jueves, enero 28, 2021

Dylan Thomas / Veo a los muchachos del verano
















I.

Veo a los muchachos del verano en su ruina
echar el diezmo de oro estéril,
descuidar las cosechas, congelar los suelos;
allí, en su calor, las inundaciones de invierno
de amores congelados donde ellos buscan a sus niñas,
y ahogan en sus mareas las cargas de manzana.

Estos muchachos de luz paralizados en su locura,
amargan la miel hirviente;
manosean los muñecos de nieve de las colmenas;
allí, en el sol, ellos nutren sus nervios
en los frígidos hilos de la duda y la oscuridad;
la señal de la luna en sus vacíos es nula.

Veo a los niños del verano dentro de sus madres,
separar la carne del cálido útero,
dividir la noche y el día con dedos de duende;
allí, en lo profundo, con las cuatro sombras
del sol y la luna ellos pintan sus diques
así como la luz del sol pinta el contorno de sus frentes.

Veo que de estos muchachos han de surgir hombres de nada
destinados hacia la perdición,
a lisiar el aire en el arrebato de sus calores;
desde sus corazones, el pulso más caluroso del día
estalla de amor y luz en sus gargantas.
Oh, miren el pulso del verano en el hielo.

II.

Pero las estaciones deben ser desafiadas o se tambalearán
en el momento en el que suene el cuarto de hora
cuando, puntual como la muerte, tocamos las estrellas;
allí, en su noche, el soñoliento hombre del invierno
toca de las campanas de lengua ennegrecida,
nunca antes que el aire de luna de medianoche.

Somos los oscuros negadores, convoquemos
a la muerte a partir de una mujer de verano,
a la fuerza de la vida desde el calambre de los amantes,
desde la pálida muerte que el mar levanta en la superficie,
el gusano de ojos brillantes en la lámpara de Davy,
hasta el hombre de paja en el útero sembrado.

Nosotros, muchachos del verano en este hilar de cuatro vientos
verde por el hierro de las algas marinas,
levantemos al escandaloso mar y soltemos sus pájaros,
recojamos las olas y la espuma de la bola del mundo
para ahogar los desiertos con sus mareas,
y peinar los jardines del condado por una guirnalda.

En primavera coronamos nuestras frentes con acebo,
salud a los frutos y a la sangre,
y crucificamos en los árboles a los alegres escuderos;
aquí el músculo húmedo del amor se seca y muere,
aquí se rompe un beso en la cantera del desamor.
Oh, miren en los muchachos los polos de la promesa.

III.

Veo a los muchachos de verano en su ruina.
Al hombre en la esterilidad del gusano.
Y los muchachos están plenos y extraños en el vientre.
Yo soy el hombre que fue tu padre.
Oh, miren cómo se besan los polos al cruzarse.

Dylan Thomas (Swansea, Gales, Reino Unido, 1914 – Nueva York, Estados Unidos, 1953), Collected Poems 1934-53, Everyman Library, J. M. Dent & Sons Ltd, Londres, 1993. Perfil, 24 de enero de 2021
Traducción de Juan Arabia

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Foto: ABC s/d

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