miércoles, enero 17, 2024

Encuesta lírica II / Lecturas elegidas, 5


Raquel Jaduszliwer *


Marcelo Rizzi, Del cultivo de sí como un árbol de costumbre (Editorial Barnacle, 2022)
A lo largo de toda la obra de Marcelo Rizzi, cada uno de los poemas se incorpora a la reedificación constante del muro del lenguaje; a su vez, cada poema es una incitación perentoria a pasar al otro lado, a lo imposible. De ahí que la experiencia de su lectura nos haga más aventurados: un día despertaremos habiendo hallado una manera más intrépida de relacionarnos con el sentido y el sin sentido, parece decirnos el imperativo categórico de su escritura, acompañado en todo momento por la música hipnótica de una invitación. Ese habría sido el pacto, que tiene / por ahora sus cláusulas secretas: un girar incesante, / como el de un planeta, esta vez alrededor de un pozo / de agua primigenia, que dicen de cien años, o en torno / a una casa sin paredes, de puertas apenas entreabiertas / y con un techo de cristal.


Habrá que conservar por muchos años
como en un cajón de armario los fragmentos
del eros de cada revolución. Ese quizá sea
el minuto de toda historia que luego se narra,
que se parece al tañer de una campana que
anuncia que jamás hubo deuda, nunca donación.
Así, como esa turbulencia del agua, el reverso
del fuego al abismarse en la última cascada.
Así dos casas que se han de construir a la par:
una desde los cimientos hacia abajo, hasta
esa loca raíz enmohecida; la otra, desde los
escombros, hasta alcanzar la parte superior
del madero o de la parra.


Pablo Ananía, El animal profundo (Alción Editora, 2022)
Leyendo la obra de Pablo Ananía me vuelve el título de un libro autobiográfico de Jorge Semprún que en su momento me conmocionó: La escritura o la vida. Todo lo allí narrado conduce a las causas y consecuencias de ese enunciado que a primera vista se presenta casi como una aporía. La poesía de Ananía se produce en esa aporía que en su escritura es vivida como pathos: se constituye en el desgarro y se resuelve en acto. Como símbolo. Como música. La metáfora / viva, el arte de la metáfora, no proviene / de una comparación sino, como dijo Valery, / es una creación pura del espíritu. / Hacia allá conduce el arte / de prolongar la vida humana.

XXIII. Ser en obra

Dar con la palabra. No desde la razón
pura. No que sugiera o describa
o represente. No para dar que hablar.
Dar con la palabra justa.

Una. Absurda, irreal. Una. Para
anticipar el devenir, quitarle
a la noche su incerteza, ajustar
nuestras cuentas con lo más

oscuro de la mente,
transmigrar, transvestir,
reencarnar, renacer,
retornar, estar, ser.

¿Elegirías como Orfeo la forma de vida de un cisne?
¿Ser hombre o bestia? ¿Mujer varón? ¿No calandria?
¿O alondra? ¿No ser-en-obra poeta?
¿No nace el Verbo para librarnos de lo que no somos?


Jorge Aulicino, Fuera de lo general (En Danza, 2023)
El autor pasea su mirada por el mundo que lo circunda, se detiene en un detalle. La imagen visual que emerge de esa detención nos hace partícipes de la dimensión física de la presencia. Así las cosas, y sin darnos cuenta del cómo y el por qué, de pronto el sobresalto y ya estamos como lectores arrojados a otra dimensión: la de lo no visto aún, la de lo que no habíamos pensado antes de ser leído justo allí, en el aquí y ahora de la lectura. Actividad observadora y actividad pensante, y una erudición generosa pero como puesta al pasar, desplegada como apenas un trazo, línea del horizonte para ir hacia allá, para seguir avanzando hacia lo que trasciende:

Pesquero en altamar

Barco solito, pesquero colorado,
volviendo a la banquina de Mar del Plata.
Así yo, mirando el miriñaque de los días
que se asienta sobre el globo del mundo
como una red de junco, como una estrecha vida.

Miren a los hijos del hombre, el símbolo del pez en la frente,
cristos innumerables.


Diego Roel, Los cuadernos perdidos de Robert Walser, XXXVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, (Visor, 2024) 
(Accedí a su lectura como inédito en 2023).
La voz de Robert Walser, ese hombre que necesitó escribir: Nieve // Nieva que nieva, la tierra se cubre / de un blanco quejido allá a lo lejos, y que supo ser consecuente hasta la coincidencia de lo escrito con lo que fue su vida -huellas desembocando en una muerte por nieve-; esa voz es hallada renacida en la escritura de estos Cuadernos perdidos que Diego Roel nos ofrece para nuestra felicidad, la felicidad de conmovernos y sentirnos vivos. Ven pronto, antes de que nos alcance / la miniatura de la muerte, así escribe Roel y trae a las páginas de su libro una invocación que el poeta logra escuchar de otro poeta y transmitírnosla. Logra escucharla aun sepultada bajo ese afán de Walser por la invisibilidad y la disolución, por el anhelo de volverse puntiforme, mota de polvo, por ese afán de desaparición. Roel reescribe la micrografía de Walser de modo tal que nos hace sentir esa coexistencia de planos, ese llamado en el fondo de la mudez, esa paradoja. Y si tanto nos atañe es porque de paradoja estamos hechos:

                           El paseo

Apunto en mi cuaderno el detalle
de todo lo que me rodea.

Hablo de lo que tengo ante los ojos,
describo lo que toco y siento.

Veo en lo pequeño y en lo débil
cosas que nadie se atreve a vislumbrar.

¿Cómo puede algo o alguien
perderse y perecer?


* Raquel Jaduszliwer (San Fernando, Provincia de Buenos Aires, 1946). Licenciada en psicología por la UBA. Ha publicado nueve libros de poemas y una novela corta. En poesía obtuvo los siguientes premios: De Los Cuatro Vientos (2011), Fundación Victoria Ocampo (2013), Premio Edición Ruinas Circulares (2014) Premio “Rubén Reches” (2022).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario