IV
El bosque
Bajo las frondas trémulas e inquietas
que forman mi basílica sagrada,
ha de escucharse la oración alada,
no el canto celestial de los poetas.
Albergue fui de druidas. Los ascetas,
en mis troncos de crústula rugada,
infligieron su frente macerada
y colgaron sus harpas los profetas.
Y, en tremenda ocasión, el errabundo
viento espantado suspendió su vuelo,
al escuchar de mi interior profundo
brotar, con infinito desconsuelo,
la más grande oración que desde el mundo
se ha alzado hasta las cúpulas del cielo.
XI
Las aves nocturnas
¡A infundir con el vuelo y los chirridos
más horror en la noche, más negrura
en los antros del monte y más pavura
en las ruinas de sótanos hendidos!
¡A seguir á los pájaros perdidos
de la arboleda entre la sombra obscura
y con la garra ensangrentada y dura
á darles muerte y á asolar sus nidos!
¡A lanzar tan horrísonos acentos,
desde la cruz del viejo campanario,
que el valor más indómito se quiebre!
¡A remedar terríficos lamentos,
de dientes estridor, crujir de osario
y espasmódicos gritos de la fiebre!...
XIV
Los nahuales
¡Sús, Vaquero Marcial! De nuestra boca
los conjuros oirás: aunque en la brega
quedaste vencedor, siempre a ti llega
de los hombres la voz que te provoca.
¡Por donde quiera el mal! Tu mano toca
las campiñas también. - Ya en ronda ciega
el coro de las brujas se despliega
de ti en derredor, sobre 1a abrupta roca.
Hijas sois de 1a víbora y el sapo:
de vuestro hediendo seno sacad presto
las efigies ridículas de trapo...
¡Oh, representación de los mortales!
mostrad aquí vuestro asombrado gesto
en la danza infernal de los nahuales.
Manuel José Othón (San Luis Potosí, México, 1858-1906), Poemas rústicos 1890-1902, con edición facsimilar, Factoría, Ciudad de México, 2003
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - La Prosa Modernista - Poemas del Alma - A Media Voz
Ilustración: Retrato de Manuel José Othón en la edición original de Poemas rústicos (1902)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario