sábado, agosto 17, 2019

Pere Quart / Confidencias a Antonio Machado



Antonio, ¡si vieses estos días!

Tiempo ha, de lejos, añoré la patria
y la ciudad más nuestra;
y lo hacía a la manera catalana,
ortodoxo y castizo
("mas, ¡ay!, ¡devolvedme a tierra,
que quiero morir!").

Melancólico oráculo de Castilla,
obstinado solitario de Colliure
("¡oh soledad, mi sola compañía!"),
todavía en sueños tierra mía.

Antonio, si volvieras probarías
"la amargura del tiempo envenenado".

Extraño poeta, Antonio,
siempre nostálgico de lo que no tienes y tocas
al final yo también digo
-proporciones guardadas-
"morirse es lo mejor".

Que hoy, desde dentro, oh hermanos espectrales,
añoro oscuramente, sin remedio,
todo lo que he reencontrado
la presencia envilecida del amor.

Soy el cretino del pueblo
-perdido el juicio, como Ausiàs-
que cuenta al viento
historias increíbles.

"La terrible cordura del poeta".

Joan Oliver, Pere Quart (Sabadell, Cataluña, España, 1899 - Barcelona, Cataluña, España, 1986), Vacances pagades, Edicions Proa, Barcelona, 1965
Versión de Jonio González

Nota del traductor: Las frases entre comillas, a excepción de la primera, en castellano en el original

Associació d'Escriptors en Llengua Catalana - A Media Voz - Otra Iglesia Es Imposible


CONFIDÈNCIES A ANTONIO MACHADO

Antonio, si veiessis aquests dies!
Temps ha, de lluny, vaig enyorar la pàtria
i la ciutat més nostra;
i ho feia a la manera catalana,
ortodox i castís
(“més ai! Tornau-me en terra,
que hi vull morir!”).

Melangiós oracle de Castella,
obstinat solitari de Cotlliure,
(¡oh soledad, mi sola compañía!),
encara en somnis terra meva.

Antonio, si tornessis gustaries
la amargura del tiempo envenado.

Estrany poeta, Antonio,
sempre enyorós del que no tens i toques;
al capdavall jo també dic
- proporcions guardades -
morirse es lo mejor.

Que avui, de dins estant, oh germans espectrals,
enyoro foscament, sense remei,
tot el que he retrobat,
la presència envilida de l'amor.

Sóc el cretí del poble.
- fora seny, com l'Ausiàs -
que conta al vent històries increïbles.
La terrible cordura del poeta.

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Foto: Foto: La Petita Libreria

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