martes, enero 26, 2021

Miltos Sakhtouris / La abandonada

















I

No es este surco surco de sangre
no es este barco barco de tormenta
no es este muro muro de placer
no es esta migaja migaja de fiesta
no es este perro perro de flores
no es este árbol árbol eléctrico
no es esta casa casa de distancia

No es la blanca vieja vieja moribunda

Es una cucharada de vino dulce fuerza de alegría
para la vida de la abandonada

II

La abandonada abre la ventana
abre sus ojos
por abajo pasan camiones con mujeres enlutadas 
que enseñan su sexo desnudo
con choferes tuertos que blasfeman
a su cristo y a su virgen
las enlutadas quieren su mal
aunque le lancen sus ensangrentados claveles
por la fiebre de su jardín del placer
por la evaporación de la bencina en la nube de humo
los choferes
rajan la nube y la llaman puta
ella, sin embargo, es una virgen triste
con su amado adentro en los retratos
así como lo guardó el tiempo
con los cirios de los traicionados todos
que caminaban a la muerte entre las margaritas y la camomila
con palmas siervos y estrellas del monte
con espadas que cortaban cuellos y palmeras

III

La abandonada extiende su mano blanca
coge sin embargo un vidrio coloreado y canta
-Te llamo no desde dentro del sueño
sino desde los añicos de estos vidrios de colores
pero tú siempre huyes
ahora sí, en verdad me asusta tu rostro
por más que recomponga estos vidrios quebrados
no puedo ya mirarte entero
a veces armo sólo tu cabeza
entre miles de otras cabezas salvajes
que me enajenan
otras veces sólo tu amado cuerpo
entre miles de otros cuerpos desmembrados
y a veces solamente tu mano bendita
entre miles de otras manos tendidas
que torturan mis piernas bajo mis faldas
me vendan los ojos con sus negros pañuelos
me ordenan caminar y no volver atrás mi cabeza
para ver tus ojos hacerse trizas.

IV

La abandonada en la profundidad de su victorioso sueño
Con una manzana en su mano derecha  y la otra acariciando el mar
Desdobla de pronto sus bellos ojos 
Es sólo un respiro un trueno de cañón
Es el ciclista su amada y el ramo de flores
Es el quejido del corazón humo de los socavones
El odio los cuerpos que se juntan con rabia y se hunden
Es un beso terrible en los confines del placer
Donde se encuentran diseminados entre las amapolas cinco muertos
Es la sombra de su amado que pasó

V

Estas palabras las arrancará de cuajo tras cuarenta
años la abandonada. ¿Y en este camino
decir acaso cómo se hacen los milagros? No. Los milagros
se hacen sólo en las iglesias con fantasmas.
¿Hablar del hombre que se hizo árbol y de 
su boca donde crecieron flores? Me avergüenzo
sin embargo debo hablar, aunque no me crean
El único que podría haberme creído lo ma-
taron allí frente al altar unos muchachos desnudos
lo mataron a pedradas. Querían herir
un perro lobo querían decir una canción querían
besar una mujer. En todo caso lo mataron
y en dos lo partieron con una espada. De la cintura
para arriba lo pusieron de estatua en una ventana.
De la cintura para abajo le enseñaron a caminar como
a los pequeños que comienzan. Para estatua no servía
porque no pudieron ponerse sus ojos blancos.
Sus piernas en cambio hacen locuras a montón y
asustan a las mujeres que se anochecen en las ventanas.
Ahora, otra vez en sus labios, han crecido
dos hojitas amargas. Verdeverdes. ¿Es flor u
hombre? ¿Es hombre o estatua? Es 
estatua o muerte apócrifa? Estas palabras
las arrancará de cuajo después de cuarenta años la abandonada.

VI

La abandonada es el soldado que fue sacrificado
la abandonada es el reloj que se detuvo
la abandonada es la rama que se encendió
la abandonada es la aguja que se rompió
la abandonada es el epitafio que floreció
la abandonada es la mano que marcó
la abandonada es la espalda que se estremeció
la abandonada es el beso que enfermó
la abandonada es la navaja que erró
la abandonada es el barro que se secó
la abandonada es la fiebre que cayó.

Miltos Sakhtouris (Atenas, 1919-2005), Μίλτου Σαχτούρη Ποιήματα, Kedros, Atenas, 1978, 2001 
Versiones de Pedro Ignacio Vicuña

Nota del traductor: Sakhtouris se escribe también Sajturis o Sahtouris, dependiendo de la transliteración; la primera corresponde a las reglas de transliteración francesas vigentes gran parte del siglo XX, la segunda forma es la que ha sido adoptada por los traductores españoles, pero se encuentra con el problema de la no correspondencia con la usada en otras lenguas, lo que puede producir lagunas en las informaciones bibliográficas sobre el autor; la tercera forma es la que ha sido adoptada en inglés, especialmente en EEUU, en donde su obra ha tenido una mayor difusión.


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