viernes, julio 17, 2020

Biancamaria Frabotta / De "Los pasos sin importancia"


















(...)

Desde aquella isla herbosa
solo tú me telefoneas
hombre de pocas palabras.
En la bruma de la voz
repite un nombre la oscuridad
encerrada en un puño.
Y rueda dentro de mí como un trueno
tu descarnada despedida
desde aquellas remotas estribaciones
del Imperio donde voluntariamente
vives exiliado de la vista de los amigos.
Ahora no te queda más que sangre en el rostro.
Dices, Bianca. Y yo, Marco. ¿Dónde estamos?
Entre personas y lugares no muy comunes
a medio camino una apagada lengua susurra.
¡Oh patria que dejas marcharse a tus poetas!


(...)

No la reconozco más
a la vieja librería.
Se ha alzado
como un puente levadizo
y dos veces Mauricio
fue delante y dos veces
perdí la hora de oro
pajizo. Y me enrosco
no sé cómo, como venga
sobre mí misma, y nada es mi casa,
querida casa que me sobrevivirá
como al hielo que se hace violeta
en esta filigrana puntiaguda de ramitas.

*

Me repito para que no se repita
la desnudez nocturna de la gesta
que una hebra de hilo
sostiene, como a la etiqueta
en el revés del pulóver
ya por la mitad descosida
y luego, naturalmente, despojarse
dejar caer los vestidos
por la calle ennegrecidos.
Sobre el día caído
ya pusieron el visto.
Normalidad que puedo amar solo
violando la norma que la rige
hilo de hierro para las flores de los muertos
frase que pierde el hilo. Y lejos
de las selvas me hago selvática

Biancamaria Frabotta (Roma, 1946-2022), "Los pasos sin importancia", Por manos mortales, Gog y Magog Ediciones, 2020
Versiones de Jorge Aulicino

Otra Iglesia Es Imposible - Gog y Magog - Biancamaria Frabotta/Facebook - Op. Cit.Mondadori - Luigia Sorrentino, RAIBiblioteca Consorziale di Viterbo - Interno Poesia - Eterna Cadencia - De Sibilas y Pitias - Círculo de Poesía - RAI Radio 3 - Centro Cultural Tina Modotti, Caracas

Foto: Biancamaria Frabotta por Serena Campanini (detalle), Poesía Festival, Castelnuovo Rangone, 2018

I passi senza importanza

(...)

Da quell’isola erbosa
solo tu mi telefoni
uomo di poche parole.
Nella bruma di voce
ripete un nome il buio
serrato dentro un pugno.
E rotola dentro me come un tuono
il tuo scarno commiato
da quella remota propaggine
d’ Impero, dove volontariamente
alla vista degli amici vivi esiliato.
Ora non resta altro che il sangue nel viso.
Dici, Bianca. E io, Marco. Dove siamo?
Fra persone e fra luoghi non più comuni
a metà strada una spenta lingua sussurra.
O patria che lasci andare via i tuoi poeti!

(...)

Non la riconosco più
la vecchia libreria.
S’è alzata
come un ponte levatoio
e due volte, Maurizio
m’è davanti e due volte
la perdo l’ora d’oro
paglierino. E m’avviluppo
non so come, a caso
su me stessa, e niente m’è casa
cara casa che mi sopravviverai
come al gelo che si fa viola
questa trina aguzza di ramicelli.


Mi ripeto, perché non si ripeta
lo spoglio serale delle gesta
che una gugliata di filo
trattiene, come l’etichetta
sul retro della maglia
già per metà staccata
e poi, naturalmente, spogliarsi
lasciarle cadere a terra le vesti
di strada scurite.
Sul giorno scaduto
hanno già messo il visto.
Normalità che posso amare solo
violandone la norma che la regge
filo di ferro per i fiori dei morti
frase che perde il filo. E lontano
dalle selve m’inselvatichisco.

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Act. 2022

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