viernes, diciembre 28, 2018

W. B. Yeats / Viaje a Bizancio














I

Este no es país para viejos. Los jóvenes
abrazados, las aves en los árboles
-esas generaciones moribundas- entonando su canto,
las cataratas del salmón, los mares repletos de macarela,
lo que nada, corre o vuela, alaban el verano entero
todo lo que es engendrado, nace y muere.
Atrapados en esa música sensual todos olvidan
los monumentos del intelecto imperecedero.


II

Un anciano no es sino una cosa despreciable,
un abrigo en jirones sobre un palo, a menos
que el alma aplauda y cante, y cante más alto
por cada jirón de su vestido mortal;
tampoco hay lecciones de canto, sino estudio
de monumentos a su propia magnificencia;
y por eso he surcado los mares para llegar
a la ciudad santa de Bizancio.


III

Oh sabios que resisten en el fuego sacro de Dios
como en  los mosaicos dorados de un muro,
dejen el fuego sacro, giren en la espiral
y enseñen a mi alma a cantar.
Consuman mi corazón; enfermo de deseo
y encadenado a un animal agonizante
no sabe lo que es; y recójanme
en el artificio de la eternidad.


IV

Una vez fuera de la naturaleza no volveré a tomar
mi forma corpórea de ninguna cosa natural,
sino de una como las que forjan orfebres griegos
de oro repujado y esmaltada en oro
para despertar a un emperador soñoliento;
o que posan sobre una rama dorada para cantar
a los caballeros y damas de Bizancio
de lo que pasó, pasa o pasará.

[1928]

Traducción de Eva Cruz Yáñez

William Butler Yeats (Dublín, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939), El regalo de Harun al-Rashid, Ediciones El Tucán de Virginia, Ciudad de Mëxico, 2018

Paráfrasis y comentario de este poema en el poema de Alberto Girri, "Navegando hacia Bizancio", de Existenciales, Corregidor, Buenos Aires, 1986

Poetry Foundation - Poem Analysis - GradeSaver

Foto: Chicago Daily News/Chicago History Museum/Poetry Foundation


Sailing to Byzantium

I

That is no country for old men. The young
In one another's arms, birds in the trees,
—Those dying generations—at their song,
The salmon-falls, the mackerel-crowded seas,
Fish, flesh, or fowl, commend all summer long
Whatever is begotten, born, and dies.
Caught in that sensual music all neglect
Monuments of unageing intellect.


II

An aged man is but a paltry thing,
A tattered coat upon a stick, unless
Soul clap its hands and sing, and louder sing
For every tatter in its mortal dress,
Nor is there singing school but studying
Monuments of its own magnificence;
And therefore I have sailed the seas and come
To the holy city of Byzantium.


III

O sages standing in God's holy fire
As in the gold mosaic of a wall,
Come from the holy fire, perne in a gyre,
And be the singing-masters of my soul.
Consume my heart away; sick with desire
And fastened to a dying animal
It knows not what it is; and gather me
Into the artifice of eternity.


IV

Once out of nature I shall never take
My bodily form from any natural thing,
But such a form as Grecian goldsmiths make
Of hammered gold and gold enamelling
To keep a drowsy Emperor awake;
Or set upon a golden bough to sing
To lords and ladies of Byzantium
Of what is past, or passing, or to come.

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