jueves, febrero 11, 2021

Joaquín Giannuzzi / Dos poemas
















E = mc²

Einstein abrió la ventana
hacia la noche clara de verano.
El universo era demasiado
aun para un hombre como él.
Qué difícil meterlo en el cerebro;
los delicados muros
del cráneo le rompía, estremeciendo 
los agudos, dramáticos finales
de los restantes huesos.
Extrañamente en ese andar había leyes,
pero la Ley era un escándalo secreto,
una remota lucidez
cuyo sentido estaba huyendo
desde cualquier lugar hacia ninguno.
Se reveló, no obstante,
por gracia de este hombre
que abría su ventana hacia la noche,
una posible síntesis terrestre:
cabía en cuatro cifras tan culpables
que hacían sospechosa la inasible
profundidad del cielo: la muerte
quedaba desde entonces liberada
como esencial finalidad del cosmos.

Contemporáneo del mundo, 1962


Cucaracha en el noveno 

Así que la señora repartió el 
     último whisky de la velada y un
escalofrío que ahogó hasta el sentido del
     humor abarcó el salón del noveno
     piso. Fue cuando apareció eso, la
     negra mancha infamante que recorrió la
alfombra regada por Dalí. El mundo se hizo de
     pronto surrealista o reveló una
fisura y un carcomido dintel y la
     náusea reemplazó al conocimiento.
Y fue visible otro reino cuando el
     negro escándalo vaciló en
mitad del campo humano y hubo una especie de
     reflexión y se detuvo y varió el rumbo y buscó un
destino más elemental y nocturno. Nadie halló el
     chiste adecuado y además Haendel estaba en su
momento más suntuoso. Y la señora resolvió el
     asqueroso enigma, su ascenso a las alturas por
generaciones a partir de un
     huevo original en el piso bajo. Así que llamó al
portero y anunció: hay
     algo sucio en el noveno.

Señales de una causa personal, 1977

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924-Campo Quijano, Salta, Argentina, 2004), Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014

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Foto: La Marea

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