viernes, septiembre 13, 2019

Dante Alighieri / Infierno, Canto vigésimo primero


















Así, de puente en puente, hablando
de cosas que a mi Comedia no la ocupan,
fuimos, y alcanzamos la cima cuando

paramos para ver la otra fisura
de Malebolge y los otros llantos vanos;
y la vi, maravillosamente oscura.

Como en el arsenal de los venecianos
bulle en invierno la pez tenaz
para reparar los barcos averiados

que no pueden navegar; y a la vez
uno hace su barco nuevo, otro calafatea
los costados del que hizo más viajes;

quien recorre la proa, quien la popa;
otros hacen remos, otros retuercen sogas;
quien trinquete y artimón retoca,

tal, no por fuego, sino por divinas artes,
bullía allá abajo una pez espesa
que se pegaba a la orilla en todas partes.

Yo miraba, pero no veía en ella
más que borbotones que el hervor alzaba,
e hincharse toda, y caer prieta.

Mientras allá fijamente miraba,
mi duca, diciendo: "¡Cuidado!",
me atrajo hacia sí de donde estaba.

Me volví, como el que se demora
en ver aquello de lo que conviene irse,
y a quien súbita pavura debilita

y luego, por mirar, ya no se retrasa:
y vi, tras de nosotros, un diablo negro
venir corriendo por encima de la roca.

¡Ah, qué feroz era su aspecto
y cuán en el acto me pareció acerbo,
con alas abiertas, sobre sus pies ligeros!

Su hombro, que era agudo y soberbio,
cargaba un pecador con ambas ancas,
de quien tenía, de los pies, asido el nervio.

Desde el puente dijo: "¡Oh Malebranche,*
aquí va uno de los viejos de Santa Zita!
Llévalo abajo, que vuelvo a buscar otro

"a esa tierra, que me sé tan bien provista:
todos son estafadores, salvo Bonturo;
del 'no', por el dinero, allí hacen 'ita'".**

Abajo lo tiró, y por el peñasco duro
se volvió; y jamás fue un mastín suelto
a seguir un ladrón con tanto apuro.

Aquel se hundió, y emergió convulso,
pero los demonios resguardados en el puente,
gritaron: "¡Este no es el lugar del Santo Rostro!

"¡Aquí se nada distinto que en el Serchio!
Si no quieres saber de nuestros garfios,
no te asomes de la resina demasiado."

Después de pinchar con más de cien arpones,
dicen: "Cubierto conviene que aquí bailes,
de modo que, si puedes, ocultamente robes."

No distintamente los cocineros a sus ayudantes
hacen sumergir en medio de la caldera
la carne con los ganchos para que no flote.

Y el buen maestro: "A fin de que no sepan
que tú estás aquí", me dijo", "te ocultas
tras una roca que algún abrigo ofrezca;

"y por ninguna ofensa que me sea hecha
debes temer, que tengo cosas vistas
y otra vez estuve en refriega parecida."

Enseguida pasó del puente a la otra orilla,
y cuando llegó a la sexta bolsa,
menester le fue mostrar frente segura.

Con la ferocidad y con la borrasca
con que salen los perros sobre el pobrecito
que de pronto mendiga donde para,

salieron del puente los demonios
y contra él volvieron los arpones;
pero les gritó: "¡No se atreva ninguno!

"Antes que cualquier gancho me toque,
venga adelante uno que me oiga
y después decidan si deben escardarme."

Todos gritaron: "¡Que vaya Malacoda!" ***
Uno se movió entre los otros, quietos,
y fue hacia él diciendo: "¿Qué te trae?"

"¿Crees, Malacoda, que podrías
verme aquí", dijo mi maestro,
"a salvo de todas estas armas

"sin voluntad divina y hado diestro?
Déjame ir, que en el cielo es querido
que yo enseñe a otro este camino."

Entonces quedó su orgullo tan caído
que dejó rodar el gancho a tierra,
y les dijo a los demás: "No sea herido".

Y el duca mío a mí: "¡Oh tú, que estás
tras las rocas del puente, acurrucado,
seguramente a mí puedes acercarte!"

No bien yo me moví hacía él, rápido,
los diablos se echaron todos adelante,
y temí que rompieran lo pactado.

Así vi yo temer a los infantes
que salían tras el pacto de Caprona,
viéndose rodeados de rivales.

Yo me pegué con toda mi persona
a mi duca, y no sacaba la mirada
de la cara de ellos, nada buena.

Movían los ganchos y: "¿Quieres que lo pinche
en las ancas?", se decían el uno al otro,
Y respondían: "Sí, que se le frunza."

Pero el demonio que parlamentaba
con mi duca, se volvió súbitamente
y dijo: "¡Quieto, quieto, Scarmiglione!"

Luego nos dijo: "Ir muy lejos
por aquí no se puede, porque yace
todo roto, en el fondo, el arco sexto.

"Y si seguir adelante aún les place,
más bien vayan por aquí, por esta gruta;
cerca hay otro escollo, que consiente.

"Ayer, cinco horas pasada esta hora,
mil doscientos sesenta y seis años
se cumplieron de que se hundió la vía. ****

"Yo mando allá a varios de los míos
a vigilar si alguno no se airea:
vayan con ellos, no les harán nada.

"Adelante, Allichino y Calcabrina", *****
comenzó a decir, "y tú, Cagnazzo,
y Barbariccia que guíe la decena.

"Libicocco va también, y Draghignazzo,
Ciriatto, el dientudo, y Graffiacane,
y Farfarello y Rubicante, el loco.

"Vigilen en torno del hirviente pan;
estos lleguen salvos al siguiente escollo
que va sobre las otras madrigueras."

"¡Ay, maestro, ¿qué estoy viendo?",
dije yo. "Sin escolta andemos solos
si tú sabes ir; yo no la demando.

"Si eres tan prudente como sueles,
¿no ves que rechinan con los dientes
y que el entrecejo amenaza males?"

Y él a mí: "No quiero que te espantes,
déjalos que rechinen cuanto quieran:
lo hacen por los que están en el aceite."

Por el lado izquierdo dieron vuelta;
pero antes cada uno apretó la lengua
con los dientes, como seña hacia su duca;
y este hizo del culo una trompeta.

Dante Alighieri (Florencia, Italia, 1265-Rávena, Italia, 1321)
Traducción de Jorge Aulicino

La Divina Comedia,
Ediciones Lom,
Santiago de Chile, 2018

[Notas del traductor:]

* Se traduce como "malas garras".

** En los antiguos documentos públicos, anotación afirmativa. Todo este pasaje alude a los escribanos de Luca, cuya patrona es Santa Zita y donde se venera el Santo Rostro.

*** Significa "mala cola".

**** Alude a la muerte de Cristo: "y la tierra tembló y las rocas se partieron" (Mateo, 27:52). Ubica la fecha en que sucede este Canto y de aquí se deduce todo el tiempo de ficción de la Comedia.

***** Los nombres de los demonios significan: Allichino: que hace inclinar a otros; Calcabrina: que pisa el rocío; Cagnazzo: perro malo; Barbariccia: barba crespa; Libiocco: lividinoso; Draghignazzo: dragón ponzoñoso; Ciriatto: jabalí; Grafficcane: perro que araña; Rubicante: inflamado (siguiendo las notas de Cristóforo Laudino, siglo XV). Farfarello puede significar espíritu maligno o loco [no hay acuerdo de los comentaristas].

Ref.:
LOM
Puerto de Ideas
Dardanelos
Prefacios a los Cantos de la Comedia
El Mercurio

Imagen: Andrea da Bonaiuto, Basilica Santa María Novella, Florencia, siglo XIV

Canto XXI

Così di ponte in ponte, altro parlando
che la mia comedìa cantar non cura,
venimmo; e tenavamo ’l colmo, quando

restammo per veder l’altra fessura
di Malebolge e li altri pianti vani;
e vidila mirabilmente oscura.

Quale ne l’arzanà de’ Viniziani
bolle l’inverno la tenace pece
a rimpalmare i legni lor non sani,

ché navicar non ponno - in quella vece
chi fa suo legno novo e chi ristoppa
le coste a quel che più vïaggi fece;

chi ribatte da proda e chi da poppa;
altri fa remi e altri volge sarte;
chi terzeruolo e artimon rintoppa -:

tal, non per foco ma per divin’arte,
bollia là giuso una pegola spessa,
che ’nviscava la ripa d’ogne parte.

I’ vedea lei, ma non vedëa in essa
mai che le bolle che ’l bollor levava,
e gonfiar tutta, e riseder compressa.

Mentr’io là giù fisamente mirava,
lo duca mio, dicendo "Guarda, guarda!",
mi trasse a sé del loco dov’io stava.

Allor mi volsi come l’uom cui tarda
di veder quel che li convien fuggire
e cui paura sùbita sgagliarda,

che, per veder, non indugia ’l partire:
e vidi dietro a noi un diavol nero
correndo su per lo scoglio venire.

Ahi quant’elli era ne l’aspetto fero!
e quanto mi parea ne l’atto acerbo,
con l’ali aperte e sovra i piè leggero!

L’omero suo, ch’era aguto e superbo,
carcava un peccator con ambo l’anche,
e quei tenea de’ piè ghermito ’l nerbo.

Del nostro ponte disse: "O Malebranche,
ecco un de li anzïan di Santa Zita!
Mettetel sotto, ch'i' torno per anche

a quella terra, che n’è ben fornita:
ogn’uom v’è barattier, fuor che Bonturo;
del no, per li denar, vi si fa ita".

Là giù ’l buttò, e per lo scoglio duro
si volse; e mai non fu mastino sciolto
con tanta fretta a seguitar lo furo.

Quel s’attuffò, e tornò sù convolto;
ma i demon che del ponte avean coperchio,
gridar: "Qui non ha loco il Santo Volto!

qui si nuota altrimenti che nel Serchio!
Però, se tu non vuo’ di nostri graffi,
non far sopra la pegola soverchio".

Poi l’addentar con più di cento raffi,
disser: "Coverto convien che qui balli,
sì che, se puoi, nascosamente accaffi".

Non altrimenti i cuoci a’ lor vassalli
fanno attuffare in mezzo la caldaia
la carne con li uncin, perché non galli.

Lo buon maestro "Acciò che non si paia
che tu ci sia", mi disse, "giù t’acquatta
dopo uno scheggio, ch’alcun schermo t’aia;

e per nulla offension che mi sia fatta,
non temer tu, ch’i’ ho le cose conte,
perch’altra volta fui a tal baratta".

Poscia passò di là dal co del ponte;
e com’el giunse in su la ripa sesta,
mestier li fu d’aver sicura fronte.

Con quel furore e con quella tempesta
ch’escono i cani a dosso al poverello
che di sùbito chiede ove s’arresta,

usciron quei di sotto al ponticello,
e volser contra lui tutt’i runcigli;
ma el gridò: "Nessun di voi sia fello!

Innanzi che l’uncin vostro mi pigli,
traggasi avante l’un di voi che m’oda,
e poi d’arruncigliarmi si consigli".

Tutti gridaron: "Vada Malacoda!";
per ch’un si mosse - e li altri stetter fermi -
e venne a lui dicendo: "Che li approda?".

"Credi tu, Malacoda, qui vedermi
esser venuto", disse ’l mio maestro,
"sicuro già da tutti vostri schermi,

sanza voler divino e fato destro?
Lascian’andar, ché nel cielo è voluto
ch’i’ mostri altrui questo cammin silvestro".

Allor li fu l’orgoglio sì caduto,
ch’e’ si lasciò cascar l’uncino a’ piedi,
e disse a li altri: "Omai non sia feruto".

E ’l duca mio a me: "O tu che siedi
tra li scheggion del ponte quatto quatto,
sicuramente omai a me ti riedi".

Per ch’io mi mossi e a lui venni ratto;
e i diavoli si fecer tutti avanti,
sì ch’io temetti ch’ei tenesser patto;

così vid’ïo già temer li fanti
ch’uscivan patteggiati di Caprona,
veggendo sé tra nemici cotanti.

I’ m’accostai con tutta la persona
lungo ’l mio duca, e non torceva li occhi
da la sembianza lor ch’era non buona.

Ei chinavan li raffi e "Vuo’ che ’l tocchi",
diceva l’un con l’altro, "in sul groppone?".
E rispondien: "Sì, fa che gliel’accocchi".

Ma quel demonio che tenea sermone
col duca mio, si volse tutto presto
e disse: "Posa, posa, Scarmiglione!".

Poi disse a noi: "Più oltre andar per questo
iscoglio non si può, però che giace
tutto spezzato al fondo l’arco sesto.

E se l’andare avante pur vi piace,
andatevene su per questa grotta;
presso è un altro scoglio che via face.

Ier, più oltre cinqu’ ore che quest’otta,
mille dugento con sessanta sei
anni compié che qui la via fu rotta.

Io mando verso là di questi miei
a riguardar s’alcun se ne sciorina;
gite con lor, che non saranno rei".

"Tra’ ti avante, Alichino, e Calcabrina",
cominciò elli a dire, "e tu, Cagnazzo;
e Barbariccia guidi la decina.

Libicocco vegn’oltre e Draghignazzo,
Cirïatto sannuto e Graffiacane
e Farfarello e Rubicante pazzo.

Cercate ’ntorno le boglienti pane;
costor sian salvi infino a l’altro scheggio
che tutto intero va sovra le tane".

"Omè, maestro, che è quel ch’i’ veggio?",
diss’io, "deh, sanza scorta andianci soli,
se tu sa’ ir; ch’i’ per me non la cheggio.

Se tu se’ sì accorto come suoli,
non vedi tu ch’e’ digrignan li denti
e con le ciglia ne minaccian duoli?".

Ed elli a me: "Non vo’ che tu paventi;
lasciali digrignar pur a lor senno,
ch’e’ fanno ciò per li lessi dolenti".

Per l’argine sinistro volta dienno;
ma prima avea ciascun la lingua stretta
coi denti, verso lor duca, per cenno;

ed elli avea del cul fatto trombetta.

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