viernes, enero 31, 2025

W. H. Auden / Lenguaje de pájaros




Tratando de entender las palabras
Pronunciadas en todos lados por pájaros,
Reconozco en lo que escucho
Ruidos que significan miedo.

Pensé que algunos de ellos, estoy seguro, deben
Representar rabia, bravuconadas, lujuria,
Todas las otras notas que las aves emplean
Suenan como sinónimos de alegría. 

W. H. Auden (York, Inglaterra, 1907 - Viena, 1973), City Without Walls and Other Poems, Faber and Faber,  Londres. 1969.
Traducción: Ricardo Ruiz



Bird-Language

Trying to understand the words
Uttered on all sides by birds,
I recognize in what I hear
Noises that betoken fear.

Thought some of them, I'm certain, must
Stand for rage, bravado, lust,
All other notes that birds employ
Sound like synonyms for joy.

 Collected Poems by W.H. Auden, editado por Edward Mendelson, Vintage International, 2002
---
Foto. W. H. Auden, Venecia, Italia, 1951 Ruth Orkin/Getty Images


jueves, enero 30, 2025

Bernard Chambaz / Cinco días de agosto


1
Las cinco la mañana
Salvaba la ruta
Que habíamos seguido desde la mitad de los años 
Setenta
Bajando como en planeador
Hacia el límite del mar y Tesalónica
La otra mitad del mundo, a la derecha, todavía oscura
Y dormida


2
Vestigios
En los últimos minutos de la séptima hora
Sqqarah aparece en las cercanías
La mata de papiros y las pirámides
De ocres en la imperfección de los peldaños
Aquí los rastros de un templo
Donde desapareces
Entre dos columnas y las colinas de arena desierta


3
La noche negra
Al punto que no se ve nada del barranco inaudito
Recorrido por el range-rover
Hasta Nemrut
Un cono de piedras azules como
La intuición del cielo &
Tu suéter cuando antes del sol te estiras
Bajo el rostro oval y benévolo de Antioquía


4
M'zab
Anagrama encabado una letra por hijo
El árbol de las estrellas, a la noche
Titila como la mezquita &
Los viejos colectivos con el parabrisas decorado con pequeñas
/medialunas
Verdes realzado por un milagroso sistema de luces de guiño
El infinito se inclina
Derramando dicha


5
El tiempo se dilata
Y vacila
Como el barco de la vuelta a Brindisi o Trapani
El olor de las especias y el gusto del café
Cuando una nube rosada-rosada recubre la chimenea
Cuya sombra desciende por bocanadas sobre el puente
Donde soñamos
En la misma cubierta


Une anthologie de circonstance, 1993

Bernard Chambaz (Boulogne-Billancourt, Francia, 1949), Poesía francesa contemporánea 1940-1997. Selección, traducción, prólogo y notas de Jorge Fondebrider, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1997

Cinq jours d’ aóut

1
Cinq heures le matin/Enjambait la route/Que nous avions suivie depuis le milieu des années soixante-/Dix/Dévalant comme en parapente/ Vers la lisière de la mer et Thessalonique/ L'autre moitié du monde, à droite, encore obscure/ Et endormie

2
Vestiges/ Aux dernières minutes de la septième heure/Sqqarah apparaît à proximité/ La touffe des papyrus et les pyramides/ D'ocres dans l'imperfection des degrés/ Ici les traces d'un temple/ Où tu disparais/ Entre deux colonnes et les collines de sable désert

3
La nuit noire/Au point qu'on ne voit rien du ravin inouï/ Longé par la range-rover/ Jusqu'au Nemrut/ Un cône de cailloux bleus comme/ L'intuition du ciel &/ Ton chandail quand avant le soleil tu t'allonges/Sous le visage ovale et bienveillant d'Antioche

4
M`zab/ Anagramme inachevée une lettre par fils/ L'arbre aux étoiles, le soir/ Scintille comme la mosquée &/ Les vieux autocars au pare-brise décoré petits croissants/ Verts rehaussé par un miraculeux système de clignotants/ L'infini penche/ Versant bonheur

5
Le temps se dilate/ Et tangue/ Comme le raffiot du retour à Brindes ou Trapani/ L'odeur des épices et le goût du café/ Quand un nuage rose-rose recouvre la cheminée/ Dont l'ombre descend par bouffées sur le pont/ Où nous rêvons/ A même le bois
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Foto: Bernard Chambaz, Saint-Malo, 2014 Raphaël Gaillarde/Gamma-Rapho/Getty Images

miércoles, enero 29, 2025

Volker Braun: / Dos poemas



La trituradora

Los últimos días tranquilos empiezan a correr
En un precipicio. Al futuro también
Lo arrastran ahí adentro. ¿Qué pensé, entonces?
Mi antiguo silencio se convierte en grito
Ya no es comprensible. ¿Qué me proponía?
La trituradora recuerda de manera fragmentaria
Mi vida pacífica, vista a la distancia
Se transforma en una catástrofe. EL QUE
HA RECONOCIDO SU SITUACIÓN, ese debe ser detenido
¿Y ahora hacia dónde ir? La miseria sale a su encuentro
desde todas partes.


Ahora estoy contento

Bueno, ahora estoy contento.
Dejo pasar el aire por mis arterias
Y todavía conservo los cinco sentidos. –
¿En este mundo sin sentido? –
Vivo pegado a la tierra
Que no me pertenece ni a mí ni a nadie. 
Todavía veo árbol y pez
Y mares flotantes. – Los ves
Morir. – Estados
De hormigón repulsivo. Hasta
El más libre, sumiso.
El crimen aún mata al humano.
Tengo miedo a la guerra. –
¿Y por eso estás contento? –
Vivir en el mayor peligro
Del presente, el último
Humano o el primero.

Volker Braun (Dresde, Alemania, 1937), “La trituradora / "Der Reißwolf”, Lustgarten, Preußen, Suhrkamp, 2000; “Ahora estoy contento" / "Nun bin ich froh”, Langsamer knirschender Morgen, Suhrkamp, 1987

Versiones de Silvana Franzetti

Más poemas de Volker Braun en 

Der Reißwolf

Die vergangenen ruhigen Tage beginnen zu rennen
In einem Abgrund. Auch die Zukunft
Reißen sie mit hinein. Was dachte ich denn?
Mein altes Schweigen wird zum Gebrüll
Nicht mehr verständlich. Was bezweckte ich?
Der Reisswolf erinnert sich bruchstückhaft
Mein friedliches Leben, mit Abstand besehn
Verwandelt sich in eine Katastrophe. WER
SEINE LAGE ERKANNT HAT, der ist aufzuhalten
Aber nun wohin? Das Elend kommt ihm von
überallher entgegen.


Nun bin ich froh 
Nun also bin ich froh.
Ich ziehe die Luft durch die Adern
Und habe noch meine fünf Sinne. –
In dieser sinnlosen Welt? –
Ich wohne dicht auf der Erde
Die keinem und mir gehört.
Ich sehe noch Baum und Fisch
Und schwimmende Meere. – Sterben
Siehst du sie. – Staaten
Aus gräßlichen Beton. Selber
Der Freieste, Untertan.
Die Tat noch tötet den Mann.
Ich fürchte mich vor dem Krieg. –
Und des bist du froh? –
In der Gefahr größester
Gegenwart leben, der letzte
Oder der erste Mensch.
---
Foto: MDR

martes, enero 28, 2025

Eugenio Montale / El mechón de pelo...


El mechón de pelo que te vela
la frente infantil, distraerlo
con la mano no debes. También habla
de ti, sobre mi camino es todo el cielo,
la única luz junto con los jades con que has
rodeado la muñeca, en el tumulto del 
sueño la cortina que tus indultos
extienden, el ala que te lleva,
transmigrante Artemisa e ilesa,
entre las guerras de los nacidos muertos;  si
de aéreos plumones se enflora
ese fondo eres tú la que de un salto
bajaste a agitarlo
e intranquila tu frente
se confunde con el alba, la esconde.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino


LA FRANGIA dei capelli che ti vela
la fronte puerile, tu distrarla
con la mano non devi. Anch'essa parla
di te, sulla mia strada è tutto il cielo,
la sola luce con le giade ch'ài
accerchiate sul polso, ne tumulto
del sonno la cortina che gl'indulti
tuoi distendono, l'ala onte tu vai,
trasmigratrice Artemide ed illesa,
 tra le guerre dei nati-morti; e s'ora
d’aeree lanugini s'infiora
quel fondo, a marezzarlo sei tu, scesa
d'un balzo, e irrequieta la tua fronte
si confonde con l'alba, la nasconde.
---
Foto: Eugenio Montale, Milán, años 60 Giorgio Lotti/Mondadori/Getty Images

lunes, enero 27, 2025

Miyó Vestrini / El país, decíamos



El país, decíamos, 
lo poníamos en las mesas, 
lo cargábamos a todas partes, 
el país necesita, 
el país espera, 
el país tortura, 
el país será, 
al país lo ejecutan, y estábamos allí por las tardes 
a la espera de algún doliente 
para decirle 
no seas idiota 
piensa en el país.

Marie-José Fauvelle Ripert, Miyó Vestrini (Nimes, Francia, 1938 - Caracas, 1991), Todos los poemas, Monte Ávila, Caracas, 1994
Envío de Jonio González

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domingo, enero 26, 2025

Alberto Cisnero / De "Clase 75"



10-

más que la planta y la bestia
tranqueamos con el riesgo.
en tanto progresa el día.
mañana será otro pálido
recuerdo. verás la sombra
de un rincón y algunas flores.
una sola línea sincera basta
para distinguir la propina
de la limosna. así nos
lo dijo el corazón.


11-

leeremos exégesis de los vates
parroquiales (sufren mucho,
piden su óbolo: confidencias,
miserias, querellas). en provincia
y en capital. luego de ilustrados
vamos a repetir frases sacadas
de los libros, alegres sin bajezas.
y aunque la ilusión sea vana,
nos oiremos entonar canciones
que acompañan la guitarra.

cumbias, vidalas, chamamé.
son nuestras limitaciones.

16-

mi pueblo tiene un río, un río
que es como un mar. he aquí
que fluye cual ninguno y forma
otra parte del horizonte. cuando
la época de troya y su guerra,
dentro de libros duplicados
sobre piel encalada, donde
los campos de concentración
del territorio nacional, en aquella
estampa de la abanderada
de los hundibles y en el doblón
de oro de ocho escudos. es la masa
molecular de un cuerpo. escribir

es hacer el trabajo sucio, por eso
hay que saber para quién.

Alberto Cisnero (La Matanza, Argentina, 1975)

Clase 75
,
Buenos Aires, 2025









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Foto: Gentileza de editorial Barnacle

sábado, enero 25, 2025

Robert Frost /Dos vagabundos en tiempo de barro


Desde el barro llegaron dos extraños
Y me sorprendieron partiendo leña en el jardín,
Uno de ellos me distrajo
Con un saludo alegre: "dales con todo".
Supe muy bien por qué se había detenido
Dejando que el otro se le adelantara.
Supe muy bien lo que tenía en mente:
Quería hacer mi trabajo por dinero.

Yo partía buenos bloques de roble,
Tan grandes como el tronco donde los cortaba;
Y cada pieza que golpeaba limpiamente
Caía sin astillarse, como piedras divididas.
Los golpes que una vida de autocontrol
Había retenido en favor del bien común,
Los descargaba ese día, dándole permiso a mi alma,
Contra esas maderas sin importancia.

Al sol hacía calor, aunque la brisa era fresca.
Ustedes saben cómo es un día de abril
Cuando sale el sol y para el viento,
Estás un mes adelantado, en la mitad de mayo.
Pero apenas terminas de decirlo,
Viene una nube y cubre la bóveda soleada;
un viento baja de un pico helado,
Y entonces estás dos meses atrás,
En la mitad de marzo.

Un mirlo azul baja suavemente, se posa
Y se vuelve hacia el viento para alisar sus plumas,
Su canto, tan modulado que no podría despertar
A ninguna flor aún en capullo.
Cae un copo de nieve, el mirlo supo a medias
Que el invierno jugaba a hacerse el muerto.
Salvo por su color, él no está triste,
Pero tampoco es que anuncie ningún florecimiento.

El agua, que en el verano
Tendremos que rastrear con una vara mágica,
Forma ahora un arroyo en cada huella,
Un estanque en cada pisada.
Alégrate con el agua, pero no te olvides
De que la escarcha se agazapa debajo de la tierra,
Ella irrumpirá ni bien se ponga el sol
Para mostrar en el agua su diente de cristal.

Aquella vez fue cuando más amé mi trabajo,
Y esos dos, al venir con su pedido,
Hicieron que lo amara más.
Se podría pensar que yo nunca había sentido antes
El peso de un hacha equilibrándose en lo alto,
El contacto con la tierra en la planta de los pies,
La vida de los músculos balanceándose con suavidad,
Regulares y húmedos, en la tibieza primaveral.

Salidos de los bosques, dos vagabundos corpulentos
(Que Dios sabe dónde habrán dormido anoche,
aunque hasta hace poco estarían en algún campamento maderero)
Consideraban que partir leña era asunto de ellos.
Hombres de los bosques y leñadores,
Me juzgaban según sus habilidades.
Excepto por el modo en que un tipo manejaba el hacha
No tenían manera de reconocer a un tonto.

Ni ellos ni yo decíamos nada.
Sabían que solo tenían que quedarse ahí
Para que el peso de su lógica entrara en mi cabeza:
Yo no tenía derecho a jugar
Con aquello que para otros era un trabajo.
Mi derecho podría ser el amor pero el de ellos era la necesidad.
Y puestos lado a lado,
El derecho de ellos era más justo -de acuerdo.

Pero ceda quien quiera a esa separación.
El objetivo de mi vida es unir
Mi afición con mi vocación,
Tal como mis dos ojos se hacen uno en la mirada.
Solo donde el amor y la necesidad son uno,
Y en el trabajo se juega la vida,
Se consuma realmente la acción
Para el Cielo y para el bien futuro.

[A Further Range, 1936]

Robert Frost (San Francisco, Estados Unidos, 1874-Boston, Estados Unidos, 1963), Biblioteca Ignoria
Versión de Isaías Garde



Two Tramps in Mud Time

Out of the mud two strangers came
And caught me splitting wood in the yard,
And one of them put me off my aim
By hailing cheerily "Hit them hard!"
I knew pretty well why he had dropped behind
And let the other go on a way.
I knew pretty well what he had in mind:
He wanted to take my job for pay.

Good blocks of oak it was I split,
As large around as the chopping block;
And every piece I squarely hit
Fell splinterless as a cloven rock.
The blows that a life of self-control
Spares to strike for the common good,
That day, giving a loose my soul,
I spent on the unimportant wood.

The sun was warm but the wind was chill.
You know how it is with an April day
When the sun is out and the wind is still,
You're one month on in the middle of May.
But if you so much as dare to speak,
A cloud comes over the sunlit arch,
A wind comes off a frozen peak,
And you're two months back in the middle of March.

A bluebird comes tenderly up to alight
And turns to the wind to unruffle a plume,
His song so pitched as not to excite
A single flower as yet to bloom.
It is snowing a flake; and he half knew
Winter was only playing possum.
Except in color he isn't blue,
But he wouldn't advise a thing to blossom.

The water for which we may have to look
In summertime with a witching wand,
In every wheelrut's now a brook,
In every print of a hoof a pond.
Be glad of water, but don't forget
The lurking frost in the earth beneath
That will steal forth after the sun is set
And show on the water its crystal teeth.

The time when most I loved my task
The two must make me love it more
By coming with what they came to ask.
You'd think I never had felt before
The weight of an ax-head poised aloft,
The grip of earth on outspread feet,
The life of muscles rocking soft
And smooth and moist in vernal heat.

Out of the wood two hulking tramps
(From sleeping God knows where last night,
But not long since in the lumber camps).
They thought all chopping was theirs of right.
Men of the woods and lumberjacks,
They judged me by their appropriate tool.
Except as a fellow handled an ax
They had no way of knowing a fool.

Nothing on either side was said.
They knew they had but to stay their stay
And all their logic would fill my head:
As that I had no right to play
With what was another man's work for gain.
My right might be love but theirs was need.
And where the two exist in twain
Theirs was the better right--agreed.

But yield who will to their separation,
My object in living is to unite
My avocation and my vocation
As my two eyes make one in sight.
Only where love and need are one,
And the work is play for mortal stakes,
Is the deed ever really done
For Heaven and the future's sakes. 
---

viernes, enero 24, 2025

Biancamaria Frabotta / De "Il rumore bianco"


Escribo para no fumar pero si no fumo no escribo
Escribo para no esperar el maldito timbre del teléfono.
pero si no llamas no escribo
escribo para no escapar de la abundancia de tu vena.
pero si no escapo no escribo
Escribo para no volver a la mala senda
pero si no vuelvo no escribo
escribo para no darles la victoria, mosqueteros del viento y del engaño
pero si no vivo más y escribo, ¡ay!
victoria siempre tendrán sobre mí.

Biancamaria Frabotta (Roma, 1946-2022), Il rumore bianco, Feltrinelli, 1982; Facebook, 23 de enero de 2025
Versión de Jorge Aulicino


Scrivo per non fumare ma se non fumo non scrivo 
scrivo per non aspettare il sanguinoso squillo del telefono 
ma se non telefoni non scrivo
scrivo per non scappare dalla abbondanza della tua vena 
ma se non scappo non scrivo
scrivo per non tornare sulla cattiva strada
ma se non torno non scrivo
scrivo per non darvela vinta moschettieri del vento e del falso 
ma se più non vivo e scrivo ahimè
vinta voi sempre l’avrete su di me.
---

jueves, enero 23, 2025

Antón Arrufat / Dos poemas


Post scriptum

Tocan a la puerta
mientras escribo esta página:
me levanto y recojo
un pequeño patíbulo.
Regreso y sigo escribiendo.


Ellos

Un día vendrán a buscarme,
lo aseguro.
Dos hombres vestidos de hombre
subirán la escalera, que la vecina
ha terminado de limpiar.
Los espero sentado en mi sillón
de siempre: donde escribo.
Me llamarán, saben mi nombre.
Después seré expulsado
de los cursos
y de la historia.

Antón Arrufat (Santiago de Cuba, Cuba, 1935 - La Habana, 2023), La huella en la arena. Poemas reunidos, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986
Envío de Jonio González
---

miércoles, enero 22, 2025

Cesare Pavese / Encuentro




Estas duras colinas que han hecho mi cuerpo
y lo sacuden con tantos recuerdos, me han abierto el prodigio
de ella, que no sabe que la vivo y no llego a comprenderla.

La encontré una noche: una mancha muy clara
bajo las estrellas ambiguas, en la neblina de verano.
Había alrededor el olor de estas colinas
más profundo que la sombra, y de repente sonó,
como salida de estas colinas, una voz más limpia,
y áspera a la vez, una voz de tiempos perdidos.

Alguna vez la veo, vívida delante,
definida, inmutable, como un recuerdo.
Nunca pude aferrarla: su realidad
cada vez se me escapa y me lleva lejos.
Si es bella no lo sé. Entre las mujeres es joven:
me sorprende al pensarla un recuerdo remoto
de la infancia vivida entre aquellas colinas,
tan joven es. Es como la mañana. Me trae en los ojos
todos los cielos lejanos de aquellas mañanas remotas.
Y tiene en los ojos un propósito firme: la luz más limpia
que haya tenido jamás el alba sobre estas colinas.

La he creado desde el fondo de todas las cosas
que me son más queridas y no llego a comprenderla.

[8 - 15 de agosto de 1932]

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908-Turín, Italia, 1950)

"Trabajar cansa",
Poesía completa,
Traducción de Jorge Aulicino
Buenos aires 2025







Más poemas de Cesare Pavese en Otra Iglesia Es Imposible
Una selección de poemas de Pavese en italiano en Avamposto
Una introducción a los poemas de Pavese en Op. Cit.


Incontro

Queste dure colline che han fatto il mio corpo
e lo scuotono a tanti ricordi, mi han schiuso il prodigio
di costei, che non sa che la vivo e non riesco a comprenderla.

L’ho incontrata, una sera: una macchia più chiara
sotto le stelle ambigue, nella foschìa d’estate.
Era intorno il sentore di queste colline
più profondo dell’ombra, e d’un tratto suonò
come uscisse da queste colline, una voce più netta
e aspra insieme, una voce di tempi perduti.

Qualche volta la vedo, e mi vive dinanzi
definita, immutabile, come un ricordo.
Io non ho mai potuto afferrarla: la sua realtà
ogni volta mi sfugge e mi porta lontano.
Se sia bella, non so. Tra le donne è ben giovane:
mi sorprende, a pensarla, un ricordo remoto
dell’infanzia vissuta tra queste colline,
tanto è giovane. È come il mattino. Mi accenna negli occhi
tutti i cieli lontani di quei mattini remoti.
E ha negli occhi un proposito fermo: la luce più netta
che abbia avuto mai l’alba su queste colline.

L’ho creata dal fondo di tutte le cose
che mi sono più care, e non riesco a comprenderla.
---
Imagen superior: De la tapa de Poesía completa, retrato de perfil de Cesare Pavese, por Merlina H. Cisnero, basado en las fotos de prontuario del autor durante su confinamiento en un pueblo de Calabria en la década de los 30 del siglo pasado.

martes, enero 21, 2025

Eugenio Montale / Serenata india


Y aún es nuestro el deshacerse de las tardes
Y para nosotros la estría que del mar
sube hasta el parque y hiere los aloe.

Puedes llevarme de la mano si finges
creerte conmigo, si tengo la locura

de seguirte lejos y si aquello que tomas,
aquello que dices me parece tu poder.

***

Si fuese tu vida la que me sostiene sobre
los umbrales, podría prestarte un rostro,
delirar tu figura. Pero no es,


no es así. El pulpo que insinúa tentáculos
de tinta entre las rocas
puede servirse de ti. Le perteneces 
y no lo sabes. Eres él, te crees tú. 

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



Serenata indiana 
 
È pur nostro il disfarsi delle sere. 
E per noi è la stria che dal mare 
sale al parco e ferisce gli aloè. 

Puoi condurmi per mano, se tu fingi 
di crederti con me, se ho la follia 

di seguirti lontano e ciò che stringi, 

ciò che dici, m'appare in tuo potere. 

***
Fosse tua vita quella che mi tiene sulle 
soglie - e potrei prestarti un volto, 
vaneggiarti figura. Ma non è, 

non è cosi. Il polipo che insinua tentacoli 
d'inchiostro tra gli scogli 
può servirsi di te. Tu gli appartieni 
e non lo sai. Sei lui, ti credi te. 

---
Foto: Eugenio Montale, Milán 1962  Mario De Biasi / Mondadori / Getty Images

lunes, enero 20, 2025

Bertolt Brecht / Tres poemas



Epístola sobre el suicidio

Matarse uno mismo
es un asunto trivial.
Se puede charlar de eso con la lavandera.
Discutir con un amigo los pros y los contras.
Un convencido patetismo, que emocione,
debería evitarse.
Aunque tampoco es preciso que esto sea dogma en absoluto.
Pero me parece mejor
un poco de trampa, como de costumbre:
 Que ya está uno harto de mudarse de ropa; o mejor aún:
Que la mujer le ha sido infiel a uno
(esto convence a los que se admiran de tales cosas
y no es demasiado grandioso).
En todo caso
no debería parecer
que uno se ha dado
demasiada importancia.


Nacido después

Lo confieso: yo
no tengo esperanza.
Los ciegos hablan de una salida.
Yo veo.
Cuando se agotan los errores,
queda, como última compañía,
sentada frente a nosotros, la Nada.


Epístola

Puede llegar alguien de Ulm y matarme.
Entonces palidece un día en el aire,
el temblor de unas briznas de hierba que observé en otro tiempo
se detiene ahora al fin.
Un hombre que era amigo mío y murió
ya no tiene a nadie que sepa cómo era.
Mi humo de tabaco,
que ha subido mientras tanto a través de millones de cielos,
pierde su fe en Dios
y sigue subiendo.

Bertolt Brecht (Augsburgo, Alemania, 1898 - Berlín, Alemania, 1956), "Poesías juveniles (1914-1926)", Poesías, selección y traducción de José María Valverde [1973], Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2017

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Foto: Retrato juvenil de Bertolt Brecht Roger Viollet/ Getty Images

domingo, enero 19, 2025

Jacques Prevert / Dos poemas


Una linda mañana 

No tenía miedo de nadie
No tenía miedo de nada
Pero una mañana una linda mañana
Cree ver alguna cosa
Pero No es nada
Y tenía razón
Con su razón sin duda alguna
No era nada
Pero la mañana esa misma mañana
Creyó escuchar a alguien
Y abrió la puerta
Y la cerró diciendo Nadie
Y tenía razón
Con su razón sin duda alguna
No había nadie
Pero de pronto tuvo miedo
Y comprendió que estaba solo
Pero que no estaba solo del todo
Y es entonces cuando vio
Nada de nadie delante de él. 

Histoires, et d'autres histoires,Gallimard, 1963
Historias, Rodolfo Alonso Editor,1970
versión de Rodolfo Alonso


Desayuno

Echó café
En la taza
Echó leche
En la taza de café
Echó azúcar
En el café con leche
Con la cucharilla
Lo revolvió
Bebió el café con leche
Dejó la taza
Sin hablarme
Encendió un cigarrillo
Hizo anillos
De humo
Volcó la ceniza
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
se puso de pie
Se puso
El sombrero
Se puso
El impermeable
Porque llovía
Y se marchó
Bajo la lluvia
Sin decir palabra
Sin mirarme
Y me cubrí
La cara con las manos
Y lloré.

Paroles, Gallimard, 1945
Palabras,Fabril Editora, 1960
versión de Juan José Ceselli         

Jacques Prevert (Neuilly-sur-Seine, Francia,1900 -Omonville-la-Petite, Francia, 1977)

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Foto: Jacques Prevert, París, años 60, Reporters Associes/ Gamma-Rapho/ Getty Images

sábado, enero 18, 2025

Herman Melville / Canto fúnebre


Arrojamos nuestros muertos al mar,
El insondable, insondable mar;
Cada burbuja un suspiro hueco,
Mientras se hunden por siempre jamás.
Arrojamos nuestros muertos al mar— 
No huelen a nada los muertos;
Arrojamos nuestros muertos al mar—
El mar nunca dedica a ello un pensamiento.
Húndete, húndete, oh cadáver, sigue hundiéndote,
Profundamente en el insondable mar,
Donde merodean las desconocidas formas
Abajo, abajo, en el insondable mar.
Arriba es de noche, y es de noche en todas partes,
Y la noche será contigo;
Mientras te hundes, y te hundes por siempre jamás
Cada vez más hondo en el insondable mar.

Herman Melville (Nueva York, Estados Unidos 1819-1891), Complete Poems, edición de Hershel Parke, Library of America, Nueva York, 2019.
 Versión de Jonio González. 

Más poemas de Herman Melville en Otra Iglesia Es Imposible

Dirge

We drop our dead in the sea,
The bottomless, bottomless sea;
Each bubble a hollow sigh,
As it sinks forever and aye.
We drop our dead in the sea,--
The dead reek not of aught;
We drop our dead in the sea,--
The sea ne'er gives it a thought.
Sink, sink, oh corpse, still sink,
Far down in the bottomless sea,
Where the unknown forms do prowl,
Down, down in the bottomless sea.
'Tis night above, and night all round,
And night will it be with thee;
As thou sinkest, and sinkest for aye,
Deeper down in the bottomless sea.
---
Foto: Herman Melville a los 66 años. Rodkwood/ Universidad de Yale /Getty Images

viernes, enero 17, 2025

Eugenio Montale / En el sueño

   
El canto de las lechuzas cuando un iris
con intermitentes latidos se estrecha
y gemidos y suspiros
de juventud, el error que rodea
las sienes y el vago horror de los cedros sacudidos
por el golpe de las noche - todo eso
puede volver a mí, desbordar las zanjas,
romper conductos, despertarme
con tu voz. Hiere el sonido
de una giga cruel, el adversario baja 
la celada sobe el rostro. Entra la luna
de amaranto en lo ojos cerrados, es una nube
que se hincha: y cuando el sueño la lleva
hacia el fondo, es todavía sangre más allá de la muerte.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino



Nel sonno 

Il canto delle strigi, quando un'iride 
con intermessi palpiti si stinge, 
i gemiti e i sospiri 
di gioventu, l'errore che recinge 
le tempie e il vago orror dei cedri smossi 
dall'urto della notte - tutto questo 
può ritornarmi, traboccar dai fossi, 
rompere dai rondotti, farmi desto 
alla tua voce. Punge il suono d'una 
giga crudele, l'avversario chiude 
la celata sul viso. Entra la luna 
d'amaranto nei chiusi occhi, è una nube 
che gonfia: e quando il sonno la trasporta 
piu in fondo, è ancora sangue oltre la morte. 
---
Foto: Eugenio Montale, Milán, 1973 Giorgio Lotti/ Mondadori/ Getty Images

jueves, enero 16, 2025

Héctor Pedro Blomberg / De "Flor salvaje"


II.
En la aurora

I
Palideció la postrimera estrella
De la noche en el tibio firmamento
Y se alejó por misteriosa huella;
Clareó en el monte la alborada bella
Y una calandria despertó en el viento...

II
Era el alba. La noche fugitiva
Arrastróse llorosa hacia Occidente
Como una sombra del dolor cautiva.
Ardiente el sol de la región nativa
Nació sobre los cielos del Oriente.

III
Yaya lo vio, y el rayo de la aurora
Se deslizó en su negra cabellera
Y alumbró su pupila soñadora.
Una duda sombría la devora
En la inquietud de la eternal espera.

IV
¡No vendrá, Yaya! El indio infortunado
Que te dio el ser, se doblegó a la suerte
Y cayó como el árbol desgajado...
Cayó en la negra noche y a su lado
Resonaron los pasos de la muerte.

V
No, Yaya, no vendrá, cuando el torrente
En las laderas escarpadas truena,
Ni cuando el rayo de la luz naciente
Amanece en las sombras de la mente
Y en la noche terrible de la pena!

VI
Toda la noche lo esperó. Su acento
El nombre del ausente repetía
En las alas fantásticas del viento:
Y en el mustio desierto soñoliento
La quietud de la muerte respondía.

VII
Toda la noche lo esperó. En el cielo
Las estrellas, muy pálidas, miraban
Con expresión de amargo desconsuelo,
Tal vez sumidas en el mismo duelo
Con Yaya melancólicas soñaban.

VIII
Con Yaya, la indiecita soñadora
Que pobló de canciones el desierto
Del nocturno crepúsculo en la hora;
Y en cuya cuna, al preludiar la aurora,
Templó sus quenas el guerrero muerto.

IX
Soñaron con la flor de la llanura,
La que aún espera que el guerrero vuelva
En la noche tristísima y oscura.
Solo volvió a su nido en la espesura
El ave solitaria de la selva.

X
No volverá jamás, oh Yaya mía,
Pobre flor del desierto abandonada...
En el misterio de la selva umbría
Parece que resuena todavía
El grito de la raza desolada...

[1908]

Héctor Pedro Blomberg (Buenos Aires, 1889-1955),

"Flor salvaje" *, Poesía reunida, Barnacle, Buenos Aires, 2025. Edición de Alberto Cisnero. Prólogo de Santiago Sylvester. Retrato de tapa de Merlina H. Cisnero










* Libro entregado a la estampa en 1908, en la ciudad de Buenos Aires, firmado como Héctor Pedro Blomberg López e impreso por Escuelas Profesionales Huerfanitas de Don Bosco (de las "Notas del Editor")

De la "Advertencia al lector" en esta Poesía reunida:

"Flor salvaje, un primer libro datado en 1908 con doble rúbrica: Blomberg López; llamativamente no hay mención del mismo en ninguna de las profusas referencias literarias y digitales firmadas por insignes especialistas, que con ahínco cotejamos.
"(…) Al recorrer el largo poema asistimos al trance (destierro) de una cautiva a través del desierto, un motivo harto repetido en la literatura nacional (la pampa, el mar serían en lo sucesivo el verdadero territorio literario y concreto de una pugna que no ha cesado)…"

Más poemas de Héctor Pedro Blomberg en Otra Iglesia Es Imposible, Poetas Siglo XXI, Periódico de Poesía, Espacio Latino
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Foto: Una de las pocas imágenes conocidas de Blomberg y la más difundida. Fue publicada en 1968, en Historia de la literatura argentina, del Centro Editor de América Latina (CEDAL), y provino, seguramente, de uno de los muchos archivos oficiales y académicos consignados en esa publicación. 

miércoles, enero 15, 2025

Pablo Neruda / De "Tercera residencia"


Las furias y las penas

EN el fondo del pecho estamos juntos,
en el cañaveral del pecho recorremos
un verano de tigres,
al acecho de un metro de piel fría,
al acecho de un ramo de inaccesible cutis,
con la boca olfateando sudor y venas verdes
nos encontramos en la húmeda sombra que deja caer besos.

Tú mi enemiga de tanto sueño roto de la misma manera
que erizadas plantas de vidrio, lo mismo que campanas
deshechas de manera amenazante, tanto como disparos
de hiedra negra en medio del perfume,
enemiga de grandes caderas que mi pelo han tocado
con un ronco rocío, con una lengua de agua,
no obstante el mudo frío de los dientes y el odio de los ojos,
y la batalla de agonizantes bestias que cuidan el olvido,
en algún sitio del verano estamos juntos
acechando con labios que la sed ha invadido.
Si hay alguien que traspasa
una pared con círculos de fósforo
y hiere el centro de unos dulces miembros
y muerde cada hoja de un bosque dando gritos,
tengo también tus ojos de sangrienta luciérnaga
capaces de impregnar y atravesar rodillas
y gargantas rodeadas de seda general.

Cuando en las reuniones
el azar, la ceniza, las bebidas,
el aire interrumpido,
pero ahí están tus ojos oliendo a cacería,
a rayo verde que agujerea pechos,
tus dientes que abren manzanas de las que cae sangre,
tus piernas que se adhieren al sol dando gemidos,
y tus tetas de nácar y tus pies de amapola,
como embudos llenos de dientes que buscan sombra,
como rosas hechas de látigo y perfume, y aun,
aun más, aun más,
aun detrás de los párpados, aun detrás del cielo,
aun detrás de los trajes y los viajes, en las calles donde la
         gente orina,
adivinas los cuerpos,
en las agrias iglesias a medio destruir, en las cabinas que
         el mar lleva en las manos,
acechas con tus labios sin embargo floridos,
rompes a cuchilladas la madera y la plata,
crecen tus grandes venas que asustan:
no hay cáscara, no hay distancia ni hierro,
tocan manos tus manos,
y caes haciendo crepitar las flores negras.

Adivinas los cuerpos!
Como un insecto herido de mandatos,
adivinas el centro de la sangre y vigilas
los músculos que postergan la aurora, asaltas sacudidas,
relámpagos, cabezas,
y tocas largamente las piernas que te guían.

Oh conducida herida de flechas especiales!

Hueles lo húmedo en medio de la noche?

O un brusco vaso de rosales quemados?

Oyes caer la ropa, las llaves, las monedas
en las espesas casas donde llegas desnuda?

Mi odio es una sola mano que te indica
el callado camino, las sábanas en que alguien ha dormido
con sobresalto: llegas
y ruedas por el suelo manejada y mordida,
y el viejo olor del semen como una enredadera
de cenicienta harina se desliza a tu boca.

Ay leves locas copas y pestañas,
aire que inunda un entreabierto río
corno una sola paloma de colérico cauce,
como atributo de agua sublevada,
ay substancias, sabores, párpados de ala viva
con un temblor, con una ciega flor temible,
ay graves, serios pechos como rostros,
ay grandes muslos llenos de miel verde,
y talones y sombra de pies, y transcurridas
respiraciones y superficies de pálida piedra,
y duras olas que suben la piel hacia la muerte
llenas de celestiales harinas empapadas.
Entonces, este río
va entre nosotros, y por una ribera
vas tú mordiendo bocas?

Entonces es que estoy verdaderamente, verdaderamente lejos
y un río de agua ardiendo pasa en lo oscuro?
Ay cuántas veces eres la que el odio no nombra,
y de qué modo hundido en las tinieblas,
y bajo qué lluvias de estiércol machacado
tu estatua en mi corazón devora el trébol.

El odio es un martillo que golpea tu traje
y tu frente escarlata,
y los días del corazón caen en tus orejas
como vagos búhos de sangre eliminada, ·
y los collares que gota a gota se formaron con lágrimas
rodean tu garganta quemándote la voz como con hielo.

Es para que nunca, nunca
hables, es para que nunca, nunca
salga una golondrina del nido de la lengua
y para que las ortigas destruyan tu garganta
y un viento de buque áspero te habite.

En dónde te desvistes?
En un ferrocarril, junto a un peruano rojo
o con un segador, entre terrones, a la violenta
luz del trigo?
O corres con ciertos abogados de mirada terrible
largamente desnuda, a la orilla del agua de la noche?

Miras: no ves la luna ni el jacinto
ni la oscuridad goteada de humedades,
ni el tren de cieno, ni el marfil partido:
ves cinturas delgadas como oxígeno,
pechos que aguardan acumulando peso
e idéntica al zafiro de lunar avaricia
palpitas desde el dulce ombligo hasta las rosas.

Por qué sí? Por qué no? Los días descubiertos
aportan roja arena sin cesar destrozada
a las hélices puras que inauguran el día,
y pasa un mes con corteza de tortuga,
pasa un estéril día,
pasa un buey, un difunto,
una mujer llamada Rosalía,
y no queda en la boca sino un sabor de pelo
y de dorada lengua que con sed se alimenta.
Nada sino esa pulpa de los seres,
nada sino esa copa de raíces.

Yo persigo como en un túnel roto, en otro extremo
carne y besos que debo olvidar injustamente,
y en las aguas de espaldas cuando ya los espejos
avivan el abismo, cuando la fatiga, los sórdidos relojes
golpean a la puerta de hoteles suburbanos, y cae
la flor de papel pintado, y el terciopelo cagado por las ratas
        y la cama
cien veces ocupada por miserables parejas, cuando
todo me dice que un día ha terminado, tú y yo
hemos estado juntos derribando cuerpos,
construyendo una casa que no dura ni muere,
tú y yo hemos corrido juntos un mismo río
con encadenadas bocas llenas de sal y sangre,
tú y yo hemos hecho temblar otra vez las luces verdes
y hemos solicitado de nuevo las grandes cenizas.

Recuerdo sólo un día
que tal vez nunca me fue destinado,
era un día incesante,
sin orígenes. Jueves.
Yo era un hombre transportado al acaso
con una mujer hallada vagamente,
nos desnudamos
como para morir o nadar o envejecer
y nos metimos uno dentro del otro,
ella rodeándome como un agujero,
yo quebrantándola como quien
golpea una campana,
pues ella era el sonido que me hería
y la cúpula dura decidida a temblar.

Era una sorda ciencia con cabello y cavernas
y machacando puntas de médula y dulzura
he rodado a las grandes coronas genitales
entre piedras y asuntos sometidos.

Éste es un cuento de puertos adonde
llega uno, al azar, y sube a las colinas,
suceden tantas cosas.

Enemiga, enemiga,
es posible que el amor haya caído al polvo
y no haya sino carne y huesos velozmente adorados
mientras el fuego se consume
y los caballos vestidos de rojo galopan al infierno?

Yo quiero para mí la avena y el relámpago
a fondo de epidermis,
y el devorante pétalo desarrollado en furia,
y el corazón labial del cerezo de junio,
y el reposo de lentas barrigas que arden sin dirección,
pero me falta un suelo de cal con lágrimas
y una ventana donde esperar espumas.

Así es la vida,
corre tú entre las hojas, un otoño
negro ha llegado,
corre vestida con una falda de hojas y un cinturón de metal
          amarillo,
mientras la neblina de la estación roe las piedras.

Corre con tus zapatos, con tus medias,
con el gris repartido, con el hueco del pie, y con esas manos
          que el tabaco salvaje adoraría,
golpea escaleras, derriba
el papel negro que protege las puertas,
y entra en medio del sol y la ira de un día de puñales
a echarte como paloma de luto y nieve sobre un cuerpo.

Es una sola hora larga como una vena,
y entre el ácido y la paciencia del tiempo arrugado
transcurrimos,
apartando las sílabas del miedo y la ternura,
interminablemente exterminados.


España en el corazón 

(…)

Explico algunas cosas

Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?


Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.


Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.

                                      Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
                       Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
                   Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
                                      Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
                pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.


Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!


Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

(…)

 [1935 -1945]

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes, Pablo Neruda (Parral, Chile, 1904 - Santiago de Chile, 1973), Tercera residencia, Losada, Buenos Aires, 1966

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Foto: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes s/d

martes, enero 14, 2025

Sergio Leandro / De "Sueño y vigilia del salmista"


Durante toda la mañana

Durante toda la mañana discurrieron en la luz,
“pequeñas gracias”
que en correspondencia acaso con las sombras
se hacían como de un milagro
sobre los sueños de los paseantes
entre las calles de la ciudad.

La música
que la noche inclina
descansa
llevada en aires por las “pequeñas gracias”
y en asomos de
delicadísimos instantes
inaugura sus tonos y encantos
y el salmista
que mirando al cielo pregunta
o discurre sus visiones al aire
mientras más abre su silencio
a que lo invada
en esa hora
una, algo así, precisión, se diría,
algo cierto tal vez hoy.

Llegan al redil
las “pequeñas gracias”
tocan liras de aire los ojos
cuando se destellan en la luz

y algo de lo que siempre ha sido
se revela en este tiempo hoy

y entre los intersticios
de la manera en que descansa y se recorta la luz
a lo largo del día
se arrojan de músicas
las “pequeñas gracias”
dispuestas…dispuestas.


Es de estas liras del aire

Es de estas liras del aire
o sobre ellas
o entre ellas
que discurre como en secreto
dulce melodía
y tenebrosa presencia, acaso…

Deslías
en qué posibles aciertos
o mudas ráfagas,
un ramillar de extrañas delicadezas

en la copa abierta del salmista
sobre su corazón herido de luz
del vértice mismo de la luz.

Es de estas liras del aire
que alcanzan las fibras
a dar tu melodía?

Es así que se desesperan, salmista,
tu mano y tu corazón
sobre la hoja a escribir?

acaso qué músicas?
acaso qué impresión de aire apenas
sobre el desliz del minuto?
acaso qué perdido amor de tan antiguo?

Ya vienen en el aire
aquellos lirios abiertos
a tu amor cristalino
a tu presencia

y sobre la luz

entre la luz

la más delicada de las ausencias

llena tu copa, salmista,
llénala de cada una de las presencias que se esfuman

en el correr de la luz
en el silencio.


Es en una oración de campanillas

Es en una oración de campanillas
o apenas luciérnagas en la noche
que se abre, diríamos así, se abre,
al silencio
el corazón del salmista
mientras hila
y de qué finísimas maneras hila
unas alusiones, unos indicios,
que se derraman silentes
sobre el sueño de todos aquí,
aquí,
donde la piedra es piedra
y el agua canto.

Se inclina al silencio el salmista
y si acaso fuera, a la hoja,
al blanco de la hoja
y se brindaran así como en un vértice
destellos del cielo o apenas recuerdos
que son nubes
lirios que abren sobre un sinfín de amaneceres.

Cruzan el cielo
las aves de mi sueño

y se figuran de espanto
ante la miseria y el horror

mas hilan,

y lo ves,
hilan desde allá

unas casi
delicadezas a decir aquí
y es un apremio
que al salmista recoge
en una zozobra
en una ilación transparente de músicas sobre su nombre

dando así
quién sabe qué figuras
o un corro de luces
mas
dando así
unos apuros
unas urgencias

de delicada acentuación
de ilusiones precisas
y amores que son
las dichas
que resplandecen
al correr lento de la tarde
y en el descanso también, sí,
del cielo
sobre los ojos del salmista
y tú
que aquí
abres su nombre
con tanto amor
que das, en brotes tan tiernos,
unos cariños ciertos
a decir…a decir.

Sergio Leandro (Cienfuegos, Cuba, 1981)

Sueño y vigilia del salmista,
Buenos Aires, 2025









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Foto: Sergio Leandro/Barnacle