lunes, enero 31, 2011

Teresa Arijón / Tres poemas




*)

si fuera hombre usaría
la navaja de mi abuelo para afeitarme -
rozaría lentamente el hueco del mentón,
trazaría los ángulos del rostro con precisión de esteta.
Ha de ser un magnífico ejercicio de conciencia y de pulso
mirarse cada día al espejo,
navaja en mano.



*)

esa manera de abandonarlo todo -
la usura del momento que todavía alcanza
para quemar las naves,
o un costal de harina
en la puerta del molino, dejado a su suerte:
manso producto de la civilización.

Y las hormigas que van y vienen
sobre la piedra. Sin dejar rastro
regresan a sus ciudadelas escondidas -
la fortaleza subterránea entendida como un don.



*)

aparece en la brutal tragedia de las meditaciones
vacías
como vaciada será maipu,
esa tierra allanada que en presunta
monotonía encarna
la idea de un país
que a fuer de sangre forja.

Teresa Arijón (Buenos Aires, 1960), OS, Diputación Provincial de Málaga, 2008

Ilustración: Acuarela de Fadel Jalifa

Raúl Artola / Landscape



Landscape

En la pintura
se ve una gris
casa de leños,
antigua y sólida,
en medio del bosque.
Parece confortable,
un edén posible
para hacer la vida
libre y volátil
de la imaginación,
siembras y cosechas,
amores y comidas.
De pronto, el cuadro
se abre ante nosotros,
nos devora
y dentro encontramos
moho, alimañas,
tabiques vencidos
y un acre olor
a leños húmedos.
Vive gente allí
que se recela
y duermen
con un ojo abierto
y la mano
en el hacha.

Raúl Artola (Las Flores, 1947, vive en Viedma), Teclados, Ediciones El Suri Porfiado, Buenos Aires, impreso en Carmen de Patagones

Ilustración: Cabaña destruida por una avalancha en los Grisones, 1810, Joseph M. William Turner

domingo, enero 30, 2011

Jorge Leonidas Escudero / De "Caza nocturna"



Derivación timbera

Mientras miro pasar el suceder vacío
cuando barajan y dan o doy cartas,
espero recordar si he visto
fugazmente un indicio.

¿Qué es eso? Darme cuenta, sentir-ver
lo buscado ¡ah! porque es posible
la comunicación con lo todavía no y es
recordar que he visto un relámpago.

¿Y esto a qué viene? Es
porque un filósofo dijo "la conciencia
es recuerdo" y me agrandé: Ahora en la timba
cuando jugamos al póker o al truco
le pregunto al aire qué cartas tiene el otro y,
¿y se gana? Puede,
cuando afloja el yo masoco
y te deja respirar un poco.

Jorge Leonidas Escudero (San Juan, 1920), Caza nocturna, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2007

Ilustración: La partida de naipes, 1950, Balthus (Balthasar Kłossowski de Rola)

sábado, enero 29, 2011

Raúl González Tuñón / De "Todos bailan", 4



Blues de la bohardilla

Estoy solo en mi cuarto y por eso viene la fiebre verde a devorarme.
¿Cómo te diré mi más bello poema? ¿Qué hará mi corazón tan solo?
Los tejados deslizan hasta el suelo musgo y cantos de pájaros.
Otras tantas muertes ruedan en la canaleta del día.
Las lavanderas inclinadas en las bateas
y los chiquilines pecosos que crecerán sin cultura.
Los obreros que vuelven de los talleres sólo recuerdan ruidos.
El rumor de la ciudad achicado, perdido en el rumor
de las alcantarillas.
El muro del asilo fresco y sonoro y dos árboles
y dos ventanas y dos luces y dos vientos y dos pesos.
Solamente dos pesos.
Y el reloj que no quiere detenerse para aguardarte
y seguir palpitando el tiempo.
Y los libros ya manoseados, llenos del drama que superamos.
Y los retratos, otras tantas muertes colgadas.
otras tantas muertes ruedan por la canaleta del día.
Y el penúltimo cigarrillo que arrojamos sin sentir
por el ojo de buey de la soledad.
Y el trepidar del tren asombrando la entraña de la tierra.
Un grupo de croatas ha invadido la zona del Bertchold en busca de oro.
Los hombres dentro del túnel buscan el oro
que nace sucio y socavan la sociedad cuya base
ya no podrá ser el sucio dinero.
Los cadáveres marchan con una linterna en la frente.
Así murió el padre de Catalina.
Un hilo de sangre le salía de la boca al asesino.
Nada se sabe del submarino hundido.
Señores profesores: la Economía Política es también poesía.
Piensa que en el fondo de los mares andaba y apenas
salía a flote para ver con su único ojo terrible
los navíos a la distancia.
Piensa que fue afilado y sereno y tuvo gracia de perfectos tornillos.
75 hombres están agonizando dentro del submarino.
A la hora de cerrar esta edición.
A semejante profundidad no llegarán los buzos
el cable de oxígeno, el discurso del Almirante, los sollozos
de los parientes, los nombres de las tabernas, las mujerzuelas
de los muelles, el hinchado viento del puerto, nuestro viejo amigo.
¿Paciencia?
Ayer enterraron al tercer pistolero muerto. (Los
policías dispararon sobre él mientras dormía).
Es tiempo de ocuparse del hombre.
De Dios nos ocuparemos más tarde.
y cada uno puede cultivarlo a su hora.
¡Viva Nicolás Lenin!
A los quince años me decidí por la aventura y soy
en potencia el más grande los aventureros.
Mis camaradas no lo saben y a mí me importa un comino
que ni siquiera digan como la dueña de mi casa: "Si él quisiera..."
Es tremendo pensar en la vida microscópica
que se realiza en aguas estancadas.
En el Instituto Osvaldo Cruz, de Río de Janeiro, pude comprobarlo.
La intimidad de mi esperanza no conoce el reposo.
Mi sueño no tiene límite y está siempre despierto.
Escucha ahora el silencio, la noche de mármol, la línea
oscura del horizonte, la estatua de la plazoleta, el
canto del borracho conocido.
Amiga, pequeña amiga, qué horrible es estar triste
y los poetas creen lo contrario.
El sulfato de cobre se disuelve en un litro de agua.
La lluvia ha venido con todos sus tambores.
Un ejército de burbujas se ha instalado en el techo.
Me martiriza la soledad, me ahoga, me devora una fiebre verde,
como si estuviera en el corazón misterioso de África.

Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "Todos bailan", 1934, La luna con gatillo, Tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957

Foto: París, 1934, Horacio Coppola

viernes, enero 28, 2011

Rául González Tuñón / De "La calle del agujero en la media"



George Bancroft

Andar puertos nostálgicos por la noche. Tabernas
escondidas que un nombre inofensivo ampara.
Coraje a flor de puño, mano hábil descuidista
de artista fracasado y de ladrón artista.
Andar porque en los muelles la densa niebla existe
y la linterna de la ley la agujerea lejos.
Porque en los bal musette entre los acordeones
bailan deformes cuerpos dentro de los espejos.
Andar risueño el rostro cuando el alma es más triste.
Andar porque en los muelles la densa niebla existe.
Un amigo derecho en la amistad como un árbol.
Rostro curtido donde se abre la carcajada.
Un enemigo pronto en el coraje, altivo,
directo y convincente como una puteada.
Un corazón alegre de vagar, una mano
abierta al golpe y al apretón hermano.

Yo conozco Chicago, almacenes del mundo.
La ronda policial, el paso sigiloso.
En mi oficio hay un algo de noble: la amistad,
la camaradería como en la guerra, digo.
Tengo a Víctor Mc Laglen que piensa lo que yo.
Lo conocí una noche cualquiera en San Francisco.

Tengo una nueva risa grande hasta la corbata
y una mujer que ama sin miedo y que me sigue.
No acuso nunca el gesto de hombre que delata
ni del que huye ni del que persigue.
Soy un oficio bravo que camina y se gana
la roja copa, el rubio tabaco, el plato fuerte.
Un hombre que se ríe de los hombres y sabe
que en este mundo inmundo lo de menos es la muerte. *

Rául González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), La calle del agujero en la media, Gleizer Editor, Buenos Aires, 1930

* En la antología en dos tomos La luna con gatillo (Cartago, 1957) este verso aparece modificado del siguiente modo: "que en este mundo, mundo sin fervor, lo de menos es la muerte".
Como curiosidad puede anotarse que dicha "selección de poemas líricos, sociales y políticos" no consigna el nombre del antólogo, y tampoco lleva firma la "Entrada a este libro", escrita en primera persona: es razonable pensar que el propio Tuñón fue seleccionador y prologuista.

Foto: Bancroft, en Underworld (La ley del hampa), 1928

jueves, enero 27, 2011

Emilia Bertolé / Dos poemas


Mis manos

Mis manos, ciertas veces,
dan la rara impresión de cosa muerta.

Palidez más extraña no vi nunca;
marfil antiguo, polvorienta cera,
y en el dorso delgado y transparente
el turquesa apagado de las venas.

Carne que bien podría
si la rozara una caricia ardiente,
deshacerse en ceniza
como esas flores frágilesy tenues
que en el fondo oloroso de los cofres
en fino polvo ámbar se convierten.

¿En qué siglo remoto florecieron
estas dos pobres rosas extinguidas?
¡Un milagro, sin duda, las conserva
aquí, sobre mi falda todavía!


Estación

En el bar de la estación espero
la llegada de un tren.
Hombres desconocidos me rodean
ninguna mujer.
Sólo mi boca roja en los oscuros
espejos que prolongan la pared.


Emilia Bertolé (El Trébol, 1896-Rosario, 1949), Primeras poetas argentinas, selección de Gabriela Franco, Javier Cófreces y Eduardo Mileo, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009

Ilustración: Autorretrato, 1939, Emilia Bertolé

miércoles, enero 26, 2011

Anónimo / Pangur Ban


Pangur Ban

El blanco Pangur y yo, cada uno con su juego;
fija en la caza su mente, yo en mi propia tarea.

Mejor que la fama humana, la paz del libro y la casa;
igual que el blanco Pangur, que ejercita su destreza.

Solos en la casa, sin tedio, tenemos que trabajar,
usando nuestra habilidad en un interminable juego.

Atrapa un ratón a veces Pangur el blanco, el héroe.
También a mí me sucede el tener un sentido en la red.

Vigila el muro con ojo atento, Pangur, y mi ojo que fue claro
vigila el muro del entendimiento, aun débil y cansado.

Se alegra cuando con habilidad un ratón ensarta en su garra.
Me alegro yo de igual manera cuando aclaro una palabra.

Ninguno molesta al otro mientras estamos juntos.
Nos gusta nuestro oficio y con él a solas disfrutamos.

Responde Pangur ante sí mismo del trabajo de toda la jornada.
Yo realizo igual mi oficio: a entender encamino mi tarea.

Anónimo irlandés, siglo VIII-IX

(Versión de Jorge Aulicino sobre una versión literal al castellano y la de Antonio Rivero Taravillo en Fuego con Nieve, "más pegada al original" que otras traducciones, rimadas)


Pangur Bán

From the ninth-century Irish poem


Pangur Bán and I at work,
Adepts, equals, cat and clerk:
His whole instinct is to hunt,
Mine to free the meaning pent.

More than loud acclaim, I love
Books, silence, thought, my alcove.
Happy for me, Pangur Bán
Child-plays round some mouse's den.

Truth to tell, just being here,
Housed alone, housed together,
Adds up to its own reward:
Concentration, stealthy art.

Next thing an unwary mouse
Bares his flank: Pangur pounces.
Next thing lines that held and held
Meaning back begin to yield.

All the while, his round bright eye
Fixes on the wall, while I
Focus my less piercing gaze
On the challenge of the page.

With his unsheathed, perfect nails
Pangur springs, exults and kills.
When the longed-for, difficult
Answers come, I too exult.

So it goes. To each his own.
No vying. No vexation.
Taking pleasure, taking pains,
Kindred spirits, veterans.

Day and night, soft purr, soft pad,
Pangur Bán has learned his trade.
Day and night, my own hard work
Solves the cruxes, makes a mark.

Translated from the Irish by Seamus Heaney



[Texto del original, sin cortes métricos]

Messe ocus Pangur Bán, cechtar nathar fri saindán:
bíth a menma-sam fri seilgg,mu menma céin im saincheirdd.

Caraim-se fos, ferr cach clú, oc mu lebrán, léir ingnu;
ní foirmtech frimm Pangur Bán: caraid cesin a maccdán.

Ó ru biam, scél cen scís, innar tegdais, ar n-óendís,
táithiunn, díchríchide clius, ní fris tarddam ar n-áthius.

Gnáth, h-úaraib, ar gressaib gal glenaid luch inna línsam;
os mé, du-fuit im lín chéin dliged n-doraid cu n-dronchéill.

Fúaichaid-sem fri frega fál a rosc, a n-glése comlán;
fúachimm chéin fri fégi fis mu rosc réil, cesu imdis.

Fáelid-sem cu n-déne dul hi n-glen luch inna gérchrub;
hi tucu cheist n-doraid n-dil os mé chene am fáelid.

Cia beimmi a-min nach ré ní derban cách a chéle:
maith la cechtar nár a dán; subaigthius a óenurán.

h-É fesin as choimsid dáu in muid du-ngní cach óenláu;
du thabairt doraid du glé for mo mud céin am messe.


Foto: El original, escrito en antiguo irlandés, al pie de una página de la Epístolas de San Pablo, se supone que en el monasterio benedictino de Carintia, Austria
Trinity College, Dublin

Roberto Raschella / De "La casa encontrada", 1





XXI

Recuerdas, recuerdas… Era Calvero
que se llevaba una flor a la boca
y de ella comía y la flor era Terry
que danzaba inalcanzable.
Él era el pasado y la muerte
a la luz del universo.
Había luces, entonces luces hay siempre,
en los paseos por la ciudad, en los azules
insinuados del arte y la naturaleza,
detrás de las ventanas de noche,
Calvero todavía con sus ojos abiertos de comprensión
como otro enigma de la vida
y de la muerte, la mente y el corazón.

Y es la densa noche, cuando se escuchan
los gritos que invocan a dios,
bárbaros, desconsolados…

Roberto Raschella (Buenos Aires, 1930), La casa encontrada. Poesía reunida, 1979-2010, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011

Ilustración: Blue Moby Dick, 1943, Jackson Pollock

martes, enero 25, 2011

W. H. Auden / Mirando las estrellas



El que más ama

Comprendo muy bien, mirando las estrellas,
Que podría irme al infierno si fuera por ellas,
Pero lo único que no debemos temer en esta tierra
Es la indiferencia del hombre o de la bestia.

¿Cúanto nos gustaría que ardieran las estrellas
Por nosotros, con pasión que no puede ser devuelta?
Si afectos iguales no pueden ser,
Que sea el que más ama déjame pretender.

Admirador como sin duda me creo,
De estrellas a las que todo importa un bledo,
No puedo decir, ahora que las veo,
Que extrañé a una, terriblemente, el día entero.

Si las estrellas desaparecieran o murieran,
Aprenderé el cielo vacío a contemplar
Y a sentir sublime su total oscuridad,
Aunque esto un tiempito va a llevar.

W. H. Auden (York, 1907- Viena, 1973), Poems, 1936-1939
Auden Society
Versión de J. Aulicino


The More Loving One

Looking up at the stars, I know quite well
That, for all they care, I can go to hell,
But on earth indifference is the least
We have to dread from man or beast.

How should we like it were stars to burn
With a passion for us we could not return?
If equal affection cannot be,
Let the more loving one be me.

Admirer as I think I am
Of stars that do not give a damn,
I cannot, now I see them, say
I missed one terribly all day.

Were all stars to disappear or die,
I should learn to look at an empty sky
And feel its total dark sublime,
Though this might take me a little time.


---
Ilustración: Noche estrellada sobre el Ródano, 1888, Vincent Van Gogh

lunes, enero 24, 2011

Angel Faretta / Libero arbitrio



De libero arbitrio

Mi amor como una marioneta
que escapa y tira de las cuerdas,
buscando huir y estar de vuelta
de aquello que lo lleva, tensas

sobre un abismo sólo limitado,
cuatro costados estrecho tinglado,
los roles otorgados, mecanismo
actuado y dirigido por el mismo

director de escena y guionista,
titiritero y muñeco que salta
a un tiempo y a otro marca

el pie, la escena, da la pista
del nombre del autor que, finalmente,
es El -¿o Él?- mismo, como siempre.


Angel Faretta (Buenos Aires, 1953), inédito

Ilustración: Carnaval del Arlequín, 1925, Joan Miró

domingo, enero 23, 2011

Irene Gruss / Madre Coraje



Madre Coraje *

No la heroína. Has cortado cada rodaja de pan
y atravesado el campo de batalla.
Les enrostrabas el precio a los soldados
acusándolos de muerte si osaban otra rodaja
del atadillo.
No dabas de comer. Así cruzaste
la vida en el campo de batalla;
hacías cuentas: a tantos menos,
más rodajas. No había paz que sirviera
tanto de comer, o morirse.


* Basado en el personaje homónimo de Brecht.

Irene Gruss (Buenos Aires, 1950), inédito


Foto: Madre Coraje, de Bertolt Brecht, protagonizada por Helene Weigel (segunda desde la izquierda) en el Berliner Ensemble, 1949

Moya Cannon / Orientación



Orientación

Una bandada de gaviotas
se mece sobre el agua
en la protegida punta del muelle de Nimmo;
los blancos pechos de los pájaros todos vueltos al viento de enero.

Cristales en un magma que se enfría
se orientan hacia el norte magnético
como hacia una constante,
aunque, en el curso del tiempo,
los polos cambian como el lecho de roca o las estrellas.

Para nosotros, que llevamos
en nuestros cromosomas gemelos
toda la maravilla y el terror
que evolucionaron en el tiempo y el hueso animal

–la carnicería de nuestro último siglo
y la del siglo que acaba de empezar–,
para nosotros, tal vez habría
algún polo u oriente errantes

hacia el cual algo primordial en nosotros
pueda alinearse, algún tipo de bien,
algún amor, no totalmente constante,

pero, en el tiempo que nos toca,
lo bastante constante para atraernos
como a esas gaviotas, sus colas y picos
los puntos oscilantes de las agujas del compás.


Moya Cannon (Dunfanaghy, Donegal, 1956)
Versión de Jorge Fondebrider

Orientation
A flock of seagulls/ rocks on the water / at the sheltered end of Nimmo’s pier/- the birds’ white breasts all turned into the January wind.// Crystals in cooling magma/ orient themselves to magnetic north/ as towards a constant/ although, over deep time,/ poles shift about like bedrock or stars.// ¬F¬¬or us, who carry,/ in our twined chromosomes,/ all the wonder and terror / evolved within animal time and bone//- the carnage of our last century / and of the century just begun- / for us, might there be/ some wandering pole or orient,// towards which some primal grain in us / might align itself, some kind of good, / some love, not absolutely constant,// but, within the time which comprehends us,/ constant enough to draw us/ like these seagulls, their tails and bills/ the dipping points of compass needles.


Ilustración: Paisaje con Filemón y Baucis (detalle), 1630, Pedro Pablo Rubens

sábado, enero 22, 2011

Pier Paolo Pasolini / De "Appendice a Trasumanar e Organizzar"


La tos del obrero

Oigo toser al obrero que trabaja aquí abajo;
su tos llega a través de las rejillas que de la planta baja
dan a mi jardín. De modo que la tos parece resonar entre las plantas,
tocadas por el sol de la última mañana de buen tiempo. Él,
el obrero, abajo, atento a su trabajo, tose cada tanto,
ciertamente seguro de que ninguno lo oye. Es un mal de estación,
pero su tos no es buena. Es algo peor que la gripe.
Él soporta el mal y se lo cura, imagino, como nosotros
de muchachos. La vida para él es decididamente incómoda,
no lo espera ningún descanso en casa, después del trabajo,
como a nosotros, precisamente, muchachos, pobres o medio pobres.
Mira, la vida nos parecía consistir toda en aquella pobreza,
en que no se tiene derecho alguno, y con naturalidad,
al uso de una letrina o a la soledad de un lecho.
Y cuando viene el mal, es recibido heroicamente:
un obrero tiene siempre dieciocho años, incluso si tiene hijos
más grandes que él, nuevos en el heroísmo.
En fin, en esos golpes de tos
se me revela el trágico sentido de este buen sol de octubre.

Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975) "Appendice a Trasumanar e Organizzar", Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2003
Versión de Jorge Aulicino


La tosse dell'operaio

Sento tossire l'operaio che lavora qui sotto;
la sua tosse arriva attraverso le grate che dal pianterreno
danno nel mio giardino. Sicché essa pare risuonare tra le piante,
toccate del sole dell'ultima mattina di bel tempo. Egli,
l'operaio, là sotto, intento al suo lavoro, tossisce ogni tanto,
certamente sicuro che nessuno lo senta. È un male di stagione
ma la sua tosse non è bella; è qualcosa di peggio che influenza,
Egli sopporta il male, e se lo cura, immagino, come noi
da ragazzi. La vita per lui è rimasta decisamente scomoda;
come noi, appunto, ragazzi o poveri o quasi poveri.
Guarda, la vita ci pareva consistere tutta in quella povertà,
in cui non si ha diritto neanche, e con naturalezza,
all'uso tranquilo de una latrina o alla solitudine di un letto;
e quando viene il male, esso è accolto eroicamente:
un operaio ha sempre diciotto anni, anche se ha figlio
più grandi di lui, nuovi agli eroismi.
Insomma, a quei colpi di tosse
mi si revela il tragico senso di questo bel sole di ottobre.

Ilustración: Jardines tunecinos, 1919, Paul Klee

viernes, enero 21, 2011

Pier Paolo Pasolini / De "Hosas de lenguas romanas"



Los textos siguientes se suponen un experimento del joven Pasolini y fueron publicados después de su muerte. La edición de sus poesías completas (Mondadori) anota que están escritos en un español "macarrónico, o, mejor, en una 'lengua inventada' con base española, una mezcolanza experimental que utiliza, además de italianismos, términos españoles arcaicos y afectados, provenzalismos, latinismos, como ha demostrado Ruffinatto". Las versiones al italiano son del propio Pasolini. Que este editor las haya pasado al castellano puede tomarse como respetuosa continuación del experimento: en rigor, Pasolini no ofrece al lector italiano una traducción que refleje su español macarrónico sino una versión en italiano corriente. Escrita al final del cuaderno, se supone posterior a los originales. Acerca del título general de esta serie de poesías, de las que aquí se eligen dos, el comentario especula que pudo querer remitir a fosas (fosse), pero se pregunta por qué Pasolini no preferió la palabra "hojas" (fogli o pagine) que tachó en el manuscrito; tal vez quiso que resonara tanto en fosas como en fojas; incluso en osamentas.


Lenguaje amarillo
(como l'España en el Atlas)

Españolo, lenguaje de cigarras
el que te habla no hay misterio,
tú retumbas entre muros soleados
y las sierras desabridas.

Mozos muertos, viejas muertas
endomingados de amarillo
te platican sin gozo o maravilla
en sus sierras fabulosas.

Españolo, lenguaje humano,
he aquí diez siglos de palabras
en la tez de una mantilla
o en la palabrata de un muchachillo.

LINGUAGGIO GIALLO (come la Spagna nell'Atlante). Spagnolo, linguaggio de cicale, chi te parla no ha mistero; tu echeggi tra i muri soleggiati e le serre aspre.
Ragazzi morti, vecchie morte, vestite a festa di giallo, ti chiacchierano senza piacere o meraviglia nelle loro serre lengendarie.
Spagnolo, linguaggio umano, ecco dieci secoli di parole nella tinta di una mantilla o nella bestemmia de un ragazzino.

(LENGUAJE AMARILLO, como España en el Atlas. Español, lenguaje de cigarras, quien te habla no tiene misterio; tú resuenas entre los muros asoleados y las sierras ásperas.
Muchachos muertos, viejas muertas, endomingados de amarillo, te charlan sin placer ni maravilla en sus sierras legendarias.
Español, lenguaje humano, he aquí diez siglos de palabras en el tinte de una mantilla o en el juramento de un muchachito.)


La tila

Roja la luna jaharra
con su luz retumbante
el jardín: "¡Hola! yo plaño,
plectro de plata. Impasible.
El amor habe el abdomen de oro.
Mas yo casualmente..."
Asì canta el ruiseñor remoto.
Y la tila gélida
empolla su espantosa sombra
que la luna no enrojece.
¿Por qué sono presente?
Me retumba la luz de la luna
en la cara impasible.
La casquije removida morde
mi conciencia infinita.


IL TIGLIO. Rossa la luna intonaca con la sua luce echeggiante il giardino. "Hola! io piango, plettro de'argento. Impassibile. L'amore ha l'addome d'oro. Ma io casualmente..." Così canta il remoto usignolo. E il tiglio gelido cova la sua spaventosa ombra che la luna non tinge di rosso. Perché sono presente? Mi echeggia la luce della luna nel viso impassibile. La ghiaia calpestata morde la mia coscienza infinita.

(EL TILO. Roja la luna revoca con su luz retumbante el jardín. "¡Hola! yo lloro, plectro de plata. Impasible. El amor tiene el abdomen de oro. Pero yo, casualmente..." Así canta el remoto ruiseñor. Y el tilo gélido incuba su espantosa sombra que la luna no tiñe de rojo. ¿Por qué estoy presente? Me retumba la luz de la luna en el rostro impasible. La grava pisoteada muerde mi conciencia infinita).


Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975) "Hosas de lenguas romanas", 1945, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2003
Versiones del italiano: Jorge Aulicino

Ilustración: La Sra. Lenin y el ruiseñor, 2008, Georg Baselitz. Museo Guggenheim Bilbao

Louis MacNeice / "Diario de otoño", 4



Diario de otoño

IV

Llegó septiembre y me despierto
Y pienso con alegría que, ahora o en el futuro, sea cual sea el sistema
No puede eliminar
A la gente, siempre habrá gente para
Ser amigos o amantes aunque tal vez
Las condiciones del amor cambien y sus defectos disminuyan
Y el cariño sea rebajado
a limitada posesividad, celos fundados o vanidad.
Llegó septiembre, es de ella,
Cuya vitalidad aumenta en otoño,
Cuya naturaleza prefiere
Árboles sin hojas y un fuego en el hogar,
De modo que le entrego este mes y el próximo
Aunque todo mi año será de ella quien ya ha hecho
que muchos de esos días fueran intolerables o confusos
Pero que muchos más fueran felices;
Quien ha dejado un perfume en mi vida y a mis muros
Danzando una y otra vez con su sombra;
Cuyo cabello está enredado en todas mis cascadas
Y todo Londres sucio de recordados besos.
De modo que estoy contento
De que la vida la contenga con sus humores y momentos
Más cambiante y transitoria de lo que incluso
He pensado como inherente a la belleza;
Cuya mente es como el viento sobre un mar de trigo,
Cuyos ojos son candor,
Y la seguridad sus pies,
Como una paloma mensajera nunca distraída por la duda.
A quien agradezco
Que el aire se haya vuelto seda tornasolada, que las calles sean música
Y que las filas
De hombres sean filas de hombres, ya no de cifras.
De modo que, si ahora tuviera
que seguir sólo esta vida, no será únicamente
Un obstáculo desde una piedra numerada a otra
Sino una escalera de ángeles, río que crece.
Intempestiva, a veces histérica, abrupta,
Tú eres alguien a quien siempre voy a recordar,
Alguien que jamás será corrupta
Ni argumento podrá desheredar.
Frívola, siempre apurada, olvidando la dirección,
Frunciendo el ceño demasiado seguido, fijándose demasiado
En sombreros e impertinencia – ¿cómo podría evaluar
Lo que te hace diferente?
Tú, a quien recuerdo alegre o cansada,
Sonriente mientras bebes o en la cólera chispeante,
Inoportunamente deseada
En barcos, en trenes, en caminos al caminar.
A veces descuidada, a menudo elegante,
Tan fácilmente vulnerable, de buena gana receptiva,
A quien una tontería podría resultarle irritante
O podría ser maná o bálsamo.
Cuyas palabras tropezarían unas con otras
Y se lanzaran de pura excitación,
Cuyos dedos se enredaban y fundían
Cuando eran afectuosos.
Te recordaré en la cama con los ojos
Brillantes o en un bar revolviendo el café
Abstraída y sobre tu plato la blanca
Colilla humeante que tus labios han manchado de carmesí.
Y recordaré cómo tus palabras podían herir
Por su honestidad
E incluso tus mentiras eran capaces de hacer valer
La integridad del propósito
Y es en la fuerza de conocerte
Donde considero el sentimiento generoso más importante
Que la mera reflexión sobre qué hacer
Cuando ni los pros ni los contras afectan las pulsaciones.
Y aunque he padecido tu fuerza especial
Que nunca adula para ganar ni falsifica respuestas
Me sentiría orgulloso si a la larga pudiera alcanzar
Igual impulso y costumbre.

Louis MacNeice (Belfast, 1907-Londres, 1963)
Traducción de Jorge Fondebrider


IV
September has come and I wake/ And I think with joy how whatever, now or in future, the system/ Nothing whatever can take/ The people away, there will always be people/ For friends or lovers though perhaps/ The conditions of love will be changed and its vices diminished/ And affection not lapse/ To narrow possessiveness, jealousy founded or vanity./ September has come, it is hers,/ Whose vitality leaps in the autumn,/ Whose nature prefers/ Trees without leaves and a fire in the fire-place,/ So I give her this month and the next/ Though the whole of my year should be hers who has rendered already/ So many of its days intolerable or perplexed/ But so many more so happy;/ Who has left a scent on my life and left my walls/ Dancing over and over with her shadow,/ Whose hair is twined in all my waterfalls/ And all of London littered with remembered kisses./ So I am glad/ That life contains her with her moods and moments/ More shifting and more transient than I had/ Yet thought of as being integral to beauty;/ Whose mind is like the wind on a sea of wheat,/ Whose eyes are candour,/ And assurance in her feet,/ Like a homing pigeon never by doubt diverted./ To whom I send my thanks/ That the air has become shot silk, the streets are music,/ And that the ranks/ Of men are ranks of men, no more of cyphers./ So that if now alone/ I must pursue this life, it will not be only/ A drag from numbered stone to numbered stone/ But a ladder of angels, river turning tidal./ Off-hand, at times hysterical, abrupt,/ You are one I always shall remember,/ Whom cant can never corrupt/ Nor argument disinherit./ Frivolous, always in a hurry, forgetting the address,/ Frowning too often, taking enormous notice / Of hats and backchat – how could I assess/ The thing that makes you different?/ You whom I remember glad or tired,/ Smiling in drink or scintillating anger,/ Inopportunely desired/ On boats, on trains, on roads when walking./ Sometimes untidy, often elegant,/ So easily hurt, so readily responsive,/ To whom a trifle could be an irritant/ Or could be balm and manna./ Whose words would tumble over each other and pelt/ From pure excitement,/ Whose fingers curl and melt/ When you were friendly./ I shall remember you in bed with bright/ Eyes or in a cafe stirring coffee/ Abstractedly and on your plate the white/ Smoking stub your lips had touched with crimson./ And I shall remember how your words could hurt/ Because they were so honest/ And even your lies were able to assert/ Integrity of purpose./ And it is on the strength of knowing you/ I reckon generous feeling more important/ Than the mere deliberating what to do/ When neither the pros nor cons affect the pulses./ And though I have suffered from your special strength/ Who never flatter for points nor fake responses/ I should be proud if I could evolve at length/ An equal thrust and pattern.


Ilustración: Mujer en el cafe de Tambourin, 1887, Vincent Van Gogh

miércoles, enero 19, 2011

W. H. Auden / Alunizaje



Alunizaje

Es natural que los Muchachos griten de alegría por
un triunfo fálico tan enorme, una aventura
que a las mujeres no se les habría ocurrido
pensar que valiera la pena, hecho posible sólo

porque nos gusta juntarnos en pandillas y saber
la hora exacta: sí, nuestro sexo puede con justicia,
gritar "¡hurra!" por la hazaña, aunque los motivos
que lo impulsaron fueran algo menos que menschlich.

Un gesto grandioso. Pero ¿a qué pone término?
¿Qué pronostica? Siempre fuimos más diestros
con los objetos que con las vidas, y más indulgentes
con el coraje que con la bondad: desde el momento

en que se encendió el primer pedernal este alunizaje era sólo
cuestión de tiempo. Pero nuestro yo, como el de Adán,
aún no nos sienta a la perfección. Es moderno
sólo en esta falta nuestra de decoro.

Los héroes de Homero no eran, por cierto, más valientes
que nuestro Trío, aunque sí más afortunados. Héctor
se libró del insulto de ver
su valor con cobertura de televisión.

¿Que si vale la pena ir a verlo? Puedo creer que sí.
¿Si vale la pena verlo? ¡Bah! Una vez atravesé un desierto
y no me quedé maravillado: prefiero un bullicioso jardín
bien regado, lejos de tanta tontería

alrededor de lo Nuevo, los von Braum y su laya, donde
en las mañanas de agosto pueda contar los dondiegos,
donde morir tenga un significado
y ninguna máquina pueda alterar mi perspectiva.

Sin manchas, gracias a Dios, mi Luna sigue siendo la reina del Cielo,
menguante o llena, una presencia que admirar;
su Viejo hecho de arenisca y no de proteínas,
aún visita mi terruño austríaco

con su antigua indiferencia, y las viejas advertencias
aún tienen el poder de asustarme: la hybris siempre tiene
un final atroz, la Irreverencia
es más imbécil que la Superstición.

Nuestros aparatejos seguirán haciendo
la acostumbrada, sórdida mescolanza llamada Historia:
sólo podemos rezar que los artistas,
los chefs y los santos puedan aún aparentar alegrarla.

Agosto de 1969

W. H. Auden (York, 1907- Viena, 1973), Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta 1939-1973, selección y traducción de Rolando Costa Picazo, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009

Moon Landing
It's natural the Boys should whoop it up for
so huge a phallic triumph, an adventure
it would not have occurred to women
to think worth while, made possible only

because we like huddling in gangs and knowing
the exact time: yes, our sex may in fairness
hurrah the deed, although the motives
that primed it were somewhat less than
menschlich.

A grand gesture. But what does it period?
What does it osse? We were always adroiter
with objects than lives, and more facile
at courage than kindness: from the moment

the first flint was flaked this landing was merely
a matter of time. But our selves, like Adam's,
still don't fit us exactly, modern
only in this---our lack of decorum.

Homer's heroes were certainly no braver
than our Trio, but more fortunate: Hector
was excused the insult of having
his valor covered by television.

Worth going
to see? I can well believe it.
Worth
seeing? Mneh! I once rode through a desert
and was not charmed: give me a watered
lively garden, remote from blatherers

about the New, the von Brauns and their ilk, where
on August mornings I can count the morning
glories where to die has a meaning,
and no engine can shift my perspective.

Unsmudged, thank God, my Moon still queens the Heavens
as She ebbs and fulls, a Presence to glop at,
Her Old Man, made of grit not protein,
still visits my Austrian several

with His old detachment, and the old warnings
still have power to scare me:
Hybris comes to
an ugly finish, Irreverence
is a greater oaf than Superstition.

Our apparatniks will continue making
the usual squalid mess called History:
all we can pray for is that artists,
chefs and saints may still appear to blithe it.


---
Ilustración: The First Balloon Crossing of the English Channel: Dover, c.1840, E. W. Cocks
Nota: la pintura evoca el hecho acaecido en 1795, cuando Jean-Pierre Blanchard y John Jeffries unieron Dover y Calais en globo.

William Wordsworth / Un torrente rocoso




En las orillas de un torrente rocoso

¡Este es un emblema de la mente humana
Atestada de pensamientos que necesitan un hogar estable,
Pero, como arremolinados ovillos de espuma
En este torbellino, uno a otro se persiguen
Vuelta tras vuelta, y no encuentran
Salida o sitio de descanso!
Forastero, si este es tu caso,
Ponte de rodillas y pide auxilio al cielo.

William Wordsworth (Cockermouth 1770-Rydal Mount, 1850), The Complete Poetical Works,
Versión de J. Aulicino


On the Banks of a Rocky Stream

Behold an emblem of our human mind
Crowded with thoughts that need a settled home,
Yet, like to eddying balls of foam
Within this whirlpool, they each other chase
Round and round, and neither find
An outlet nor a resting-place!
Stranger, if such disquietude be thine,
Fall on thy knees and sue for help divine.


Ilustración: Caída de agua en un paisaje rocoso, siglo XVII, Jacob van Ruisdael

martes, enero 18, 2011

John Wilmot, conde de Rochester / Amor y vida



Entre el 'tempus fugit' de Ronsard y Yeats, y el 'carpe diem', de Horacio, representado por las composiciones que Angel Faretta tradujo para este blog, debería situarse la propuesta del conde de Rochester.


Amor y vida: una canción

Mi vida pasada no es ya mía,
Las horas que vuelan se han ido,
Transitorios sueños terminados,
Cuyos recuerdos son guardados
Tan solo en la memoria.

El tiempo por venir no está;
¿Y cómo habría de ser mío?
El presente es todo mi señorío;
El instante que llega y se va,
Filis, es sólo el tuyo.

Entonces no me hables de votos,
Corazones falsos o juramentos rotos;
Si, por milagro, contigo puedo estar
Estos instantes fugaces, pero ciertos,
Eso es todo lo que el Cielo nos da.

John Wilmot, conde Rochester (Oxfordshire, 1647-1680), Poems on Several Occasions, 1680
Versión de Angel Faretta



Love and Life: A Song

All my past life is mine no more
The flying hours are gone
Like transitory dreams giv’n o’er
Whose images are kept in store
By memory alone.

The time that is to come is not
How can it then be mine?
The present moment’s all my lot
And that as fast as it is got
Philis, in only thine.

Then talk not of inconstancy
False hearts and broken vows;
If I, by miracle, can be
This live-long minute true to thee,
‘Tis all that Heav’n Allows.

Ilustración: John Wilmot 2nd. Earl of Rochester, circa 1665, autor desconocido. National Portrait Gallery, Londres

Silvina Ocampo / Fantasmas de las glicinas



Fantasmas de las glicinas

Soy muy seria. Me llamo Beatriz. Tengo doce años.
Tengo una falda azul y cintas en el pelo.
A través de estas flores como a través de un velo
veo confusamente los detalles extraños
de un infierno en el cielo.

Si es cierto que son flores ¡qué mal pueden hacerme!
Penden sobre los muros en el patio tranquilo
de esta casa amarilla donde no encuentro asilo,
donde llegan las ráfagas del campo azul que duerme
con fragancia de silo.

Una voz persuasiva me cuenta cada noche
de esas flores un cuento que me ha desesperado:
fragmentario y oscuro, de mí se ha apoderado
y al oírlo yo siento que me lleva en un coche
a un infierno privado:

"Antiguamente no era las glicinas, glicinas.
Eran el agua clara de unas grandes montañas
que bajaba entre piedras con violencias extrañas
mostrando con furor en ondas cristalinas
sus líquidas entrañas.

"Nacieron del milagro de Jazán aquel día
que transformó las aguas de una alta catarata
en flores suspendidas con reflejos de plata,
sobre un niño travieso, que buscaba la fría
muerte en el agua grata.

"Oyeron los lamentos del niño revivir
y dieron a un milagro, solamente tristeza:
¿Por qué eres vida igual a la muerte? Me pesas.
Qué horribles son tus flores. No me dejan morir.
¡Vanas son tus promesas!"

¿Qué fue del contristado Jazán entre la sombra?
¿Qué fue del niño intrépido mientras se creyó muerto?
¿Huyó de los fantasmas en un mundo desierto?
¿Se vengó del milagro? ¡Ah, nadie ya los nombra!
Yo sola sé que es cierto.

Con qué perversidad invisible florecen
sobre el portón austero de las quintas dormidas,
engañando las tórtolas que en la ciudad perdidas
buscan pacientemente vuelos que favorecen
horas agradecidas.

Son ellas, ellas solas las que extienden en las rejas
y en las columnas vínculos lisonjeros de flores,
en las abandonadas casas donde hay señores
severos, en mármol, nimbos de oro y de abejas
sobre los corredores.

Son ellas que vigilan mientras reposa el día
en los cóncavos atrios de la noche y resuelven
el destino terrible de mi vida y me envuelven
como lentos gusanos con la caricia fría
de mis penas que vuelven.

Vedlas caer sinuosas como cintas mojadas,
con luminosidad terrible de pupilas,
con podridas corolas, como flores tranquilas,
como una lluvia azul, extintas, desmayadas,
tratando de ser lilas.

Ved cómo se transforman en rememorativas
formas, en laberintos, en peces, en insectos,
en prisiones de espejos, en monstruosos proyectos.
Ved cómo me torturan con almas vengativas
crueles y desleales.

Cuando me hayan matado desaparecerán
buscando las distantes formas hexagonales
de las oscuras rocas de los bosques natales;
volverán a ser de agua y cantando bañarán
sus piedras tropicales.

Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993), "Poemas de amor desesperado", 1949, Poesía completa, Emecé Editores, Buenos Aires, 2002

Ilustración: La selva, 1943, Wilfredo Lam

lunes, enero 17, 2011

Silvina Ocampo / Arácnidas



Arácnidas

Una araña reluce en este cuarto,
la memoria de muchos días queda en sus caireles,
cuando parto atesoran otras;
no alcanzan mis ojos a distinguir
cuál es la luz del reflejo
y cuál la de las lamparitas.
No puedo imaginarme ciega porque toda oscuridad
me parece un retrato del espacio infinito en las formas.
Mis ojos me enseñaron la diferencia
que existe entre el reflejo y la luz,
sólo veo la luz del reflejo
y no la luz de las lamparitas vanidosas
que en algo se parecen a los diamantes.

Cuando un temblor de tierra entrechocó los caireles
un repiqueteo como de campanas
colmó el cuarto de alegría.
Recogí un pedacito roto del suelo.
Amaba los terremotos que tan graciosamente
hacen temblar la tierra.
Alguna vez prometí morir en un cataclismo.

Ahora me pregunto por qué se llama araña
este adorno que cuelga del techo
y que me inspira estas estúpidas frases.
En la casa de campo de mi infancia antiguamente
había un plumerito de largo mango
que servía para limpiar el cielo raso,
lo llamaban el plumero de las arañas.
Casi todas las noches alguna araña
atraída, se diría, por los plumeritos,
se anidaba en alguna moldura.
Las arañas parecían intuir
que aquella arma mortal podía con menos riesgo
servir de guarida y tomaron la costumbre
de esconderse adentro del plumerito
que tenía aparentemente el mismo color
y la misma textura.
No quise asistir
al descubrimiento de la primera telaraña
insertada delicadamente en el plumerito
que parecía una peluca.
Era frecuente oír esta frase al anochecer:
"¿Dónde está el plumerito de las arañas?"
y que alguien contestara
"¡Qué se yo! Se lo habrán llevado".
Llegué a creer que algunos plumeros pertenecían
a las arañas y no que limpiaban los techos.
Y hoy mismo lo creería si volviera a oir aquellas frases,
luego, sentiría la incongruencia de la vida
que busca a veces amparo
en el arma que nos va a matar.


Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993), de Cornelia frente al espejo, 1988, en Tupé, número 5, diciembre 2010

---
Ilustración: La mujer de monóculo, 1926, Francis Picabia

domingo, enero 16, 2011

Nieves Viviani / Lo que se hunde




Lo que se hunde

Lo que se hunde en el vacío, lo que nada, presiona,
pica, reverbera y descoyunta, lo que entibia
deshojando el gorgoteo primero y anhelante;
lo fijado, lo sesgado, el trueque, el movimiento
a traspiés, a temblor, a mandíbula batiente, desollando
las reses del doméstico dolor y su trasunto,
lo que gime, resarce, golpea y acaricia
en un remanso demorado, atrás, arte menor, deshilvanado
por la mano inclinada hacia la sombra y acertijo
de furor y de flama allí primero en el tallo de la rosa
en niebla prematuramente por su arbitrio omnipotente
y en la opaca Noche devorada.
Y su constancia ordenativa,
de pies a cabeza, de revés y delante, interior floreciente
salvaje intuición, arpón de muerte, arpegio disonante
y después… después nada,
sino el origen y el cáliz, alvéolo fugaz, raíz de miedo,
visión de lo esencial agua, luz, agua, tierra, agua, agua;
letal, imperativa garra, puérpera doliente, deshonrada reina
asida a la oscuridad sin valla la saga de la especie y su ajetreo
vísceras y alma, trajín de espasmos, botín de nadie, cáscara
ciego animal en un ciego festín de ciega carne,
doblegado al afán de medianía que lo hiere
ingobernable y trunca voz, aguja de mechar cordel sin tramas,
doble veleidad en cuerpo único de sangre solitaria, y al final
cortesanos del abismo, un ligero latigazo de infinito atravesado
y una lengua voraz que de nada se harta
excepto de sí misma, de su suerte de mendiga, y de su espanto.

Nieves Viviani (Concordia, 1973), inédito


Ilustración: Aquis submersus,1919, Max Ernst

sábado, enero 15, 2011

Robert Browning / Soliloquio del claustro español



Soliloquio del claustro español

I.
Grr— ¡allá va el que tanto aborrezco!
Riega tus condenadas macetas, ¡hazlo!
Hermano Lorenzo, sangre de Dios,
Si el odio matara a los hombres, ¡el mío te mataría!
¿Cómo? ¿Que necesitas podar tu mirto?
Oh, esa rosa está primero—
¿necesita que llenen hasta el borde su mísero florero?
¡Que te consuma el infierno entre sus llamas!

II.
Nos sentamos juntos durante la comida:
¡Salve tibi! Debo escuchar
sabias conversaciones sobre el clima,
el tipo de estación, la época del año:
No fue muy abundante la cosecha de alcornoques:
difícilmente podamos esperar agallas, eso lo dudo:
¿Cuál es el término latino para ‘perejil’?
¿Cuál el nombre griego para diente de león
?

III.
¡Vaya! ¡Tendremos nuestra fuente bruñida,
guardada con cuidado en nuestra alacena!
Provistos de una cuchara flamante
y una copa cada uno,
enjuagadas como en el ritual
antes de que toquen nuestros labios agrietados―
¡Marcadas para nosotros con una L como inicial!
(¡Je-je! ¡Y en ese momento su lirio se quiebra!)

IV.
¡Santo, en verdad! Mientras la morena Dolores
se acuclilla con Sanchicha afuera,
al lado del convento, contando historias,
remojando en el tanque las trenzas
negro azabache, brillosas, gruesas como crines de caballo,
―¿no veo acaso el brillo de su mirada letal,
como la de un corsario bereber?
(Es decir, ¡si quiere mostrármela!)

V.
Cuando termina la refacción,
nunca apoya en cruz
cuchillo y tenedor, según recuerdo,
como lo hago yo, en alabanza a Jesús.
Yo ilustro la Trinidad
cuando bebo naranja aguada—
en tres sorbos contrariando al arriano;
¡mientras él se la bebe de un trago!

VI.
Oh, ¿y esos melones? ¡Si él es habilidoso
tendremos una fiesta! ¡qué agradable!
Uno va hasta a la mesa del Abad,
cada uno obtiene una tajada.
¿Cómo andan tus flores? ¿Hay alguna doble?
¿Puedes ver alguna que se parezca a la fruta?
¡Qué extraño! ―Y yo, además, con esfuerzo,
¡a escondidas las mantengo bien podadas!

VII.
Hay un magnífico texto en Gálatas,
abordarlo significa
veintinueve maldiciones diferentes,
una efectiva por si otra falla:
si me tropiezo con él a punto de morir,
tan seguro como que el Cielo existe,
lo revoleo y lo lanzo por el aire
hasta el Infierno, ¿un maniqueo?

VIII.
¡Oh, mi contaminada novela francesa
en papel gris y fuente tosca!
Solo dale una mirada, inclínate
de pies y manos bajo las garras de Belial:
¿Si doblo las páginas de la pobre
edicióndecimosexta por la mitad,
cuando él recoje sus ciruelas,
abro un cedazo y las meto adentro?

IX.
¡O si no, está Satán! ―uno podría arriesgarse
a venderle el alma, pero dejando
en el contrato una tara que él no advierta
hasta que, sin retorno,
¡quede aplastada esa acacia rosada
de la que estamos tan orgullosos!
Hy, Zy, Hine...¡Santo Dios, ya dan las vísperas!
¡Plena gratia Ave, Virgo!
¡Grrr―tú, cerdo!

Robert Browning (Camberwell, Surrey, 1812 - Venecia, 1889), Dramatic Lyrics, 1842
Traducción de Silvia Camerotto


Soliloquy of the Spanish Cloister
I. Gr-r-r―there go, my heart's abhorrence! /Water your damned flower-pots, do! /If hate killed men, Brother Lawrence, /God's blood, would not mine kill you! /What? your myrtle-bush wants trimming? /Oh, that rose has prior claims /Needs its leaden vase filled brimming? /Hell dry you up with its flames! //II. At the meal we sit together: /
Salve tibi! I must hear /Wise talk of the kind of weather, /Sort of season, time of year: /Not a plenteous cork-crop: scarcely /Dare we hope oak-galls, I doubt: /What's the Latin name for ``parsley''? /What's the Greek name for Swine's Snout? //III. Whew! We'll have our platter burnished, /Laid with care on our own shelf! /With a fire-new spoon we're furnished, /And a goblet for ourself, /Rinsed like something sacrificial /Ere 'tis fit to touch our chaps― /Marked with L. for our initial! /(He-he! There his lily snaps!) //IV. Saint, forsooth! While brown Dolores /Squats outside the Convent bank /With Sanchicha, telling stories, /Steeping tresses in the tank, /Blue-black, lustrous, thick like horsehairs, /―Can't I see his dead eye glow, /Bright as 'twere a Barbary corsair's? /(That is, if he'd let it show!) //V. When he finishes refection, /Knife and fork he never lays /Cross-wise, to my recollection, /As do I, in Jesu's praise. /I the Trinity illustrate, /Drinking watered orange-pulp― /Inthree sips the Arian frustrate; /While he drains his at one gulp! //VI. Oh, those melons! If he's able /We're to have a feast! so nice! /One goes to the Abbot's table, /All of us get each a slice. /How go on your flowers? None double? /Not one fruit-sort can you spy? /Strange!―And I, too, at such trouble, /Keep them close-nipped on the sly! //VII. There's a great text in Galatians, /Once you trip on it, entails /Twenty-nine distinct damnations, /One sure, if another fails: /If I trip him just a-dying, /Sure of heaven as sure can be, /Spin him round and send him flying. /Off to hell, a Manichee? //VIII. /Or, my scrofulous French novel /On grey paper with blunt type! /Simply glance at it, you grovel /Hand and foot in Belial's gripe: /If I double down its pages /At the woeful sixteenth print, /When he gathers his greengages, /Ope a sieve and slip it in't? //IX./Or, there's Satan!―one might venture /Pledge one's soul to him, yet leave /Such a flaw in the indenture /As he'd miss till, past retrieve, /Blasted lay that rose-acacia/We're so proud of! Hy, Zy, Hine ... /'St, there's Vespers! Plena gratia/Ave, Virgo! Gr-r-r―you swine!


Ilustración: La tentación de San Antonio (detalle), c.1515, Hieronymus Bosch