Miguel Ángel Federik
(Villaguay, 1951)
Ed è súbito sera, de Salvatore Quasimodo
Elegir a esta edad un poema esencial, es tan difícil como elegir entre todas las novias una. Recuerdo sí, por los ’70 El Gualeguay de Juan L. Ortiz leído largamente por él mismo, con todo el jazz oral con que lo interpolaba en cada lectura, siempre parcial; allí sentí la presencia de un texto vivo, la necesidad de un tratamiento distinto del lenguaje y sus formas para nombrar tantas criaturas, aún no dichas por la poesía y sobretodo a ampliar y contraer y adecuar las respiraciones, el pneuma sonoro de la versificación métrica y acentual del castellano, al sentido buscado… Sin embargo, y luego, el poema que más he repetido ha sido el de Salvatore Quasimodo y en el idioma materno, como aquí lo copio.
Con éste comprendí la lección de Ezra Pound de leer en lengua propia ciertos poemas primordiales; y con ambos, lo intraducible del disparo de la poesía. Desde entonces he desconfiado de las traducciones -hasta donde he podido- y leído en su lengua como hacían mis mayores, antes que Edouard Glissant percibiese que escribimos no con ni dentro, sino frente a las demás lenguas…y todo consistiese en interferir, con un verso adecuado, esa canción común, infinita y permanente.
Ed è súbito sera
Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
ed è súbito sera.
Salvatore Quasimodo (Modica, 1901-Nápoles, 1968)
(Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
herido por un rayo de sol;
y de pronto es de noche.
-versión del Administrador-)
Foto: Miguel Ángel Federik en El Diario, de Paraná
Ay, el poema de Quasimodo.
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