viernes, agosto 18, 2023

Tomás Antônio Gonzaga / Dos poemas con Cupido



XLIV

El diestro Cupido un día
extrajo finos colores
de frescos lirios y rosas,
de jazmines y otras flores.

Con las más delgadas plumas
usa de una y de otra tinta,
y en los ángulos de cobre
a cuatro bellezas pinta.

Por hacer pensar a todos,
en su liso centro escribe
un letrero, que pregunta:
¿Este espacio a quién se debe?

Venus, que vio la pintura,
leyó la letra ingeniosa,
puso debajo: de él cedo;
dése a Marilia fermosa.


XLVI

Cupido, tirando
del hombro la aljaba,
en campo de flores
contento jugaba.

Y el cuerpo tiernito
después, enfadado,
incauto reclina
en el verde prado.

Marilia fermosa,
que al dios conocía,
oculta acechaba
cuanto él hacía.

Mal juzga que duerme,
se llega, contenta,
las armas le hurta,
y el dios no la siente.

Los Faunos, mal vieron
las armas robadas,
dejaron la grutas
soltando risadas.

Recuerda Cupido,
y la causa viendo,
a cuantos lo insultan
responde diciendo:

-¿Teméis las saetas
en mis manos crudas?
Veréis lo que pueden
ahora en las suyas.

Tomás Antônio Gonzaga (Miragaia, Portugal, 1744 - Isla de Mozambique, Mozambique, 1810), Marilia de Dirceo, Universidad de San Pablo y Fondo de Cultura Económica, México, 2002
Traducción de Jorge Ruedas de la Serna 


Imagen: Tomás Antônio Gonzaga, grabado del siglo XIX Biblioteca Nacional Digital del Brasil

XLIV

O destro Cupido um dia
extraiu mimosas cores
de frescos lírios e rosas,
de jasmins e de outras flores.

Com as mais delgadas penas
usa de uma, e de outra tinta,
e nos ângulos do cobre
a quatro belezas pinta.

Por fazer pensar a todos
no seu liso centro escreve
um letreiro, que pergunta:
Este espaço a quem se deve?

Vênus, que viu a pintura,
e leu a letra engenhosa,
pôs por baixo: Eu dele cedo;
dê-se a Marília formosa.


XLVI

Cupido tirando
dos ombros a aljava
num campo de flores,
contente, brincava.

E o corpo tenrinho
depois, enfadado,
incauto reclina
na relva do prado.

Marília formosa,
que ao deus conhecia,
oculta espreitava
quanto ele fazia.

Mal julga que dorme
se chega, contente,
as armas lhe furta,
e o deus a não sente.

Os Faunos, mal viram
as armas roubadas,
saíram das grutas
soltando risadas.

Acorda Cupido,
e a causa sabendo,
a quantos o insultam
responde, dizendo:

-Temíeis as setas
nas minhas mãos cruas?
Vereis o que podem
Agora nas suas.

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