Las feroces muchachas en el café Sacré-Coeur
golpean sus vinos contra la mesa
gritando Danton triunfó negando la libertad
mientras que el garçon exige que Marat triunfe en cuanto triunfa.
Cada uno de los bombardeados argelinos contempla los candentes dientes de los otros.
Un café aterrador el café Sacré-Coeur.
Los propietarios son como los propietarios de Les Misérables.
Siempre que voy allí hacen que me sienta como Jean Valjean.
Gracias a Dios no tengo bolsa de plata ni documento de identidad que mostrar.
Pero ésa es la razón por la que voy allí un ex convicto sin hospedaje
sentado en una esquina de madera comiendo pan negro
esperando a la pequeña Cosette -del tamaño de la eternidad.
Espero allí para seguirla entrada la noche
para cargar con sus baldes de agua
comprarle una enorme y gloriosa muñeca
y llevarla lejos
para que me ame
para cargar a su amado en la espalda a través de cloacas
para que yo viejo y gris muera en su mesa nupcial.
Ah pero hay mesas de plástico en el café Sacré-Coeur.
Todas las muchachas feroces trabajan en la oficina de Correos.
Los propietarios no tienen una Cosette sino un hijo grande y gordo
que sentado moja cruasanes.
Y los argelinos
ellos no van al café Sacré-Coeur.
Gregory Corso (Nueva York, Estados Unidos, 1930 - Robbinsdale, Estados Unidos, 2001), The Happy Birthday of Death, New Directions, Nueva York, 1960
Versión de Jonio González
Otra Iglesia Es Imposible - Poetry Foundation - The Allen Ginsberg Project - My Poetic Side - All Poetry - Letralia - El Placard - De Sibilas y Pitias - Buenos Aires Poetry - Barbas Poéticas - Alpialdelapalabra
Foto: Gregory Corso por Allen Ginsberg (detalle), París, 1961 The Allen Ginsberg Project/Standford University
THE SACRÉ-CŒUR CAFÉ
The fierce girls in the Sacré-Cœur Café
bang their wine glasses on the table
screaming Danton triumphed having denied liberty.
While the garçon demands Murat triumph on all that triumphs.
The bombed Algerians observe each others' burning teeth.
A scarey café the Sacré-Cœur Café.
The proprietors are like the proprietors in Les Misérables.
Always making me feel like Jean Valjean when I go there.
Thank God I've no sack of silver no yellow ticket to show.
But that's why I go there an ex-convict with no lodgings
sitting in a wooden corner eating black bread
waiting for little Cosette–the size of eternity.
Wait there that I follow her out into the night
that I might carry her water buckets
buy her a huge glorious doll
and take her far away
that she love me.
That I carry her lover on my back through sewers
that I old and grey die at their wedding table.
Ah but there are plastic tables in the Sacré-Cœur Café.
The fierce girls all work at the Post Office.
The proprietors have no Cosette but a big fat son
who sits dunking croissants.
And the Algerians
They don't go to the Sacré-Cœur Café.
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