Descúbrete y piensa en las víctimas.
Pues sólo el que siente la soga en su cuello
se da cuenta de la brizna de hierba
que se agita en el viento
por entre los adoquines que hay bajo el cadalso.
¡Oh, aquellos que disfrutan con el derramamiento de sangre!
Lo demoníaco es ciego,
lo prohibido es ciego,
los espectros son ciegos,
están ciegos ante lo que germina
porque ellos carecen de crecimiento.
Y sin embargo, cada uno de ellos
fue niño una vez.
No alabes ni premies nunca más a la muerte,
no premies la muerte que los hombres se infligen unos a otros,
no alabes lo indigno.
Ten, en cambio, valor para decir mierda cuando alguien
excite a los hombres a matar a su prójimo.
En verdad que el asesino sin dogmas
es el mejor de los hombres:
¡oh llamada humillante y envilecedora,
llamada al verdugo, la llamada de miedo más secreto,
llamada de todos los dogmas que carecen de fundamento!
Hombre, ¡descúbrete y piensa en las víctimas!
El mal vuelve siempre su rostro hacia el mal:
¿quién consuma el sacrificio humano espectral?
Un espectro.
Está ahí en la habitación, algo prohibido está ahí,
que silba para sus adentros,
¡es el espectro del espíritu burgués
habituado al orden!
Ha aprendido a leer y a escribir,
usa cepillo de dientes,
va al médico cuando está enfermo,
honra a veces padre y madre,
en general se ocupa sólo de sí mismo,
y sigue siendo sin embargo un espectro.
Hermann Broch (Viena, 1886-New Haven, Estados Unidos, 1951), "1933", Voces, Material de Lectura, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ciudad de México, 2009
Traducción de de María Ángeles Grau
Voces es un largo poema dividido en tres partes ("1913", "1923" y "1933"), escrito por Broch para que sirva de contrapunto a su novela Die Schuldlosen (Los Inocentes), publicada en 1954. (Del prólogo de la traductora)
Ref.:
Encuentros de Lectura
Poéticas
Deriva
El Psicoanalítico
El Cultural
Foto: Abenteur Industrie
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