo
Como a agua derramada?

3
¡Huesos pelos plumas escamas!
Los años pasan alegremente y se hace de noche
Inviolables son las leyes de los minerales
En la tierra, las vistosas superficies se desconchan:
Sobre el rostro sin custodia que era el del sueño
Sobre el rostro sin custodia que era la máscara sin custodia
De los sueños

4
Un cuerpo es llevar un cofre
Con reliquias, huesos como porcelana
Yo no soy aún una mujer
Vieja, ¡eso me fastidia!
Tejo una tela. Soñé
Anoche con un barco que iba a la deriva
Hacia una lejana costa
¿Me recuerdas? El que
Vuelve es siempre otro
Con las sombras de las guerras en la frente,
Con cicatrices de todo lo extranjero
Grabadas en el cuerpo
¿Quién vuelve como el que era?
Lo que uno perdió es real:
Lo que uno perdió lo conserva
para siempre. Una espera,
Un hombre. ¿Me recuerdas?
Date prisa, si puedes.

Tua Forsström (Porvoo, Finlandia, 1947), Afinidades afectivas. Antología de poesía nórdica, Libros del Innombrable, Zaragoza, 2003
Traducción de Francisco J. Uriz
Envío de Jonio González

sábado, abril 10, 2021

Janet Loxley Lewis / Austeridad

























He vivido tanto tiempo
sola en las frías colinas...
Amé la roca
y los inclinados pinos,
odié la vida en el prado herboso,
odié las abundantes, sensuales abejas.
He vivido tanto tiempo
bajo la alta monotonía de cielos estrellados,
estoy tan identificada
con el viento limpio y las noches frías,
que la gente no me dejará entrar
en sus cálidos jardines
llenos de abejas.

Janet Loxley Lewis (Chicago, Estados Unidos, 1899-Los Altos, Estados Unidos, 1998),  Poems Old and New, 1918-1978, Swallow Press, Athens, 1981
Versión de Jonio González