jueves, octubre 22, 2020

Alejandro Archain / De "Querencia"










37.


Tierra mojada refresca con su olor
el aliento de la tarde.
Rebaza y en nada se asemejan
las plegarias del canto de los grillos.
En nada el calor de la siesta
a las polleras levantadas
en vuelo de pajaritos.

En el tiempo en que la mujer andaba
lo acompañaba en las mañanas
hasta el muelle. Le teñía 
la cabeza de plegarias, antes
de que abordase la pendiente del río.

Supo de la soledad viendo
alejarse una sombra que quedaba parada
con su mano alzada. Supo
de la carencia en la voz
de una bolsa vacía. En la
vergüenza de la palma estirada
más allá de todo deseo.

          (los gorriones navegan la sequedad del río y
          aprovechan la vastedad del viento para desdibujar
          su propio destino pasajero. No le creía a la mañana
          cuando apisonaba la tierra. No le creía a la calma
          del atardecer cuando brotaba el sudor del propio
          cuerpo. No-ey-de-creer dijo la voz lejana.
          No-ey-de-creer dijo la tierra bajo la pala empujada
          para sacarle jugo).

Alejandro Archain (San Fernando, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1953)

Querencia
Paradiso Ediciones, 
Buenos Aires, 2020










Foto: Clarín

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