jueves, abril 30, 2009

He aquí los muertos




Descenso al olvido

He aquí los muertos sentados,
inmóviles alrededor del Tiempo;
adorando su pálida hoguera,
extrañamente sombríos en su reunión solitaria.

Ahí están, invadidos por marañas azules;
poblados por húmedas músicas, por cigarras.
Sobre ellos el cierzo ha pesado, y sus gestos de antaño, sus cuerpos de vapor
se condensan de súbito en alargadas lluvias.

No; no hables un idioma olvidado.
No pronuncies tu nombre.
Que no giren con letal lentitud la borrada, tormentosa cabeza.
Que no te reconozcan sus huecos corazones comidos por los pájaros.

Enrique Molina (Buenos Aires, 1910-1997), Poemas selectos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2009


Foto: Molina Letras Libres

José María Eguren / El dios cansado

















Plomizo, carminado
y con la barba verde,
el ritmo pierde,
el dios cansado.

Y va con tristes ojos,
por los desiertos rojos,
de los beduinos
y peregrinos.

Sigue por las obscuras
y ciegas capitales
de negros males
y desventuras.

Reinante el día estuoso
camina sin reposo
tras los inventos
y pensamientos.

Continúa, ignorado
por la región atea;
y nada crea
el dios cansado.

José María Eguren (Lima, 1874 –1942), Poesías completas, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1961

Foto: Autorretrato fotográfico. Datos y paradero desconocidos. República

miércoles, abril 29, 2009

Georg Trakl / Dos poemas



En el parque

Vagando de nuevo por el antiguo parque,
oh calma de flores rojas y amarillas.
Vosotros también penáis, dioses benévolos,
y el oro otoñal de los olmos.
Se eleva inmóvil en el azulado estanque
la caña, enmudece el tordo en el crepúsculo.
Oh inclina entonces también tú la frente
ante el mármol en ruinas de los antepasados.

Clarines

Bajo sauces podados, donde juegan niños morenos
y despuntan las hojas, suenan clarines. Escalofrío de cementerio.
Banderas escarlatas irrumpen a través de la congoja del arce.
Los jinetes costean campos de centeno, molinos vacíos.

O hay pastores que cantan por la noche y ciervos que pentran
en el círculo de sus fogatas, congoja ancestral del soto.
Los danzarines emergen de un negro muro:
banderas escarlatas, risas, delirio, clarines.

Georg Trakl (Salzburgo, 1887 - Cracovia, 1914), Poemas. Traducción, prólogo y notas de Aldo Pellegrini, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2009


Im Park
Wieder wandelnd im alten Park,/ O! Stille gelb und roter Blumen./ Ihr auch trauert, ihr sanften Götter,/ Und das herbstliche Gold der Ulme./ Reglos ragt am bläulichen Weiher/ Das Rohr, verstummt am Abend die Drossel./ O! dann neige auch du die Stirne / Vor der Ahnen verfallenem Marmor.

Trompeten
Unter verschnittenen Weiden, wo braune Kinder spielen / Und Blätter treiben, tönen Trompeten. Ein Kirchhofsschauer. / Fahnen von Scharlach stürzen durch des Ahorns Trauer / Reiter entlang an Roggenfeldern, leeren Mühlen.// Oder Hirten singen nachts und Hirsche treten / In den Kreis ihrer Feuer, des Hains uralte Trauer, / Tanzende heben sich von einer schwarzen Mauer; / Fahnen von Scharlach, Lachen, Wahnsinn, Trompeten.


Foto: Trakl, spechtiania

De Trakl en este blog:

Jacqueline Goldberg / Poética (2)

Poética *

La nieve que sortearon mis ancestros,
reliquia desdichada, poco me estremece.

No hay nostalgia
que cumpla la tiniebla
de alegar sitio en mi vestimenta.

Me relato –si es que punta y vértigo son verdad–
en el glosario escarpado de una distancia.

El paisaje
–esa maldición inmaterial
llamada paisaje–
cuece el torso con dulzonas corazas.
Y la nieve, que debería remolcarme al ensueño,
me acusa desde su claridad insuficiente,
como si fuese obligante palidecer,
admirar todo viscoso horizonte,
ser la duración, la represalia.

Jacqueline Goldberg (Maracaibo, 1966)

* Segunda versión del poema de igual título, publicado en este blog, y que originó una serie de encontradas opiniones, las que la autora agradeció con este envío. Ver poema y comentarios

Foto: Goldberg blog de poesía de Jacqueline Goldberg

martes, abril 28, 2009

Martín Adán / El conejo brotaba...





El conejo brotaba de la pared. Así era.

Así es la vida, Amor, con su cal y su canto,
Como dijo el poeta, el otro de entretanto
Porque la vida, Amor, no es un tiempo siquiera.

Y el conejo brotaba de su atroz primavera,
Porque todo es un vientre de hedor y desencanto.
No hay geranio que enjugue para su ser tu llanto
¡Ay, ni ese dios que hice como una flor rastrera!

El conejo brotaba, vertical, tan humano…
Cuatro patas, no más, y sin ninguna mano,
Como el yo que me arrulló en cualesquiera lechos…

Así es la Vida, Amor… semántica de quejas
Vanas, con hocico cualquiera y dos orejas
Enormes, como un conejo de los hechos…

Martín Adán (Lima, 1908-1985), Obra Poética, Edubanco, Lima, 1980
Envío de Eduardo Ainbinder

Foto: Martín Adán Revista Altazor

lunes, abril 27, 2009

Rosario Castellanos / Dos poemas















Ninfomanía

Te tuve entre mis manos:
La humanidad entera en una nuez.

¡Que cáscara tan dura y tan rugosa!

Y, adentro, el simulacro de los dos hemisferios cerebrales
que, obviamente, no aspiran a operar
sino a ser devorados, alabados
por ese sabor neutro, tan insatisfactorio
que exige, al infinito,
una vez y otra y otra, que se vuelva a probar.


Invierno en el Anáhuac

Como nadie va al Polo
el Polo viene en forma de masa, en calidad
de viento. Necesita
saludarnos a todos, de mano, por la calle,
entrar en cada casa, presidir el convivio
acompañarlo a uno hasta la cama
y ahí dictar los sueños.
(Pero en el sueño uno lo traiciona
y va de vacaciones a Acapulco.)

De madrugada funge como amante y se inclina
sobre nuestra mejilla descubierta.
Pero, esquimal al fin, no besa: muerde.

Rosario Castellanos (Ciudad de México, 1925-Tel Aviv, 1974), Poesía no eres tú. Obra poética, Fondo de Cultura Económica, México, 1972

Foto: Castellanos, El Universal, México

Como en el momento del despegue



Invierno 2002

Como en el momento del despegue
con la espalda presionando el respaldo
resisto la inercia del recuerdo.
Lucho contra la garra de un cóndor
que quiere llevarme de vuelta.

Carolina Esses (Buenos Aires, 1974)


Ilustración: Plastic 1, 2007 Jerome Poitevin. Pinturas digitales

De Esses en este blog:

domingo, abril 26, 2009

Giacomo Leopardi / Broma





XXXVI. Broma

De muchacho, fui
a aprender de las Musas disciplina,
me tomó la mano una
y todo el día
me paseó por el taller.
Mostróme, parte por parte,
las herramientas del arte,
los servicios diversos
que cada una
presta en el trabajo
de las prosas y los versos.
Yo miraba, y pregunté:
Musa, ¿dónde está la lima? Dijo la Diosa:
la lima está gastada, trabajamos sin ella.
Y yo, ¿en cambiarla
no piensan, agregué, cuando se gasta?
Respondió: deberíamos, pero el tiempo falta.

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837) Canti, Asociación Dante Alighieri, Buenos Aires, 1987
Versión: J. Aulicino

Scherzo
Quando fanciullo io venni / A pormi con le Muse in disciplina,/ L'una di quelle mi pigliò per mano;/ E poi tutto quel giorno/ La mi condusse intorno/ A veder l'officina./ Mostrommi a parte a parte/ Gli strumenti dell'arte,/ E i servigi diversi/ A che ciascun di loro/ S'adopra nel lavoro/ Delle prose e de' versi./ Io mirava, e chiedea:/ Musa, la lima ov'è? Disse la Dea:/ La lima è consumata; or facciam senza./ Ed io, ma di rifarla/ Non vi cal, soggiungea, quand'ella è stanca?/ Rispose: hassi a rifar, ma il tempo manca.


Ilustración: Atenea convoca a las Musas, Frans Floris, 1560 Museo Conde an der Schelde

De Leopardi en este blog:
A sí mismo
El infinito

sábado, abril 25, 2009

Nikiforos Vretakos / Dos poemas













La poesía épica

También un sonido lleno de sol y amor
es una epopeya. Es una esfera
en perpetuo movimiento. Y la hoja de un árbol
y los electrones que giran en una
molécula de luz manteniéndola en el infinito
son una epopeya.
Como los protones
bombardean el átomo
así bombardeaba mi alma el poder
de los soles de Dios. Y se levantó
en mi corazón una marejada de luz,
remolinos de sentimientos. Todo cuanto veo
se vuelve en mí sonido y ya
no me queda nada más. ¿Cómo y con qué
indagar el tiempo, el espacio,
la estructura de la materia, extender números
sobre mi gran mesa?
Todo
se convierte en sonido. No me resta sino
soplar leve pero eternamente, como
un aire de rosa, en todo
el mundo.
Inclusive una
gota de amor en un libro
es una epopeya.


Madre e hijo (1940)

En el desfiladero de la historia el hijo luchaba incansablemente
y la madre sostenía las montañas para que su hijo se mantuviera firme.
Bronce, nieve, nube. Y resonaba el Pindo
como si Dionisos estuviera de fiesta. Los torrentes
arrastraban canciones y los abetos saltaban y bailaban
las piedras. Y todo clamaba:
"¡Adelante, hijos de los griegos...!"
Las almas se cruzaban en el horizonte como espadas resplandecientes,
los ríos retrocedían, se desplazaban las tumbas.

Y las madres subían como Vírgenes por los afilados barrancos.
Con su plegaria el hombro hacia el hijo subían
y el viento las hacía tambalear con su carga
y desataba sus pañuelos y arrebataba sus cabellos
y azotaba sus faldas y las hería con su espada,
pero ellas marchaban virilmente hacia lo alto, piedras tras piedra,
y escalaban la cumbre, hasta perderse entre las nubes
con la frente alta una detrás de otra.

Nikiforos Vretakos (Krokees, Grecia 1911 - 1991), Seis poetas griegos, Colihue, Buenos Aires, 2000
Versiones de Horacio Castillo

Foto: The Greek Herald

viernes, abril 24, 2009

Severo Sarduy / Juana y Teresa
















Juana la Lógica

Mira cómo se te han roto los párpados de tanto llorar.
¿Qué haces arrastrándolo, mirándolo de noche,
escribiéndote la cara ante un esqueleto sangrante?
Siéntate. Sólo Dios vence.
¿Has medido el alcance de esta frase?
Repítela con los ojos cerrados
hasta que esas palabras queden blancas,
sin relieve -la muerte es una parte de la vida-,
como tu rostro en una moneda mohosa.

Santa Teresa de Avila

a Elizabeth Burgos

Dios te perdone, Juan de la Miseria,
que la pintaste legañosa y fea,
y perdone también a quien la vea
bajo este ruin disfraz de la materia

y no bajo el de un ángel abrasado
que otro ángel, por amor, flecha y castiga.
-No hay nada que se piense o que se diga
más hondo que este amor y su cuidado-.

El reino recorrió diseminando
no la revolución, mas la reforma
radical, sin violencia -siempre y cuando

fuera posible-. Aunque maltrechos sobre
los caminos, sus pies fueron la norma.
De andar y desandar. De andar, la pobre.

Severo Sarduy (Camagüey, 1937-París, 1993), Obras I, Fondo de Cultura Económica, México DF, 2007

Foto: Sarduy (derecha), Buenos Aires, 1985. Néstor Sieira, Clarín

jueves, abril 23, 2009

María Teresa Andruetto / De "Sueño americano"


Sueño americano

Sobre el camino, personajes solitarios
instalados del otro lado del muerto ventanal,
vieron Vietnam, vieron Corea, Afganistán.
Presente perpetuo sacudido por el vértigo
de las autopistas y el desarraigo. Cierta
improvisación también, como una zapada
entre amigos, emerge y arrastra los lugares
comunes. No hay futuro ni tradición, salvo
aquellas hojas de hierba. Todo se funda
a cada instante y coloca en el centro
del mundo su deseo animal
de destrucción.


Muchacha de Ucrania/ 2003

¿Cómo van en tu tierra las cosas?,
pregunto. Siempre peor, me responde,
es todo una mafia. Mi prima allá abajo
levanta la mano. La chica se llama Alexandra
y va a trabajar a Gerona. Tiene a su padre
en Valencia y a su madre limpiando
un albergue en Milano.
Su hermano,
que cumple catorce, se ha quedado en Ucrania
cuidando la casa. Hablo tres lenguas, me dice,
ucraniano, moldavo y rumano, pero eso no sirve
en España. En el bus van gitanos, letones
y húngaros, y esta chica que tiene a su madre
en Milano. También va una mujer de Trujillo
que no tiene papeles, me lo dijo comprando
el pasaje. Hay un sitio mejor
y está lejos.

(Por la tarde
he llamado a mis hijas.
No estaban)


Yo quería quedarme
cuidando la casa, me dice la chica de Ucrania,
pero es mejor que se quede mi hermano.
Conversando, he olvidado que estoy todavía
en Torino, que el bus no ha arrancado,
que mi prima allá abajo levanta
la mano.

María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, 1954), Sueño americano, Caballo Negro Editora, Córdoba, 2009

---
Ilustración: Flags, Jasper Johns, 1968 MoMA, Nueva York

Otros poemas de Andruetto en este blog:
Las amigas de mi abuela
Visita

miércoles, abril 22, 2009

Giacomo Leopardi / A mí mismo


XXVIII.  A sí mismo

Te posarás para siempre,
corazón cansado. Murió el engaño extremo
por el que eterno me creí. Murió. Bien siento,
en nuestros queridos engaños,
no solo la esperanza, el deseo está apagado.
Pósate para siempre. De sobra
palpitaste. No valen cosa alguna
tus movimientos, ni de suspiros es digna
la tierra. Amargura y tedio
la vida, no más que eso; y el mundo es fango.
Aquiétate ya. Desespera
por última vez. A nuestro género el hado
no dio más que el morir. Desprecia tú ahora
la natura, el maligno
poder que, oculto, sobre el daño general impera,
y la infinita vanidad del todo.

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837) Canti, Asociación Dante Alighieri, Buenos Aires, 1987
Versión: J. Aulicino

A se stesso
Or poserai per sempre, /Stanco mio cor. Perì l'inganno estremo,/Ch'eterno io mi credei. Perì. Ben sento,/In noi di cari inganni,/Non che la speme, il desiderio è spento./Posa per sempre. Assai/ Palpitasti. Non val cosa nessuna/I moti tuoi, nè di sospiri è degna/La terra. Amaro e noia/La vita, altro mai nulla; e fango è il mondo./T'acqueta omai. Dispera/ L'ultima volta. Al gener nostro il fato/Non donò che il morire. Omai disprezza/Te, la natura, il brutto/Poter che, ascoso, a comun danno impera/E l'infinita vanità del tutto.


Ilustración: Leopardi, óleo de D. Morelli Centro Nazionale di Studi Leopardiani, Recanati

De Leopardi en este blog:
El infinito

martes, abril 21, 2009

Delmira Agustini / Lo inefable




Lo inefable

Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor,
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz…

Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... ¡Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Cantos de la mañana, 1910

Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1914) Poesía. Correspondencia, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1998

lunes, abril 20, 2009

Rainer Maria Rilke / "Elegías de Duino", Octava Elegía

















}

Octava elegía

Con todos sus ojos la criatura
ve lo abierto. Sólo nuestros ojos
están como al revés y alrededor,
trampas al acecho de la salida.
Lo que está fuera nos alcanza
solo a través del animal; al niño
de tierna edad lo apartamos
para obligarlo a mirar atrás,
al mundo de la forma, no a lo abierto
que la faz del animal tan hondo
trasluce, libre de la muerte.
Nuestra mirada solo a ella ve.

El animal, libre, tiene siempre
su ocaso tras de sí, y delante
a Dios; cuando camina, penetra
en la eternidad como en la fuente.
Pero nosotros, ni siquiera un día,
tenemos por delante el espacio puro
donde la flor al infinito se abre.
En torno subsiste el mundo
y nunca aquello que nada limita,
lo puro, sin retención, que se respira
y se sabe infinito y no se ansía.

A veces alguien, un niño, se extravía
en su seno, estremecido, hasta que es arrancado.
Otro perece, y es. Porque cerca de la muerte,
ésta ya no se ve, y los ojos quedan fijos
en la lejanía, con la visión profunda del animal.
Cerca están los amantes, asombrados,
pero entre sí se atajan las miradas.
Como al descuido se les revela
lo que está por detrás, pero ninguno
logra avanzar hacia el otro y al instante
otra vez se configura el mundo para ambos.
Vueltos siempre hacia la creación,
de ella no vemos más que el reflejo
de lo libre, oscurecido
por nosotros. O acontece que un animal,
criatura muda, levanta la cabeza y en calma
nos atraviesa la mirada.
¿Qué es el destino sino lo que siempre está delante
y nada más que delante?
Si el manso animal que se acerca fuese consciente
como el humano, nos arrastraría a seguir
su paso. Pero su ser es para él
infinito, sin borde ni juicio
sobre su estado, puro como su mirada.
Y donde no vemos más que futuro,
él lo ve todo y en todo él se ve
y está a salvo para siempre.

Sin embargo sobre el animal cálido y alerta
gravita la inquietud de una gran melancolía.
Porque también padece del apego
a eso que al humano subyuga: el recuerdo
—como si aquello a lo que tendemos
con insistencia ya hubiese estado,
alguna vez, más próximo y leal, y el enlace
fuese dulzura infinita.

Aquí todo es distancia. Allá, todo era
respiración. Después del primer hogar,
el segundo aparece híbrido, azotado por los vientos.
Oh felicidad incomparable de la pequeña criatura
que en el seno que lo gestara permanece.
Oh la dicha del mosquito
que interiormente salta todavía
hasta en sus bodas: todo es seno materno.
Y la seguridad un tanto incierta del pájaro
que por su origen participa de lo ambiguo,
como si fuese el alma de un etrusco
al salir del muerto a quien el espacio recibe,
pero con la figura inmóvil como efigie.

Qué turbación la de quien debe volar
y procede de un regazo. Surca los aires
como si se agrietara una taza. Así la huella
del murciélago raya la porcelana de la tarde.
Y nosotros, espectadores, dondequiera
y en todo tiempo vueltos hacia todo
pero sin mirar la lejanía.
Las cosas nos abruman. Las ordenamos
y caen. Otra vez las ordenamos
y entonces también
nos despeñamos.

¿Quién nos ha hecho girar así, de modo
que hagamos lo que hagamos, siempre
quedamos en actitud de partir?
Como aquel que desde la última colina
contempla el valle por entero,
y una vez más se vuelve, se detiene,
se demora,
así vivimos: en despedida.

Rainer Maria Rilke, (Praga, 1875 - Val-Mont, Suiza, 1926), Elegías de Duino, Buenos Aires, Leviatán, Colección Poesía Mayor, 1997
Versión de Ferenc Ovary


Die achte Elegie
Rudolf Kassner zugeeignet

Mit allen Augen sieht die Kreatur/ das Offene. Nur unsre Augen sind/ wie umgekehrt/ und ganz um sie gestellt/ als Fallen, rings um ihren freien Ausgang./ Was draußen ist, wir wissensaus des Tiers/ Antlitz allein; denn schon das frühe Kind/ wenden wir um und zwingens,/ daß es rückwärts/ Gestaltung sehe, nicht das Offne, das/ im Tiergesicht so tief ist. Frei von Tod./ Ihn sehen wir allein; das freie Tier/ hat seinen Untergang stets hinter sich/ und vor sich Gott, und wenn es geht, so gehts/ in Ewigkeit, so wie die Brunnen gehen.// Wir haben/ nie, nicht einen einzigen Tag,/ den reinen Raum vor uns, in den die Blumen/ unendlichaufgehn. Immer ist es Welt/ und niemals Nirgends ohne Nicht: das Reine,/ Unüberwachte, das man atmet und/ unendlich weiß und nicht begehrt. Als Kind/ verliert sich eins im Stilln an dies und wird gerüttelt. Oder jener stirbt und ists./ Denn nah am Tod sieht man den Tod nicht mehr/ und starrt hinaus, vielleicht mit großem Tierblick./ Liebende, wäre nicht der andre, der/ die Sicht verstellt, sind nah daran und staunen.../ Wie aus Versehn ist ihnen/ aufgetan hinter dem andern... Aber über ihn/ kommt keiner fort, und wieder wird ihm Welt./ Der Schöpfung immer zugewendet, sehn/ wir nur auf ihr/ die Spiegelung des Frein,/ von uns verdunkelt. Oder daß ein Tier,/ ein stummes, aufschaut,/ ruhig durch uns durch./ Dieses heißt Schicksal: gegenüber sein/ und nichts als das/ und immer gegenüber.// Wäre Bewußtheit unsrer Art in dem/sicheren Tier, das uns entgegenzieht/in anderer Richtung –, riß es uns herum/ mit seinem Wandel. Doch sein Sein ist ihm/ unendlich, ungefaßt und ohne Blick/ auf seinen Zustand, rein, so wie sein Ausblick./ Und wo wir Zukunft sehn, dort sieht es Alles/ und sich in Allem und geheilt für immer.// Und doch ist in dem wachsam warmen Tier/ Gewicht und Sorge einer großen Schwermut./ Denn ihm auch haftet immer an, was uns/ oft überwältigt, – die Erinnerung,/ als sei schon einmal das, wonach man drängt,/ näher gewesen, treuer und sein Anschluß/ unendlich zärtlich. Hier ist alles Abstand,/ und dort wars Atem. Nach der ersten Heimat/ ist ihm die zweite zwitterig und windig.// O Seligkeit der kleinen Kreatur,/ die immer bleibt im Schooße, der sie austrug;/ o Glück der Mücke, die noch innen hüpft,/ selbst wenn sie Hochzeit hat: denn Schooß ist Alles./ Und sieh die halbe Sicherheit des Vogels,/ der beinah beides weiß aus seinem Ursprung,/ als wär er eine Seele der Etrusker, / aus einem Toten, den ein Raum empfing,/ doch mit der ruhenden Figur als Deckel./ Und wie bestürzt ist eins, das fliegen muß/ und stammt aus einem Schooß. Wie vor sich selbst/ erschreckt, durchzuckts die Luft, wie wenn ein Sprung/ durch eine Tasse geht. So reißt die Spur/der Fledermaus durchs Porzellan des Abends./ Und wir: Zuschauer, immer, überall, dem allen zugewandt und nie hinaus!/ Uns überfüllts. Wir ordnens. Es zerfällt./ Wir ordnens wieder und zerfallen selbst./ Wer hat uns also umgedreht, daß wir,/ was wir auch tun, in jener Haltung sind/ von einem, welcher fortgeht? Wie er auf/ dem letzten Hügel, der ihm ganz sein Tal/ noch einmal zeigt, sich wendet, anhält, weilt –,/ so leben wir und nehmen immer Abschied.

domingo, abril 19, 2009

John Ashbery /Ignorancia de la ley no es excusa





Ignorancia de la ley no es excusa

Fuimos advertidos sobre las arañas y la ocasional hambruna.
Manejamos hacia el centro para ver a nuestros vecinos.
Ningunos de ellos estaba en casa.
Anidamos en patios creados por la municipalidad,
recordábamos otros, lugares diferentes -
¿pero lo eran? ¿No lo conocimos todo antes?

En viñedos donde los himnos de las abejas inundan la monotonía,
dormimos en busca de paz, sumados a la gran marcha.
Él vino hacia mí.
Todo fue como había sido,
excepto por el peso del presente
que barrenaba el pacto que hicimos con el Cielo.
La verdad, no hubo motivo para regocijarse,
ni necesidad de volver, tampoco.
Estábamos perdidos solo por permanecer de pie,
escuchando el zumbido de los cables aéreos.

Lloramos esa meritocracia que, salvajemente vibrante,
había preservado la comida en la mesa y la leche en el vaso.
En descuidado estilo de barrio bajo,
regresamos al original cristal de roca en que él se había convertido,
todo preocupación, todo miedo para nosotros.
Descendimos poco a poco
hasta el escalón más bajo. Ahí puedes apenarte y respirar,
enjuagar tus pertenencias en el frío manantial.
Sólo cuídate de los osos y lobos que lo frecuentan,
y de la sombra que viene cuando esperas el amanecer.

John Ashbery (Rochester, New York, 1927). Where shall I wander, HarperCollins, Nueva York, 2005
Versión de Mariana Aulicino y J. Aulicino


Ignorance of the law is no excuse

We were warned about spiders, and the occasional famine./We drove downtown to see our neighbors. None of them were home./We nesteled in yards the municipality had created,/reminisced about other, different places -/but were they? Hadn't we known it all before?//In vineyards where the bee´s hymn drowns the monotony,/we slept for peace, joining in the great run./He came up to me./It was all as it had been,/except for the weight of te present,/that scuttled the pact we made with heaven./In truth there was no cause for rejoicing,/nor need to turn around, either./We were lost just by standing,/listening to the hum of wires overhead.//We mourned that meritocracy wich, wildly vibrant,/had kept food on the table and milk in the glass./In skid-row, slapdash style/we walked back to the original rock crystal he had become,/all concern, all fears for us./We went down gently/to the bottom-most step. There you can grieve and breathe,/rinse your possessions in the chilly spring./Only beware the bears and wolves that frequent it/and the shadow that comes when you expect dawn.


---
Foto: Ashbery, Kelly Writers House, 2002. The Daily Pennsylvanian

sábado, abril 18, 2009

Devuélveme

8

Devuélveme mi rosa
en su bata de casa,
con su cola de ojos,
que al abrirse se abrasan.

Devuélveme de brasa
mi corazón de tiza
y aquel perro de lava
que en Pompeya agoniza.

Devuélveme el despojo
del león que cazara
y la flor del abrojo
que mi abeja vejara.

Devuélveme, sombra africana,
el Nilo de ayer donde ahora
cunde en flor azul la semilla
que sembré (lo juro) mañana.

Hugo Padeletti (Alcorta, 1928), Canción de viejo, Interzona, Buenos Aires, 2003

viernes, abril 17, 2009

De Cathay


"La nube inmóvil" de To em-mei

"Húmeda primavera", dijo To-em-mei.
"Húmeda primavera en el jardín."


I
Las nubes se juntaron y juntaron
y la lluvia cae y cae,
las ocho capas de los cielos
están plegadas en la oscuridad
y la ancha, lisa carretera se dilata.
Parado en mi cuarto que da al Este, callado, callado,
acaricio mi nuevo tonel de vino.
De mis amigos estoy separado o están muy lejos,
bajo la cabeza y me quedo inmóvil.

II
Llueve, llueve, las nubes se juntaron.
Las ocho capas de los cielos son penumbra,
la tierra llana se convirtió en un río.
"Vino, vino, aquí hay vino".
Bebo junto a mi ventana oriental.
Pienso en el habla y en el hombre,
y ni barco ni carruaje se aproximan.

III
Los árboles en mi jardín que mira al Este
están rebosantes de ramitas nuevas;
tratan de provocar nuevos afectos,
pero dicen los hombres: el sol y la luna se mueven
porque no encuentran un asiento cómodo.
Los pájaros revolotean antes de descansar en mi árbol
y creo que los he escuchado, diciendo:
"No es que no haya otros hombres,
pero nos gusta más que ninguno este compañero,
aunque por mucho que hablemos
no pueda comprender nuestra pena."

T'ao Yuan Ming
365-427

Ezra Pound (Hailey, 1885-Venecia, 1972) Cathay, 1915
Versión al castellano: J. Aulicino


To-Em-Mei's "The Unmoving Cloud"

"Wet springtime," says To-em-mei,
"Wet spring in the garden."

I
The clouds have gathered, and gathered, /and the rain falls and falls,/The eight ply of the heavens /are all folded into one darkness,/And the wide, flat road stretches out. /I stop in my room toward the East, quiet, quiet, /I pat my new cask of wine./ My friends are estranged, or far distant, /I bow my head and stand still.

II
Rain, rain, and the clouds have gathered,/The eight ply of the heavens are darkness, /The flat land is turned into river./" Wine, wine, here is wine!" /I drink by my eastern window. /I think of talking and man, /And no boat, no carriage, approaches.

III
The trees in my east-looking garden /are bursting out with new twigs, /They try to stir new affection, /And men say the sun and moon keep on moving /because they can't find a soft seat./The birds flutter to rest in my tree, /and I think I have heard them saying, /" It is not that there are no other men /But we like this fellow the best, /But however we long to speak /He can not know of our sorrow."
T'ao Yuan Ming. A.D. 365-427.

Archive.org

Ilustración: Portada de la primera edición de Cathay, Londres, 1915 Drake's Door

jueves, abril 16, 2009

¿Qué azul?



Bajo un cuadro

Ola de trigo sobrevolada de cuervos. *
¿El azul de qué cielo? ¿El de abajo? ¿El de arriba?
Flecha tardía que ha disparado el alma.
Zumba más fuerte. Arde más cerca. Los dos mundos.

Paul Celan (Czernowitz, Rumania, 1920-París, 1970)
Traducción de Joan Parra

V. Van Gogh, Trigal y cuervos, 1890 Van Gogh Museum, Amsterdam

Unter ein bild

Rabenüberschwärmte Weizenwoge.
Welchen Himmels Blau? Des untern? Obern?
Später Pfeil, der von der Seele schnellte.
Stärkres Schwirren. Nähres Glühen. Beide Welten.


Saltana, revista de traducción

Jacqueline Goldberg / Poética


Poética

La nieve que sortearon mis ancestros
es reliquia desdichada que no me estremece.

No hay paisaje entreabierto ni nostalgia
que cumplan la tiniebla
de alegar un sitio en mi vestimenta,
mi desorden, mi fetidez.

Nada de cumbres, penínsulas,
pantanos, arenales traicioneros.
Ni siquiera un pájaro en el estupor abisal.

No hay espina ni montículo que acorralen.

Me relato –si es que punta y vértigo son verdad–
en el glosario escarpado de una distancia.

El paisaje
–esa maldición inmaterial
que llaman paisaje–
es ausencia que zanja venas en las manos,
que cuece el torso con dulzonas corazas.

Y la nieve, que debería remolcarme al ensueño,
me acusa desde su claridad insuficiente,
como si fuese obligante palidecer,
admirar todo viscoso horizonte,
ser la duración, la represalia.

Jacqueline Goldberg (Maracaibo, 1966), Verbos predadores, Ediciones Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar y Editorial Boker, 2007
Jacqueline Goldberg Poesía

Foto: Goldberg, Fernando Bracho Trama.org

miércoles, abril 15, 2009

La vida no es sueño



















El salmo de la vida

(Lo que el corazón del joven dice al salmista)

Oh, no me digas que la vida "es sueño",
Triste salmista, en tu cantar amargo,
Porque el alma no vive en el letargo
Que es de la muerte pálido diseño.

La vida es real, y su destino es serio,
Y no es su fin en el sepulcro hundirse;
Que "ser polvo y en polvo convertirse"
No es del alma el divino ministerio.

Ni es del hombre la senda o el destino,
El reposo, el dolor ni la alegría,
Sino la acción, para que cada día
Avance una jornada en su camino.

Que la ciencia es muy larga, el tiempo estrecho,
Y el corazón más varonil y fuerte
Bate el fúnebre paso de la muerte
Cual velado tambor dentro del pecho.

¡En el vivac del mundo, alza tu escudo!
¡En el campo de acción, arma tu diestra!
¡Sé un héroe de la vida en la palestra
Y no el rebaño que se arrea mudo!

Del porvenir los pasos son inciertos.
Vive y obra sin tregua en el presente.
¡Tu corazón en ti, Dios en tu mente,
Deja al pasado sepultar sus muertos!

Los héroes que en tu mente divinizas
te muestran que la vida es noble y bella,
y ellos te enseñan a estampar la huella
del tiempo en las arenas movedizas.

Tal vez algún hermano fatigado,
náufrago de los mares de la vida,
recobre aliento en su alma decaída
al encontrar tu paso señalado.

¡De pie, en acción, con varonil pujanza!
Y el corazón dispuesto a todo evento,
sigamos de la vida el movimiento
guiados por el Trabajo y la Esperanza!

Henry Wadsworth Longfellow (Portland, Maine, 1807-Cambridge, Massachusetts, 1882). Versión: Bartolomé Mitre, Poesía estadounidense, selección y prólogo de Alfredo Weiss, Ediciones Continental, Buenos Aires, 1944


A psalm of life

What the heart of the young man said to the psalmist

TELL me not, in mournful numbers,/Life is but an empty dream ! — / For the soul is dead that slumbers, /And things are not what they seem.// Life is real ! Life is earnest! /And the grave is not its goal ; /Dust thou art, to dust returnest, / Was not spoken of the soul.// Not enjoyment, and not sorrow, / Is our destined end or way ;/ But to act, that each to-morrow/ Find us farther than to-day.// Art is long, and Time is fleeting, /And our hearts, though stout and brave, /Still, like muffled drums, are beating /Funeral marches to the grave.// In the world's broad field of battle, /In the bivouac of Life, / Be not like dumb, driven cattle ! / Be a hero in the strife !// Trust no Future, howe'er pleasant ! /Let the dead Past bury its dead ! / Act,— act in the living Present ! / Heart within, and God o'erhead !//Lives of great men all remind us /We can make our lives sublime, /And, departing, leave behind us / Footprints on the sands of time ;//Footprints, that perhaps another, /Sailing o'er life's solemn main, /A forlorn and shipwrecked brother, / Seeing, shall take heart again.// Let us, then, be up and doing, / With a heart for any fate ; / Still achieving, still pursuing,/ Learn to labor and to wait.

Knickerbocker Magazine, October 1838

The Complete Poetical Works of Longfellow, Houghton Mifflin Company, Boston, 1893
PotW.org


Imagen: Historia Hoy

martes, abril 14, 2009

Héctor Pedro Blomberg / Las dos irlandesas




Aquí estoy con los chinos y las dos irlandesas
que llegaron a bordo del Jamaica Marú;
Maggie, la mayor, tiene ojos como turquesas
y bebe gin en este viejo bar del Dock Sur.

Nancy, la menor de ellas, parece una gitana,
pero nació en el barrio más pobre de Dublín;
arde en sus ojos negros una pasión lejana
y en su pálida frente hay una cicatriz.

De dónde las trajeron los chinos taciturnos
Maggie me habló al oído: “los conocí en Shangai...”
(En el bar se morían los murmullos nocturnos
y en los labios de Nancy se apagaba un cantar...)

El Marú había partido con rumbo a Yokohama.
Maggie me amó en las noches siniestras del Dock Sur;
Me hablaba de su vida errante, y una llama
de pasión palpitaba en su mirada azul.

Nancy, junto a nosotros, cantaba dulcemente
canciones misteriosas de la China y del mar.
(Quién las llevó de Irlanda al infierno de Oriente,
y por qué las trajeron los chinos de Shangai).

Pero yo amaba a Nancy, la irlandesa morena;
los chinos, silenciosos, miraban a las dos;
las casuchas dormían bajo la luna llena
y en los negros navíos temblaba un resplandor.

¡Nancy! ¡Nancy! Una noche su canción quedó trunca;
los chinos dormitaban borrachos de chandú...
¡Pobre Maggie! Esa noche bebió más gin que nunca
y se arrojó a las aguas oscuras del Dock Sur.

A la deriva: canciones de los puertos, de las tierras y de los mares, 1920

Héctor Pedro Blomberg (Buenos Aires, 1889-1955), "Diez poemas de la década de 1910. Seleccionados por Santiago Sylvester", Otro río que pasa. Un siglo de poesía argentina contemporánea, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2010

Foto: Historia de la Literatura Argentina, Centro Editor de América Latina, 1968 Wikimedia Commons

lunes, abril 13, 2009

El paraíso del lector



La encuesta "¿Cómo imagina el paraíso?", que ayer cerró en este blog, daba por supuesto que hay una idea de paraíso en todos, fuera de que sea terreno o extraterreno. La encuesta se origina en la que propuso y respondió W.H. Auden en La mano del teñidor. Auden decía allí que es ésta la información de la que le hubiese gustado disponer cuando leía a otros críticos, como si tal información resumiese una visión general del mundo, los principios personales, los gustos y la idea de perfección. Tal vez sea así. El cuestionario pedía información precisa sobre el paraíso -lengua, religión, actividades económicas, transporte, régimen político-; lo suficiente para saber de cualquiera sus inclinaciones principales.
Aunque no sabemos cómo la inscripción política influye en los gustos estéticos -no hay correlatos firmes entre una cosa y otra: Lenin gustaba de Pushkin, no de Maiacovski; Eliot era vanguardista y monárquico, etc.- el cuestionario arroja pistas acerca del mundo en el que un crítico incluye lo que considera bueno o malo.
Pero nuestra encuesta no podía ser personal, y por otra parte se me ocurrió que un golem, un representativo monstruo de Frankenstein podía surgir de un cuestionario de opciones, de las cuales todas podían ser señaladas.
La estadística del blog dice que éste tiene más de un millar de visitantes mensuales, que suman más de tres mil entradas al blog por mes. Del total de visitantes, solo 24 respondieron a la encuesta, con un promedio de cinco respuestas por votante. Esto es significativo y es por eso que cito la estadística, no por afán propagandístico. Hay más de 1.000 visitantes que no encontraron la encuesta interesante.
Los 24 que respondieron dejaron en blanco muchos casilleros: ninguno se imagina el paraíso siberiano, chino, comunista, mutualista, latino, griego, musulmán, hebreo, budista, platónico, espartano, tormentoso, germánico o con confiterías.
Si consideramos aquellas opciones que implican claramente nacionalidad, triunfa el paraíso argentino. Si tenemos en cuenta las que significan, entre otros conceptos, el clima, nuestro golem lo prefiere sereno, mediterráneo y más bien lluvioso que seco. Consideradas las opciones que aluden a un sistema económico y político, el paraíso que triunfa es rural, artesanal, cooperativo, democrático y moderno. En ese paraíso se hablan muchas lenguas (políglota es la definición más votada de todas cuantas podrían aludir a un idioma). Sus habitantes son cultos. Profesan el taoísmo y animismo * o son ateos. Usan el caballo y la calesa para desplazarse. Son epicúreos y también dionisíacos, es decir que dan un lugar relevante al placer **. Al ser dionisíacos prefieren las formas irregulares y no las equitativas o simétricas, si tenemos en cuenta la división nietzscheana en arte dionisíaco y apolíneo -al preferir el artesanado, tienen sin embargo en alto aprecio el producto logrado, bien hecho, ya sea artístico o de uso. Los habitantes de ese paraíso decididamente gozan del café, lugar por excelencia de reuniones intelectuales, aun aquellas en las que se debate el fútbol o las mujeres. También prefieren la intimidad a la calle, o a la cosa pública, según se mire.
Siguiendo el juego de Auden, ¿qué se deduce, en cuanto crítico, de este lector mayoritario? Lo primero, a mi juicio, es que valora el trabajo cuando ofrece un resultado evidente, que brilla mejor en la lectura íntima, no en la pública. No le placen las grandes efusiones, pero no pide frías formas clásicas. No lo seduce la lengua antigua. Espera sustancia actual: hay idea de actualidad -algo extraño, tratándose de paraísos-, insinuada en lo moderno, en lo políglota y en lo argentino -esto último tiene, como sabemos, apenas doscientos años. Se diría que este lector tampoco es vanguardista, porque no votó mayoritariamente los ismos, y aunque es moderno, actual y dionisíaco, no elige epítetos vinculados con el progreso: populoso, urbano, fabril. No es dogmático, en tanto la religión taoísta no lo es, vista al menos desde occidente. A la vez que aprecia el trabajo, cree en el espíritu. Y no rechaza los parientes lejanos, en tanto valora la cultura.
Un paraíso minoritario, o tal vez subyacente, en segundo plano, es el que surje de considerar arbitrariamente las opciones con dos votos: montañoso boscoso, escarpado, monárquico, cooperativo, urbano, salvaje, mudo, en calesa, a caballo y minimalista. Un paraíso con autoridad fundada en la tradición, con formas de trabajo solidarias, de lento recorrido, sin voz -no necesariamente sin expresión-, complejo en tanto urbano, salvaje en cuanto a la creación sin moldes ni cultura, romántico en lo boscoso, montañoso y escarpado, que se identifica con lo mínimo como significativo.
En cuanto a mí, mi voto fue: nórdico, comunista ilustrado, urbano, culto, a caballo, medieval, animista, a veces tormentoso, dionisíaco, con cafés.
Hay conceptos aquí que merecen discusión -la relación entre paraíso, edad dorada y utopía, el taoísmo, lo que se entiende por epicúreo, la artesanía como producto y actividad-; de modo que la discusión queda abierta.

Jorge Aulicino

* La igualdad de votos entre ambas doctrinas es congruente: el taoísmo es animista.
** Aunque Epicuro de Samos predicó la ataraxia, el placer está en la base de su reflexión.


Resultados

Argentino 3
Británico 1
Nórdico 1
Tropical 1
Mediterráneo 3
Escarpado 2
Siberiano 0
Chino 0
Primaveral 1
Montañoso nevado 1
Montañoso escarpado 1
Montañoso boscoso 2
Desértico 1
Lluvioso 3
Intimo 7
Populoso 1
Monárquico 2
Democrático 3
Aristócratico ilustrado 1
Comunista 0
Comunista ilustrado 1
Cooperativo 2
Mutualista 0
Artesanal 4
Fabril 1
Urbano 2
Rural 5
Culto 6
Salvaje 2
Mudo 2
Políglota 4
Latino 0
Griego 0
Medieval 1
Moderno 3
A pie 2
En subte 1
En calesa 2
A caballo 2
Barroco 1
Expresionista 1
Minimalista 2
Conceptista 1
Futurista 1
Católico 1
Islámico 0
Hebreo 0
Ateo 3
Budista 0
Animista 3
Taoísta 3
Confuciano 0
Platónico 0
Espartano 0
Epicúreo 6
Germánico 0
Sereno 5
Tormentoso 0
A veces tormentoso 3
Apolíneo 2
Dionisíaco 4
Con cafés 8
Con confiterías 0
Otros 2


Ilustración: Milton dicta "El Paraíso perdido" a sus hijas, Mihály Munkácsy, óleo, 1878 Hungarian National Gallery