miércoles, septiembre 18, 2019

Pat Boran / Dos poemas













El  jardín

Atrás en la luz moteada de la glorieta del jardín trasero
donde las abejas son como satélites
orbitando planetas de fruta,

el pasto sin cortar se balancea, y de una radio se oye
The Last Rose of Summer, The Young Ones,
Only For You;

sin reloj en la muñeca, una ramita en el puño,
la vista en una hilera de hormigas negras
que avanzan a través del espacio,

descaradas pero nerviosas, frenéticas pero concentradas
en su objetivo final, el límite,
la cima, aquello a lo que apuntan;

en la escuela informal del ensueño en el último extremo del verano,
ese punto ciego que el mundo ignora
pero que nosotros, los chicos, conocemos tan bien,

en la brecha entre árboles, en el lapso entre certezas,
mantenido en suspenso en el momento,
libre en su hechizo.


La enfermera

Aparece la enfermera y le dice al chico, Lo siento.
Parece requerir toda su energía levantar
su brazo fino, poner la palma abierta
suavemente sobre el hombro del muchacho, como para

calmarlos a ambos. Tal vez es la primera vez
que cruza ese vacío, sin reloj ni joya alguna,
el cabello recogido, los ojos inflamados
como si nadara para estar allí temblando en la luz.
 
Pat Boran (Portlaoise, Irlanda, 1963) Next Life, Dedalus Press, Irlanda, 2012
Versiones de Jorge Fondebrider

Ref.:
Pat Boran
Dedalus Press
The Irish Time
Irish Examiner
El Día
Tuerto Rey
La Pecera
El Poeta Ocasional
Otra Iglesia Es Imposible

Foto: The Irish Time

THE GARDEN 

Back in the back garden’s light-dappled arbour
where the bees are like satellites
orbiting planets of fruit,

the uncut grass swaying, a radio playin
The Last Rose of Summer, The Young Ones,
Only For You;

no watch on my wrist, a twig in my fist,
my sights on a chain of black ants
advancing through space,

brazen but nervous, frantic but focused
on their final objective, the limit, 
the summit, their aim;

in the hedge school of slumber at the back end of summer,
that blind spot the world overlooked
but us kids knew so well,

in the gap between trees, in the lapse between certainties,
held in suspense in the moment,
free in its spell.


THE NURSE
  
The nurse comes out and tells the boy, I’m sorry.
It seems to take all her energy to lift
her slender arm, to place her open palm
gently on  the youngster’s shoulder, as if to steady

both of them. Perhaps this is her first time
to cross this gap, no watch or jewellery,
her hair tied back, her eyes salt-stung as if
she swam to stand here trembling in the light. 

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