domingo, diciembre 30, 2018

Eugenio Montale / Barcas sobre el Marne





















Felicidad del corcho abandonado
a la corriente
que disuelve en torno el reflejo de los puentes
y el plenilunio pálido en el sol:
barcas sobre el río, ágiles en el verano
y un rumor estancado de ciudad.
Miras los remos y el prado si el cazador
de mariposas llega con su red,
la arboleda sobre el muro donde la sangre
del dragón se multiplica en bermellón.

Voces sobre el río, detonaciones en las orillas
o rítmico escandir de piraguas
en el atardecer que rezuma
entre las cabelleras de los nogales; pero dónde está
la lenta procesión de las estaciones
que fue un alba infinita y sin caminos,
dónde la larga espera y cuál es el nombre
del vacío que nos invade.

El sueño es éste: un vasto
interminable día que reconstruye
entre los diques, casi inmóvil, su resplandor,
y en cada recodo el trabajo del hombre
y el velado mañana que no horroriza.
Y aun más era el sueño, pero su reflejo
quieto sobre el agua en fuga, bajo el nido
aéreo del pájaro mosca, inaccesible,
era un altísimo silencio en el grito
acorde del mediodía, y una mañana
más larga era la tarde, el gran fermento
un gran reposo.
Aquí... el color
que resiste es del ratón que saltó entre
los juncos o, con su metálico rociar
venenoso, el del estornino que desaparece
entre los humos de la orilla.
Otro día,
repites. -Oh, ¿qué repites? ¿Y dónde lleva
esta boca que borbotea en un gran
chorro?
La tarde es ésta. Ahora podemos
descender hasta que la Osa se encienda.

(Barcas sobre el Marne, dominicales, en carrera
en el día de tu cumpleaños.)

[1939]

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896-Milán, Italia, 1981), En el humo, selección, versiones, prólogo y notas de Jorge Aulicino, En Danza, Buenos Aires
De próxima aparición

Ilustración: Eugenio Montale en un montaje de Giorgio Lotti, 1975 Scatti Letterari


Barche sulla Marna

Felicità del sùghero abbandonato
alla corrente
che stempra attorno i ponti rovesciati
e il plenilunio pallido nel sole:
barche sul fiume, agili nell’estate
e un murmure stagnante di città.
Segui coi remi il prato se il cacciatore
di farfalle vi giunge con la sua rete,
l’alberaia sul muro dove il sangue
del drago si ripete nel cinabro. 

Voci sul fiume, scoppi dalle rive,
o ritmico scandire di piroghe
nel vespero che cola
tra le chiome dei noci, ma dov’è
la lenta processione di stagioni
che fu un’alba infinita e senza strade,
dov’è la lunga attesa e qual è il nome
del vuoto che ci invade.

Il sogno è questo: un vasto,
interminato giorno che rifonde
tra gli argini, quasi immobile, il suo bagliore
e ad ogni svolta il buon lavoro dell’uomo,
il domani velato che non fa orrore.
E altro ancora era il sogno, ma il suo riflesso
fermo sull’acqua in fuga, sotto il nido
del pendolino, aereo e inaccessibile
era silenzio altissimo nel grido
concorde del meriggio ed un mattino
più lungo era la sera, il gran fermento
era grande riposo. 

Qui... il colore
che resiste è del topo che ha saltato
tra i giunchi o col suo spruzzo di metallo
velenoso, lo storno che sparisce
tra i fumi della riva.
Un altro giorno,
ripeti – o che ripeti? E dove porta
questa bocca che brùlica in un getto
solo?
La sera è questa. Ora possiamo
scendere fino a che s’accenda l’Orsa. 

(Barche sulla Marna, domenicali,
in corsa nel dì della tua festa).

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"Le occasioni", Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004

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