Alejandro Méndez
(Buenos Aires, 1965)
Frutillas, de Edwin Morgan
Existe un tipo de poesía que tuvo una poderosa, aunque no evidente, influencia en mi escritura. La poesía erótica, y mi constelación de referentes ineludibles, tales como Safo, Constantino Kavafis, Pier Paolo Pasolini, Sandro Penna, Federico García Lorca, César Moro, Frank O´Hara, Jack Spicer; se vio completada hace apenas dos años por un poeta escocés: Edwin Morgan.
Elijo en especial este poema de Morgan, por el nivel de condensación, por el enlace progresivo de imágenes, sonidos y sentido. La sensación que tengo cada vez que lo leo es la de estar frente a una urdimbre perfecta, una amalgama, un diapasón. Cada palabra suena como una nota, y cada nota recrea a esa palabra. Es una poesía celebratoria que se abre al mundo y a la lectura como un festín.
Frutillas
Nunca hubo otras frutillas
como las que comimos
esa tarde agobiante
sentados en el escalón
de la ventana abierta
uno frente al otro
tus rodillas en las mías
platos azules en las faldas
las frutillas reluciendo
bajo la luz quemante
las metíamos en azúcar
y nos mirábamos
sin apurar el festín
para pasar al que vendría
los platos vacíos
juntos sobre la piedra
tenedores cruzados
y me incliné hacia vos
dulce en el aire aquél
sin resistencia entre mis brazos
de tu boca deseosa
el sabor de las frutillas
en mi memoria
me recliné otra vez
que pueda amarte
que pegue el sol
sobre nuestro abandono
una hora de todas
el calor intenso
relámpagos de verano
en las colinas de Kilpatrick
que la tormenta lave los platos.
Edwin Morgan (Glasgow, 1920- 2010)
Traducción de Laura Wittner
Foto: Alejandro Méndez en FB
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