lunes, diciembre 24, 2018

Lope de Vega / El poeta, pecador, confiesa a Jesús la dureza de su corazón



41

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

[1614]

Lope de Vega (Madrid, 1562-1635), Rimas sacras, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Edición de Ramón García González

Ilustración: La cena de Emaús *, Caravaggio, 1601 London Gallery


* "13. Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. 14. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. 15. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. 16. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. 17. Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el semblante triste, 18. y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!». 19. «¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, 20.  cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. 21. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. 22. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro 23. y, al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. 24. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron». 25. Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! 26. ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?». 27. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. 28. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. 29. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. 30. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. 31. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. 32. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». 33. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, 34. y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!»."
Lucas, 24 - Bíblia Católica Online, El Libro del Pueblo de Dios

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