miércoles, junio 13, 2018

William Carlos Williams / Paterson, 45


















Libro Cinco 
III


Peter Brueghel, el viejo, pintó
una Nacimiento, ¡pintó un Bebé
recién nacido!
entre las palabras.
Hombres armados,
hombres salvajemente armados
armados con picas,
alabardas y espadas
hombres susurrantes de rostros esquivos
llegaron al corazón

del asunto
mientras le hablaban al barrigón
de barba gris (centro)
el objeto de sus comentarios,
mirando de reojo, mostrando su
asombro ante la escena,
rasgos como los de los soldados alemanes
más estúpidos de la última
guerra

— pero el Bebé (como en un
catálogo ilustrado
en colores) descansa desnudo en las rodillas de su
Madre
— es una escena, tan
auténtica, que se ve con frecuencia
entre los pobres (aplaudo
al hombre Brueghel que pintó
lo que vio —
muchas veces, sin duda,
entre sus propios hijos, pero desde luego no
en este marco)

Las coronadas cabezas de mitra
de los 3 hombres, uno de ellos negro,
que vinieron, como es obvio desde lejos
(¿asaltantes de caminos?)
por las ricas capas
que vestían — hicieron ofrendas
para sosegar a sus dioses

Sus manos estaban cargadas de regalos
— tenían ojos para revelaciones
en esos tiempos— y vieron,
vieron con los ojos adecuados,
estas cosas
para la envidia de la soldadesca vulgar

El pintó
el bullicio de la escena,
el descuidado cabello
suelto del viejo en el
medio, sus labios caídos

— — incrédulo
de que se armara tanto escándalo
por una cosa tan simple como un bebé
nacido de un hombre viejo
y de una muchacha y una muchacha linda
además

¡Pero los regalos! (obras de arte,
¿dónde podrían haberlos
recogido o mejor dicho
robado? )
— ¿de qué otro modo honrar
a un viejo, o a una mujer?

— los andrajos de los soldados,
bocas abiertas,
sus rodillas y pies
rotos por 30 años de
guerra, duras campañas, sus bocas
babeando por el banquete
ofrecido

Peter Brueghel el artista lo
vio desde ambos lados:
debe servirse a la imaginación—
y él la sirvió
desapasionadamente

No es pecado mortal ser pobre— cualquiera menos esta tribu
uniforme tiene el dinero ahora— observando el átomo, com-
pletamente ciega — sin gracia ni piedad, como otros tantos
crustáceos. El artista, Brueghel, los vio             :             los
trajes de sus campesinos eran de material superior, hechos a
mano, de lo que podemos alardear.

hemos llegado en nuestra época a la era de la imitación barata, los
hombres son baratos, manejados por sus jefes, dentro y fuera del trabajo que
debe hacerse, con ganancia. ¿Para quién? Pero esto no es así para el albañil
portugués, su propio jefe “en el nuevo mundo” que construye una pared para
mí, conmovido por la sabiduría del viejomundo de lo que es “virtuo-
so”                     “eso que hoy te venden en las tiendas, no es bueno, se
rompe en tus manos         ese material manufac-
turado, de la fábrica, se rompe en tus manos, no les
importa lo que producen                    •”)

         El Evangelio según San Mateo, Capítulo I, versículo 18, —
Ahora el nacimiento de Jesucrito fue de este modo: Cuando su madre
Miriam     fuera desposada con José, antes de que se unieran, se descubrió
que ella estaba embarazada del Espíritu Santo.

    La versión de King James, por supuesto, dice “María”, pero se recuerda que
el Dr. Williams con frecuencia se refería a la madre de Jesús como
Miriam” Cf. el hebreo Miryam como raíz de ambos nombres. — ED.

19   Luego José, su esposo, siendo un hombre justo, y no deseando convertirla
en un ejemplo públiko, se dispuso a abandonarla en secreto.

20 Pero mientras pensaba en esto, observad, el ángel del
Señor, se le apareció en un sueño, diciéndole, José, tú, hijo de
David, no temas tomar a Miriam como tu esposa: porque aquello que
fue concebido en ella es del Espíritu Santo.

Lucas              Pero María se guardó todo esto, y lo sopesó en
su corazón.

ninguna mujer es virtuosa
si no se entrega a su amante
— de inmediato

Querido Bill:

                                                                     

Un querido amigo en París, G.D., casado con la hija de Henri Matisse,
y cuya cabeza es la más lúcida que haya encontrado en Europa, me ha dicho que
hoy día Francia está gobernada por gendarmes y conserjes. En la Dinamarca
socialista conocí a un autor muy inteligente, una mujer que vino a América y tuvo
un hijo allí con un despreciable escritorzuelo. Pobre y abandonada, regresó a
Copenhague, donde ganaba una miseria por escribir reseñas para el Politiken, y
ofreciendo, ocasionalmente, alguna conferencia sobre inglés medieval y danés
antiguo. Vivía en la zona sólida de la bella ciudad, tratando de mantener a un niño
maravilloso, robusto, amoroso, y muy masculino. Llevarle naranjas, chocolate y
aquellos preciados bocados que su madre no podía brindarle, era mi felicidad.
Ella le dijo a Hit que la policía socialista la había visitado una noche, preguntán-
dole por qué no había pagado los impuestos al gobierno. Pobreza fue su respuesta.
¿Recuerdas el epitafio en la lápida de Thomas Churchyard?                          
Pobreza y Oscuridad guarda esta tumba’. Regresaron una semana después,
amenazando con que el gobierno le quitaría sus muebles y los incautaría. Cuando
imploró diciendo que si les entregaba las coronas que tenía, su pequeño niño moriría
de hambre, la policía dijo: “Fuimos a lo de Vin Handel la noche pasada y sabemos
por el dueño que había comprado una botella de vino; si puede comprar vino, por
cierto, puede pagar sus impuestos”. Entonces ella dijo: “Soy tan pobre, y estoy tan
desesperada que necesitaba una botella de vino para aliviar mi melancolía”.

Estoy seguro de que la gente tiene la clase de gobierno que sus estómagos desean.
Más aun, no puedo curar ni una sola alma en la tierra. Platón hizo tres visitas a Dionisio,
el tirano de Siracusa, y una vez casi lo matan y en otra oportunidad estuvo a punto de ser
vendido como esclavo porque creía que aquel influía a un demonio para moldear su tira-
nía sobre la República. Séneca fue el maestro de Nerón, y Aristóteles el tutor de Alejandro
de Macedonia. ¿Qué enseñaban?
Nos conformamos aquí porque es barato; mi esposa puede comer Chateaubriand
por siete pesetas, aproximadamente 15 o 16 centavos. Ir de compras en la mañana es un
ritual; está el saludo de la mujer que atiende la panadería, y la salutación (la cortesía siempre
aliviael espíritu y calma es sistema nervioso), del hombre y su mujer en la lechería (donde
compras leche, y una sonrisa expansiva de la humilde mujer que te vende tres pesetas de helio,
hielo)          • ,

Edward

Paterson ha envejecido

el sujeto de sus pensamientos
se ha encogido
a nada más que “una carta apasionada”
para una mujer, una mujer que él se negó
a llevar a la cama en el pasado         
Y continuó
viviendo y escribiendo
respondiendo
cartas
y cuidando su jardín
de flores, cortando el césped y tratando
de que los jóvenes
redujeran
sus errores en el uso de palabras que
fueron tan difíciles para él, los errores
que él cometió en el uso de la
línea poética:

                                      el unicornio sobre un fondo de mil flores,          

No hay nada en la técnica de escritura. Un tonto no la puede aprender. Pero
cualquier joven con una mente estallando por salir, por poner en una página
incluso una oración en limpio — saca coraje de un hombre mayor que está
dispuesto a ayudarlo — con quien hablar.


Un vuelo de pájaros, todos juntos,
                                    buscando sus nidos en la temporada
una bandada antes del alba, pequeños pájaros
Que dúermen toda la noche con ójos abiertos
movidos por el deseo, apasionados, han
andado un largo camino, por lo general.
Ahora se separan y van de a pares
cada uno a la pareja indicada. Los
colores de su plumaje son indescifrables
bajo el resplandor del sol contra el cielo
pero la mente del viejo es provocada
por el blanco, el amarillo, el negro
como si pudiera verlos allí.

Su presencia en el aire otra vez
lo calma. Aunque se acerca a la muerte
él está poseído por muchos poemas.
Las flores siempre fueron sus amigas,
incluso en pinturas y tapices
que en el pasado colgaron en museos,
celosamente guardados, tratados
contra la polilla. Lo arrastraron imperiosamente
a testimoniar, lo hicieron pensar
en horarios de micros y en cómo evitar
lo irreverente— para renovarse
ante la imagen directa del siglo
12, lo que hacían ancianas o jóvenes
u hombres o muchachos blandiendo sus agujas
para coser el hilo verde correctamente
junto al púrpura, el mirto al lado
del acebo y las hebras marrones al lado:
unidas según el cartón guía
lo indica. Todos juntos, trabajando juntos—
todos los pájaros juntos. Pájaros
y hojas diseñados para ser tejidos
en su mente comiendo y                 
todos juntos según sus propósitos

— el cuerpo envejecido
con la enorme uña deforme del pie 
dándose a conocer
viene
a buscarme— con una  
extraña sonrisa
entre la multitud de hojas de ese campo
donde el Unicornio
está encerrado por una cerca
de madera baja
¡en abril!
el mismo mes
en el que, al pie del poste,
vio al hombre sacar
la víbora roja y matarla con una pala.
Godwin me contó
que su cola
no paraba de retorcerse hasta
después de que el sol
bajara —
él lo sabía todo
o nada
y murió loco
cuando aun era un hombre joven

La (propia) dirección ha sido cambiada
la serpiente
su cola en la boca
“el río ha regresado a sus orígenes”
y hacia atrás
(y hacia adelante)
se tortura a sí mismo adentro de mí
hasta que el tiempo finalmente haya sido lavado debajo
y “Yo lo sabía todo (o lo suficiente)
se convirtió en mí         
— los tiempos no han sido heroicos
desde entonces
pero son más limpios
y más libres de enfermedades
la mente podrida dentro de ellos          
diremos
la serpiente
tiene la cola en su boca
¡OTRA VEZ!
la serpiente omnisapiente

Ahora me acerco a las pequeñas flores
Ese ramillete alrededor de los pies
de mi amada
— la caza del
Unicornio y
el dios del amor
nacido de la virgen

La mente es el demonio
nos conduce              bueno,
¿preferirías que se
convirtiera en vegetal y

que no usara barba?

— ¿hablaremos del amor
que solo se ve en un espejo
— sin réplica?
¿reflejando solo su espíritu impalpable?
¿quién es ella a la que veo
y cuya carne no toco?

El Unicornio vaga por el bosque de la mente de
todos los amantes verdaderos. Ellos lo persiguen. ¡Guau guau! ¡canta ey el
verde acebo!

— cada hombre casado lleva en su cabeza
la amada y sagrada imagen
de una virgen
a la que prostituyó           
pero la ficción viviente
un tapiz
seda y algodón tocados por hilos de plata
una bestia unicorne blanca como la leche
Yo, Paterson, el Rey-mismo
vi a la dama
entre los bosques agrestes
fuera de las paredes del palacio
entre el hedor de caballos sudorosos
y sabuesos sangrantes
aullando de dolor
la jauría respire pesada
al ver la bestia muerta
traída al fin
sobre el fuste
entre los robles.
Paterson,
mantén tu ánimo arriba
¡cualquiera sea el detalle!
Cualquier parte es en todas partes:
Puedes aprender de los poemas
que cuando se golpea una cabeza vacía
suena hueca
¡en cualquier lengua! Las figuras
son de tamaño descomunal.
Los bosques
son fríos aunque sea verano
el traje de la dama es pesado
y toca el césped.

En los alrededores, pequeñas flores completan la escena.
Un segundo pecho llega
herido.
Y un tercero, sobreviviente de la persecución,
se echa a descansar un rato,
su cuello real
sujeto con un collar enjoyado.
Un sabueso yace de espaldas
destripado
por el único cuerno de la bestia.
Tómalo o déjalo,
si el sombrero sirve—
póntelo. Pequeñas flores
parecen amontonarse para participar del acto:
la blanca suave rúcula,
en su tallo ramificado, cuatro pétalos
uno cerca del otro
completan el detalle
de cuadro en cuadro sin perspectiva
tocándose unos a otros en el lienzo
formando la pintura:
la violeta caprichosa
como un caballo de ajedrez,
la potentilla,
de cara amarilla—
este es un tapiz francés
o flamenco—
la prímula perfumada
creciendo cerca del suelo, que los poetas
han hecho famosa en Inglaterra,
no puedo decirlo todo:
las zapatillas de dama
carmesí y blancas,
balanceadas para colgar
de brácteas delgadas, cálices dispuestos regularmente sobre el tallo,
dedaleras, la rosa mosqueta
o rosa silvestre,
rosa como el lóbulo de una dama cuando asoma
por debajo del cabello,
campanilla, copetes azules y púrpura
pequeños como las no-me-olvides entre las hojas.
Centros amarillos, pétalos carmesí
y lo opuesto,
diente de león, arañuela,
acianos,
cardos y otros
cuyos nombres y perfumes no sé.
 Los bosques repletos de acebos
(te lo he dicho, esto
es una ficción, presta atención),
el lirio amarillo de los campos franceses está aquí
y una diversidad de otras flores
también: narcisos
y gencianas, la margarita, pétalos
de copa de rey,
mirto, claro y oscuro
y caléndulas            

El algarrobo en la brisa de la mañana
del otro lado de su ventana
donde una rama se mueve
silenciosa
ondula
arriba y alrededor y
de un lado a otro
no me recuerda otra cosa
que la sonrisa de una anciana
— un fragmento del tapiz
conservado sobre una pared de fondo
muestra una –mujer joven
de cejas arqueadas
perdida en el bosque (o escondiéndose)
anunciada                    
(es decir, la presentación)
por el sonido del cuerno de un cazador donde permanece
escondido por completo
entre las hojas. Ella
me interesa por su singularidad,
su vestido elegante
entre las hojas, ¡oyendo!

La expresión de su rostro,
donde permanence separada del resto
— la virgen y la puta,
una identidad,
ambas a la venta
¡al mejor postor!
y ¿quién apuesta más alto
que un amante? Sal
si te llamas mujer.

Te doy a cambio, un joven
que comparta el mundo femenino
en la maldad del Infierno, gentilmente
— una vez en un tiempo                     
en un tiempo:

¡Gra!        ¡Gra!       ¡Gra!
¡graznan los cuervos!

¡En febrero! en febrero comienzan.
Ella no quería vivir para convertirse en

una anciana y usar un pomo de porcelana
en su vagina para sostener su vientre— pero

llegó a eso, habilidosa, ¿qué?
Él fue el primero en masturbarla

y nunca la dejó hasta que la dejó-
embarazada, como cualquier soldado lo haría

hasta que el campamento se levantó.

Puede que ella fuera “etiquetada” como Osamu
Dazai y su santa hermana

lo tendría

Era una vieja cuando vio a su nieto:
ustedes jóvenes
creen que lo saben todo.
Ella hablaba con su acento cockney
y se detenía
mirándome con dureza:
El pasado es para aquellos que vivieron en el pasado. ¡Deja!

— aprender con los años a desperdiciar mi vida:
diciendo                

La medida interviene, medir es todo lo que sabemos,

una elección entre medidas

el baile medido

“a menos que el aroma de una rosa
nos sobresalte de nuevo”

Igualmente ridículo
es suponer que no sabemos nada, un
juego de ajedrez
¡masiva, “materialmente,” compuesto!

¡Yo jo! ¡ta jo!

No sabemos nada y no podemos saber nada               
pero
el baile, bailar a medida
a contrapunto,
Satíricamente, el pie trágico.
  
William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión © Silvia Camerotto

Ilustración: A History of Paterson



Book Five
III

Peter Brueghel, the elder, painted
a Nativity, painted a Baby
new born!
among the words.
Armed men,
savagely armed men
armed with pikes,
halberds and swords
whispering men with averted faces
got to the heart

of the matter
as they talked to the potbellied
greybeard (center)
the butt of their comments,
looking askance, showing their
amazement at the scene,
features like the more stupid
German soldiers of the late
war

— but the Baby (as from an
illustrated catalogue
in colors) lies naked on his Mother's
knees
— it is a scene, authentic
enough, to be witnessed frequently
among the poor (I salute
the man Brueghel who painted
what he saw —
many times no doubt
among his own kids but not of course
in this setting)

The crowned and mitred heads
of the 3 men, one of them black,
who had come, obviously from afar
(highwaymen? )
by the rich robes
they had on — offered
to propitiate their gods

Their hands were loaded with gifts
— they had eyes for visions
in those days — and saw,
saw with their proper eyes,
these things
to the envy of the vulgar soldiery

He painted
the bustle of the scene,
the unkempt straggling
hair of the old man in the
middle, his sagging lips

— — incredulous
that there was so much fuss
about such a simple thing as a baby
born to an old man
out of a girl and a pretty girl
at that

But the gifts! (works of art,
where could they have picked
them up or more properly
have stolen them? )
— how else to honor
an old man, or a woman?

— the soldiers' ragged clothes,
mouths open,
their knees and feet
broken from 30 years of
war, hard campaigns, their mouths
watering for the feast which
had been provided

Peter Brueghel the artist saw it
from the two sides: the
imagination must be served —
and he served
dispassionately

It is no mortal sin to be poor — anything but this featureless
tribe that has the money now — staring into the atom, com-
pletely blind — without grace or pity, as if they were so many
shellfish. The artist, Brueghel, saw them             :             the
suits of his peasants were of better stuff, hand woven, than we
can boast.

have come in our time to the age of shoddy, the men are
shoddy, driven by their bosses, inside and outside the job to
be done, at a profit. To whom? But not true of the Portuguese
mason, his own boss “in the new country” who is building a
wall for me, moved by oldworld knowledge of what is "virtu-
ous"                     “that stuff they sell you in the stores nowa-
days, no good, break in your hands                   that manufac-
tured stuff, from the factory, break in your hands, no care
what they turn out                     •”)

         The Gospel according to St. Matthew, Chapter 1, verse 18, —
Now the birth of Jesus Christ was on this wise: When as his mother
Miriam     was espoused to Joseph, before they came together, she
was found with child of the Holy Ghost.

    The King James version, of course, reads “Mary”,  but it is
recalled that Dr. Williams often referred to the mother of Jesus
as Miriam.”  Cf. the Hebrew Miryam as root for both names. — Ed.
19   Then Joseph her husband, being a just man, and not willing to
make her a publick example, was minded to put her away privily.

20 But while he thought on these things, behold, the angel of the
Lord, appeared to him in a dream, saying, Joseph, thou son of
David, fear not to take unto thee Miriam thy wife: for that which
is conceived in her is of the Holy Ghost.

Luke              But Mary kept all these things, and pondered them
in her heart.

no woman is virtuous
who does not give herself to her lover
— forthwith

Dear Bill:

                                                                     

I am told by a dear friend in Paris, G.D. who is married to Henri
Matisse's daughter, and who is the one vibrant head I have met in
Europe, that France today is ruled by the gendarme and the con-
cierge. In socialist Denmark I knew a highly intelligent author, a
woman, who had come to America and there had a child by a
wretched scribbler. Poor and forsaken she had returned to Copen-
hagen, where she earned her niggard indigence doing reviews for
the Politiken, and giving occasional lectures on Middle English and
early Danish. She lived in the slummy part of that beautiful city,
trying to support a wonderful boy, sturdy, loving, and very mas-
culine. It was my joy to bring him oranges, chocolate, and those
precious morsels which his mother could not afford. She told Hit
that the socialist police had called on her one night, asking why
she had not paid her taxes to the government. Poverty was her
reply. Do you recall the epitaph on Thomas Churchyard’s tomb-
stone?                      Poverty and Obscurity doth this tomb en-
close.’ A week later they returned, threatening to remove her fur-
niture and have it impounded by the government. When she again
pleaded that if she gave what Kroners she had her little boy would
starve, the police said: 'We went to the Vin Handel last evening,
and learned from the proprietor that you had bought a bottle of
wine; if you can afford to drink wine you certainly can pay your
taxes.’ She then said ‘I am so poor, and so driven to despair by it
that I had to have a bottle of wine to relieve me of my melancholia.’
    I am quite sure too that people only have the kind of govern-
ment that their bellies crave. Furthermore, I cannot cure one soul
in the earth. Plato took three journeys to Dionysius, the Tyrant
of Syracuse, and once was almost killed and on another occasion
was nearly sold into slavery because he imagined that he influenced
a devil to model his tyranny upon The Republic. Seneca was the
teacher of Nero, and Aristotle tutored Alexander of Macedon.
What did they teach?
    We are content here because it is cheap; my wife can eat Cha-
teaubriand for seven pesetas, about 15 or 16 cents. Going to the
shops in the morning is a ritual; there is the greeting from the
woman who runs the panadería, and the salutation (courtesy al-
ways eases the spirit and relieves the nervous system), from the
man or his wife at the lechería (where you get milk, and an ex-
pansive smile from the humble woman who sells you three pesetas
worth of helio, ice)               • ,

Edward

Paterson has grown older

the dog of his thoughts
has shrunk
to no more than “a passionate letter”
to a woman, a woman he had neglected
to put to bed in the past         
And went on
living and writing
answering
letters
and tending his flower
garden, cutting his grass and trying
to get the young
to foreshorten
their, errors in the use of words which
he had found so difficult, the errors
he had made in the use of the
poetic line:

                                      the unicorn against a millefleurs background,          

There's nothing sentimental about the technique of writing. It can't
be learned, you'll say, by a fool. But any young man with a mind
bursting to get out, to get down on a page even a clean sentence
— gets courage from an older man who stands ready to help him —
to talk to.

A flight of birds, all together,
seeking their nests in the season
a flock before dawn, small birds
“That slepen al the night with open yë,”
moved by desire, passionately, they
have come a long way, commonly.
Now they separate and go by pairs
each to his appointed mating. The
colors of their plumage are undecipherable
in the sun's glare against the sky
but the old man's mind is stirred
by the white, the yellow, the black
as if he could see them there.

Their presence in the air again
calms him. Though he is approaching
death he is possessed by many poems.
Flowers have always been his friends,
even in paintings and tapestries
which have lain through the past
in museums jealously guarded, treated
against moths. They draw him imperiously
to witness them, make him think
of bus schedules and how to avoid
the irreverent — to refresh himself
at the sight direct from the 12th
century what the old women or the young
or men or boys wielding their needles
to put in her green thread correctly
beside the purple, myrtle beside
holly and the brown threads beside:
together as the cartoon has plotted it
for them. All together, working together —
all the birds together. The birds
and leaves are designed to be woven
in his mind eating and                 
all together for his purposes

— the aging body
with the deformed great-toe nail
makes itself known
coming
to search me out — with a
rare smile
among the thronging flowers of that field
where the Unicorn
is penned by a low
wooden fence
in April!
the same month
when at the foot of the post
he saw the man dig up
the red snake and kill it with a spade.
Godwin told me
its tail
would not stop wriggling till
after the sun
goes down —
he knew everything
or nothing
and died insane
when he was still a young man

The (self) direction has been changed
the serpent
its tail in its mouth
“the river has returned to its beginnings”
and backward
(and forward)
it tortures itself within me
until time has been washed finally under
and “I knew all (or enough)
it became me         
— the times are not heroic
since then
but they are cleaner
and freer of disease
the mind rotted within them          
we'll say
the serpent
has its tail in its mouth
AGAIN!
the all-wise serpent

Now I come to the small flowers
That cluster about the feet
of my beloved
— the hunt of
the Unicorn and
the god of love
of virgin birth

The mind is the demon
drives us             well,
would you prefer it to
turn vegetable and

wear no beard?

— shall we speak of love
seen only in a mirror
— no replica?
reflecting only her impalpable spirit?
which is she whom I see
and not touch her flesh?

The Unicorn roams the forest of all true
lovers' minds. They hunt it down. Bow wow! sing hey the
green holly!

— every married man carries in his head
the beloved and sacred image
of a virgin
whom he has whored          
but the living fiction
a tapestry
silk and wool shot with silver threads
a milk-white one-horned beast
I, Paterson, the King-self
saw the lady
through the rough woods
outside the palace walls
among the stench of sweating horses
and gored hounds
yelping with pain
the heavy breathing pack
to see the dead beast
brought in at last
across the saddlebow
among the oak trees.
Paterson,
keep your pecker up
whatever the detail!
Anywhere is everywhere:
You can learn from poems
that an empty head tapped on
sounds hollow
in any language! The figures
are of heroic size.
The woods
are cold though it is summer
the lady's gown is heavy
and reaches to the grass.

All about, small flowers fill the scene.
A second beast is brought in
wounded.
And a third, survivor of the chase,
lies down to rest a while,
his regal neck
fast in a jeweled collar.
A hound lies on his back
eviscerated
by the beast's single horn.
Take it or leave it,
if the hat fits —
put it on. Small flowers
seem crowding to be in on the act:
the white sweet rocket,
on its branching stem, four petals
one near the other to
fill in the detail
from frame to frame without perspective
touching each other on the canvas
make up the picture:
the cranky violet
like a knight in chess,
the cinque-foil,
yellow faced —
this is a French
or Flemish tapestry —
the sweetsmelling primrose
growing close to the ground, that poets
have made famous in England,
I cannot tell it all:
slippered flowers
crimson and white,
balanced to hang
on slender bracts, cups evenly arranged upon a stem,
foxglove, the eglantine
or wild rose,
pink as a lady's ear lobe when it shows
beneath the hair,
campanella, blue and purple tufts
small as forget-me-not among the leaves.
Yellow centers, crimson petals
and the reverse,
dandelion, love-in-a-mist,
cornflowers,
thistle and others
the names and perfumes I do not know.
The woods are filled with holly
(I have told you, this
is a fiction, pay attention),
the yellow flag of the French fields is here
and a congeries of other flowers
as well: daffodils
and gentian, the daisy, columbine
petals
myrtle, dark and light
and calendulas             

The locust tree in the morning breeze
outside her window
where one branch moves
quietly
undulating
upward and about and
back and forth
does not remind me more
than of an old woman's smile
— a fragment of the tapestry
preserved on an end wall
presents a -young woman
with rounded brow
lost in the woods (or hiding)
announced                   
(that is, the presentation)
by the blowing of a hunter's horn where he stands
all but completely hid
in the leaves. She
interests me by her singularity,
her courtly dress
among the leaves, listening!

The expression of her face,
where she stands removed from the others
— the virgin and the whore,
an identity,
both for sale
to the highest bidder!
and who bids higher
than a lover? Come
out of it if you call yourself a woman.

I give you instead, a young man
sharing the female world
in Hell's despight, graciously
— once on a time               
on a time:

Caw!        Caw!       Caw!
the crows cry!

In February! in February they begin it.
She did not want to live to be

an old woman to wear a china doorknob
in her vagina to hold her womb up — but

she came to that, resourceful, what?
He was the first to turn her up

and never left her till he left her -
with child, as any soldier would

until the camp broke up.

She maybe was “tagged” as Osamu
Dazai and his saintly sister

would have it

She was old when she saw her grandson:
You young people
think you know everything.
She spoke in her Cockney accent
and paused
looking at me hard:
The past is for those that lived in the past. Cessa!

— learning with age to sleep my life away:
saying               

The measure intervenes, to measure is all we know,

a choice among the measures

the measured dance

“unless the scent of a rose
startle us anew”

Equally laughable
is to assume to know nothing, a
chess game
massively, “materially,” compounded!

Yo ho! taho!

We know nothing and can know nothing               
but
the dance, to dance to a measure
contrapuntally,
Satyrically, the tragic foot.

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