lunes, noviembre 30, 2009

Gary Snyder / Alfalfa



Pasto para los caballos

Manejó la mitad de la noche
desde el sur de San Joaquín
a través de Mariposa, surcando
las rutas de la Montaña Peligrosa,
y estacionó a las ocho a. m.
su gran camión-acoplado de alfalfa
detrás del granero.

Con cabria y sogas y ganchos
apilamos prolijos los fardos encima
de vigas de pino rojo astilladas
en lo alto de la oscuridad, jirones de alfalfa
giraban entre haces de luz escalonados,
picaduras de polvo de alfalfa en
la camisa sudorosa y los zapatos.
A la hora del almuerzo bajo el roble Negro
fuera del corral caliente
-la vieja yegua olisqueando las vianderas,
las langostas crujiendo entre los yuyos-:
"Tengo sesenta y ocho", dijo él;
"la primera vez que cargué alfalfa tenía diecisiete.
Pensé, ese día que empezaba,
que seguro iba a odiar hacerlo toda mi vida.
Y maldito sea, eso
terminé haciendo".

Gary Snyder (San Francisco, 1930), Todas las palabras para decir roca. Selección, traducción, introducción y notas de Bárbara Belloc, ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2008

Hay for the Horses
He had driven half the nigth / From far down San Joaquin / Through Mariposa, up the / Dengerous Mountain roads, / An pulled in at eight a. am. / Whit his big truckload of hay / benhind the barn. / With winch and ropes and hooks / We stacked the bales up clean / To splintery redwood rafters / High in the dark, flecks of alfalfa / Whirling through shingle-cracks of light, / Itch of haydust in the / sweay shirt and sohes. / At lunchtime under Black oak / Out in the corral, / -The old mare nosing lunchpails, / Grasshoppers crackling in the weeds - / "I' m sixty-eight", he said, / "I first bucked hay when I was seventeen. / I thought, that day I started, / I sure would hate to do this all my life. / And dammit, that's just waht / I' ve gone and done."

De Snyder en este blog:
Toji

Foto: Snyder Sierra Nevada College

sábado, noviembre 28, 2009

William Shakespeare / Sonetos 35, 39






XXXV

No te lamentes más por tus acciones:
la rosa tiene espinas; lodo, el lago;
eclipses las estrellas y los soles;
y el brote más meloso tiene un chancro.
Los hombres tienen faltas y yo mismo,
al comparar la tuya, la consiento,
y hacerlo me corrompe pues estimo
más leve tu pecado que el ajeno.
A un tiempo tu abogado y contrincante,
intento razonar tu dulce falta
e inicio una demanda de tu parte:
la lucha entre mi amor y mi odio es tanta
que tengo que erigirme en auxiliar
del reo que me arroba sin piedad.


XXXIX
¿Qué modo es el mejor para cantarte
si tú eres, de mis partes, la mejor?
¿De qué puede servir que yo te alabe,
ya que al cantarte a ti me alabo yo?
Por eso, amor, vivamos divididos
sin dar a nuestro amor el mismo nombre;
pues sólo al separarte de lo mío
podré alabarte como corresponde.
¡Ausencia! Qué tormento tan amargo
serías sin el dulce pasatiempo
de amar pensando pues amando es cuando
se encantan juntos tiempo y pensamiento.
De ti aprendí a alabar lo que no está;
así, donde hay uno, sale el par.

William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, 1564-1616), Sonetos & Lamento de una amante, traducción de Andrés Ehrenhaus, Paradiso Ediciones, Buenos Aires, 2009

XXXV
No more be grieved at that which thou hast done: / Roses have thorns, and silver fountains mud; / Clouds and eclipses stain both moon and sun, / And loathsome canker lives in sweetest bud. / All men make faults, and even I in this, / Authorizing thy trespass with compare, / Myself corrupting, salving thy amiss, /Excusing thy sins more than thy sins are; / For to thy sensual fault I bring in sense-- / Thy adverse party is thy advocate-- / And 'gainst myself a lawful plea commence:/ Such civil war is in my love and hate / That I an accessary needs must be / To that sweet thief which sourly robs from me.

XXXIX
O, how thy worth with manners may I sing,/ When thou art all the better part of me? / What can mine own praise to mine own self bring? /And what is 't but mine own when I praise thee? / Even for this let us divided live, / And our dear love lose name of single one, / That by this separation I may give / That due to thee which thou deservest alone./ O absence, what a torment wouldst thou prove, / Were it not thy sour leisure gave sweet leave / To entertain the time with thoughts of love, / Which time and thoughts so sweetly doth deceive, / And that thou teachest how to make one twain, / By praising him here who doth hence remain!

Ilustración: San Juan el Bautista, Leonardo Da Vinci, 1513

viernes, noviembre 27, 2009

Pedro Serrano / Aves


Aviario

1
Cardenal

Un diminuto sol recién salido
de adentro de la tierra,
un carbón al rojo aventado al aire
en la cresta del día como reflejo
entre los sicomoros y la luz,
adviento en la perplejidad. Mi padre.
Testigo del milagro de la luz,
clavel de corazón clavado en alas
dentro de la armería parda del bosque.

2
Cuervo y niño

Un cuervo gris, ceniza en el áspid de la palmera
como si toda la socarronería del mundo
lo hubiera puesto ahí,
en las hojas de la mañana
a punto de volar o caer.
Una piedra asida a la rama
tras los ronquidos del mar.
Cáscara de graznidos como un fruto pesado,
una granada ennegrecida.
Picotea el cuervo en la laja de agua,
para que de allí surgiera lo verde
del almendro que la rodea.
Chirría antes de volar.
Detrás, un niño avizora el amanecer,
como un sol único en la arena.

Pedro Serrano (Montreal, 1957)

Ilustración: Iván y el pájaro de fuego, Iván Bilibin, 1899

De Serrano en este blog:
Tuscania, 5

jueves, noviembre 26, 2009

Héctor Viel Temperley / Bajo las estrellas


Bajo las estrellas del invierno

La liebre que una vez que yo miraba
atardecer -volaban los chimangos!-
salió del sol y se sentó a mirarme

El pájaro que una mañana
se posó exactamente sobre mi corazón
a una hora en que su cuerpo todavía
calentaba la piel más que el sol

El pene entre mis dedos de ese enfermo
al que ayudé a orinar mientras marchábamos
lentamente una noche a un hospital
cruzando playas de estacionamiento

La perra que buscaba a mi pene en la sombra
cada vez que salía para orinar desnudo
mirando las estrellas del invierno
antes de regresar corriendo hasta el colchón
iluminado por el fuego que ardía toda la noche
en los troncos que hachaba con mi hacha todo el día

La mujer que pedía serenamente auxilio
agitando los brazos y volviendo a nadar
en las primeras horas de una tarde pesada
en que yo con el pan en el estómago
no encontraba a otro hombre en las orillas

Y todos los metros que nadé por el mar
sin ver jamás a la terrible aleta
Y mi alegría de noche en las ramas de un árbol
oyendo tangos en mi adolescencia
Y mis siestas sentado junto al cajón de un muerto
descansando en la diga frescura de una bóveda
del verano porteño que tantos nos había humillado

Hablo de todas las horas y de todos los días
y de todas las estaciones y de todos los años

Pero la liebre que una vez que estaba solo
se ubicó exactamente entre el sol y mis ojos
guardando exactamente la distancia
que guarda un ángel que visita a un hombre...

Y el pájaro que un día
se posó exactamente sobre mi corazón
lo que es igual a recibir de un golpe
el propio corazón en el lugar exacto
el único lugar del universo
donde es una victoria recibirlo...

Y la perra que se acercaba agitando la cola
cada vez que volvíamos a encontrarnos desnudos
y solos bajo el cielo del oeste...

En fin...
Brillan los miles de ojos que me miran
Brillan las estrellas del oeste en invierno
Sobre la borda del colchón iluminada por las llamas
me siento arreglo el fuego
leo diarios viejos mientras mi sombra crece

Son las tres de la tarde en el reloj
que después del almuerzo se detiene
La noche es larga
Toda la noche sopla el viento
Mi muslo brilla con la saliva de la perra
o entre las piernas de una mujer de buen carácter
desnuda alegre dormida satisfecha
Vuelvo a despertarme cuando quiero
Vuelvo a salir al frío y a orinar nuevamente
porque estas noches bebo mucha agua
El fuego hace sudar al que lo cuida

En fin...
Hice orinar a un hombre
Salvé del mar a una mujer lejana
Y sé que puedo recordar algunos otros
actos de más amor de más coraje

En fin...
Pienso en todas las horas pienso en todos los días
pienso en todos los años sin encontrar mi imagen

Pero una liebre un pájaro una perra
me miraron a los ojos al corazón al sexo
como creo que sólo me miró también el mar
una madrugada de verano en que vagaba
con una pistola en el puño sin tener dónde afeitarme

Héctor Viel Temperley (Buenos Aires, 1933-1987), "Legión extranjera", 1978, Obra Completa, Ediciones del Dock; Buenos Aires, 2003, 2009

Foto: Viel Temperley © Herederos de Héctor Viel Temperley/Ediciones del Dock

domingo, noviembre 22, 2009

San Francisco / Alabanza




Alabanza de las criaturas (o Cántico del sol)

Altísimo omnipotente buen señor:
Tuyos son laurel, gloria y honor
y toda bendición.
A tí sólo, altísimo, se confían
y hombre alguno es digno
de nombrarte.

Alabado con todas tus criaturas
especialmente el frate sol,
el cual es día, y tú iluminas por él.
Es bello, radiante y de gran esplendor.
De ti trae significado, altísimo señor.

Alabado seas, mi señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las formaste claras
y preciosas y bellas.

Alabado mi señor por el frate viento,
por el aire, el nublado y el sereno, y todo tiempo,
con el cual a tus criaturas das sustento.

Alabado por la hermana agua,
útil y humilde, y preciosa y casta.

Alabado por el frate fuego
con el que nos iluminas en la noche,
es bello y jocundo y robusto y fuerte.

Alabado seas por la hermana nuestra madre, tierra,
la que nos sustenta y gobierna,
y da frutos diversos con coloridas flores y la hierba.

Alabado por los que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
Benditos los que se mantendrán en paz,
a los que tú, Altísimo, coronarás.

Alabado por la hermana muerte corporal,
de la que ningún viviente puede escapar.
Pobres lo que mueran en pecado mortal,
beatos los que se encontrarán en tu santa voluntad,
que la segunda muerte no les hará mal.

Alabado y bendecido sea mi señor y agradecido
y servido con gran humildad.

Francesco d'Assisi (Assisi, c.1182-1226)

Versión J. Aulicino



Laudes creaturarum
(Cantico del Sole o Cantico delle Creature)


Altissimu, onnipotente, bon signore, 
tue so' le laude, la gloria e l'honore et onne benedictione. 
Ad te solo, Altissimo, se konfano, 
et nullu homo ène dignu te mentovare. 

Laudato sie, mi' signore, cum tucte le tue creature, 
spetialmente messor lo frate sole, 
lo qual'è iorno, et allumini noi per lui. 
Et ellu è bellu e radiante cum grande splendore: 
de te, Altissimo, porta significatione. 

Laudato si', mi' signore, per sora luna e le stelle: 
in celu l'ài formate clarite et pretiose et belle. 

Laudato si', mi' signore, per frate vento 
et per aere et nubilo et sereno et onne tempo, 
per lo quale a le tue creature dài sustentamento. 

Laudato si', mi' signore, per sor'aqua, 
la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta. 

Laudato si', mi' signore, per frate focu, 
per lo quale ennallumini la nocte: 
ed ello è bello et iocundo et robustoso et forte. 

Laudato si', mi' signore, per sora nostra matre terra, 
la quale ne sustenta et governa, 
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba. 

Laudato si', mi' signore, per quelli ke perdonano per lo tuo amore 
et sostengo infirmitate et tribulatione. 

Beati quelli ke 'l sosterrano in pace, 
ka da te, Altissimo, sirano incoronati. 

Laudato si', mi' signore, per sora nostra morte corporale, 
da la quale nullu homo vivente pò skappare: 
guai a·cquelli ke morrano ne le peccata mortali; 

beati quelli ke trovarà ne le tue sanctissime voluntati, 
ka la morte secunda no 'l farrà male. 

Laudate e benedicete mi' signore et rengratiate 
e serviateli cum grande humilitate.


cf. Cantico del sole, Ezra Pound


Ilustración: San Francisco predica a los pajarillos, José Benlliure, c.1916

sábado, noviembre 21, 2009

Sharon Olds / Las víctimas


Cuando Madre se divorció de ti, nos alegramos. Ella aguantó y
aguantó en silencio, todos esos años, y entonces
te pateó, de pronto, y sus
chicos la amamos. Entonces te despidieron, y nosotros
sonreímos burlones, del modo en que la gente sonrió cuando
el helicóptero de Nixon se elevó desde South
Lawn por última vez. Sentimos un cosquilleo
al pensar: tu oficina, fuera,
tus secretarias, fuera,
tus almuerzos con tres bourbons dobles,
tus lapiceras, tus resmas de papel. ¿Te sacarían tus
trajes también, aquellos oscuros
cadáveres colgados en tu placar, y las negras
narices de tus zapatos con sus grandes poros?
Ella nos había enseñado a aceptarlo, a odiarte y aceptarlo,
hasta que empujamos con ella por tu
aniquilación, Padre. Ahora
paso ante vagabundos en las puertas, las blancas
babosas de sus cuerpos relucen a través de los rasgones
de sus trajes de limo, las sucias
aletas de sus manos, el fuego
submarino de sus ojos, barcos hundidos
con sus luces encendidas, y me pregunto
quién los aguantó y los aguantó en silencio,
hasta que entregaron todo, y no les dejó
más que eso.

Sharon Olds (San Francisco, 1942)
Versión de J. Aulicino

The Victims
When Mother divorced you, we were glad. She took it and/ took it in silence, all those years and then/ kicked you out, suddenly, and her/ kids loved it. Then you were fired, and we/ grinned inside, the way people grinned when/ Nixon's helicopter lifted off the South/ Lawn for the last time. We were tickled/ to think of your office taken away, / your secretaries taken away, / your lunches with three double bourbons, / your pencils, your reams of paper. Would they take your/ suits back, too, those dark/ carcasses hung in your closet, and the black/ noses of your shoes with their large pores? / She had taught us to take it, to hate you and take it/ until we pricked with her for your / annihilation, Father. Now I / pass the bums in doorways, the white/ slugs of their bodies gleaming through slits in their / suits of compressed silt, the stained/ flippers of their hands, the underwater / fire of their eyes, ships gone down with the / lanterns lit, and I wonder who took it and / took it from them in silence until they had/ given it all away and had nothing / left but this.
Poem Hunter
---
Foto: Olds Catherine Mauger / BBC

viernes, noviembre 20, 2009

Javier Cófreces / Sudestada



Sudestada

Una botella de plástico
flota en la calle
El espejo de agua
empezó en un charco
Ahora copó la cuadra
La botella flota
en el manto líquido
que finalmente
inundó todo
El agua entró
por nuestras puertas
mojó algo de lo que tenemos:
Los talones del apuro
por preservar aquello
menos impermeable
que nuestro amor
Que siempre flota
en el mismo barrio

Javier Cófreces (Buenos Aires, 1957)

Foto: Sudestada, sudeste de Buenos Aires, 1929 Fundación Educambiente

De Cófreces en este blog:
Pescados de río / Ultimo poema

jueves, noviembre 19, 2009

Osvaldo Picardo / de "Mar del Plata"



No hay ciudad eterna,
lo sabemos.

Europa tiene plata
para cada piedra de la historia.
Y conserva un simulacro pasajero.

Las barcas amarillas amarradas
en la dársena, apretadas una junto a otra,
sobre todo en la niebla, me hablan
de la inútil tenacidad de las formas.
Nunca se debieron creer
volviendo del mar,
que existirían para siempre.

Por más que intenten sobrevivir
las ciudades mueren
con el que se pierde en sus calles.
No son ellas sino un mapa
de vísceras dadas vueltas.

Debió existir
una ciudad de Fidias y otra
de Rembrandt. Otra imaginada
por Le Corbusier y alguna
por Amancio Williams.

No son una postal
con las ramblas de madera,
las casas bajas de piedra.
Y los espigones que la sudestada
de la noche al día,
desarticula vértebra a vértebra...

Apenas son rastros, casi ruinas,
y no es poco:
antes toda distancia era invisible.

Osvaldo Picardo (Mar del Plata, 1955), Mar del Plata, 2005

Foto: Antiguo cartel de piedra en la prolongación de la Avenida del Valle, Balcarce, provincia de Buenos Aires Rumbo al Sud

De Picardo en este blog:
Pity of Love

miércoles, noviembre 18, 2009

José María Álvarez / Dos poemas












Anónimo
Siglo V.

Invasión de los bárbaros

Pasaron los reinos que fundaron
hombres que venían del mar.
Y los templos son polvo.
Reyes y sacerdotes,
vencedores y esclavos, y sus dioses,
se confunden con el polvo.
Pasaron los grandes emperadores
que tuvieron en su mano el mundo.
Pompeyo y César, Augusto,
y Tiberio y Nerón, y el magnífico Trajano
y Marco Aurelio.
Pasaron sus triunfos y derrotas
y su gloria. Como el viento sobre las aguas.
Y la ciudad olvidó.
Así pasarán éstos que ahora asolan
sus piedras, y pasarán sus hijos
y nosotros que contra ellos
nos levantamos. Los mismos pájaros 
roerán todos los huesos.
Y la ciudad olvidará.
Pero yo no quiero
ver otro mundo.
Mi alma pertenece al legado de Roma.


Anastasio, "El Bizantino"
Siglo VI - Siglo VII.

De Cantos de Amor

Cuando los Angeles del vino
en la alta noche muestran a mis ojos
los placeres posibles, y me dicen
sueña una mujer,
al alba será tuya,
impasible contemplo las insinuaciones
de las más bellas cortesanas.
Para mí ya no existen otros ojos
que los tuyos, ni boca comparable,
no puedo imaginar que mis caricias
hagan nacer amor en otro cuerpo.
Digo entonces: Partid,
oh dulces Angeles, llevad
a otros lechos vuestra alegría.
Pues qué mujer después de la que amo
encontraría en mis ojos sino la vasta noche.

José María Álvarez (Cartagena, Murcia, 1942), La Edad de Oro, Editora Regional de Murcia, Murcia, 1983

 Foto: Álvarez La Casa de los Malfenti

martes, noviembre 17, 2009

W. H. Auden / Cattivo tempo






















El siroco trae a los diablos menores:
un portazo
a las cuatro de la madrugada
anuncia que han vuelto,
más insolentes y más gordos
por la mala literatura
y los dramas cursis.
Son Nibbar, demonio
de los berretines y de la estupidez,
y Tubervillus, demonio
del chisme y el rencor.

Nibbar va al estudio
para susurrar de manera plausible
lo que casi está bien,
lo que casi es verdad.
Cuídate de él, poeta,
por si, leyendo por encima de tu hombro, encuentra
lo que lo pone contento,
el estilo artero,
el significado confuso,
el poema malo.

Tubervillus se dirige al comedor,
resuelto a escuchar,
esperando que se le dé pie.
Cuídense de él, amigos,
por si a sus instancias la charla
toma un giro equivocado,
la lengua suelta
con perversidad espeta
una verdad a medias,
la diversión se afea,
y los chistes duelen.

No los subestimes; con sólo
romper el poema
o cerrar la boca
no derrotarás a ninguno de los dos:
encontrarte a solas,
confinado en tu dormitorio
fabricando allí,
por lascivia o autopreocupación
algún quejoso e intratable
diablillo propio,
eso es también triunfo de ellos.

El contraataque correcto es aburrirlos;
dejar correr la tediosa pluma
por la tediosa correspondencia,
menear la afilada lengua
en chapuceado italiano, pedirle al peluquero
socialista que adivine
o al monárquico pescador que nos diga
cuándo cambiará el viento,
engañando al infierno
con la obviedad humana.

1949

W. H. Auden (York, 1907-Viena, 1973), Rolando Costa Picazo, W.H. Auden: Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta, 1939-1973, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009

Cattivo tempo
Sirocco brings the minor devils: / A slamming of doors/ At four in the morning/ Announces they are back, / Grown insolent and fat / On cheesy literature / And corny dramas, / Nibbar, demon / Of ga-ga and bètise, / Tubervillus, demon / Of gossip and spite. // Nibbar to the writting-room / Plausibly to whisper / The neraly fine, / The almost true; / Beware of him, poet, / Lest, reading over / Your shoulder, he find / What makes him glad, / The manner arch, / The meaning blurred, / The poem bad. // Tubervillus to the dining-room / Intently to listen, / Waiting his cue; / Beware of him, friends, / Lest the talk at his promting / Take the wrong turning. / The umbated tongue / In mischieg blurt / The half-home truth, / The fun turn ugly, / The jokes hurt. // Do not underrate them; merely / To tear up the poem. / To shut the mouth / Will defeat neither: / To have got you alone / Self-confined to your bedroom / Manufacturing there / From lewdness or self-care / Some whining unmanaged / Imp of your own, / That too is their trumph. // The proper riposte is to bore them; / To scurry the dull pen / Through dull correspondence, / To wag the sharp tongue / In pigeon Italian, / Asking the socialist / Barber to guess / Or the monarchist fisherman to tell / When the wind change, / Outwitting hell / With human obviousness. 1949
---
Ilustración: Escenas de la vida de San Francisco: la expulsión de los diablos de Arezzo, Giotto di Bondone, 1297-1299

De Auden en este blog:
Quién es quién
Bruselas en invierno
Gare du Midi / Musée des Beaux Arts

sábado, noviembre 14, 2009

Leónidas Lamborghini / de "El solicitante descolocado"



(Fragmento)

-¿Qué es esto?
Hasta que el fabricante disfrazado
de patrón
vistiendo su más fino casimir
su más peinado hábito
me envuelve con su cola y aquí
me deposita:
-Éste es tu nuevo puesto

San Andrés caminaba
con altas botas de goma
ese invierno.
Bajo lluvias continuas, localidad
sintió sobre sus tierras
motores y patas de telares.

Yo era control
y era el Alto Parlante voz de mando
infundiendo valor a mis peones
tratando de tomar por asalto los galpones
vacíos.

Caudillo entre mi gente
en medio de tan ruda batalla
soy derribado
al tiempo que mis hombres
conseguían entrar sobre grandes rodillos
entonces
sobreponiéndome
alcanzo a defender con victoria
toda esa época
la bandera del capital ajeno.

Una primavera me sorprende
y el mover de este pueblo.
El ruido se hizo carne y habitó entre nosotros:
Yo, el ubicuo gerente
devine popular:
coordino y distribuyo los trabajos
tomo y obligo.

Oh Ilusión Ilusión
nada de esto es lo mío.

Como estafado corrí a la comunicación
telefónica
en lo templado del sol nace el deseo
argumenté en favor de una más alta calidad
Casa Central yo necesito
una pantera de solapados hábitos.

El rugido de los 2 pichones semi-diesel
saludó su llegada
subida a ese montículo
entonces
me prendé de unos grandes repollos azules
marcados sobre sus blancas carnes.
He aquí mi amor
he aquí mi primera vista.
Capataza.

Astutos simularíamos trabajar en el fichero
las últimas horas
la oficina será nuestra mejor aliada
ella
inclinándonos así
el uno sobre el otro en secretos.

No quiero
estar ya más para las estadísticas
para el activo contador
y el complejo mecánico reventaron
rechiflados de sed verano tus días
y los obreros queriendo trabajar
emborrachándose
bajo la chapa ardiente
cuando
la perra patronal
negra, colérica ladrante, amenazó:
-Castigos sin indemnización.

Tu pereza y la mía únicas privilegiadas
no obstante tácito acuerdo pactan
así destruir la fabricación occidental
desde entonces
tejiéndonos en horario descorrido
hasta el anochecer

Hasta que la sospecha se adueñó de vosotros
hasta que todas vuestras sospechas
confirmasteis
hasta que mi cansancio frente a vos y
la industria

en mitad
del capital problemas de las mermas
disparado a
tocar los senos de la pequeña Maruska.

Que además crecieron los celos
yo, sabiéndome tu cornudo inolvidable de una
vez
para siempre
no conforme
hasta escupirte el rostro
ante el congreso de partidarias zurcidoras.

En la sombra
lejos del industrial ruido
me arrodillo junto al lecho de la pequeña
Maruska
toco sus senos a punto de nacer
sentir
sentir
de la antigua pureza ese relámpago.

Y el que había desatado
la corrupción desorganizadora
creyó llegado ahora el colmo
quiso salvar mas ya era tarde e impotente
vio sin la antigua alegría
-saboteador arrepentido-
bajar, bajar el nivel
y el Costo
ir hacia lo Altísimo.

Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927-2009), El solicitante descolocado, 1971
---
Ilustraciones: Portadas de las ediciones de El solicitante descolocado de Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1971, y Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1989

De Lamborghini en este blog
En los molinetes

viernes, noviembre 13, 2009

Jorge Fondebrider / Dos poemas



La lluvia a mano

No sé por qué pero querría
mencionar las posibilidades de la lluvia,
su modo de golpear sobre los tachos,
su forma de colarse en los zapatos,
de rodar sobre el vidrio, meterse en el poema
precisamente ahora
que ahora está lloviendo en esta página
y llueve, como dijo Tuñón, con todos los tambores de la lluvia.
¿Después? Después no sé,
pero ahora llueve
y quiero dejarlo aquí anotado por si alguien necesita
la lluvia como yo.


Botella

Acá es donde pregunto
cuál es la necesidad de conmover
a los contemporáneos,
o para qué perder el tiempo cuando el tiempo
acaso no ha llegado y la botella
aún no se ha lanzado.

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956), inéditos


Ilustración: Automóvil con gotas de lluvia, Friedensreich Hundertwasser, 1953


De Fondebrider en este blog:

El rock se ha muerto
Monocorde

jueves, noviembre 12, 2009

T.S. Eliot / Mr. Mistófeles




















Mr. Mistófeles

¡Todos deben conocer al señor Mistófeles
el original gato ilusionista!
(A ello no hay duda que resista).
Por favor, oigan y no se burlen. Todas sus
invenciones salen de su cabecita.
No hay gato como él en la ciudad:
de todas las patentes tiene la propiedad
para ejecutar sorprendentes ilusiones
y crear excéntricas confusiones.
En la prestidigitación
o en el arte de los juegos de manos
desafiará cualquier inspección
y otra vez ustedes serán engañados.
Los más grandes magos siempre aprenden algo
del señor Mistófeles y sus pases mágicos.
¡Abracadabra!
¡Allá vamos!
Y todos diremos: ¡Ah!
¡Bueno, yo jamás...!
¿Alguna vez habrá
un gato tan sagaz
como el mágico señor Mistófeles?

Es tranquilo, menudo y todo negro
desde las orejas a la punta de la cola.
Puede deslizarse por el agujero más pequeño
y caminar sobre la baranda más angosta.
Es capaz de sacar cualquier carta del mazo,
y es igual de hábil con los dados.
Siempre nos engaña haciéndonos creer
que en cazar ratones sólo está interesado.
Puede hacer cualquier truco con un tapón
o con una cuchara y un poco de pasta de pescado.
Si alguien busca un cuchillo o un tenedor
creyendo que en otro lugar lo había guardado...
¡Pero si hace un instante lo vio, y luego desapareció!
lo encontrará la semana siguiente tirado sobre el pasto.
Y todos diremos:¡Ah!
¡Bueno, yo jamás...!
¿Alguna vez habrá
un gato tan listo
como el mágico señor Mistófeles?

Sus modales son vagos y reservados;
uno creería que no hay nadie tan tímido...
Pero han oído su voz sobre el tejado
cuando junto al fuego estaba acurrucado.
Aunque, a veces, junto al fuego lo han oído
cuando por el techo se paseaba...
(Al menos todos oímos que alguien ronroneaba)
Y esto es una prueba irrefutable
de sus poderes mágicos incuestionables:
y supe que la familia lo ha llamado
durante horas por el jardín para que entrara,
mientras él dormía en la sala.

¡Y no hace mucho este gato tan marullero
sacó siete gatitos de un sombrero!
Y todos dijimos: ¡Ah!
¡Bueno, yo jamás...!
¿Alguna vez habrá
un gato tan listo
como el mágico señor Mistófeles?

T. S. Eliot (St. Louis,1888-Londres, 1965), de Old Possum's Book of Practical Cats [1939], en revista El Jabalí, N° 19, Buenos Aires, 2009
Versión de Delia Pasini


Mr. Mistoffelees
You ought to know Mr. Mistoffelees! /The Original Conjuring Cat--/ (There can be no doubt about that)./ Please listen to me and don't scoff. All his/ Inventions are off his own bat./ There's no such Cat in the metropolis;/ He holds all the patent monopolies/ For performing suprising illusions/ And creating eccentric confusions./ At prestidigitation/ And at legerdemain/ He'll defy examination/ And deceive you again./ The greatest magicians have something to learn/ From Mr. Mistoffelees' Conjuring Turn./ Presto!/ Away we go!/ And we all say: OH!/ Well I never!/ Was there ever/ A Cat so clever/ As Magical Mr. Mistoffelees!// He is quiet and small, he is black/ From his ears to the tip of his tail;/ He can creep through the tiniest crack,/ He can walk on the narrowest rail./ He can pick any card from a pack,/ He is equally cunning with dice;/ He is always deceiving you into believing/ That he's only hunting for mice./ He can play any trick with a cork/ Or a spoon and a bit of fish-paste;/ If you look for a knife or a fork/ And you think it is merely misplaced--/ You have seen it one moment, and then it is gawn!/ But you'll find it next week lying out on the lawn. // And we all say: OH!/ Well I never!/ Was there ever/ A Cat so clever/ As Magical Mr. Mistoffelees!// His manner is vague and aloof,/ You would think there was nobody shyer--/ But his voice has been heard on the roof/ When he was curled up by the fire./ And he's sometimes been heard by the fire/ When he was about on the roof--/ (At least we all heard that somebody purred)/ Which is incontestable proof/ Of his singular magical powers:/ And I have known the family to call/ Him in from the garden for hours,/ While he was asleep in the hall./ And not long ago this phenomenal Cat/ Produced seven kittens right out of a hat!/ And we all said: OH!/ Well I never!/ Did you ever/ Know a Cat so clever/ As Magical Mr. Mistoffelees!

Ilustración: portada de Mr. Mistoffelees, de T.S. Eliot, ilustrado por Errol Le Cain, Faber & Faber, Londres, 1990

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Otras versiones de poemas de Eliot en este blog:

Retrato de una dama, por J. Aulicino


miércoles, noviembre 11, 2009

Robert Browning / Porfiria



El amante de Porfiria


La lluvia esta noche comenzó temprano,
el áspero viento pronto despertó,
desgarraba airado las copas de los olmos,
y agitaba el lago con todo su furor:
con el corazón acongojado, yo escuchaba
cuando Porfiria entró silenciosamente, y sin demora
afuera dejó el frío y la tormenta, atizando
arrodillada el fuego del hogar
y rápidamente entibió la estancia;
al terminar, se incorporó y se quitó
la capa y el chal empapados,
dejó sus guantes sucios a un costado,
desató su sombrero, soltando el cabello húmedo,
y, por último, se sentó junto a mí
y me llamó. Ante mi silencio,
rodeó su cintura con mi brazo,
descubrió su blanco y terso hombro,
despejándolo de su rubia cabellera,
y se inclinó para que en él descansara mi mejilla,
y me cubrió con su rubia cabellera,
susurrando lo mucho que me amaba —ella,
demasiado débil, pese a los esfuerzos de su corazón,
por liberar del orgullo su pasión agobiante
y romper los lazos más triviales
y entregarse para siempre a mí.
Pero a veces, la pasión prevalecía,
y la alegre fiesta de esta noche no podía detener
un súbito pensamiento de alguien tan perdido
de amor por ella, y todo en vano;
Así apareció ella, a través del viento y de la lluvia.
Créanme que alcé mi vista mirándola a los ojos,
orgulloso y feliz; y supe finalmente
que Porfiria me adoraba; la sorpresa
henchía mi corazón, y aún crecía
mientras pensaba qué hacer.
En ese momento era mía, mía, bella,
del todo pura y buena; entonces descubrí
qué hacer: y enrosqué todo su largo cabello,
de larga y dorada trenza,
tres veces alrededor del delicado cuello,
y así la estrangulé. No sintió dolor alguno;
estoy seguro de que no sintió dolor.
Cauto abrí sus párpados, como un capullo cerrado
que esconde una abeja: y de nuevo
rieron sus ojos de azul puro.
Y luego desaté la trenza
de su cuello; su mejilla una vez más
se encendió brillando bajo mi beso ardiente:
esta vez fue mi hombro el que la cabeza inmóvil sujetó,
apoyada sobre él;
el pequeño rostro sonriente y rosado,
tan feliz de alcanzar su supremo deseo:
que todo aquello que desdeñaba se esfumara de golpe,
¡y que yo, su amor, triunfara en su lugar!
El amor de Porfiria: ella nunca adivinó
hasta dónde sería escuchado
el preciado deseo.
Y así, descansamos ahora juntos, sentados,
y en toda la noche no nos hemos movido,
¡Y ni siquiera Dios ha dicho una palabra!


Robert Browning (Camberwell, Surrey, 1812 - Venecia, 1889), Dramatic Lyrics, 1842
Versión de Silvia Camerotto


I.
Porphyria’s lover
The rain set early in to-night,/ The sullen wind was soon awake,/ It tore the elm-tops down for spite,/ And did its worst to vex the lake:/ I listened with heart fit to break./ When glided in Porphyria; straight/ She shut the cold out and the storm,/ And kneeled and made the cheerless grate/ Blaze up, and all the cottage warm;/ Which done, she rose, and from her form/ Withdrew the dripping cloak and shawl,/ And laid her soiled gloves by, untied/ Her hat and let the damp hair fall,/ And, last, she sat down by my side/ And called me. When no voice replied,/ She put my arm about her waist,/ And made her smooth white shoulder bare,/ And all her yellow hair displaced,/ And, stooping, made my cheek lie there,/ And spread, o'er all, her yellow hair,/ Murmuring how she loved me—she/ Too weak, for all her heart's endeavour,/ To set its struggling passion free/ From pride, and vainer ties dissever,/ And give herself to me for ever./ But passion sometimes would prevail,/ Nor could to-night's gay feast restrain/ A sudden thought of one so pale/ For love of her, and all in vain:/ So, she was come through wind and rain./ Be sure I looked up at her eyes/ Happy and proud; at last I knew/ Porphyria worshipped me; surprise/ Made my heart swell, and still it grew/ While I debated what to do./ That moment she was mine, mine, fair,/ Perfectly pure and good: I found/ A thing to do, and all her hair/ In one long yellow string I wound/ Three times her little throat around,/ And strangled her. No pain felt she;/ I am quite sure she felt no pain./ As a shut bud that holds a bee,/ I warily oped her lids: again/ Laughed the blue eyes without a stain./ And I untightened next the tress/ About her neck; her cheek once more/ Blushed bright beneath my burning kiss:/ I propped her head up as before,/ Only, this time my shoulder bore/ Her head, which droops upon it still:/ The smiling rosy little head,/ So glad it has its utmost will,/ That all it scorned at once is fled,/ And I, its love, am gained instead!/ Porphyria's love: she guessed not how/ Her darling one wish would be heard./ And thus we sit together now,/ And all night long we have not stirred,/ And yet God has not said a word!

Foto: Browning, 1889 Eveleen Myers/BBC

martes, noviembre 10, 2009

Javier Adúriz / De "Esto es así"


Esto es así
(Fragmentos)


Ayer a la tarde resolví convertirme en un peregrino del cielo y salir a caminar por los pasillos de dios. Principalmente porque llegó la hora del despojamiento. Me refiero a esa especie de afán de dar un paso y otro y otro, en busca de mis vagas certezas. De ahí también, el hecho oportuno de elegir los ahijú como vehículo de la percepción. Me dije: cada verdad ocasional debe ser anotada en este cuaderno que me regalaron en el año sesenta y cinco, aunque los fragmentos vengan del silencio y no hallen más validez que la de su propio enunciado… Sí, maltrecho lector: seamos viajeros de la eternidad.


A cada paso
Vas hundiendo los pies
En otra carne

(...)


Pero no es una cuestión de principios lo que aquí atraviesa, sino las correspondencias de la imagen con un espacio privado. No parece haber religión por estos parajes, aunque a veces exista la plegaria. Tampoco civilidad y menos, instinto nacional. ¿Qué va a ser de mí, cuando tire el cuaderno por la ventanilla? Si la literatura no excede el concepto de la compañía, de la pura conversación inteligente. Se vive por lo visto tejas abajo, en el zaguán oscuro donde se urden las palabras.


Habla y habla
Entre sueños
Igual se miente


El punto quizás sea dirimir la naturaleza de lo poético. Por eso ingreso sin querer en el gabinete del “hombre de dos cabezas”. Caramba, me digo, y me hallo notoriamente inquieto. El hombre tiene justamente dos cabezas, como dos balones y no es chiste, aparte de que dialogan bastante raro entre sí. El sujeto profesa un narcisismo insoportable. Ahí es cuando me pierdo, en el instante en que ambas caras se entregan a discutir consigo mismas la valía del Preste Juan. Fetén, fetén, exclamo, y me retiro – como decían los viejos – en los pies de un trote.


Quietud. Los autos
No dejan de pasar
Por la avenida


A esta altura el yo profiere apenas un espesor de lenguaje, maniobras de acercamiento. Hay una distancia considerable entre decir yo y escribir el yo. En el habla, se pliega reactivo frente a las acechanzas atávicas de lo real. En la letra se vuelve construcción, virulencia imaginaria… Si yo fuera rico, menciona la tonada. Si yo fuera rico, no sería quien soy, sino otro tipo de fantasía más abocada al poder, al consumo, a la vanagloria, preveo. Discurso sobre el discurso: ni el que habla ni el que escribe refieren a alguien.


Muy buenos días
Muy buenas tardes
Esperando a Godot


Oh dioses, puesto que también vosotros habéis sido autores de tales transformaciones, ayudadme en mi empresa y haced que mi poema discurra sin interrupción desde el principio del mundo hasta la actualidad. También es mi deseo exponer las mutaciones de los cuerpos en formas nuevas… Con este talante voy a intentar mi próximo libro, exigiendo novedad a todo trance… Sumado a la turba vanguardista, vociferaré en las avenidas, seré una quinta columna. Vanguardismo, vanguardismo sin concesiones, originalidad implacable, cantaré. Ay, mamita querida.


Versión

Toda la tarde
Viendo llover
Buracos en la puerta


De improviso el clima en el club se enrarece. Los jóvenes ingresan de a miles por las ventanas, pero el sector vitalicio resiste atornillado a las sillas. Que se sepa, la discusión es grotesca. Se declara abierta la sesión, proclama uno con cara de administrador de algo. Todos aplauden y se odian. Anote, escribano, digo. No anoto nada, recalca un anciano escupiendo con furia las palabras. Bien, entonces escriba. Dos puntos: Echeverría, Mansilla y Hernández. Sarmiento, Cap y Sivo. Corbatta, Pizzuti, Pereiro, Giannuzzi y Belén. Desde las tinieblas alguien irrumpe moviendo la mano: Aguante el posclásico, viejita. Pero el momento termina con el redoblante volando hacia la cara de todos.



Este paisaje
Tiene algo irreal
Todo está vivo

Javier Adúriz (Buenos Aires, 1948), Esto es así, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2009

Foto: Adúriz Macedonianos
De Adúriz en este blog:

Un suponer
¿Oís el río?

lunes, noviembre 09, 2009

Alberto Rubio / Zángano

Zángano

Zángano que expulsaron las obreras
entró en mi cuarto, ronco y decidido,
buscando un agujero para nido,
cansado de volar por las praderas.

Ojalá hallar un hueco en las maderas
beber la oscuridad del hondo olvido
comerse el propio cuerpo sumergido
renunciando a las mieles y a las ceras.

Anidado en tiniebla de hendidura,
las alas en la red de su atadura,
bebe la oscuridad desesperado

sin poder tiritar con más soltura
ni descansar por fin siendo bocado,
muerta la araña en su tejido al lado.

Alberto Rubio (Santiago de Chile, 1928-2002)
Erwin Díaz, Poesía chilena de hoy. De Parra a nuestro días, Documentas, Santiago de Chile, 1988 (Metales Pesados, 2005)

Foto: Rubio letras.s5.com

domingo, noviembre 08, 2009

Pier Paolo Pasolini / de "Transhumanar y organizar", 2


Versos del testamento

La soledad: hay que ser muy fuerte
para amar la soledad; hay que tener buenas piernas
y una resistencia fuera de lo común; hay que evitar
resfríos, influenza y anginas; no se debe temer
a rapiñadores o asesinos; si toca caminar
toda la tarde o quizá toda la noche,
hay que saber hacerlo sin pensar mucho; sentarse no se puede,
especialmente en invierno, con el viento sobre la hierba mojada
y con las piedras entre la basura húmedas y fangosas;
no hay ninguna gratificación, de eso no hay duda,
salvo la de tener por delante un día y una noche
sin deberes o límites de ningún género.

El sexo es un pretexto. Por muchos que sean los encuentros
-incluso en invierno, por las calles abandonadas al viento,
entre las pilas de basura contra los edificios lejanos,
suelen ser muchos- no son sino momentos de la soledad;
cuanto más caliente y vivo es el cuerpo gentil
que unge de semen y se va,
más frío y mortal alrededor es el dilecto desierto;
es éste quien llena de alegría, como un viento milagroso,
no la sonrisa inocente o la turbia prepotencia
del que después se va; él se lleva una juventud
enormemente joven, en esto es inhumano,
porque no deja rastros, o mejor, deja solo una traza
que es siempre la misma en todas las estaciones.
Un muchacho en sus primeros amores
no es otra cosa que la fecundidad del mundo.
Y el mundo llega con él: aparece y desaparece,
como una forma que cambia; quedan intactas todas las cosas,
y tú podrás recorrer media ciudad, no lo encontrarás más;
el acto se ha cumplido; la repetición es un rito. De donde
la soledad es todavía más grande si una multitud
espera su turno: crece en efecto el número de desapariciones -
el irse es huir- y lo siguiente incumbe al presente
como un deber, un sacrificio al deseo de muerte.
Envejeciendo, sin embargo, el cansancio comienza a sentirse,
en especial en el momento en que apenas ha pasado la hora de la cena:
para ti no ha cambiado nada; entonces, por poco no gritas o lloras;
y eso sería enorme si no fuese, precisamente, sólo cansancio,
y quizá un poco de hambre. Enorme, porque querría decir
que tu deseo de soledad no podría ser jamás saciado,
y entonces ¿qué te espera, si lo que no es considerado soledad
es soledad verdadera, aquella que no puedes aceptar?
No hay cena o almuerzo o satisfacción en el mundo,
que valga una caminata sin fin por las calles pobres
donde hay que ser desgraciados y fuertes, hermanos de los perros.

Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975), Trasumanar e organizzar, Garzanti, Milán, 1971
Versión de J. Aulicino


Versi del testamento
La solitudine: bisogna essere molto forti/ per amare la solitudine; bisogna avere buone gambe/ e una resistenza fuori dal comune; non si deve rischiare/ raffeddore, influenza e mal di gola; non si devono temere/ rapinatori o assassini; se tocca camminare / per tutto il pomeriggio o magari per tutta la sera/ bisogna saperlo fare senza accorgersene; da sedersi non c’è;/ specie d’inverno; col vento che tira sull’erba bagnata, / e coi pietroni tra l’immondizia umidi e fangosi; / non c’è proprio nessun conforto, su ciò non c’è dubbio,/ oltre a quello di avere davanti tutto un giorno e una notte/ senza doveri o limiti di qualsiasi genere.// Il sesso è un pretesto. Per quanti siano gli incontri/ - e anche d’inverno, per le strade abbandonate al vento,/ tra le distese d’immondizia contro i palazzi lontani,/ essi sono molti – non sono che momenti della solitudine;/ più caldo e vivo è il corpo gentile / che unge di seme e se ne va, / più freddo e mortale è intorno il diletto deserto; / è esso che riempie di gioia, come un vento miracoloso, / non il sorriso innocente, o la torbida prepotenza / di chi poi se ne va; egli si porta dietro una giovinezza / enormemente giovane; e in questo è disumano, / perché non lascia tracce, o meglio, lascia solo una traccia / che è sempre la stessa in tutte le stagioni. / Un ragazzo ai suoi primi amori / altro non è che la fecondità del mondo. / E’ il mondo così arriva con lui; appare e scompare, / come una forma che muta. Restano intatte tutte le cose, / e tu potrai percorrere mezza città, non lo ritroverai più; / l’atto è compiuto, la sua ripetizione è un rito. Dunque / la solitudine è ancora più grande se una folla intera / attende il suo turno: cresce infatti il numero delle sparizioni – / l’andarsene è fuggire – e il seguente incombe sul presente / come un dovere, un sacrificio da compiere alla voglia di morte. / Invecchiando, però, la stanchezza comincia a farsi sentire, / specie nel momento in cui è appena passata l’ora di cena,/ e per te non è mutato niente: allora per un soffio non urli o piangi; / e ciò sarebbe enorme se non fosse appunto solo stanchezza,/ e forse un po’ di fame. Enorme, perché vorrebbe dire / che il tuo desiderio di solitudine non potrebbe essere più soddisfatto / e allora cosa ti aspetta, se ciò che non è considerato solitudine / è la solitudine vera, quella che non puoi accettare? / Non c’é cena o pranzo o soddisfazione del mondo, / che valga una camminata senza fine per le strade povere / dove bisogna essere disgraziati e forti, fratelli dei cani.
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Foto: Pasolini filma Accatone, 1960 Clarín, Buenos Aires