lunes, marzo 08, 2021

Cesare Pavese / Aventuras




Sobre la negra colina está el alba, y sobre los techos
se adormecen los gatos. Un muchacho se ha caído
desde el techo anoche, y se partió la espalda.
Vibra un viento entre los árboles frescos: las nubes
rojas, en lo alto, son tibias y viajan lentamente.
Abajo, en el callejón, asoma un perrazo que olfatea
al muchacho sobre el empedrado, pero un ronco maullido
se alza entre las cumbreras: alguien no está contento.

A la noche cantaban los grillos y las estrellas
se apagaban en el viento. En la claridad del alba,
se apagan también los ojos de los gatos en celo
que el muchacho espiaba. La gata, si llora,
es porque no tiene gato. No hay nada que hacerle
-ni las puntas de los árboles ni las nubes rojas-:
llora a cielo descubierto como si aún fuese de noche.

El muchacho espiaba los amores de los gatos.
El perrazo que olfatea su cuerpo gruñendo,
ha llegado cuando aún no era el alba: escapaba
desde la claridad de la otra vertiente. Nadando
en el río que empapa como en los prados
el rocío, lo alcanzó la luz. Las perras
ululaban todavía.

Corre el río tranquilo
y lo espuman los pájaros. De entre las nubes rojas
se tiran abajo, de la alegría de encontrarlo desierto.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908-Turín, Italia, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino




Avventure

Sulla nera collina c’è l’alba e sui tetti
s’assopiscono i gatti. Un ragazzo è piombato
giù dal tetto stanotte, spezzandosi il dorso.
Vibra un vento tra gli alberi freschi: le nubi
rosse, in alto, son tiepide e viaggiano lente.
Giù nel vicolo spunta un cagnaccio, che fiuta
il ragazzo sui ciottoli, ma un rauco gnaulio
sale su tra i comignoli: qualcuno è scontento.

Nella notte cantavano i grilli, e le stelle
si spegnevano al vento. Al chiarore dell’alba
si son spenti anche gli occhi dei gatti in amore
che il ragazzo spiava. La gatta, che piange,
è perché non ha gatto. Non c’è nulla che valga
-né le vette degli alberi né le nuvole rosse -
piange al cielo scoperto, come fosse ancor notte.

Il ragazzo spiava gli amori dei gatti.
Il cagnaccio che fiuta sto corpo ringhiando,
è arrivato e non era ancor l’alba: fuggiva
il chiarore dell’altro versante. Nuotando
dentro il fiume che infradicia come nei prati
la rugiada, l’ha colto la luce. Le cagne
ululavano ancora.

Scorre il fiume tranquillo
e lo schiumano uccelli. Tra le nuvole rosse
piomban giù dalla gioia di trovarlo deserto.

Poesie, Mondadori, 1969

No hay comentarios.:

Publicar un comentario