domingo, abril 19, 2009

John Ashbery /Ignorancia de la ley no es excusa





Ignorancia de la ley no es excusa

Fuimos advertidos sobre las arañas y la ocasional hambruna.
Manejamos hacia el centro para ver a nuestros vecinos.
Ningunos de ellos estaba en casa.
Anidamos en patios creados por la municipalidad,
recordábamos otros, lugares diferentes -
¿pero lo eran? ¿No lo conocimos todo antes?

En viñedos donde los himnos de las abejas inundan la monotonía,
dormimos en busca de paz, sumados a la gran marcha.
Él vino hacia mí.
Todo fue como había sido,
excepto por el peso del presente
que barrenaba el pacto que hicimos con el Cielo.
La verdad, no hubo motivo para regocijarse,
ni necesidad de volver, tampoco.
Estábamos perdidos solo por permanecer de pie,
escuchando el zumbido de los cables aéreos.

Lloramos esa meritocracia que, salvajemente vibrante,
había preservado la comida en la mesa y la leche en el vaso.
En descuidado estilo de barrio bajo,
regresamos al original cristal de roca en que él se había convertido,
todo preocupación, todo miedo para nosotros.
Descendimos poco a poco
hasta el escalón más bajo. Ahí puedes apenarte y respirar,
enjuagar tus pertenencias en el frío manantial.
Sólo cuídate de los osos y lobos que lo frecuentan,
y de la sombra que viene cuando esperas el amanecer.

John Ashbery (Rochester, New York, 1927). Where shall I wander, HarperCollins, Nueva York, 2005
Versión de Mariana Aulicino y J. Aulicino


Ignorance of the law is no excuse

We were warned about spiders, and the occasional famine./We drove downtown to see our neighbors. None of them were home./We nesteled in yards the municipality had created,/reminisced about other, different places -/but were they? Hadn't we known it all before?//In vineyards where the bee´s hymn drowns the monotony,/we slept for peace, joining in the great run./He came up to me./It was all as it had been,/except for the weight of te present,/that scuttled the pact we made with heaven./In truth there was no cause for rejoicing,/nor need to turn around, either./We were lost just by standing,/listening to the hum of wires overhead.//We mourned that meritocracy wich, wildly vibrant,/had kept food on the table and milk in the glass./In skid-row, slapdash style/we walked back to the original rock crystal he had become,/all concern, all fears for us./We went down gently/to the bottom-most step. There you can grieve and breathe,/rinse your possessions in the chilly spring./Only beware the bears and wolves that frequent it/and the shadow that comes when you expect dawn.


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Foto: Ashbery, Kelly Writers House, 2002. The Daily Pennsylvanian

4 comentarios:

  1. Alto poeta Ashbery! Y qué traducción! Asbhbery, que parafraseándolo a Eliot, es uno de mis poetas preferidos, pero no estoy seguro de entender del todo. Supongo que no importa. Logra transmitir una atmósfera ominosa, donde no parece haber escapatoria, aunque no se sabe bien si por la miseria, por el miedo, por el frío o por haber logrado sobrevivir en el mundo que parece haber quedado después del apocalipsis o de la devastación...lo cierto es que uno desciende junto con los personajes cada vez más...

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  2. Así me gusta, Aulicino's avanti, Irene

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  3. Sí, me parece imposible entender a Ashbery (lo inteligible no es dominio de la poesia), pero sería interesante desentrañar sus claves productivas

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  4. Estoy de acuerdo, Pedro. La primera "clave productiva" que se me ocurre es que Ashbery narra, y que sus símbolos son símbolos narrados, realistas. El doble fondo en el que la narración resuena es evidente, para mí, como en las parábolas bíblicas. En este poema en particular, los ambientes urbanos y rurales forman parte del relato del regreso a un amor, a mi juicio enmarcado en cierta cultura generacional aludida en la "great run" (gran marcha, gran carrera), que trasluce la Gran Marcha china y el movimiento general alternativista estadounidense. Pero el disfrute del poema está más allá de los símbolos, está en los lugares aludidos: el centro vació, los patios o playones municipales, el fin o principio de una escalera, el manantial frío, el cristal de roca de la meritocracia -tal vez la tradición- que menciona el poema -regreso a un amor y regreso a una cultura. Meditación y cuidado: acechan lobos y osos, fuera de la cultura, y la sombra, que ya en el final es metafísica.

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