de Poesía y verdad
Entonces había que empezar a tratar de forma misteriosa y singular extraños ingredientes del macrocosmos y del microcosmos y, sobre todo, se trataba de obtener sales de modos inauditos. Pero lo que me tuvo más ocupado durante bastante tiempo fue el llamado liquor silicum, que se genera al fundir cantos puros de cuarzo con la parte correspondiente de álcali, de lo que surge un cristal transparente que se funde en contacto con el aire y genera un bello líquido claro. Quien alguna vez haya realizado personalmente este proceso y lo haya visto con sus propios ojos no le reprochará su fe a quienes creen en la sierra virgen y en la posibilidad de seguir actuando en ella y a través de ella. Había adquirido una gran pericia en la preparación de este licor silíceo. Los bonitos cantos blancos que se encuentran en el Main me proporcionaban un material perfecto, aunque tampoco dejé que me faltaran los demás ingredientes ni el empeño suficiente. Con todo, finalmente acabé cansándome al verme obligado a constatar que lo silíceo no estaba de ningún modo tan íntimamente unido a la sal como lo había creído en términos filosóficos, pues se precipitaba muy fácilmente, y el bellísimo líquido mineral que en una ocasión, para mi gran sorpresa, había aparecido bajo la forma de una gelatina animal, siempre terminaba por desprender un polvillo que no me quedaba más remedio que tener por un finísimo polvo silíceo y la naturaleza de éste de ningún modo me permitía percibir nada productivo ni albergar la esperanza de ver la transición de esta sierra virgen al estado maternal.
Johann Wolfgang Goethe (Frankfurt, 1749-Weimar, 1832), "Poesía y verdad", versión de Rosa Sala, Antología, Sudamericana, Buenos Aires, 1999
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Ilustración: La locura de Almayer, 1951, René Magritte
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