martes, diciembre 29, 2020

Fabio Pusterla / Superposiciones en Berlín
















Sobre el sentido, me preguntaste desde lejos: sobre qué sentido
tendría entonces la cosa.
Te respondo que vi a una chica
posar como para un cubista en una estela
del Denkmal en Berlín, una piedra entre miles
por seis millones de muertes sin sentido; otra estiraba
las piernas flexionando también el tronco y mirando de reojo
por si acaso se le escapaba a los transeúntes
la evidencia de los senos.
Ahí podés escuchar los nombres y las historias.
de todos, si tenés seis años de tiempo, y aún faltarán
los sin nombre, los desaparecidos y la infinita
descendencia negada de las cenizas,
sin historia ni dónde.
A la salida ves a dos persiguiéndose, gritando,
es casi de noche, un mensaje habla del padre de un amigo
que se fue para siempre, el trafico
corre rápido, entre flashes de selfies y risas, no llueve.
No sé decirte el sentido. Lo busqué
mucho tiempo sin encontrarlo. Ahora tal vez me basta
el destello amarillo del ginko biloba,
un resplandor sobre el agua del Spree,
quizás en el lugar exacto donde hubo una ráfaga
y un cuerpo enviado al fondo.
Un solo nombre como una piedra en la mano
que guardo cerrada en mi bolsillo. Un aroma de rosa
salvaje. También
dolor, si es necesario.
Eso también, sí. Me quedo escuchando, respiro.

Fabio Pusterla (Mendrisio, Suiza, 1957), Cenere, o terra, Marcos y Marcos, Milán, 2018 Vía Medium Poesia


Foto: L'Indice

SOVRAPPOSIZIONI A BERLINO

Del senso, mi chiedevi da lontano: di che senso
avrebbe allora la cosa.
Ti rispondo che ho visto una ragazza
mettersi in posa da cubista su una stele
del Denkmal di Berlino, una pietra fra migliaia
per sei milioni di morti senza senso; un’altra si sgranchiva
le gambe flettendo bene anche il tronco e occhieggiando
caso mai fosse sfuggita ai passanti
l’evidenza dei seni.
Lì sotto puoi ascoltare i nomi e le storie
di tutti, se hai sei anni di tempo, e ancora mancheranno
i senza nome, i dispersi e l’infinita
discendenza negata della cenere,
senza storia né dove.
All’uscita vedi due che si rincorrono, gridano,
è quasi sera, un messaggio dice del padre di un amico
che è partito per sempre, il traffico
scorre veloce, tra lampi di selfie e risate, non piove.
Non so dirti del senso. L’ho cercato
a lungo senza trovarlo. Ora forse mi basta
il lampo giallo del ginko biloba,
un bagliore sull’acqua della Sprea
forse nel punto esatto di una raffica
e di un corpo sprofondato laggiù.
Un solo nome come un sasso nella mano
che tengo chiusa in tasca. Un sentore di rosa
selvatica. Anche
il dolore, se fosse necessario.
Anche quello, sì. Resto in ascolto, respiro.

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