sábado, noviembre 12, 2011

James Fenton / Un réquiem alemán



Un réquiem alemán

Para T.F.G.A.

Puesto que desde una gran distancia, el lugar que contemplamos
luce oscurecido e indistinto en sus partes más pequeñas; y como las 
Voces se debilitan y vuelven inarticuladas, así también, luego de
un largo período de tiempo, nuestra imaginación del Pasado se debilita.
Y nosotros los pequeños (1) perdemos (por ejemplo), de las Ciudades que
hemos visto, muchas Calles singulares: y de las Acciones muchas 
Circunstancias en lo particular. A este sentido decadente, cuando los
pequeños en verdad quisiéramos expresar las cosas en sí (es decir: la 
imagen, la idea en sí misma), lo llamamos los pequeños Imaginación,
como antes señalé. Pero cuando nostros queremos expresar la decadencia
y significar que el sentido se desvanece, viejo y pasado, a eso lo
llamamos Memoria. De este modo, Imaginación y Memoria no son sino
una misma cosa...
Hobbes
Leviathan

(1) Aquí hay un juego intraducible que funde dos palabras; wee (adjetivo que significa pequeñito, chiquito) y we (pronombre personal, 1a. persona del plural). [Nota del traductor]

No es lo que ellos construyeron. Es lo que derribaron.
No son las casas. Son los espacios entre las casas.
No son las calles que existen. Son las calles que no existen más.
No son tus recuerdos los que te obsesionan.
No es lo que has asentado por escrito.
Es lo que has olvidado, lo que debes olvidar.
Lo que debes continuar olvidando toda tu vida.
Y con un poco de suerte el olvido tendrá que dar con un ritual.
Descubrirás que no estás sola en la empresa.
El día de ayer el mobiliario mismo parecía reprochártelo.
Hoy ocupas tu sitio en la lanzadera de la Viuda.

El autobús espera en la puerta del sur
para llevarte a la ciudad de tus ancestros
en la colina opuesta, tras fulgurantes murallas,
tan vívidas como este rectángulo encantador: tu casa.
¿Eres tímida? Deberías serlo. Es casi como una boda,
por el modo cómo ciñes el ramo de flores y das un pequeño tirón a tu velo. ¡Oh,
las horribles trenzas de la doncellez! Es natural que debas resentirlas
un poco este primer día.
Pero habrá de pasar, y el cementerio no está lejano.
Aquí llega el conductor, con un palillo entre los dientes,
su lengua aún buscando restos de comida en su dentadura.
Mira, no se ha fijado en ti. Nadie te ha notado.
Ya pasará, joven señora, ya pasará.

Qué reconfortante es, una o dos veces al año,
juntar y olvidar los viejos tiempos.
Ya que esos días tan especiales, damas y caballeros,
las blusas bordadas se reúnen en torno a la sepultura
y un atractivo chaleco aproxima el rostro.
Es como un solemne pacto entre los sobrevientes.
El alcalde lo ha firmado a nombre de la masonería.
El cura lo ha sellado en nombre de todos los demás.
Nada más necesita ser dicho, y es mejor de ese modo.

Lo mejor para la viuda: que no deba vivir bajo el temor de la sorpresa.
Lo mejor para el hombre joven: que pueda moverse con libertad entre los
  descansabrazos de la silla.
Lo mejor es que esas figuras inclinadas que se agitan en
  medio de las sepulturas,
atendiendo las linternas y reemplazando los crisantemos,
no son fantasmas,
y que se irán a casa.
El autobús aguarda y en los terraplenes superiores
los trabajadores desmantelan las casas de la muerte.

Pero cuando tantos habían muerto, tantos y a tan gran velocidad,
no hubo ciudades esperando a las víctimas.
Destornillaron las placas con los nombres en las puertas
  destrozadas
y se las llevaron con los ataúdes.
Así las plazas y los parques se vieron llenos con la
  elocuencia de los recientes cementerios:
el olor a tierra fresca, las cruces improvisadas
y todas las direcciones imposibles en bronce y esmalte.

"Doctor Gliedschirm, dermatólogo, cirugías de 14 a 16 horas o
  previa cita."
El profesor Sargnagel fue enterrado con cuatro postgrados,
  dos membresías de asociado
e instrucciones, para los comerciantes, de usar la entrada posterior.
La sepultura de su tío te ha informado que él vivía
  en el tercer piso, a la izquierda.
Se te pidió que por favor timbraras y él bajaría en el elevador
para el que uno necesitaba una llave...

Bajaría, alguna vez bajaría,
con una sonrisa como de atole aguado y nunca con mucho que decir.
Cómo se encogió a través de los años.
Cómo te elevaste sobre él en el angosto cubo del ascensor.
Cómo se encoge él ahora...

Pero venga: ¿Ha de tener su plazo la aflicción? Entonces,
  también la culpa.
Y parece que no hay límite para el ingenio de la memoria.
De modo que un hombre puede decir y pensar:
Cuando el mundo se encontraba en su momento de mayor oscuridad,
cuando las alas negras pasaron sobre las azoteas
(¿y quién pudo vaticinar Sus propósitos?), aún entonces
hubo siempre, siempre, una hoguera en este corazón.
¿Ves este armario? ¡Una madriguera de sacerdotes!
Y en ese desván generaciones enteras han recibido hospedaje y alimento.
¡Oh si yo empezara, si yo empezara a decirte
la mitad, una cuarta parte, la mera superficie de los que hemos pasado!

Su esposa asiente con la cabeza, y una secreta sonrisa,
como un golpe de aire con suficiente fuerza como para
  acarrear una hoja seca
sobre dos adoquines, circula de silla en silla.
Hasta el interrogador queda embelesado.
Olvida proseguir con el punto.
No es lo que quiere saber.
Es lo que desea no saber.
No es lo que dicen.
Es lo que no dicen.

James Fenton (Lincoln, 1949), Niños en exilio, traducción de David Ojeda, Ediciones sin Nombre-Juan Pablo Editor, México, 1999

A German Requiem


to T.F.G.A.


For as at a great distance of place, that wich wee look at,
appears dimme, and without distinction of the smaller parts;
and as Voyces grow weak, and inarticulate: so also after
great distance of time, our imagination of Past is weak; and wee
lose (for example) of Cities wee have seen, many particular Streets;
and Action, many particular Circumstances. This decaying sense
when wee would express the thing it self, (I mean fancy it self),
wee call Imagination, as I said before: But when would express
the decay, and signifie that the Sense is fading, old, and past,
it is called Memory. So That Imagination and Memory are but one thing...
Hobbes
Leviathan


It is not what they built. It is what they knocked down.
It is not the houses. It is the spaces in between the houses.
It is not the streets that exist. It is the streets that no longer exist.
It is not your memories which haunt you.
It is not what you have written down.
It is what you have forgotten, what you must forget.
What you must go on forgetting all your life.
And with any luck oblivion should discover a ritual.
You will find out that you are not alone in the enterprise.
Yesterday the very furniture seemed to reproach you.
Today you take your place in the Widow's Shuttle.


The bus is waiting at the southern gate
To take you to the city of your ancestors
Which stands on the hill opposite, with gleaming pediments, 
As vivid as this charming square, your home.
Are you shy? You should be. It is almost like a wedding, 
The way you clasp your flowers and give a little tug at your veil. Oh, 
The hideous bridesmaids, it is natural that you should resent them
Just a little, on this first day.
But that will pass, and the cemetery is not far.
Here comes the driver, flicking a toothpick into the gutter, 
His tongue still searching between his teeth.
See, he has not noticed you. No one has noticed you.
It will pass, young lady, it will pass.


How comforting it is, once or twice a year, 
To get together and forget the old times.
As on those special days, ladies and gentlemen, 
When the boiled shirts gather at the graveside
And a leering waistcoast approaches the rostrum.
It is like a solemn pact between the survivors.
They mayor has signed it on behalf of the freemasonry.
The priest has sealed it on behalf of all the rest.
Nothing more need be said, and it is better that way-


The better for the widow, that she should not live in fear of surprise, 
The better for the young man, that he should move at liberty between the armchairs, 
The better that these bent figures who flutter among the graves
Tending the nightlights and replacing the chrysanthemums
Are not ghosts, 
That they shall go home.
The bus is waiting, and on the upper terraces
The workmen are dismantling the houses of the dead.


But when so many had died, so many and at such speed, 
There were no cities waiting for the victims.
They unscrewed the name-plates from the shattered doorways
And carried them away with the coffins.
So the squares and parks were filled with the eloquence of young cemeteries: 
The smell of fresh earth, the improvised crosses
And all the impossible directions in brass and enamel.


'Doctor Gliedschirm, skin specialist, surgeries 14-16 hours or by appointment.'
Professor Sarnagel was buried with four degrees, two associate memberships
And instructions to tradesmen to use the back entrance.
Your uncle's grave informed you that he lived in the third floor, left.
You were asked please to ring, and he would come down in the lift
To which one needed a key...


Would come down, would ever come down
With a smile like thin gruel, and never too much to say.
How he shrank through the years.
How you towered over him in the narrow cage.
How he shrinks now...


But come. Grief must have its term? Guilt too, then.
And it seems there is no limit to the resourcefulness of recollection.
So that a man might say and think: 
When the world was at its darkest, 
When the black wings passed over the rooftops, 
(And who can divine His purposes?) even then
There was always, always a fire in this hearth.
You see this cupboard? A priest-hole! 
And in that lumber-room whole generations have been housed and fed.
Oh, if I were to begin, if I were to begin to tell you
The half, the quarter, a mere smattering of what we went through! 


His wife nods, and a secret smile, 
Like a breeze with enough strength to carry one dry leaf
Over two pavingstones, passes from chair to chair.
Even the enquirer is charmed.
He forgets to pursue the point.
It is not what he wants to know.
It is what he wants not to know.
It is not what they say.
It is what they do not say. 

Foto: Fenton E-Verse Radio

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