Sí, se trata del mismo Schopenhauer (1788-1860),
el autor de “El mundo como voluntad y representación”,
descubridor de los progresos
de la naturaleza y la música de las esferas. Alguien lo llamará
después educador. No ha pasado nada,
porque nada pasa, sólo cierto
chiquillo, un mocoso, con un cierto parecido
con cierta mujer a la que conoció en su juventud,
la juventud no existe -le sonrió
sin necesidad-, siendo como es
un agente de la naturaleza.
Septiembre -es diferente-
ya no abre los corazones, sólo la tierra
despacio se endurece.
Vuelve a su casa, se encierra
con llave, delante de su criado.
Con cuánta suavidad
trabaja la cerradura, seguro que forma parte
de una conspiración. Está llorando.
El menudo cuerpo del gran filósofo,
séptimo continente, tiembla.
Su chaleco. Su cuello almidonado.
Sus amarillentas mejillas. Su redingote marrón.
Todas estas cosas prescindibles tiemblan,
como si sobre Frankfurt ya estuviesen cayendo
las bombas. Tiembla su soledad, densa,
delgada como un lienzo holandés.
Adam Zagajewski (Lvov, actual Ucrania, 1945-Cracovia, 2021), Ángel Enrique Díaz-Pintado, Las ideas estéticas de Adam Zagajewski y sus fuentes clásicas, tesis doctoral, Universidad de Granada, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filología Griega y Filología Eslava, 2012
Traducción del polaco: Ángel Enrique Díaz-Pintado
Envío de Jonio González
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act. 2021
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