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viernes, noviembre 08, 2024

Luis Cernuda / Tres poemas


Desdicha

Un día comprendió cómo sus brazos eran 
Solamente de nubes; 
Imposible con nubes estrechar hasta el fondo 
Un cuerpo, una fortuna. 

La fortuna es redonda y cuenta lentamente 
Estrellas del estío. 
Hacen falta unos brazos seguros como el viento, 
Y como el mar un beso. 

Pero él con sus labios, 
Con sus labios no sabe sino decir palabras; 
Palabras hacia el techo, 
Palabras hacia el suelo, 
Y sus brazos son nubes que transforman la vida 
En aire navegable. 

"Un río, un amor", 1929, La realidad y el deseo (1924-1962), Fondo de Cultura Económica, México, 1992


Qué ruido tan triste

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando 
     se aman, 
Parece como el viento que se mece en otoño 
Sobre adolescentes mutilados, 
Mientras las manos llueven, 
Manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, 
Cataratas de manos que fueron un día 
Flores en el jardín de un diminuto bolsillo. 

Las flores son arena y los niños son hojas, 
Y su leve ruido es amable al oído 
Cuando ríen, cuando aman, cuando besan, 
Cuando besan el fondo 
De un hombre joven y cansado 
Porque antaño soñó mucho día y noche. 

Mas los niños no saben, 
Ni tampoco las manos llueven como dicen; 
Así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños, 
Invoca los bolsillos que abandonan arena, 
Arena de las flores, 
Para que un día decoren su semblante de muerto. 


No decía palabras

No decía palabras,
Acercaba tan sólo su cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,

Un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad; sueño y sueño, carne y carne;
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

"Los placeres prohibidos" [1931], Luis Cernuda, Material de Lectura n° 39, selección y nota de Carlos Monsiváis, Universidad Nacional Autónoma de México, 2009

Luis Cernuda (Sevilla, España, 1902 - Ciudad de México, 1963), 

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Foto: Luis Cernuda en la portada de Luis Cernuda: Perspectivas europeas del exilio, Mario Martín Gijón y José Antonio Llera, compiladores. Ediciones Xorki, Madrid, 2014

viernes, agosto 03, 2012

Luis Cernuda / Soñando la muerte
















Soñando la muerte

Como una blanca rosa
Cuyo halo en lo oscuro los ojos no perciben;
Como un blanco deseo
Que ante el amor caído invisible se alzara;
Como una blanca llama
Que en aire torna siempre la mentira del cuerpo,
Por el día solitario y la noche callada
Pasas tú, sombra eterna,
Con un dedo en los labios.

Vas en la blanca nube que orlándose de fuego
De un dios es ya el ala transparente;
En la blanca ladera, por el valle
Donde velan, verdes lebreles místicos, los chopos;
En la blanca figura de los hombres
De vivir olvidados con su sueño y locura;
En todo pasas tú, sombra enigmática,
Y quedamente suenas
Tal un agua a esta fiebre de la vida.

Cuando la blanca juventud miro caída,
Manchada y rota entre las grises horas;
Cuando la blanca verdad veo traicionada
Por manos ambiciosas y bocas elocuentes;
Cuando la blanca inspiración siento perdida
Ante los duros siglos en el dolor pasados,
Sólo en ti creo entonces, vasta sombra,
Tras los sombríos mirtos de tu pórtico
Única realidad clara del mundo.

Luis Cernuda (Sevilla, 1902-Ciudad de México, 1963), "Las nubes" (1937-1940), La realidad y el deseo (1924-1962), Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1992
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jueves, mayo 28, 2009

Tres poemas de Luis Cernuda




Divertimento

"Asísteme en tu honor, oh tú, soneto."
"Aquí estoy. ¿Qué me quieres?" "Escribirte."
"Ello propuesto así, debo decirte
que no me gusta tu primer cuarteto."
"No pido tu opinión, sí tu secreto."
"Mi secreto es a voces: advertirte
Le cumple a estrofa nueva el asistirte.
Ya me basta de lejos tu respeto."
"Entonces..." "Era entonces. Ahora cesa.
Rima y razón, color y olor tal rosa,
Tuve un día con Góngora y Quevedo."
"Mas Mallarmé..." "Retórica francesa.
En plagio nazco hoy, muero en remedo.
No me escribas, poeta, y calla en prosa."


La sombra

Al despertar de un sueño, buscas
Tu juventud, como si fuera el cuerpo
Del camarada que durmiese
A tu lado y que al alba no encuentras.

Ausencia conocida, nueva siempre,
Con la cual no te hallas. Y aunque acaso
Hoy tú seas más de lo que era
El mozo ido, todavía

Sin voz le llamas, cuántas veces;
Olvidado que de su mocedad se alimentaba
Aquella pena aguda, la conciencia
De tu vivir de ayer. Ahora

Ida también, es sólo
Un vago malestar, una inconsciencia
Acallando el pasado, dejando indiferente
Al otro que tú eres, sin pena, sin alivio.


J. R. J. contempla el crepúsculo

"Señor, el crepúsculo", anunciaba
Puntual a la tarde la doncella
Entrando en el salón de Mr. Rushkin,
Algún tiempo después de consumido
El té. Y entonces Mr. Rushkin
Iba al jardín.

Luis Cernuda (Sevilla, 1902-Ciudad de México, 1963), La realidad y el deseo (1924-1962), Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1992
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Foto: Luis Cernuda, Archivo de la Residencia de Estudiantes de Madrid, El País, Madrid