Me acompaña tu risa prendida en el retrato
donde te descoyuntas crujiendo las muñecas,
y se quiebran tus dedos con la mueca más triste
cuando vienen amigos a invadir tu salón.
Entre el ruido de naipes y las fanfarronadas
de Rakoczy, las copas, los hombres, los espejos,
eres tú recorriendo las teclas, encendida,
despreciando los juegos, la rosa, por el vals
al que en broma te entregas, nuevamente saltando,
derramado el cabello, graciosa en la cintura
la flor del amarillo, desfallecida casi,
y el echarpe mordido lo mismo que el dolor;
corriendo tras el leve frescor de una naranja,
la corteza en la mano con un gesto nervioso,
presurosa volviendo a la sala reluciente
donde, tras la cortina, se desvanece el vals.
Boris Pasternak (Moscú, 1890-Peredélkino, Rusia, 1960), Poesía rusa del siglo XX, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1970; Antología de la poesía soviética, Jucar, Madrid, 1974
Traducción de Carlos Álvarez
Envío de Jonio González
El Trabajo de las Horas - Zenda - Moscovita - El País
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Foto: Boris Pasternak, 1942 La Vanguardia
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