jueves, noviembre 30, 2017

Oscar Hermes Villordo / La alcantarilla















Párate y oye el agua de insomne alcantarilla:
líquido grillo criba la sombra sin ruidos
-hueca garganta lúgubre, gruta de maravilla-
y abre brocales tímidos de brillos y sonidos.

Herrumbra sordo el sapo; cruje agria la rana;
duerme, casi en el sueño de la noche, y se derrumba...
Ojos, manos y boca gritan lo que se ama.
el grito vuelve, hiere: remota voz, retumba...

Es turbio el mundo y mides, con la sombra, el destierro
del sapo y de la rana, ¡y en la noche tu suela
pisa libre la música del agua sobre el hierro
y ves la alcantarilla que canta y que consuela!

Oscar Hermes Villordo (Machagai, Argentina, 1928-Buenos Aires, 1994), Poemas de la calle, Ateneo Popular de La Boca, 1953; Editorial Tres + Uno, Buenos Aires, 1993


Ref.:
Infobae
Norte
Caína Bella
La Nación
Biblioteca Virtual LGTB


miércoles, noviembre 29, 2017

Lauri García Dueñas / XI Linaje-Estirpe















Sábado 10 de agosto de agosto de 2013, aeropuerto de Nairobi, Kenya.

Está sujeto a su linaje: 
no le es dado, como a personas sin valor, 
darse gusto a sí mismo
Hamlet, William Shakespeare


Imágenes entrecortadas de diferente natura
largas horas de espera en la autopista del territorio que no cesa
trazos de un hombre
jirones en una habitación pequeña
más horas
cuántas horas son necesarias para decir
linaje
estirpe
y que el ideal de una belleza primitiva/repentina
se resquebraje hasta que un caballo negro muerda mi mano derecha
y me dibuje una herida con la forma de una mancha
que coincide
con las de las jirafas Masai
ayer.

Un charco de cosas cargándose sin conexión
sin relación
un atrincherarse a la Tierra porque era necesario
un temblor de aire
un temblor continuo
de esa sustancia blanda que algunos llaman alma
charco en el principio del esternón
enfermedades de otros                       no es mía la enfermedad
accidentes de otros                     no deseo mi propio accidente
los miles de kilómetros hicieron crecer el pozo
y provocaron el terror de que alguien remueva la prótesis del alfabeto
confirmo que la excesiva búsqueda de sentido ocasiona una irrupción insalvable en la traducción
no es mi enfermedad, repito
loading
lost in translation
solo mi estirpe que se conectó telúricamente con
el canto el baile los siglos
el rechazo
el tiempo se distorsionó y las niñas que escucharon palabras en otra lengua confesaron -sin cabellos- el arrebato ante el código
olor a engrudo           siglos de no oler (eso)
que ya no nos pertenece
ese diferente sudor ácido lo invade todo alrededor
estirpe linaje
susurro quedamente
imposibilidad/ cierta tristeza por las fiestas de los familiares olvidados
el dorado de los pastizales
la sabana           la montaña las piedras las moscas que taladraron la paciencia y las curvas
a la vista del felino arde el estómago de esos-siglos
todo desaparece
se desvía el lenguaje ante ese felino a secas en la hojarasca prodigando manchas (usted)
ver un animal salvaje es ahorcar la tuerca de un conocimiento a medias
conocimiento empapado en ese olor incomprensible
en ese tiempo y abandono al que fuimos sometidos
pero
los niños dijeron adiós con la mano a la orilla de las carreteras
las mujeres crecieron del asfalto en fotogramas de colores
las bicicletas pidieron perdón por la falta de agua
el pozo fue la alegría de los poblados rumbo a la ciudad
el cielo se desplomó en su tibieza deslucida
bailé con ese fuego antiguo que me devino rastrojo
(palmas que se zurcen)
¿el zurcido del sexo?
la oscuridad desde dentro con la distancia y el anonimato zumbando en el Dados Hotel subrayó la fortuna
y si alguien me dio la luz
y si no sé para qué
tal vez he de apretar mandíbulas
y sobre las cenizas de una terminal intercontinental
clavar a la tierra el flujo sanguíneo que palpita
aún frente al lago ennegrecido
aún a pesar de las maldiciones y peces muertos
porque la sangre del linaje y la estirpe
quedará intacta aun cuando termine
este doloroso desplazamiento
al que me entregué con la vehemencia que una se entrega a un desconocido.

Lauri García Dueñas (San Salvador, 1980), Periódico de Poesía, UNAM, n° 103, octubre de 2017

Ref.:
Skribalia
El Faro
Festival de Poesía de Medellín
Festival Poesía y Movimiento
Analecta Literaria


martes, noviembre 28, 2017

Roque Dalton / Lo que me dijo un loco


Me contaste que tu padre era un pequeño mar.

Que los ángeles son unos estupidillos
pero por las noches hacen mucho daño con sus uñas de cola de cometa.

Me contaste que en tu casa la lluvia naufraga
y tus hermanas castran furiosas los almendros.
Me contaste que los sedientos son la gran esperanza.

Que silbar en los parques es confesarse impotente
de recuperar el vino de las palabras que uno dice de niño.

Me contaste que la mujer gorda te era desconocida
y que por eso odiabas los gestos de su espalda.

Me contaste que era mejor no salir a la calle
porque a cierta edad es obtuso hacer víctimas.

Me contaste que hay algo que se llama luz
imposible de explicar con las manos.

Me contaste que los árboles no son los principales enemigos
y que no debería creer nada de lo que hablan
desde el otro lado de las rejas.

Roque Dalton (San Salvador, 1935-1975), Poesía escogida, Editorial Universitaria Centroamericana, San José, Costa Rica, 1983
Envío de Jonio González

Ref.:
Círculo de Poesía
Telesur
Literatura Us
Cuba Debate


lunes, noviembre 27, 2017

Georges Schehadé / Dos poemas

















Hay jardines que no tienen países
Y que están solos con el agua
Los atraviesan palomas azules y sin nido
Pero la luna es un cristal de placer
Y el niño se acuerda de un gran desorden claro.

*

Mis amigos morían curiosamente
En los meses de los grandes sueños
Si ella duerme que duerma con la cosecha
Que duerma con los relámpagos
Al lado de la flor de la distancia
Extraviada como la edad de oro.

Georges Schehadé (Alejandría, Egipto, 1905-París, 1989), Antología de la poesía surrealista, Argonauta, Barcelona, 1981
Traducción de Aldo Pellegrini
Envío de Jonio González

La Jornada -Letras Libres

Foto: Georges Schehadé, 1987 Wikipedia

domingo, noviembre 26, 2017

Damsi Figueroa / Si fuese la judía
















Si fuese la judía
abriría las puertas de la ciudad
de un soplo
Soportaría la injuria del cautiverio
Viuda y virgen sería a la vez
Devoradora de ejércitos
Y le bastaría ser hombre
para caminar erguida sobre sus muertos
Pero a la judía le bastó ser mujer
para beber en exceso
para comer en exceso
y pasear por los sueños desnudos
de los asirios
Inventiva solitaria
Amamantadora universal
Razón del tiempo y de la historia
Si fuese la judía
levantaría con su belleza
los templos caídos de la Tierra
cortaría la cabeza de Holofernes
para saltar a la luz
desde su cueva
Pero es Judith la que espera
por el espejo encorvado de su destino
Nuestra Judith aún no está bendita
y envejece a la par
de los cortejos de Eleofonte
el tejedor de cantos opacos
como el aura
de su propio culo reseco

Damsi Figueroa (Talcahuano, Chile, 1976), Judith y Eleofonte, Editorial Letra Nueva, Concepción, 1994

Club de Traductores Literarios de Buenos Aires - Descontexto - Valija Cultural


Foto: Damsi Figueroa, Valdivia, Chile, 2017 by Otra Iglesia Es Imposible

sábado, noviembre 25, 2017

Carlos López Beltrán / Dos poemas




El hombre que llegó a las manos

                      And he carries the reminders of every fist
                                        that laid him down or cut him.
                                                                     Paul Simon


Se sorprendió de encontrar un paisaje tan áspero.
Esos nudillos tan anudillados esos puños
tan empuñados. Las correas venosas apuntándole
desde lo alto y el sudor tan sedoso y tan espeso.
El hedor hosco de la adrenalina.

A pesar del estilete de la brisa sobre la cara
y la cizalla sobre la arista de piedra
se sorprendió del silencio que encontró
en las manos como aleteo de tumba...

Y comenzó a bajar muy despacito
sin mirar hacia arriba ni hacia abajo
aferrándose a las grietas con los dedos
llagados y apoyando bien los pies.


Cita en el 16eme

Era yo, viniendo hacia mí, pero de canto
En un ángulo triste e imposible
Desde el fondo del ojal en la penumbra
De aquel pasillo astroso parisino
Apresurado hacia aquí hacia nosotros
Que temerosos del encuentro ya escapábamos
Sin saber si era un reflejo o un demonio
Aglomerado de mala pus, encabronado
Pero era yo asiluetado e irascible
Menesteroso, cruel, semiencarnado
Pisando fuerte desde lo oscuro del espanto
Era yo musitando al acercarme
Desdentados reclamos y rencores
Como piedras de dolor en las arterias
Envejecido por la grava y la intemperie
El que se puso a caminar cuando de niño
Perdió el abrazo y la gracia de mi madre.

Carlos López Beltrán (Minatitlán, México, 1957), Hembras desarboladas y otros hombres fuera de lugar, Universidad del Claustro de Sor Juana y Ediciones Sin Nombre, Ciudad de México, 2014

Otra Iglesia Es Imposible - Club de Traductores Literarios de Buenos Aires - Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM - Fractal - Círculo de Poesía


act. jul 2020

viernes, noviembre 24, 2017

Louise Glück / Mitad del verano













En noches como ésta solíamos nadar en la presa,
los chicos inventando juegos que requerían rasgarle la ropa a las chicas
y  las chicas cooperando, porque tenían cuerpos nuevos desde el verano anterior
y querían exhibirlos, las valientes
saltando de las rocas altas, cuerpos que llenaban el agua.

Las noches eran húmedas, tranquilas. La piedra estaba  fresca y mojada
mármol para las tumbas, para edificios que nunca vimos,
edificios en ciudades distantes.

En las noches nubladas, estabas ciego. Esas noches las rocas se volvían peligrosas,
pero de otra manera todo era peligroso, que era lo que perseguíamos.
El verano comenzó. Luego los chicos y chicas empezaron a formar parejas
pero al final siempre quedaban algunos solos - algunas veces observaban,
otras pretendían partir con el otro,
¿pero qué podían hacer allí, en los bosques? Nadie quería ser ellos.
Pero venían de todas formas, como si alguna noche su suerte fuera a cambiar,
el destino sería un destino distinto.

No obstante, al principio y al final, todos estábamos juntos.
Después de las tareas de la tarde, luego que los más pequeños iban a la cama,
entonces éramos libres. Nadie decía nada pero sabíamos qué noches nos encontraríamos
    y las que no.
Una o dos veces, al final del verano,
podíamos darnos cuenta que de todos esos besos un bebé iba a venir.

Y para esos dos era terrible, tan terrible como estar solo.
El juego había acabado. Nos sentábamos en las rocas a fumar cigarrillos,
preocupándonos por los que no estaban allí.

Y luego finalmente caminar a casa por los campos
porque siempre había trabajo al día siguiente.
Y al día siguiente, éramos chicos otra vez, sentándonos en los escalones de la mañana
comiendo un durazno. Sólo eso, pero parecía un honor tener una boca.

Y luego ir a trabajar, trabajar en los campos.
Un chico trabajó para una anciana, haciendo estantes.
La casa era muy vieja, quizá del tiempo en que nació la montaña.

Y luego el día se extinguía. Estábamos soñando, esperando la noche.
Parados en la puerta principal frente al ocaso, viendo las sombras alargarse.
Y una voz en la cocina siempre se quejaba por el calor,
pidiendo que el calor cesara.

Luego el calor cesaba, la noche estaba despejada.
Y pensabas en el chico o chica que verías más tarde.
Y pensabas en caminar en el bosque y tenderte,
practicando todas esas cosas que habías aprendido en el agua.
Y aunque algunas veces no podías ver a la persona con la que estabas
no había sustituto para esa persona.

La noche de verano brillaba; en el campo destellaban luciérnagas
y para aquellos que entendían esas cosas, las estrellas mandaban mensajes:
Dejarás el pueblo donde has nacido
y te volverás muy rico, muy poderoso, en otro país
pero siempre lamentarás algo que dejaste atrás, aunque
no puedas decir qué es,
y  eventualmente retornarás para buscarlo.

Louise Glück (Nueva York, Estados Unidos, 1943), A Village Life, Farrar, Straus, Giroux, Nueva York, 2009
Versión: Marina Kohon

Ref.:
Stanford University
Academy of Achievement
Academy of Achievement-YouTube
Letras Libres
El Placard
Getty Images


Midsummer

On nights like this we used to swim in the quarry,   
the boys making up games requiring them to tear off  the girls’ clothes   
and the girls cooperating, because they had new bodies since last summer
and they wanted to exhibit them, the brave ones   
leaping off  the high rocks — bodies crowding the water.

The nights were humid, still. The stone was cool and wet,
marble for  graveyards, for buildings that we never saw,   
buildings in cities far away.

On cloudy nights, you were blind. Those nights the rocks were dangerous,   
but in another way it was all dangerous, that was what we were after.   
The summer started. Then the boys and girls began to pair off   
but always there were a few left at the end — sometimes they’d keep watch,
sometimes they’d pretend to go off  with each other like the rest,
but what could they do there, in the woods? No one wanted to be them.   
But they’d show up anyway, as though some night their luck would change,   
fate would be a different fate.

At the beginning and at the end, though, we were all together.
After the evening chores, after the smaller children were in bed,   
then we were free. Nobody said anything, but we knew the nights we’d meet   
and the nights we wouldn’t. Once or twice, at the end of summer,   
we could see a baby was going to come out of all that kissing.

And for those two, it was terrible, as terrible as being alone.   
The game was over. We’d sit on the rocks smoking cigarettes,   
worrying about the ones who weren’t there.

And then finally walk home through the fields,   
because there was always work the next day.   
And the next day, we were kids again, sitting on the front steps in the morning,   
eating a peach.  Just that, but it seemed an honor to have a mouth.   
And then going to work, which meant helping out in the fields.   
One boy worked for an old lady, building shelves.   
The house was very old, maybe built when the mountain was built.

And then the day faded. We were dreaming, waiting for night.   
Standing at the front door at twilight, watching the shadows lengthen.   
And a voice in the kitchen was always complaining about the heat,
wanting the heat to break.

Then the heat broke, the night was clear.   
And you thought of  the boy or girl you’d be meeting later.   
And you thought of  walking into the woods and lying down,   
practicing all those things you were learning in the water.   
And though sometimes you couldn’t see the person you were with,
there was no substitute for that person.

The summer night glowed; in the field, fireflies were glinting.
And for those who understood such things, the stars were sending messages:   
You will leave the village where you were born   
and in another country you’ll become very rich, very powerful,
but always you will mourn something you left behind, even though   
you can’t say what it was,
and eventually you will return to seek it.

Poetry Foundation
 © Louise Glück

jueves, noviembre 23, 2017

Alejandro Schmidt / En un puño oscuro














Sobre un desierto ardiente
así
quise vivir

hubo rosas en mi fin del mundo
y en un puño oscuro
la más bella luz

en la silla del odio me senté
en el rincón helado
con el completo corazón
quemado en sus asombros

una y otra vez
fueron a su estrella las palabras
llevaban
mi última fortuna

sin embargo
la ceniza del cielo perfumado
unía
mi corazón al fervor

como un puño que guarda su alimento
en pobres bolsillos
en noches tormentosas

pude vivir
quise vivir.

Alejandro Schmidt (Villa María, Argentina, 1955-Córdoba, Argentina, 2021), En un puño oscuro (segunda edición corregida), Editorial Universitaria de Villa María, EDUVIM, 2017

miércoles, noviembre 22, 2017

María Laura Decésare / Retrato
















El espejo se rompe
y avanza la imagen de lo pequeño
que olvidamos hace tiempo.
Con asombro vemos unos ojos
de mirada limpia
que casi no podemos reconocer.
Ha pasado tanto
sobre nuestras cabezas
que el claro de esos ojos nos toca
y es mejor
estarse quieta por un rato.

María Laura Decésare (Rufino, Argentina, 1969)

La hija menor,
Ediciones del Dock,
Buenos Aires, 2017







martes, noviembre 21, 2017

Jorie Graham / Santo Sepulcro


En esta luz azul
    Puedo llevarte ahí
nieve que me hizo
    un mundo de hueso
que se ve a través de. Esta
   es mi casa,

mi sección de pared etrusca,
     los limoneros de
mi vecino, y, justo debajo,
    la iglesia baja,
la fábrica de aviones.
    Un gallo

canta todo el día desde la neblina
     afuera de los muros,
Hay leche en el aire
     hielo sobre la piel
aceitosa de los limones. Qué tan
     clara la mente está,

tumba sagrada. Es esta la chica
   de Piero
della Francesca, desabrochando
   su vestido azul
su manto de tiempo
    que entra en

parto.Vení, podemos pasar.
   Sucede antes
del nacimiento de dios. Nadie
todavía se alzó
en los museos, en las líneas
    de montaje —cuerpos

y alas— en el aire libre
del mercado. Esto es
lo que vivimos: pasar.
Es un camino largo.
Y el vestido se sigue abriendo
    desde la eternidad

a la privacidad, acelerando.
   Adentro, en el corazón,
está la tragedia, el momento del presente
   nació muerto para siempre
pero todavía sigue, cada aliento
    es un botón

deshaciéndose, algo muy
hábil ágil
que encuentra todas las paradas.

Jorie Graham (Nueva York, Estados Unidos, 1950), Poetry Foundation, The Dream of the Unified Field: Selected Poems 1974-1994, HarperCollins Publishers, Nueva York, 1995
Traducción: Noelia Torres

Ref.:
The New Yorker
Jorie Graham
The Paris Review

Foto: Jorie Graham Dino Ignani/Flickriver


San Sepolcro

In this blue light
       I can take you there,
snow having made me
       a world of bone   
seen through to. This
       is my house,

my section of Etruscan
       wall, my neighbor’s   
lemontrees, and, just below
       the lower church,   
the airplane factory.
       A rooster

crows all day from mist
       outside the walls.   
There’s milk on the air,
       ice on the oily
lemonskins. How clean   
       the mind is,

holy grave. It is this girl
       by Piero
della Francesca, unbuttoning   
       her blue dress,
her mantle of weather,
       to go into

labor. Come, we can go in.   
       It is before
the birth of god. No one
       has risen yet
to the museums, to the assembly   
       line—bodies

and wings—to the open air
       market. This is
what the living do: go in.
       It’s a long way.
And the dress keeps opening
       from eternity

to privacy, quickening.
       Inside, at the heart,
is tragedy, the present moment   
       forever stillborn,
but going in, each breath
       is a button

coming undone, something terribly   
       nimble-fingered   
finding all of the stops.

lunes, noviembre 20, 2017

Basil Bunting / De "Chomei en Toyama"





[Fragmentos]

El rocío de mis sesenta años se evapora,
he construido mi última casa, o casucha,
campamento de cazador, la vieja
crisálida del gusano de seda:
diez pies por diez pies, siete de alto: y yo
tomándolo por habitación de paso, no por domicilio,
me salté las tradiciones ceremonias fundacionales.

He sellado los marcos con greda,
puesto bisagras en las esquinas;
fácil de desarmar y partir a otra parte
cuando me aburra de este lugar.
Dos carretillas de basura
y el costo de un hombre para cargarlo,
ningún problema.

Desde que piso la montaña Hino
el mediodía cae a través del toldo
sobre mi balcón de bambú, el atardecer
brilló sobre Amida.
He puesto mis libros sobre la ventana,
el laúd y la mandolina a mano,
apilado helechos y paja para acostarme,
un buen escritorio donde da la luz, cocina a leña.
Junté y acomodé piedras
para una cisterna, instalé
cañerías de bambú. Sin leñera,
hay madera suficiente en el bosque.

Toyama, ¡cómodo entre las enredaderas!
Toyama, profundo en la densa quebrada, abierta
al oeste donde los muerto salen del Edén
agachados sobre las nubes azules de las glicinas.

(...)

Prisionera de ningún paisaje
de ninguna estación
la mente se mueve en una cosecha
ilimitada.

Vine por un mes
hace cinco años.
Hay musgo en mi techo.

Basil Bunting (Scotswood-on-Tyne, Inglaterra, 1900-Hexham, Inglaterra, 1985), Chomei* en Toyama, Lecturas Ediciones, Santiago de Chile, 2017
Traducción de Kurt Folch

Vía Revista Ñ, n° 738, 18.11.2017

* Kamo no Chomei (Kamo, Japón, 1154 ó 55- Monte Hino, Japón, 1216), poeta, músico y ermitaño. Su Hojoki (Escritos de la choza o La choza de diez pies) es un texto tradicional de la literatura budista. (Nota del Administrador)

Otra Iglesia Es ImposiblePoetry Foundation - Buenos Aires Poetry - The New Yorker - El Imparcial - LaKomuna

Foto: Poetry Foundation

Chomei at Toyama

(Kamo-no-Chomei, born at Kamo 1154, died at Toyama on Mount Hino, 24th June 1216)

(...)

The dew evaporates from my sixty years,
I have built my last house, or hovel,
a hunter’s bivouac, an old
silkworm’s cocoon:
ten feet by ten, seven high: and I,
reckoning it a lodging not a dwelling,
omitted the usual foundation ceremony.

I have filled the frames with clay,
set hinges at the corners;
easy to take it down and carry it away
when I get bored with this place.
Two barrowloads of junk
and the cost of a man to shove the barrow,
no trouble at all.

Since I have trodden Hino mountain
noon has beaten through the awning
over my bamboo balcony, evening
shone on Amida.
I have shelved my books above the window,
lute and mandolin near at hand,
piled bracken and a little straw for bedding,
a smooth desk where the light falls, stove for bramblewood.
I have gathered stones, fitted
stones for a cistern, laid bamboo
pipes. No woodstack,
wood enough in the thicket.

Toyama, snug in the creepers!
Toyama, deep in the dense gully, open
westward whence the dead ride out of Eden
squatting on blue clouds of wistaria.

(...)

Neither closed in one landscape
nor in one season
the mind moving in illimitable
recollection.

I came here for a month
five years ago.
There’s moss on the roof.

-Poetry Magazine Septiembre de 1933 Volumen XLII Número VI

domingo, noviembre 19, 2017

Mahadevi Varma / Un enigma
















¡Amada, yo también soy un enigma!
De todas las dulzuras, de todas las sonrisas,
de todo el hechizo de tus ojos,
de todo el llanto, de todo el hastío,
de todo el veneno del pulso del mundo
     he participado como un devoto,
     siempre sediento de pena.
¡Y también me divierto en el río del júbilo!

De todo mi ser simultáneamente fluye
un fuego que quema y un manantial que refresca,
atracción y aversión que buscándose entre sí
mantienen el fluir de mi aliento.
     ¡Amada, mi educación
     fue limitada
y sin embargo juego con lo infinito!

Mahadevi Varma (Farrujābād, India, 1907-Allahabad, India, 1987), Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974

India Today - Encyclopedia Britannica


An enigma

Helmed! I too am an enigma.
Of all the sweetness, of all the smiles,
Of all the enchantment of yours eves,
Of all the weeping, of all the boredom,
Of all the poison in the pulsing of the world
     I have partaken, an addict,
    Ever thirsty for sorrow
And I also disport my self in the river of joy!

From every pan of me simulteneously flow
Fire that burns and streams that cool.
Attraction and aversion, seeking each other,
Maintain the flow of my breath.
     Beloved! My upbringing
    Has been circumscribed
Yet I play with the unconfined!

- Tara Ali Baig, Women of India, Publications Division Ministry of Information and Broadcasting, Gov. of India, 1958

---
Foto: JagranJosh

sábado, noviembre 18, 2017

Kateřina Rudčenková / Escombros



Comenzó con la esquizofrenia.
Una luz oblicua los despertaba cada día.
La casa se estremecía
con el estruendo de los tranvías.
Ya desde pequeños.

Nos vamos acomodando, hora tras hora.
Aquí, en esta escombrera, vivía con mi hermano.
En este lugar nos despabilaba el ruido.
Se erguía acá el árbol de navidad
y al lado, en la cocina, vivía la abuela.
Resonaban aquí los pasos,
el tintineo de los cubiertos,
el agua al correr, la risa,
el peine posado ante el espejo.
Solías tener el pelo largo.

Que de los escombros rescatarás libros,
fotos, cartas y joyas.
Que ahí encontrarás tus manos de niña,
tu cabeza, tu sueño y tu miedo.

A qué nos aferramos.
A la ruina, como siempre.
A qué volvemos.
A las paredes.

El polvo ya no hace ningún mal,
ya no lo limpies más.

Kateřina Rudčenková (Praga, 1976), Antología de poesía checa contemporánea, Pre-Textos, Valencia, 2012
Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús
Envío de Jonio González

Emma Gunst - Lidovky - Centro Checo en Madrid

Foto: Kateřina Rudčenková © 2014 Jakub Hněvkovský/Magnesia Litera


SUTINY

Začalo to schizofrenií.
Šikmé světlo je denně budilo.
Dům se otřásal duněním tramvají.
Už odmala.
Zabydlujeme se, hodinu po hodině.
Zde v této haldě jsme žili s bratrem.
Tady nás budil hluk.
Stál tu vánoční strom
a vedle v kuchyni žila babička.
Zněly tu kroky,
cinkání příborů, puštěná voda, smích,
hřeben pokládaný před zrcadlo.
Mívala jsi dlouhé vlasy.

Že budeš ze sutin vytahovat knihy, fotky,
dopisy a šperky.
Že tam najdeš své dětské ruce, svou hlavu,
svůj spánek a strach.

K čemu se upínáme.
Ke zmaru jako vždy.
K čemu se vracíme.
Do zdí.

Prach už tomu neublíží,
už ho neutírej.

viernes, noviembre 17, 2017

Mary Oliver / El huerto
















He soñado
con el éxito.
He alimentado

la ambición.
He cambiado
noches de sueño

por horas de trabajo.
Ah, y he descubierto
cómo el brote suave

se convierte en fruta verde
que se convierte en fruta dulce.
Ah, y he descubierto

que todos los vientos son fríos
al final
y las hojas

tan lindas, tantas,
se evaporan
en el gran

envoltorio negro del tiempo
en el gran envoltorio negro
del deseo

y que la madurez
de la manzana
es su caída.

Mary Oliver (Maple Heights, Estados Unidos, 1935-Hobe Sound, Estados Unidos, 2019)
Versión de Natalia Leiderman y Patricio Foglia


El pájaro rojo,
Caleta Olivia Ediciones,
San Justo, Buenos Aires, 2017












The orchard

I have dreamed
of accomplishment.
I have fed

Ambition.
I have traded
Nights of sleep

for a length of work.
Lo, and I have discovered
How soft bloom

turns to green fruit
which turns to sweet fruit
Lo, and I have discovered

all winds blow cold
at last,
and the leaves,

ao pretty, so many,
vanish,
in the great, black

packet of time,
in the great, black
packet of ambition,

and the ripeness
of the apple
is its downfall.

Red Bird, Beacon Press, Boston, © 2008 Mary Oliver Google Books

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Foto: Mary Oliver, 2012 Mariana Cook/Penguin Press/NPR Books

Actualización: ene. 2019

jueves, noviembre 16, 2017

Alfonso Gatto / Las cosas
















Un día golpearán en cada casa,
quien vive ya es culpable de tener
su vida a solas. Cuando baja oscura
la noche, uno se queda tras los vidrios
aguardando que llegue el vasto absurdo
de la quietud. Está en las mismas cosas
de siempre, siempre en su lugar, la nueva
mirada pétrea: la desierta esquina
pone a salvo al que huye o bien lo embate
de cara al pelotón. Parece un vano
delirio este creer aún en las cosas.

Alfonso Gatto (Salerno, Italia, 1909 – Orbetello, Italia, 1976), Giornale di due inverni (1943-44 e 1964-65), Mondadori, Milán, 1972
Versión de Pablo Anadón

Otra Iglesia Es ImposibleDizionario Biografico Treccani - Italian Poetry - PoeticusEl Trabajo de las Horas

Foto: Revista Quimera s/d

LE COSE

Un giorno busseranno ad ogni casa, 
chi vive è già colpevole d’avere 
la sua vita segreta. Scende il buio 
della notte, si resta dietro ai vetri 
ad aspettare come giunge il vasto 
assurdo della quiete. È nelle cose 
di sempre ferme al loro posto il nuovo 
sguardo impietrito: l’angolo deserto 
mette in salvo il fuggiasco o per lo scarto 
gli affaccia la sua muta. Sembra un vano 
delirio questo credere alle cose.

miércoles, noviembre 15, 2017

Juan Arabia / Dos poemas












Larga revolución

Cuando el velo es arrastrado por el aire del campo,
delante queda una historia
invalidada por el mínimo gesto
de quienes tienen sus días contados
en el murmullo de la existencia.
Sólo que es difícil encontrar un lugar
para sembrar una verdad
que no retenga algo de interés
del árbol que persigue al sol,
del río que entre sus sombras
oculta al pez que será dorado en la superficie,
como la irrupción de una afilada espada
que se detiene por un instante en el tiempo.

Una larga revolución que inmovilice en su palabra
el hábitat de los colibríes,
las sombras del cielo que en su rudimentario escenario
acumulan en torno de la tormenta
sólo vientos frescos y tonificantes.


Distrito de los Lagos (1)

Yo, que negué a Cristo en el primer barco,
finalmente entendí el significado de la palabra adiós.
No se trata de una simple despedida:
es el momento en que todo se hunde
en los blancos y transparentes mares de los números,
y se pierde la flor (2), única prueba de
la existencia de un paraíso.

Es el momento en que se pierde el inmediato calor
de aire que encierra y separa a cada una
de las cosas que existen en el mnundo.

[Notas del autor]
1 El Distrito de los Lagos (The Laks) o Tierra de los Lagos (Lakeland) es una zona rural del noroeste de Inglaterra, conocida por sus lagos y montañas, y por asociación con los poetas lakistas (lake poets), como Wordsworth y Coleridge.

2 "Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en la mano... ¿Entonces, qué?". En Anima Poets: From the Unpublished Note-books of Samuel Taylor Coleridge (1895).

Juan Arabia (Buenos Aires, 1983), El enemigo de los thirties, Editorial Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2015

Ref.:
Círculo de Poesía
Literariedad
Buenos Aires Poetry

martes, noviembre 14, 2017

Oscar de Pablo / Mi lengua














Y la piedrita dulce sabe a zinc, porosa. Color tezontle
     (probable), la piedrita. Tamaño de un dedal, tiene un
     sabor a espárrago
y es áspera y salada, la piedrita, tezontle que soy yo,
     mientras yo tenga, si demasiado suave para piedra,
     la piedrita en la boca. El castellano aquí, la piedrita
     tezontle, cavernas diminutas: la piedrita. Sabiendo a
     zinc, a espárrago y saliva, tecorral de tezontle: el
     castellano. Mientras tenga en la boca la piedrita;
     corazón de alcachofa: la piedrita; a espuma vuelta
     piedra: la piedrita; de aquí hasta que me muera: el
     castellano, o hasta que la maldita piedra, la piedrita

se deshaga en la boca.

Óscar de Pablo (Cuernavaca, México, 1979), De la materia en forma de sonido, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA),  Ciudad de México, 2015, Transtierros, nov. 2017

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Foto: Marché de la Poésie

lunes, noviembre 13, 2017

Sylvia Plath / Medusa
















Guardas tu espantosa cabeza de bola de dios,
cristales de misericordia,
lejos de ese mirador con piedras que tapan la boca,
los ojos cercados por palillos blancos,
oídos que escuchan las incoherencias del mar,

tus títeres
lanzan sus células bestiales a la sombra de mi barcaza
empujando como lémures,
estigma rojo en el centro mismo,
cabalgando la desgarrada marea al lugar de partida más cercano,

arrastrando su pelo de Jesús.
¿Escapé? Me pregunto.
Mi mente va hacia ti,
viejo ombligo repleto de percebes, cable atlántico,
manteniéndose, pareciera, en estado de milagrosa reparación.

En todo caso, siempre estás allí,
respiración trémula al final de mi línea,
curva de agua que mana
hasta mi buscador de agua,
deslumbrante y agradecida,
conmovedora y absorbente.

Yo no te llamé.
No te llamé para nada.
Así y todo, así y todo, viniste echando humo
por el mar, gorda y roja, una placenta

que paraliza a los amantes complacidos.
Luz de cobra
que sofoca el aliento de las membranas de sangre
de las fucsias. Yo no podía respirar
muerta y sin un peso,

sobreexpuesta, como una radiografía.
¿Quién te crees que eres?
¿Una hostia? ¿La virgen María?
No probaré ni un bocado de tu cuerpo.
Botella en la que vivo.

Vaticano siniestro.
Estoy harta de la sal caliente.
Verdes como eunucos, tus deseos
chiflan por mis pecados.
¡Fuera, fuera, tentáculo de anguila!

No hay nada entre nosotras.

                                               16 de octubre, 1962

Sylvia Plath (Boston, Estados Unidos, 1932-Londres, 1963) “Ariel”, 1965, Collected Poems, HarperCollins Publishers, 1992
Versión ã Silvia Camerotto

Ref.:
The Telegraph
Revista Ñ
Poets Org

Foto: Sylvia Plath Rollie McKenna/Poets Org


Medusa

Off that landspit of stony mouth-plugs,
Eyes rolled by white sticks,
Ears cupping the sea's incoherences,
You house your unnerving head-God-ball,
Lens of mercies,

Your stooges
Plying their wild cells in my keel's shadow,
Pushing by like hearts,
Red stigmata at the very center,
Riding the rip tide to the nearest point of departure,

Dragging their Jesus hair.
Did I escape, I wonder?
My mind winds to you
Old barnacled umbilicus, Atlantic cable,
Keeping itself, it seems, in a state of miraculous repair.

In any case, you are always there,
Tremulous breath at the end of my line,
Curve of water upleaping
To my water rod, dazzling and grateful,
Touching and sucking.

I didn't call you.
I didn't call you at all.
Nevertheless, nevertheless
You steamed to me over the sea,
Fat and red, a placenta

Paralysing the kicking lovers.
Cobra light
Squeezing the breath from blood bells
Of the fuscia. I could draw no breath,
Dead and moneyless,

Overexposed, like an X-ray.
Who do you think you are?
A Communion wafer? Blubbery Mary?
I shall take no bite of your body,
Bottle in which I live,

Ghastly Vatican.
I am sick to death of hot salt.
Green as eunuchs, your wishes
Hiss at my sins.
Off, off, eely tentacle!

There is nothing between us.

ã HarperCollins

domingo, noviembre 12, 2017

Andrea Zanzotto / Idea















Y todas la cosas que me rodean
tomo sin inventario en la existencia.
Tibio verde oculta la nitidez de los 
días, suave los riega,
de insectos y pájaros se agita y cintilla.
Todo es pleno y asolado,
todo, oscuro, triunfa y se inclina.
También por ti, lenguaje mío, chispa
y travesía, por desconsolado sueño
por errores y desmayos
por inaccesibles profundas negligencias,
en que te formaste corrupto y absoluto.
También tú, mi brevísima claridad
de células mentales, trunco halo
de gritos y de pensamientos
imprevistos y eternos.
Y exánime el latido de los frutos
y de las selvas y de la seda y de los
revelados cabellos de Diana,
de su feliz, dulcísimo sexo
y, agria y viva, la aridez
que se mete bajo las uñas y en el alimento
pronta a herir,
y el nunca callado y nunca convencido corazón,
todo es rico y perdido
muerto y surgente,
sin embargo, en la luz
en mi vana claridad de idea.

Andrea Zanzotto (Pieve di Soligo, Italia, 1921-Conegliano, Italia, 2011), "Vocativo" (1949-1956), Poesie (1938-1986), a cura di Stefano Agosti, Oscar Mondadori Editore, Milán, 1993
Traducción de Jorge Aulicino, para Horacio Armani, in memoriam
:

Foto: La Presenza di Èrato


Idea

E tutte le cose a me intorno
colgo precorse nell’esistere.
Tìepido verde il nitore dei giornì
occulta, molle li irrora,
d’ìnsetti e uccelli s’agita e scintilla.
Tutto è pieno e sconvolto,
tutto, oscuro, trionfa e si prostra.
Anche per te, mio linguaggio, favilla
e traversia, per sconsolato sonno
per errori e deliqui
per pigrizie profonde inaccessibili,
che ti formasti corrotto e assoluto.
Anche tu mio brevissimo nitore
di cellule mentali, tronco alone
di gridi e di pensieri
imprevisti ed eterni.
Ed esanime il palpito dei frutti
e delle selve e della seta e dei
rivelati capelli di Diana,
del suo felice dolcissimo sesso,
e, agra e vivida, l’arsura
che all’unghie s’intromette ed alle biade,
pronte a ferire,
e il mai tacente il mai convinto cuore,
tutto è ricco e perduto
morto e insorgente
tuttavia nella luce
nella mia vana chiarità d’idea.

sábado, noviembre 11, 2017

Elizabeth Barrett Browning / Amado, amado mío...















[20]

Amado, amado mío, cuando pienso
que existías en el mundo hace un año,
cuando yo estaba sentada aquí sola en la nieve
y no vi tus pisadas ni escuché el silencio hundirse
en ningún momento con tu voz... pero, eslabón por eslabón
fui contando todas mis cadenas, como si
no pudieran caerse por un golpe
de tu posible mano... ¡Así bebo
de la gran copa maravillosa de la vida! ¡Maravilloso,
no sentir nunca cómo tu gesto o tu palabra personal
estremecían el día o la noche - ni haberte
presentido nunca en el blanco de las flores
que viste crecer! Era tan ciega como los ateos,
que no aceptan la presencia de Dios si no lo ven.

[c. 1850]

Elizabeth Barrett Browning (Coxhoe Hall, Inglaterra, 1806 – Florencia, Italia, 1861), Sonnets from the Portuguese, transcribed from the 1906 Caradoc Press edition by David Price, Gutenberg Org
Traducción de Griselda García

Imagen: Poetry Foundation


Belovëd, my Belovëd, when I think
That thou wast in the world a year ago,
What time I sat alone here in the snow
And saw no footprint, heard the silence sink
No moment at thy voice, but, link by link,
Went counting all my chains as if that so
They never could fall off at any blow
Struck by thy possible hand,—why, thus I drink
Of life’s great cup of wonder!  Wonderful,
Never to feel thee thrill the day or night
With personal act or speech,—nor ever cull
Some prescience of thee with the blossoms white
Thou sawest growing!  Atheists are as dull,
Who cannot guess God’s presence out of sight.


http://www.gutenberg.org/files/2002/2002-h/2002-h.htm

viernes, noviembre 10, 2017

Jorge Fondebrider / Una quimera



A estos días se les ha dado por ponerse apacibles.
Apacible significa que está libre
de brusquedad y violencia
y por ello resulta agradable o tranquilo.
Como se ve, mi percepción
no puede ser más errada.
Seguimos en el mundo,
vivimos esta fecha.

Pero si digo que a estos días se les ha dado por ponerse apacibles,
no tengo otro remedio que imaginar mi casa,
los días que se acortan,
las sombras más temprano,
el frío a la mañana, las cobijas
y acaso poco más
porque seguimos en el mundo,
vivimos esta fecha.

[inédito]

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)


Foto: Fondebrider John Arden/Luna Libros

jueves, noviembre 09, 2017

Jonio González / Labrar

















ha venido a la cantera
de donde salía el mármol
que otros esculpían
la cama está deshecha
cubierta de polvo y astillas
entre las sábanas
dibujos destinados
a convertirse en cuerpos

¿y si abandonara su cuerpo
por un rato?
¿y si se entregara
al lecho de infancia
poblado de dibujos inútiles
arena en el vacío
espejos
en los que se reflejaba
un otro heroico
inminente?

pero ¿y si las manos
el rostro
que esculpirán otros
fueran como una confesión
hecha en los rincones
un argumento
para la inquietud del alma?

ha venido a la cantera:
un furor de lajas y cinceles
lo recibe

todo lo interrumpe la materia.

[inédito]

Jonio González (Buenos Aires, 1954)


Foto: Jonio González por Daniel Mordzinski (detalle)  FB

miércoles, noviembre 08, 2017

Edward Hirsch / Una historia parcial de mi estupidez















El tráfico era denso al salir del puente,
y tomé el camino de la derecha, el equivocado,
y quedé atrapado en el coche durante horas.

La mayoría de las noches, tarde, salía precipidamente
sin prestar atención a los árboles,
cuyos nombres desconocía,
o los pájaros, que echaban a volar sin hacer caso.

No podía renunciar a mis deseos
o aceptarlos, y así  deambulaba
como un tigre que quería revelarse
pero aún temía la ferocidad que escondía dentro de sí.

Las barras de hierro parecían invisibles para otros,
pero yo llevaba una jaula dentro de mí.

Me preocupaba mucho lo que pensara la gente
y hacía comentarios que no debería haber hecho.
Guardé silencio cuando debería haber hablado.

Perdonadme, filósofos,
leí a los estoicos pero jamás los entendí.

Sentía que vivía una vida equivocada,
espiritualmente hablando,
mientras en el extremo opuesto del mundo
miles de personas estaban siendo asesinadas,
algunas de ellas por mis compatriotas.

De modo que seguí andando -distraído, perdido en mis pensamientos
y olvidé prestar atención a aquellos que sufrían
lejos, cerca.

Perdóname, fe, por no haberte tenido nunca.

No creía en Dios,
que me eludía.

Edward Hirsch (Chicago, Estados Unidos, 1950), Special Orders, Alfred A. Knopf, Nueva York, 2008
Versión de Jonio González

Ref.:
Foundation for Art & Healing
Big Think



A PARTIAL HISTORY OF MY STUPIDITY

Traffic was heavy coming off the bridge,
and I took the road to the right, the wrong one,
and got stuck in the car for hours.

Most nights I rushed out into the evening
without paying attention to the trees,
whose names I didn't know,
or the birds, which flew heedlessly on.

I couldn't relinquish my desires
or accept them, and so I strolled along
like a tiger that wanted to spring
but was still afraid of the wildness within.

The iron bars seemed invisible to others,
but I carried a cage around inside me.

I cared too much what other people thought
and made remarks I shouldn't have made.
I was silent when I should have spoken.

Forgive me, philosophers,
I read the Stoics but never understood them.

I felt that I was living the wrong life,
spiritually speaking,
while halfway around the world
thousands of people were being slaughtered,
some of them by my countrymen.

So I walked on—distracted, lost in thought—
and forgot to attend to those who suffered
far away, nearby.

Forgive me, faith, for never having any.

I did not believe in God,
who eluded me.

© Edward Hirsch

martes, noviembre 07, 2017

Stéphane Mallarmé / Brisa marina














La carne es triste, ¡ay!, y he leído todos los libros.
¡Huir!, ¡allá lejos! ¡Siento las aves ebrias
De estar entre la espuma desconocida y los cielos!
Nada, ni los viejos jardines reflejados por los ojos
Detendrá ese corazón que en el mar se templa.
¡Oh, noches!, ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el vacío papel que la blancura protege,
Y ni la mujer joven amamantando a su hijo.
¡Partiré! Steamer que balanceas tu arboladura,
¡Leva el ancla hacia una naturaleza exótica!

¡Un Hastío desolado por crueles esperanzas
Cree todavía en el supremo adiós de los pañuelos!
Y, tal vez, los mástiles, invitando tempestades,
Sean los que un viento inclina sobre los naufragios
Perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni fértiles islotes...
¡Pero, oh, corazón mío, escucha el canto de los marineros!

-1865, Le Parnasse Contemporain, 1866

Stéphane Mallarmé (París, 1842-1898), Ouevres Completes, vol. 1. Gallimard, París, 1998
Traducción: J. G.

Ref.:
Musée Stéphane Mallarmé
Buenos Aires Poetry

BRISE MARINE.

La chair est triste, hélas ! et j’ai lu tous les livres.
Fuir ! là-bas fuir! Je sens que des oiseaux sont ivres
D’être parmi l’écume inconnue et les cieux !
Rien, ni les vieux jardins reflétés par les yeux
Ne retiendra ce coeur qui dans la mer se trempe
Ô nuits ! ni la clarté déserte de ma lampe
Sur le vide papier que la blancheur défend
Et ni la jeune femme allaitant son enfant.
Je partirai ! Steamer balançant ta mâture,
Lève l’ancre pour une exotique nature!

Un Ennui, désolé par les cruels espoirs,
Croit encore à l’adieu suprême des mouchoirs !
Et, peut-être, les mâts, invitant les orages,
Sont-ils de ceux qu’un vent penche sur les naufrages
Perdus, sans mâts, sans mâts, ni fertiles îlots …
Mais, ô mon coeur, entends le chant des matelots!

lunes, noviembre 06, 2017

P. S. Rege / Me preguntaron
















Me preguntaron si mi experiencia fue significativa.
"No lo sé", dije yo.
"Sólo supe que viví y morí
y morí y viví nuevamente,
que entre dos momentos
hay una brecha de miles y miles de edades
     que no lograrán cerrar
aunque siempre tratarán de hacerlo."

Me preguntaron si mi experiencia fue real.
"No lo sé", dije yo.
"Sólo supe cómo dos ojos
podrían iluminar un mundo de inflexible deseo
y confundir a toda una facultad de filósofos
y a los fariseos de la belleza."

Me preguntaron si mi experiencia tuvo una moral
para un mundo ahíto, agresivo, disgustado.
"No lo sé", dije yo.
"Sólo conocí el suave viento de las hojas del manzano,
el oro del sol jugando al escondite con el grano maduro
y el lunar purpúreo sobre su blanco, blanquísimo,
     níveo seno izquierdo."

Purushottam Shivaram Rege, P. S. Rege (Distrito de Ratnagiri, India, 1910- Bombay, India, 1978), Alberto Girri, Versiones, Corregidor, Buenos Aires, 1974

India Netzone

domingo, noviembre 05, 2017

Herberto Hélder / La pasión griega













He leído en algún lugar que los antiguos griegos no escribían necrológicas,
cuando alguien moría apenas preguntaban:
¿tenía pasión?
cuando alguien muere yo también quiero saber de la calidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas generales,
agua,
música,
por el talento de algunas palabras para moverse en el caos,
por el cuerpo salvado de sus precipicios con destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿tenía?
y entonces indago en mí si yo mismo albergo pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden el aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos conexos, hay dedos que inspiran a los objetos la espera,
trémulos objetos entrando y saliendo
de los diez tan escasos dedos para tantos
objetos del mundo
y lo que así hay en el mundo que responda a la pregunta griega,
se puede mantener la pasión con la fruta comida aún viva,
y hacer después con sal gorda una canción curtida por las cicatrices,
palabra soplada a qué horno con qué fuelle,
que alguien preguntase: ¿tenía pasión?
alejen de mí la pimienta del reino, el jengibre, el clavo de la india,
pongan muy alta la música y que yo baile
fluido, interminable,
sostenido por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los templados, ah no, que al menos me encontrase la pasión
y me perdiese en ella
la pasión griega.

-A faca não corta o fogo, Assírio & Alvim, Lisboa, 2008
-Poemas completos, Porto Editora, 2014

Herberto Hélder (Funchal, Portugal. 1930-Cascaes, Portugal, 2015), Círculo de Poesía, 29 de febrero de 2016
Traducción de José Ángel García Caballero
Envío de Jonio González

Ref.:
El Cultural
El País
Escritas Org
Poesía Nómada


A PAIXÃO GREGA

Li algures que os gregos antigos não escreviam necrológios,
quando alguém morria perguntavam apenas:
tinha paixão?
quando alguém morre também eu quero saber da qualidade da sua paixão:
se tinha paixão pelas coisas gerais,
água,
música,
pelo talento de algumas palavras para se moverem no caos,
pelo corpo salvo dos seus precipícios com destino à glória,
paixão pela paixão,
tinha?
e então indago de mim se eu próprio tenho paixão,
se posso morrer gregamente,
que paixão?
os grandes animais selvagens extinguem-se na terra,
os grandes poemas desaparecem nas grandes línguas que desaparecem,
homens e mulheres perdem a aura
na usura,
na política,
no comércio,
na indústria,
dedos conexos, há dedos que se inspiram nos objectos à espera,
trémulos objectos entrando e saindo
dos dez tão poucos dedos para tantos
objectos do mundo
e o que há assim no mundo que responda à pergunta grega,
pode manter-se a paixão com fruta comida ainda viva,
e fazer depois com sal grosso uma canção curtida pelas cicatrizes,
palavra soprada a que forno com que fôlego,
que alguém perguntasse: tinha paixão?
afastem de mim a pimenta-do-reino, o gengibre, o cravo-da-índia,
ponham muito alto a música e que eu dance,
fluido, infindável, apanhado por toda a luz antiga e moderna,
os cegos, os temperados, ah não, que ao menos me encontrasse a paixão
e eu me perdesse nela
a paixão grega.

Foto: EFE/El Cultural, España

sábado, noviembre 04, 2017

Lawrence Ferlinghetti / Pound en Spoleto















Entré en el palco del Teatro Melisso, la encantadora sala del Renacimiento,
donde se hacían todos los días las lecturas de poesía y los conciertos
de cámara en el Festival de Spoleto, y de repente vi a Ezra Pound por
primera vez, inmóvil como una estatua de mandarín en el balcón de un
palco al fondo del teatro, un nivel más alto que el resto de las plateas. Fue
un shock, ver sólo a un llamativo anciano con una pose curiosa, delgado
y de pelo largo, aquilino a los 80 años, con la cabeza inclinada extrañamente
a un lado, perdida en una abstracción permanente. . . . Después de
tres poetas más jóvenes en el escenario, estaba programado que él leyera
desde su palco, y allí estaba sentado con una vieja amiga (que sostenía sus
papeles) esperando. Él miraba los nudillos de sus manos, moviéndolas muy
poco, sin expresión. Sólo una vez, cuando todos los demás en el teatro
lleno aplaudieron a alguien en el escenario, se levantó para aplaudir, sin
levantar la vista, como estimulado por el sonido del vacío. . . . Después de
casi una hora, llegó su turno. O después de una vida. . . . Todos en la sala
se levantaron, giraron y miraron hacia atrás y vieron a Pound en su palco,
aplaudiendo. El aplauso se prolongó y él trató de levantarse de su asiento.
Un micrófono estaba parcialmente en camino. Se agarró de los brazos del
asiento con sus manos huesudas y trató de levantarse. No pudo y lo intentó
de nuevo y no pudo. Su vieja amiga no intentó ayudarlo. Finalmente ella
puso un poema en su mano, y después de al menos un minuto surgió su
voz. Primero se movió la mandíbula y luego surgió su voz, inaudible. Un
joven italiano colocó el micrófono muy cerca de su rostro y allí lo sostuvo
y la voz se sintió, frágil pero obstinada, más alta de lo que había esperado,
fina, monótona y suave. La sala había quedado en silencio de golpe. Su voz
me derribó, tan suave, tan frágil, tan obstinada todavía. Apoyé la cabeza
en mis brazos sobre el borde del terciopelo del palco. Me sorprendió ver
una sola lágrima caer sobre mi rodilla. La voz indomable y débil continuó.
Salí ciego del palco, por la puerta trasera, hacia el corredor vacío del teatro
donde las personas todavía estaban sentadas y vueltas hacia él, bajé y salí,
a la luz del sol, llorando. . . .

     Por encima de la ciudad
                         junto al antiguo acueducto
           los castaños
                           todavía estaban en flor
        Pájaros mudos
                       volaban en el valle
                                            muy bajo
                 El sol brillaba
                                   en los castaños
          y las hojas
                       giraban en el sol
                 y giraban y giraban y giraban
                          y seguirían girando
       Su voz
               continuaba
                           y continuaba
                                       a través de las hojas...

-These are My Rivers: New & Selected Poems, 1955-1993, New Directions, 1994
Traducción de Juan Arabia

Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Estados Unidos, 1919), Poesía beat, selección de Juan Arabia y Mariano Rolando Andrade, Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2017

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Foto: Lawrence Ferlinghetti, 2015  Deanne Fitzmaurice/San Francisco Chronicle


POUND AT SPOLETO

I walked into the loge of the Teatro Melisso, the lovely Renaissance salle,
where the poetry readings and the chamber concerts were held every day
of the Spoleto Festival, and suddenly saw Ezra Pound for the first time, still
as a mandarin statue in a box in a balcony at the back of the theatre, one
tier up from the other stalls. It was a shock, seeing only a striking old man
in a curious pose, thin and long haired, aquiline at 80, head tilted strangely
to one side, lost in permanent abstraction. . . . After three younger poets
on stage, he was scheduled to read from his box, and there he sat with an
old friend, who held his papers, waiting. He regarded the knuckles of his
hands, moving them very little, expressionless. Only once, when everyone
else in the full theatre applauded someone on stage, did he rouse himself
to clap, without looking up, as if stimulated by the sound of the void. . .
. After almost an hour, his turn came. Or after a life. . . . Everyone in the
hall rose, turned and looked back up at Pound in his booth, applauding.
The applause was prolonged and he tried to rise from his armchair. A microphone
was partly in the way. He grasped the arms of the chair with his
bony hands and tried to rise. He could not and he tried again and could
not. His old friend did not try and help him. Finally she put a poem in his
hand, and after at least a minute his voice came out. First the jaw moved
and then the voice came out, inaudible. A young Italian man pulled up the
mic very close to his face and held it there and the voice came over, frail but
stubborn, higher than I had expected, a thin, soft monotone. The hall had
gone silent at a stroke. The voice knocked me down, so soft, so thin, so frail,
so stubborn still. I put my head on my arms on the velvet sill of the box. I
was surprised to see a single tear drop on my knee. The thin, indomitable
voice went on. I went blind from the box, through the back door, into the
empty corridor of the theatre where people sat turned to him, went down
and out, into the sunlight, weeping. . . .

      Up above the town
                          by the ancient aqueduc
                  the chestnut trees
                                       were still in bloom
          Mute birds
                       flew in the valley
                                                    far below
                        The sun shone
                                                on the chestnut trees
                     and the leaves
                                    turned in the sun
                               and turned and turned and turned
                      And would continue turning
               His voice
                              went on
                                           and on
                                                 through the leaves…