miércoles, julio 24, 2013

Poemas elegidos, 78


Alejandro Jorge
(Lobos, 1981)

Balada para un funeral, de W. H. Auden
Conocí este poema de Auden en el 2005, en el taller de Cecilia Pavón, y no puedo separarlo de esa experiencia. No sólo este poema sino varios de los textos que ahí leímos y las personas que nos encontramos hicieron que mi escritura y mi vida sean distintas para siempre, mejores.
Lo que me cautivó de este poema fue la forma elegida para expresar esa que es la mayor desazón que puede sentir una persona: el alejamiento del ser amado. Me atraían la osadía, la libertad y lo sagrado. La osadía, de rechazar al mundo y las cosas más bellas que puede ofrecernos, a causa del vacío que nos provoca la desaparición de ese sentido que el amor le da a nuestras vidas; la postulación de ese amor como fin último de las cosas, sin el cual nada merece vivirse ya que lo colmaba todo. La libertad que el poeta se otorga para poder desmantelar el mundo, como una escenografía que está a su alcance y puede manipular a su antojo, tal como si todo se tratara de lo que es, simples construcciones. Y lo sagrado, expresado en un funeral, uno de los pocos rituales que aún conservamos, y que permiten darle a la vida marcas que puedan conformarla, aunque siempre así, en consonancia con aquello que se nos escapa.


Balada para un funeral *

Detengan todos los relojes, desconectá el teléfono.
Dale un buen hueso al perro para que no ladre.
Silencien los pianos y al sonido sordo de ese tamborileo
Saquen el féretro, dejen entrar a los deudos.

Que los aviones den vueltas arriba y se lamenten
Garabateando en el cielo el mensaje Él ha Muerto,
Pongan cintas negras en los cuellos blancos de las palomas,
Dejen que el policía de tránsito use guantes de lana negros.

Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y Oeste,
Mi semana de trabajo y mi domingo para descansar
Mi tarde, mi medianoche, mi charla, mi canción,
Yo creí que el amor duraba para siempre, me equivoqué.

Ya no deseo las estrellas; apáguenlas todas,
Empaquen la luna y desmantelen el sol.
Vacíen los océanos y acaben con los bosques;
Porque desde ahora nada puede llegar a buen puerto.


* Versión libérrima: Valeria Meiller

W. H. Auden (York, 1907-Viena, 1973)

Foto: Alejandro Jorge en FB

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