Ruido de ángeles cayendo en el patio
y de insectos tragados por las arañas.
Los frutos crecen y absorben la noche
y destilan el azul más bravo del universo.
He oído demasiado caerse
el mundo sobre la casa,
y cargar con sus cimientos sería
darle de comer a los chacales.
Se precipita la lluvia y las gotas golpean
sobre el cobertizo, como un oro pálido.
Huyo entre la bruma y pienso en no regresar;
detrás cuelgan las ropas de los muertos.
Qué loca idea fue nacer, madre,
en noche de tormenta y lloviznas.
Algo se quebró desde el principio.
[inédito]
*
El cuerpo pide que lo rieguen
como esas plantas al comenzar el verano,
hojas y flores apuntando hacia la tierra.
El pequeño demonio que se posa
sobre la nuca y los brazos deja marcas
que arden al contacto con la lluvia,
y es preciso correr por las avenidas
del pueblo hasta refugiarse
en un pequeño alero de alguna casa ajena.
Somos jóvenes del interior,
vivimos entre la pereza y la insolación,
y correr resulta un acto desesperado.
Pero corremos y miramos quién se adelanta,
quién se queda detrás, y sonreímos.
Encontramos oro en una tierra abandonada.
de Frontera, Vilnius, Córdoba, Argentina, 2016
Diego Brando (Leones, Córdoba, Argentina, 1987)
Ref.:
Editorial Vilnius
El Poeta Ocasional
Poesía
El Furgón
Op. Cit.
De lo que no Aparece en las Encuestas
Otra Iglesia Es Imposible
Foto: Diego Brando Facebook
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